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FAMILIAS RICAS INTERCAMBIAN SUS NENAS parte 2
Quisiera hacer un apunte antes de que continúen leyendo, este relato está inspirado en "Reuniones morbosas e incestuosas" de la muy admirada Veronicca, podríamos decir que es la cara B de ese relato, quizás lo que ella no se atrevió a escribir en su día. Lo hago con su autorización e inspiración,
Va por ti, VERONICCA
Entrando y acomodadas ya en el lujoso coche, Bárbara y yo con nuestros bebés y el jovencito de Bárbara, seguíamos charlando tranquilamente la dije:
- Chica pero que tanguita le pones a tu hija, es una preciosidad y como le resalta todo su culito, se le ven todas las nalguitas, con ese fino hilo que lleva se le pone entre sus dos globitos y todavía destacan más.
- Siiiii, es bonita, ¿verdad?
- Ya lo creo
- Me las envía mi madre desde Noruega, allá se venden habitualmente para las nenas, es fácil encontrarlas, me gusta ponérselas y verla así tan rica.
- Pues te voy a encargar unas cuantas para la mía. Pero no sé si me atreveré a ponérselas
- Claro que sí, tienes que ser un poco más atrevida, y lanzada ¿no te diste cuenta, como miraba tu marido? Seguro que él estará encantado de vérselas.
- Sí, sí, claro que lo vi, se le iban los ojos, como a mí. Ay no sé, es que es como si no llevara nada, se le ven todos los labios del chochito, no sé qué opinará mi marido a veces me sorprende que sea tan conservador, con lo que hemos vivido tanto en su familia como en la mía. Ya te conté como se conocieron nuestras familias, Y en la escuela, ¿Cómo la llevas así?
- Ah, no te preocupes, ya hablé con Ingrid, la directora, ya sabes que es Danesa, ella es muy permisiva, incluso anima a las madres a que vistamos de esa manera tan provocativa a las nenas. Recuerda cuando en el colegio van de intercambio con otras familias como nosotras y todo lo que les enseñan.
- Si, si lo sé, precisamente en uno de esos intercambios nos conocimos con mi marido, que íbamos a la misma escuela, también nuestras familias y ya se arregló nuestro matrimonio, pero mi marido ya te digo, es más comedido que yo, siempre piensa que es demasiado pronto.
- Lo sé, lo sé, el mío piensa lo mismo, pero tenemos que convencerles, para que las manoseen más, y sean más atrevidos, a mí me gustaría que ya estuviera iniciada, y que lo hicieran con su hermanito en nuestra cama con nosotros. Pero solo se atreve a rozarle un poco el chochito con sus dedos. Imagínate ese coñito, suave, sin pelitos, rosadito. Encima con mi embarazo y las tetas lactando todo el día, tengo la libido y un deseo que no veas, voy todo el día mojada.
- Si el mío hace lo mismo.
- Pues a ver si nos reunimos las dos familias y montamos una buena orgía con los nenitos.
- Oh, nada me gustaría más, por cierto,
-Vaya morreo que te has dado con el nene comiéndole la boca y tocándole de esa manera, ¿le has puesto la mano por dentro del pantalón?, como tenías la chaqueta del colegio, no hemos podido verlo bien.
Su hijo que estaba sentada entre las dos, oía la conversación que tenía con su mamá, me miraba y sonreía como un angelito.
Ella riéndose me contestó mirando a su nene:
- Es un crío todavía y me gusta mucho hacerle eso. Si, le he acariciado por dentro del pantalón, le estimulo su pollita, todavía no saca leche, pero le descapullo el penecito siempre que puedo, de esta manera se acrecienta su morbo y sus ganas de sexo. ¿Verdad mi pequeñín?
Le preguntaba a su hijito, dándole otro largo morreo con lengua, con toda la carga erótica que le quería transmitir.
- Si mamita, me gusta mucho cuando me haces eso. Respondía el jovencito.
Y Bárbara continuaba,
- Yo me muero por su lechecita, estoy deseando que ya la saque, algunas noches Paul me lo lleva a la cama y duerme entre nosotros, entre los dos le excitamos, mientras yo me pongo sus huevecitos en la boca, mi marido le come la pollita o le pasamos nuestra lengua por la puntita de su polla, por el glande, ¿sabes?, con mi marido nos morreamos intercambiando nuestra lengua y saliva con su pollita entre nuestras bocas, le dejamos todas las babas en su penecito, bien suave y lubricado, eso le gusta mucho al nene, ya empieza a sacar algo de agüita pre seminal cuando le hacemos eso, pero todavía es muy poco. Estoy deseando que empiece ya la nueva sirvienta, a ver si se anima más con su embarazo y ella consigue sacarle ya su primera lechecita.
- Ay chica, como me tienes, me has puesto como una perra, viciosa y caliente, mira te voy a contar algo que no lo sabe nadie, ya te he dicho que algunas noches la criadita me trae a la bebita a la cama para que le dé la lechita ¿no?
- Si, si
- Pues sabes qué?, eso me pone muy lasciva y depravada, y con un vicio cuando me succiona los pezones y veo la leche resbalar por las tetas que no veas, me dan unas ganas de hacerme una pajita que no puedo contenerme, pero al estar sujetando a la bebita, no puedo y me pongo uffffffff, mi marido el otro día se dio cuenta, y le dijo algo al oído a la filipina que no entendí, el caso es que la criada me saca a la bebita y se la da a mi marido y se pone ella a chuparme y sacarme la leche, va y me la echa por todo mi conejito.
- Vaya que morbo, me imagino, como debíais estar, los tres en la cama con tu bebita.
- Te sigo contando, pues me la echa toda en mi coñito que lo tengo depilado, ya lo sabes, se veía todo blanco de mi leche que la criada dejaba fluir desde su boca, entonces va y mi marido me pone a la bebita a que recoja la leche de mi vulva, la pobrecita, venga a chupar y lamer toda la que estaba en mi chochito, suave como estaba, me vine como pocas veces, al final era más flujo de mi venida que leche, pero la pobre seguía chupándome el botoncito, yo no daba más de sí, me volví a correr.
- Vaya, ahora tú si me pones caliente chica con esta historia, y ¿qué hacían ellos?
- Mientras, mi marido y la criada juntos en la cama se recreaban en mi orgasmo, se estaban haciendo una rica paja los dos, la criada para que la polla de mi marido estuviera bien lubricada y resbalara bien, le dejaba parte de mi leche que todavía conservaba en su boca.
Los pobres, no se atrevían a más, yo le digo a mi marido,
- Vamos cariño, fóllatela, ¿a qué esperas?, fóllate a la criada ya, úsala para tu vicio y diversión, la sirvienta, asentía mis órdenes, le animaba a mi marido:
- Siiii, vamos mi señor, úseme, haga de mi una zorra para su disfrute, haga caso a su mujer, fólleme, lléveme al paraíso, soy su sirvienta para que me use, vamos.
Yo, al borde de mi éxtasis les decía:
- Quiero verlo, quiero ver cómo te la follas mi amor, y aunque no comprenda quiero ya que nuestra bebita lo vea también, que aprenda.
Así mientras mi bebita me arrancaba otro orgasmo mi marido dulcemente se follaba a nuestra filipina, ella al ver que mi marido estaba al borde del orgasmo, me pide permiso para que le de la leche en la boca, tanto él como yo consentimos y le llena la boca, nos fundimos en un rico beso los tres compartiendo nuestras lenguas, llenas de leche y saliva. En eso que la filipina nos dice:
- mis señores, la bebita se ha terminado la leche y creo que se ha quedado con hambre.
Los tres nos miramos y sonriendo asentimos, dejando caer la leche que teníamos los tres en la boca hacia mi coñito, llenándolo otra vez de rico alimento para mi bebita, que continuó, lamiendo mi chochito.
- Vaya chica, esta sí que es una buena historia, ya te digo que tienes mucha suerte con esta criada. Estoy deseando que su hija empiece ya en mi casa, pero no sé si será tan buena como su madre, por lo que me cuentas.
- Si, no te preocupes, ya nos encargaremos que aprenda pronto y sea mimosa con todos vosotros.
Yo le dije:
- Bárbara, con esta conversación, estoy toda mojada, como me hubiera gustado hacerle lo mismo a mi hijo cuando me lo ha pedido en el club, lástima que mi marido no me ha dejado, creo que aún no os tiene confianza, pero espero que pronto se decida y podamos reunirnos las dos familias en alguna de nuestras casas, junto con las filipinas. Como te he dicho antes.
- Si yo también lo espero, podríamos iniciar juntos a las nenas, mi marido no se decide aún, hemos tenido algún acercamiento con ella, pero nada serio, tan solo los fines de semana, nos bañamos todos juntos en la bañera, con la bebita también, y allí tomo la mano de mi marido y la dirijo para que se atreva a acariciarle el culito mientras la enjabona, también la vulvita, pero poco más, yo le ánimo y alecciono a que le ya le ponga algún dedito o le manosee y acaricie los pezoncitos, pero no se decide. Yo sí lo hago, disimuladamente, tanto a ella como al nene incluso a veces, jugando, hago que la nena ya le manosee el pitito y le descapulle el glandecito, ella se ríe, pero creo que ya le va gustando.
Incluso he conseguido que mi marido se haga una rica paja junto conmigo en la propia bañera, sin que los nenes se den cuenta, no sabes el morbo que da, lo tienes que probar, chica.
- Vaya que si, Bárbara.
El nene que seguía en medio de las dos oyendo la conversación intervino
- Mami, mami, ¿porque no continuas con lo que me hacías en el club?
Nos miramos las dos y reímos por las ganas que tenía el nenito. Bárbara me miró con esa lujuria que transmitían sus ojos, me dice
- Qué, ¿Te atreves?
- Ay, no sé, tu ¿Qué dices, guapo?, ¿te gustaría que te diera un masaje en tu pollita como antes tu mamá?
- Si, si, y ¿me darías también la leche de tus tetas?
En ese momento Bárbara me sorprende y a pesar de tener a su bebito en brazos, me desabrocha mi blusa y hábilmente me saca una teta fuera me da un masaje para que aflore la leche, me pellizca y estimula los pezones, excitándolos y poniéndolos duros como piedras, pero aun así no consigue que brote nada, pero su masaje lo que ha conseguido que empape toda mi tanguita, estoy chorreando.
Bárbara le dice a su nene, no hay lechita en sus tetas, pero ella te va a hacer un rico masaje.
- Vamos chica, mi hijo te está esperando, tócale, manoséale bien.
Yo, estaba que no me tenía, con mis tetas fuera, mi bebita en brazos viéndolo todo y chorreando flujo, por fin me decido y le friego la pollita por encima del pantalón. En eso que se acerca Bárbara, y me da un morreo con su lengua, mientras ella misma me coge la mano y me la pone por dentro del pantalón de su hijo, me dice
- Así mejor, ¿no?
- Ya lo creo,
A la vez, toma las manitas de su nene y las pone en mis tetas para que las toque y manosee bien. El nene suavemente me acaricia los pechos apretando ligeramente mis pezones, haciendo salir alguna gotita de leche que resbala lentamente por mi lisa y cuidada tripa.
El sentir directamente el contacto de su penecito en mi mano junto con el morreo que me estaba dando Bárbara, me hizo acabar. Ella me animaba a seguir,
- Bien, bien, siente su pollita en tu mano, siente lo suave que es, como la de tu nene, vamos bájale la pielcita, descapúllalo, mira, mira como le gusta, vamos vuélvete a correr,
Ella no paraba de incitarme, de provocarme a que fuera más viciosa con su hijo, yo con mi bebita no podía soltarme del todo, no podía masajearle todo lo que hubiera querido. Ella que se dio cuenta, y me coge a mi bebita. Me dice
- Así, así, ahora estarás cómoda, acaricia ahora su pollita, tócala todo lo que quieras, póntela en la boca si quieres, yo nunca se lo he hecho aún.
Ahora ella se abre su blusa por segunda vez en la tarde sacando sus tetas fuera y toma a los dos bebes para ponerlos en sus pechos y que mamen, que chupen sus pezones y se alimenten de su leche. Mientras, veo que ella aparta su tanguita y se hace una rica paja, también como yo lleva todo el coñito depilado, brillante por el flujo que mana. Alterna su pajita con el masaje a la pollita de su nene, mientras se morrea conmigo y los bebitos le succionan sus pezones. Es la mayor zorra que he visto nunca, que suerte su marido Paul, de tenerla, definitivamente, quiero ser su íntima amiga para que me enseñe a ser como ella.
Me susurra al oído.
- Cómete el pitito de mi hijo, vamos, póntelo todo en la boca, hasta los huevitos, así muy bien, y ahora tócame a mí, vamos ponme tus deditos hazme una paja, como yo te la estoy haciendo a ti, así muy bien, siento tu suave coñito, encharcado como lo tengo yo, así, así, mi vida, vas a ser tan putita como yo.
- Siiiiii, Bárbara, quiero que me enseñes, a ser tan perra como tú, quiero sacar de quicio a mi marido y mis hijitos.
- Lo serás, lo serás, pero despacito, todo a su tiempo.
Repetía Bárbara
ahhhhhhhhhh, mientras nos damos la lengua, nos corremos a la vez. Siento en la boca una dulce agüita, el nenito también ha soltado su lechita aguada.
Descansamos en el asiento, los bebes juegan entre ellos tocando las tetas y la barriga de Bárbara, todos sonreímos felices.
Ya estábamos llegando a la urbanización y tuvimos que interrumpir la charla, chica ya te contaré otro día como terminó el último domingo que estuvimos todos en la bañera y como la filipina nos enjabonaba a todos, al final se puso también con nosotros.
- Que alegría me da oírte hablar así, ya pensaba que nuestra estancia aquí sería aburrida pero veo que nada de nada, tenemos mucho de qué hablar. Creía que éramos los únicos que incestábamos pero seguro que no, ¿verdad?
- Bueno, no te cuento más, que tu hijo se va a escandalizar, el jovencito oía lo que yo le contaba a su mama y se reía
- Si quieres mañana en la tarde, pásate por casa con las dos filipinas y ya le proponemos a la hijita que se quede.
- Me parece perfecto Bárbara, mañana me pasó
La puerta que daba acceso al recinto privado que formaban las diferentes viviendas de la urbanización identificó ambos vehículos y se abrió automáticamente, la casa de Bárbara estaba justo frente a la nuestra. Llegamos a la vez, y los chóferes estacionaron los coches uno al lado del otro nos vimos todos de nuevo, al salir, los hombres con las nenitas, estaban todos muy contentos.
- Decía mi hija:
- Mami, mami, nos lo hemos pasado fenómeno en el viaje, me he sentado en la falda de Paul y mi amiga en la de papá, con sus piernas jugábamos al caballito, me ha gustado mucho, sabes, sentía cosquillitas aquí abajo, pero con estas braguitas que llevo, no he sentido tanto como mi amiga, me rozan en las nalgas. Mira, quiero unas como las de ella.
Y con naturalidad levanta la minifaldita de su amiga dejándonos ver, su chochito, brillante y reluciente, sin duda mi marido se divirtió bien, y acariciando su culito con las dos manitas, continúa diciendo:
- Te das cuenta mami, fíjate lo ves, su culito no tiene rozaduras, es muy suave, tócalo verás, te das cuenta, solo tiene un hilito muy fino y se le mete entre sus dos nalguitas, mira, mira, tócalo, acarícialo mami, papi ya lo ha hecho todo el viaje.
Siguiendo la inocencia de la conversación de mi niña, miro a Bárbara y ella riendo de la ocurrencia de la nena, asiente y dice:
- Sí, claro, vamos, no seas tímida, tócala, tócale ese rico culito, verás que suave.
Pero yo no me atrevía, allí delante de todos, uf, que apuro. Hasta que vi a Paul que me invitaba a tocarle y me decía que si con la cabeza, pero no fue hasta que Bárbara me cogió de nuevo mi mano y me la puso en el canalillo que formaban sus dos cachetitos, la acaricié y manosee bien, a conciencia, hasta me atreví a poner un dedo hasta el fondo y pude sentir la humedad de su chochito.
Me decía,
- ¿Te das cuenta? Deberías vestirla con esas tanguitas, a todos os iba a gustar. Seguro que tu marido ya sabe de lo que estoy hablando, espero que lo hayas disfrutado en el viaje, le dice.
- Si, si, no te puedes imaginar, lo cariñosa que se ha puesto vuestra hija conmigo, ¿verdad Paul?
Jajaja, rieron todos.
- Bueno, bueno, ya me contará esta noche Paul vuestro viaje.
Por fin, las dos familias nos despedimos atravesando la tranquila calle, fuimos cada uno a su hogar.
Continuará…
Quisiera hacer un apunte antes de que continúen leyendo, este relato está inspirado en "Reuniones morbosas e incestuosas" de la muy admirada Veronicca, podríamos decir que es la cara B de ese relato, quizás lo que ella no se atrevió a escribir en su día. Lo hago con su autorización e inspiración,
Va por ti, VERONICCA
Entrando y acomodadas ya en el lujoso coche, Bárbara y yo con nuestros bebés y el jovencito de Bárbara, seguíamos charlando tranquilamente la dije:
- Chica pero que tanguita le pones a tu hija, es una preciosidad y como le resalta todo su culito, se le ven todas las nalguitas, con ese fino hilo que lleva se le pone entre sus dos globitos y todavía destacan más.
- Siiiii, es bonita, ¿verdad?
- Ya lo creo
- Me las envía mi madre desde Noruega, allá se venden habitualmente para las nenas, es fácil encontrarlas, me gusta ponérselas y verla así tan rica.
- Pues te voy a encargar unas cuantas para la mía. Pero no sé si me atreveré a ponérselas
- Claro que sí, tienes que ser un poco más atrevida, y lanzada ¿no te diste cuenta, como miraba tu marido? Seguro que él estará encantado de vérselas.
- Sí, sí, claro que lo vi, se le iban los ojos, como a mí. Ay no sé, es que es como si no llevara nada, se le ven todos los labios del chochito, no sé qué opinará mi marido a veces me sorprende que sea tan conservador, con lo que hemos vivido tanto en su familia como en la mía. Ya te conté como se conocieron nuestras familias, Y en la escuela, ¿Cómo la llevas así?
- Ah, no te preocupes, ya hablé con Ingrid, la directora, ya sabes que es Danesa, ella es muy permisiva, incluso anima a las madres a que vistamos de esa manera tan provocativa a las nenas. Recuerda cuando en el colegio van de intercambio con otras familias como nosotras y todo lo que les enseñan.
- Si, si lo sé, precisamente en uno de esos intercambios nos conocimos con mi marido, que íbamos a la misma escuela, también nuestras familias y ya se arregló nuestro matrimonio, pero mi marido ya te digo, es más comedido que yo, siempre piensa que es demasiado pronto.
- Lo sé, lo sé, el mío piensa lo mismo, pero tenemos que convencerles, para que las manoseen más, y sean más atrevidos, a mí me gustaría que ya estuviera iniciada, y que lo hicieran con su hermanito en nuestra cama con nosotros. Pero solo se atreve a rozarle un poco el chochito con sus dedos. Imagínate ese coñito, suave, sin pelitos, rosadito. Encima con mi embarazo y las tetas lactando todo el día, tengo la libido y un deseo que no veas, voy todo el día mojada.
- Si el mío hace lo mismo.
- Pues a ver si nos reunimos las dos familias y montamos una buena orgía con los nenitos.
- Oh, nada me gustaría más, por cierto,
-Vaya morreo que te has dado con el nene comiéndole la boca y tocándole de esa manera, ¿le has puesto la mano por dentro del pantalón?, como tenías la chaqueta del colegio, no hemos podido verlo bien.
Su hijo que estaba sentada entre las dos, oía la conversación que tenía con su mamá, me miraba y sonreía como un angelito.
Ella riéndose me contestó mirando a su nene:
- Es un crío todavía y me gusta mucho hacerle eso. Si, le he acariciado por dentro del pantalón, le estimulo su pollita, todavía no saca leche, pero le descapullo el penecito siempre que puedo, de esta manera se acrecienta su morbo y sus ganas de sexo. ¿Verdad mi pequeñín?
Le preguntaba a su hijito, dándole otro largo morreo con lengua, con toda la carga erótica que le quería transmitir.
- Si mamita, me gusta mucho cuando me haces eso. Respondía el jovencito.
Y Bárbara continuaba,
- Yo me muero por su lechecita, estoy deseando que ya la saque, algunas noches Paul me lo lleva a la cama y duerme entre nosotros, entre los dos le excitamos, mientras yo me pongo sus huevecitos en la boca, mi marido le come la pollita o le pasamos nuestra lengua por la puntita de su polla, por el glande, ¿sabes?, con mi marido nos morreamos intercambiando nuestra lengua y saliva con su pollita entre nuestras bocas, le dejamos todas las babas en su penecito, bien suave y lubricado, eso le gusta mucho al nene, ya empieza a sacar algo de agüita pre seminal cuando le hacemos eso, pero todavía es muy poco. Estoy deseando que empiece ya la nueva sirvienta, a ver si se anima más con su embarazo y ella consigue sacarle ya su primera lechecita.
- Ay chica, como me tienes, me has puesto como una perra, viciosa y caliente, mira te voy a contar algo que no lo sabe nadie, ya te he dicho que algunas noches la criadita me trae a la bebita a la cama para que le dé la lechita ¿no?
- Si, si
- Pues sabes qué?, eso me pone muy lasciva y depravada, y con un vicio cuando me succiona los pezones y veo la leche resbalar por las tetas que no veas, me dan unas ganas de hacerme una pajita que no puedo contenerme, pero al estar sujetando a la bebita, no puedo y me pongo uffffffff, mi marido el otro día se dio cuenta, y le dijo algo al oído a la filipina que no entendí, el caso es que la criada me saca a la bebita y se la da a mi marido y se pone ella a chuparme y sacarme la leche, va y me la echa por todo mi conejito.
- Vaya que morbo, me imagino, como debíais estar, los tres en la cama con tu bebita.
- Te sigo contando, pues me la echa toda en mi coñito que lo tengo depilado, ya lo sabes, se veía todo blanco de mi leche que la criada dejaba fluir desde su boca, entonces va y mi marido me pone a la bebita a que recoja la leche de mi vulva, la pobrecita, venga a chupar y lamer toda la que estaba en mi chochito, suave como estaba, me vine como pocas veces, al final era más flujo de mi venida que leche, pero la pobre seguía chupándome el botoncito, yo no daba más de sí, me volví a correr.
- Vaya, ahora tú si me pones caliente chica con esta historia, y ¿qué hacían ellos?
- Mientras, mi marido y la criada juntos en la cama se recreaban en mi orgasmo, se estaban haciendo una rica paja los dos, la criada para que la polla de mi marido estuviera bien lubricada y resbalara bien, le dejaba parte de mi leche que todavía conservaba en su boca.
Los pobres, no se atrevían a más, yo le digo a mi marido,
- Vamos cariño, fóllatela, ¿a qué esperas?, fóllate a la criada ya, úsala para tu vicio y diversión, la sirvienta, asentía mis órdenes, le animaba a mi marido:
- Siiii, vamos mi señor, úseme, haga de mi una zorra para su disfrute, haga caso a su mujer, fólleme, lléveme al paraíso, soy su sirvienta para que me use, vamos.
Yo, al borde de mi éxtasis les decía:
- Quiero verlo, quiero ver cómo te la follas mi amor, y aunque no comprenda quiero ya que nuestra bebita lo vea también, que aprenda.
Así mientras mi bebita me arrancaba otro orgasmo mi marido dulcemente se follaba a nuestra filipina, ella al ver que mi marido estaba al borde del orgasmo, me pide permiso para que le de la leche en la boca, tanto él como yo consentimos y le llena la boca, nos fundimos en un rico beso los tres compartiendo nuestras lenguas, llenas de leche y saliva. En eso que la filipina nos dice:
- mis señores, la bebita se ha terminado la leche y creo que se ha quedado con hambre.
Los tres nos miramos y sonriendo asentimos, dejando caer la leche que teníamos los tres en la boca hacia mi coñito, llenándolo otra vez de rico alimento para mi bebita, que continuó, lamiendo mi chochito.
- Vaya chica, esta sí que es una buena historia, ya te digo que tienes mucha suerte con esta criada. Estoy deseando que su hija empiece ya en mi casa, pero no sé si será tan buena como su madre, por lo que me cuentas.
- Si, no te preocupes, ya nos encargaremos que aprenda pronto y sea mimosa con todos vosotros.
Yo le dije:
- Bárbara, con esta conversación, estoy toda mojada, como me hubiera gustado hacerle lo mismo a mi hijo cuando me lo ha pedido en el club, lástima que mi marido no me ha dejado, creo que aún no os tiene confianza, pero espero que pronto se decida y podamos reunirnos las dos familias en alguna de nuestras casas, junto con las filipinas. Como te he dicho antes.
- Si yo también lo espero, podríamos iniciar juntos a las nenas, mi marido no se decide aún, hemos tenido algún acercamiento con ella, pero nada serio, tan solo los fines de semana, nos bañamos todos juntos en la bañera, con la bebita también, y allí tomo la mano de mi marido y la dirijo para que se atreva a acariciarle el culito mientras la enjabona, también la vulvita, pero poco más, yo le ánimo y alecciono a que le ya le ponga algún dedito o le manosee y acaricie los pezoncitos, pero no se decide. Yo sí lo hago, disimuladamente, tanto a ella como al nene incluso a veces, jugando, hago que la nena ya le manosee el pitito y le descapulle el glandecito, ella se ríe, pero creo que ya le va gustando.
Incluso he conseguido que mi marido se haga una rica paja junto conmigo en la propia bañera, sin que los nenes se den cuenta, no sabes el morbo que da, lo tienes que probar, chica.
- Vaya que si, Bárbara.
El nene que seguía en medio de las dos oyendo la conversación intervino
- Mami, mami, ¿porque no continuas con lo que me hacías en el club?
Nos miramos las dos y reímos por las ganas que tenía el nenito. Bárbara me miró con esa lujuria que transmitían sus ojos, me dice
- Qué, ¿Te atreves?
- Ay, no sé, tu ¿Qué dices, guapo?, ¿te gustaría que te diera un masaje en tu pollita como antes tu mamá?
- Si, si, y ¿me darías también la leche de tus tetas?
En ese momento Bárbara me sorprende y a pesar de tener a su bebito en brazos, me desabrocha mi blusa y hábilmente me saca una teta fuera me da un masaje para que aflore la leche, me pellizca y estimula los pezones, excitándolos y poniéndolos duros como piedras, pero aun así no consigue que brote nada, pero su masaje lo que ha conseguido que empape toda mi tanguita, estoy chorreando.
Bárbara le dice a su nene, no hay lechita en sus tetas, pero ella te va a hacer un rico masaje.
- Vamos chica, mi hijo te está esperando, tócale, manoséale bien.
Yo, estaba que no me tenía, con mis tetas fuera, mi bebita en brazos viéndolo todo y chorreando flujo, por fin me decido y le friego la pollita por encima del pantalón. En eso que se acerca Bárbara, y me da un morreo con su lengua, mientras ella misma me coge la mano y me la pone por dentro del pantalón de su hijo, me dice
- Así mejor, ¿no?
- Ya lo creo,
A la vez, toma las manitas de su nene y las pone en mis tetas para que las toque y manosee bien. El nene suavemente me acaricia los pechos apretando ligeramente mis pezones, haciendo salir alguna gotita de leche que resbala lentamente por mi lisa y cuidada tripa.
El sentir directamente el contacto de su penecito en mi mano junto con el morreo que me estaba dando Bárbara, me hizo acabar. Ella me animaba a seguir,
- Bien, bien, siente su pollita en tu mano, siente lo suave que es, como la de tu nene, vamos bájale la pielcita, descapúllalo, mira, mira como le gusta, vamos vuélvete a correr,
Ella no paraba de incitarme, de provocarme a que fuera más viciosa con su hijo, yo con mi bebita no podía soltarme del todo, no podía masajearle todo lo que hubiera querido. Ella que se dio cuenta, y me coge a mi bebita. Me dice
- Así, así, ahora estarás cómoda, acaricia ahora su pollita, tócala todo lo que quieras, póntela en la boca si quieres, yo nunca se lo he hecho aún.
Ahora ella se abre su blusa por segunda vez en la tarde sacando sus tetas fuera y toma a los dos bebes para ponerlos en sus pechos y que mamen, que chupen sus pezones y se alimenten de su leche. Mientras, veo que ella aparta su tanguita y se hace una rica paja, también como yo lleva todo el coñito depilado, brillante por el flujo que mana. Alterna su pajita con el masaje a la pollita de su nene, mientras se morrea conmigo y los bebitos le succionan sus pezones. Es la mayor zorra que he visto nunca, que suerte su marido Paul, de tenerla, definitivamente, quiero ser su íntima amiga para que me enseñe a ser como ella.
Me susurra al oído.
- Cómete el pitito de mi hijo, vamos, póntelo todo en la boca, hasta los huevitos, así muy bien, y ahora tócame a mí, vamos ponme tus deditos hazme una paja, como yo te la estoy haciendo a ti, así muy bien, siento tu suave coñito, encharcado como lo tengo yo, así, así, mi vida, vas a ser tan putita como yo.
- Siiiiii, Bárbara, quiero que me enseñes, a ser tan perra como tú, quiero sacar de quicio a mi marido y mis hijitos.
- Lo serás, lo serás, pero despacito, todo a su tiempo.
Repetía Bárbara
ahhhhhhhhhh, mientras nos damos la lengua, nos corremos a la vez. Siento en la boca una dulce agüita, el nenito también ha soltado su lechita aguada.
Descansamos en el asiento, los bebes juegan entre ellos tocando las tetas y la barriga de Bárbara, todos sonreímos felices.
Ya estábamos llegando a la urbanización y tuvimos que interrumpir la charla, chica ya te contaré otro día como terminó el último domingo que estuvimos todos en la bañera y como la filipina nos enjabonaba a todos, al final se puso también con nosotros.
- Que alegría me da oírte hablar así, ya pensaba que nuestra estancia aquí sería aburrida pero veo que nada de nada, tenemos mucho de qué hablar. Creía que éramos los únicos que incestábamos pero seguro que no, ¿verdad?
- Bueno, no te cuento más, que tu hijo se va a escandalizar, el jovencito oía lo que yo le contaba a su mama y se reía
- Si quieres mañana en la tarde, pásate por casa con las dos filipinas y ya le proponemos a la hijita que se quede.
- Me parece perfecto Bárbara, mañana me pasó
La puerta que daba acceso al recinto privado que formaban las diferentes viviendas de la urbanización identificó ambos vehículos y se abrió automáticamente, la casa de Bárbara estaba justo frente a la nuestra. Llegamos a la vez, y los chóferes estacionaron los coches uno al lado del otro nos vimos todos de nuevo, al salir, los hombres con las nenitas, estaban todos muy contentos.
- Decía mi hija:
- Mami, mami, nos lo hemos pasado fenómeno en el viaje, me he sentado en la falda de Paul y mi amiga en la de papá, con sus piernas jugábamos al caballito, me ha gustado mucho, sabes, sentía cosquillitas aquí abajo, pero con estas braguitas que llevo, no he sentido tanto como mi amiga, me rozan en las nalgas. Mira, quiero unas como las de ella.
Y con naturalidad levanta la minifaldita de su amiga dejándonos ver, su chochito, brillante y reluciente, sin duda mi marido se divirtió bien, y acariciando su culito con las dos manitas, continúa diciendo:
- Te das cuenta mami, fíjate lo ves, su culito no tiene rozaduras, es muy suave, tócalo verás, te das cuenta, solo tiene un hilito muy fino y se le mete entre sus dos nalguitas, mira, mira, tócalo, acarícialo mami, papi ya lo ha hecho todo el viaje.
Siguiendo la inocencia de la conversación de mi niña, miro a Bárbara y ella riendo de la ocurrencia de la nena, asiente y dice:
- Sí, claro, vamos, no seas tímida, tócala, tócale ese rico culito, verás que suave.
Pero yo no me atrevía, allí delante de todos, uf, que apuro. Hasta que vi a Paul que me invitaba a tocarle y me decía que si con la cabeza, pero no fue hasta que Bárbara me cogió de nuevo mi mano y me la puso en el canalillo que formaban sus dos cachetitos, la acaricié y manosee bien, a conciencia, hasta me atreví a poner un dedo hasta el fondo y pude sentir la humedad de su chochito.
Me decía,
- ¿Te das cuenta? Deberías vestirla con esas tanguitas, a todos os iba a gustar. Seguro que tu marido ya sabe de lo que estoy hablando, espero que lo hayas disfrutado en el viaje, le dice.
- Si, si, no te puedes imaginar, lo cariñosa que se ha puesto vuestra hija conmigo, ¿verdad Paul?
Jajaja, rieron todos.
- Bueno, bueno, ya me contará esta noche Paul vuestro viaje.
Por fin, las dos familias nos despedimos atravesando la tranquila calle, fuimos cada uno a su hogar.
Continuará…
