El día estaba soleado, más era un sol del mes de marzo, un sol que no calentaba. No se movía una hoja. Era el día ideal para tumbarse boca arriba sobre la hierba y no hacer nada.
Gloria estaba en el monte debajo de un pino, vigilando a sus ovejas, que estaban apastando. Le dijo a Tobi, su pastor alemán:
-¿Nos hacemos una paja, Tobi?
El perro, como si la entendiera, se relamió y le dio al rabo.
Gloria se metió una mano dentro de las bragas y con la otra le empezó a menear la polla a Tobí... Poco después sacó el dedo del coño y se lo llevó a la boca al perro. Tobi se lo lo lamió.
-Te gusta. ¿A que sí? Recién lavadito el jugo sabe mejor.
Un petirrojo, a unos dos metros de Gloria y de Tobi, se paró y los miró.
-Mira, tobí, un mirón. ¡¡¡Tuuuuuuuuusa!!!
Pegó tal berrido, que salieron disparados, el petirrojo y cientos de pajaros que descansaban en los pinos. Tobi, que la conocía, seguía dándole al culo para que su polla, ahora con la parte roja y carnosa al descubierto, follase el circulo que hacía con su mano.
-¡Ya no hay mirones, Tobi! Si me la comes te la chupo.
Aquel perro era la hostia, sin dejar de darle al culo le metió la cabeza debajo de la falda. Gloria se quitó las bragas, El perro comenzó a lamerle el coño.
Iban a interrumpir lo que prometía ser algo escandaloso.
-¡¡Gloria!!
Aquella voz era del camillero joven.
-¡¡Aquí!!
Al rato, llegaba el joven a su lado. Gloria, le preguntó:
-¿Ya pasó el mes?
-¿Y esas bragas que tienes a tu lado?
-Pregunté yo primero.
-No, le vine a hacer una visita a tu abuelo, a título personal.
-¿No lo son todos?
-¿Lo qué?
-¿Los títulos? ¿No son todos personales?
-No, sí. Es largo de explicar. Tenía razón mi amigo, debajo de la roña había una chica bonita.
Gloria, sonrió y le respondió:
-Di que sí.
El camillero volvió a preguntar:
-¿De quién son esas bragas?
-Mías.
El camillero, sonrió con picardía, y se sentó a su lado.
-Estabas con el coñito al sol, picarona.
-Ni borracha pondría el coño al sol. Me coge una desolación y me queda desolado.
-Se dice insolación, y los coñitos no cogen insolaciones,
-Los coñitos no los cogerán, pero los coños, sí. Por cierto. ¿Cómo te llamas?
-Adolfo, pero me dicen Adolfo el Gofo. ¿Por qué será?
-No sé. Yo me llamo Gloria y me dicen Gloria la Cerda, y sé porque me lo dicen.
-Volviendo a lo de antes. ¿Si no calentabas el coño al sol, que hacías sin bragas?
-Hacerme una paja.
Adolfo, sorprendido, le preguntó:
-¡¿De verdad te hacías una paja?!
-¿Es qué se hacen de mentira?
-Si quieres que te ayude...
-No, puedo yo sola. Además, para eso ya tengo a Tobi.
-¿Algún viejo del pueblo?
Acarició al perro, que estaba echado a su lado.
-Este es Tobi, mi mejor amigo.
-¡¡No jodas!!
-No, aún, no, ni creo que me arriesgue a quedar pegada a él.
Adolfo se dio cuenta de que Gloria decía las cosas tal y como las pensaba. Su mundo era un mundo que siempre creyó que no existía. Un mundo sin mentiras ni perjucios.
-Vaya. Viene a ser como tu novio cuando tienes ganas.
-Y después de pasarme las ganas, también.
-¿Las ganas de meter y sacar?
-No hombre, no, de joder, no, de cagar. Depués de cagar siempre está ahí.
-¿Para qué?
-Para limpiarme el culo con su lengua. ¿Para que va a ser? Me da a mí que tienes la mollera muy sucia.
-¡Joder, me acabas de poner como un toro!
Gloría le echó la mano a la polla por encima del pantalón.
-No veo yo tal cosa, pero pequeña no es.
-Es una gaita.
-Es un carallo.
-Yo la llamo gaita.
Gloria le volvió a tocar la polla.
-Pues es un carallo y está duro como un pan de quince días
-Polla, gaita, flauta, carallo, vienen siendo lo mismo.
-Mucho título, pero poco fuiste a la escuela. Aprende. y toma nota que yo no repito las cosas: La polla es la cría de la gallina y nace del huevo y el carallo nace de los huevos. La gaita se sopla y se toca, el carallo se toca y se sopla, y la flauta se hace con una caña y con el carallo se hacen los hijos. ¿Cómo quedaste?
-Sin palabras.
-Es que cuando me pongo... Tanto hablar de carallo me entró el hambre.
-¿Hambre de carallo?
-Si, un hambre de carallo.
Gloria sacó de una cesta un mantel. Lo puso sobre la hierba y en él puso una tortilla de patatas, una bolla de pan y una bota de vino. Le dio la bota de vino a Adolfo, y le dijo:
-Échame vino en las manos que quiero lavarlas.
Adolfo le echo el vino. Se lavó las manos. Las limpió al mantel. Después partió con las manos un trozo de pan y un trozo de tortilla y se puso a comer. Adolfo, la miraba.
-¿Ya comiste, ambulanciero?
-No.
-¿No te gusta la tortilla?
-Sí que me gusta.
-Pues coge y come, y cuando quieras beber, bebe.
Comiendo, le preguntó Adolfo a Gloria.
-¿La de las ortigas se sigue frotando el monte de venus con ellas?
-Fina nunca frotó el monte de Venus, frota su monte de pelos, y no es de Venus, es de Sus. Cierto que dicen que Sus de joven comía coños... ¿Y tú como sabes los chismes de esta aldea?
Adolfo le iba a contestar. Gloria vio una mosca en la tortilla, y le chilló:
-¡¡¡Tuuuuuuuuusa!!!
Adolfo, con el susto, escupió la tortilla sobre la hierba, Tobi dio buena cuenta de ella.
-¡Que bestia!
-Di que sí. Una mierda tan pequeña se quería comer una tortilla tan grande. Pero volviendo a Fina. La semana pasada, Fulgencio, su marido, las pasó putas con ella.
Adolfo, echó un trago de vino, y le preguntó:
-¿En la cama?
-No, fue en la cocina. Te explico. Ese día Fina, que anda siempre caliente, le untara el carallo con miel a Fulgencio y se lo estaba lamiendo, o chupando, o lo que fuera. Como siempre, el carallo no se levantaba, que ya se lo dige yo un día, los muertos no se levantan, señora Fina. los muertos no se levantan, pero ella como es mucho de creer, esperaba un milagro, y al final ocurrió.
-¡¿Se le puso dura al viejo?!
-Gorda como una vaca.
-¿Y eso a que se debió?
-A que le picó una avispa en el carallo.
A Adolfo se le estremeció el cuerpo.
-¡Qué grima!
A Gloria le parecía una cosa de las más normales,
-A Fina no le dio grima ninguna.
Adolfo, intrigado, le preguntó:
-Se lo folló?
-No, se lo jodió bien jodido. Un kilo de manteca uso ese día.
-Esa vieja es una enferma.
-En este pueblo somos poca gente, pero la mayoría está enferma.
-Ya, porque son viejos, pero esa vieja es una enferma mental.
-Lo que la enferma es la ortiga, no la menta. ¡Qué no prestas atención, carita de melón! Y ahora a confesarte. ¿Viniste a ver a mi abuelo o a verme a mí?
-A los dos. Bueno, más a ti.
-Lo sabía. Tengo un sexo a pelo que vuelve locos a los hombres.
-¿No querrías decir sexapil?
-Eso, eso quería decir, pero como tengo pelo en el coño, y el coño es el sexo, y como follo a pelo con el coño, pues dije lo que dije.
-¿A quien le oíste decir eso?
-¿Lo de joder a pelo?
-No, lo del sexapil.
-A una prima mía que hace tres meses vino de la ciudad a ver la mierda de herencia que le dejara una hermana de mi abuelo. Aunque ella decía que tenía sexapil y sexo a pilas, o algo así, el caso es que no se que carallo quiso de decir con sexo a pilas.
-Probablemente te hablara de un vibrador.
-¿Y eso qué carallo es?
-Un carallo de plástico que va a pilas.
-¡Joder, lo que inventan!
-¿Era guapa tu prima?
-Muy guapa y comía el coño que daba gusto! Me corrí cuatro veces con ella, una en el río y tres en mi cama.
-Se ve que es lesbiana.
-¡Que va! Es de Orense.
Una lesbiana es... ¿Cómo llamáis aquí a una mujer que se acuesta con otra mujer?
-¿Qué se acuesta o que jode con ella?
-Que jode con ella.
-Puta.
-¿Te consideras puta?
-Putona. Mi prima me envició, y ahora un día sí y otro también le digo a Tobi que me la coma.
-¡¿Tu perro sabe comer un coño?!
-Mi trabajo me costó enseñarle.
-La necesidad agudiza el ingenio.
-No se que quieres decir.
-Que cuando hay ganas de joder se busca el modo de hacerlo.
-Sabias palabras.
Gloria, después de comer la tortilla, y de darle un trozo a Tobi, le quitó la tapa a la bota de vino tinto y se mandó de un trago la mitad de su contenido, después se la dio a Adolfo, que se mandó un trago más que generoso, y le dijo:
-Este vino vuestro se deja querer.
-Yo también.
Adolfo, entró a matar.
-¿Hacemos el amor, Gloria?
-Eso me dijo mi prima y acabamos jodiendo. ¿Quieres joder?
Adolfo no pensó que sería tan fácil.
-Sí. ¿Cómo te gustaría?
-Tú te echas. Me pongo de espaldas encima de ti. Me das por culo y Tobi me come el coño?
-¡¿Quieres que haga un trió con un perro.?!
-Pues sí.
-A ti no hay por donde cogerte.
-Como que no. Por el culo, ya te lo dige.
-Jesús, Jesús, Jesús, acabará por darme por culo hasta el chucho.
-Como no te siga dando Jesús, al Chucho ya no se le levanta, tiene casi cien años.
Adolfo ya desesperaba.
-¡Ay que coño!
-¡El coño es lo que me pica a mi! Anda una puta suelta.
-Y esa puta eres tú, claro
-No, yo no ando suelta. Cago duro. La puta es la hormiga que me está picando en el coño.
Gloria levantó la falda para matar la hormiga. La mató. Le enseñara a Adolfo todo el coño peludo y la raja abierta y mojada. Adolfo, le dijo:
-Está bien. Vamos a echar un casquete.
-¡¿Un casquete es joder?!
-Es
-¡¿Y vamos a echar uno solo?!
-Quien dice uno, dice dos, o tres.
-Ahí hablaste.
Adolfo, empalmado, se echó sobre la hierba. Gloria le dio las tetas a chupar. Adolfo se olvidó de todo, y a Gloria le debió pasar lo mismo, ya que metió la polla en su coño empapado y folló a Adolfo como si no hubiera mañana. Adolfo, le preguntó:
-¿No te gusta dar besos?
-¿Y si me enamoro de ti?
-Se te pasará. Vivimos muy lejos el uno del otro
-También es cierto.
Gloría besó a Adolfo y cuando sus lenguas se encontraron, pasó de follarlo a toda leche a follarlo lentamente.
-¡Carallo! Me gusta como nunca antes me había gustado. ¡Me voy a correr como una perra, ambulanciero! ¡¡Te voy a sulfatar!!
-Sulfata.
Gloria, quito la polla del coño, se levantó y se lo puso en la boca a Adolfo. Frotando el clitoris, y con la mano en la nuca del camillero, le preguntó:
-¿Preparado?
-Córrete cuando quieras
-Abre la boca que ya me viene.
Adolfo abrió la boca, y un chorro de jugo calentito la regó, mientrasm Gloria, decía:
-¡¡¡Me coooooooooorro!!!
Gloría descargó en la boca de Adolfo una corrida que dejó su polla latiendo.
Al acabar de correrse, Gloria, volvió a sentarse sobre la polla de Adolfo, y le dijo:
-¿Córrete cuando quieras?
-¿Y si te dejo preñada?
-Estando arriba la leche cae para abajo.
Adolfo, no quiso ser cabrón. Quitó la polla del coño y se la metió en el culo. Gloria se dió la vuelta y le puso el coño en posición para Tobi. No le tuvo que decir nada. El perro al ver el coño empapado, empezó a lamer. Adolfo, que sentía el chapoteo de la lengua en el coño, mirando para el perro, exclamó:
-¡Hostias con el bicho, es el Mc Gyver de los perros!
Goria, le preguntó:
-¿Quién es Mac Gyver?
-Un manitas.
-Ojalá estuviera aquí. Me hacen falta unas manitas en la tetas.
Adolfo dejó de coger por la cintura a Gloria y comenzó a magrearle las tetas.
Unos minutos más tarde, Adolfo, se corrió dentro del culo de Gloria. La muchacha comenzó a gemir.
-No la quites, hospitalario, no la quites que en nada me corro. No la quites, no la, no, ¡¡¡Siiiiiiiiiiiii!!!
Goria, se corrió, gimiento, temblando y sacudiéndose, mientras Tobi, con la cara mojada del chorro de jugo que había soltado, le lamía hasta la última gota.
Cuando recuperó el aliento, le dijo a Adolfo:
-¡Que bien jodes, hospitalario!
-Ahora ya sabes porque me llaman Adolfo el Golfo.
El día soleado, se empezó a cubrir. Le dijo Gloria a Adolfo :
-Hay que volver a casa, en quince minutos empieza a llover.
-No lo parece.
-Tampoco yo parezco una putona, y lo soy.
Gloria sabía de lo que hablaba. Veía venir nubes negras cargadas de agua.
A los veinte minutos comenzó a llover.
En la ventana de la cocina, le dijo Adolfo a Gloria:
-Me tengo que ir antes de que llueva con más fuerza. Ya le dige a tu abuelo que siga haciendo los ejercicios, y el de levantar y bajar el culo, más. Hasta dentro de quince días.
Adolfo, besó a Gloria.
-No te enamores de mi que soy muy puta.
Adolfo, sonrió.
-Lo sé. No me enamoraré.
Adolfo se fue en su viejo Renault. Gloria entró en la habitación de su abuelo, y le dijo:
-A hacer ejercicio.
-¿Cuál?
Gloria dejo caer el vestido al piso de la habitación.
-El de subir y bajar el culo.
Gloria estaba en el monte debajo de un pino, vigilando a sus ovejas, que estaban apastando. Le dijo a Tobi, su pastor alemán:
-¿Nos hacemos una paja, Tobi?
El perro, como si la entendiera, se relamió y le dio al rabo.
Gloria se metió una mano dentro de las bragas y con la otra le empezó a menear la polla a Tobí... Poco después sacó el dedo del coño y se lo llevó a la boca al perro. Tobi se lo lo lamió.
-Te gusta. ¿A que sí? Recién lavadito el jugo sabe mejor.
Un petirrojo, a unos dos metros de Gloria y de Tobi, se paró y los miró.
-Mira, tobí, un mirón. ¡¡¡Tuuuuuuuuusa!!!
Pegó tal berrido, que salieron disparados, el petirrojo y cientos de pajaros que descansaban en los pinos. Tobi, que la conocía, seguía dándole al culo para que su polla, ahora con la parte roja y carnosa al descubierto, follase el circulo que hacía con su mano.
-¡Ya no hay mirones, Tobi! Si me la comes te la chupo.
Aquel perro era la hostia, sin dejar de darle al culo le metió la cabeza debajo de la falda. Gloria se quitó las bragas, El perro comenzó a lamerle el coño.
Iban a interrumpir lo que prometía ser algo escandaloso.
-¡¡Gloria!!
Aquella voz era del camillero joven.
-¡¡Aquí!!
Al rato, llegaba el joven a su lado. Gloria, le preguntó:
-¿Ya pasó el mes?
-¿Y esas bragas que tienes a tu lado?
-Pregunté yo primero.
-No, le vine a hacer una visita a tu abuelo, a título personal.
-¿No lo son todos?
-¿Lo qué?
-¿Los títulos? ¿No son todos personales?
-No, sí. Es largo de explicar. Tenía razón mi amigo, debajo de la roña había una chica bonita.
Gloria, sonrió y le respondió:
-Di que sí.
El camillero volvió a preguntar:
-¿De quién son esas bragas?
-Mías.
El camillero, sonrió con picardía, y se sentó a su lado.
-Estabas con el coñito al sol, picarona.
-Ni borracha pondría el coño al sol. Me coge una desolación y me queda desolado.
-Se dice insolación, y los coñitos no cogen insolaciones,
-Los coñitos no los cogerán, pero los coños, sí. Por cierto. ¿Cómo te llamas?
-Adolfo, pero me dicen Adolfo el Gofo. ¿Por qué será?
-No sé. Yo me llamo Gloria y me dicen Gloria la Cerda, y sé porque me lo dicen.
-Volviendo a lo de antes. ¿Si no calentabas el coño al sol, que hacías sin bragas?
-Hacerme una paja.
Adolfo, sorprendido, le preguntó:
-¡¿De verdad te hacías una paja?!
-¿Es qué se hacen de mentira?
-Si quieres que te ayude...
-No, puedo yo sola. Además, para eso ya tengo a Tobi.
-¿Algún viejo del pueblo?
Acarició al perro, que estaba echado a su lado.
-Este es Tobi, mi mejor amigo.
-¡¡No jodas!!
-No, aún, no, ni creo que me arriesgue a quedar pegada a él.
Adolfo se dio cuenta de que Gloria decía las cosas tal y como las pensaba. Su mundo era un mundo que siempre creyó que no existía. Un mundo sin mentiras ni perjucios.
-Vaya. Viene a ser como tu novio cuando tienes ganas.
-Y después de pasarme las ganas, también.
-¿Las ganas de meter y sacar?
-No hombre, no, de joder, no, de cagar. Depués de cagar siempre está ahí.
-¿Para qué?
-Para limpiarme el culo con su lengua. ¿Para que va a ser? Me da a mí que tienes la mollera muy sucia.
-¡Joder, me acabas de poner como un toro!
Gloría le echó la mano a la polla por encima del pantalón.
-No veo yo tal cosa, pero pequeña no es.
-Es una gaita.
-Es un carallo.
-Yo la llamo gaita.
Gloria le volvió a tocar la polla.
-Pues es un carallo y está duro como un pan de quince días
-Polla, gaita, flauta, carallo, vienen siendo lo mismo.
-Mucho título, pero poco fuiste a la escuela. Aprende. y toma nota que yo no repito las cosas: La polla es la cría de la gallina y nace del huevo y el carallo nace de los huevos. La gaita se sopla y se toca, el carallo se toca y se sopla, y la flauta se hace con una caña y con el carallo se hacen los hijos. ¿Cómo quedaste?
-Sin palabras.
-Es que cuando me pongo... Tanto hablar de carallo me entró el hambre.
-¿Hambre de carallo?
-Si, un hambre de carallo.
Gloria sacó de una cesta un mantel. Lo puso sobre la hierba y en él puso una tortilla de patatas, una bolla de pan y una bota de vino. Le dio la bota de vino a Adolfo, y le dijo:
-Échame vino en las manos que quiero lavarlas.
Adolfo le echo el vino. Se lavó las manos. Las limpió al mantel. Después partió con las manos un trozo de pan y un trozo de tortilla y se puso a comer. Adolfo, la miraba.
-¿Ya comiste, ambulanciero?
-No.
-¿No te gusta la tortilla?
-Sí que me gusta.
-Pues coge y come, y cuando quieras beber, bebe.
Comiendo, le preguntó Adolfo a Gloria.
-¿La de las ortigas se sigue frotando el monte de venus con ellas?
-Fina nunca frotó el monte de Venus, frota su monte de pelos, y no es de Venus, es de Sus. Cierto que dicen que Sus de joven comía coños... ¿Y tú como sabes los chismes de esta aldea?
Adolfo le iba a contestar. Gloria vio una mosca en la tortilla, y le chilló:
-¡¡¡Tuuuuuuuuusa!!!
Adolfo, con el susto, escupió la tortilla sobre la hierba, Tobi dio buena cuenta de ella.
-¡Que bestia!
-Di que sí. Una mierda tan pequeña se quería comer una tortilla tan grande. Pero volviendo a Fina. La semana pasada, Fulgencio, su marido, las pasó putas con ella.
Adolfo, echó un trago de vino, y le preguntó:
-¿En la cama?
-No, fue en la cocina. Te explico. Ese día Fina, que anda siempre caliente, le untara el carallo con miel a Fulgencio y se lo estaba lamiendo, o chupando, o lo que fuera. Como siempre, el carallo no se levantaba, que ya se lo dige yo un día, los muertos no se levantan, señora Fina. los muertos no se levantan, pero ella como es mucho de creer, esperaba un milagro, y al final ocurrió.
-¡¿Se le puso dura al viejo?!
-Gorda como una vaca.
-¿Y eso a que se debió?
-A que le picó una avispa en el carallo.
A Adolfo se le estremeció el cuerpo.
-¡Qué grima!
A Gloria le parecía una cosa de las más normales,
-A Fina no le dio grima ninguna.
Adolfo, intrigado, le preguntó:
-Se lo folló?
-No, se lo jodió bien jodido. Un kilo de manteca uso ese día.
-Esa vieja es una enferma.
-En este pueblo somos poca gente, pero la mayoría está enferma.
-Ya, porque son viejos, pero esa vieja es una enferma mental.
-Lo que la enferma es la ortiga, no la menta. ¡Qué no prestas atención, carita de melón! Y ahora a confesarte. ¿Viniste a ver a mi abuelo o a verme a mí?
-A los dos. Bueno, más a ti.
-Lo sabía. Tengo un sexo a pelo que vuelve locos a los hombres.
-¿No querrías decir sexapil?
-Eso, eso quería decir, pero como tengo pelo en el coño, y el coño es el sexo, y como follo a pelo con el coño, pues dije lo que dije.
-¿A quien le oíste decir eso?
-¿Lo de joder a pelo?
-No, lo del sexapil.
-A una prima mía que hace tres meses vino de la ciudad a ver la mierda de herencia que le dejara una hermana de mi abuelo. Aunque ella decía que tenía sexapil y sexo a pilas, o algo así, el caso es que no se que carallo quiso de decir con sexo a pilas.
-Probablemente te hablara de un vibrador.
-¿Y eso qué carallo es?
-Un carallo de plástico que va a pilas.
-¡Joder, lo que inventan!
-¿Era guapa tu prima?
-Muy guapa y comía el coño que daba gusto! Me corrí cuatro veces con ella, una en el río y tres en mi cama.
-Se ve que es lesbiana.
-¡Que va! Es de Orense.
Una lesbiana es... ¿Cómo llamáis aquí a una mujer que se acuesta con otra mujer?
-¿Qué se acuesta o que jode con ella?
-Que jode con ella.
-Puta.
-¿Te consideras puta?
-Putona. Mi prima me envició, y ahora un día sí y otro también le digo a Tobi que me la coma.
-¡¿Tu perro sabe comer un coño?!
-Mi trabajo me costó enseñarle.
-La necesidad agudiza el ingenio.
-No se que quieres decir.
-Que cuando hay ganas de joder se busca el modo de hacerlo.
-Sabias palabras.
Gloria, después de comer la tortilla, y de darle un trozo a Tobi, le quitó la tapa a la bota de vino tinto y se mandó de un trago la mitad de su contenido, después se la dio a Adolfo, que se mandó un trago más que generoso, y le dijo:
-Este vino vuestro se deja querer.
-Yo también.
Adolfo, entró a matar.
-¿Hacemos el amor, Gloria?
-Eso me dijo mi prima y acabamos jodiendo. ¿Quieres joder?
Adolfo no pensó que sería tan fácil.
-Sí. ¿Cómo te gustaría?
-Tú te echas. Me pongo de espaldas encima de ti. Me das por culo y Tobi me come el coño?
-¡¿Quieres que haga un trió con un perro.?!
-Pues sí.
-A ti no hay por donde cogerte.
-Como que no. Por el culo, ya te lo dige.
-Jesús, Jesús, Jesús, acabará por darme por culo hasta el chucho.
-Como no te siga dando Jesús, al Chucho ya no se le levanta, tiene casi cien años.
Adolfo ya desesperaba.
-¡Ay que coño!
-¡El coño es lo que me pica a mi! Anda una puta suelta.
-Y esa puta eres tú, claro
-No, yo no ando suelta. Cago duro. La puta es la hormiga que me está picando en el coño.
Gloria levantó la falda para matar la hormiga. La mató. Le enseñara a Adolfo todo el coño peludo y la raja abierta y mojada. Adolfo, le dijo:
-Está bien. Vamos a echar un casquete.
-¡¿Un casquete es joder?!
-Es
-¡¿Y vamos a echar uno solo?!
-Quien dice uno, dice dos, o tres.
-Ahí hablaste.
Adolfo, empalmado, se echó sobre la hierba. Gloria le dio las tetas a chupar. Adolfo se olvidó de todo, y a Gloria le debió pasar lo mismo, ya que metió la polla en su coño empapado y folló a Adolfo como si no hubiera mañana. Adolfo, le preguntó:
-¿No te gusta dar besos?
-¿Y si me enamoro de ti?
-Se te pasará. Vivimos muy lejos el uno del otro
-También es cierto.
Gloría besó a Adolfo y cuando sus lenguas se encontraron, pasó de follarlo a toda leche a follarlo lentamente.
-¡Carallo! Me gusta como nunca antes me había gustado. ¡Me voy a correr como una perra, ambulanciero! ¡¡Te voy a sulfatar!!
-Sulfata.
Gloria, quito la polla del coño, se levantó y se lo puso en la boca a Adolfo. Frotando el clitoris, y con la mano en la nuca del camillero, le preguntó:
-¿Preparado?
-Córrete cuando quieras
-Abre la boca que ya me viene.
Adolfo abrió la boca, y un chorro de jugo calentito la regó, mientrasm Gloria, decía:
-¡¡¡Me coooooooooorro!!!
Gloría descargó en la boca de Adolfo una corrida que dejó su polla latiendo.
Al acabar de correrse, Gloria, volvió a sentarse sobre la polla de Adolfo, y le dijo:
-¿Córrete cuando quieras?
-¿Y si te dejo preñada?
-Estando arriba la leche cae para abajo.
Adolfo, no quiso ser cabrón. Quitó la polla del coño y se la metió en el culo. Gloria se dió la vuelta y le puso el coño en posición para Tobi. No le tuvo que decir nada. El perro al ver el coño empapado, empezó a lamer. Adolfo, que sentía el chapoteo de la lengua en el coño, mirando para el perro, exclamó:
-¡Hostias con el bicho, es el Mc Gyver de los perros!
Goria, le preguntó:
-¿Quién es Mac Gyver?
-Un manitas.
-Ojalá estuviera aquí. Me hacen falta unas manitas en la tetas.
Adolfo dejó de coger por la cintura a Gloria y comenzó a magrearle las tetas.
Unos minutos más tarde, Adolfo, se corrió dentro del culo de Gloria. La muchacha comenzó a gemir.
-No la quites, hospitalario, no la quites que en nada me corro. No la quites, no la, no, ¡¡¡Siiiiiiiiiiiii!!!
Goria, se corrió, gimiento, temblando y sacudiéndose, mientras Tobi, con la cara mojada del chorro de jugo que había soltado, le lamía hasta la última gota.
Cuando recuperó el aliento, le dijo a Adolfo:
-¡Que bien jodes, hospitalario!
-Ahora ya sabes porque me llaman Adolfo el Golfo.
El día soleado, se empezó a cubrir. Le dijo Gloria a Adolfo :
-Hay que volver a casa, en quince minutos empieza a llover.
-No lo parece.
-Tampoco yo parezco una putona, y lo soy.
Gloria sabía de lo que hablaba. Veía venir nubes negras cargadas de agua.
A los veinte minutos comenzó a llover.
En la ventana de la cocina, le dijo Adolfo a Gloria:
-Me tengo que ir antes de que llueva con más fuerza. Ya le dige a tu abuelo que siga haciendo los ejercicios, y el de levantar y bajar el culo, más. Hasta dentro de quince días.
Adolfo, besó a Gloria.
-No te enamores de mi que soy muy puta.
Adolfo, sonrió.
-Lo sé. No me enamoraré.
Adolfo se fue en su viejo Renault. Gloria entró en la habitación de su abuelo, y le dijo:
-A hacer ejercicio.
-¿Cuál?
Gloria dejo caer el vestido al piso de la habitación.
-El de subir y bajar el culo.