Fuego en el autobus

roman74

Pajillero
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Mi salida y el trayecto aburrido del autobús. Nada hacÃ*a más desesperante ese trayecto de media hora que pensar en ello. Siempre hacia lo mismo. Pagaba mi billete y me arrinconaba. Era lo mejor para pasar el rato, mirando por la ventana.
SentÃ*a su paquete apretarse y moverse levemente contra mi trasero. Mi cuerpo estaba pegado a la barra del autobús que como siempre estaba abarrotado de gente. No atrevÃ* a moverme de cintura para abajo pero si mire de reojo. Una mata de pelo moreno seguida de unos ojos azules se clavaron en los mÃ*os.
El autobús paro y él detuvo sus movimientos separándose un poco de mÃ*. Solo quedaba una parada para llegar a mi casa. Las puertas se cerraron y nos pusimos en marcha de nuevo. TÃ*midamente me gire pero no vi a nadie. Mire por los cristales y pude verlo desaparecer por la esquina de la calle.
Dios, no podÃ*a admitir que me habia sentido como nunca. Cerré los ojos y aspire profundamente. Mi parada llego y me baje corriendo sintiendo mis piernas doblarse del nerviosismo que habÃ*a dejado esos ojos. Puedo decir que esa noche fue más desquiciante que nunca.
Los dÃ*as transcurrieron y siempre pasaba lo mismo. Esos ojos me atormentaban todo el trayecto. Poco a poco, fui viendo que cada vez me decidÃ*a a observarlo un poco más. TenÃ*a una melena por los hombros, unos labios generosos y una piel bronceada.
Esa tarde, fue algo más osado. Sus manos vagaron por mi cintura apretándome contra él. Ahogue un jadeo de sorpresa tapándome la boca con la mano. Su risa hizo que mi cuerpo se estremeciera. Llevaba una falda holgada y un tanguita. Sus manos rebuscaron bajo mi falda acariciando mis muslos. Su miembro se apretaba contra mi trasero y yo estaba a punto de gemir escandalosamente.
SentÃ* su aliento en mi cuello y un gemido soltando en un susurro. Apreté la mano contra la barra de metal mordiéndome el labio. ¿Por qué me sentÃ*a asÃ*? No lo sabÃ*a, pero me estaba encantando. Me estaba poniendo como una moto.
-Mmm… -el autobús se paro y sentÃ* como su mano pasaba por mi vagina metiendo dos dedos rápidamente para luego sacarlos. –Mañana…
Escuche el ruido que hizo su boca después, mire por el cristal ya que no me movÃ* por temor a caerme de bruces, se estaba chupando los dedos y me dedico una de sus sonrisas. Las puertas del autobús se abrieron y volvió a desaparecer.
GemÃ* en un susurro apoyando la frente en el cristal del autobús con rabia. Puedo decir que esa tarde estuve planteándome muy seriamente que no iba a pasarme otra vez. TenÃ*a que pasar algo tanto si lo tenÃ*a que provocar yo. DecidÃ* ponerme algo coqueta para trabajar pero muy sensual.
Al dÃ*a siguiente, todos los hombres de la oficina me comÃ*an con los ojos pero yo solo tenÃ*a pensamientos para él. No sabÃ*a su nombre, nada, solo que me ponÃ*a tan ardiente como una estufa. ¿Seria una guarra? ¿Una desalmada? Me importaba poco. Estaba decidida a tener a ese tÃ*o, fuera o dentro de ese maldito autobús.
Mire el reloj. Mi turno habia terminado y ahÃ* estaba yo cinco minutos después. Mis brazos apoyados en la barandilla junto al cristal y mis ojos mirando el reflejo a mi espalda. Una sonrisa maliciosa recorrÃ*a estos cuándo esos ojos aparecieron en el cristal. Yo, con mini y botas camperas, recostada levemente hice como si no lo veÃ*a como todos los dÃ*as que llevábamos encontrándonos.
Su sonrisa me hizo ponerme nerviosa perdÃ*a y sentir su verga mecerse contra mi trasero de nuevo hizo que cerrara los ojos de gusto. Apreté un poco más contra su cuerpo y lo vi pararse por un segundo. Ahora la sonrisa se poso en mis labios moviéndome.
El autobús paro y la gente comenzó a subir como loca. Al final terminamos apretados el uno contra el otro. Sus manos se posaron en mi cintura clavándome su estaca, mi cuerpo dio un respingo pero me relaje de nuevo.
La gente nos apretaba y empujaba intentando buscar un sitio donde quedarse. Sus manos vagaron por mi trasero pasando por debajo de mi falda. Un ahogado gemido broto de su garganta al darse cuenta de que no me habia puesto ropa interior.
Me gire lentamente clavando mis ojos pardos en los aguamarina de él. No hablamos, ni una palabra broto de nuestros labios. Nuestros cuerpos hablaban por nosotros. Se pego mucho más a mÃ* metiendo una rodilla entre mis piernas. SonreÃ* mientras pasaba mis manos por su pecho hasta llegar a su cuello.
Mi pelvis se movió contra su abultado pantalón. No se demoro mucho para introducir dos dedos dentro de mÃ*. Mi cuerpo se arqueo mÃ*nimamente intentando que la gente no se diera cuenta de nada. Se movió dentro de mi hasta que vio que mis ojos se cerraban de puro gusto. Capturo mis labios en un beso abrasador introduciéndome la lengua buscando pelea con la mÃ*a.
Sus dedos salieron provocando una protesta de mi parte que fue acallada por sus labios. Tanteo su pantalón hasta que note un ardiente calor dar contra mi clÃ*toris expuesto. MordÃ* sus labios mirándolo a los ojos. Una clara invitación, no podÃ*a más. Tomo mi pierna posándola en su cintura y lentamente entro en mÃ*.
Deje caer mi cabeza contra el cristal sin perder la vista de los alrededores. Su otra mano se poso en mi cintura entrando en mi húmedo canal con un ritmo delicioso. Entre el traqueteo del autobús, un señor perdió el equilibrio y se apoyo en el moreno haciendo que entrara bruscamente en mi. Solté un jadeo. El chico clavo sus ojos azules en mÃ*. Me excuse diciendo que me habia pisado pero vi su sonrisa ensancharse al notar cómo me humedecÃ*a allá abajo.
Dio, me estaba muriendo, el trayecto se hacÃ*a más lento y nuestros movimientos mas rápidos dentro de lo posible para pasar desapercibidos. En cada parada nos quedábamos quietos y yo miraba a nuestro alrededor para ver si tenÃ*amos la suficiente marea de gente para taparnos. Alzaba mi pelvis en busca de su contacto que me tenÃ*a perdida. Notaba como se ensanchaba su miembro dentro de mÃ*.
-dios mujer –me susurro apoyando una mano en el cristal dejando mi pierna enredada en la suya. Le lamÃ* el cuello y el soltó otro improperio –Eres tan cálida y apretadita.
Esas palabras subieron mi ardor haciendo que me arqueara dándole mi vagina para que la usase como quisiera. No podÃ*a hablar solo mis labios decÃ*an todo lo que no me salÃ*a. Lo bese y mordisquee sus labios incitándole a aumentar el ritmo.
Lo hizo dándome estocadas cortas pero disimuladas. Rápidas y rozando mi clÃ*toris en el vaivén. Mi orgasmo no tardo en llegar provocando que mi cuerpo se arqueara hacia arriba. Sonrojada y con los labios entreabiertos, alargo mi clÃ*max hasta que casi alcanzo el suyo. Me miro y sonrió. Salió de mÃ* dándome un ardiente beso mientras que con una mano, termino arreglándose el pantalón.
-Un placer.
Lo vi guiñarme un ojo y salir por la puerta que se habÃ*an abierto. Colorada y hecha un flan, lo vi salir. Sonrisa bobalicona y una sensación placentera en el cuerpo, me apoye en el cristal dejando mi cuerpo retomar fuerzas para mi parada.
¿Sera que se volvió a repetir? Esa es otra historia que os podrÃ*a decir… o no…
 
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