En el puerto gallego en el que trabajaba Fermín, casi todos los carabineros eran corruptos, ya que pillaban mordidas para dejar pasar el contrabando de todas clases, pero Fermín y Renato, su compañero, eran personas íntegras. Una noche se vieron envueltos en un tiroteo con unos contrabandistas y Fermín mató a uno de ellos. Resulta que el muerto era viudo y tenía un hijo de siete años llamado Javier. Cuando Fermín supo que lo iban a meter en un centro, por no tener más familia, hizo lo imposible porque se lo dieran en custodia y al final lo consiguió.
Fermín tenía una hija de doce años llamada Rosa, e iba a ser la encargada de cuidar a Javier, junto a sus abuelos, pues Fermín se pasaba horas y horas trabajando, y su mujer lo había dejado.
Habían pasado diez años. Rosa se había convertido en una morenaza, fornida, tetuda, culona y con novio, y Javier se había convertido en un guaperas, alto y delgado, que se comía a una viuda y a dos casadas insatisfechas de aquella aldea.
La madrugada del 1 de enero de aquel año, a Fermín le había tocado trabajar de noche. Javier y su hermana estaban solos en casa. Javier fue a ver si su hermana había terminado de leer la revista que le había prestado. Abrió la puerta de su habitación y lo que vio hizo que la volviera a cerrar. Luego entornó la puerta y volvió a mirar. Vio a Rosa en su cama con el brasero al lado, leyendo la revista Estampa. Tenía la enagua levantada, las rodillas flexionadas Y las piernas abiertas.
Rosa, luego de pasar una página de la revista, miró hacia la puerta y vio a su hermano en calzoncillo y marcando paquete. Le pregunto:
-¿Qué quieres, Javier?
-Venía a ver si terminaras de leer la revista, pero ya veo que no.
Rosa estiró las piernas, se sentó en la cama, puso la revista sobre la mesilla de noche y le dijo a su hermano:
-Siéntate a mi lado que te tengo que comentar algo.
Fue, se sentó, vio los pezones de su hermana marcados en su enagua y tapó la polla con las dos manos porque se le empezaba a empinar.
-Tú dirás.
-Pedro me dijo que le dijera a papá si podía venir a pedir mi mano.
-Sin tiempo no era, lleváis dos años de novios.
-Hay un pequeño problema.
-¿Qué problema es ese?
-Las dudas que tengo.
-En eso no te puedo ayudar.
-¿Es en nuestra relación con el sexo donde tengo dudas?
-¿Qué te preocupa?
-Que después de pedir mi mano, vendrá la boda y después de la boda, la noche de bodas, y yo no sé qué hacerle.
-Te lo dirá él.
-Quiero ir aprendida de casa.
Javier volvió a mirarle para los pezones y su polla se puso dura.
-Esa no es forma de hablar con un hermano.
-¿Por qué?
-No puedes hablarme de esa manera estando yo en calzoncillos y tú medio desnuda.
-Mil veces hemos estado así al bañarnos en el río.
-En el río, no en una cama, y nunca me habías dicho que te aprendiera a hacer cochinadas.
-Sé franco. ¿Qué te está pasando por la cabeza?
-Que quieres echar un polvo.
-Pues estás equivocado, solo quiero hablar de sexo.
-Yo de eso no entiendo.
-No me mientas, como no lo vas a saber si te acuestas con la viuda del Asturiano, con Josefa y con Aurora.
No se lo negó.
-¡¿Y tú cómo sabes eso?!
-Lo sabe toda la aldea, menos los maridos, bueno, el muerto puede que lo sepa.
-Ya no será toda la aldea.
-Era un decir, porque si lo supiera papá...
-¿Qué?
-Que a lo mejor se lo digo, si no hablamos...
-Sé que no se lo dirás.
-Yo, si fuera tú, no me arriesgaría.
-Tú ganas. ¿Qué quieres saber?
-¿Qué le gusta a un hombre que le haga una mujer?
-Te estás metiendo en un charco muy profundo.
-Sé nadar.
-Está bien. ¿Has follado con tu novio?
-No, me ha follado él a mí.
-¿Y por qué no lo has follado tú a él?
-Por falta de ganas no fue, pero es que...
Javier adivinó lo que le pasaba a su hermana.
-Es que no quieres que piense que eres una puta.
-Sí, y también porque no sabría qué hacerle.
-¿Nunca le has dado a mamar las tetas?
-En las tetas, no le dejo que me toque.
-No te magrea las tetas antes de follarte.
-Ye acabo de decir que no le dejo que me las toque.
-¡¿Te calientas solo con besos?!
-Yo me caliento con el olor del calzoncillo, de hecho, ahora mismo estoy empapada y solo estamos hablando.
-Dime una cosa. ¿Dónde folláis?
-Donde cuadra, pero siempre es igual. Me agarra la cintura por detrás, yo levanto el vestido, bajo las bragas y él me la clava, primero en el coño y después en el culo.
-¿Sin besos ni nada? A palo seco.
-No, el palo lo tiene mojado.
No lo había entendido, pero no le importó, ahora lo que sentía era curiosidad por la vida sexual de su hermana.
-La primera vez debió ser un drama, pues supongo eras virgen por los dos agujeros.
-Era. Al meterla en mi coño me lo rompió, y cuando me la metió en el culo quedé bizca un rato.
-¿Bizca?
-Sí, me quedaron los ojos así -puso ojos de bizca. ¿Tú les das por el culo a la viuda y a las otras dos?
Javier, con una sonrisa en los labios, le respondió:
-Cuando me lo piden.
-¿Y la primera vez también quedaron bizcas?
-No creo, por la manera de entrar la polla en su culo ya las habían dejado bizcas antes. ¿Cuántas veces te corriste la última vez que folló contigo?
-No sé lo que es correrse, solo he oído hablar de eso.
-¡¿No te corres al masturbarte?!
-Nunca me he masturbado, bueno, sí, una vez me toqué como me dijo una amiga, y sentí gusto, pero no sentí ese gusto tan grande que decía que sentía ella.
-Volvamos a Pedro. Dime. ¿Cuánto tiempo te folla?
-Sabes que no tengo reloj.
-Más o menos.
-Unos cinco o seis minutos, repartidos entre los dos agujeros. ¿Será que no soy normal?
-Normal no es él. ¿Pasamos de las palabras a las obras?
Rosa estaba deseando follar con su hermano, pero le dijo:
-No, yo solo quiero hablar.
-La teoría sin práctica no te va a servir de nada.
Rosa dejó de hacerse la estrecha.
-Eso es verdad. ¿Tienes condones?
-No, pero...
Le puso un dedo en los labios.
-Sin condón no te voy a dejar meter, al menos en el coño.
-Podemos corrernos juntos sin meter.
-¿Cómo?
-Como hicimos la viuda y yo antes de echar nuestro primer polvo.
-¿Y cómo hicisteis?
-Masturbarnos uno enfrente del otro.
-Dime como hizo para masturbarse.
Javier se quitó el calzoncillo, y con la polla tiesa y las piernas cruzadas, se sentó en la cama delante de su hermana. Empuñó la polla y comenzó a bajar y a subir la mano muy lentamente.
-Échate hacia atrás, pon la cabeza sobre la almohada y flexiona la rodilla para estar en la posición en la que estaba ella.
Se puso cómo le había dicho sin dejar de mirarle para la polla.
-Ahora echa la mano izquierda a la teta izquierda y magréala, y con tres dedos de la derecha frota el coño de arriba abajo y de abajo a arriba por encima de las bragas.
Se miraron a los ojos mientras se acariciaban.
-Baja la asas de la combinación.
Al bajar las asas del sujetador, Javier vio sus grandes tetas y sus pezones apuntando al techo.
-Amasa las tetas cogiéndolas por debajo.
Se magreó las tetas mientras le miraba para la polla.
-¿Así?
-¿Te gusta?
-Sí.
-En ese caso, sigue así.
Pasado un tiempo, le dijo:
-Aprieta los pezones y tira de ellos.
Hizo lo que le había dicho.
-Me estoy mojando mucho.
-Ese es un buen síntoma.
A rato, viendo como magreaba las tetas y como jugaba con los pezones, le dijo:
-Baja una mano al coño y acarícialo moviendo los dedos alrededor.
Pasados un par de minutos, le dijo:
-Ahora mete la mano dentro de las bragas y mueve los dedos de arriba a abajo, hacia los lados y alrededor.
Al rato, Rosa, comenzó a gemir.
-Quita las bragas y enséñame el coño.
Rosa se quitó las bragas, flexionó la otra rodilla, se abrió de piernas y le enseñó su coño peludo. Javier, le dijo:
-Tienes un coño precioso.
Rosa volvió a la posición anterior. Amasó sus tetas, jugó con sus pezones y se masturbó.
Cuando los gemidos de Rosa subieron de tono, le dijo:
-Haz que tus dedos vuelen sobre el coño.
Hizo que sus dedos volaran sobre el coño y le empezó a venir.
-Ayyy, ayyyy, ayyyy, ay que me va a dar algo.
-No pares de frotar el coño
Con los dedos volando sobre su coño. Apretó una teta. Apoyó los pies en la cama, arqueó el cuerpo y se corrió. Un chorro de jugos salió de su coño y su cuerpo se sacudió una cosa mala. Su primer orgasmo fue tan potente que la dejó exhausta, sin habla, con las piernas abiertas y el coño chorreando.
Cuando abrió los ojos vio a su hermano mirando para su coño y con leche en la cabeza de la polla. Sus miradas se cruzaron un instante. Rosa vio a su hermano meter la cabeza entre sus piernas y luego sintió su lengua lamerle el coño.
-¿Qué me haces, cochino?
-Te estoy saboreando.
-¿Saboreando? Lo que acabas de hacer es lo que le hacen los perros a las perras y es una cochinada.
Javier le limpió la corrida del coño moviendo la lengua de abajo a arriba, se tragó los jugos, lamió y chupó su clítoris, después la miró y le dijo:
-Si te parece una guarrería que te haga correr comiéndote el coño, te puedo hacer otra cosa.
A Rosa le había gustado lo que le había hecho.
-Yo no te dije que era una guarrería, te dije que era una cochinada.
-¿Sigo?
-Ya que empezaste...
Javier le dio un repaso de fondos que la dejó con la lengua fuera y jadeando como una perra.
Al acabar de correrse, Rosa, le dijo:
-¡La hostia, qué gustazo sentí!
-¿Fue como te habían dicho?
-Fue mucho mejor. Quiero correrme más veces.
-Pues vamos a por ello.
Javier le echó la mano a la enagua. Rosa levantó el culo para facilitarle el trabajo. Se la quitó y vio su cuerpo desnudo. Tenía pelusilla en las piernas y en los brazos y pelos negros en las axilas y en el coño. Sus tetas eran como melones, duras, con areolas casi negras y tenía los pezones gruesos. Se echó encima de ella y le dio un beso con lengua. Rosa puso cara de asco.
-¡¿Qué haces?!
-Darte un beso con lengua.
-Eso es una cochinada.
-¿Es que tu novio no te da besos con lengua en el ojete antes de follarte el culo?
-No creo que haya nadie tan guarro como para hacer eso.
-Yo lo hago.
-A ti estoy viendo que hay que echarte de comer aparte.
-Saca la lengua.
-¿Para qué?
-¿Quieres correrte, o no?
-Sí.
-Pues si quieres correrte, haz todo lo que te diga. Saca la lengua.
-¿Toda?
-Toda.
Rosa sacó la lengua, Javier se la lamió con la suya y luego se la chupó.
-Ahora te toca a ti besarme.
Javier sacó su lengua, Rosa se la lamió, se la chupó y luego le dijo:
-Estos no son besos, son pecados, pero bueno, como ya estábamos pecando...
-Sube encima de mí.
-¡¿Qué?!
-Que subas encima de mí.
-¿Para qué?
-¿No querías aprender a satisfacer a un hombre?
-Sí.
-Pues sube y haz todo lo que te diga.
Rosa se echó encima de su hermano.
-Bésame.
Se besaron hasta que Javier le dijo:
-Dame las tetas a mamar.
-Me voy a sentir muy puta encima de ti y regalándote mis tetas.
-Muy puta y muy cachonda.
Rosa le puso el pezón de la teta izquierda entre los labios, Javier se lo lamió y también lamió alrededor toda la areola, luego lamió la teta, y después se la chupó.
-Dame la otra.
Le puso el pezón de la teta derecha entre los labios, se lo lamió, sé lo mordió y le mamó las dos las tetas. Luego le echó las manos a las tetas y fue de una a la otra lamiendo y mamando. Rosa se lo estaba pasando de miedo.
-Tú no eres un hombre, eres un diablo.
-Mete en mi polla en tu coño.
-No, sin condón, no.
-No soy como tu novio que dura cinco minutos, yo aguanto una hora sin correrme, una hora, o más.
-Es muy peligroso.
-No va a pasar nada, bueno, sí, va a pasar algo, te vas a correr.
-¡Cómo te corras dentro te estrangulo!
Rosa cogió la polla, la puso en la entrada de la vagina y bajó el culo. A medida que iba entrando, le dijo:
-¡Qué rico se siente!
-Eso es porque estás acostumbrada al condón.
Con toda la polla enterrada en el coño, le echó las manos a la cintura y la empujó hacia atrás y tiró de ella hacia delante para que la polla saliera y entrara en el coño. Al rato le echó las manos a las tetas y le dijo:
-Sigue tu sola.
Rosa comenzó a mover el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás... El resto ya fue instinto, o sea, que lo fue moviendo cada vez más aprisa hasta que algo explotó dentro de ella y se corrió en la polla de su hermano. Al correrse, echó la cabeza hacia atrás, su cuerpo se arqueó y temblando con el gusto que estaba sintiendo, dijo por primera vez en sus veintidós años de vida:
-¡Me corro!
Cuando se enderezó tenía cara de felicidad y una sonrisa en los labios.
-Has hecho de mí una guarra.
-Muéstrame lo guarra que eres.
-¿Cómo quieres que te lo muestre?
-Ponme el coño en la boca.
-¿Te piensas que no soy tan guarra como para ponértelo?
-Hasta que me lo pongas...
Sacó la polla del coño, coño que dejó un fino reguero de jugos por su vientre, por su pecho y por su cuello, antes de gotear en sus labios. Javier le echó las manos a las nalgas, le lamió el coño, le enterró la lengua dentro, la sacó y siguió lamiendo un rato. Cuando Rosa volvió a gemir, dejó de lamer y le dijo:
-Voy a sacar la lengua, frota el coño contra ella y córrete en mi boca.
Rosa echó las manos a la cabecera de la cama y mirando para abajo movió el culo como lo había movido al follar a su hermano. El coño, frotándose contra la lengua, se fue encharcando cada vez más, tanto se encharcó que llegó un momento en que los jugos caían de la lengua y le bajaban a Javier por ambos lados del cuello... Le llevó un tiempo correrse, pero cuando se corrió, lo hizo a lo grande. Llenándole la boca de jugos a su hermano, dijo:
-¡Me voy a morir de gusto!
Al acabar de gozar se tiró boca abajo sobre la cama, y con la cabeza ladeada a la izquierda, le dijo:
-No puedo más, he quedado sin fuerzas.
Javier le apartó el cabello del cuello, le besó la nuca, y luego bajó y subió por su columna vertebral la yema del dedo medio de su mano derecha.
-Para, estoy deshecha.
Javier le echó una mirada a su espalda, una espalda ancha, y a su culo, un culo gordo y duro. Le metió el dedo entre las nalgas y le acarició el ojete haciendo círculos sobre él. Rosa empezó a reaccionar. Se puso boca arriba y le preguntó:
-¿Qué quieres ahora?
-Correrme.
-Pues menéala y córrete.
Le puso la polla enfrente de la boca.
-Quiero que me la mames para correrme en tu boca.
-No te la voy a mamar.
-¿Nunca ha deseado mamársela a tu novio?
-Jamás.
Le dio con la polla en un lado de la cara.
-Para todo hay una primera vez.
-Esta no va a ser la mía.
Le puso la polla en los labios.
-Chupa.
-No.
Le metió dos dedos dentro del coño y comenzó a masturbarla.
-Chupa.
-No insistas, no te la voy a chupar.
Le dio con la polla en una teta.
-Vale, me haré una paja, pero antes te haré una paja a ti para ponerme a tono. ¿O es que no aguantas una corrida más?
-Estoy cansada, pero no tanto como para no aguantar el gusto de otra corrida.
La masturbó con la mano derecha y le magreó las tetas con la izquierda. Rosa tenía la cabeza girada hacia donde estaba la polla y veía como del meato salía aguadilla. Poco a poco se fue calentando... Fue acercando la cabeza a la polla y acabó metiendo el glande en la boca y chupándolo.
-¿Qué más hay qué hacer?
-Vete metiendo un poco más de polla en la boca cada vez que la chupes.
Al rato ya la mamaba como si fuera una experta, tan bien se la mamó que Javier se corrió en su boca rugiendo como un león. Rosa, tragando la leche, se corrió en los dedos de su hermano.
A poco de correrse, le dijo Javier:
-¿Aguantarás otro?
Rosa aguantaba lo que le echaran, pero se volvió a hacer la remolona.
-No sé, puede. ¿Qué me quieres hacer?
Comerte el culo, y después follártelo.
-Así, no me voy a correr.
-Si te tocas el coño mientras te follo el culo, seguro que te corres.
Era hablarle de correrse y se animaba.
-¿Me pongo boca abajo?
-No, ponte a cuatro patas.
-¡¿Cómo una perra?!
-Sí, cómo una perra.
Se puso a cuatro patas, Javier se arrodilló detrás de su hermana y le dio dos cachetes en el culo.
-¡Si me vuelves a dar, me giro y te reviento!
-A mis amantes les gusta.
-A mí, no.
Le separó las nalgas y le pasó la lengua por el ojete, luego le amasó las nalgas, después se las volvió a separar y le metió y le sacó la lengua del ojete siete u ocho veces.
-Mira que eres cochino.
-¿Quieres que deje de ser cochino y te la meta ya?
-No, sigue jugando con mi culo.
Siguió amasando su culo y lamiendo y follando su ojete con la punta de la lengua. Rosa comenzó a gemir
-¿Disfrutas, Rosa?
-Sí, pero echo de menos algo.
-¿Qué echas de menos?
-Que me des azotes en el culo.
No había quien la entendiera. Javier le frotó la polla en el ojete, y luego, nalgueándola, se la fue metiendo hasta que la polla llegó al fondo de su culo.
-¿Quieres que te dé lento, o fuerte?
-Quiero que me des más fuerte los azotes.
Dándole más fuerte, se la clavó, se la clavó lento al principio, y a romper cuando Rosa metió dos dedos en el coño.
Cuando se corrió le vino con tanta intensidad que se desplomó sobre la cama, menos mal que Javier se dejó ir con ella, si no se deja ir le rompe la polla, y al no rómpérsela, le llenó el culo de leche.
Fermín tenía una hija de doce años llamada Rosa, e iba a ser la encargada de cuidar a Javier, junto a sus abuelos, pues Fermín se pasaba horas y horas trabajando, y su mujer lo había dejado.
Habían pasado diez años. Rosa se había convertido en una morenaza, fornida, tetuda, culona y con novio, y Javier se había convertido en un guaperas, alto y delgado, que se comía a una viuda y a dos casadas insatisfechas de aquella aldea.
La madrugada del 1 de enero de aquel año, a Fermín le había tocado trabajar de noche. Javier y su hermana estaban solos en casa. Javier fue a ver si su hermana había terminado de leer la revista que le había prestado. Abrió la puerta de su habitación y lo que vio hizo que la volviera a cerrar. Luego entornó la puerta y volvió a mirar. Vio a Rosa en su cama con el brasero al lado, leyendo la revista Estampa. Tenía la enagua levantada, las rodillas flexionadas Y las piernas abiertas.
Rosa, luego de pasar una página de la revista, miró hacia la puerta y vio a su hermano en calzoncillo y marcando paquete. Le pregunto:
-¿Qué quieres, Javier?
-Venía a ver si terminaras de leer la revista, pero ya veo que no.
Rosa estiró las piernas, se sentó en la cama, puso la revista sobre la mesilla de noche y le dijo a su hermano:
-Siéntate a mi lado que te tengo que comentar algo.
Fue, se sentó, vio los pezones de su hermana marcados en su enagua y tapó la polla con las dos manos porque se le empezaba a empinar.
-Tú dirás.
-Pedro me dijo que le dijera a papá si podía venir a pedir mi mano.
-Sin tiempo no era, lleváis dos años de novios.
-Hay un pequeño problema.
-¿Qué problema es ese?
-Las dudas que tengo.
-En eso no te puedo ayudar.
-¿Es en nuestra relación con el sexo donde tengo dudas?
-¿Qué te preocupa?
-Que después de pedir mi mano, vendrá la boda y después de la boda, la noche de bodas, y yo no sé qué hacerle.
-Te lo dirá él.
-Quiero ir aprendida de casa.
Javier volvió a mirarle para los pezones y su polla se puso dura.
-Esa no es forma de hablar con un hermano.
-¿Por qué?
-No puedes hablarme de esa manera estando yo en calzoncillos y tú medio desnuda.
-Mil veces hemos estado así al bañarnos en el río.
-En el río, no en una cama, y nunca me habías dicho que te aprendiera a hacer cochinadas.
-Sé franco. ¿Qué te está pasando por la cabeza?
-Que quieres echar un polvo.
-Pues estás equivocado, solo quiero hablar de sexo.
-Yo de eso no entiendo.
-No me mientas, como no lo vas a saber si te acuestas con la viuda del Asturiano, con Josefa y con Aurora.
No se lo negó.
-¡¿Y tú cómo sabes eso?!
-Lo sabe toda la aldea, menos los maridos, bueno, el muerto puede que lo sepa.
-Ya no será toda la aldea.
-Era un decir, porque si lo supiera papá...
-¿Qué?
-Que a lo mejor se lo digo, si no hablamos...
-Sé que no se lo dirás.
-Yo, si fuera tú, no me arriesgaría.
-Tú ganas. ¿Qué quieres saber?
-¿Qué le gusta a un hombre que le haga una mujer?
-Te estás metiendo en un charco muy profundo.
-Sé nadar.
-Está bien. ¿Has follado con tu novio?
-No, me ha follado él a mí.
-¿Y por qué no lo has follado tú a él?
-Por falta de ganas no fue, pero es que...
Javier adivinó lo que le pasaba a su hermana.
-Es que no quieres que piense que eres una puta.
-Sí, y también porque no sabría qué hacerle.
-¿Nunca le has dado a mamar las tetas?
-En las tetas, no le dejo que me toque.
-No te magrea las tetas antes de follarte.
-Ye acabo de decir que no le dejo que me las toque.
-¡¿Te calientas solo con besos?!
-Yo me caliento con el olor del calzoncillo, de hecho, ahora mismo estoy empapada y solo estamos hablando.
-Dime una cosa. ¿Dónde folláis?
-Donde cuadra, pero siempre es igual. Me agarra la cintura por detrás, yo levanto el vestido, bajo las bragas y él me la clava, primero en el coño y después en el culo.
-¿Sin besos ni nada? A palo seco.
-No, el palo lo tiene mojado.
No lo había entendido, pero no le importó, ahora lo que sentía era curiosidad por la vida sexual de su hermana.
-La primera vez debió ser un drama, pues supongo eras virgen por los dos agujeros.
-Era. Al meterla en mi coño me lo rompió, y cuando me la metió en el culo quedé bizca un rato.
-¿Bizca?
-Sí, me quedaron los ojos así -puso ojos de bizca. ¿Tú les das por el culo a la viuda y a las otras dos?
Javier, con una sonrisa en los labios, le respondió:
-Cuando me lo piden.
-¿Y la primera vez también quedaron bizcas?
-No creo, por la manera de entrar la polla en su culo ya las habían dejado bizcas antes. ¿Cuántas veces te corriste la última vez que folló contigo?
-No sé lo que es correrse, solo he oído hablar de eso.
-¡¿No te corres al masturbarte?!
-Nunca me he masturbado, bueno, sí, una vez me toqué como me dijo una amiga, y sentí gusto, pero no sentí ese gusto tan grande que decía que sentía ella.
-Volvamos a Pedro. Dime. ¿Cuánto tiempo te folla?
-Sabes que no tengo reloj.
-Más o menos.
-Unos cinco o seis minutos, repartidos entre los dos agujeros. ¿Será que no soy normal?
-Normal no es él. ¿Pasamos de las palabras a las obras?
Rosa estaba deseando follar con su hermano, pero le dijo:
-No, yo solo quiero hablar.
-La teoría sin práctica no te va a servir de nada.
Rosa dejó de hacerse la estrecha.
-Eso es verdad. ¿Tienes condones?
-No, pero...
Le puso un dedo en los labios.
-Sin condón no te voy a dejar meter, al menos en el coño.
-Podemos corrernos juntos sin meter.
-¿Cómo?
-Como hicimos la viuda y yo antes de echar nuestro primer polvo.
-¿Y cómo hicisteis?
-Masturbarnos uno enfrente del otro.
-Dime como hizo para masturbarse.
Javier se quitó el calzoncillo, y con la polla tiesa y las piernas cruzadas, se sentó en la cama delante de su hermana. Empuñó la polla y comenzó a bajar y a subir la mano muy lentamente.
-Échate hacia atrás, pon la cabeza sobre la almohada y flexiona la rodilla para estar en la posición en la que estaba ella.
Se puso cómo le había dicho sin dejar de mirarle para la polla.
-Ahora echa la mano izquierda a la teta izquierda y magréala, y con tres dedos de la derecha frota el coño de arriba abajo y de abajo a arriba por encima de las bragas.
Se miraron a los ojos mientras se acariciaban.
-Baja la asas de la combinación.
Al bajar las asas del sujetador, Javier vio sus grandes tetas y sus pezones apuntando al techo.
-Amasa las tetas cogiéndolas por debajo.
Se magreó las tetas mientras le miraba para la polla.
-¿Así?
-¿Te gusta?
-Sí.
-En ese caso, sigue así.
Pasado un tiempo, le dijo:
-Aprieta los pezones y tira de ellos.
Hizo lo que le había dicho.
-Me estoy mojando mucho.
-Ese es un buen síntoma.
A rato, viendo como magreaba las tetas y como jugaba con los pezones, le dijo:
-Baja una mano al coño y acarícialo moviendo los dedos alrededor.
Pasados un par de minutos, le dijo:
-Ahora mete la mano dentro de las bragas y mueve los dedos de arriba a abajo, hacia los lados y alrededor.
Al rato, Rosa, comenzó a gemir.
-Quita las bragas y enséñame el coño.
Rosa se quitó las bragas, flexionó la otra rodilla, se abrió de piernas y le enseñó su coño peludo. Javier, le dijo:
-Tienes un coño precioso.
Rosa volvió a la posición anterior. Amasó sus tetas, jugó con sus pezones y se masturbó.
Cuando los gemidos de Rosa subieron de tono, le dijo:
-Haz que tus dedos vuelen sobre el coño.
Hizo que sus dedos volaran sobre el coño y le empezó a venir.
-Ayyy, ayyyy, ayyyy, ay que me va a dar algo.
-No pares de frotar el coño
Con los dedos volando sobre su coño. Apretó una teta. Apoyó los pies en la cama, arqueó el cuerpo y se corrió. Un chorro de jugos salió de su coño y su cuerpo se sacudió una cosa mala. Su primer orgasmo fue tan potente que la dejó exhausta, sin habla, con las piernas abiertas y el coño chorreando.
Cuando abrió los ojos vio a su hermano mirando para su coño y con leche en la cabeza de la polla. Sus miradas se cruzaron un instante. Rosa vio a su hermano meter la cabeza entre sus piernas y luego sintió su lengua lamerle el coño.
-¿Qué me haces, cochino?
-Te estoy saboreando.
-¿Saboreando? Lo que acabas de hacer es lo que le hacen los perros a las perras y es una cochinada.
Javier le limpió la corrida del coño moviendo la lengua de abajo a arriba, se tragó los jugos, lamió y chupó su clítoris, después la miró y le dijo:
-Si te parece una guarrería que te haga correr comiéndote el coño, te puedo hacer otra cosa.
A Rosa le había gustado lo que le había hecho.
-Yo no te dije que era una guarrería, te dije que era una cochinada.
-¿Sigo?
-Ya que empezaste...
Javier le dio un repaso de fondos que la dejó con la lengua fuera y jadeando como una perra.
Al acabar de correrse, Rosa, le dijo:
-¡La hostia, qué gustazo sentí!
-¿Fue como te habían dicho?
-Fue mucho mejor. Quiero correrme más veces.
-Pues vamos a por ello.
Javier le echó la mano a la enagua. Rosa levantó el culo para facilitarle el trabajo. Se la quitó y vio su cuerpo desnudo. Tenía pelusilla en las piernas y en los brazos y pelos negros en las axilas y en el coño. Sus tetas eran como melones, duras, con areolas casi negras y tenía los pezones gruesos. Se echó encima de ella y le dio un beso con lengua. Rosa puso cara de asco.
-¡¿Qué haces?!
-Darte un beso con lengua.
-Eso es una cochinada.
-¿Es que tu novio no te da besos con lengua en el ojete antes de follarte el culo?
-No creo que haya nadie tan guarro como para hacer eso.
-Yo lo hago.
-A ti estoy viendo que hay que echarte de comer aparte.
-Saca la lengua.
-¿Para qué?
-¿Quieres correrte, o no?
-Sí.
-Pues si quieres correrte, haz todo lo que te diga. Saca la lengua.
-¿Toda?
-Toda.
Rosa sacó la lengua, Javier se la lamió con la suya y luego se la chupó.
-Ahora te toca a ti besarme.
Javier sacó su lengua, Rosa se la lamió, se la chupó y luego le dijo:
-Estos no son besos, son pecados, pero bueno, como ya estábamos pecando...
-Sube encima de mí.
-¡¿Qué?!
-Que subas encima de mí.
-¿Para qué?
-¿No querías aprender a satisfacer a un hombre?
-Sí.
-Pues sube y haz todo lo que te diga.
Rosa se echó encima de su hermano.
-Bésame.
Se besaron hasta que Javier le dijo:
-Dame las tetas a mamar.
-Me voy a sentir muy puta encima de ti y regalándote mis tetas.
-Muy puta y muy cachonda.
Rosa le puso el pezón de la teta izquierda entre los labios, Javier se lo lamió y también lamió alrededor toda la areola, luego lamió la teta, y después se la chupó.
-Dame la otra.
Le puso el pezón de la teta derecha entre los labios, se lo lamió, sé lo mordió y le mamó las dos las tetas. Luego le echó las manos a las tetas y fue de una a la otra lamiendo y mamando. Rosa se lo estaba pasando de miedo.
-Tú no eres un hombre, eres un diablo.
-Mete en mi polla en tu coño.
-No, sin condón, no.
-No soy como tu novio que dura cinco minutos, yo aguanto una hora sin correrme, una hora, o más.
-Es muy peligroso.
-No va a pasar nada, bueno, sí, va a pasar algo, te vas a correr.
-¡Cómo te corras dentro te estrangulo!
Rosa cogió la polla, la puso en la entrada de la vagina y bajó el culo. A medida que iba entrando, le dijo:
-¡Qué rico se siente!
-Eso es porque estás acostumbrada al condón.
Con toda la polla enterrada en el coño, le echó las manos a la cintura y la empujó hacia atrás y tiró de ella hacia delante para que la polla saliera y entrara en el coño. Al rato le echó las manos a las tetas y le dijo:
-Sigue tu sola.
Rosa comenzó a mover el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás... El resto ya fue instinto, o sea, que lo fue moviendo cada vez más aprisa hasta que algo explotó dentro de ella y se corrió en la polla de su hermano. Al correrse, echó la cabeza hacia atrás, su cuerpo se arqueó y temblando con el gusto que estaba sintiendo, dijo por primera vez en sus veintidós años de vida:
-¡Me corro!
Cuando se enderezó tenía cara de felicidad y una sonrisa en los labios.
-Has hecho de mí una guarra.
-Muéstrame lo guarra que eres.
-¿Cómo quieres que te lo muestre?
-Ponme el coño en la boca.
-¿Te piensas que no soy tan guarra como para ponértelo?
-Hasta que me lo pongas...
Sacó la polla del coño, coño que dejó un fino reguero de jugos por su vientre, por su pecho y por su cuello, antes de gotear en sus labios. Javier le echó las manos a las nalgas, le lamió el coño, le enterró la lengua dentro, la sacó y siguió lamiendo un rato. Cuando Rosa volvió a gemir, dejó de lamer y le dijo:
-Voy a sacar la lengua, frota el coño contra ella y córrete en mi boca.
Rosa echó las manos a la cabecera de la cama y mirando para abajo movió el culo como lo había movido al follar a su hermano. El coño, frotándose contra la lengua, se fue encharcando cada vez más, tanto se encharcó que llegó un momento en que los jugos caían de la lengua y le bajaban a Javier por ambos lados del cuello... Le llevó un tiempo correrse, pero cuando se corrió, lo hizo a lo grande. Llenándole la boca de jugos a su hermano, dijo:
-¡Me voy a morir de gusto!
Al acabar de gozar se tiró boca abajo sobre la cama, y con la cabeza ladeada a la izquierda, le dijo:
-No puedo más, he quedado sin fuerzas.
Javier le apartó el cabello del cuello, le besó la nuca, y luego bajó y subió por su columna vertebral la yema del dedo medio de su mano derecha.
-Para, estoy deshecha.
Javier le echó una mirada a su espalda, una espalda ancha, y a su culo, un culo gordo y duro. Le metió el dedo entre las nalgas y le acarició el ojete haciendo círculos sobre él. Rosa empezó a reaccionar. Se puso boca arriba y le preguntó:
-¿Qué quieres ahora?
-Correrme.
-Pues menéala y córrete.
Le puso la polla enfrente de la boca.
-Quiero que me la mames para correrme en tu boca.
-No te la voy a mamar.
-¿Nunca ha deseado mamársela a tu novio?
-Jamás.
Le dio con la polla en un lado de la cara.
-Para todo hay una primera vez.
-Esta no va a ser la mía.
Le puso la polla en los labios.
-Chupa.
-No.
Le metió dos dedos dentro del coño y comenzó a masturbarla.
-Chupa.
-No insistas, no te la voy a chupar.
Le dio con la polla en una teta.
-Vale, me haré una paja, pero antes te haré una paja a ti para ponerme a tono. ¿O es que no aguantas una corrida más?
-Estoy cansada, pero no tanto como para no aguantar el gusto de otra corrida.
La masturbó con la mano derecha y le magreó las tetas con la izquierda. Rosa tenía la cabeza girada hacia donde estaba la polla y veía como del meato salía aguadilla. Poco a poco se fue calentando... Fue acercando la cabeza a la polla y acabó metiendo el glande en la boca y chupándolo.
-¿Qué más hay qué hacer?
-Vete metiendo un poco más de polla en la boca cada vez que la chupes.
Al rato ya la mamaba como si fuera una experta, tan bien se la mamó que Javier se corrió en su boca rugiendo como un león. Rosa, tragando la leche, se corrió en los dedos de su hermano.
A poco de correrse, le dijo Javier:
-¿Aguantarás otro?
Rosa aguantaba lo que le echaran, pero se volvió a hacer la remolona.
-No sé, puede. ¿Qué me quieres hacer?
Comerte el culo, y después follártelo.
-Así, no me voy a correr.
-Si te tocas el coño mientras te follo el culo, seguro que te corres.
Era hablarle de correrse y se animaba.
-¿Me pongo boca abajo?
-No, ponte a cuatro patas.
-¡¿Cómo una perra?!
-Sí, cómo una perra.
Se puso a cuatro patas, Javier se arrodilló detrás de su hermana y le dio dos cachetes en el culo.
-¡Si me vuelves a dar, me giro y te reviento!
-A mis amantes les gusta.
-A mí, no.
Le separó las nalgas y le pasó la lengua por el ojete, luego le amasó las nalgas, después se las volvió a separar y le metió y le sacó la lengua del ojete siete u ocho veces.
-Mira que eres cochino.
-¿Quieres que deje de ser cochino y te la meta ya?
-No, sigue jugando con mi culo.
Siguió amasando su culo y lamiendo y follando su ojete con la punta de la lengua. Rosa comenzó a gemir
-¿Disfrutas, Rosa?
-Sí, pero echo de menos algo.
-¿Qué echas de menos?
-Que me des azotes en el culo.
No había quien la entendiera. Javier le frotó la polla en el ojete, y luego, nalgueándola, se la fue metiendo hasta que la polla llegó al fondo de su culo.
-¿Quieres que te dé lento, o fuerte?
-Quiero que me des más fuerte los azotes.
Dándole más fuerte, se la clavó, se la clavó lento al principio, y a romper cuando Rosa metió dos dedos en el coño.
Cuando se corrió le vino con tanta intensidad que se desplomó sobre la cama, menos mal que Javier se dejó ir con ella, si no se deja ir le rompe la polla, y al no rómpérsela, le llenó el culo de leche.