Historia de Adelita

heranlu

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Adelita estaba desnuda sobre la cama con una mano en la nuca de su amiga Marta, (también desnuda y con la cabeza entre sus piernas) y la otra agarrando con fuerza una de sus preciosas y enormes tetas. Sus ojos estaban cerrados y de su boca abierta salían gemidos de pre-orgasmo. Moviendo su pelvis de abajo arriba, de arriba abajo y alrededor, le dijo a su amiga:

-Me voy a correr, Marta, me voy a correr.

Adelita, aceleró los movimientos de pelvis y se corrió en la boca de su amiga, jadeando como una perrita.

Al acabar se echaron boca arriba en la cama.

Adelita tenía 17 años y era mulata. Su cabello era negro azabache, rizado y largo. Medía 1 metro 75, pesaba 90 kilos, y sus medidas eran: 112, 90, 124. Su amiga Marta, tenía su misma edad. Era rubia, de ojos azules, y su cabello era cortito. Medía 1.78. Pesaba 58 kilos, y sus medidas eran 86,58, 90. Las dos querían ser modelos, cada una en su categoría.

Gerardo, el padre de Adelita, había escuchado los jadeos. En bata de casa fue a la habitación de su hija, y en el umbral de la puerta, le preguntó:

-¿Estás bien?

Adelita, para disimular, comenzó a gemir, y gimiendo, le respondió:

-Estoy gorda como una vaca.

-Estás como una flor.

Adelita y Marta se sentaron en el borde de la cama.

-Como un flor marchita.

-No, hija, eres muy, pero que muy, muy guapa.

-No soy guapa, soy gorda, y las gordas no son guapas. ¡Cómo voy a ser modelo!

Marta, entró en el juego.

-No digas tonterías, eres preciosa.

Gerardo, que era un hombre de 1.82 de estatura, de 42 años, moreno y fuerte, fue al lado de su hija, que lo cogió de la mano para que se sentase en medio de ella y de Marta. Gerardo le apartó el cabello de la cara, le puso un dedo en el mentón, le levantó la cabeza, le recorrió la cara con las yemas de sus dedos, y mirándola con sus ojos de ciego, le dijo:

-Tiene razón tu amiga. Eres la flor más bonita de toda Cuba. Cada día te encuentro más guapa y con la piel más fina.

-Soy un cardo.

Gerardo, le acarició el cabello con una mano, y besó a su hija en la mejilla.

-Eres una rosa.

Adelita le dio un pico en los labios a su padre, que le dijo:

-Eres la cosita más dulce que hay sobre la tierra, Bernarda.

Bernarda, era la madre de Adelita, una cubana que los abandonara tres meses atrás, y al hacerlo, a Gerardo se le fuera la olla.

Marta, le dio otro pico. Gerardo, sonriendo, les dijo:

-¡Ay qué traviesas!

Adelita le llevó una mano a una de sus tetas y Marta a una de las suyas. Gerardo, magreándo las tetas, les dijo:

-¡Estáis desnudas! Ya me parecía a mí que aquí olía mucho a chochito. ¿Estuvisteis jugando?

Adelita le preguntó:

-¿Te molestaría si lo hubiésemos hecho?

-En absoluto.

Marta, que fuera a la casa con la idea de follar con Adelita y con Gerardo, le dijo:

-Bernarda se acaba de correr en mi boca ¿Quieres correrte tú también?

-No, no vaya a ser que se marche otra vez.

Adelita recordó el día que había llegado de pasear y su padre la abrazara cofundiéndola con su madre. Le diera un beso con lengua casi interminable. Se quedara de piedra. Supo que se le había ido la olla. Al principio le dio pena, pero cuando sintió su verga empalmada cerca de su virginal chochito, se puso tan cachonada que se dejó hacer. Recordaba como le quitara la blusa y el sujetador y le devorara las tetas, como de pie le quitara las bragas, le comiera el chochito y se corriera en la boca de su padre. Como la llevara a su dormitorio, como la desvirgara y hiciera que se corriera tres veces más. Adelita, le dijo su padre:

-No me volveré a ir, cariño. Deja que Marta te la mame.

Marta se arrodilló delante de Gerardo, le quitó el calzoncillo y sacó su verga, larga, gorda y flácida. Adelita, le quitó la bata y luego hizo que se echara hacia atrás, le besó, lamió y chupó las tetillas y después le metió la lengua en la boca, Gerardo se la chupó, después ella se la chupó a Gerardo. Se fueron saboreando mutuamente mientras Marta le acariciaba, lamía y chupaba las pelotas. Masturbaba con su mano derecha la verga, le lamía y mamaba la cabeza...

Adelita, pasado un tiempo, fue a la cocina y volvió con un spray de nata, mermelada de fresa, fresas y mantequilla.

-¿Quién quiere que la coman todita?

Sacando la verga de la boca, de la que cayó cantidad de saliva mezclada con aguadilla, exclamó Marta:

-¡Yo!

Marta se echó boca arriba en la cama. Adelita puso todo encima de la mesita de noche, y le preguntó a su padre:

-¿Vas a comer todo lo que le ponga a Marta en la boca, en las tetas, en el ombligo y en el chochito?

-Voy, pero deja que vea como es. A ti ya te conozco, a ella, no.

Gerardo, a tientas, supo donde estaba Marta, se arrodilló entre sus piernas con la verga tiesa, y con las yemas de sus dedos le hizo un reconocimiento facial.

-Eres hermosísima!

Luego sus manos recorrieron el cuello de Marta. Sus hombros, sus tetas y sus pezones, su cintura y sus caderas, sus piernas, los dedos y las plantas de sus pies. Volvió recorriendo el interior de sus muslos, tocó su chochito empapado, le metió un dedo, -Marta soltó un sensual gemido- lo llevó a la boca, probó el jugo, y le dijo:

-¡Eres la perfección hecha mujer!

Adelita, se celó.

-¿Y yo que soy? ¿Una vaca burra?

-Tu eres una diosa de ébano.

Mientras Gerardo se masturbaba para que no se le bajase la verga, Adelita le puso una fresa en la boca a Marta. La comieron juntas y se besaron. Rodeaba Marta con sus brazos el cuello de Adelita, cuando le dijo Gerardo:

-¿No habías dicho que iba a ser yo el que comiera?

Adelita le puso una fresa en la boca a Marta. Partió otra a la mitad y le clavó una mitad en cada uno de los pezones erectos. Partió una segunda fresa, comió la mitad y la otra se la puso en el ombligo. Le echó mermelada en el chochito, y le dijo a su padre:

-Toda tuya.

Gerardo, tomando la cara de Marta con sus manos, comió la fresa que tenía entre sus dientesy después le comió la boca, -al dejar de besarla él, la besó Adelita- comió las mitades de fresa clavadas en sus pezones y le comió tetas y pezones. -al dejar de comerlas, Adelita, se las magreó- Comió la mitad de la fresa del ombligo, se lo lamió y besó. Fue a por el chochito untado en mermelada de fresa. Al comenzar a lamer ya Marta besaba a Alicia con lujuria y se deshacía en gemidos. Al rato, a punto de desbordar, y con una mano en la cabeza de Gerardo, le dijo:

-¡Sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, no pares, no pares, no pares, no pares, no pares, no pares! ¡¡No pares que me corro¡¡ ¡¡¡Me corro!!!

Gerardo, mientras Marta movía el culo alrededor y se sacudía, mantuvo la lengua dentro de la vagina y sobre su clítoris. Al acabar le lamió el chochito, y le dijo:

-Impagables estas aguas tan frescas!

Adelita estaba como una moto. Se echó boca arriba, y le dijo a Marta:

-Échame nata donde tu sabes.

Marta, con el spray, le echó nata, y para que Gerardo se enterase donde tenía que lamer, lo iba diciendo en voz alto:

-Labios... cuello... por ambos lados... tetitas... vientre... ombligo... y chochito.

Al acabar de pringarla de nata, Gerardo, a tientas, fue y le quito a lametazos la nata de encima a su hija... En el chochitio se paró un rato. La puso como una loba en celo. Adelita, le cogió la cabeza con las dos manos, se la apartó del chochito, y le dijo:

-Echate boca arriba, Gerardo.

Después de echarse boca arriba, Adelita, cogió un condón en la mesita de noche y se lo puso en la verga. Subió encima de su padre. Le puso el culo en la boca y Gerardo le folló el ojete con la lengua. Al rato, Adelita, se puso en posición, acercó con su mano la verga a ojete, que ya se abría y se cerraba, y se la metío hasta el fondo del culo, pues si la mete en el chochito ya se corre, Marta, le preguntó:

-¡¿Te gusta por el culo, Adelita?!

-Sí. ¿A ti no?

-Nunca me la metieron. ¿Da gusto?

-Después, si quieres...

-Quiero.

Gerardo, le dijo a Marta:

-Ponme el culo en la boca que te lo voy preparando.

Le puso el culo en la boca y Gerardo se lo comenzó a trabajar.

Adelita, besaba a Marta, le comía las tetas y se las magreaba. Marta, le hacía lo mismo a Adelita y además se frotaba el clítoris con los dedos. Algo más tarde, Marta, viendo que a Adelita se le iban cerrando los ojos, le preguntó:

-¿Te vas a correr?

-Siiiii.

-¡Que envidia!

Marta se metió dos dedos en el coño empapado.

-Corrámonos juntas. Espera por mí.

-¡No puedo esperar, Marta, no puedo esperar! ¡¡¡Me corro!!!

Viendo como Adelita gemía y temblaba y sintiendo la lengua de Gerardo en su ojete, Marta, casi se corre, pero al no correrse al mismo tiempo que su amiga, quiso saber que se sentía al ser penetrada analmente.

Al quitarse Adelita de encima de su padre. Marta ya iba lanzada a meter la verga en el culo engrasado de saliva. Adelita, la detuvo.

-Espera, no seas impaciente. Ponte a cuatro patas.

Marta se puso a cuatro patas. Adelita untó tres dedos con mantequilla y le folló el culo con ellos. Después le untó el condón de mantequilla a su padre... Marta subió encima de Gerardo. Adelita le puso la verga en el ojete. Marta empujó y lo fue metiendo poquito a poco. Una vez dentro, le dijo Marta a Adelita:

-Creo que me puedo correr así.

No se correría así. A los quince minutos, más o menos, quitó la verga del culo. Le quitó el condón a la verga. Se la metió en el chochito y minutos más tarde, al sentir la leche calentita de Gerardo dentro de ella, se corrió, diciendo:

-Que corrida,¡Qué corrida! ¡¡Que corrida! ¡¡¡Qué coooorriiiiida!!!

Marta, tuvo un orgasmo tan fuerte que de su chochito salieron a presión chorros de jugo, mientras temblaba como sacudida por una corriente eléctrica.

Domingo 1 de julio de 2018 - 9 de la mañana.

Gerardo estaba arrodillado en el confesionario de la iglesia, y el cura, un cincuentón, le decía:

-¡¿Otra vez, Gerardo?! No vuelvas a confesarte si te sigues acostando con tu hija...

-Está vez fue con mi hija y con Marta, la hija del farmaceútico. Soy un pobre ciego que esta tarde va a volver a pecar...

-Lo que eres es un hijo puta. O compartes o se lo cuento al padre de Marta.

-¡¿Y que pasa con el secreto de confesión?!

-¡Pasa que me lo paso por el forro de los cojones! Mira, ahí viene el farmacéutico.

-Vale, comparto, comparto.
El cura, después de comer, estuvo esperando por Gerardo, pero Gerardo no apareció. Se cagó en su puta madre, en sus muertos y en todo lo que se movía, hasta que ya entrada la noche recibió una llamada de Adelita preguntándole porque no fuera a su casa, en ese momento se cago en su propia madre.

A media noche, la criada entró en la habitación del cura. Había cortado la luz. Traía un quinqué en la mano. Llevaba puesto un vestido blanco de novia, un largo velo y estaba descalza. Puso el quinqué sobre la mesita de noche. Sebastián, vestido con su sotana, se arrodilló al lado de la cama. Aurora se acercó a él. El cura le besó los pies. La criada comenzó a hablar con voz dulce y pausada.

-Levántate y desnuda a tu aparición virginal, Sebastián.

El cura, le abrió la cremallera del vestido de novia y el vestido cayó al piso de la habitación. Aurora llevaba puesta lencería antigua... un corsé y unos pololos del mismo color que el vestido. Sebastián le desató los cordones del corsé y unas tetas grandes con pezones erectos quedaron al descubierto. Aurora, le dijo:

-Mira pero no toques los impolutos senos de una virgen.

-Como mandéis, virgencita.

-Acaba de desnudar a tu angelical señora.

Sebastián le quitó los pololos. Volvió a besar los pies de Aurora, subió besando y lamiendo los muslos hasta llegar a su coño peludo. Aurora, lo cortó de nuevo.

-No profanes mi sagrada cueva con tu lengua pecadora.

-¡¿Qué clase de virgen es esa que me dice que la desnude, que la mire, pero que no la toque?!

-Una santa mujer.

-¡Pues maldita sea mi suerte!

-No maldigas, Sebastián. ¿Has pecado de pensamiento, palabra o obra?

-Sí, señora.

-Dame la fustigadora.

El cura cogió debajo de la cama una zapatiila negra con el piso de goma del mismo color y se la dio.

-Date la vuelta y levanta la sotana, pecador.

El cura, empalmado como un asno, se dio la vuelta, levantó la sotana y se inclinó. No llevaba calzoncillos. Su culo estaba blanco como la leche, aunque por poco tiempo, Aurora, se lo iba a poner rojo como un tomate maduro.

-Plas, plas. ¡Plas, plas¡ ¡¡Plas, plas!! ¡¡¡Plas, plas, plas, plas!! Plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas. ¡¡¡Plas, plas, plas, plas!!!

Aurora, dejó caer la zapatilla, y le dijo al cura:

-Reza...

El cura ya estaba como un toro.

-¡Reza tú, calienta sotanas!

-Respétame, Sebastián

-¡Echate sobre la cama!

-No abuses de mí, por favor.

El cura cogió la zapatilla y le largó a su sobrina cuatro veces en las nalgas:

-¡¡Plas, plas, plas, plas!!

Aurora se echó sobre la cama y tapó su cuerpo con el velo. El cura abrío un cajón de la mesita de noche y sacó un spray con aceite perfumado. Apartó el velo y le echó aceite sobre una teta, sobre el brazo, en parte del vientre y por una pierna y un pie. Aurora se volvió a tapar con el velo. El cura, primero masajeó el brazo, y después, con las dos manos, por debajo del velo, masajeó esa teta por ambos lados, Aurora, al principio, ponía una mano sobre ella para que no le masajease el pezón, pero poco después. cuando el pezón rayaba acero, se quitó el velo de encima, estiro los brazos a los lados de su cuerpo, cerró los ojos y se dejó hacer. El cura masajeó su otro brazo, su otra teta y después las dos. Echó más aceite y masajeó su vientre y sus costillas para luego masajear sus pies, dedos, plantas, tobillos... Subió masajeando sus muslos, los lados de la vulva y le besó el clítoris, que ya estaba fuera del capuchón. Aurora, juntando las piernas, exclamó:

-¡Ay que me corro!

Sebastián, puso una mano de canto entre sus piernas, Aurora las abrió de par en par. Con tres dedos acarició su coño abierto. Los movimientos horizontales de los dedos fueron lentos al principio. Cogieron velocidad poco a poco, y cuando ya iban a toda hostia, Aurora, chilló:

-¡¡¡Me corro!!!

Al acabar de correrse, el cura le dio la vuelta. Masajeó su cuello, sus hombros, su espalda, sus costillas, y su culo. Masajéó sus nalgas. su periné y su ojete... Aurora ya no paraba de gemir. Unos veinte minutos más tarde, le metió un dedo en el culo y otro en el coño. Aurora, le dijo:

-¡Sigue y haz que me corra de nuevo, huevón!

El cura sacó los dedos, cogió la zapatilla, y le dio:

-¡¡Plas plas plas plas, -ay ay ay ay, se quejaba Aurora- plas plas plas plas plas plas!!

-¡¿Quién es un huevón, puta, más que puta?!

Se ve que le gustara, ya que le respondió:

-¡Tú! ¡¡Huevón, huevón, huevón!!

El cura, le volvió a dar.

-¡¡Plas plas, plas, plas, plas plas!! ¡¡¡Plas, plas!!!

Sebastián, caliente como un perro, dejó de largarle y se la metió en el culo. Aurora, que aún estaba más caliente qué el, no tardó en tener un orgasamo anal, diciendo:

-¡¡¡Llego al cielo!!!

Después de que disfrutara Aurora, el cura, se la quitó del culo a su sobrina, se la metió en el coño, y con una docena de clavadas, se corrió, diciendo:

-¡¡Tooooooooooma, zorra!!

Al acabar la faena, le preguntó el cura a Aurora:

-¿Te gustaría echar unos polvos con Adelita, Marta, Gerardo y conmigo?

-¿Gerardo, el ciego, su hija y Marta, la hija del farmaceútico?

-Sí.

-¡¿Quieres hacer una orgía?!

-Quiero.

-La cosa promete. Cuenta conmigo.
Después de hablar Gerardo con su hija y con Marta, y de no reprocharse los engaños mutuos, acordaron montar una pequeña gran orgía con el cura y su sobrina, al fin y al cabo, todos buscaban lo mismo, placer. Invitaron a comer a Sebastián y a Aurora, que iban a traer con ellos una sorpresa llamada Sandrita. La joven era una ex meapilas de 18 años, delgadita, de 1.48 de estatura, de ojos azules, muy guapa, sexy a rabiar, hija, nieta y bisnieta de beatas, a la que el cura y su sobrina habían convertido en una viciosa.

Llegó el día de la orgía.

Gerardo, Adelita y Marta, estaban frente a Sebastián su sobrina y Sandrita, sentados a la mesa del comedor. Sobre la mesa había seis platos de almejas a la marinera que estaban comiendo con las manos, pan y vino blanco. El cura le dijo a Adelita.

-Están buenas las almejas. ¿Las hiciste tú?

-Sí, son almejas babosas, -miró para Sandrita y lamió una almeja- pero me gustan más crudas, -la chupó- al natural y echando baba.

Aurora, le preguntó:

-¿Ya comiste muchas, Adelita?

-Varias, con mermelada, con nata, con mantequilla..., pero como ya te dije, me gustan más al natural y echando baba.

-Se ve que te gusta la buena comida.

El cura, le preguntó:

-¿Y los percebes? ¿Te van los percebes, Adelita?

-¡Me encantan! Les quito la piel de la cabeza y no me canso de chupar.

-¿Y a ti, Marta?

-A mi me va de todo. La almeja babeando, el percebe, -le miró para las tetas a Sandrita- el queso de tetilla. ¿A ti te va el queso de tetilla, Sandrita?

Sandrita, le respondió:

-Me encanta el queso de tetilla, la leche calentita. Comer y que me coman el cucu. ¿Ya te corriste comiéndote el cucu?

-¿Con el cucu quieres decir el coño?

-No, con el cucu quiero decir el cucu. La otra es la cuca. ¿Te corriste comiéndotelo?

-No, pero no me importaría correrme así.

Gerardo, el ciego, le preguntó al cura:

-¿Le comiste tú el culo, Sebastián?

-No, yo soy de almejas.

Adelita, miró para Aurora, y dijo:

-¡Qué guarrilla!

-Si, y tú, tu padre, Marta y Sandrita, más. ¡Qué estamos comiendo, maleducados!

Sandrita, le dio la razón.

-Tienes razón, comer cucus no es algo de lo que se debe hablar mientras se está comiendo a la mesa y menos comiendo algo tan delicioso... Aunque tu almeja creo que me va a gustar más que estas.

-Crees bien, es muy jugosa.

Poco más tarde, al acabar de comer las almejas, le dijo a Adelita a Marta:

-Ayúdame a recoger la mesa.

Aurora, se anotó.

-Yo os ayudo. ¿Recoges, Sandrita?

-Claro.

Recogieron los platos y los llevaron a la cocina. Allí, Aurora le tocó el culo a Adelita, Adelita agarró por la cintura a Aurora y le dió un beso con lengua que mojó su coño, Marta, por detrás, le besaba el cuello. Al acabar de besarla Adelita, Aurora, giró la cabeza y recibió otro beso con lengua de Marta mientras Adelita le magreaba las tetas, luego le dijo a Sandrita:

-Me he mojado más que contigo.

Sandrita, se puso cachonda.

-No me provoques que te la como aquí mismo.

Adelita, cogiendo las fresas con nata de su padre y las suyas, le dijo a Aurora:

-Coge tus fresas y las de tu tío antes de que Sandrita se ponga más perra.

Aurora cogió los platos, Marta y Sandrita cogieron los suyos y volvieron a la mesa.

Las primeras fresas con nata que cogieron del plato Adelita y Marta se las llevaron una a la boca de la otra, las comieron y después se besaron. El cura se puso palote. Sandrita metió una mano y medio brazo bajo el mantel, Aurora, mirándolas, se mojaba aún más, Gerardo, comía fingiendo que no se enteraba de que iba la cosa, y preguntó:

-¿A qué viene tanto silencio?

Le respondió el cura.

-Tienes a dos viciosillas en casa.

-¡¿Ya empezaron a comerse los coños?!

El cura no salía de su asombro.

-¡Y lo dices cómo si dijeras que ha empezado a llover!

-A llover va a empezar cuando se corran. Ponte un chubasquero, Sebastián.

-¡Coooooño! ¡¿Tanto jugo echan?!

Habló Adelita.

-Ya lo sabrás cuando lo bebas. -habló ahora con su padre- No nos estamos comiendo los coñitos, papá, nos estamos besando.

-Ya lo sabía, hija. Quería vacilar a Sebastián. El ruido de vuestros besos es inconfundible, como inconfundible es el ruido que hacen esos dos deditos entrando y saliendo del coño.

-Nosotras no somos, papá.

-Ya lo sé, hija, el ruido viene desde la posición de Aurora y de Sandrita.

Efectivamente, protegidas por el mantel de la mesa. Aurora y Sandrita se estaba haciendo un dedo. Aurora, le dijo:

-¡Joder! ¡Qué oído tienes, Gerardo!

-Joder os voy a joder yo a las dos, os voy a joder bien jodidas, aunque ahora mismo, mojaditas como debéis estar, os la comería hasta que me llenaseis la boca de babas.

El cura ya estaba impaciente.

-¿Dónde va a ser la fiesta, Gerardo?

-En la habitación de mi hija.

-¿Vamos?

-Cuando acabemis las fresas con nata.

Al acabar las fresas con nata, Adelita y Marta cogieron por las manos a Gerardo y lo llevaron a la habitación. El cura se sentó en la cama, junto a Sandrita.

Adelita y Marta dejaron a Gerardo en medio de la habitación. Adelita le dijo a Aurora:

-Ven junto a mi padre.

Aurora se acercó al ciego. Gerardo le hizo un reconocimiento facial con las yemas de sus dedos.

-Eres muy bonita.

-Gracias.

El ciego la besó con lengua, le quitó la blusa y el sujetador, le acarició, besó y lamió tetas y pezones, luego sus manos bajaron desde sus axilas a las caderas para reconocer sus curvas. Se puso en cuclillas y le quitó la falda y las bragas. Puso su mano en su cintura y lamió el coño empapado. Adelita besó a Aurora y Marta le comió las tetas. Sandrita se sumó a la fiesta y le comió y le nalgueó el culo. Aurora no tardaría en derrretirse. Agarró la cabeza de Gerardo, y dijo:

-¡Cabronas! Me vais a matar de gusto! ¡Me voy a correr cómo una perra!

Sandrita le metió un dedo en el culo y se lo folló con él. Gerardo le metió dos en el coño, la masturbó y lamió su clítoris. Aurora ya no aguantó más.

-¡Me vieeeeeeeene! ¡¡ya ya ya ya ya! -las piernas le comenzaron a temblar y de su coño salió jugo como de un grifo abierto- ¡¡¡Yaaaaaaaaaaaaa!!!

Aurora se corrió en la boca del ciego. Mientras se derretía de placer tuvo que ser sujetada por Adelita y Marta ya que sus fuerzas flaquearon.

Al acabar de correrse la ayudaron a sentarse en el borde de la cama. Después, Adelita, Marta y Sandrita, comenzaron a desnudar al ciego... El cura quitó la sotana para presumir de polla, pero al ver la verga de Gerardo se dio cuenta de que nada tenía de lo que poder presumir, si acaso de los cojones, que los tenía como huevos de gallina.

Al estar desnudo, Marta, cogió de la verga al ciego y lo llevó a la cama, donde se sentó.

Adelita, a pesar de ser gorda, tenía las enormes tetas duras, lo mismo que las nalgas, y le gustaba exhibirse, y como con su padre no lo podía hacer, ese día quiso resarcirse. Puso la canción: Kiss me Baby one more time, de Britney Spears y bailando, comenzó a hacer un striptease para el cura, Aurora y Sandrita, que seguía vestida. Marta hizo otro striptease al mismo compás que ella... Se veía que ya lo tenían ensayado. El contraste era maravilloso.

Acabó la canción. Ya desnudas, Adelita y Marta fueron junto a Sandrita, que estaba sentada en el borde de la cama. Adelita le tendió una mano, Sandrita se levantó, Adelita la besó con lengua cogiéndole el culo, Sandrita le rodeó el cuello con sus brazos. Marta. le abrió el corchete y la cremallera de su falda gris de tablas y la falda cayó al suelo. Le bajó las bragas blancas. Un pequeño coño rodeado de vello negro quedó al descubierto. Le nalgueó el culo, le besó las nalgas y le lamió el ojete, Sandrita, abrió las piernas. Adelita le quitó la blusa blanca. No llevaba sujetador. No le hacía falta. Sus tetas eran pequeñitas, como peras de agua. Se las comió. Se agachó, le lamió el chochito, y cuando pensó que se la iba a comer, Adelita, se puso en pie, y le dijó al ciego:

-Ahí te va, papá, ¡Dale duro!

El ciego, se echó boca arriba en la cama. Marta, puso su coño en su boca. Gerardo se lo comenzó a comer. Sandrita, subió encima del ciego y se metió la gran verga en el coño. Al comenzar a cabalgarlo, dijo:

-¡Dios, cómo me llena el coño esta maravilla! No voy a tardar en correrme.

Tardó, tardó más de media hora, pero cuando se corrió, tuvo el orgasmo más largo y más fuerte de su vida. Con tanta fuerza le vino que se tuvo que quitar de encima del ciego y acabar de correrse a su lado, en posición fetal y estremeciéndose como si estuviese temblando de frío.

Marta, a punto de correrse, y viendo como disfrutaba Sandrita, le preguntó a Gerardo:

-¿Quieres que me corra en tu boca o que me aparte?

-Dámela, quiero beber mujer.

Unos segundos más tarde, Marta, ponía los ojos en blanco, gemía y se convulsionaba. De las comisuras de los labios de Gerardo salían pequeños riachuelos de flujo de la descomunal corrida, excitadísimo, le dijo a su hija:

-¡Sube Adelita que te quiero llenar el coño de leche!

Adelita subió encima de su padre, cogió la verga, la metió en su coño y lo cabalgó... El cura, que estuviera esperando la ocasión, le lamío y le folló el ojete con la punta de la lengua al tiempo que le magreaba las tetas... La calentó tanto, que al rato, le dijo Adelita.

-Métemela en el culo, Sebastián.

Dicho y hecho, el cura, nalgueándola, se la clavó en el culo. Entrara sin dificultad. La polla era la mitad de la verga de su padre. Adelita estaba en la Gloria con su primera doble penetración... Folló a los dos moviendo su culo muy lentamente, y mirando como Aurora le ponía el coño en la boca a Sandrita, que estaba boca arriba, y como Marta se lo comía a Sandrita.

Mas de medía hora después, Sandrita, decía:

-Yo os dejo, yo os dejo, yo os dejo. ¡¡Me voy!!

Los gemidos produjeron efecto cadena de orgasmos. Aurora se corrió en la boca de Sandrita. Sandrita en la boca de Marta. El cura dentro del culo de Adelita y su padre en su coño.

Adelita, llena de leche, acabó chillando con el tremendo placer que sentía.

-¡¡¡Me vieeeeeeeeeene!!!

Los cinco descansaron un rato, y descansando vieron como Marta comenzaba a hacerse un dedo. Aurora, le preguntó:

-¿Quieres que te coma el culo hata que tengas un orgasmo anal?

-Nada me gustaría más.

-Échate boca abajo.

Marta se echó boca abajo. Aurora iba a empezar la faena desde arriba. Le lamió una oreja y le mordió el lóbulo. Marta, giró la cabeza y le hizo lo mismo en la otra oreja. Le besó el cuello. Le acarició las tetas. Buscó sus labios y la besó. -El cura comenzó a menearla, Sandrita y Adelita se comenzaron a hacer un dedo, mirando para ellas, y el ciego, escuchando, también se la empezó a pelar- Aurora, bajó besando y lamiendo la espalda de Marta. Al llegar a las nalgas le dio varios cachetes, se las apretó, se las acarició, besó y lamió, después las abrío con las dos manos y lamió el preriné y el ojete. La lengua de Aurora, entre cachete y cachete, lamía y entraba y salía del culo sacando de la garganta de Marta deliciosos gemidos. Pasado un cuarto de hora, o más, dijo Marta:

-Méteme un dedito.

-No.

-Pasa tu lengua por mi coño, por favor.

Aurora le azotó las nalgas, y después le dijo:

-No.

Con el ojo del culo latiendo, y el coñito abriéndose y cerrándose y echando jugo, le imploró:

-¡Por favor, por favor, por favor, cómemela!

Le dio una docena de cachetes que le dejaron el culo colorado.

-No, no y no.

-¡Necesito correrme!

Quien se iba a correr era Adelita.

-Yo no aguanto más, no aguanto más. ¡¡Me corro!!

Adelita, al comenzar a correrse, y antes de retorcerse con el gusto, sintió caer sobre sus tetas la leche del cura, y le dijo:

-¡¡En mi boca, en mi boca!!

El cura se la metió en la boca y Adelita tragó la leche que faltaba por salir.

Gerardo, se corrió soltando un potente chorro de semen, y sin querer, bañó la cara de Sandrita. Eso fue el detonante para que, entre sensuales gemidos y sacudidas, se corriera chillando como una loca.

-¡¡¡Sí, síííí, síííííí, sííííííííí!!!

Marta, ya estaba caliente como una brasa, y al sentir los gemidos y los gritos de las corridas, se puso caliente como la lava de un volcan. Se dió la vuelta. Giró a Aurora, le puso el coño en la boca y se lo frotó contra los labios... Como no sacaba la lengua, desesperada, le echó las manos al cuello, apretó, y le preguntó:

-¡¿Me la vas a comer, puta?!

Aurora, negó con la cabeza. Marta, dejó de apretarle el cuello. La besó con lengua. Después puso su coño empapado sobre su teta izquierda. Frotó su clítoris contra el pezón, y en nada, casi susurrando, dijo:

-Me cooooo. ¡Ooooooooh! Me corro.

Marta, temblando, disfrutó de una corrida de época. El jugo que echaba era tanto que fue cubriendo totalmente la teta, hizo una pequeña charca en su vientre y dejó un gran lamparón sobre la sábana de la cama.

Y aqui lo dejo. Me voy a hacer una paja.
 
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