Jacqueline y Jessica, Gemelas

heranlu

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Jessica y Jacqueline siempre habían estado muy unidas. Eran gemelas y habían perdido a sus padres desde muy pequeñas. Se habían criado con sus tíos, hasta que fueron capaces de mantenerse por ellas mismas. Se fueron a vivir juntas pero los estudios acabaron separándolas, Jacqueline se fue a una universidad de la capital mientras que Jessica se quedó en su ciudad natal.

El viaje había sido de improvisto. La última vez que habló con su hermana, le dijo que había dejado sus estudios.

-¿Por qué has hecho eso, Jaqueline? ¿Por qué te diste de baja de la univ…?- Preguntó Jessica.

-No ocupo estudiar, he encontrado un trabajo en el que me va muy bien, que disfruto, me hace feliz y quiero seguir en él.

La cara de sorpresa de Jessica fue mayúscula cuando se enteró de que ese trabajo era ¡de mesera! Sin tener nada en contra de las meseras, pero no era un motivo para que su hermana dejara los estudios. Así que cogió el coche y salió directa a hacerle una visita para hacerla recapacitar.

Una pequeña maleta con los enseres de aseo e higiene la acompañaba, su hermana y ella siempre se había prestado ropa, así que no le hacía falta llevar nada más para un viaje rápido y de emergencia.

Cuando su hermana abrió la puerta se llevó una sorpresa. Siempre habían sido idénticas, misma cara, mismo peinado, las dos de hermoso cabello castaño oscuro y largo. Siempre fueron más alta que el promedio ambas median cerca de 1.75 metros lo que de alguna forma las hacia destacar entre sus amigas y compañeras, También tenían una buena figura, un culo bien puesto y unas generosas tetas pero siempre vestidas de forma recatada y sin exhibir mucho sus curvas. Pero ya no. Jacqueline se había cortado el pelo, la zona de la nuca casi rapada al igual que la parte lateral de la mitad del cráneo y una melena desde la corilla bajaba por el otro lado de la cabeza. Además se había teñido el pelo de un rojo intenso como fuego. Iba vestida solamente con una playera de tirantes y un bóxer. Además llevaba unas uñas postizas larguísimas pintadas con colores cálidos y pedrería incrustada en algunas de las uñas de acrílico. También tenía puesta una gargantilla de cuero ceñida al cuello con un corazón de metal al frente, casi a modo de collar de perro. Se notaba que no esperaba visitas.

-¿J-Jacqueline? ¿Q-qué te has hecho?

-¿Jessica? ¡Qué alegría verte! ¿Cómo es que has venido?- Jacky se lanzó a su hermana dándole un fuerte y cariñoso abrazo.- Pasa, pasa, tenemos que ponernos al día.- dijo tomando a su hermana del brazo e introduciéndola al departamento- y dime Jacky, Jaqueline suena muy formal, como a señora ¿Sabes cómo? ¡Jacky me gusta más!

Jacky tenía un departamento “acogedor”... Que es otra manera de decir pequeño. Un solo salón de un ambiente con un sofá-cama, una pequeña barra con tres banquillos, una cocineta y un cuarto de baño. Se sentaron a la barra y Jacqueline hizo rápidamente un par de cafés. Cuando ya estaban tranquilas, comenzaron a charlar.

-¿Cómo es eso de que has dejado tus estudios?

-Es una decisión que medité mucho... No creas que lo hice por que sí.

-Entonces... ¿Por qué? Dime esa razón tan “poderosa”... No estarás...

-¿Embarazada? Jajaja no, no te preocupes, no vas a ser tía. Es solo que... Me cansé. Llevo muchos años con la carrera, empecé a darle vueltas... ¿Y si no consigo acabar? Llevo mucho tiempo dependiendo del dinero de nuestros tíos...

-Pero ellos nunca han puesto trabas, sabes que su deseo es que seamos felices y tengamos una vida completa.

-Lo sé, pero...

-¿Pero qué, Jaqueline?

-¡Dime Jacky…! Déjalo no lo entenderías, no vas a conseguir convencerme... Es una decisión que he tomado y apechugaré con ella hasta el final.

-Pero, ¿de mesera? ¡Ibas para doctora!

-Es un trabajo fantástico, gano suficiente para pagar mis cuentas, tengo buenas compañeras, el lugar es hermoso y discreto- dijo mientras de su bolsa de mano sacó una tarjeta con un código QR y una dirección de un lado y un mapa que indicaba la dirección del otro. Sin nombres ni más Marcas- Mira, este es el lugar...

-Suena bien, la verdad- dijo tomando la extraña tarjeta- Pero ¿es suficiente? Podemos aspirar a más tu como doctora y yo como abogada, Era nuestro sueño- dijo mirando la tarjeta minimalista- Esta es… Se ve muy rara la tarjeta ¿no?-

-Además la señorita Uraraka me trata genial y estoy muy contenta. Respondió ignorando la última pregunta

-¿La señorita Uraraka?

-Nabiki Uraraka. Es mi Dueña... digo mi jefa, la dueña del local donde trabajo... Es una mujer estupenda...

-¡Cómo si fuera la Madre Teresa!

-¡Basta! - Estalló Jacqueline. - ¡Deja de meterte en mi vida! Es una decisión mía y punto. No hay más que hablar.

-Pero...

-No sigas... Lo siento mucho, te amo, pero no tengo que darte explicaciones.

Jessica estaba dolida... Siempre se había llevado muy bien con su hermana, nunca habían tenido secretos entre ellas y confiaban la una en la otra... ¿Por qué reaccionaba así? Tenía que ver que estaba pasando...

Esa noche, después de que Jacky se fuera a trabajar, Jessica se dispuso a presentarse por sorpresa en el bar. Como no llevaba más ropa que la que traía puesta, se dirigió al armario de su hermana. La sorpresa que se llevó fue mayúscula, todo eran minifaldas minúsculas, shorts ajustadísimos, camisetas con escotes profundos o con la espalda al aire... ¡No había nada normal! El calzado tampoco se quedaba atrás... El que menos tacón tenía era de 15 cm... Todo eran zapatos o botas altas... ¿Qué le pasaba a Jacqueline? Alguna vez se vestían para "ir de guerra" pero normalmente vestía más recatada... Ante eso, decidió ir con su ropa, aunque estuviese fuera de lugar.

Después de conducir un buen rato llegó al sitio indicado en la tarjeta, el código QR enviaba a un mapa digital. Jessica se estaciono en el estacionamiento de un solitario bar de carretera con unos neones enormes. "DollHouse Men's Club" rezaba el cartel. "¿Qué coño es esto? Parece un ‘teibol barato’... ¿Y qué tiene esto de ‘discreto’ Jaqueline?" Pensó Jessica.

Al entrar, el aspecto del sitio la sacó de dudas, juegos de luces y sombras, tonos rojizos y purpuras por todo el local... Estaba lleno de hombres, las únicas chicas eran acompañantes con disfraces y meseras que iban en lencería sirviendo las copas. Podía ver mujeres de diferentes edades y complexiones, desde jovencitas que a duras penas tendrían 18 hasta damas que sin duda pasarían de los 60, pero todas de muy buen cuerpo a pesar de había algunas de “complexión ancha”. “No mames Jacqueline, ya ni chingas. Me estas jodiendo” Se dijo Jessica a sí misma.

Comenzó a buscarla con la mirada, tanto en la barra como entre las mesas y no la encontraba. Vio escenas que le parecieron dantescas, un hombre de edad madura derramaba cerveza sobre el cuello de la chica bastante joven que lo estaba acompañando llevaba con un vestido de red fosforescente por el que se le salían los pezones, y el hombre lamía la cerveza desde sus pechos subiendo por su cuello hasta llegar a su boca besándola con lujuria mientras la masturbaba con fuerza; en otra mesa estaba una mujer con un bikini de vaca y una diadema con cuernos y orejitas, con tetas enormes de piel más a oscura y pezones aún más oscuros con un hombre a prendado de cada uno y leche escurriendo de sus bocas; estaba amamantando al par de hombres mientras ella tenía una cara de placer, estaba extasiada mientras la “ordeñaban”. En otra mesa pudo ver a una mujer que evidentemente tendría más de cuarenta y cinco años con disfraz de colegiala minifalda tablada de cuadra, y un top de que parecía una blusa escolar atada por debajo de los pechos y medias blancas, y con colitas, pero lo que más le sorprendió a Jessica no fue su vestimenta o su edad, sino el evidente avanzado estado de embarazo que tenía para completar la grotesca imagen mientras le bailaba para un grupo de tres jóvenes en sus veintes altos de traje ejecutivo. Cuando paso por la puerta escucho que uno dijo “¡Qué bien se mueve maestra!” mientras le daba una fuerte nalgada a la sonriente bailarina entre la risa de los otros jóvenes “Y La directora se mueve igual de rico” Jessica volteo curiosa y noto a otra mujer que no había visto, una mujer de pelo gris con algunos mechones blancos debía tener cerca de 60 por la cara con algunas arrugas que el maquillaje de puta no lograba cubrir totalmente y unas tetas también enormes, evidentemente con implantes de silicón, con un disfraz de mucama francesa y medias de red negras que se restregaba sentada en el regazo sobre las piernas de un cuarto joven que no había notado. Jessica se alejó rápidamente de esa mesa y de la extraña conversación, quería encontrar a su hermana lo más pronto posible pero por más que ponía atención en las diferentes mesas, no podía encontrar a Jaqueline por ningún lado.

Jessica estaba asqueada “A lo mejor me he confundido de sitio..." Pensó aliviada, ya había dado media vuelta para irse segura de haberse equivocado de lugar, cuando de repente la música detuvo y de los altavoces comenzó a sonar una voz:

“¡BIENVENIDOS UNA NOCHE MÁS A DOLLHOUSE MEN'S CLUB! ¡DONDE ENCONTRARAN LAS MEJORES MUÑECAS! ¡NO LES HAREMOS ESPERAR MÁS Y LES DAREMOS LO QUE ESTÁN DESEANDO! ¡CON TODOS USTEDES... - UN REDOBLE DE TAMBORES PARA DAR EMOCIÓN LLENO EL AMBIENTE.-... JAAAAAACKY, LA ENFERMERA CALIENTE!”

Jessica se paró en seco, paralizada, helada. El público estalló en vítores mientras una luz se centraba en el escenario que había al fondo de la sala. Los peores temores de Jessica tomaron forma cuando vio aparecer a su hermana, ataviada de “enfermera sexy” con unos tacones enormes de casi 10 pulgadas que con la estatura de su hermana la hacía parecer de casi 2 metros y eso sin contar la cofia en su cabeza, al ritmo de “la bilirrubina” de Juan Luis Guerra comenzó a bailar contoneándose y bailando de un lado al otro del escenario mientras los hombres silbaban y aplaudían. Cuando la primera canción termino todos los hombres aplaudieron mientras comenzaba una versión acústica y tranquila de “Mi Enfermedad” de Andrés Calamaro, Jacky cambio el ritmo de su baile al tiempo que se tocaba comenzaba a quitarse el uniforme quedando en una muy sexy lencería roja como su cabello. Jacky se empezó a desabrochar el brasier.

Jessica estaba anonadada. Nunca se habría podido imaginar algo así, ¿Había dejado sus estudios para hacerse “stripper”? ¿Habría sido por dinero? ¿Tendría Jacqueline algún problema? Desde luego mal no le iba, todos los hombres de la sala estaban extasiados, jaleando y echándole billetes. Jacqueline se movía como una gata, mientras iba de un lado a otro del escenario las pocas prendas que llevaba iban desapareciendo. A veces se entretenía en el tubo situado en el centro de la plataforma, deleitando con sensuales contorsiones, otras se acercaba al borde y dejaba que la sobasen, como mostrando la mercancía mientras le introducían billetes en el tanga. Al poco tiempo, su hermana había perdido la mayor parte de su ropa y entonces es cuando sacó un consolador enorme de un lado del escenario. Jessica no necesito ver más, salió del local del local con una mezcla de emociones sentía repugnancia por el espectáculo y se sentía traicionada por las decisiones de su hermana gemela. Se volvió al departamentito de su hermana.

Nada más llegar se tiró en el sofá-cama. No durmió en toda la noche, dándole vueltas a lo que había visto, “¿Cómo podía estar metida en ese mundo?” La recordaba de pequeña: jugando juntas, vestidas iguales, intercambiando lugares para engañar a los maestros. No se lo podía creer, no quería creer que su hermana se haya convertido en… bueno, en eso. Jessica ni siquiera se movió cuando su hermana llegó poco después de que amaneció y se acostó a su lado. Ya había decidido lo que iba a hacer...

Unas horas después, su hermana seguía dormida, y allí la dejo. Tenía pensado dejarle las cosas claras a esa tal "señorita Uraraka".



Condujo de nuevo hacia el local y pidió permiso para verla. No le pusieron ningún problema, tal vez por haberla confundido con su hermana. Entró en el despacho como una exhalación dispuesta a dejarle las cosas claras a esa mujer.

La señorita Uraraka estaba sentada en su mesa, tranquila. No se sorprendió cuando Jessica entró en su despacho, parecía casi que la estaba esperando. Toda la furia con la que entró Jessica se disipó de golpe, no supo por qué. Vio a su objetivo: una bella mujer oriental de pelo largo, liso y negro. No parecía mayor, pero tampoco parecía joven. Un sutil olor a rosa, lavanda, frambuesa y grosellas invadía el ambiente, era un olor agradable, casi sensual. Pero lo que más llamó la atención de Jessica fueron sus ojos. Unos profundos ojos de un verde vívido. Se acercó a ella despacio.

-Buenos días. – Saludó sonriendo la mujer. - Debes ser Jessica, la hermana de Mi Jacky, ¿Verdad? Eres idéntica a ella, Bueno a como era Jaqueline antes.

-Sí, precisamente venía a hablar de ella.

La señorita Uraraka, se quedó en silencio, mirando a Jessica con aquellos ojos verdes. La dueña del local le indico que se sentara con un gesto ligero de la mano, sin dejar de mirarla... A la chica le dio la sensación de que en vez de mirarla a ella estaba mirando "a través" de ella... No sabía muy bien cómo explicarlo.

Ante el silencio de la mujer, Jessica comenzó a hablar.

-Mire, no sé de qué manera ha engañado a mi hermana, pero esto se tiene que acabar.

-¿Engañar? Yo no he engañado a nadie.

-Lo siento, pero no me puedo creer que mi hermana haya tirado su vida a la basura solo porque sí. Ella estaba estudiando una carrera y no le iba mal. No tenía problemas económicos que yo supiera, así que la única razón que se me ocurre para que esté trabajando en un cuchitril como éste, es que alguien la haya engañado.- La empresaria torció el gesto de una manera casi imperceptible cuando Jessica llamó "cuchitril" a su local.

-Tu hermana está trabajando aquí por voluntad propia, si quieres puedes pregúntaselo a ella. En cualquier momento puede dejar el trabajo e irse.- Mientras hablaba, no dejaba de mirar fijamente a los ojos de Jessica, parecía que ni siquiera pestañeaba.

-¡¿Me está diciendo que mi hermana se ha convertido en una puta stripper por voluntad propia?! ¡Ella podría haber sido una gran médico!

-Cálmate, pequeña. No voy a permitir que me alces la voz en mi despacho.

La señorita Uraraka ni se movió, ni alzó la voz; ni siquiera cambió el gesto, pero Jessica se sintió muy pequeña delante de la imponente asiática, esos ojos con los que la miraba parecían escrutar lo más profundo de su mente. De repente pensó que a lo mejor se había excedido...

-L-Lo siento, no debí gritar...

El sensual aroma de lavanda, Rosas, frambuesa y grosellas se hizo más notorio. La señorita Uraraka sonrió.

-Me gusta la gente con la capacidad de reconocer cuando se ha equivocado.

La hermosa mujer asiática se levantó de su silla, tenía una figura espectacular. Llevaba un ligero vestido ajustado que realzaba su figura, el pelo le llegaba hasta la cintura. Rodeó la mesa y se situó detrás de Jessica. La chica estaba nerviosa, quiso levantarse pero algo se lo impedía, no era capaz ni siquiera de intentarlo. Aunque no la veía, notaba los ojos verdes de la señorita clavados en ella. El aroma a flores y moras la envolvió.

La señorita Uraraka, apoyó sus manos en los hombros de Jessica.

-Mira... Sé a qué has venido aquí... Quieres que "libere" a tu hermana... Crees que soy algo así como una madame o madrota y que la retengo aquí en contra de su voluntad ¿No es así? … Ella puede marcharse cuando quiera, pero no lo hace, no quiere hacerlo y eso es porque aquí es FELIZ...

-P-Pero...

Jessica notaba el contacto cálido de las manos de la señorita. Ésta comenzó a masajear con calma los hombros de la nerviosa joven.

-¿Has hablado con ella? ¿Le has pedido su opinión?

-Y-yo... - Jessica balbuceaba, el masaje que le estaba aplicando esa mujer la estaba dejando fuera de juego, era muy relajante.

-Debes saber que a tu hermana le encanta lo que hace.

-No... No puede...

-Sí puede, Jessica. Tu hermana es una bailarina estupenda, es una de la que más clientes reúnen, y es feliz con ello.

-P-Pero... N-no puede ser feliz haciendo esto... Son todos viejos verdes... babeando... por… ella.

La señorita Uraraka se colocó delante de Jessica, agachándose para poner su cara a la altura de la chica. Se quedó mirándola fijamente, los profundos ojos de la asiática se clavaron en los de ella.

-MI JACKY ES FELIZ. - Recalcó la mujer de forma categórica. - Y debes aceptarlo.

Jessica no podía dejar de mirar esos ojos. Creía perderse en ellos, navegar en un mar verde de sensualidad y erotismo. Le parecía oír la voz de su hermana en la lejanía... Intentó acercarse al origen de la voz. No sabía cómo moverse bien en aquel profundo mar verde... Avanzó y avanzó hasta que la vio. Allí estaba su hermana, danzando, tal y como la había visto en el bar. Contoneándose alrededor de una barra delante de viejos cachondos que sólo querían su cuerpo...

-Jacky es feli… P-Pe-Pero - Jessica volvió en sí. - No voy a permitir...

Intentó revolverse de la silla, quitarse a esa mujer de encima, pero todo era inútil, la señorita Uraraka apenas tenía las manos sobre los muslos de Jessica, pero parecía que la sujetaba con toda la fuerza del mundo.

-Tú no puedes prohibir nada, linda.

Las manos de la asiática comenzaron a moverse por los muslos de Jessica, acariciando la parte interior de éstos.

-¿Quieres saber por qué tu hermana es stripper? - Continuó la señorita.

Jessica no se podía mover, estaba totalmente concentrada en los movimientos de las manos de aquella mujer.

-¿Por qué no lo compruebas tú misma?

-¿Y-Yo? No... Yo no...

-¿Por qué no? Tu hermana es feliz, no tiene preocupaciones, su trabajo la complementa y se desvive por él. ¿No quieres ser feliz, Jessy?

-¿Je-ssy?

-¿No te gusta? Es una manera cariñosa de llamarte... Yo le tengo mucho aprecio a tu hermana, ¿Sabes?

Jessica solo asentía.

-Y a ti también... Si me dejaras demostrártelo... -Las manos de la señorita acariciaban la entrepierna de Jessica por encima de la ropa.

Jessica cerró los ojos, dejando escapar un suspiro, el cansancio de no haber dormido en toda la noche estaba haciendo mella de ella. Volvía a estar en ese mar verde, y allí estaba su hermana, bailando. Pero... ¿Realmente era su hermana? ¿O era ella? Seguro que era su hermana... ella no era capaz de hacer algo así... no era capaz de bailar tan bien... ¿O sí? Si su hermana podía... ¿Por qué no ella?

Observaba a la chica sobre la plataforma y examinaba sus movimientos, sus contoneos. Cómo se deslizaba sobre la plataforma, mostrándose sensual ante aquellos hombres que la deseaban, cómo se fusionaba con el tubo, abrazándola, haciéndose desear... y entonces lo entendió, la chica bailando no era su hermana Jacky, era ella, y se sentía genial, se sentía poderosa ante los hombres que la veían, Jessica también quería ser así.

Abrió los ojos y volvía a estar en aquél despacho, pero ya no estaba sentada. Estaba de pie, en medio de la sala. La señorita Uraraka estaba apoyada en su escritorio, frente a ella.

-¿No lo ves? No tienes nada que envidiar a tu hermana. - Jessica no sabía cómo habían llegado a esa situación. Lo último que recordaba... Oh... Esos dedos... -Tu cuerpo es tan bueno como el suyo. Si tan sólo te quisieses… “Un poquito más” a ti misma...

Jessica se miró. Unos tenis, un pantalón de mezclilla nada ajustado y una blusa floja completaban su atuendo.

La mujer la rodeó, viendo cómo iba vestida. Desde detrás de ella, comenzó a acariciarle la cintura, metiendo las manos por debajo de la blusa.

-¿No piensas que podrías ser algo más...Sensual...? Fíjate en tu hermana. Ella es estupenda ¿verdad?

-Si... Ella es... estupenda...- Nabiki comenzó a mover sus manos, avanzando hacia sus pechos.

-Y tú no eres menos que ella... Siempre habian sido iguales, gemelas idénticas... ¿Por qué dejas ahora que ella sea mejor que tú, Jessy?

El aroma de flores y moras flotaba en el ambiente. Se sentía cansada por no poder dormir de l a preocupación: pero el contacto de la señorita Uraraka la estaba volviendo loca.

-No... No quiero que ella sea mejor que yo... Soy tan buena como ella...

-¿Por qué no me lo demuestras? Baila para mí, Jessy... Demuéstrame que eres tan buena como tu hermana... Quítate esa pobre ropa para mí...

La señorita volvió a apoyarse en su escritorio para verla bien. Jessica no sabía qué hacer... ¿Cómo había llegado a esto?

-¿Necesitas ayuda? - La mujer pulsó la pantalla de su teléfono y una sensual música comenzó a sonar por los altavoces. - Vamos, no querrás decepcionarme, Jessy...

Los ojos de Nabiki la miraban implacable, la absorbían, parecía que veían cada rincón de su mente y de su alma. En su cabeza se veía bailando ante todos aquellos hombres, veía sus movimientos... y entonces supo lo que tenía que hacer.

Comenzó a moverse lentamente, cerrando los ojos, viéndose en su mente. Se contoneaba para la señorita Uraraka, quería agradarle, demostrarle a ella y a sí misma, que no era menos que su hermana, que todo lo que Jacky hiciese, ella podía hacerlo también.

Acariciaba su cuerpo al son de la música. Poco a poco se despojó de la blusa, arrojándolo a un lado. La señorita Uraraka sonreía satisfecha.

Jessy se sentía genial, Jessica nunca se había sentido tan viva. Cada caricia, cada movimiento la animaban a seguir. Le encantaba lo que estaba haciendo, y veía en la cara de la señorita Uraraka que a ella también la gustaba.

Una tras otra, cada prenda fue siendo arrojada junto con la blusa, hasta quedarse en ropa interior. Entonces sintió vergüenza, pero no por lo que estaba haciendo, sino porque el brasier, los calzones de niña y sobre todo los tines en sus pies que llevaba eran completamente anti-eróticos. Para evitar esa sensación, se los quitó a mayor velocidad que el resto de la ropa.

Y allí estaba, completamente desnuda ante la que era la jefa de su hermana, que acaba de conocer hacía menos de una hora.

-¿Ves Jessy? Lo has hecho genial. - La señorita se acercó a ella. Jessica sintió un escalofrío de placer al notar la mirada de aquellos ojos en todo su cuerpo. Notaba cómo la deseaban y quería complacerla.

-Gracias señorita Ura...-Nabiki Uraraka besó ligeramente los labios de la chica, llevando sus dedos a su entrepierna y notándola empapada.

-Parece que te ha gustado lo que has hecho, Jessy...

Comenzó a masturbar a la chica allí mismo, de pie, en su despacho. Jessica creía morir de placer sintiendo los hábiles dedos de uñas lacadas de Nabiki, no solo sentía placer también sentía una extraña tranquilidad, cerró los ojos disfrutando de las sensaciones, sentía como sus preocupaciones se disolvían en el mar verde que inundaba su mente. Jessy había olvidado sus preocupaciones y prejuicios, había empezado a disfrutar la situación e intentaba atesorar cada momento de lo que estaba sintiendo en las manos de la dueña del local donde se desnudaba su hermana.

Tardó poco tiempo en correrse. Las sensaciones eran demasiado fuertes para aguantar más.

-¿Entiendes a tu hermana ahora, Jessy? - Susurró la señorita al oído de Jessy - No tienes nada que envidiarle... En cuanto cambies un poco tu imagen estarás en las mismas condiciones que ella.

-Mmmm Sí... Me... ¿Me ayudará? ¿Me ayudará a hacerlo? ¿Me ayudara a ser como Jacky?

-Por supuesto que sí mi niña, eres Mi Jessy... Te ayudaré en todo lo que pueda... Aquí serás tan feliz como Mi Jacky, tu hermana,... Y las dos me harán sentir orgullosa, voy a disfrutar con las dos y juntas me harán ganar muchiiiiisimo dinero... Pero hay algo más que debes hacer por mí, Mi Jessy.- Dijo mientras levantaba su vestido.

Jessy se mordió los labios de deseo y se arrodillo ante la hermosa mujer asiática quien separo las piernas mostrando su coño moreno pálido y sin ningún vello alrededor, Nabiki empujo la cabeza de Jessy que no ofreció resistencia, se dejó dirigir hacia el hermoso coño que la embriagaba con su dulce aroma. Sin pudor alguno hizo a un lado la tanga de su nueva jefa. Empezó lamiendo los labios y jugueteando con su clítoris mientras la señorita Nabiki empujaba su cabeza con su mano hacía ella.

El sabor animó a Jessy a meter la lengua lo más profundo que podía. Se notaba que no tenía experiencia por sus movimientos, pero la señorita Uraraka la dirigía con maestría su cabeza sosteniéndola del pelo para enseñarle el ritmo. La nueva chica aprendió rápido, el gusto y el aroma de hacían que la mente de Jessy se sometiera aún más. Era delicioso lo que estaba saboreando, quería seguir degustándolo, quería seguir oliéndolo. Al mismo tiempo los leves pujidos de placer que le provocaba a su nueva jefa le excitaban, las sanciones le inundaban hasta que por fin logro hacer que la señorita Uraraka se viniera en su cara.

Jessy se limpió relamiendo los restos de los líquidos de la hermosa asiática quien la puso de pie para besarla tiernamente y después de forma apasionadamente, parecía que la experimentada dueña del local quería devorar a su nueva bailarina.

-¡Gracias Señorita Uraraka! Fue una expe…

-Lo sé, Mi Jessy; pero no digas nada, cariño. Todavía tenemos trabajo por hacer. Vístete con tu triste ropa, iras de compras y hacerte un cambio de imagen- Dijo Nabiki mientras le daba una tarjeta con direcciones –ahí podrán ayudarte, pequeña.

Jessy la tomó sonriendo…

Jessy llegó al departamento de su hermana a media tarde, unas horas antes de que anocheciera. Su hermana la vio cuando entro por la puerta con su nuevo look y se alegró mucho de lo que veía.

-¡¿Jessica?! Te ve…

-Dime Jessy, hermosa. –Respondió inmediatamente interrumpiendo a su hermana- “Jessica” suena muy formal, como a señora ¿Sabes cómo? ¡Jessy me gusta más!

-¡Jessy, te ves genial! ¡Hermosa!

“Jessica” había llegado con varias bolsas, se nota que estuvo de compras en varios lugares, además Jessy llevaba un atuendo espectacular, unos tacones de 15 cm, medias de rejilla que acababan justo en el borde de una falda tableada hipercorta. Se veían las tiras del liguero que impedían que se cayesen las medias. Un top escotado sin mangas que dejaba ver un piercing en su ombligo y una gargantilla de cuero con un corazón de metal al frente, casi a modo de collar de perro completaba el atuendo. Además, se había cortado el pelo de la misma manera que Jacky pero, en vez de rojo ella lo tiñó de un rubio clarísimo casi blanco como de hielo y además llevaba unas uñas postizas larguísimas pintadas con colores fríos y pedrería incrustada en algunas de las uñas de acrílico.

En cuanto Jessy dejo las bolsas las dos hermanas se abrazaron, de nuevo se sentían hermanas, se comprendían mutuamente. Pero el contacto mutuo hizo que la alegría se convirtiera en Pasión, Jacky y Jessy se besaron con lujuria, el libido aumentaba entre las dos y como de manera automática se dirigieron hacia el sofá-cama del departamento. Se arrancaron la ropa una a la otra mientras iban besando sus cuerpos, apenas sus pechos quedaron desnudos Jacky se lanzó sobre los pechos de su hermana, chupándolos con cariño y lamiendo alrededor de los pezones de su hermana. Por su parte Jessy acaricio con cariño y cuidado tocaba el coño de su hermana; estaba tan empapada que no le costó meter dos dedos de un empujón, Jacky sentía los dedos calientes de Jessy y por su parte Jessy sentía el interior tibio y húmedo de Jacky. Ambas estaban ardiendo, el sudor recorría sus cuerpos, sus quejidos de placer inundaban el pequeño departamento tipo estudio, al igual que el aroma de los placeres lúbricos que las dos destilaban.

Los besos no paraban y besando una el cuerpo de la otra se acomodaron una sobre la otra Jessy quedo recostada bocarriba y Jacky se acomodó su coño cerca de su cara para bajar al sexo de su hermana. Estaban una sobre la otra en posición de 69, cada una con la cabeza entre las piernas de la otra. El aroma de los coños era embriagante, se sentían atraídas por el coño de la otra, sacaron sus lenguas casi al mismo tiempo para tocar e clítoris de su hermana. Parecía que por ser gemelas las dos sincronizaban mejor sus movimientos, lamian con la punta de la lengua el botón del clítoris de su hermana, empezaban a lamer con las fuerza, recorrían la entrada con su lengua. Cada una podía saborear los líquidos vaginales de la otra, el sabor hizo que se pusieran más y más golosas. Lamian con mayor intensidad en cada lamida, hasta que, al mismo tiempo introdujeron la lengua al mismo tiempo en el sexo de su hermana, lo que provoco que ambas mujeres dieran un brinco y un quejido ahogado saliera de sus gargantas.

Las dos disfrutaban del sabor de la otra, de sus coños totalmente depilados, cada una disfrutaba del sabor de la otra y cada una disfrutaba las caricias de la lengua de su hermana. Jacky recorría los labios de su hermana con delicadeza y metía la lengua con fuerza, tratando de abrir el ya húmedo coño de Jessy, quería saborear a su hermana directamente de la fuente. En cambio Jessy era más delicada al introducir su lengua, casi lo hacía con timidez pero al lamer los labios y el exterior lo hacía con más brusquedad. En ocasiones jugaban con el clítoris de la otra con las yemas de sus dedos. Aunque morían por introducir sus dedos en el coño de la otra, no lo hacían por miedo a lastimarse con las largas uñas postizas que llevaban.

En un momento las dos empezaron a acelerar sus jugueteos en los clítoris lamiendo y escupiendo para lubricar mejor el coño de su hermana. Hasta que las dos al mismo tiempo tuvieron un intenso orgasmo. El orgasmo más intenso que habían tenido hasta el momento, aunque no es que tuvieran una vida sexual muy activa hasta antes de conocer a la señorita Nabiki Uraraka. Parecía que iban a morir del placer que estaban sintiendo. De alguna forma el orgasmo de cada una estaba siendo intensidad por esa habilidad o capacidad que solo los gemelos tienen que por la “conexión gemelar” uno puede sentir las emociones más intensas del otro; de esta forma no solo estaban sintiendo su propio orgasmo, también estaban sintiendo el orgasmo que cada una había provocado en su hermana, Jacky, que estaba arriba rodo y quedo al lado de su hermana ambas sintiendo un orgasmo al duplicado. Las dos pasaron varios minutos retorciéndose recostadas en el sofá-cama, el sudor por sus cuerpos resbalando, el aroma a sexo inundando el departamento y el sonido de las respiraciones aceleradas. El placer llenaba en todas su s formas ese pequeño departamento desde ahora una casa de amor de ese par de hermanas.

Jacky y Jessy se estaban recuperando de sus orgasmos, pero eso no quería decir que su pasión y deseo hubiera pagada o cuando menos disminuido. NO, por el contrario, se veía el deseo de continuar explorándose y disfrutándose mutuamente. Se miraron a los ojos y sonrieron de forma maliciosa y viciosa, pareciera que las dos tuvieron la misma idea. Casi al mismo tiempo, como si de pasos de baile sincronizados se trataran, las dos gemelas acomodaron una pierna entre las piernas dela otra de manera que con sus muslos rozaron la entrepierna de su hermana. Se acomodaron una frente a la otra hasta que sus sexos quedaron rozándose y se frotaron suavemente, el sudor de sus cuerpos. Poco a poco incrementaron la fuerza y velocidad de los movimientos, el sonido de humedad entre sus sexos hacia que pareciera que sus vaginas de verdad se estaban besando con los labios. Jessy se sostuvo de la pierna de su hermana, mientras Jacky puso la pierna de su hermana sobre su hombro para pegar mejor sus sexos, solo faltaba que tuvieran lengua para mayor satisfacción en el roce, trataban de que sus clítoris también se rozaran pero la fuerza de sus movimientos lo dificultaba, pero no importaba; el éxtasis inundaba sus cuerpos, los gemidos se extendían por todo el departamento.

Lo único que importaba eran ellas y darse placer mutuamente. Las dos se agarraron fuertemente de la sabana que cubría el sofá-cama mientras sus cuerpos experimentaban una fuerte y casi dolorosa cadena de orgasmos al duplicado, pues al igual que antes no solo era su propio orgasmo el que cada una sentía, sino la réplica de la otra por esa curiosa habilidad de los gemelos de sentir las emociones intensas de su hermana. Las dos estaban experimentando de nuevo el placer de un orgasmo gemelar simultáneo, sus cuerpos estaban casi tiesos en un paroxismo histérico de éxtasis. Ambas gritaban como desesperadas entre suspiros mientras se retorcían con dificultad en la cama, su respiración se tranquilizó y ambas hermanas quedaron dormidas.

La tarde empezaba a caer cuando Jacky y Jessy despertaron sabían que se tenían que preparar para ir al trabajo pero aún tenían ganas de explorarse una a la otra. Se besaron apasionadamente cuando se vieron levantadas, Jacky tomo un par de vibradores de uno de sus cajones y le dio uno a su hermana sin decir nada, las dos se entendían sin palabras como antes. De nuevo se subieron al sofá-cama mordiéndose los labios y empezaron a jugar con sus clítoris tocándolos con los vibradores; quejidos de placer volvían a escucharse en el departamento. De pronto Jessica, dejo el vibrador tomo un dildo rosa con una cabeza de cada lado de una de las bolsas que había traído consigo, se metió a la boca una cabeza y le ofreció la otra a su hermana sin decir palabras, ella lo tomo y también se lo metió a la boca, ambas chuparon y mamaron la cabeza que les había tocado, estaba empapado de la saliva las gemelas entonces cada una metió con cuidado su cabeza en la vagina húmeda de su hermana. Las dos sentían como eran penetradas por el juguete de plástico con la fuerza de su hermana. Las vergas se abrieron paso resbalando dentro de las hermanas casi hasta el fondo. Estaban metidos tan profundo en los coños que casi se tocaban sus labios, mientras Jessy empujaba en su interior el dildo lo jalaba para afuera del coño de su hermana y cuando Jacky hacía lo propio su hermana también sentía la penetración.

Ambas acompasaban la penetración de sus coños con una sola mano y con la otra tomaron los vibradores blancos que habían dejado en el sofá-cama hace un momento. Con cuidado se estimulaban una a la otra, Jessy toco el clítoris de Jacky con su vibrador y Jacky toco el clítoris de Jessy con su vibrador; La vibración en el clítoris y la penetración en sus coños no hicieron más que aumentar más su placer una vez más por esa tarde una larga cadena de orgasmos las invadió, orgasmos múltiples aumentados y compartidos. Esta vez las dos se abrazaron y se besaron con mucho amor y pasión mientras se recorrían con sus manos acariciando sus cuerpos sudados y temblorosos, hasta que varios minutos después las dos sonrieron aun suspirando, mirándose a los ojos con sus narices tocándose como dando un beso esquimal. Las dos se levantaron y agarradas de la mano se metieron a bañar, tenían que arreglarse para ir a trabajar para la señorita Uraraka, ya era casi de noche. Era la primera noche de Jessy, y Jacky no iba a ser la responsable de que llegara tarde su primera noche. Pero eso no evito que siguieran jugueteando en la regadera.

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Una nueva noche comenzaba en el DollHouse Men's Club. El local estaba abarrotado. Llevaba así varias noches; desde que se había estrenado el nuevo espectáculo, todo el mundo quería verlo.

Una voz en off comenzó a sonar, las luces se apagaron y el público se quedó en silencio.

“¡BIENVENIDOS UNA NOCHE MÁS A DOLLHOUSE MEN’S CLUB! ¡DONDE ENCONTRARAN LAS MEJORES MUÑECAS! ¡SABEMOS QUÉ ES LO QUE QUIEREN VER Y NO LES HAREMOS ESPERAR MÁS! ¡CON TODOS USTEDES... - un redoble de tambores para dar emoción lleno el ambiente, los focos centraron en la plataforma que dominaba la sala y una animada melodía empezó a sonar. -... JAAAACKY, LA LADRONA ARDIENTE YYYYY JEEEESSY, LA POLICÍA CACHONDA!”

Las dos hermanas aparecieron entonces en el escenario ataviadas como lo había dicho la voz en off, primero apareció Jacky caminando de puntitas con un mini vestido sin mangas ni tirantes de rayas negras y blancas horizontales, un antifaz y un gorro a juego dio una vuelta por el escenario mientras los hombres del público, silbaban, aplaudían y se reían; cuando estuvo del otro lado apareció Jessy haciendo la pantomima de un saludo militar al público, llevándose la mano a la frente, y haciendo como si buscara algo a lo lejos, vestía con una minifalda azul, un top de manda corta que imitaba bien la camisola de policía y el la gorra de policía, llevaba unas esposas en la mano y un dildo negro en la cintura. Los hombres seguían aplaudiendo silbando y riendo con las actuaciones y ademanes de las chicas. Cuando estuvieron juntas comenzaron a bailar mezclándose y acariciándose entre ellas.

Durante el show, las dos iban interpretando un pequeño guion, durante el cual, la policía “sorprendía” a la ladrona y acababa con ella desnuda y esposada. Entonces usaba el consolador para follarla mientras la ladrona pedía a gritos más y más. La gente se volvía loca con eso. Unas noches eran policía y ladrona, otra india y vaquera, otra colegiala y maestra, otra enfermera y paciente. Pero siempre alcanzaban mayor éxito cuando usaban atuendo de ángel y demonio a juego con los colores de su cabello.

Noche tras noche una acababa imponiéndose sobre la otra y, entonces, es cuando la vencedora se ponía el arnés. La afortunada se follaba a su hermana delante de todos aquellos hombres haciendo que se corriese ruidosamente ante ellos.

Jessy y Jacky eran felices. Tenían un trabajo que las gustaba, estaban juntas y hacían algo que amaban. Y por encima de todo, les encantaba estar a las órdenes de la señorita Nabiki Uraraka... Y a Nabiki le encantaba que aquellas zorras estuviesen trabajando en su local, entre los bailes y rentarlas juntas a hombres que pagaban montones de dinero por estar con las dos gemelas ardientes y sumisas juntas las dos chicas la hacían ganar muchiiiiisimo dinero.

En el despacho de la señorita Nabiki un hombre de raza negra y enorme tamaño estaba sentado en el sofá a todas sus anchas, con un puro en una mano y una copa de coñac en la otra. Tenía los pantalones en los tobillos mientras una chica de unos 25 años de cabello negro corto completamente desnuda estaba haciéndole una felación mientras una chica de cabello rubio hacía lo propio lamiendo los testículos del hombre con la señorita Uraraka detrás de ella sosteniéndole el largo cabello. En esta ocasión las tres chicas llevaban collares con cadenas que sostenía el majestuoso hombre de color. Los profundos ojos verdes de la asiática estaban fijos en las bocas y lenguas de sus discípulas a las que dirigía tierna pero firmemente con sus manos para darle placer al señor Will Freeman, su amo. Le dio una señal tocando la cabeza de la chica de pelo negro y corto e inmediatamente esta se levantó para sentarse en la gorda y grande polla del hombre, Nabiki y la otra chica le ayudaron separando sus nalgas y poniendo lubricante en la entrada del ano de la chica y el hombre la penetro sin contemplaciones, el grito fue ahogado con un beso de la rubia, quien estaba de rodillas al lado del hombre sosteniendo su copa. Le costó poco acompasar las penetraciones mientras era sodomizada y en cuanto empezó a sentir placer se dibujó una sonrisa en los labios de la mujer, por su parte Nabiki estaba de rodillas del otro lado de su dueño sosteniendo un cenicero para habanos.

Mientras penetraba a la chica, con los cuerpos completamente llenos de sudor, el hombre hablo:

-Estas perras son perfectas, Nabiki, ¡Felicidades!

-Gracias, señor Freeman- dijo llena de alegría y orgullo la señorita Uraraka.- Agradezcan. Mis Niñas.

-Gracias Amo Freeman, Estamos para servirlo.- Dijeron las dos muñecas al unísono.

-Me encanta tu culito Luciana, tal vez te lleve a mi finca para disfrutarte todos los días ¿te gustaría pequeña?

-Estoy para servirlo Amo, me encantaría servirlo en su finca si es su voluntad.

-Lo imagine, pequeña…- dijo mientras eyaculaba en el culo de la chica.- ¿Tu que dices Romina? ¿Irías a mi Finca para limpiar mi verga después de haber usado el culo de Luciana?

-Claro Señor Me encantaría servirlo y complacerlo como usted ordene.- dijo la chica mientras bajaba hacia el culo de la recién sodomizada.

-La madre de Mi Lucy no tardara en venir a reclamar por ella, mi señor, Y no creo que la madre y hermana de Mi Romi tarden mucho en darse cuenta de lo que…

-Excelente Nabiki, si haces tan buen trabajo con ellas también creo que las tres serán muy buenas perras para mi finca, madres e hijas folladas por mis perros ¡eso me encanta! ¿Te gustaría ver a tu mami montada por mis perros, perrita?

-Si mi amo, si eso lo complace, Dijo tirada en el piso con el culo abierto mientras la rubia limpiaba con la lengua el semen del interior del culo de Lucy- me encetaría ver a mi madre montada por los perros de su finca, señor Freem…

- Sí, sí –Cortó el hombre - Excelente perrita. Por cierto Nabiki ¿Cómo va el asunto con las gemelas?

-Mi Jacky y Mi Jessy están totalmente Listas, Amo. Son sumisas y dóciles, están dispuestas a servir juntas a cualquier persona que les ordene. Estarán más que felices de que las use para aparearlas con los perros de su fin…

-¡Oh no querida mía! – Interrumpió el hombre- A esas dos perritas no las apareare con mis perros, para ellas tengo algo más… digamos especial. A ellas las quiero aparear con los nuevos chimpancés que acabo de adquirir. Es más ¡Quiero ver si mis chimpancés pueden procrear con mujeres humanas! Digamos que quiero comprobar el mito de los “humances”, cruzas híbridas de humanos y chimpancés. En pocas palabras: me gustaría que mis simios preñen a tus “changuitas”, jajajajajajaja y entonces, una vez preñadas, tal vez las haga aparearse con los perros con sus bellas barrigas y claro está que también las ordeñare en cuanto empiecen a producir leche.
 
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