hanna's sex life II

dalenica89

Virgen
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Capitulo II

Enferme de una fuerte gripe, razón por la cual mama cuido de mí en casa, se excusó en su trabajo durante los días de mi enfermedad, al tercer día me anuncio que salía de casa, pensaba ir al mercado, cuya ubicación es cercana a nuestra domicilio, con el fin de abastecer de víveres el hogar, al encontrar mejoría en mi estado de salud, podía valerme por si sola por un momento, ya era una adolescente bien desarrollada, no contaba con unos senos muy grandes, pero me sentía cómoda conmigo misma por su tamaño, con aureolas oscuras coronadas por un par de pezones pequeños pero muy sensibles, cintura pequeña, abdomen plano y por herencia de mama amplias caderas, cola bien paradita y en crecimiento, ya rasuraba mi vagina, inspirada en la de mama, en forma de triángulo, a mis 14 años había tenido varios pretendientes, pero el que más lejos llego conmigo en temas sexuales siendo yo aún virgen, fue un muy buen amigo del colegio, alto, tenía todo en su lugar, de rasgos finos, casi que femeninos, aparentaba ser un niño bueno, las chicas le sobraban, era uno de los más guapos del colegio.

León y yo acordamos que una hora antes de terminar las clases del día, nos encontraríamos en el baño del ultimo nivel del laboratorio de química, recuerdo todas las sensaciones que se proliferaron y marcaron un punto de no retorno para mi ser sexual.

Aquel baño donde asustaban, se decía que aparecía el fantasma de una estudiante que murió en él, no era la primera vez que retaba mi suerte ingresando en él, la persona que se encontraba con el espectro que vivía allí era maldecido y nunca más podría volver a sonreír, o ese era el mito, el cual pasaba de generación en generación, ya existía en la época colegial de mi madre, ella también estudio en aquel colegio

Fue una mañana larga, con muchas labores escolares, pero mi mayor problema era yo misma, los sentimientos eran un remolino en mi interior, excitación, vergüenza, valentía. Mis sentidos también me jugaban malas pasadas, mi olfato atrapaba sin querer, el olor más mínimo de fragancia varonil, y sin desearlo mi vagina iniciaba a mojarse de inmediato, tenía que secar mis muslos constantemente, no quiera que alguien notaran las gotitas de mis jugos vaginales correr hacia mis medias, sentía tener el infierno entre mis piernas cuando hable por 2 minutos con mi Coach de voleibol Silvio, estuve a punto de abalanzarme sobre él y besarlo sin importar el pasillo lleno de estudiantes y profesores.

Al terminar la clase de física, tendría que atravesar el campus escolar en busca del lugar acordado, subí las escaleras de dos en dos, necesitaba saber sin más preámbulos si en realidad León era un hombre de palabra, me desconcertaba su comportamiento así mí, me lo cruce hace una hora en el pasillo durante el cambio de clases, pero el hizo cuenta que yo no existía, lo odiaba, pase por muchas cosas y luche toda la mañana contra mis ganas de raptarlo y arrastrarlo hacia ese baño, ganas que calmaba al pensar en las posibles consecuencias de ese acto impulsivo, yo no quería perder la virginidad usando un condón, quería sentir a mi hombre sin barreras, brindarle el privilegio de abrirse paso por mi cuquita piel con piel. León presumía de tener mucha experiencia en el terreno sexual, por lo cual circulaba el rumor entre las chicas, que su pene era demasiado grande, al punto de lastimar durante la penetración, incluso en una ocasión se supo que desgarro a una de sus parejas por la fuerza con la que tenían sexo, eso no me preocupaba sobre manera, lejos de asustarme, me calentaba inusitadamente, mi miedo real, era que nunca se venía por fuera de la vagina, a todas sus conquistas sexuales les eyacula adentro sin avisar o pedir permiso de hacerlo, lo que representaba un alto riesgo en mi caso, ya que en ese tiempo no iniciaba a cuidarme con anticonceptivos.

Hay estaba parado contemplando por la venta situada frente a la puerta del famoso baño, su cara en dirección al campus sobre calentado por el sol de mediodía, se escuchaban algunas voces de los últimos alumnos y sus pisadas rápidas tratando de llegar a la última clase, de perfil tenia aspecto de un niño ingenuo e inocente, su cuerpo adolescente en muy buena condición dada su afición por los deportes, conocía muy bien su silueta a lo lejos, durante mucho tiempo me dedique a estudiarla, la podía identificar a muy larga distancia y en lugar que fuera, era un instinto en mí, el me atraía de una manera muy diferente a los demás. Descansaba su cabeza en la fuerza de su brazo, con la mano tomando su mentón y sus dedos cubrían boca y nariz, me acercarme lo suficiente para colmar mis fosas nasales con el olor de su fragancia, pude notar el negro de mis bragas, enredadas en sus gruesos dedos, las sostenidas alrededor de su nariz.

Sentía como la sangre subía por mi cabeza, quería golpearlo, gritarle que era un idiota y lo odiaba, pero la idiota era yo, por caer en sus juegos, lo celosa que estaba por saludar a todas las niñas de mi clase menos a mí, cuando cruzo por el pasillo, yo que le entregue mi mejor prenda íntima, había confiado en él y él no era más que un niño jugando con mi fuego.

Sin decir una sola palabra y mientras yo trataba de articular alguna oración, empujo la puerta, sin retirar en el afán de sus rápidos movimientos mi tanga de su nariz, sostuvo la puerta en señal de que ingresara yo primero, al cruzar esa entrada el resto del mundo desapareció, el cambio era evidente, algo había cambiado en ese lugar, ya no es un lugar repulsivo para mí, me sentía cómoda en medio de su oscuridad, deseaba ante todo saber que sucedería, tenía la piel de gallina, di un pequeño brinco al escuchar el rechinido que lanzaba la puerta al cerrarse tras nosotros, ese sonido oxidado que hizo rechinar mis dientes, mis ojos se acostumbraron rápidamente a la poca luz, el paso del tiempo en este lugar era evidente, se encontraba algo descuidado por el bajo flujo de personas en ese piso de la edificación, aun hoy en día cuando siento en otro lugar aromas de esa tarde, regreso a ese pequeño baño de cuatro cubículos.

Era un manojo de nervios, no sabía hasta donde sería capaz de llegar, León y yo nos atraíamos desde muy niños, su cuerpo apenas estaba acomodándose junto al mío en el pequeño espacio del cubículo, y yo ya lo besaba con mucha pasión, metía mi legua en su boca, con mi mano derecha lo tomaba de la parte trasera de su cabeza, atrayéndolo a mis labios, mi mano izquierda buscaba liberar la polla más grande del colegio, no era muy hábil por aquel entonces, baje la cremallera de su pantalón gris de paño, pero me fue imposible liberar esa verga de su ropa interior, paramos de besarnos y entre risas ahogadas por la agitación y excitación del momento, el solo se bajó el pantalón hasta sus tobillos, al igual que su ropa interior, cuando su cuerpo se encontró de nuevo erguido, la dureza de su verga habría podido tumbar las paredes del lugar sin ningún problema, sus venas parecían palpitar al ritmo de su corazón, tenía la cabeza morada, mucho más ancha que el tronco, calcule rápidamente unos 18cm de carne, era muy gruesa, inicie dándole palmadas, que la hacían irse hacia un lado y regresar rápidamente hacia mi mano, entre risas le propine cuatro o cinco palmadas, el olor inundaba el ambiente, me embriague del hedor de su verga y no resistí mucho tiempo, antes de terminar masturbándolo.

Había espiado a mama hacerlo varias veces a papa, no parecía difícil, pero esta verga era demasiado gruesa y difícil de maniobrar, por la expresión en el rostro de León, notaba que lo lastimaba con el movimiento brusco de mi mano, llene mi boca de saliva, respire hondo y escupí con fuerza sobre su duro miembro, me tome el tiempo para untar uniformemente la saliva, lubricando muy bien ese rico pipi, se hicieron necesarios tres escupitajos más, León calzaba una verga más grande de lo que creí, no eran 19cm, eran 24 cm, pero logre facilitar el movimiento con el que causaba suspiros en mi macho, el metía las dos mano bajo mi falda de colegiala, me sujetaba fuertemente de las dos nalgas, separaba lo que más podía mis glúteos, la yema de sus dedos tocaban la entrada de mi ano, nuestros jadeos poco a poco subían de volumen, el calor era insoportable y reconfórtate al mismo tiempo.

Trataba de imprimir mucha velocidad y ejercer presión sobre esa deliciosa verga, conseguí alcanzar un buen ritmo con mi mano, sus gemidos parecían proceder de lo más profundo de su ser, nos miramos a los ojos y en un acto espontaneo, nos centramos en observar el trabajito manual del que era víctima, en la cabeza del pene se asomaban gotas trasparentes, frene bruscamente, lo voltee a ver, su expresión paso del placer a la tristeza, era un niño al que le quitaron su juguete favorito, entendí que yo tenía el poder, en ese momento León era solo mío, - Quiero metértela nenita - susurro a mi oído, Use la salida rápida - No puedo, tengo el periodo papito rico, si no ya estarías penetrándome mi cuquita con tu vergota - ganas me sobraban de permitirle entrar en mí, pero el temor a un embarazo no planeado era más fuerte, hoy pienso que con lo lubricada que estaba ese día, su pene hubiese entrado como mantequilla en mi cuca.

Opte por continuar masturbándolo, para evitar que penetrara en mi ese pedazote de verga. Rápidamente alcance un buen ritmo nuevamente, el sonido hipnótico de la fricción de mi mano, mi saliva y esa grandiosa verga, parecía el único sonido del mundo para mí, había olvidado el tono de mi voz, la de mi padre y la del mismo León. Sus cálidos labios besaban mi cuello, me calenté muchísimo. Mi falda de colegiala, parecía un ancho cinturón en mi cintura, lleve la mano con la que le acariciaba la retaguardia a mi hombre, hasta mi vagina e inicie a tocarme el clítoris, fue fácil hallarlo, estaba hinchado y sobre salía de mi cuquita, el noto que me estaba tocando, puso dos de sus gruesos dedos en mi boca, sacándolos de ella llenos de saliva y procedió a metérmelos en la vagina, yo aceleraba los movimientos circulares sobre mi botón vaginal, estábamos abrumados por las sensaciones intensas del momento, saco sus dedos de mí y en ese momento soltó el primer chorro de semen, sentí como temblaba la verga que llenaba mi mano, no pare de masturbarlo, otro disparo de leche, en segundos salió mucho semen, los sonidos que hacia León se trasformaron casi que en gritos, - huuuuuu …… haaayyyyyy ……. Me vengoooooo………uffffffff…… nenita…. Que rico -

Su orgasmo libero ese líquido que salpico en varias direcciones, blancuzco y caliente, era la primera vez que lo tenía en mi mano, tan cerca, esa leche haciendo contacto con mi piel, era solo mía, yo la extraje de ese pedazo de carne que ahora palpita y entre espasmos expulsaba aun algo de semen, mi compañero estaba en trance, volvió en si cuándo observo que probaba su semen en mis dedos, lleve de su esperma a mi boca, quería degustar mi premio, algo amarga, pero nada desagradable.

Acto seguido lleve esos mismos dedos a mi cuquita, lubricándola con una mezcla de semen y saliva e inicie a masturbarme con mucha rapidez, introducía tres dedos en mi húmeda vagina, mientras mi otra mano dibujaba grandes círculos sobre mi clítoris, mi cara era una sola expresión de placer, buscaba desesperadamente venirme, en cuestión de segundos, perdí todas las fuerzas de mi cuerpo, daba pequeños brincos, mi vagina explotaba en un rio de fluidos, el tiempo se detuvo mientras terminaba de sentir un rico orgasmo, fue asombroso, León me sostenía entres sus grande brazos, yo amenazaba con caer de bruces en el piso.

Recupere el aliento, mire a León el cual, con una expresión de paz y satisfacción, subía su pantalón y me entregaba mis calzoncitos, los tome, limpie con el tanga el exceso de fluidos de mis manos, totalmente húmedas por la semilla de León y mi corrida, nos dimos un tierno beso, me toco el culo como despidiéndose de él, no me quito los ojos de encima mientras me ponía las bragas totalmente lavadas en nuestros jugos, - Creo que gane la apuesta, mi León, la próxima vez ese semen no se desperdiciara por el piso, quiero sentir toda esa leche dentro mío - salimos para nuestras clases respectivas, desde ese día León siempre me buscaba con cualquier pretexto, se esforzaba por saludarme a diario, nos besamos y manoseamos por encima de la ropa un par de veces, después de lo ocurrido, pero jamás accedí a tener ningún tipo de contacto sexual con él, eso me hacía tener una especie de poder sobre él, haberme tenido tan cerca de hacerme suya y no lograrlo, no ser una más que se follo, eso me hizo sentir por encima de su inflable don de conquista, al poco tiempo el salió del país a estudiar, ya que era mayor que yo 2 años.

En mi época escolar nunca me faltaron pretendientes, creo que hasta me sobraban en ocasiones, no por presumir, pero siempre fui el mejor culo de mi instituto, durante el tiempo que fui virgen. León fue el único que disfruto tocarme la cola desnuda, a los demás no les permitía meterme mano bajo la ropa - Nenita, no eres capaz de mañana durar toda la jornada de clases sin bragas - me dijo durante un encuentro casual que tuvimos en los pasillos, pensó que no cumpliría, pero estaba dispuesta a mostrar que ya no era una niña como el insinuaba en tono de burla.

Escogí mis mejores bragas, tipo brasilera negras, casi trasparentes, fueron entregadas de mi mano a León a las 6 a.m. en la entrada del salón de geometría y el las regresaría una hora antes de terminar la jornada escolar, en el baño del ultimo nivel del laboratorio de química, me sentí muy caliente cuando se las entregue, echas un pequeño bultito enredado, eran las más pequeñas de mi limitada lencería, estaban muy mojadas, sentía húmeda mi mano aun después de soltar mi tanga favorita en la mano de León, quien las esperaba con ansiedad, parecía estar a la espera de un tesoro. Sentí una ola de vergüenza cuando llevo mis bragas a su nariz, respiro con todas sus fuerzas absorbiendo todo el hedor de mi vagina impregnado en la prenda. Lo que él no sabía era que esa mañana, salí de casa sin ellas puestas.
 
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