Hijo, Mamá se va a Correr 002

heranlu

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Le dio el primer beso. Laura ya estaba demasiado cachonda cómo para no querer disfrutar el momento. Le cogió la polla, la frotó en el coño y la dejó en la entrada de la vagina. Echó los brazos alrededor del cuello de Gustavo, puso las piernas alrededor del culo y le devolvió el beso. Gustavo empujó y se la clavó hasta el fondo. La polla había entrado ajustada. Gustavo le dijo:

-La tienes muy estrecha.

-Depende para quien.

-¿Qué has dicho?

-Nada. ¿Te gusta que la tenga estrecha?

-Me encanta.

Le dio caña mientras se comían las bocas. Al entrar tan justa a Gustavo le produjo tanto placer que no se pudo aguantar. Se corrió dentro de su coño.

Al acabar, Laura, decepcionada por no haberse corrido otra vez, le preguntó:

-¿Puedo irme ya?

Gustavo la puso en el piso, se puso en cuclillas y lamió su coño de abajo a arriba. Laura sentía salir de su coño la leche de la corrida y sentía cómo la lengua la esparcía por sus labios vaginales y por su clítoris. Al rato sintió que se iba a correr.

-No pares, no pares que... ¡Me corro!

Después de llenarle a boca de jugos le dijo:

-¿Satisfecho? ¿Puedo irme ahora?

-¿No quieres volver a correrte subiendo encima de mí? Tengo una cama de agua.

-Está visto que no voy a llegar a la boda.

No llegó ni al banquete.



Veinte años más tarde

Hacía un calor insoportable. Fuera de la casa se podían freír huevos encima de las piedras y dentro de ella sudaban cómo cerdos Laura Lucía Antonia Gabriela y Ramón. Ramon estaba en la cocina de la casa vestido con un mono azul removiendo con un pincel el barniz de un pequeño bote que tenía encima de una silla. Llegó Laura. Venía descalza, vestida con una falda blanca con flores rojas que le daba por encima de las rodillas y una camiseta blanca holgada y sudada en la que se le marcaban sus pequeños pezones. Su cabello negro lo traía húmedo del sudor.. Agarró una de las botellas que había encima de la mesa y echó un trago, trago que escupió nada más entrar en su boca.

-¡Qué coño es esto!

-Vino. La botella de al lado es la de agua, mamá.

-Podías haber avisado.

-El vino blanco también quita la sed.

-De eso nada, da más sed.

Laura cogió la otra botella y le echo un trago. Le cayó agua por encima del vino que le había caído en su camiseta. Se le marcaron en ella las pequeñas tetas y los pezones. Después de beber se sentó en una silla, separó las piernas al más puro estilo de la Chiquita Piconera, se inclinó hacia delante, tiró hacia fuera la camiseta para despegarla del cuerpo y luego moviéndola hacia dentro y hacia fuera se dio aire. Ramón, que tenia veinte años y era moreno y alto, viendo cómo le colgaban las tetas le dijo:

-No hay quien pare, debemos estar a 40 grados, por lo menos.

-Es demasiado el calor que hace. ¡Qué bien debe estar Gustavo en Suiza!

Gustavo llevaba diecinueve años en Suiza y venía de vacaciones un mes cada dos años

-No creo que esté muy bien sin ti, mamá.

-Yo también llevo casi dos años sin él y encima me estoy asando.

-Eso es muy cierto. ¿Te puedo hacer una pregunta personal?

-Hazla.

-¿Pasas muchas ganas?

-¿De qué?

-¿De chingar?

-¿Por qué me has hecho esa pregunta?

-Por si, eso, ya sabes

Laura puso cara de mala hostia.

-¿No acabarás de decir que tu madre te atrae sexualmente?

-Eso acabo de decir.

-¡¿Te has vuelto loco?!

-No, tu olor corporal actúa en mí como un afrodisíaco.

Laura levantó el brazo izquierdo, olió la axila y dijo:

-A mi me huele a sudor que apesta a pesar de haber echado desodorante.

-Me pone ese olor mezclado con el de tu coño recién corrido. ¿A qué te acabas de masturbar, no limpiaste la corrida y pusiste las mismas bragas que tenías?

-¡¿Me has estado espiando?!

-No, pero tengo tan buen olfato como un perro de caza.

Laura se puso seria.

-¡Qué sinvergüenza!

-Siempre voy con la verdad por delante, me inculcaste tú ese pensamiento.

-¿Algo más?

-Sí, llevo años oliendo esa maravilla que me vuelve loco. Llevó años matándome a pajas después de olerlo y deseo hacerte mía aunque solo sea por una noche.

-Mo me jodas. ¿Qué me hace ser el objeto de tu deseo?

-Tus tetitas, tu boca, tu culo, tu olor corporal...

-Que desees un cuerpo de cuarenta y seis años, podría llegar a asimilarlo, pero lo del olor corporal no lo puedo entender.

-Pues es tu olor a hembra el que me pone malo.

Olió el otro sobaco.

-A mí me sigue oliendo a sudor.

-Tócate el coño y huele

-¡Lo que voy a toca son tus narices!

-¡Si supieras lo buena que estás!

Ramón se puso en pie. En el mono se veía la pequeña montaña que hacía su polla empalmada. Su madre lo vio y le dijo:

-Así debe ser porque con ese empalme... ¿Cuánto tempo hace que no metes?

-Más de un mes.

-Llevo yo casi dos años sin que me la metan y no ando salida cómo tú.

Ahora al mover la camiseta hacia fuera ya no se veía nada, pero Ramón le seguía mirando para las tetas. Laura le dio un empujón y sonriendo, le dijo:

-¿Tienen imán o qué?

La miró a los ojos y le dijo:

-Tienen imán, tienen.

Laura volvió a tirar de la camiseta hacia fuera y a echarla hacia dentro.

-No tienes vergüenza, hijo, no tienes vergüenza.

Se levantó y volvió a su habitación. Ramón le dijo:

-¡Qué rica estás, mamá!

Laura giró la cabeza y sonriendo le dijo:

-Hazte una paja, hijo, hazte una paja.

Unos diez minutos más tarde Ramón fue a la habitación de su madre a ver si sonaba la flauta. Al entrar en la habitación la vio sobre la cama. Estaba de espaldas a la puerta Su camiseta y su falda estaban en piso. Solo llevaba puestas unas bragas blancas. Se quedó embobado mirando para el bulto que hacia su coño en las bragas mojadas. Fue a su lado, le dio un pequeño empujón y le dijo:

-¿Duermes, mamá?

Lura no le contestó. Le dio un par de empujones más. Laura se puso boca arriba, colocó las manos detrás de la nuca y Ramón vio sus axilas peludas. Vio sus pequeñas tetas y su coño sudado rodeado por una gran mata de pelo negro. Se quitó el mono y después le tocó con la yema de un dedo en un pezón, luego en el otro y después le pasó la lengua por las areolas y los pezones. Laura gimió en bajito. Ramón cogió la polla empalmada y comenzó a menearla. Laura se dio la vuelta hacia él. Le pasó la polla mojada por los labios. Al separarla sacó la mitad de la lengua y lamió la aguadilla. Ramón se puso detrás de ella, le apartó las bragas para un lado y le pasó la yema del dedo medio por el ojete, después fue la polla la que se hizo círculos sobre él. Luego de haber jugado un par de minutos con el ojete, se lo lamió, se lo besó y después le metió y le sacó de él la puntita de la lengua. De la boca de Laura escapó un dulce gemido. Ramón dijo:

-Si supiese que no despertabas te la clavaba en el coño.

Volvió a frotar la polla en su ojete. Laura se volvió a poner boca arriba para que la follara.

-Estás buenísima.

Le separó las piernas con cuidado. Laura flexionó una rodilla. Ramón se arrodilló hizo que flexionara la otra y luego se puso entre sus piernas, cogió la polla con su mano derecha y se la frotó en el coño por encima de las bragas, bragas que el coño ya había mojado, lo que hacía que estás se metieran entre sus labios vaginales al frotar la polla. Luego empujó y la punta de la polla y las bragas se metieron dentro de la vagina. Laura soltó un gemido tan sensual que le puso la piel de gallina a su hijo. Ramón le apartó las bragas para un lado, puso la cabeza de la polla en la entrada de la vagina y dijo:

-Voy a conocer el paraíso.

Laura abrió los ojos y le espetó:

-Ni se te ocurra, mi coño es de tu padre.

-Estabas despierta y no decía nada.

-Quería saber hasta donde ibas a llegar.

Le metió la punta de la polla. Laura mordió el labio inferior, echó la cabeza hacia atrás, echó la pelvis hacia delante y la metió hasta la mitad. Antes de que levantara la pelvis Ramón se la clavó hasta el fondo. Laura le dijo:

-¡¿Cómo te has atrevido?!

-Entró sola.

Le puso las uñas en la cara y muy sería le dijo:

-Quítate de encima de mí o te dejo la cara marcada.

Le cogió las manos por las muñecas y se las aplastó contra la cama. Laura le lanzó una mirada de odio y le dijo:

-Me forzarás, pero no lograrás que me corra.

La folló despacito y buscando sus labios con los suyos. Laura no paraba de hacerle la cobra. A medida que fue acelerando las clavadas las cobras eran más pequeñas. Llegó un momento en que se dejó besar, pero no le correspondía con sus besos. Cuando ya las clavadas se hicieron diabólicas y sus gemidos hablaban sin hablar de una inminente corrida, le dijo:

-¡Mamá se va a correr, hijo, mamá se va a correr!

Le dio aún más aprisa. Sus gemidos fueron subiendo de volumen a medida que iba llegando al orgasmo. Su lengua se metió en la boca de Ramón, sus manos agarraron su culo, lo apretó contra ella y acabó diciendo:

-¡Mira cómo se corre mamá, hijo, mira cómo se corre!

Se corrió gimiendo dulcemente y convulsionándose. Su corrida larga e intensa se mezcló con la de Ramón, que al ver su cara de gozo se corrió dentro de ella.

Cuando acabó de correrse Laura le dijo:

-Eres un asalta camas.

-Y tú una delicia de mujer. Quita las bragas y sube encima de mi.

-Soy tu madre, joder.

-Sí, pero como ya lo hicimos...

-Lo has hecho tú, cabronazo, lo has hecho tú.

Ramón le repitió

-Quítate las bragas y sube encima de mí.

Le preguntó con sorna:

-¿Y no quieres también que te haga una mamada?

-No estaría mal. ¿Subes o no?

-¡No, coño, no!

-En ese caso no me queda más remedio que hacerme una paja.

-Aquí, no, vete a hacerla a tu habitación.

Ramón comenzó hacerse una paja.

-¡Te dije que te fueras!

Sin parar de masturbarse le dijo:

-Quita las bragas, sube y dáme una corrida en la boca.

-¡Ni muerta te la daría!

-Pues haré la paja mirando para ti, carita de ángel.

La carita de ángel pasó a ser la cosita sexy, el bomboncito, la diosa...

-Me estoy poniendo enferma, hijo.

-Sube, mamá.

-No soy una puta.

-Se mi puta por un día.

-No voy ser tu puta, soy tu madre, cabrón.

-¡Qué bien suena esa palabra al salir de tu boca!

-¿Cabrón?

-No, puta, dámela en la boca.

-Te ahogaría.

-Dámela, ahógame, mamá.

-No me tientes más, hijo, no me tientes más que me pierdo.

-¡Cobarde!

-¡¿Cobarde yo?

Apartando un poco las bragas hacia un lado le puso el coño en la boca y le dijo:

-Huélelo.

Se lo olió.

-Huele a lubricidad, a perdición...

Laura se lo quitó de delante y le dijo:

-Pues te vas a quedar con las ganas de comerlo.

Se quitó las bragas, subió encima de él, le cogió la polla, la puso en la entrada del coño y con dos dedos le masturbó la corona del glande mientras algo de leche y de jugos salían del coño. La mezcla llegó a los huevos de Ramón antes de mojar la cama.

Cuando Ramón se corrió el primer chorro entró dentro del coño de su madre. La mujer bajó el culo y metió la polla hasta el fondo, suspiró y dijo:

-Ahora sí, ahora necesito correrme.

Lo folló con toda la polla dentro y sin quitar un solo centímetro... Lo hizo frotando su clítoris contra la pelvis de Ramón. Ni veinte segundos tardó en correrse. Corriéndose echó la cabeza y el cuerpo hacia atrás. Convulsionándose dijo en bajito:

-Me corro en tu polla, hijo.

Acabó y siguió follándolo, pero ahora sacándola hasta la mitad y metiéndola con más fuerza... Se corrió otra vez transcurridos un par de minutos. Laura era multiorgásmica y no se cansaba de gozar. Después de la última corrida lo folló con más calma. Esta vez tardó un poco más. Cuando sus gemidos avisaron a Ramón de que Laura se iba a correr de nuevo, le dijo:

-Dámela en la boca, mamá?

Paró de follarlo y con la voz entrecortada le dijo:

-Ya te dije que te podría ahogar.

-Y yo te había dicho que me ahogaras.

Con toda la polla dentro y frotando de nuevo su clítoris contra la pelvis de Ramon le preguntó:

-¿Cuándo bebiste de una mujer por última vez?

-También te lo he dicho, hace más de un mes.

La cogió por la cintura y tiró de ella. Laura se dejó ir hasta que su coño llegó a la boca de su hijo. Ramón sacó la lengua. Gotas de jugo blanquecino cayeron sobre ella. Le lamió el coño... Laura le cogió la cabeza, frotó el coño y el ojete contra la lengua y se corrió apretando la cara de su hijo con sus muslos. Ramon oyó como gemía y sintió cómo temblaba. Gimiendo y temblando le fue encharcando la lengua de jugos, jugos espesos y calentitos que fueron cayendo en su boca. Corriéndose dijo:

-No quiero que se acabe.

No quería que se acabase y no se acabó. Ramón se quitó de encima a su madre. Metió la cabeza entre sus piernas y lamió su coño encharcado con la corrida que acababa de echar. Luego con la lengua llena de jugos la besó. Laura volvió a gemir, y siguió gimiendo cuando la lengua de Ramón lamió su cuello, sus axilas, sus areolas, sus pezones... Entre gemidos le preguntó:

-¿A qué te sabe mi cuerpo?

-A vicio.

Ese día Laura estaba rica, rica, rica, pero para rico su coño, coño que olía a bacalao, a rancio, olía a lujuria. Ese olor excitaba a Ramón una cosa mala. Su polla no paraba de echar aguadilla, y la siguió echando cuando su lengua se enterró en el coño de su madre, cuando lamió sus labios vaginales, cuando lamió y chupé su clítoris y cuando se volvió a correr en su boca.

Al acabar fue Laura la que se lanzó a por la boca de su hijo, pero poco paró su lengua en ella, ya que en nada bajó a su polla, la empuñó con su mano derecha, lo miró y le dijo:

-¿Te gustaría correrte en mi boca?

-Me encantaría, mamá.

-Pues te vas a quedar con las ganas.

Acarició sus pezones y sus areolas con la punta de la polla, polla que no paraba de mojarlas con su aguadilla. Poco después sus pezones rayaban diamantes de lo duros que estaban. Laura le dio las tetas a mamar y Ramón se las devoró. Al quitarle las tetas de delante le cogió la polla, le chupó los huevos, luego metió el glande en la boca, lo chupó y lo meneó. Cuando sintió que se iba correr le dijo:

-Dámela, hijo, dame tu leche.

Ramón se la dio en la boca y en la cara. Al acabar de correrse Ramón le lamió la leche de los labios, de la cara y de la mano. Luego Laura lo volvió a montar y lo folló cómo una amazona a la que se le había ido el juicio. Tan rápido lo folló que no tardó nada en correrse, y lo hizo diciendo:

-¡Me corro otra vez!

Al acabar le dio un pico y le dijo:

-Eres muy buen amante, hijo.

-¿Quieres correrte follándote el culo, mamá?

-¿Sabrás hacerlo?

-Claro que sí.

-¿Qué vas a hacer para lubricarlo?

-Usaré aceite de coco.

Laura después de coger el aceite de coco en el baño llegó a la cocina, donde la esperaba su hijo. Puso el aceite sobre la mesa, cogió la botella de vino y echó un trago. El vino le volvió a caer entre las tetas y le bajo hasta cerca del coño. Al poner la botella sobre la mesa, Ramón se acercó a ella y le dijo:

-Antes de ir a por tu culo... ¿Quieres correrte de pie?

-¿Aquí?

-Sí.

-Quiero.

A lamidas le limpió el vino del cuerpo, le amasó y le mamó las tetas y luego se puso en cuclillas para comerle el coño. Se lo abrió con dos dedos, le clavó la lengua dentro y después lamió sus labios y su clítoris. Laura le dijo:

-Ahora sí que te voy a ahogar.

-Tiempo habrá para eso.

Dejó de comerle el coño, se puso en pie, la levantó en alto en peso y se la clavó hasta las trancas. Laura con los brazos alrededor del cuello de Ramón comenzó a comerlo a besos. Su lengua en la boca de su hijo hizo estragos, ya que en nada se corrió cómo un lobo y le llenó el coño de leche.

Al acabar de correrse volvió a ponerse en cuclillas y con su leche saliendo de su coño se lo lamió hasta que Laura se corrió, lo hizo descargando en su boca un pequeño torrente de jugos blanquecinos.

Laura al acabar de disfrutar le dijo:

-Eres un guarro de cojones.

-A las mujeres suele gustarles que les coman el coño cuando lo tienen asqueroso.

-A mi no me gustó, me encantó. ¡Eres uno de los míos!

-¿Vamos a por el anal?

-¿Con preámbulos?

-Con preámbulos.

Poco más tarde Laura estaba boca arriba sobre la cama. Ramón estaba arrodillado a su lado. Sus manos untadas de aceite masajeaban, su cuello, sus tetas, su vientre, su coño, luego un dedo entraba y salía del coño, después las manos bajaban por el interior de sus muslos y volvían a subir por su coño, el dedo volvía a entrar y salir de él y luego las manos subían por el vientre hasta llegar a las tetas y al cuello... Masajeando su coño Laura flexionó las rodillas y se abrió de piernas. Le masajeó el coño con las dos manos. La mujer le echó una mano a la polla y tiró de ella para que se la metiera en el coño.Ramón se la clavó de un trancazo y la folló hasta que sintió que una corriente de jugos mojaba su polla. Laura arqueó su cuerpo y se corrió entre fuertes convulsiones.

Al acabar de correrse se puso boca abajo y le dijo:

-Mi culo es todo tuyo, hijo. A ver que haces con él.

Ramón se puso manos a la obra. Con la ayuda del aceite de coco masajeó su cuello, su espalda, sus costillas y sus muslos. Luego masajeó sus nalgas... Separándolas y juntándolas le metió dentro del culo la punta de los dedos pulgares. Más tarde la puso a cuatro patas. Separó sus nalgas, lamió su ojete, lo besó y luego metió y sacó la lengua de él. Laura comenzó a gemir y entre gemidos le dijo:

-Si sigues así puede que me corra sin meterla, hijo.

No iba a seguir así. Untó la polla con aceite, se la frotó en el ojete y después le metió la punta.

-¡Puffff!

Le metió el glande.

-¡Me encanta!

Se la quitó.

-¡¿Qué haces!

Se la metió en el coño y dándole a mazo, le dijo:

-Así cuando te la vuelva a meter la vas a coger con más ganas.

Cando Laura se iba a correr la sacó, le volví a meter la punta en el culo y le acarició el clítoris con dos dedos. Laura empujó con el culo. La metió hasta el fondo y exclamó:

-¡Me voy a correr, me voy a correr!

Dejó de acariciarle el clítoris. Le agarró las tetas y se las magreó mientras ella metía y sacaba la polla de su culo. Le llevó su tiempo correrse, pero cuando lo hizo sus piernas comenzaron a temblar una cosa mala y descargó cómo una loba. Acabó derrumbándose sobre la cama entre fuertes convulsiones. Ramón, al acabar de correrse su madre, le llenó el culo de leche.

Laura tardó un par de minutos en recuperarse, cuando lo hizo se dio la vuelta y le dijo:

-Fue increíble, hijo.

-Me alegra que lo hayas disfrutado, madre.

Siguieron follando mientras Gustavo estuvo en Suiza... Es que cuando se le coge el gusto a una cosa
 
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