Hijo, Mamá se va a Correr 001

heranlu

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Laura Lucia Antonia Gabriela era una joven flaca, de casi un metro setenta de estatura, de ojos marrones, cabello negro, tetas pequeñas y culo redondo y prieto. Aquella tarde noche iba rumbo a Madrid en un autobús sentada al lado de su tío Javier, que le dijo:

-Llegó el momento. A ver si eres tan temeraria como dices.

Laura lo miró con cara de asombro.

-¡¿Aquí?! ¡Nos van a ver!

El tío se puso serio,

-Te comprometiste a hacerlo cuando yo quisiera.

-Pero no pensé...

-Te dije que soy un apasionado del dogging.

-Estabas tan borracho que que pensé que me decías que te gustaba la posición del perrito. ¿Recuerdas que te dije que de follar nada? ¿Qué coño es el dogging?

-Hacerlo en lugares públicos sin que te vean, pero con el morbo añadido de que te pueden ver.

-Pues rompo el trato.

El trato que habían hecho tío y sobrina era que ella se tenía que masturbar, masturbarlo y mamársela cuando él se lo pidiera. A cambio la llevaría del pueblo a la capital y le daría alojamiento mientras no encontraba trabajo. Su tío le había puesto ese trato estando borracho y pensando que no iba a aceptar, pero Laura le había tomado la palabra.

-Al llegar a Madrid te mando de vuelta para el pueblo.

-¡Allá va un sueño a tomar por culo!

Media hora más tarde Laura se lo había pensado mejor. Se quitó el abrigo, lo puso sobre las rodillas, metió una mano debajo de la falda, cerró los ojos y comenzó a masturbarse. Javier, que era un cuarentón, alto, con el pelo cano, bien parecido y que iba bien vestido, vio cómo se movía la mano de su sobrina debajo del abrigo. No había pasajeros en los asientos cercanos a los suyos. Sacó la polla, le cogió una mano y se la llevó a su miembro. Laura lo miró para ver cómo era y comenzó a meneársela. A rato el conductor del autobús se percató de lo que estaban haciendo. Laura se dio cuenta, miró a su tío y le dijo:

-El conductor nos está mirando, veo sus ojos en el espejo retrovisor.

-Yo también lo veo. Que sufra.

-¡Que cachonda me puse!

Unos diez minutos más tarde, masturbándose y machacándosela a su tío, le dijo:

-Nos sigue mirando, nos sigue mirando. Mira cómo mueve el brazo izquierdo. ¡Me voy a correr!

Laura movió los dedos dentro de su vagina a mil por hora Sus ojos se cerraron, emitió un reposado gemido y se corrió. Se estaba corriendo cuando su tío le cogió la cabeza y le llevó la boca a la polla. Laura se la chupó y se tragó la corrida. Aún seguía corriéndose cuando su cabeza volvió al respaldo del asiento. Su cara era de extasiada. El autobús pegó un bandazo. El conductor también se había corrido.

Una hora más tarde Javier estaba en su piso de Carabanchel sentado en un sofá con un whisky en la mano, Laura estaba a su lado de pie tomando una naranjada. Javier poso el vaso en la mesa camilla que estaba entre dos sillones y un tresillo, bajó el pantalón, sacó la polla, polla que estaba descapullada y a media asta y le dijo:

-Quítate las bragas y siéntate en mi regazo.

-De eso nada, follar no entraba en el trato.

-¿Qué te creías? ¿Pensabas que ibas a vivir conmigo, me la ibas a mamar y no íbamos a follar?

-Sí, eso creía... Voy coger mi maleta y me iré de aquí.

-¿Adónde vas a ir sin dinero y sin conocer a nadie en Madrid?

Laura le dio la espalda y posó su vaso sobre la mesa camilla. Su tío le levantó la falda, le dio la vuelta, le bajó las bragas, la atrajo hacia él y le lamio el coño cómo si fuera un perro hasta que la muchacha se pudo separar de él. Al separarse subió las bragas y quiso huir de allí. Javier se puso en pie, le echó las manos a las tetas y magreándoselas le chupó el cuello y empujó con la polla en su culo. Laura, revolviéndose, le dijo:

-¡Déjame!

Sacó la polla empalmada, le bajó las bragas hasta las rodillas y se la metió entre las piernas. Tiró de su cabeza hacia atrás cogiéndola por el cabello y le comió la boca mientras su polla iba y venía entre sus labios vaginales. Lucia comenzó a llorar.

A oír y ver su llanto a Javier se le cortó el rollo, la soltó y guardando la polla le dijo:

-Perdona, Laura, no debí comportarme cómo un animal.

Laura subió las bragas y salió del salón. Javier bebió el whisky de un trago y posó el vaso sobre la mesa camilla. No pasara ni un minuto cuando Laura volvió a la sala. Se puso frente a su tío, se quitó la falda, se quitó las bragas, le puso el coño en la boca y le dijo:

-No sé que me pasa, pero necesito que me comas el coño, tío.

Javier le echó las manos al culo y lamió desde el periné al clítoris, lento, aprisa, lento de nuevo, aprisa... Cuando vio que se iba a correr, se chupó el dedo medio de su mano derecha, jugó con la yema en su ojete, le metió la puntita y le folló el culo con ella... Lamió aprisa y Laura se corrió. Sus piernas temblando se movían de adentro hacia fuera sin control y de su coño salió una corrida que Javier se tragó.

Al acabar de correrse Laura, Javier, meneando la polla le dijo:

-Enséñame las tetas.

-No voy a dejar que me la metas en el coño.

-¿Es que lo tienes en las tetas?

-¿Solo quieres jugar con mis tetas?

-Solo quiero jugar contigo.

-¿Sin meter?

Le mintió.

-Sí, sin meter.

Laura, sabiendo que le estaba mintiendo, se quitó el jersey, la blusa y el sujetador. Aparecieron unas tetas pequeñas con areolas rosadas y pequeños pezones.

-Siéntate en mi regazo y aplasta mi polla con tu coño.

Laura miró para la polla empalmada, y le dijo:

-¿No intentarás meterla?

-No, si cambias de idea y quieres follar, la metes tú.

-No voy a cambiar de idea.

Laura se sentó en el regazo de su tío y aplastó la polla poniendo su raja sobre ella. Javier le echó las manos a las tetas y magreándolas le dio un buen repaso. Estaba comiéndoselas y deslizando su polla ente los labios mojados, cuando se detuvo y le dijo:

-Sigue tú.

Laura apretando su coño contra la polla y con las manos sobre los hombros de Javier, hizo más o menos lo que le estaba haciendo él a ella, o sea, deslizó su coño mojado sobre la polla de atrás hacia delante y de delante hacia atrás. Cuando ya no pudo más, le dijo:

-Me voy a correr, tío.

Javier la besó, la abrazó y se corrió con ella dejando el coño y su huevos perdidos de leche.

Laura quería más. Siguió apretando el coño contra la polla... Luego de besos, caricias y mamadas de tetas, Javier le dijo:

-Métela.

-Sabia que acabarías queriendo meter y a mí nunca me la metieron.

-¿No tienes curiosidad por saber que se siente?

-La verdad es que sí, si no la tuviera no estaría sentada sobre tu polla, pero la tienes tan gorda que me mete miedo.

-Cuanto más ajustada entra una polla en un coño más placer se siente.

-Hablas por ti.

-Métela, ya verás cómo acabarás deseando que la tuviera aún más gorda.

-A ver si no rompo el coño.

Laura levantó el culo, puso la polla en la entrada de la vagina, lo dejó caer lentamente y la polla le entró hasta el fondo. Con toda dentro miró a su tío y le dijo:

-¡Qué barbaridad!

-¿Te dolió?

-No, pero ni se te ocurra moverte.

Se besaron largamente. Besándose Laura fue sacando y metiendo la polla muy despacito, tan despacito la sacaba y la metía que parecía que lo hacia a cámara lenta... Sacando y metiendo llegó un momento en que le gustaba tanto que no quería que se acabase, por eso cada vez que se iba a correr, paraba, besaba a su tío y después seguía. Javier le tendió una trampa al decirle:

-¡Sácala, Laura, sácala que me corro!

Laura no la sacó. Abrazó a su tío y le dijo:

-Aguanta, aguanta un poquito que me voy a correr...¡Ya, ya, ya! ¡¡Me corro!!

Dejó que acabara de correrse. Sin quitarle la polla del coño la echó sobre la alfombra. Le cerró sus delgadas piernas y apoyando sus manos sobre la alfombra le dio a mazo.

-¡Vas a echar leche hasta por las orejas, perra!

A Laura le molestó que le llamara perra.

-No me llames perra, tío.

Javier estaba salido.

-¡Perra, perra, perra!

Laura se soltó la melena.

-¡Cabrón!

Javier sin parar de darle leña la siguió insultando.

-¡A mi no me llama cabrón una puta!

-¡A ti te llamo lo que me salga del coño, depravado.

Javier le siguió dando caña y siguieron los insultos hasta que Laura le dijo:

-¡Me corro!

Le echó una mano a la garganta y no la dejó respirar hasta que no acabó de correrse.

Cuando acabó la puso boca a abajo, le levantó el trasero, le pasó la lengua por la raja del culo, le separó las nalgas con las dos manos y con la punta de la lengua le folló el ojete.

-¿Qué buscas, guarro? l

-¡¡Romperte el culo!!

Laura se asustó.

-¡No!

-¡Sí!

La puso a cuatro patas. Le agarró las tetas. Le escupió en el ojete, se lo lamió y se lo volvió a lamer y a follar con la lengua. Al rato, cuando ya gemía con cada lamida y follada, le preguntó:

-¿Lista?

-¡No!

-Yo creo que sí.

No le iba a romper el culo, iba a follar su culo con la legua, magrearle las tetas con una mano y con tres dedos de la otra acariciare el clítoris. Laura acabó diciendo:

-¡Me corro, tío, me corro!

Fue lo último que dijo, ya que Javier le apretó la garganta con su manopla y no se la soltó hasta que Laura acabó de correrse,

Laura esa noche quedó con el culo intacto, esa noche.

Laura y su prima

Eran las ocho y algo de la tarde. Laura se había probado un vestido largo de color rojo en la habitación de un hotel. Su prima Silvia, una joven rubia, tetona, culona y guapa, que además de prima era su mejor amiga y que la había visto vestirse y desvestirse, con una lágrima rodando por su mejilla, le dijo:

-Estarás radiante con ese vestido.

Laura vestida ahora con una lencería roja con encajes en las bragas, en el liguero y en el sujetador, se acercó a ella, le acarició el cabello y le dijo:

-No llores, mujer, con llorar no ganas nada.

-No lloro porque no quieras nada conmigo, lloro porque quiero algo contigo sabiendo que eres un imposible.

-Quien sabe, a lo mejor algún día me cambia el chip.

-Si no tuvieras novio...

-Las infidelidades se hacen a escondidas.

Rompió a llorar. Bajó la cabeza y le dijo:

-Lo dices para que no me sienta triste. Si supieras lo duro que es no poder conocer el sabor de los labios de alguien que deseas con locura...

Laura le puso un dedo en el mentón, le levantó la cabeza y le dio un pico en los labios, labios que estaban salados por las lágrimas.

-Ya conoces el sabor de mis labios.

Silvia dejo de llorar.

-Esos no son los labios de los cuales quería conocer el sabor.

Laura después de carcajearse, le dijo:

-¡Serás puta!

Silvia le echó las manos la cintura.

-Anda, se buena y déjate un poquito.

-¿A qué le llamas tú un poquito?

A Silvia se le abrieron las puertas de Edén al oír la pregunta, pues al habérsela hecho en ropa interior era una invitación a atacar, y atacó. Besó su labio inferior, luego el superior y después la besó con lengua. Laura sin hacer nada para que parase, le dijo

-Se ve que te manejas bien en las distancias cortas.

Le besó el cuello y le mordió el lóbulo de una oreja, después le quitó las tetas de las copas y besó los pezones, se los lamió y le chupó las tetas, luego se agachó, besó su ombligo y a continuación apartó las bragas para un lado y le lamió el coño varias veces. Volvió a subir, besó su ombligo, beso y lamió sus pezones le chupó las tetas, besó el otro lado del cuello, mordió el lóbulo de la otra oreja y acabó besándola con lengua.

-A esto le llamo yo un poquito. ¿Quieres más?

-¿Tú qué crees?

Silvia, que ya echaba por fuera, tiró a Laura sobre la cama y la desnudó. Luego se desnudo ella y le dio un repaso a las tetas que le dejó los pezones de punta y duros cómo piedras. El repaso a las tetas le encharcó el coño a Laura. Silvia al meterse entre sus piernas se introdujo dos dedos dentro del coño y comenzó a masturbarse. Luego metió la lengua entre los labios mojados y se los abrió con ella para a continuación lamer con la punta de la lengua hasta llegar al clítoris. Lo lamió con la punta y bajó lamiendo hasta el periné. Al subir ya lo hizo con la lengua plana. Los gemidos de Laura subieron de tono cuando la lengua apretó su clítoris y lo lamió, después la lengua bajó a su vagina y entró y salió de ella. Silvia le levantó el culo, lamió su ojete y le metió y sacó la punta de la lenga varias veces. Cuando volvió a lamer su coño Laura le dijo:

-¡Me voy a correr!

-Córrete, cariño, córrete.

Laura, jadeando y convulsionándose, se corrió en la boca de su prima.

Al acabar de correrse la besó y le preguntó:

-¿Quieres correrte otra vez?

-Porque no.

-¿Te has corrido alguna vez con dos dedos inmóviles dentro de tu coño?

-No, mis dedos se mueven siempre dentro de mi coño.

-A mí me gusta meter dos dedos dentro del coño de mi amante y dejándolos inmóviles ver cómo se mueve, ver su rostro de placer mientras se va acercando al orgasmo y luego ver su cara al correrse.

-¿Sin besos ni caricias?

-Y sin palabras. El silencio solo lo romperán tus gemidos y al oírlos te irás excitando más y más, hasta que te corras

-No creo que me corra, pero venga, házmelo, será una experiencia nueva.

Silvia se arrodilló entre sus piernas y metió los dedos índice y medio dentro del coño. Los sacó llenos de jugos. Mirándola a los ojos los chupó, luego se los volvió a meter y presionó con ellos su punto G. Al quedar los dedos inmóviles, Laura, instintivamente, movió la pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo... Moviéndola alrededor, hacía arriba y hacia abajo, echó las manos a las tetas y las magreó. Tiró de los pezones, los apretó, los acarició... Silvia la miraba a los ojos, luego le miraba para el coño y a continuación pasaba la lengua por los labios insinuando que se lo iba a comer. Laura no quería gemir, pero acabó haciéndolo. Tal y como le había dicho Silvia, oír sus gemidos la fueron excitando. Sus movimientos de pelvis y caderas se volvieron frenéticos y acabó corriéndose cómo una golfa que era. Silvia al acabar de correrse le quitó los dedos. Metió todo el coño en la boca, le folló la vagina con la lengua, luego se lo lamió de abajó arriba, le hizo el remolino sobre el glande del clítoris y Laura se volvió acorrer. Al correrse ya no solo sus gemidos rompieron el silencio, pues dijo:

-¡Qué pedazo de corrida!

Silvia sintiendo cómo salían del coño jugos en cantidad, apartó un poco la boca, se tragó los jugos que tenía en ella, y dijo:

-¡Vaya si lo es!

Un par de minutos más tarde, le dijo Laura:

-Eres muy buena en la cama...

No la dejo que acabara de hablar, su coño era una piscina de jugos y quería que la lengua de Laura nadase en ella. Sentada en la cama, le dijo:

-Estoy muy cachonda de hacerte correr. ¿Me haces tú cosas?

-Estaba esperando a que me lo pidieras

Laura acarició con las palmas de sus manos las tetas de su prima, unas tetas grandes con pequeños pezones y grandes areolas rosadas. Después, amasándolas, besó los pezones, lamió las areolas, chupó las tetas y luego se volvieron a besar. A continuación Silvia se echó hacia atrás. Laura volvió a lamer sus pezones y areolas y a mamar sus tetas. Después besó el vello rubio de su monte de Venus. Silvia se abrió de piernas. Laura besó su clítoris, se lo lamio, se lo chupó y después lamió su coño de abajo a arriba. Silvia comenzó a gemir y a magrear las tetas mientras miraba cómo su prima le lamia y le mamaba el coño y el clítoris. Para ser el primer coño que comía lo hacía de maravilla, tan bien lo hizo que Silvia poco después le decía.

-¡Me estoy corriendo!

No hubiera hecho falta que se lo dijera. Laura ya veía cómo le temblaba el cuerpo y sentía cómo su lengua se iba llenando de jugos espesos.

Al acabar de correrse Silvia, la besó y le preguntó:

-¿Qué tal lo hice?

-Maravillosamente bien. Tienes alma de lesbiana.

Llamaron a la puerta de la habitación. Silvia le preguntó a Laura:

-¿Esperas a alguien?

Laura incorporándose se dio con la palma de la mano en la frente y le respondió:

-A Conchi. Quedamos para ir juntas desde aquí a la despedida de soltera de Julia

-Para la despedida aún quedan más de dos horas. Abre que lo vamos a pasar bien.

-¿Te la follaste?

-Sí, y folla que no veas.

Se lo pasaron bien.

Laura y Gustavo

El cuco salió una vez del reloj que había en la casa de Gustavo cuando abrió la puerta de su casa. En la puerta apareció Laura con el vestido que la noche anterior había probado en la habitación, Gustavo, le dijo:

-No quiero comprar nada.

-Nada vendo. ¿Podría dejarme llamar por teléfono? Es que al autobús en que viajaba se le ha parado el motor y necesito llamar a un taxi para que me lleve a la iglesia.

Gustavo, con un niño de meses dormido en sus brazos, le dijo en bajito:

-Pasa, el teléfono está ahí en el pasillo.

En bajito para no despertar al niño, le dijo ella:

-Es muy bonito su hijo. ¿Se acaba de quedar dormido?

-Sí.

-¿Cómo se llama?

-Ramón, pero a la madre no le debió parecer tan bonito.

-¿Qué pasó?

Gustavo, que era un treintañero, moreno, alto y fuerte cerró la puerta y yéndose hacia su habitación para poner al niño en la cuna le dijo:

-Nos abandonó.

Laura mientras descolgaba el teléfono, le dijo:

-¿Por qué los abandonó? Lo siento, no debí hacer esa pregunta. ¿Sabe el número la parada de taxis más cercana?

-Mira en la guía telefónica.

Buscaba el número cuando Gustavo la abordó por detrás, le tapó la boca con una mano, le apretó la garganta con la otra, le arrimó cebolleta al culo y le dijo:

-¿Va a ser por las buenas o lo prefieres por las malas?

Dejó de apretarle el cuello y le quitó la mano de la boca para que le pudiera responder. Laura, temblando, le respondió:

-No tienes cara de mala persona. ¿Por qué quieres forzarme?

-Porque en mi vida había visto una mujer tan sensual, porque estás en mi casa y porque llevo tres meses sin mojar el churro. ¿Te parecen razones suficientes?

-No, nunca habrá una sola razón para forzar a una mujer.

Le volvió a echar la mano a la garganta.

-¿Por las buenas o por las malas?

Laura tuvo que dejarse ir.

-Si tiene que ser que sea, pero que sea sin violencia.

Gustavo le bajó la cremallera que tenia el vestido en la espalda, se lo quitó y lo puso a un lado. Vio que llevaba puesta unas medias sujetas a un liguero con encajes y que no llevaba bragas, vio su culo redondo y sus delgadas piernas y se empalmó. Se agachó, le abrió las nalgas con las dos manos y le pasó la punta de la lengua por el ojete. Laura, ya sin miedo, le dijo:

-Quien quiera que seas, acaba pronto que tengo que ir a una boda.

Las manos de Gustavo separaron las nalgas y su lengua lamió el ojete. La lengua entró y salió de él. Le dio besos, luego juntó las nalgas y las besó... Por el interior de los muslos de Laura comenzaron a bajar gotas blanquecinas de jugos. Gustavo las veía y su polla quería atravesar calzoncillos y pantalón. La sacó y se la clavó en el coño. Laura separó las piernas. Gustavo le dio con ganas atrasadas. Al rato la muchacha cerró los puños, se puso tensa y se corrió. Las gotas de jugo se convirtieron en diminutos riachuelos de jugos espesos y blanquecinos. Laura descargó sin un gemido, sin un temblor, sin una convulsión.

Al acabar de correrse le quitó la polla y luego le dio la vuelta.

Laura llevaba puestos unos zapatos rojos de tacón de aguja y la lencería roja. Se arrodilló delante de ella, le olió el coño empapado con la corrida, un coño rasurado. Luego parafraseando a José Luis López Vázquez en Atraco A Las Tres, le dijo:

-Gustavo García. ¡Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo!

A Laura a pesar de estar en la situación que estaba casi le da la risa.

-¿Te crees que estoy para bromas?

-Hablaba con tu coño. Es precioso.

-Los coños son todos iguales.

-De eso nada, los hay de muchos tipos, y tú tienes un coño Barbie.

-Si tu lo dices...

Al lamerle el coño la lengua le quedó pringada con los jugos de la corrida. Se puso en pie, le quitó el sujetador, esparció los jugos por los pequeños pezones y las areolas rosadas y luego le chupó las tetas. Laura le dijo:

-No voy a llegar a la boda.

-Se le rompió el motor al autobús. ¿No?

-Sí.

-Pues mejor disculpa no puedes tener.

-Es que yo quiero ver cómo se casa mi amiga.

-Con que llegues al banquete...

Gustavo la cogió en alto en peso, la arrimó a la pared del pasillo, y le dijo.

-Coge mi polla y métela.

Mintiendo como una bellaca, le dijo:

-La cojo, pero porque me das miedo, no por que me guste lo que me haces.

-Cógela y métela y déjate de hostias

Le dio el primer beso. Laura ya estaba demasiado cachonda cómo para no querer disfrutar el momento. Le cogió la polla, la frotó en el coño y la dejó en la entrada de la vagina. Echó los brazos alrededor del cuello de Gustavo, puso las piernas alrededor del culo y le devolvió el beso. Gustavo empujó y se la clavó hasta el fondo
 
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