Inconfesables confidencias [Parte 2]

kamuix99

Pajillero
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-Ay, Ale....es tan intensa tu historia que ya ardo en deseos
de ser yo la que te cuente la mía.... –le comentó Sabrina a su amiga-


-Y así será, Sabrina...pero antes, quisiera terminar con esta
parte de mi confesión...te parece?


-Si, amiguita...como tú quieras...la verdad es que todo es
tan parecido...es como si los sucesos, de alguna extraña manera se
repitieran....todo esto es increíble, Ale...


-No me digas....de verdad lo crees así, Sabri?...

-Si...es cierto lo que te digo...ya lo verás...

-Muy bien...ya me contarás lo tuyo....pero por ahora, te
seguiré contando.


-Si...si...continúa, amiga.

"....Sonia recostó a Brenda sobre el colchón y comenzó a
despojarla de su bata de dormir, en tanto ella hacía lo propio sin dejar de
acariciar a mi hermana. Cuando las dos estuvieron en cueros iniciaron una feroz
lucha con sus preciosos cuerpos, ahora apretujados y entrelazados, mientras sus
piernas se enroscaban con deliciosa lascivia. Daban la impresión de quererse
comer una a la otra debido a la intensa brama que el acoplamiento les causaba.
Yo, desde mi escondite, podía admirar con claridad el púber cuerpecito desnudo
de Brenda, de apenas 12 años, que se estremecía al contacto de los tocamientos
de la mucama, que enardecida de deseo buscaba los más recónditos sitios ocultos
de mi hermanita para hundir sus manos con voluptuosidad exquisita. Ahora me daba
cuenta de que la caliente de Sonia no sólo quería envolverme a mí en sus
jueguitos sexuales, sino que también había seducido a Brenda, y casi estaba
segura, también a Margot, aunque esto último lo descubriría después. A pesar de
lo jovencita que era Sonia se notaba a leguas el despliegue de experiencia que
tenía en esas lides. Llegó un momento en que la mucama acomodó a Brenda sobre la
cama y se le subió encima pero en posición inversa, para poder mamarse de ese
modo recíprocamente sus rebosantes hendiduras. Mientras era chupeteada por la
otra, mi linda hermana emitía gritos ansiosos que por lo visto había ya
disfrutado muchas veces con la ardiente mucama, quien ahora le proveía intensos
lengüetazos en su imberbe cuquita. Pude apreciar que a Brendita apenas le estaba
brotando una suave y dorada pelusilla sobre su diminuto pubis, lo que
seguramente le causaba a Sonia una calentura de campeonato, a juzgar por la
forma en que se había apoderado de su vulvita estremecida. Estaba más que claro
que la bella Sonia era todo ardor en esos momentos sublimes, pues por nada del
mundo soltaba a su presa hundiendo la protuberancia lingual suavemente..., hasta
que se perdía en la apretada puerta de mi hermana."


"....La maestría que demostraba Sonia con sus ardientes y
puntuales caricias pronto se puso de manifiesto, ya que observé cómo
repentinamente Brenda repegaba más su culo a la boca de su amiguita al sentir
los espasmos que anunciaban la llegada de la primer cadena de orgasmos. Al darse
cuenta de ello, la mucama intensificó sus arremetidas dentro de la rajita de
Brenda mientras ésta jadeaba y gemía de placer como nunca la había visto gritar,
ni siquiera la noche en que la vi teniendo sexo con Margot. Podía deducir
entonces que quien había iniciado a mis hermanitas en los lésbicos placeres
sexuales era la mucama, y cuando ésta faltaba, ellas se aprovechaban de la
circunstancia para deleitarse en la incestuosa pasión que tanto las arrebataba.
En aquel momento era Brenda quien le chupaba el coñito a Sonia, a la que vi con
la mirada perdida en el reino de los deseos, en tanto la lujuria la hizo
explotar casi al mismo tiempo que mi hermana en un tremendo orgasmo que duró
varios segundos. Seguramente para no dar nada a sospechar pronto Brenda se bajó
de la cama y comenzó a ponerse la bata. Esos instantes los aproveché yo para
regresar a mi habitación, donde vi a Margot profundamente dormida sobre su cama.
Instantes después sentí cuando Brenda retornó a su lecho y tratando de no hacer
ruido se acostó. Haciendo un recuento mental de los sucesos llegaba a la
conclusión de que sin duda tanto Sonia como mis dos hermanitas formaban desde
hacía tiempo una trilogía lésbica de la cual yo había permanecido ajena. Me daba
cuenta igualmente que el blanco de Sonia era ahora yo para formar el cuarteto
perfecto. Sea como fuere no puedo negar que todo aquello me gustaba, y me
gustaba tanto que deseaba que fuese ya de día para que la cachonda de Sonia
volviera a sus tiernas y calientes enseñanzas conmigo."


"....Como era día de escuela Sonia y yo volvimos a quedarnos
solas durante la mañana. Y aunque yo no le insinuaba nada ella me observaba con
atención, como esperando de mi parte algún tipo de petición. Al ver que pasaba
el tiempo y mis íntimos anhelos no eran atendidos por ella, tuve que ser yo
quien iniciara la conversación con la esperanza de que ésta me llevara a
insinuarle lo que deseaba. Así que le dije:


-Soni...no quieres que juguemos como ayer?

-En verdad quieres hacerlo, Ale?

-Si...si quiero...

-Está bien, niña...pensé que nunca me lo dirías.

Comprendí en seguida que lo que ella quería es que fuese yo
quien se lo pidiera. De inmediato dejó el quehacer y se sentó frente a mí con
las piernas abiertas. Sin poder evitarlo bajé mi vista hasta su entrepierna y
pude admirar la regia belleza de sus verijas, de donde sobresalían ya los negros
ricitos que tanto me encantaban. Yo creo que se acomodaba los vellos previamente
fuera de su pantaleta sabedora de que todas esas visiones me encendían tanto o
más que a ella. Para emular su forma de dejarse ver yo también abrí mis
piernitas lo más que pude ofreciendo ante su vista ansiosa las intimidades de mi
chochito enardecido, que de nueva cuenta me pedía ser chupeteado por la experta
lengua de ella. Sonia no apartaba la vista de mi escondido sitio en tanto yo
hacía lo mismo con el suyo, iniciando ambas a tenor de preámbulo un caliente e
intenso juego de intensivas miradas que nos ponían a arder de deseo. Después de
algunos minutos de estarnos observando nuestras cositas, por fin Sonia me dijo:


-Ven Ale..vayamos a mi cuarto.

Sin responderle nada le seguí en silencio. Una vez que hubo
cerrado la puerta comenzó a quitarme la ropa para después desvestirse ella. No
sabría decir por qué, pero yo sentía que un intenso calor coronaba mis mejillas
y mi sangre subía con fuerza a mi cabeza. Sonia me encaramó a la cama y me
tendió cuán larga era sobre el colchón. Luego se dio a explorar con suavidad
inaudita la rajadura que mostraba mi vulvita y de la cual sentía fluir ciertos
líquidos que ella se bebía con fruición exquisita. Su amaestrada lengua recorría
la breve y sonrosada hendidura a su antojo, subiendo y bajando con lentitud por
mi centro del placer en tanto yo mantenía los ojos cerrados, disfrutando al
máximo de la chupada. Indudablemente que la mucama cada día iba aumentando el
goce conmigo, pues esta vez, haciendo gala de su acostumbrada audacia, me puso
su dedo principal en el esfínter de mi breve culito, donde comenzó a mover y
remover la falange con lentitud provocándome un placer tan genial como
desconocido. Aquella nueva caricia hizo que me arqueara toda hacia arriba lo más
que pude con la clara intención de que Sonia introdujese hasta donde quisiera su
inquieto dedo en el agujerito de mi trasero. Poseída por una lujuria
inconfesable experimenté de esa manera, tocada al mismo tiempo por ambas
oquedades, el primer orgasmo de mi vida, deseando que las sensaciones tan
placenteras que estremecían con fuerza mi cuerpo jamás terminaran. Experimentada
como era en las cuestiones lésbicas, Sonia se prendió con mayor furor a mi
rajita chupando golosa el delicado licorcillo que manaba de adentro, el cual se
bebía con un deleite singular. Al cabo de algunos minutos, cuando se dio cuenta
que habían cesado mis espasmos, me señaló su entrepierna indicándome con eso qué
era lo que deseaba. Puesto que en los últimos días había sido enseñada con mucha
precisión por ella, francamente no me fue nada difícil entender su angustiosa
solicitud, por lo que me metí entre sus abiertas extremidades inferiores y me
prendé de su chochito humedecido de leche, comenzando a succionar con ardor como
ella lo había hecho conmigo. Sin ser por supuesto tan experimentada, lo cierto
es que la mucama no requería de eso sino que lo que más le calentaba era sentir
la mamada de la boquita de una niña pequeña como yo. Ese era en realidad su
premio. Y lo pude comprobar cuando me dijo con palabras encendidas de deseo:


-Anda, Ale...bésame...mámame mi cuquita...me gusta que una
niñita tan linda como tú me chupe mi conchita...Mmmmm...


Al verla tan caliente y entregada proseguí con mis chupeteos
metiendo mi lengüita una y otra vez lo más adentro que podía en aquella tibia
cueva del deseo, lamiendo al mismo tiempo la pelambre oscura que nacía alrededor
de su triángulo púbico y en los contornos de su vulva estremecida. Durante
varios minutos saboreé las mieles prohibidas de la caliente mucama entrando y
saliendo de su ardoroso conejito mientras introducía mi dedito más largo en el
hoyito de su ardiente culo. La cachonda de Sonia no pudo aguantar tanto tiempo
sometida a aquellas caricias exploratorias tan lascivas, por lo que sentí cuando
me apretó la cabeza con sus dos piernas pegando mi cara con fuerza a su rajita
para intensificar el efecto de la succión, hasta que al fin se derramó en varios
orgasmos gritando y gimiendo de placer como si fuera una loca. La descarga de
sus espasmos duró varios segundos hasta que al fin recuperó el aliento. En
seguida me dijo con frases entrecortadas:


-Ya Ale...ya acabé...ayy...cuánta brama me has dado,
niña...ya veo que aprendes rápido...


-Ya acabaste?...tan pronto?

-Si, amor....pero dime linda...te gustó todo lo que hicimos?

-Si, Soni...me gustó mucho...

-Dime qué fue lo que más te gustó....anda....

-Pues todo me gustó...pero nunca había sentido un dedito allá
atrás.


-Ay pequeña...eso es lo más delicioso de todo... verdad que
sí?


-Si, es cierto...se siente tan rico...mmmmm...

-Seguro que sí...ya verás las cositas tan deliciosas que aún
tengo por enseñarte.


-Ay sí...yo quiero más...quiero que me enseñes más, Soni...

-Sí Ale, así será. Sólo que tenemos que hacerlo poco a
poco...así será mejor...todo será más intenso...comprendes?


-Si...entiendo...

-Muy bien. Ahora vayamos a comer."

"....Por la tarde retornaron mis hermanas de la escuela.
Sonia nos dijo a mí y a Margot que nos quedásemos en casa mientras iba con
Brenda de compras. Como nos comentó que iban a tardar por lo menos dos horas, yo
me puse a jugar con mis muñecas mientras Margot me decía que se sentía un poco
cansada y se iría a dormir un rato. Mi linda hermanita se encerró en el cuarto y
yo permanecí entretenida por un tiempo en la fantasía de mis juegos de niña.
Pasaría quizás una hora cuando decidí entrar a la recámara por unos vestiditos
para ponerle a mi muñeca. Abrí la puerta y penetré en el dormitorio. Vi que
Margot se hallaba acostada durmiendo una siesta. La posición en que se
encontraba me llamó muchísimo la atención, pues en el estado de relajación que
proporciona el sueño profundo tenía las piernas totalmente abiertas. Pensé que
realmente era linda la forma en que mostraba el interior de sus deslumbrantes
muslos, tan blancos como el nácar. Sin poder evitarlo me puse muy cerca de ella
y comencé a observar las preciosidades de su entrepierna, donde podía distinguir
sus pantaletitas blancas que se hallaban como corridas hacia un lado de sus
ingles. Acerqué mis ojos y mi cara lo más cerca que pude y aspiré el olor dulzón
que su pubis despedía, admirando en especial el borde rosado de su cuquita sin
pelos. La intensidad de la visión me calentó tanto que comencé a sentir de nuevo
la típica babosidad humectada deslizándose desde el interior de mi palpitante
rajita. Pensé también en el extraño placer que me provocaría si pudiese tocarla
así dormida. Me daba cuenta que dentro de mi cabeza había algo que se oponía a
la realización de mis más calientes deseos, entablándose en mi conciencia la
conocida lucha moral entre hacer lo que más deseaba o reprimir mis instintos y
renunciar a ello. Pero como suele ocurrir, pudo más la pasión desbordada de mi
instinto animal por satisfacer mis más profundos anhelos. De modo que sin
esperar más tiempo y sobre todo alentada por los suaves ronquiditos que emitía,
introduje mi mano entre sus piernas muy lenta y cuidadosamente, cual ladrón que
pretende robar una preciosa joya; sin dejar de observar atentamente su rostro.
Poco a poco la conduje hacia el interior de su pubis hasta llegar a las
fronteras de la tela de su braguita. En realidad lo que más ansiaba tocar era el
bordecito de sus labios vulvares, que veía sobresalir por los lados de la
pantaleta y que habían despertado en mí un arrebatado sentimiento de placer
prohibido."


"....Yo sabía muy bien que tenía que actuar con mucho tiento
si no quería que Margot se despertara. Si eso sucedía no sabría qué explicación
darle. Así que traté de conducirme lo más sutilmente que pude intentando meter
mis dedos debajo de su faldita para tocar con mucha suavidad sus interiores. En
realidad sólo quería hacerle eso, pues era tan poderosa la atracción que sentía
por sus intimidades expuestas que no podía reprimir mis ardientes deseos aunque
hubiera querido. Cuando llegué por fin a los brevísimos plieguecillos que
sobresalían de la prisión de tela me di a frotar cuidadosamente esa región, que
aparecía ante mi enfebrecida vista como el tesoro más incomparable que hubiese
visto. Sentía mi corazón latir con una fuerza extraña; mis labios estaban
resecos y mis manos temblaban. Aún así y a pesar de los riesgos, me di a
acariciar el exquisito y sobresaliente bultito carnoso que estaba de fuera con
una pasión incontenible, mientras mi respiración se hacía cada vez más fuerte.
De nueva cuenta acerqué mi rostro lo más cerca que pude para inhalar otra vez la
fragancia aromática de su cuquita. Y aunque en apariencia y desde lejos no se le
notaba ninguna vellosidad, estando cerca sí pude apreciar la suave pelusa dorada
en ciernes. Por lo visto a los diez años ya le comienzan a salir los pelitos a
las niñas. Pensé en mi edad y en el tiempo que faltaba para que mis intimidades
pudiesen exhibir también la preciosa y atrayente felpilla que tanto agrada a las
mujeres. Estimulada al máximo con el lujurioso momento que vivía, no pude
sustraerme al ardiente deseo interior por tocarme yo también mi cosita. De
manera que bajé una de mis manos hacia mi latente pubis y empecé a tallarme uno
de mis dedos a todo lo largo de mi hendidura mojada, sin apartar mi otra mano
del precioso tesoro escondido de Margot. Me mantuve en ese tenor disfrutando de
las delicias de aquellos memorables instantes hasta que sentí las mismas
sensaciones tan deliciosas que había experimentado cuando Sonia me había chupado
mi bollito. Eran unos estremecimientos tan deliciosos y extraños que no sé como
describirlos. Es algo tan lindo y exquisito. No sé tú, Sabrina, pero para mí
esas primeras sensaciones orgásmicas eran realmente incomparables. Debido a la
intensidad de las descargas eléctricas que provocaban en mi persona no pude
impedir que salieran de mi boca ciertos gemidos que de seguro despertaron a mi
hermanita, pues en tanto yo disfrutaba abandonada y con los ojos cerrados las
interminables sensaciones de placer, no me di cuenta cuando ella se incorporó y
me miraba con ojos de incredulidad. Ciertamente debió causarle extrañeza ver que
yo mantenía mi mano metida debajo de su falda, por lo cual ella me dijo:


-Ale...qué es lo que haces?

-Oh....no...nada...es sólo que...

-Mmm...no digas nada que ya te vi ....y hasta me
despertaste...


-Oh manita, perdona...perdóname...no supe lo que hacía...

-Ay Ale...Ale...dime algo...qué es lo que te causa tanta
curiosidad?


-Pues...no sé...es eso que vi...

-¿Si?...y qué fue lo que viste?

-Eso... –le respondí avergonzada, señalando hacia el interior
de su entrepierna-


-¿Esto?....mis pantaletas?

-Si...bueno...no precisamente tus pantaletas...

-¿Entonces?...

-Pues..lo que tienes allí debajo...

-Oh, Ale...no me digas que eso te causa curiosidad...¿por
qué?..


-Pues no lo sé...sólo me atrae...me atrae mucho...pero no sé
decirte por qué...


-Mmm...está bien...no te preocupes...yo te entiendo...a
nuestra edad hay muchas cosas que nos atraen...que queremos conocer....y como
somos tan curiosas por naturaleza, pues tratamos de ver qué significan, no?


-Si...si....eso es, Margot...

-Pero bien que me despertaste...

-Oh, manita...te pido disculpas...de verdad...

-Ya..ya...no te apures...pero dime...¿Ya regresaron Sonia y
Brenda?


-No...creo que no...

-Está bien...anda ven, vayamos a la sala y allá las
esperaremos...


-No seguirás durmiendo?

-No...ya no..

-Bueno pues vamos."

De ese modo tan bochornoso para mi acabó mi primera intrusión
oculta en las intimidades de mi hermanita, que por fortuna no tuvo ninguna
consecuencia qué lamentar. Más en ese momento no podía saber que ella formaba
parte también de la increíble trilogía lésbica que la propia Sonia había
construido en mi familia, aprovechándose de las largas ausencias de nuestra
madre. Pero lo que sigue te lo contaré después, Sabrina."


-Si....si amiguita...y debo decirte que tus vivencias
infantiles, aparte de parecerse a las mías, es una historia sensacional....y
también demasiado excitante...


-Sí, Sabrina...lo sé...todo eso es tan excitante y caliente
que de sólo recrearlo me pongo muy cachonda...


-Jajajaja....ya verás como te pones cuando escuches mi
relato, amiga...jajajaja...


-Jajajaja...sí...ya me lo imagino...pero dime, Sabri...tienes
tiempo?


-Ay pero claro...cómo no podría tener tiempo para esto?
...es algo tan delicioso, tan ricamente excitante que me enciende al
máximo...


-Si, ya veo...te pasa lo mismo que a mi.

-Oye, Ale...te propongo algo...

-Anda dímelo.

-¿Por qué no pagamos la cuenta y nos vamos a mi
departamento?..seguro que allí podremos hablar con más tranquilidad y sin temor
de ser escuchadas.


-Hmm..sí...creo que tienes razón...pero y tus padres?

-No habrá problemas, amiga...les diremos que tenemos que
hacer tarea de la universidad y nos encerraremos en mi habitación.


-Está bien...es una idea fabulosa.

Las dos amigas pidieron la cuenta y poco después abordaban el
bus que las condujo hasta la casa de Sabrina. Cuando llegaron Alejandra saludó a
los padres de su amiga y ésta les comentó que subirían a su cuarto a hacer
trabajos escolares. Así que pronto se hallaron en la intimidad del dormitorio de
Sabrina, y fue allí donde ésta quiso iniciar la confesión de su propia historia.
Por eso le dijo a Alejandra:


-Oh, Ale...ahora soy yo la que se muere por contarte a
detalle mis cositas secretas..jijiji...


-Si, amiguita..te entiendo...y yo ardo en deseos de
escucharte...anda ya, comienza a contarme.


-Si, amiga...escúchame con atención.

"....De niña solía ser muy curiosa, tan curiosa como tú.
Incluso puedo asegurarte que era mucho más curiosa en mi infancia que lo que soy
en la actualidad. Siempre estaba interesada por conocer cosas nuevas y
desconocidas; cosas que ignorara y que me revelaran la realidad del mundo; de
ese mundo disponible solamente para los mayores y vedado para mi. Y en
particular mi interés se centraba, tampoco sé por qué, en las cuestiones
relacionadas con el sexo. Cuando tenía la misma edad que tú, más o menos como 8
años, siempre me preguntaba por qué se me ocultaban esas cosas. Siempre que le
hacía preguntas a mi madre sobre ese tema ella me contestaba que era aún muy
chica para saberlo. Y la respuesta que me daba era la de siempre, pues ella me
decía que todo llegaría a su tiempo; que lo sabría cuando tuviese la edad
suficiente. Mas yo me preguntaba: ¿Cuál será la edad suficiente? Y claro, nunca
obtenía una contestación satisfactoria. Así que dada mi innata curiosidad y
también debido a ciertos sentimientos muy íntimos que me impulsaban al
descubrimiento de cosas secretas, me dedicaba a la observación de situaciones
aparentemente prohibidas para mi. Así fue como comencé a descubrir todo lo que
ahora te contaré, amiga mía. En mi familia éramos aparte de mis padres tres
hermanos. El mayor llamado Luis tenía como 15 ó 16; mi hermana Dorita, que
andaba por los 11 ó 12 y yo. Como ves entre los tres había varios años de
diferencia, pues mientras Luis ya estaba en la enseñanza media, yo apenas
comenzaba la educación primaria. Y mi hermanita Doris, con la que me unía un
gran cariño fraterno, casi estaba a punto de salir de la primaria."


"...Mi padre era un hombre muy cariñoso con nosotras dos y
casi siempre se esmeraba por dedicar algo de su tiempo libre para llevarnos a
pasear o para jugar juntos. Mi madre era por igual una mujer de buenos
sentimientos, muy esmerada en su trato familiar y también cariñosa. Pero tenía
un gusto especial por la vida en sociedad. Por eso eran muy frecuentes sus
salidas con el grupo de amigas que formaban su círculo. Debido a ello mi padre,
que se mostraba un poco reticente a esa clase de vida, casi siempre estaba en
casa en su tiempo libre y por tanto convivía más con nosotras. Luis, que era un
adolescente, llevaba ya su propia vida con sus amigos de la escuela, aunque no
por ello dejaba de sujetarse a la autoridad paterna. En fin, que con todo esto
que te platico, lo que quiero decirte, Ale, es que en el fondo mi familia era de
lo más normal del mundo. Pero como suele suceder en toda familia, siempre hay
secretos escondidos. Y de eso quiero hablarte justamente. Las primeras
experiencias secretas que vivi y que de algún modo fueron las que marcaron el
inicio de una serie de acontecimientos que poco a poco se fueron convirtiendo en
un excitante y caliente aprendizaje, fue haber visto a mis padres practicando el
sexo. Como tú bien sabes, a mi edad es muy difícil que una sepa bien a bien las
cosas que se hacen en secreto. Por eso mismo pienso que lo que vi en esa ocasión
me impactó para siempre. Cierta tarde en que me hallaba solita jugando en mi
habitación sentí sed y bajé las escaleras para hacerme de un vaso con agua.
Cuando estaba en la cocina sirviéndome el líquido alcancé a oír voces que
provenían del estudio que se encontraba situado junto a la sala. Así que
considerando que se trataba de mi madre en alguna de sus acostumbradas tertulias
con sus amigas me acerqué. Como la puerta estaba semiabierta pude ver hacia
adentro. Pero para mi sorpresa, o no sé si decirte que para mi fortuna, vi que
eran mis padres los que escenificaban la primera de las calientes visiones que
de modo circunstancial tuve de niña. Ellos estaban como jugueteando el momento,
pues mientras él intentaba tocarle las nalgas, ella como que se hacía la rogona.


-No, Eduardo...aquí no...la niña puede venir...

-Anda Marisa...que estoy bien caliente...

-Pero es que Sabrinita...tengo temor de que nos vea..

-¿Pero cómo nos va a ver?...no ves que está arriba
jugando?...


Entre plática y plática mi papi le metía las manos debajo del
vestido y ella se hacía a un lado como negándose. Pero después supe a las claras
que todo aquellos escarceos venían a ser parte de su estrategia sexual, pues a
los dos les encantaba calentarse de ese modo. A pesar de mi edad yo pude
comprender que todo aquello prometía cosas nuevas para mi, razón por la cual no
quise alejarme del sitio donde estaba.


-Bueno, Eduardo...pero apúrate..tiene que ser rapidito...temo
por Sabrina...


-Oh que la chingada...anda, puta...déjate hacer que sé que te
gusta la verga...ven acá


-No...noooo...Eduardo....la niña...

Pero mi padre ya no la escuchaba. Noté cuando él comenzó a
despojarla de sus ropas con prisa, quitándole primero el vestido para después
desabrocharle el sujetador. Acto seguido observé cómo mi papi se desnudaba
también con inusual apresuramiento hasta que quedó totalmente desnudo. Así como
estaba mi madre, con las pantaletas puestas, la empujó sobre un sofá de cuero y
se le encimó. Pero lo que más llamó mi atención fue verle su pito parado, no muy
grande por cierto, que tomó entre sus manos y colocándose de pie frente a la
cara de mi mami, se lo puso en la boca. Ella comenzó a chupar con golosidad
aquel caramelo de carne que por lo visto mucho le encantaba, en tanto él se
arqueaba hacia atrás cerrando los ojos a causa del placer. Para mi mente
infantil aquel primer encuentro carnal que observaba fue algo sorprendente, pues
ni siquiera imaginaba lo que se pudiera hacer en la intimidad entre un hombre y
una mujer. Pero más me sorprendió darme cuenta que mi tranquilidad estaba siendo
sustituida por un sentimiento diferente y desconocido hasta ahora, pues sentía
como que el aire me faltaba y mi respiración se hacía cada vez más fuerte.
Experimenté asimismo por vez primera ese singular cosquilleo debajo de mi pelvis
de niña que tú también sentiste cuando viste a Sonia meterse la vela en la
secresía del cuarto de tu casa.


"....Comprendiendo que las ocupaciones a que estaban
entregados les impediría ver siquiera hacia la puerta del estudio, apreveché tal
circunstancia y me acerqué aún más al resquicio de la puerta entrecerrada para
ver mejor. Y mi arrojo fue gratificado con las extraordinarias primicias de una
película que desde luego me agradó demasiado. Después de estarle mamando el pito
a papá, mi mami le dijo con la cara colorada de deseo:


-Ya, Eduardo....ya métemela por favor...

Papá le sacó su pene de la boca y fue a acomodarse entre sus
piernas. Una vez allí se las levantó abriéndolas al máximo, le jaló el calzón
hacia un costado y le colocó la punta de su endurecida verga entre las piernas.
Clarito vi cuando él se dejó caer sobre las extremidades abiertas de ella y
aquella cosa se fue hundiendo en el centro de sus blancas carnes. Cuando mi papi
le hubo metido todo su pedazo dentro empezó a moverse con furia mientras ella
hacía lo propio, comenzando ambos un delicioso bailoteo que duró varios minutos.
Los escuchaba jadear, gritar y gemir con tanta fuerza que aquel alboroto tan
delicioso se me quedó tan grabado que aún ahora que lo recuerdo me pone la carne
de gallina. La batalla continuó por algún tiempo, hasta que oí gritar a los dos
una serie de palabras que decían obscenidades que en ese entonces no entendía,
pero que por lo visto eran parte del encuentro íntimo que ayudaban sin duda a
hacer más barroco el momento supremo y a que ambos se calentaran hasta el
delirio. Finalmente cesaron los gritos y también el movimiento de sus sudorosos
cuerpos, pero no por eso me aparté del sitio en que me hallaba observando. Vi
que ellos se mantuvieron abrazados mientras se besaban en la boca con pasión
extrema. Al cabo de un rato mi padre se incorporó y mi madre se levantó también
del sillón y empezaron a vestirse. Fue en ese instante en que decidí subirme a
mi cuarto para que no se dieran cuenta de que los había visto coger. Pero desde
ese momento las extrañas imágenes que había contemplado comenzaron a bailotearme
en mi cabeza infantil generando dentro de mi muchas incógnitas sin respuesta.
Después de ese día solía espiarlos cada vez que me daba cuenta de que se metían
al estudio, pues bien sabía que por alguna razón desconocida ellos preferían ese
lugar para entregarse a sus ardientes sesiones sexuales. Y fue también en una de
esas ocasiones en que vi que lo hacían de un modo diferente. Al parecer era una
práctica conocida de ellos el dejar la puerta entreabierta, cosa que hasta la
fecha no he podido comprender. Aunque finalmente doy gracias a la vida por ello,
pues de no haber sido así no hubiera podido deleitarme con mis primeras
experiencias de ese tipo. Como te he contado, Ale, ellos tenían ciertas
preferencias por los juegos preliminares. Así que ese día observé cómo hablaban
entre sí mientras mi padre le metía las manos debajo del vestido.


-Pero Eduardo...aquí no....va a venir Sabrinita...

-No...no vendrá...ella debe estar jugando con sus
muñequitas...anda déjate coger, putita de la calle...


-Jijijiji...vas a ver cabrón de mierda...¿que harías si ella
nos viera?...


-Nada...porque nunca nos verá...anda que quiero cogerte por
el culo...


-Ay Eduardo, no....sabes que eso me duele mucho...

-Si Marisa, lo sé...pero también sé que te encanta que te la
meta por detrás...no te hagas la pendeja...


-No...no...por allí no…mejor por delante..

-No putita..será por detrás..será como yo quiero...

En medio de esos escatológicos diálogos él empezó a quitarle
las prendas de encima. Realmente mi madre era una mujer muy hermosa, pues al
verla sin ropa me daba cuenta de las morbideces exquisitas de su cuerpo. Pero en
particular me atraía la redonda y rotunda curvosidad de sus caderas que le daban
a su culo un perfil de diosa. Ahora comprendo por qué papá se enardecía tanto al
irle quitando poco a poco cada prenda hasta descubrir la piel secreta de sus
intimidades. Pero había algo más. Descubrí que él siempre se la cogía con las
pantaletas puestas. No sé si era algún tipo de práctica fetichista o algo
parecido, pero las veces que los vi culear en el estudio lo hicieron de ese
modo. Y esta vez, cuando escuchaba a mi padre expresarle su ardiente deseo de
metérselo por detrás, quise por supuesto aprender algo nuevo y me dispuse a
contemplar las ardientes escenas que sin saberlo ambos me regalaban. Como
siempre lo hacía él la fue despojando una a una de sus prendas hasta dejarla
solamente con las pantaletas puestas. Después mi papi se quitó todo y se le fue
encima. De nueva cuenta admiré las exquisiteces del inquietante cuerpo de mi
mami, de blancura extraordinaria y singular hermosura, que se tendía sobre el
negro sofá que contrastaba con su piel alabastrina. Pero esta vez mi papi la
volteó quedando sus nalgas frente a él. La colocó de tal forma que su vientre
quedó depositado sobre uno de los braceros del sillón, perfilándose su levantada
grupa como dos dunas de arena blanca. Pero si había algo que llamara mi atención
aparte de la belleza desnuda de mamá, era justamente el pedazo de verga que
sobresalía debajo del vientre de mi padre. Como te he dicho, amiga, y no puedo
decirte una mentira, el pito de mi papi no era tan grande ni tan grueso como
algunos que he visto ahora de grande en la Internet. No. La verga de mi papi era
de tamaño común, creo yo, un poco delgada y no tan larga. Calculo que debía
medir a lo mucho unos 15 o 16 centímetros. Pero aún así yo la contemplaba con la
curiosidad típica de la niña que era en ese entonces, admirando especialmente su
forma y su color. Teniendo a mi mami a modo él se puso detrás de ella, le abrió
con sus dos manos el espectacular y blanco culo y le acomodó la cabeza colorada
en el centro del rugoso esfínter. Casi de inmediato empezó a empujar su falo
intentando meterlo dentro de la apretada funda de su hermoso trasero. Escuché
cuando mi madre elevó al aire el primer grito. De momento aquello me espantó,
pero pronto mis temores desaparecieron al ver que en su rostro se reflejaba una
sonrisa de placer que hacía que mantuviese los ojos cerrados. "


"....Mi papito, conocedor de las reacciones de ella jamás
dejó de empujar su tolete en la entrada de su conducto anal, hasta que éste se
enfundó por completo en la caverna de la popa de mi madre. En seguida empezó a
moverse lentamente, siendo pronto acompañado en el vaivén culeatorio por mi
mami, quien movía con rapidez su blanquísima grupa en la frenética búsqueda de
una penetración mucho más profunda. No sé por cuanto tiempo gozaron de aquel
novedoso acoplamiento, pero me pareció que esta vez tardaron mucho más tiempo
del acostumbrado. Y como ya era su costumbre, mientras se hallaban gozando de
aquel acto supremo, ambos proferían infinidad de frases soeces tan obscenas que
francamente, amiga, no me atrevo a decírtelas con detalle. Entre cadenciosos
movimientos que pronto se transformaron en violentas arremetidas, en tanto los
gritos que te digo se repetían incesantes, sus cuerpos se vieron de pronto
sacudidos con fuerza por el orgasmo anhelante que los hizo bramar una sarta de
peores obscenidades que las que ya había escuchado, esta vez con mayor furia que
antes. Y si hasta ese momento tuviese alguna duda acerca de la utilidad con que
sus gritos obscenos coadyuvaban a la intensificación de sus placeres, en esta
ocasión lo comprobé sin temor a equivocarme. Lo que quiero decir, amiga, es que
mis padres se regodeaban al máximo con aquella sarta de cosas que decían, pero
sólo lo hacían en el momento de su ayuntamiento, pues su conducta y formalidad
ante nosotras en condiciones normales distaba mucho de la manera en que se
conducían cuando estaban cogiendo. Y fue esa justamente otra de las cosas nuevas
que descubrí en el asunto secreto del sexo. Y quiero confesarte, Ale, que fueron
en realidad muchas las ocasiones en que los espié escondida detrás del quicio de
la puerta del estudio, aprovechándome de su muy particular gusto por hacerlo en
ese sitio. Allí aprendí las primicias del sexo entre parejas de una forma tan
aparentemente circunstancial, que a veces me pregunto, ahora que he crecido, si
todo eso no estaría planeado por los dos. Y no quiero que te espantes de lo que
te digo. Lo que te quiero expresar con ello es que tal vez, y eso no me consta
para nada, así como los dos se gozaban gritando todas esas obscenidades mientras
cogían, igual pudo suceder que fraguaran esas escenas en el estudio con la
puerta semi abierta para que yo los pudiera ver a mis anchas. Este último
pensamiento, amiga mía, es algo que yo también he guardado durante toda mi vida
sin desear confiárselo a nadie. Sólo a ti, que ahora te has abierto conmigo, es
que me siento en la confianza de decírtelo. Ahora bien, quizás te preguntarás
por qué albergo tan deliciosa sospecha ¿no es así? Bueno, Ale; debo decirte que
siempre he pensado mucho en ello. Y una cosa que me hace dudar es que mis padres
jamás me descubrieron mientras los espiaba, habiendo podido hacerlo con
facilidad. Tienes que recordar que yo sólo era una niña de 8 años. Pero bueno,
sea una cosa u otra, lo cierto es que las visiones que ambos me regalaron me han
servido de mucho "


"....Ciertamente era frecuente que mi padre, por otra parte,
se llevara a mi hermana Dorita a pescar. Pero tengo que decirte primero que él
era muy aficionado a la pesca, quizás debido a que se había criado en un
pueblito situado a orillas del Ebro. El hecho es que no practicaba ningún otro
deporte que no fuera la pesca en solitario. En ocasiones invitaba a Luis, pero a
mi hermano le desagradaba mucho acompañarlo. Pienso que tal vez fue por eso que
él volcó su afición sobre Dorita, que por ser más grandecita que yo, la invitaba
casi todos los fines de semana a irse con él al lago cercano. Yo estaba deseosa
de que me llevaran con ellos, pero mi padre de inicio se negaba aduciendo que
aún era demasiado pequeña para estarme cuidando arriba del bote. Así que me
quedaba en casa mientras mi madre se encargaba de consolarme. Por si fuera poco
mamá aborrecía el gusto de mi padre hacia la pesca y por eso jamás lo
acompañaba, prefiriendo quedarse en casa o bien salirse con sus amigas a hacer
la vida social que tanto le encantaba. Mas en cierta ocasión de fin de semana en
que mamá había hecho un compromiso social ineludible, y que por lo mismo no
podría quedarme con ella, le rogó encarecidamente a papá que me llevase esta vez
con él. Así que a regañadientes aceptó, y pronto me vi junto a él y mi hermana
Dorita camino al lago. Era aquella la primera vez que me llevaban, así que ya te
imaginarás lo contenta que me sentía. Cuando llegamos al lago mi padre arregló
su bote y nos metimos los tres dentro del fuelle de madera. Dentro de la pequeña
embarcación se encontraban los aperos, sedales y carnadas, siendo Dorita quien
se encargó de explicarme para qué servía todo aquello, mientras papá dirigía el
bote de motor lago adentro. Conocedor como era de aquellos sitios escogió un
lugar que me pareció muy hermoso, pues la exhuberancia de las orillas hacía las
delicias de nosotras dos, aunque a decir verdad, Dorita debía conocerlas ya a la
perfección. En un momento dado vi cuando papá puso la proa en dirección a una de
las orillas del lago donde había una cantidad abundante de árboles y maleza,
seguramente buscando la sombra de los inmensos palos de mangle. Cuando arribamos
a la orilla papá se bajó de la embarcación y la jaló hacia la payita, para luego
proceder a amarrar el bote. En seguida nos pidió que bajásemos a tierra mientras
él y Dorita se dedicaban a arreglar los anzuelos. Como yo no sabía nada de eso
tuve que conformarme solamente con verlos trabajar. Él escogió un lugar
apropiado para lanzar el sedal al agua, pues lo vi montarse sobre el tronco de
un árbol caído que iba a dar un poco más allá de la orilla. Mi hermana, por su
lado, se alejó en dirección contraria, invitándome a que la acompañase. Yo me
fui con ella para dejar en paz a papá, a quien no veía tan contento ese día,
aunque al principio yo achacaba su mal humor al hecho de haberme tenido que
llevar con él."


-.....Mas siendo una niña pronto me olvidé de todo y mientras
Dorita lanzaba el sedal una y otra vez esperando a que picaran, yo me entretenía
lanzando piedritas hacia el agua. Como era casi mediodía el sol brillaba en lo
alto y el calor se hizo insoportable. Pero gracias a la sombra de los altos
árboles los rayos solares no quemaban nuestra piel. Pasaron las horas y tanto mi
papi como mi hermanita cogieron algunos peces de regular tamaño que yo tocaba
con miedo dentro de la canastilla mientras se removían como queriendo regresar
al lago. En esas me hallaba cuando sentí la presencia de papá junto a nosotras.
Escuché cuando le dijo a mi hermana:


-Ya te diste cuenta, Dorita, que hoy casi no pican como otras
veces?


-Si, papi...tal parece que se hicieron ojo de hormiga, no?

-Así es...y creo que será mejor que nos movamos de aquí.

-Como quieras, papito...pero hacia donde iremos?

-Sé de otro lugar que está más adentro...pero será muy
peligroso que Sabrina vaya con nosotros...por eso la dejaremos aquí bajo de la
sombra mientras nosotros vamos.


-Está bien papi...como tú digas... –respondió Dorita-

Yo no quise hace ningún comentario pero asentí con la cabeza,
mientras mi padre me daba indicaciones para que no me moviera de aquel lugar.
Pronto los ví alejarse entre la espesura de los verdes árboles, un poco
entristecida por los acontecimientos. No me gustaba quedarme sola, pero como
papá me había dicho que aquel era un lugar seguro, pronto me tranquilicé,
continuando con mi pasatiempo de lanzar piedrillas al agua. En virtud de que los
minutos transcurrían sin ver a nadie más por allí, el tedio comenzó a invadirme
sintiéndome al cabo tan aburrida que hasta me estaba arrepintiendo de haberlos
acompañado. Mas yo estaba ajena a que la diosa fortuna estaría de mi lado ese
día. Tratando de no aburrirme más me levanté de donde me hallaba sentada y
dirigí mis pasos hacia la tupida maleza por donde ellos se habían ido. Caminé
unos cientos de metros, no lo sé con certeza, no con la intención de hallarlos a
ellos sino más bien para conocer las inmediaciones tan hermosas de aquel lugar
tan especial. Pero me llevé una gran sorpresa al escuchar a lo lejos ciertas
voces provenientes de la parte trasera de unos altos matorrales. De momento
pensé que papá y Dorita estarían quizás pescando en ese lugar, pero viendo que
el lago quedaba justamente en el lado contrario, una sospecha despertó muy
dentro de mí la innata curiosidad que desde niña he tenido. Así que agazapada
entre la maleza me fui acercando sin hacer ruidos hacia el sitio donde escuchaba
las voces. Cuando estuve lo suficientemente cerca para ver todo con claridad me
acuclillé y me puse a observar lo que hacían."


-Ay amiga...¿Te digo algo?...

-Si, Ale...adelante...

-Tus confesiones me están poniendo tan caliente como no
tienes una idea...


-Jajajaja...¿Y las tuyas?...¿Cómo crees que me pusieron a
mi?...


-Ay sí...ya me lo imagino...pero eso es normal, no?

-Si, claro...es muy normal....no tenemos agua en las venas,
no crees?


-Jajajaja...cierto...¿Pero que fue lo que viste?...Anda
cuéntame que me tienes en ascuas..


-Mmmm...sí...yo también me pongo igual al recordarlo...pero
escucha...



CONTINUARÁ.


 
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