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Virgen
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Ene 16, 2012
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Vamos me dijo mi señora, es una bella morena de 40 años, alta, linda figura, con buenas tetas arregladas, se ha hecho lifting en varios lados. Estaba vestida con minifalda negra, una blusa de seda blanca que deja ver el comienzo de sus pechos.
Vamos a un intercambio de parejas. Yo no me quejo, mi compañera será una linda rubia tetona, el marido es la victima de mi esposa. A él siempre le gusto mi esposa, pero a ella no le interesaba, era mas pequeño un poco subido de peso, pero había seducido a una de las amigas de mi esposa, resulto que tenia un pene corto pero grueso, eso basto apenas la amiga le conto, para que mi esposa lo quisiera en su colección. Así son las amigas de mi esposa, tan viciosas como ella. A todas les gusta el sexo e intercambian hombres como otras amigas intercambian zapatos. Tenemos dos hijos, nunca sabré si son hijos míos.
La conocí en una fiesta de amigos, me gusto desde que la vi con su aire de intelectual beatnik, toda de negro, minifalda, medias negras y el pelo corto. Todavía estaba en la universidad, la invite a salir el sábado siguiente, estaba bien recomendado, estudiaba leyes, recibiría la fortuna de mi abuela, si se casaba conmigo sería una vida acomodada.
Fuimos al teatro en la zona intelectual en la ciudad a ver la obra de moda en ese momento, ella estaba en su elemento, después de la obra, demasiado avanzada para mi gusto, ella me dio una clase al respecto, estudiaba arte. Pasamos a un bar con una orquesta de jazz en vivo y sentados en una pequeña mesa todo el local estaba alumbrado con una pequeñas velas en las mesas, así que era muy oscuro.
Yo le ponía atención a lo que ella me decía, de los autores, de la corriente filosófica, que querían decir, pero en realidad no me interesaba, lo único que quería era pasar mi pene por sus grandes tetas, se había sacado su blusa por el calor y sus pechos se destacaban sobre la polera ajustada que llevaba. Por supuesto tuve una erección de solo verlas. Estábamos juntos mirando hacia el escenario como todos y ella llevo su mano a mi pantalón, sobre la erección, se acerco a mi oído y me dijo: aquí parece que alguien se puso contento, se sonrió y volvió a su tequila margarita. Dejo su mano y la pasaba sobre mi erección, se acerco a mi y me dijo: te gustan mi pechos, espera un poco. Y se levanto para ir al baño. Volvió al poco rato, me di cuenta que se había sacado el sostén sus pechos colgaban libremente y sus pezones se destacaban sobre la tela. Me dijo: ahora si puedes mirar, poniendo su mano sobre mi erección.
Al rato nos fuimos, en el auto nos besamos y puede poner mi mano sobre sus pechos para acariciarlos sobre la blusa, sus pezones se pusieron duros. Estábamos en la oscuridad, ella me abrió el pantalón y saco mi pene al aire. Ansiosamente se puso a lamerlo, mientras decía: es muy lindo, como me gustan, grandes, largos, rico. Le daba besos, pasaba su lengua por mi glande, lamia mis bolas, se lo metía completo en la boca, hasta que me hizo eyacular, se trago todo mi semen. Finalmente, me beso y me dijo: eres mejor partido que lo que me decían mis amigas. El próximo fin de semana quiero ir al cine, tengo que ver las películas de los oscares y luego me llevas a un motel. Te quiero dentro de mi.
La fui a dejar a su departamento, donde vivía con sus hermanas y su madre viuda. Al otro sábado terminamos follando en un motel. Hicimos de todo, ella había salido con una pequeña mochila como cartera, había llevado algunos de sus juguetes, consoladores, anales, un body de malla, medias caladas. Exprimió mis bolas, quede seco, me hizo eyacular varias veces en su boca, ano, vagina, en su espalda, en su vientre. Le encantaba mi pene y mi semen.
A nadie le asombro que nos pusiéramos de novios, formábamos una linda pareja, todos los amigos me felicitaron por montarme a la bella intelectual. Estuvimos saliendo un año antes de casarnos, follábamos cada vez que nos veíamos, ella no paraba de chuparme y tragar mi semen. Pero lo malo era que algunos fines de semana o días se desaparecía. La primera vez que no la pude ubicar llame a las amigas, ya tenia a sus compinches malvadas, ella me tranquilizaron, ella solo estaba tomándose un tiempo sola, que no la atosigará. No me preocupe, grave error. Pero cuando nos reunimos de nuevo, volvía a tener mi dosis de sexo, me había acostumbrado a que me lamiera el pene y que recibiera mi semen de rodillas, que me dejara hacerle sexo anal.
Habíamos ido a sexshop juntos y la había dejado que comprara todo lo que quisiera. Incremento su colección de consoladores, bolitas anales, vibradores. Me compro varios juegos de anillos para el pene y desde entonces los tengo que usar para mantener mis erecciones. Yo le compre toda clase de ropa intima, medias, catsuit. La vendedora hizo la venta del mes conmigo. Al otro fin de semana, fuimos a uno de los casinos de la ciudad y descubrí que le gustaba el juego, deje que perdiera mi dinero generosamente y luego pasamos a una habitación del hotel adjunto. Esa era la idea, nos íbamos a quedar la noche ahí.
Pasamos gran parte de la noche despiertos, ella había traído todos sus nuevos juguetes. Se inserto todos sus nuevos consoladores, algunos con formas extrañas, yo la tenia que masturbar con ellos, lo primero que hizo fue ponerme un anillo en la base del pene. Era golosa, se ponía en cuatro al borde la cama para que le metiera un vibrador por la vagina, pero me hizo lubricarle el ano con una crema especial para meterle bolitas chinas por ahí. Luego yo se las saque y le puse un dildo anal grande y negro, me puse un preservativo, siempre me obligaba a hacerlo cuando le hacia sexo anal, le saque el anal y se lo metí para gozarla por su ano, mientras tenia ella usaba su vibrador en su otro agujerito. Se puso sus trajes para mi, sus medias abiertas y se había comprado uno de conejita, una ricura.
Lo único malo es que se había comprado un arnés, eso lo había consultado con la vendedora, yo miraba otros productos, pero vi como entre ellas se rieron. Mas tarde estábamos descansando desnudos, ella se puso sobre mi y me dijo: quiero hacer algo especial, me quieres. Ya habíamos echo de todo, no me imagine que podía ser. Le dije que sí.
Ella se levanto, se puso medias sensualmente para mi, unos zapatos de tacón alto, de puta que había comprado en el sexshop y finalmente se puso el arnés, tomo un paquete y saco un dildo nuevo, de color rojo. Lo ajusto al arnés sin problemas, era para eso y por ello había consultado a la vendedora. Tomo su bolso y saco un pote de crema. Se acerco, mostrando su dildo por delante, al borde la cama, le dio un par de palmadas, ahí me tenia que ponerme. Que podía hacer, ella había satisfecho todos mis deseos con sus nuevos juguetes, yo se los había comprado y había gozado con ellos. Me puse en posición, mostrando mi trasero hacia afuera. Me dio un beso en las nalgas y se puso a untar mi ano con crema.
Ella había seleccionado un dildo no muy grueso, seria mi primera vez, me dolió cuando me lo metió pero me gusto, ella me lamia, besaba y se puso con sus grandes pechos sobre mi espalda mientras me follaba, me había puesto mucha crema, así que entraba y salía con facilidad.
Tomo mi pene y me masturbo. Finalmente, se lo saco y ella se acostó en la gran cama abriendo las piernas, me eche encima de ella y la penetre para demostrarle quien era el macho. Ella me abrazo con sus piernas y brazos, eyacule dentro de ella. Pero ya había marcado terreno, mas adelante el arnés y su falo rojo era parte de nuestra rutina. A mi me gustaba y eso que nunca había tenido un encuentro homo.
Esa noche me convencí que debía ser mi esposa. A la otra semana desapareció, estaba tomando un descanso, bueno después de la gran noche de sexo que habíamos tenido no era para menos, yo mismo me quería desaparecer. Mas adelante, otro sábado no la encontré, yo había estado fuera del país, llame a una de sus amigas pero no estaba con ella, ella me tranquilizo y finalmente me propuso salir a tomar un trago. Terminamos follando en un motel, ella me confeso que tenia el permiso de mi esposa para estar conmigo, yo le había gustado pero iba a ponerse de novia así que no podía llamarla de nuevo. Tres meses después estábamos de nuevo en un motel, ya había dejado al novio y mi futura esposa estaba en sus días.
Mi calvario comenzó en la luna de miel, la lleve a Brasil, mala elección. Ella había estado preciosa la noche de bodas, con medias blancas, un body blanco, hasta se porto bien, se quedo quieta mientras yo la penetraba en la posición del misionero, luego se dio vuelta y me ofreció su trasero, se echo hacia adelante totalmente sometida, se lo metí vaginalmente pero me aparto y ella misma se lubrico el ano, me iba se poner preservativo pero no me dejo, unto mi pene con crema y se puso de nuevo posición, era una noche especial, goce su ano, eyacule dentro de ella y en sus nalgas.
Estábamos en Copacabana en un hotel cinco estrellas, pero fuimos a una disco de moda en Ipanema, a ella le gusta bailar, yo no soy gran bailarín pero la sigo, hasta que tocaron lambada, ya había pasado de moda pero la seguían tocando, yo me quise ir a sentar pero me pidió que bailáramos igual, estábamos en esa cuando un mulato se acerco y se ofreció a bailar con ella. Ella dijo que si y yo me fui a la mesa. Grave error, entre todos los bailarines los perdí de vista. Pasaba el tiempo y ella no volvía, como no hablaba el idioma y con el ruido ambiental poco podía hacer. Comencé a pasear por las distintas pistas de baile pero no la encontraba. Volví a la mesa.
A nuestro lado había unas lindas mulatas, que se reían entre ellas, como no tenia mas que hacer saque a bailar a una de ellas, era muy sensual con un cuerpo precioso. Me hice amigo de ellas y les invite varios tragos, a la hora volvió mi esposa. Hasta yo sentí el olor a semen que traía entre las piernas, deje a las mulatas y volví a mi mesa.
Ella comenzó a beber de su trago como si nada, estaba en minifalda, así que le metí la mano entre los muslos, ella los abrió, estaba desnuda, no tenia calzón, toque sus labias, estaban pegajosas de sus jugos y de semen, había estado follando con el mulato y le caía el semen de su vagina, tomo mi mano y esparció los jugos sobre sus labias con mi mano. Se acerco y me dijo: te gusta. Tenía razón, yo tenia una erección con la situación. Limpie mi mano en sus muslos. Ella se levanto y salimos a los jardines traseros, yo no había estado por ahí. Ella si. En un rincón oscuro se hizo sentar en una banca, me bajo los pantalones para hacerme una felación, recibió mi semen en su boca, se metió un dedo en ella para luego llevarlo a sus labias. Se sentó sobre mi y me dijo sonriendo: contento, ahora. No estaba contento.
Volvimos al hotel, me dejo someterla y follarla sin moverse. Al otro día, se escapo de nuevo en la tarde, en la mañana salimos de tour y pasamos la tarde en la piscina del hotel. Yo no me fije en el salvavidas, pero ella sí. Al volver a la pieza, yo pase a bañarme, al salir del baño ya no estaba. La espere un buen rato. Salí a recorrer el hotel, estaba oscureciendo y se había nublado. Me fije en una luz, así ahí me encamine, mire por la ventana, no debí haber mirado. Era el vestidor de los salvavidas. Mi esposa estaba sentada sobre el mulato, que estaba sentado en una banca, su gran pene entraba y salía de su vagina, sus jugos corrían por sus muslos, termino con un gran orgasmo.
Al poco rato el mulato se había recuperado, ella se puso con las manos sobre la banca, ofreciendo su trasero. El le echo saliva en su trasero para metérselo analmente, termino echando su semen en su nalgas y espalda. Luego de eso pasaron a bañarse. Yo volví a la habitación, ella llego mas tarde con el pelo mojado, me dijo que había salido a caminar por ahí. Todos los días que estuvimos en el hotel, ella desaparecía en las tardes. Iba a follar con su mulato. Yo no me podía quejar, ella me daba todo el sexo que quería y gaste toda la caja de preservativos que traía dándole anal, ella no reclamo nada. Así volvimos a la vida de matrimonio, pasaron los años, tuvo dos hijos pero siempre desaparecía, algunas tardes y noches. Yo me desquitaba con su amigas, ellas se habían casado y separado, así que eran mis amantes por periodos, cuando no tenían novio, las podía llamar cuando mi esposa desaparecía.
Ellas me contaban de las conquistas de mi esposa, ellas intercambiaban hombres de acuerdo a sus gustos, a mi esposa siempre le habían gustado los jóvenes y fornidos, por eso fue un gran error llevarla a Brasil de luna de miel. Bueno ella tuvo miel, de color blanca. Mas adelante, ya no salían con jóvenes y se dedicaron a los separados, pobres tipos que se quedan sin sexo de la noche a la mañana. Pero mi esposa descubrió una nueva diversión para sus pasiones, los intercambios de pareja.
Todo comenzó cuando salimos con una de sus amigas y su nuevo novio. Mi esposa coqueteo con el desde el principio. La amiga le dejaba hacer, la conocía. Habíamos salido al teatro y luego fuimos a un bar, tenía una pequeña pista de baile y las parejas salían a bailar, el amigo saco a mi esposa a bailar. Yo no me queda atrás y saque a la amiga. Llegamos justo para un lento, mi esposa se acerco al amigo y comenzaron a bailar abrazados, yo hice lo mismo con la amiga. Termino el baile y volvimos a sentarnos pero las parejas estaban intercambiadas.
Iba a pedir otra ronda de tragos, cuando mi esposa se levanta y le dice al amigo vamos sin mirarme. El se levanto y salieron juntos, a follar juntos. Con esta amiga yo no había estado así que seria una novedad. Fuimos a un motel. Fue una rica experiencia, la amiga era mas pequeña que mi esposa, con ricas tetas, culo. Los niños estaban con mi suegra, luego no había prisa por regresar a la casa.
De madrugada me llamo mi esposa, dejamos el motel y nos encontramos en una calle discreta, sin decirse nada se cambiaron de auto. Repetiríamos la experiencia otras veces con esa pareja. Pero cuando uno entra a ese circulo quiera la novedad.
Realizamos mas intercambios con otras parejas e inclusive fuimos con otra pareja a una orgia, era una casa de campo, lleno de parejas follando en todos lados, nosotros nos metimos en una habitación con la pareja y tuvimos una pequeña orgia, la primera para nosotros. Vi con detalle como el pene de otro hombre entraba en la vagina de mi esposa, como ella le chupaba el pene mientras yo se lo metía, la única restricción era el uso de preservativo para todas las penetraciones. Quedamos agotados, yo nunca había estado con dos mujeres, besando, lamiendo a una mientras follaba a otra. Me gusto follaba con mi esposa y luego con otra mujer.
Mas adelante, fuimos todos a nuestra casa en la playa por el fin de semana, nos fuimos un viernes y regresamos el domingo, follamos todo el fin de semana, los hombres andábamos en bata y ella con catsuits o en babydoll con panties caladas. Para evitar indiscreciones mantuve las persianas de toda la casa bajas, nadie nos podía ver desde afuera y la casa se mantenía en penumbras con solo unas ampolletas prendidas, tuvimos sexo por toda la casa y uno dormía con la pareja de intercambio, lo cual era agradable por que podíamos tener sexo solos. Mi esposa llevo todos sus juguetes, yo lleve mi colección de dvd, cuando no estábamos follando veíamos películas de sexo, de todo tipo de sexo, lo cual nos daba ideas de cosas para hacer. Eran una pareja muy agradable pero después de un par de encuentros nos dejamos de ver. Quedamos de amigos y mas adelante podíamos volver a salir, pero todos querían mas aventuras.
Así llegamos al presente. Nos encontramos con ellos en un bar. Conversamos un poco, nos tomamos un trago y mi señora salió con su nueva conquista. Mucho mas tarde la recogí, yo había llevado a la rubia tetona a un motel y ambos habíamos gozado con el encuentro, quedamos para otro oportunidad. Pero cuando, entro mi esposa al auto, note que estaba enojada. Al poco andar me dijo: una perdida de tiempo, claro lo tenia grueso pero tu pene normal es mas grande, fome, mi labias estaba extendidas pero sin profundidad, pobre mujer, que se ha creído esa tonta de la verito, que uno no ha estado con mulatos. Perdón querido, se que no te gusta que te acuerde pero esta es la peor experiencia de mi vida. Vámonos rápido a la casa que necesito un poco del buen sexo de mi marido. Que podía decir, eso me gusto. Al final, yo le gustaba. Muy pronto volvimos a las andadas pero esa es otra historia.
 
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