Soy el de en medio de 5 hermanos, de los cuales solo 2 somos varones, todos estamos ya casados, la mayor de mis hermanas frisa los 53 años y todos tenemos hijos, por herencia familiar, las mujeres siempre han tenido muy buenos cuerpos y a sus edades y con hijos se han conservado muy bien.
Cada año, durante la semana santa tenemos la reunión de familia, en lugares diferentes cada vez y no juntamos casi 45 personas, entre cuñados, sobrinos y uno que otro invitado, además de nuestros padres, este año del 2003, toco a las playas de Huatulco en Oaxaca, México.
Una de esas noches, muy calurosa, mi esposa quedo dormida junto con nuestro hijo y yo salí a la alberca donde escuchaba algunas risas y gritos, me asome a ver como se divertían y eran tres de mis hermanas, el encargado se me acerco y dijo sin saber del parentesco, “están re guenas esas chilangas”; si era verdad, se veían muy hermosas con sus trajes de baño jugando en la alberca apenas iluminada por las luces del fondo.
Una de ellas me alcanzo a ver y me grito ven al agua, esta fresca, yo me acerqué, pero no muy convencido de zambullirme, me empezaron a lanzar agua y ya mojado no me quedo otra, entre con ellas y se me acercaron, para comentar de las cuñadas y y los cuñados, mas los chismes del trabajo, nada de importancia como siempre sucede en pláticas de chicas.
Una de ellas, Silvia, se me recargo y sentí su piel en la mía y mi mente voló a los relatos que conozco de hermanos que tienen sexo entre ellos, otra de ellas accidentalmente me toco la pierna con sus pies y no los quito, siguió frotándose, la charla siguió y una propuso irnos al mar.
Ya entre las olas jugamos a empujarnos y detenernos del empuje del agua, al tocarlas me excite, era algo nuevo para mí y afortunadamente el agua arriba de la cintura y la oscuridad de la noche, ocultaban mi erección.
No esperé más a la siguiente revolcada, aproveché para meter mano, como si fuera accidente, Jenny tiene sus pechos turgentes nada del otro mundo, y no dijo nada, dejó que yo hiciera, creí que se alejaría de mí, pero no fue así otra ola “por accidente” la lanzó contra mí y le di otra manoseada esta vez mas descarada, no dijo nada, así estuvimos otro par de veces más y en una de esas que me atrapa del bañador y que lo baja, sin pudor me tocó el pene y descubrió mi secreto.
Mis otras dos hermanas Silvia y Mago se fueron y nos dejaron, vi la hora era casi la medianoche, no sentamos en la arena y platicamos esta vez de cosas más serias, nuestras vidas de pareja, planes de trabajo a futuro, y de nuestros padres ya ancianos.
Estábamos muy cerca uno del otro, y nos recargamos hombro con hombro, yo gire para verla, es una mujer guapa, de ojos grandes, nariz delgada y respingada, de poros grandes y boca de labios delgados, barbilla ligeramente salida y cara larga, algunos dicen que parece jalisqueña, de 1.60 de estatura más o menos, de cuerpo ágil esbelto, su única imperfección es la barriguita, restos de dos embarazos, es muy deportista y atrevida.
Vestía un traje de baño verde neón, con vetas amarillas, de espalda descubierta y escote grande por el frente, que le dejaba ver las pecas de su pecho, y una tela delgada que se amoldaba a su figura, su pelo mojado, lo recogió y al hacer el movimiento de hombros hacia atrás saco los senos al frente, lucía soberbia, mi cuñado debe haber disfrutado mucho ese cuerpo.
Me sentí extraño, estar viendo a mi hermana como lo haría con cualquier otra mujer de la oficina o de la escuela, y tuve que cambiar de postura, otra erección me sorprendió.
Nos levantamos a caminar y como titubeé, me miro y sonrió, “haaaa, otra vez estas como en la playa”, río alegremente y, me jalo de la mano, no tuve alternativa, me incorpore y caminamos por la playa, me tomo de la cintura y apoyo su cabeza en mi hombro, me condujo hacia lo zona mas apartada y oscura de la playa, yo la rodee con el brazo y acaricie la piel de sus hombros, llegamos a un área de senadores totalmente sola, los empleados se habían ido y, dejaron una cuantas luces encendidas.
Paso sin pensarlo, nos encerramos en un dulce beso, mis labios probaron su boca, húmeda y dulce, olí su perfume de mujer, su lengua entro a mi boca como la serpiente que tentó a Eva, me repegué a ese cuerpo esbelto y fraterno, y puse mi verga hinchada entre su piernas.
Con la mano hice jale la pierna de traje de baño y sacando mi tolete, le dio un pequeño empujón en su vagina, ella se quejó un poco, y trato de sacarse, pero la sostuve fuerte y empuje un poco más, sintiendo su tibia humedad, ella dejo de besarme y dijo “hasta ahí, hasta ahí”, pero no la solté y baje mis besos a su cuello, ella tenía un rictus de placer en la cara.
Una voz ronca “jóvenes, no pueden estar aquí”, nos asustó y de un movimiento rápido enfunde mi miembro y nos desprendimos del abrazo.
Caminamos hacia el área de cuartos del hotel y en las partes oscuras que había al paso intercambiamos caricias, al llegar a una pista de baile, donde aún había gente bailando y bebiendo, me quede a tomar una cerveza, necesitaba relajarme, y ella me acompaño, brevemente comentamos lo que paso y, le conté algunos comentarios que he leído en esta web, como si fueran míos, que si es de los más natural, que si es secreto no pasa nada, que esto, que aquello, y resumimos, somos adultos, y podemos enfrentar una situación como esta con madurez.
Vi que la posibilidad de llegar a culminar el acto se alejaba, así que insistí en que deberíamos dejarnos llevar por la lujuria fraternal. Pero esa ocasión la noche se acercaba a su fin, junto con su marido que salió a buscarla, el que compartió conmigo una cerveza con gusto, como compartió los besos de su esposa, mi hermana.
La aventura en Huatulco, entre Jenny y yo terminó bruscamente, y antes de dejar la playa, acordamos vernos en su casa, aprovechando que la constructora de su esposo, le reclamaba en otro estado del país, y de que se llevaría a su hijo de 10 años, pensando en que se interesara en la ingeniería civil.
Puntual llegue a la cita el miércoles, ese día me rasure y me bañe con todo esmero y excitación, escogí la ropa que ella en una ocasión me dijo que me hacía ver muy bien y, para evitar algún desgaste, deje de tener sexo esos días fingiendo estar agotado de manejar 12 horas desde Oaxaca, hasta la capital del país.
Antes de llegar la casa pase a una farmacia por condones, que compre sintiendo unas mariposas en el estómago, como cualquier adolescente novato; me abrió la puerta desde adentro, eran la una de la tarde y la calle estaba sola, nadie salía de sus casas, normal en un barrio como ese; la encontré sentada en un sillón de su sala, hermosa, como nunca la había visto, ahora era un hembra, no mi hermana, y eso aumento mi excitación, llevaba puesto un pantalón negro, muy ajustado, y una blusa blanca de algodón, de las que tienen un hombro descubierto, su pelo peinado hacia atrás, aún se apreciaba húmedo, su rostro mostraba un maquillaje discreto y el perfume llenaba la estancia, sus pies los calzo con unas zapatillas blancas de tacón y no llevaba medias.
¿Quieres algo de tomar?, dije “no gracias”, pensé lo que quiero es encuerarte, llevarte a la cama y meterte el pene, el cual ya estaba a plenitud, me acerque para tomarla de la mano y levantarla, los tacones le daban más estatura y casi quedamos a medida, la bese suavemente, sin prisas, ella cerro los ojos y levanto su cara ofreciendo esos labios que ya habían tenido acción.
Lentamente le pase la lengua por sus dientes, ella no hacía nada solamente se dejaba acariciar, y la abrace con ternura, su cintura se apoyó en la mía y mi pene presiono su pelvis, me rodeo con los brazos por el cuello y nuevamente bese su cuello, para de ahí subir a sus orejas y atrás de ellas, su nuca olía a perfume caro, le hice a un lado el pelo para poder chupar su nuca.
Mi mano derecha tomo su pecho izquierdo y lo acarició, era algo difícil de narrar quería guardar en mi mente, en mi memoria todas y cada una de las sensaciones, me abrazo con fuerza y subió su pierna a mi espalda, frotándose con placer.
La tumbe en el sofá y le baje la blusa, no traía brasiere así que su seno desnudo quedo al aire, con su pezón como fruta esperando a ser comido, con la punta de la lengua le acaricie el pezón y la aureola, su respiración agitada me indico que estaba por buen camino, quise quitar la blusa pero no lo permitió, solamente me jalo de la mano hacia le fondo de la casa, al cuarto que ocupaba la mucama, tenía la única cortina corrida lo que dejaba entrar mucha luz, pero ella la cerro, y después se acercó a mi para que la desnudará, le quite la blusa y después le baje el pantalón, que ahora se son de licra y permiten que no tengan zipper o botones, las zapatillas las arrojo con hábil movimiento y quedo en pantaletas.
Ella me quitó la camisa y el pantalón, yo me despoje de los zapatos y calcetines, observo detenidamente mi cuerpo desnudo, no aguanté más la atraje hacia mí y la abrace para besarla con más fuerza que las otra veces, ella abrió sus piernas para acomodar su sexo en el mío, y sentimos lo cálido de nuestra pasión, con suaves movimientos nos dimos placer, intercalando nuestras respiraciones cortadas con suaves suspiros y apretones.
La acosté en la orilla de la cama, miro al techo, quizás imaginando lo que le esperaba, estaba totalmente mojada, y mi miembro se le fue con toda rapidez y al fondo, suspiro y se quejó de forma tan profunda como no había escuchado a mujer alguna, movió su cadera para ponerse más cómoda.
Y empezamos los movimientos que nos llevaron al placer único del sexo, sus rodillas se elevaron más y su cuerpo trato de incorporarse, la sostuve con fuerza, mientras ella decía con voz entrecortada “ya, ya, ya, ya,”, hasta que una parálisis y un profundo gemidito, me indico que había orgasmado, más humedad sentí en su sexo y, me esmere, por darle otro orgasmo, lo que logre poco más delante, pero ahora en vez de quejido su garganta soltó un gruñido, su pelo estaba en desorden y su cara estaba roja, con marcadas ojeras, los cuerpos de ambos estaban sudorosos, y yo a punto de terminar, entonces me acorde de los condones, le dije “me pondré un condón”, respondiéndome, “si es por el sida, ya es tarde y, por embarazo no temas, tu termina”.
Volví a las caricias, y penetración rítmica dentro de mi hermana mayor, hasta que le anuncie, “voy”, arreciando sus movimientos de cadera, mordí sus pezones y ahogue un gemido cuando, mi miembro tuvo la primera contracción, apretaba tan fuerte mi pito, que no podía eyacular, tres, cuatro, contracciones más y el líquido salió de mi cuerpo para alojarse en el de Jenny , mi vientre y la parte superior de mis piernas rozaban con sus nalguitas, aumentando el gozo incestuoso, otro suspiro y me dijo “también termine, ay, ay, ay”.
Dejamos de abrazarnos cuando mi pene se salió de la vagina por la flacidez natural, y me tumbe a su lado, nos abrazamos de lado y, nos miramos, intercambiamos sonrisas y me pregunta ¿cómo estuve?, “excelente”, replique, “y yo”, “también estuviste maravilloso”, después de largos minutos de relax y silencio, se levantó y recogió la ropa, me ordeno que la siguiera y entramos a la casa, eran casi las 3 de la tarde, yo tenía que volver a casa por mi esposa, pues teníamos comida en casa del otro de mis hermanos.
Me llevo a la regadera del cuarto de su hijo y ahí nos bañamos uno al otro, le enjabone el pelo, la cara, pecho y la espalda, le lave las piernas y la crica, de la que se escurrió mi semen cuando íbamos de la habitación de la mucama al interior de la casa, me lavo el cuerpo y me seco con cariño, como se espera de una hermana.
Nueva erección nos puso en juego otra vez, pero lo paramos pues ya no teníamos tiempo, salí de la casa, como si flotara, había leído muchas historias, pero no pensé que fuera protagonista de una y, no he dejado de pensar que todo el tiempo tuve a una hembra caliente en casa para desahogar mi sexualidad juvenil, sin saberlo.
Cada año, durante la semana santa tenemos la reunión de familia, en lugares diferentes cada vez y no juntamos casi 45 personas, entre cuñados, sobrinos y uno que otro invitado, además de nuestros padres, este año del 2003, toco a las playas de Huatulco en Oaxaca, México.
Una de esas noches, muy calurosa, mi esposa quedo dormida junto con nuestro hijo y yo salí a la alberca donde escuchaba algunas risas y gritos, me asome a ver como se divertían y eran tres de mis hermanas, el encargado se me acerco y dijo sin saber del parentesco, “están re guenas esas chilangas”; si era verdad, se veían muy hermosas con sus trajes de baño jugando en la alberca apenas iluminada por las luces del fondo.
Una de ellas me alcanzo a ver y me grito ven al agua, esta fresca, yo me acerqué, pero no muy convencido de zambullirme, me empezaron a lanzar agua y ya mojado no me quedo otra, entre con ellas y se me acercaron, para comentar de las cuñadas y y los cuñados, mas los chismes del trabajo, nada de importancia como siempre sucede en pláticas de chicas.
Una de ellas, Silvia, se me recargo y sentí su piel en la mía y mi mente voló a los relatos que conozco de hermanos que tienen sexo entre ellos, otra de ellas accidentalmente me toco la pierna con sus pies y no los quito, siguió frotándose, la charla siguió y una propuso irnos al mar.
Ya entre las olas jugamos a empujarnos y detenernos del empuje del agua, al tocarlas me excite, era algo nuevo para mí y afortunadamente el agua arriba de la cintura y la oscuridad de la noche, ocultaban mi erección.
No esperé más a la siguiente revolcada, aproveché para meter mano, como si fuera accidente, Jenny tiene sus pechos turgentes nada del otro mundo, y no dijo nada, dejó que yo hiciera, creí que se alejaría de mí, pero no fue así otra ola “por accidente” la lanzó contra mí y le di otra manoseada esta vez mas descarada, no dijo nada, así estuvimos otro par de veces más y en una de esas que me atrapa del bañador y que lo baja, sin pudor me tocó el pene y descubrió mi secreto.
Mis otras dos hermanas Silvia y Mago se fueron y nos dejaron, vi la hora era casi la medianoche, no sentamos en la arena y platicamos esta vez de cosas más serias, nuestras vidas de pareja, planes de trabajo a futuro, y de nuestros padres ya ancianos.
Estábamos muy cerca uno del otro, y nos recargamos hombro con hombro, yo gire para verla, es una mujer guapa, de ojos grandes, nariz delgada y respingada, de poros grandes y boca de labios delgados, barbilla ligeramente salida y cara larga, algunos dicen que parece jalisqueña, de 1.60 de estatura más o menos, de cuerpo ágil esbelto, su única imperfección es la barriguita, restos de dos embarazos, es muy deportista y atrevida.
Vestía un traje de baño verde neón, con vetas amarillas, de espalda descubierta y escote grande por el frente, que le dejaba ver las pecas de su pecho, y una tela delgada que se amoldaba a su figura, su pelo mojado, lo recogió y al hacer el movimiento de hombros hacia atrás saco los senos al frente, lucía soberbia, mi cuñado debe haber disfrutado mucho ese cuerpo.
Me sentí extraño, estar viendo a mi hermana como lo haría con cualquier otra mujer de la oficina o de la escuela, y tuve que cambiar de postura, otra erección me sorprendió.
Nos levantamos a caminar y como titubeé, me miro y sonrió, “haaaa, otra vez estas como en la playa”, río alegremente y, me jalo de la mano, no tuve alternativa, me incorpore y caminamos por la playa, me tomo de la cintura y apoyo su cabeza en mi hombro, me condujo hacia lo zona mas apartada y oscura de la playa, yo la rodee con el brazo y acaricie la piel de sus hombros, llegamos a un área de senadores totalmente sola, los empleados se habían ido y, dejaron una cuantas luces encendidas.
Paso sin pensarlo, nos encerramos en un dulce beso, mis labios probaron su boca, húmeda y dulce, olí su perfume de mujer, su lengua entro a mi boca como la serpiente que tentó a Eva, me repegué a ese cuerpo esbelto y fraterno, y puse mi verga hinchada entre su piernas.
Con la mano hice jale la pierna de traje de baño y sacando mi tolete, le dio un pequeño empujón en su vagina, ella se quejó un poco, y trato de sacarse, pero la sostuve fuerte y empuje un poco más, sintiendo su tibia humedad, ella dejo de besarme y dijo “hasta ahí, hasta ahí”, pero no la solté y baje mis besos a su cuello, ella tenía un rictus de placer en la cara.
Una voz ronca “jóvenes, no pueden estar aquí”, nos asustó y de un movimiento rápido enfunde mi miembro y nos desprendimos del abrazo.
Caminamos hacia el área de cuartos del hotel y en las partes oscuras que había al paso intercambiamos caricias, al llegar a una pista de baile, donde aún había gente bailando y bebiendo, me quede a tomar una cerveza, necesitaba relajarme, y ella me acompaño, brevemente comentamos lo que paso y, le conté algunos comentarios que he leído en esta web, como si fueran míos, que si es de los más natural, que si es secreto no pasa nada, que esto, que aquello, y resumimos, somos adultos, y podemos enfrentar una situación como esta con madurez.
Vi que la posibilidad de llegar a culminar el acto se alejaba, así que insistí en que deberíamos dejarnos llevar por la lujuria fraternal. Pero esa ocasión la noche se acercaba a su fin, junto con su marido que salió a buscarla, el que compartió conmigo una cerveza con gusto, como compartió los besos de su esposa, mi hermana.
La aventura en Huatulco, entre Jenny y yo terminó bruscamente, y antes de dejar la playa, acordamos vernos en su casa, aprovechando que la constructora de su esposo, le reclamaba en otro estado del país, y de que se llevaría a su hijo de 10 años, pensando en que se interesara en la ingeniería civil.
Puntual llegue a la cita el miércoles, ese día me rasure y me bañe con todo esmero y excitación, escogí la ropa que ella en una ocasión me dijo que me hacía ver muy bien y, para evitar algún desgaste, deje de tener sexo esos días fingiendo estar agotado de manejar 12 horas desde Oaxaca, hasta la capital del país.
Antes de llegar la casa pase a una farmacia por condones, que compre sintiendo unas mariposas en el estómago, como cualquier adolescente novato; me abrió la puerta desde adentro, eran la una de la tarde y la calle estaba sola, nadie salía de sus casas, normal en un barrio como ese; la encontré sentada en un sillón de su sala, hermosa, como nunca la había visto, ahora era un hembra, no mi hermana, y eso aumento mi excitación, llevaba puesto un pantalón negro, muy ajustado, y una blusa blanca de algodón, de las que tienen un hombro descubierto, su pelo peinado hacia atrás, aún se apreciaba húmedo, su rostro mostraba un maquillaje discreto y el perfume llenaba la estancia, sus pies los calzo con unas zapatillas blancas de tacón y no llevaba medias.
¿Quieres algo de tomar?, dije “no gracias”, pensé lo que quiero es encuerarte, llevarte a la cama y meterte el pene, el cual ya estaba a plenitud, me acerque para tomarla de la mano y levantarla, los tacones le daban más estatura y casi quedamos a medida, la bese suavemente, sin prisas, ella cerro los ojos y levanto su cara ofreciendo esos labios que ya habían tenido acción.
Lentamente le pase la lengua por sus dientes, ella no hacía nada solamente se dejaba acariciar, y la abrace con ternura, su cintura se apoyó en la mía y mi pene presiono su pelvis, me rodeo con los brazos por el cuello y nuevamente bese su cuello, para de ahí subir a sus orejas y atrás de ellas, su nuca olía a perfume caro, le hice a un lado el pelo para poder chupar su nuca.
Mi mano derecha tomo su pecho izquierdo y lo acarició, era algo difícil de narrar quería guardar en mi mente, en mi memoria todas y cada una de las sensaciones, me abrazo con fuerza y subió su pierna a mi espalda, frotándose con placer.
La tumbe en el sofá y le baje la blusa, no traía brasiere así que su seno desnudo quedo al aire, con su pezón como fruta esperando a ser comido, con la punta de la lengua le acaricie el pezón y la aureola, su respiración agitada me indico que estaba por buen camino, quise quitar la blusa pero no lo permitió, solamente me jalo de la mano hacia le fondo de la casa, al cuarto que ocupaba la mucama, tenía la única cortina corrida lo que dejaba entrar mucha luz, pero ella la cerro, y después se acercó a mi para que la desnudará, le quite la blusa y después le baje el pantalón, que ahora se son de licra y permiten que no tengan zipper o botones, las zapatillas las arrojo con hábil movimiento y quedo en pantaletas.
Ella me quitó la camisa y el pantalón, yo me despoje de los zapatos y calcetines, observo detenidamente mi cuerpo desnudo, no aguanté más la atraje hacia mí y la abrace para besarla con más fuerza que las otra veces, ella abrió sus piernas para acomodar su sexo en el mío, y sentimos lo cálido de nuestra pasión, con suaves movimientos nos dimos placer, intercalando nuestras respiraciones cortadas con suaves suspiros y apretones.
La acosté en la orilla de la cama, miro al techo, quizás imaginando lo que le esperaba, estaba totalmente mojada, y mi miembro se le fue con toda rapidez y al fondo, suspiro y se quejó de forma tan profunda como no había escuchado a mujer alguna, movió su cadera para ponerse más cómoda.
Y empezamos los movimientos que nos llevaron al placer único del sexo, sus rodillas se elevaron más y su cuerpo trato de incorporarse, la sostuve con fuerza, mientras ella decía con voz entrecortada “ya, ya, ya, ya,”, hasta que una parálisis y un profundo gemidito, me indico que había orgasmado, más humedad sentí en su sexo y, me esmere, por darle otro orgasmo, lo que logre poco más delante, pero ahora en vez de quejido su garganta soltó un gruñido, su pelo estaba en desorden y su cara estaba roja, con marcadas ojeras, los cuerpos de ambos estaban sudorosos, y yo a punto de terminar, entonces me acorde de los condones, le dije “me pondré un condón”, respondiéndome, “si es por el sida, ya es tarde y, por embarazo no temas, tu termina”.
Volví a las caricias, y penetración rítmica dentro de mi hermana mayor, hasta que le anuncie, “voy”, arreciando sus movimientos de cadera, mordí sus pezones y ahogue un gemido cuando, mi miembro tuvo la primera contracción, apretaba tan fuerte mi pito, que no podía eyacular, tres, cuatro, contracciones más y el líquido salió de mi cuerpo para alojarse en el de Jenny , mi vientre y la parte superior de mis piernas rozaban con sus nalguitas, aumentando el gozo incestuoso, otro suspiro y me dijo “también termine, ay, ay, ay”.
Dejamos de abrazarnos cuando mi pene se salió de la vagina por la flacidez natural, y me tumbe a su lado, nos abrazamos de lado y, nos miramos, intercambiamos sonrisas y me pregunta ¿cómo estuve?, “excelente”, replique, “y yo”, “también estuviste maravilloso”, después de largos minutos de relax y silencio, se levantó y recogió la ropa, me ordeno que la siguiera y entramos a la casa, eran casi las 3 de la tarde, yo tenía que volver a casa por mi esposa, pues teníamos comida en casa del otro de mis hermanos.
Me llevo a la regadera del cuarto de su hijo y ahí nos bañamos uno al otro, le enjabone el pelo, la cara, pecho y la espalda, le lave las piernas y la crica, de la que se escurrió mi semen cuando íbamos de la habitación de la mucama al interior de la casa, me lavo el cuerpo y me seco con cariño, como se espera de una hermana.
Nueva erección nos puso en juego otra vez, pero lo paramos pues ya no teníamos tiempo, salí de la casa, como si flotara, había leído muchas historias, pero no pensé que fuera protagonista de una y, no he dejado de pensar que todo el tiempo tuve a una hembra caliente en casa para desahogar mi sexualidad juvenil, sin saberlo.