Isela, actividad nocturna.

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Feb 5, 2025
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El pequeño Memo duerme tranquilo de saberse amado por sus padres, aún que Guillermo, su padre estaba de viaje por trabajo, el sabía que era algo rutinario, su papá salía de viaje con mucha frecuencia, se iba por 2 o 3 días y regresaba con regalos para el. Esa noche era como cualquier otra, a excepción de las intensas ganas de orinar que lo despertaron y dirigieron al baño, con los ojos entrecerrados, al salir del baño, y, dispuesto a regresar a la cama un ruido de bullicio llamo su atención, el ruido parecía provenir de abajo por las escaleras, la curiosidad del pequeño pudo más que el sueño, y, en silencio se dirigió a las escaleras, los sonidos y murmullos se hacían cada vez más fuertes, el niño bajo un poco las escaleras, hasta el cuadro de descanso a la mitad de ellas, desde ahí, escondido tras unas macetas y el propio barandal de la escalera se asomo a la sala, que parecía ser el origen de la bullisiosa actividad, antes de poder darse cuenta de lo que sucedió, el, pudo reconocer algunos rostros que podía distinguir entre las hojas de la planta, se trataba de varios amigos de su papá, pero...
-¿Que hacen aquí? Mi papá no está, además ya es muy noche. -se pregunto el infante creciendo su curiosidad.
Memo se agachó detrás de la maceta, su pequeño cuerpo se abría paso entre las verdes hojas de la planta, y, ahí fue cuando logro ver toda la escena, el inocente niño podía observar a su madre, Isela, tendida en el sofá de la sala de estar. Sus caderas anchas y carnosas y sus enormes nalgas gelatinosas se movían obscenamente con cada brutal embestida de los amigos de su padre. Los ojos del niño de 5 años estaban pegados a la escena, su mente luchaba por comprender los actos lascivos que se desarrollaban ante él, su madre y los amigos de su padre estaban totalmente desnudos, Isela montaba a uno de ellos, otro la penetraban por atrás y un tercero estaba de pie sobre el sofá metiendo su verga en la boca de la madre.

-¡Joder, Isela, estás bien rica!-uno de los amigos de Guillermo dijo gimiendo, su gruesa polla entrando y saliendo de su coño mojado.
-¡Voy a correrme pronto!-

Isela gimió en voz alta, sus manos agarraron los hombros del hombre mientras apoyaba su pelvis contra él.
-¡Shhh, no hables tan fuerte, Memito se puede despertar!- exclamó ella sin dejar de gemir y jadear.

Mientras tanto, las pequeñas manos de Memo temblaban mientras sostenía las hojas de la planta, con los ojos pegados al espectáculo erótico. Nunca antes había visto algo así.

-Yo nunca me aburro de follar este magnífico culo, estás nalgotas son de otro mundo- expreso otro hombre mientras miraba de forma lascivia, las enormes y gelatinosas nalgas blancas de la casada ama de casa.

Isela soltó un gemido agudo, arqueando la espalda y abriendo más las piernas en señal de gozo.
-¡Si, así, que rico me abres el ano, cabron! -dijo Isela entre gemidos y con dificultad por la verga que entraba y salía de su boca.

El pequeño Memo, desde su escondite no podía apartar la vista, nunca había visto a su mami en una situación así, no sabía lo que pasaba, pero algo en el le decía que no estaba bien, el sabía que lo que pasaba ahí era a escondidas de su papá.

Los gemidos de Isela se convirtieron en una orquesta a medida que las gruesas vergas se hundían más dentro de ella
-¡Sí, sí, sus vergas son tan grandes y deliciosas! -expreso Isela sacando la verga de su boca para tomar aire.

Los amigos de Guillermo se turnaban para follar el coño, el culo y la boca de Isela, sus pesadas bolas golpeaban sus muslos regordetes y sus enormes nalgas gelatinosas. Los gritos de placer de Isela se mezclaron con sus gruñidos y maldiciones, y la habitación se llenó de los sonidos del sexo intenso y animal.

Uno a uno los amigos de Guillermo, se corrieron varias veces, dentro y fuera de ella, dejandola totalmente chorreada de su esposa leche.

El pequeño cuerpo de Memo se estremeció mientras observaba, paralizado, cómo el cuerpo de su madre era utilizada como un vertedero de semen.

Isela se bebió y se atragantó, pero sus manos seguían ordeñando las gruesas vergas de los amigos de su esposo.
-¡Joder, tómalo todo, puta! -gruñó uno de ellos, sus pesadas bolas golpeando la cara de la ama de casa.

Isela yacía allí, con la cara y el cuerpo resbaladizos de sudor y semen, sus enormes nalgas gelatinosas todavía temblando por la brutal paliza anal. Los hombres a su alrededor gruñían y maldecían, sus pollas gastadas se ablandaban lentamente a medida que recuperaban el aliento.

Las pequeñas manos de Memo soltaron la maceta, con los ojos muy abiertos por una nueva comprensión del mundo. Sabía que no debería haber estado mirando, pero no podía apartarse de la depravada escena.

Cuando los hombres se comenzaron a limpiar y a marcharse, Isela se incorporo, sus ojos perdidos por el placer que le había dado buscaban su ropa, que estaba esparcida por la sala. Con pasos torpes y tambaleantes se levantó y recogió su ropa, medio se vistió y acomodo un poco el desorden del lugar.

Memo observó, paralizado, cómo el espeso semen de los hombres resbalaba por el cuerpo de su madre mientras ella intentaba darle orden a su vida. Memo entes de ser descubierto, regreso a su habitación con su mente en shock.
 
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