Experiencia en un Bukakke

heranlu

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Experiencia en un Bukakke


Habían levantado el encierro por la cuarentena y ya nos dejaban salir a la calle. Todos los contactos hechos durante el encierro, se iban materializando. Era martes y ya habíamos vuelto al trabajo. Justo antes de meterme en la cama, un pitido en mi móvil me avisaba de un mensaje en Twitter.

Tras desbloquearlo y abrir la aplicación, me encontré con el mensaje de una pareja con la cual, ya había cruzado algunos mensajes.

—Buenas noches. ¿Te interesa participar en un bukakke con nosotros, mañana al medio día?

La proposición me gustó, pero era muy precipitado hacer un hueco en el trabajo con tan poco tiempo de antelación, acababan de levantar el encierro por la pandemia y teníamos mucho trabajo. Aun así, la novedad que suponía para mí el participar en un bukakke, me hizo no pensármelo mucho, y aceptar la proposición al instante.

—Buenas. Ahí estaré.— Respondí al mensaje de la pareja.

No sabía lo que me iba a encontrar, ni como se desarrollaría la escena, ni cuántas personas estaríamos participando. Aun así, la idea de probar cosas nuevas me llevó a aceptar sin pensar en nada más. La posibilidad de un contagio por Covid, no me asustaba lo más minimo.

—Mañana te mandaré ubicación. Será a las once y media de la mañana, hay que llevar la mascarilla puesta en todo momento.— Me contestaron al instante.

En mi mente, se empezaron a formar imágenes de bukakkes de los que había visito en el porno. Mi polla empezó a crecer, y acabé con una erección tan fuerte, que casi me dolía.

Me fui a la cama con unas tremendas ganas de hacerme una paja, pero me las aguanté. Ya que quería tener los huevos llenos al día siguiente y poder regar a la anfitriona del evento con toda la leche que tuviese acumulada.

Al día siguiente me despertó una erección que tuve que volver a ignorar. Me desperté con la misma imagen con la que me había dormido: una mujer semidesnuda en centro de un corro de hombres, que sacudían sus vergas mientras ella, aleatoriamente, iba pasando de uno a otro masturbándolos sin pausa, mientras esperaba que acabasen bañándola en semen.

Me fui directo al trabajo, y nada más llegar, fui a hablar con mi jefe.

Le conté una pequeña mentira sobre una prueba de Covid que me tenía que hacer. No me puso ningún problema para que saliera del trabajo el tiempo que me hiciese falta, lo primero era la salud.

Eran las 10:30. Cuando me fui mi casa, nada más llegar, me fui a la ducha. Me había rasurado entero la noche anterior, así que al acabar, ya estaba limpio y perfumado para lo que estaba por pasar ese medio día.

A las once de la mañana recibí dos mensajes. Uno con la ubicación, y otro disculpándose y retrasando la hora del encuentro, para una hora más tarde. Al ser un invitado, acepté el cambio de horario y puse rumbo a la dirección que me había salido en el navegador. Tardé un buen rato en aparcar y aun así, me sobraba tiempo. Así que esperé mirando Twitter, ojeando una vez más, las fotos de la pareja que me había contactado.

Eran las doce y treinta en punto cuando toque el timbre del portero de la dirección que había recibido. Me abrieron sin preguntar. Era el segundo piso y subí por las escaleras. Al llegar al rellano busqué la letra del piso correspondiente y al llegar comprobé que la puerta estaba entreabierta. Empujé y entré adentro. Me recibió la chica de la pareja, llevaba puesto un camisón transparente a través del cual dejaba entrever un conjunto de lencería que hacía que el voluptuoso cuerpo de esa mujer luciera todavía más apetecible, solo podía verle sus enormes ojos negros, ya que la mascarilla le tapaba toda la cara.

—Hola.— Susurré al oído de la chica.

—Hola.— Me respondió en voz baja—. Puedes pasar y sentarte ahí.

Me cogió de la mano y me llevó hasta un sillón en el cual me senté. Había otros tres chicos en el salón del piso. Estaban de pie y al parecer todavía faltaba más gente por llegar.

Alguno de los chicos tenía el pantalón abierto y las miradas eran de expectación, por lo que deduje que debía de ser su primera vez en eventos de este tipo.

Laura, que era el nombre de la anfitriona, no tardó en venir al sofá a sentarse conmigo, nada más hacerlo me desabrocho el pantalón y metió la mano para sopesar mis atributos.

—Tienes buena polla, me gusta.—Me dijo muy cerca del oído.

Su mirada llena de morbo y lujuria, eran un indicativo inequívoco del nivel de exigencia de esa hembra.

Lejos de intimidarme, me llenó de ganas de satisfacer a esa mujer.

No había pasado ni diez minutos cuando llegó un quinto chico, que ya era conocido de ella y que más tarde me enteraría de que ya había interactuado con ella más de una vez. Poco después, llegó el sexto y último componente del bukakke. Nada más llegar, dejó claro para los que no lo conocíamos, que era la pareja de la chica.

Se bajó la mascarilla y la besó en la boca, mientras le sujetaba del culo. Fue a la cocina y se abrió una cerveza.

Uno de los chicos se fue, ya que debido al cambio de horario no podía quedarse más rato y despidiéndose de todos, emplazó a la pareja para que le llamase en otra ocasión. La chica le acompañó a la puerta y cuando se dio la vuelta y volvió al salón, su pareja nos dijo:

—Ahora es toda vuestra. Haced con ella lo que queráis.— Y después de decir esto. La cogió de la mano y la llevó a una habitación. Se sentó en una silla y nos dejó a los cuatro restantes rodeando a su chica. Que ya se había despojado de la bata y se había puesto de rodillas en el centro del corro.

Me quité los pantalones y las zapatillas, mientras tanto, el otro chico que los conocía, hizo lo mismo que yo. Mientras, otro de los chicos, se quedó en el salón y se fue. El otro solamente se desabrochó el vaquero y se lo bajó un poco. La chica fue alternando entre nuestros rabos, probando y dando placer a todas las pollas que la rodeaban.

Mi polla estaba dura como una piedra. La situación me tenía tremendamente excitado, hasta la semana anterior estábamos encerrados en casa y ahora estaba participando en un bukakke. Al cabo del rato, el chico que no se había quitado el pantalón se retiró del grupo, poniendo como excusa que estaba acatarrado y que por eso no lograba una erección decente. De esta manera, daba por terminada su participación en el bukakke.

Los dos que quedábamos, lejos de distraernos, seguimos dándole placer a esa hembra de mirada ardiente. Se notaba lo caliente que estaba Laura. En esas circunstancias, mi vena de caballero afloró. No era justo que solo nosotros estuviésemos disfrutando de sus manos, sin que ella estuviera recibiendo nada por nuestra parte. Así que me agaché y poniéndome de rodillas al lado suyo, empecé a tocarle las tetas pellizcándole los pezones. Mientras tanto, con mi otra mano aparté su tanga y comencé a acariciar su húmeda vulva.

El compañero de la chica se levantó de su butaca y quitándose la ropa se acercó a la chica, para ser a él, a quien masturbara su compañera.

Yo seguía a lo mío, notando como la humedad de su coño crecía por momentos. Metí dos dedos en su interior y mi otra mano se deslizó por su vientre hasta alcanzar su clítoris. Mi polla seguía dura como una piedra y ella me agradeció mi labor, bajando una de sus manos, para seguir masturbándome.

De repente, noté como su coñito se cerraba atrapando mis dedos dentro, a la vez que empezaba a jadear y gemir. Se estaba corriendo, pero seguía con su labor. Siguió pajeándome aún más fuerte. Estuvo así un rato hasta que se acercó a mi oído y me dijo:

—Gracias. Ahora te toca a ti. Ponte de pie.

Sin dudarlo me puse de pie y puse así mi polla al alcance de su boca, se retiró la mascarilla y no tardó ni cinco segundos en engullirla.

Su pareja se puso de rodillas y le empezó a retorcerle los pezones. Ocupó mi anterior sitio entre sus piernas y la hizo volver a correrse en menos de cinco minutos, mientras ella seguía ocupada en los dos que quedábamos a su lado.

Su chico se puso de pie y comenzó a masturbarse con la escena que estaba observando. Al poco nos apartó y fue él, el primero en correrse sobre las tetas de su chica. La corrida fue abundante y el semen resbalaba desde la barbilla hasta los pezones. Cuando se hubo vaciado por completo, recuperamos nuestro lugar y mientras me comía la polla, aproveché para extender la leche por todas sus tetas, dándole un masaje y pellizcando sus pezones al mismo tiempo.

El otro chico me miró y me hizo con un gesto de su cabeza, entendí lo que estaba a punto de pasar, me retiré justo a tiempo de dejarle ocupar el sitio delante de ella y comenzar a soltar chorros de semen en el mismo sitio que había hecho su antecesor. La eyaculación de este chico fue todavía más cuantiosa que la del anterior. El semen resbalaba por el ya húmedo pecho de nuestra anfitriona hasta casi su ombligo.

En vista de que yo era el único que faltaba, comencé a masturbarme todo lo fuerte que pude y aun así, me estaba costando. La chica, al ver que tardaba, decidió ayudarme deslizando la mano por mis muslos y al llegar arriba, un dedo hasta mi ano, que al notar esa presencia envió una señal a mi cerebro que hizo que me corriera automáticamente.

Me vacié por completo, añadiendo una buena cantidad de semen, al que ya cubría el pecho de nuestra anfitriona. Quedé exhausto y sudoroso, pero todo el esfuerzo había merecido la pena.

—Gracias, chicos, nos dijo sujetando nuestras dos vergas a la vez. Voy a la ducha, que me habéis puesto perdida.— Dijo, mirándonos con una cara, mezcla de morbo, deseo y de niña mala.

—Gracias a ti.—Le dije a modo de despedida—. Hasta otra.— Les dije a mis dos compañeros de bukakke.

Y vistiéndome salí de esa casa con una sonrisa de medio lado escondida debajo de mi mascarilla.

Me fui a un bar cercano y me pedí una jarra de cerveza y algo de comer. Estaba rememorando en mi cabeza lo sucedido cuando me llegó un mensaje al móvil:

—Nos has gustado mucho y nos gustaría verte a solas para hacer un trio contigo.

Mi cara cambió al instante, y mi sonrisa de medio lado asomó de nuevo.

—Será un placer volver a estar con vosotros. También vosotros me habéis gustado mucho.— Fue mi respuesta automática a su petición.

—Muy bien. Estaremos en contacto. Un beso
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