Esteban y su Suegra Lucinda - Capitulo 001
Adelina llevaba casada con Esteban su marido hacia más de seis años, y aunque eran un matrimonio joven, pese a todos los intentos y pruebas realizadas, ella no había resultado embarazada. La joven contaba con veintisiete años, y había contraído matrimonio con solo diecinueve años. Eran una pareja que no tenían problemas económicos, ya que el marido tras acabar su carretera de ingeniero había encontrado un trabajo en una gran empresa donde ostentaba un cargo importante. Eran personas completamente sanas, salvo que los óvulos de Adelina tenían un problema que le impedía concebir.
La pareja en su afán de tener descendencia, se habían sometido a todo tipo de pruebas, análisis y se habían gastado una fortuna, pero al final los resultados le mostraron que ella era infértil y que jamás podría resultar concebida. Cuando la misma supo el resultado definitivo, entró en una depresión, ya que su gran ilusión era ser madre. Los psicólogos que la atendieron le indicaron al esposo que estaba seriamente afectada por no poder tener un hijo.
Adelina era hija única. Su madre, Lucinda al igual que ella, se había casado bastante joven, y a la corta edad de 18 años había concebido a su única hija, cuando aún eran novios y sin aún haber contraído matrimonio. A los pocos años de haber nacido Adelina su padre falleció de una muerte súbita y su madre se quedó viuda bastante joven. Pese al tiempo transcurrido, la madre no quiso tener nuevas aventuras y había rechazado hasta la fecha cuantos pretendientes lo intentaron.
Lucinda pese a sus cuarenta y cinco años aún se mantenía bastante joven, siendo una mujer bastante elegante, bonita de cara donde se localizaban unos ojos azules preciosos, pelo moreno casi azabache, de mediana estatura y un cuerpo más bien delgado, pero con curvas bastante pronunciadas. Conservaba un busto algo grande pero que se denotaba aún firme, y con un trasero tan bien modelado que era el centro de atención cuando paseaba. Aunque su hija era igualmente bastante bonita, no tenía la elegancia de su madre.
Esta, al conocer los problemas de la pareja, y la depresión de su hija, un día hablando con su yerno Esteban le comentó porque no intentaba adoptar un bebe. Este el contesto: “Lucinda, ya lo he intentado, e incluso estamos inscritos en varios organismos, pero todos nos han comentado que esto va de largo y que ahora las adopciones internacionales están casi paradas”
-La verdad es que no soporto la idea de que mi hija vaya a permanecer con esa depresión toda la vida. Hay que buscar alguna solución como sea. ¿Y lo de implantarle un óvulo de otra mujer?
-Créame suegra. Todas esas opciones las hemos barajado y han resultado inútiles. Esa opción que parecía la más idónea fue luego descartada por incompatibilidad con Adelina. ¡Ya no sé qué solución buscar!Le contesto amargado Esteban.
Pasaron unas semanas, y en un nuevo encuentro entre Lucinda y Esteban, aquella le indica: “Esteban, me ha indicado una amiga, otra posibilidad, aunque a mí no me resulta muy agradable, pero por mi hija estoy dispuesta aceptar lo que sea necesario”
-¿De qué posibilidad habla, Lucinda?- le preguntó Esteban intrigado.
-Me han hablado de la gestación subrogada, ya sabes, de las madres de alquiler. Se que en nuestro país no es legal, pero, no se… ¿habría que intentarlo?
Esteban la miro y le contesto: Eso supone utilizar el vientre de otra mujer con mi semen. ¿Vd. cree que su hija lo aceptaría? Ya sabe cómo piensa la misma. Además, tendríamos que viajar al extranjero un tiempo.
-¡Déjalo de mi cuenta!. Yo me encargo de hablar con ella. Al menos sería hijo tuyo. Añadió la mujer.
Cuando Lucinda se lo propuso a su hija, esta inicialmente lo rechazó de plano. No quería que su bebe fuera hijo de otra mujer. La madre le respondió: ¿pero hija? No hay otra opción, si no puedes quedar embarazada, no te queda más remedio que aceptarlo. Al menos llevará los genes de Esteban.
Adelina se negó de lleno. Sin embargo, la misma posteriormente comenzó a meditarlo, y una noche cuando se encontraba con su marido en la cama, le pregunta a su marido: ¿Esteban que te parece mi madre?
Esteban se quedó algo intrigado: ¿a qué te refieres?
- ¿Qué va a ser? como mujer. ¿Te gusta cómo mujer? - le comenta ella.
-¿No sé dónde quieres ir a parar, Adelina?. Tu madre es una mujer que aún se conserva joven, es bonita y tiene buen cuerpo. Ya sabes que tiene muchos pretendientes. ¿Por qué lo preguntas? - le contesta el hombre sin conocer que pretendía su esposa.
La mujer enrojece un poco, y luego le manifiesta: No quiero que te enfades con lo que te voy a proponer. Lo he estado pensando y meditando mucho. Que otra mujer vaya a tener a nuestro hijo es algo que no llegaría a soportar. Aunque te parezca una aberración: “había pensado en mi madre”.
Roberto saltó en la cama, mirándola totalmente anonadado: -¿tu madre?.¿estas loca?... Adelina… ¿me estás diciendo que utilicemos a tu madre, como madre de alquiler para gestar a nuestro hijo? le respondió Esteban, incrédulo ante lo que estaba escuchando. Era algo en lo que jamás había pensado, ni tampoco que su mujer lo aceptara. Pero ahora, veía sorprendido, como quien se lo proponía era su propia mujer.
-Piénsalo Esteban. Al ser mi madre, los genes serán similares a los míos, de mi propia familia, y por lo tanto nuestro hijo tendría genes tuyo y míos. Ya sé que piensas que es una locura. -le replicó ella.
Estaban se queda pensativo, nervioso, casi sin saber que contestar. Luego le dijo: aunque decidiera aceptar. ¿se los has indicado a tu madre? ¿Tú crees que tu madre estaría dispuesta a ello?
-No he hablado, pero “seguro que al final aceptará”. Sabes que no aceptaré un hijo que nazca de otra mujer. Es algo que no podría soportar. Lo siento. Se que soy una egoísta, pero no va en mí. Le contesto, volviéndose a recostar en la cama como una niña mimada, tapándose con la sabanas.
Esteban no le volvió a contestar, pero se decía que aquello era una auténtica locura. Al margen, sabía de seguro que su suegra no aceptaría ofrecerse a ello. Pensó: no me creo que Lucinda acepte que yazca con ella para poder concebirla. No obstante, sin saber porque, notó que, a partir de ese momento, el solo pensamiento de que llegar a poder copular con su suegra, pese a lo insólito e indecente que pudiera parecer, lo empezó a excitar. Y le ocurrió en varias ocasiones.
Esteban era un joven, que tenía solo unos años más que su mujer, y que en aquellas fechas había superado los treinta años. Era un hombre alto, no muy corpulento, pero bastante bien fornido por el deporte que practicaba en sus ratos libres, bastante apuesto, pelo casi rubio, y con mirada bastante seductora. Sus relaciones sexuales con su esposa hasta el momento de la depresión habáin sido bastante fluidas, pero tras la enfermedad de esta, sus encuentros habían descendido para convertirse en casi esporádicos. A su edad, su efervescencia sexual seguía intacta, la cual siempre se había caracterizado por alternar los encuentros sexuales con su mujer, con varias auto masturbaciones semanales, ya que había verificado que ello le liberaba bastante de su stress de trabajo, y facilitaba su relax. En las últimas fechas, la masturbación había ganado protagonismo ante el decaimiento de su esposa. Por otro lado, el joven no solo tenía un potencial sexual bastante activo, sino que, además, la naturaleza le había dotado de unos genitales superiores a la media.
Como era de esperarlo, la madre de su mujer se opuso radicalmente a la pretensión de su hija, por lo que tal solución quedó estancada y casi olvidada. Para Adelina aquello volvió a suponer otro mazazo, y volvió a entrar en otra fase grave de depresión, hasta el punto de que necesito internamiento hospitalario. Lucinda al ver el empeoramiento de su hija, se puso bastante nerviosa, y un sentimiento de culpabilidad la encogió, y la tuvo bastante amargada. Ella era una mujer de ideas bastante serias, conservadora casi a ultranza, y acceder a la pretensión de su hija era romper con sus ideas religiosas y morales. Tras el fallecimiento de su esposo se había mantenido como una viuda casta, sin relación alguna con ningún otro hombre.
Pero, la recaída y agravamiento de la depresión de su hija influyó hasta el punto de que una tarde, Esteban recibió un mensaje de su suegra diciéndole que necesitaba hablar con él a solas en su casa. Aquello le dejó nervioso e intrigado, ya que suponía que algo grave ocurría. Él tenía claro que no era nada relacionado con la propuesta de su mujer, ya que aquella lo había descartado.
Su mujer había regresado del hospital, pero necesitaba atenciones casi diarias, y, ni tan siquiera atendía las cosas de la casa debido al tratamiento de analgésicos que tenía prescrito por el facultativo psiquiatra. Al entrar en la casa de su suegra, Estaban la saludo, y aquella le hizo entrar hasta la cocina donde le preparó una taza de café. -Esteban te extrañará que te quisiera hablar a solas contigo. Es que no quería hacerlo en tu casa, delante de mi hija. ¡Estoy bastante preocupada con su salud!
-Ya lo se Lucinda, yo también. Pero, no sé cómo podemos ayudarla. Se me han agotado todas las ideas, y el psicólogo sigue prescribiendo que la solución única que ve posible es que tenga un hijo.
-¡De eso quería hablarte!. Se detuvo le miro, y luego añadió: Se que conoces la pretensión de mi hija.
-Algo me dijo. Ya le comenté que era una auténtica locura. Pero su hija ya sabe cómo es: “cuando se le mete una idea en su cabeza es difícil de hacerla cambiar de parecer”. Encima, esta depresión está acabando con ella y con todos.
Lucinda, asiente, se quede un rato callada, y luego le responde: -de eso quería hablarte. Ya sabes que soy bastante tachada a la antigua y, una pretensión como la de mi hija me parece aberrante, pero “quiero a mi hija por encima de todo”. Se volvió a detener, y añadió: no sé cómo decírtelo. Pero ¿si es la única forma de recuperar a mi hija…?
Esteban se quedó boquiabierto. Estaba comprobando que su suegra, sin decirlo claramente, le insinuaba que estaba dispuesta aceptar la propuesta de su hija. Aquello suponía que tendría que yacer con la misma para poder procrear la hija o hijo que añoraba su esposa. Pese a todo, notó un calambrazo en su pene. Era algo que no se esperaba. No obstante, le respondió: Lucinda, no quiero que se sienta obligada por dicha pretensión. Yo la comprendo.
-¿Si acepto, tampoco quiero que pienses que vamos a entregarnos mutuamente a la lujuria?. Será lo justo y necesario para que puedas fecundarme. Y añadió, para dejarlo claro: Tampoco estoy dispuesta a someterme a ninguna prueba de fecundación in vitro. No lo soportaría. Se vuelve a detener y añade: por supuesto, todo esto tiene que quedar en completo silencio, y nadie debe saberlo jamás.
Esteban se quedó sin habla. Pero, sin embargo, le quedó claro que su suegra accedía a ser fecundada por él, y además, renunciaba a hacerlo por fecundación in vitro, lo que conllevaba que necesariamente tenían que copular. Su pene sin poder evitarlo se envaró bajo su pantalón con el solo pensamiento de yacer con aquella mujer. Llevaba tiempo sin sexo, y la sola idea de poseer a su propia suegra añadía una morbosidad que no se esperaba.
-¿está segura de que desea hacerlo?- le preguntó Esteban.
Ella le mira, y le contesta con una pregunta: ¿Y tú? ¿estás dispuesto? Bajo un poco la mirada y añadió: Ya sé que no soy una mujer joven como mi hija, y que quizás sientas escrúpulos, pero si lo hacemos es por necesidad y por la salud de mi hija.
-Lucinda. No quiero que se quite méritos. El que sea mi suegra, no impide que la considere una mujer magnifica, y sumamente atractiva. Soy consciente de que tiene muchos pretendientes. Por otro lado, aún conserva un cuerpo joven.
Lucinda enrojeció ante las palabras de su yerno: -Gracias Esteban. Pero como ya de dije, lo haremos solo para el fin que nos hemos propuesto. Nada más.
Tras esa noticia, ella quedó en trasladársela a su hija para ver su reacción. Adelina lo recibió con bastante alegría, y ambos notaron un cambio en su enfermedad. Aquello aceleró el proceso, y en un almuerzo se reunieron los tres en la casa para hablar de ello. Lucinda quedó en que iba a controlar su regla para verificar cuando podía estar en sus días fértiles. De esta forma, una mañana cuando aún estaba en su trabajo recibió el mensaje de Lucinda de que era el momento. Esa misma noche quedaron en acudir a la casa de ella, haciéndose acompañar de su esposa. Mientras se dirigía a la casa de su suegra le preguntó a su mujer: Adelina ¿estas segura? ¿seguro que no vas a arrepentirle luego? ¿seguro que no va a influir en nuestro matrimonio?
Ella le miró y le respondió: Si supiera que lo vas a hacer con otra mujer me podría bastante preocupada, y sabes que no lo soportaría. Pero, siendo mi madre, estoy seguro que lo soportaré. Luego le pregunta: ¿prometes que la tratarás bien?
-Adelina. ¡Es tu madre! Sabes que solo nos acostaremos con ese fin. Nada más.
-Ya. Pero no quiero que olvides que mi madre lleva mucho tiempo sin estar con un hombre. Mi padre murió hace bastante años, y nunca más ha estado con nadie. Se detiene y le dice: Y tu… ya sabes, tienes una tranca bastante grande… no le hagas daño.
Esteban le miró, y pese a todo noto que aquella conversación le estaba poniendo cachondo. Pero se repuso y le contesto: claro que tendré cuidado. Luego se detiene y le comenta: ¿quieres estar presente cuando lo hagamos?
Adelina se quedó como agitada, enrojeció y luego le contesto: No creo que sea bueno. Yo esperaré fuera.
Ya en la casa, tras unos momentos de autentico nerviosismo, Lucinda le dijo que ella le esperaría dentro de la habitación. Tras besar a su esposa, Esteban, entró en el dormitorio de su suegra. Al abrir la puerta comprobó que la misma estaba a media luz, ya que solo una luz bastante tenue permitía distinguir los objetos. Observó que Lucinda ya estaba media en la cama bajo las sábanas. El se quitó el pantalón y la camisa, así como su slip y abrió las sábanas.
Perdona que lo hagamos casi a oscuras, pero, es que me da bastante vergüenza. Ya sabes. -le contestó ella.
-No se preocupe. ¿Le parece que me coloque entre sus piernas?
La mujer no le contesto, sino se subió un poco el camisón que se había puesto para presentarse ante el joven para esa ocasión, abriendo sus piernas, quedando con toda su vagina expuesto hacia el yerno. Como todo esto se desarrollaba amparado por las sábanas que cubrían ambos cuerpos y con la poca luz reinante, ninguno podía distinguir el sexo de ambos. El joven, bastante agitado ante aquella situación, se colocó entre las piernas de su suegra, y luego fue acercando su pene hasta alcanzar en la penumbra los labios vaginales de aquella. La mujer al sentir el pene del hombre dio un respingo, exclamando: oh…Pero Esteban, tras localizar donde se hallaba la raja de su suegra, presionó un poco logrando que por primera vez su verga ingresara un poco dentro del coño de aquella. Tras esos primeros momentos le pregunto: -¿se encuentra bien?. la mujer le contesto: ¡oh Esteban… despacio… hace mucho tiempo!... siga.
Esteban comprobó que le iba a costar entrar en ella. La mujer estaba poco lubricada, y eso no facilitaba para nada la tarea. Oh espere me duele un poco…-exclamó ella al ver que su vagina estaba poco lubricada.
Esteban se detuvo, y le dijo: Lucinda. Tiene que relajarse. La encuentro muy nerviosa y poco lubricada.
-Ya lo se Esteban. Pero,…. compréndelo…¡esto no es fácil para mi!.
El joven lo intentó en dos ocasiones más, y observó que le era dificultoso. No solo aquella mujer tenía una vagina bastante estrecha, sino que su nerviosismo y su falta de lubricación, hacían dolorosa la penetración incluso, incluso para él. Solo había logrado meter un poco el glande y poco más.
Esteban, le dijo: La noto bastante agitada. ¿quiere que lo dejemos para otro día?
Ella se lo pensó, pero luego le dijo: No, no quiero que mi hija se preocupe … tenemos que volver a intentarlo.
De acuerdo: me permite que lo haga a mi manera. Perdone Lucinda, pero necesita lubricar un poco y sobre todo relajarse.
La mujer no le contesto, lo que el joven lo tomo como un asentimiento. Entonces el joven, sin pensarlo dos veces, fue descendiendo su cuerpo hasta meterse completamente bajo las sábanas, fuera de la mirada de la mujer. Luego metió su cara entre las piernas de la señora y fue calculando donde se situaba la vagina. Aquella se quedó sorprendida diciéndole: ¿que va hacer? .. og ¿Qué hace ahí abajo? ogg que me hace ..o no..ooo
Lucinda era una mujer que siempre había hecho el amor con su marido al estilo convencional, como lo estaban haciendo ellos inicialmente. Ahora se había visto sorprendida por la acción de su yerno, quien se había metido bajo las sábanas, y sin esperarlo, notó la lengua de este lamer por vez primera sus labios vaginales. Aquello le parecía algo repugnante, pero pese a que intentó evitarlo inicialmente, ante la insistencia del joven, observó como su coño pronto fue presa de la boca del joven, quien ante sus lamidas comenzó a reaccionar y a humedecerse ante los lengüetazos que le propinaba la lengua de su yerno.
-Oh Esteban… que me hace … oh eso noo … oh por favor no siga …ooo
Pero Esteban lejos de responderle, se empleó más a fondo. Notaba como el coño de aquella mujer se lubricaba con facilidad ante su acción, lo que le llevó a ser más osado e introducir la punta de su lengua dentro de la raja alcanzando el interior de esta. Sin contenerse, tomó los muslos de la mujer y los apartó delicadamente para poder tener a disposición el coño abierto de aquella hembra. El intenso olor de la vagina de la mujer le trastornó. No solo se concentró en sus labios, sino que pronto alcanzó el clítoris, viendo como aquella comenzó a estremecerse al sentir la lengua sobre dicho bultito femenino.
Oh que me hace oo .. por favor ooooo
Lucinda lleva mucho tiempo sin sentir un orgasmo, y jamás le habían hecho lo que su yerno le estaba haciendo en ese momento. Comenzó a agitarse, viendo como ella misma, presa de pasión y locura, tomó la cabeza del joven entre sus manos, apretándola contra sí, mientras se convulsionaba abiertamente. Sin saber cómo, se vio restregando su vagina contra la cara y boca del joven. No sabía lo que le estaba pasando, estaba como ida, en otra dimension, ya no pensaba en nada… solo necesitaba acabar. Fue así como pronto comenzó a convulsionar, alcanzando un intenso orgasmo, vertiendo todos sus jugos en la boca de su propio yerno.
Cuando por fin terminó, la misma se quedó quieta, y casi al instante, separó un poco las sabanas y miro hacia su entrepierna donde se situaba su joven yerno, a quien vislumbro en medio de la penumbra de la habitación, exclamando: oh, Esteban ¿qué me ha hecho? ¿cómo se le ha ocurrido hacerme esto?… ¡esto no es lo que habíamos quedado!…
El joven se fue incorporando, volviendo a la posición anterior, y le contesto: - Lo siento Lucinda, pero no se me ocurrió mejor manera de hacer que se relajara. ¡Ahora está bien lubricada! Verá como ahora la penetración será menos dolorosa.
Y, colocando su verga a la altura de la vagina de la mujer, presionó viendo como pronto más de la mitad de su nabo ingresaba dentro de la cueva de su viuda suegra. Oh... espere. Oh, que grande… me abres mucho … oh Esteban….
Lucinda esa noche había experimentado por primera vez el sexo oral realizado por su propio yerno. Pero, además, ahora estaba sintiendo como un enorme pene ingresaba dentro de su vagina. No se parecía en nada al de su difunto marido. La verga del yerno era bastante mas gruesa que la del mismo. No la había podido ver por impedírselo las sábanas y la escasa luz, el miembro del joven, pero deducía que debía ser bastante gruesa.
El joven, volvió a la carga y pronto presionó con fuerza logrando tras unos cuantos golpes de riñones, encajarle a la suegra, la casi totalidad de su verga. La mujer no pudo reprimir el dolor y la sorpresa, ohh me abres oh… h que grandeeeee.. No obstante, se reprimió ya que se había dado cuenta que su hija podía escucharla.
-Ya la tiene dentro Lucinda. Relájese. Ahora déjeme hacer a mí. Necesito correrme para poder fecundarla.
El joven estaba sumamente excitado, y sentía como por fin había podido ensartarle a la madre de su mujer la casi totalidad de su nabo. Se extrañó al darse cuenta de que follar a su suegra, le estaba produciendo un placer inmenso. El coño de aquella mujer no solo era bastante estrecho, pese a ser una mujer que había dado a luz, sino que le producía unos calambrazos enormes a medida que sentía la presión de la paredes de la vagina apretar su verga. Poco a poco decidió realizar los movimientos de salir y entrar, bombeando pausadamente el coño de la misma. Sus primeras penetraciones fueron bastante espaciosas, con el fin de permitir que la vagina de su suegra se fuera acomodando a las dimensiones de su vástago. Luego comenzó a incrementar el ritmo, dentro fuera, dentro fuera… , intensificando las mismas, como si de una autentica perforadora se tratará.
El joven llevaba tiempo sin hacer el amor, y, no solo tenía una buena carga de semen acumulada en sus testiculos, sino que estaba tan arrecho que comenzó a follar a la suegra con autentico placer.
Lucinda por su parte, se percató pronto del poderío físico, casi envidiable del joven esposo de su hija, el cual la estaba atravesando con aquel enorme pene, abriendo su coño como nunca, hasta el punto, que, sin quererlo, notó como se fue fraguando dentro de ella otro nuevo orgasmo. Oh Esteban… oh … me abres mucho oo…
Tan intensas fueron las penetraciones del joven, que le llevaron a la mujer a alcanzar nuevamente un orgasmo, hasta el punto de que tuvo que agarrarse al cuerpo del joven por primera vez, mientras se venía de una forma casi estrepitosa, totalmente entregada a las manos de su yerno, quien no paro ni un instante de perforar su coño. Es más, al notar la venida de su suegra, el joven aprovechó la ocasión, y clavó profundamente su verga aquella estrecha vagina, para luego comenzar a vaciarse dentro de ella. Lucinda, sintió las primeras lechadas contra las paredes internas de su vagina, percibiendo el caliente semen de su yerno, lo que le aceleró igualmente su venida. Mientras alcanzaba su orgasmo, iba sintiendo como la semilla del joven regaba una y otra vez sus óvulos.
Pero lo que mas sorprendió a la mujer fue la cantidad de semen que el joven vertió en sus vagina. Había sido una eyaculación sumamente copiosa y como jamás había sentido.
Cuando por fin ambos acabaron, se fueron relajando, quedando el joven dentro de la mujer durante unos momentos, percibiendo ella como tenía totalmente atravesada su vagina por la enorme verga del joven. No le dijo nada. Resultaba manifiesto, que, pese a no desearlo y esperarlo, había disfrutado de aquel polvo, aunque tampoco quería expresarlo. Por, tras unos momentos, le manifestó: ¡Esteban, creo que debes salirte ya..!
-si claro suegra- le contestó el joven, quien le costó salir de la caliente caverna de su suegra. La mujer sintió un gran vació dentro de su vagina cuando salió el joven, aunque no hizo alusión alguna.
El joven se echó un poco sobre la cama, intentando recuperarse. La mujer se echo de lado en la cama, dándole la espalda. Tras unos diez minutos, ella le dijo: Esteban, creo que será mejor que te vistas. Mi hija estará preocupada.
El asintió, y tras colocarse la ropa, antes de marcharse le pregunto: le parece bien que volvamos hacerlo mañana. Así garantizamos que pueda quedar fecundada.
Ella le miró bastante ruborizada, aunque apenas se noto por la tenue luz, contestandole: claro…será lo mejor.
Esteban se visitó y salió del dormitorio, y tras tomar a su mujer marcharon para la vivienda. No quiso contarle a su mujer lo del sexo oral, ni que ella se había corrido en dos ocasiones. Era algo que consideraba innecesario y podía afectar a sus relaciones. Solo que lo habían hecho al modo tradicional y ya está.
Lucinda, se levantó de la cama y fue a duchar. Ya en el baño, se dio cuenta que tenía los labios vaginales algo inflamados. Comprendió que el pene de aquel joven debía ser bastante grande, aunque solo lo había sentido, pero no lo había podido ver. Notó como fluía aún resto del semen del joven, y se dijo: joder me ha llenado. Pensé que no iba a parar. Si estoy ovulando, no creo que necesite mucho más para quedar embarazada.
Pese a todo, se sintió extremadamente excitada. Llevaba muchos años sin sexo, y había visto que el joven marido de su hija le había llevado a dos orgasmos en esa noche. Algo que pocas veces le había ocurrido con su marido. Pero, además, se notó acalorada al recodar la lengua del joven en su labios vaginales. Era algo que no esperaba. Y, pese a conocer que todos lo consideraban una aberración no pudo evitar pensar que había sentido un inmenso gustazo al sentir aquella boca sobre su coño.
Adelina llevaba casada con Esteban su marido hacia más de seis años, y aunque eran un matrimonio joven, pese a todos los intentos y pruebas realizadas, ella no había resultado embarazada. La joven contaba con veintisiete años, y había contraído matrimonio con solo diecinueve años. Eran una pareja que no tenían problemas económicos, ya que el marido tras acabar su carretera de ingeniero había encontrado un trabajo en una gran empresa donde ostentaba un cargo importante. Eran personas completamente sanas, salvo que los óvulos de Adelina tenían un problema que le impedía concebir.
La pareja en su afán de tener descendencia, se habían sometido a todo tipo de pruebas, análisis y se habían gastado una fortuna, pero al final los resultados le mostraron que ella era infértil y que jamás podría resultar concebida. Cuando la misma supo el resultado definitivo, entró en una depresión, ya que su gran ilusión era ser madre. Los psicólogos que la atendieron le indicaron al esposo que estaba seriamente afectada por no poder tener un hijo.
Adelina era hija única. Su madre, Lucinda al igual que ella, se había casado bastante joven, y a la corta edad de 18 años había concebido a su única hija, cuando aún eran novios y sin aún haber contraído matrimonio. A los pocos años de haber nacido Adelina su padre falleció de una muerte súbita y su madre se quedó viuda bastante joven. Pese al tiempo transcurrido, la madre no quiso tener nuevas aventuras y había rechazado hasta la fecha cuantos pretendientes lo intentaron.
Lucinda pese a sus cuarenta y cinco años aún se mantenía bastante joven, siendo una mujer bastante elegante, bonita de cara donde se localizaban unos ojos azules preciosos, pelo moreno casi azabache, de mediana estatura y un cuerpo más bien delgado, pero con curvas bastante pronunciadas. Conservaba un busto algo grande pero que se denotaba aún firme, y con un trasero tan bien modelado que era el centro de atención cuando paseaba. Aunque su hija era igualmente bastante bonita, no tenía la elegancia de su madre.
Esta, al conocer los problemas de la pareja, y la depresión de su hija, un día hablando con su yerno Esteban le comentó porque no intentaba adoptar un bebe. Este el contesto: “Lucinda, ya lo he intentado, e incluso estamos inscritos en varios organismos, pero todos nos han comentado que esto va de largo y que ahora las adopciones internacionales están casi paradas”
-La verdad es que no soporto la idea de que mi hija vaya a permanecer con esa depresión toda la vida. Hay que buscar alguna solución como sea. ¿Y lo de implantarle un óvulo de otra mujer?
-Créame suegra. Todas esas opciones las hemos barajado y han resultado inútiles. Esa opción que parecía la más idónea fue luego descartada por incompatibilidad con Adelina. ¡Ya no sé qué solución buscar!Le contesto amargado Esteban.
Pasaron unas semanas, y en un nuevo encuentro entre Lucinda y Esteban, aquella le indica: “Esteban, me ha indicado una amiga, otra posibilidad, aunque a mí no me resulta muy agradable, pero por mi hija estoy dispuesta aceptar lo que sea necesario”
-¿De qué posibilidad habla, Lucinda?- le preguntó Esteban intrigado.
-Me han hablado de la gestación subrogada, ya sabes, de las madres de alquiler. Se que en nuestro país no es legal, pero, no se… ¿habría que intentarlo?
Esteban la miro y le contesto: Eso supone utilizar el vientre de otra mujer con mi semen. ¿Vd. cree que su hija lo aceptaría? Ya sabe cómo piensa la misma. Además, tendríamos que viajar al extranjero un tiempo.
-¡Déjalo de mi cuenta!. Yo me encargo de hablar con ella. Al menos sería hijo tuyo. Añadió la mujer.
Cuando Lucinda se lo propuso a su hija, esta inicialmente lo rechazó de plano. No quería que su bebe fuera hijo de otra mujer. La madre le respondió: ¿pero hija? No hay otra opción, si no puedes quedar embarazada, no te queda más remedio que aceptarlo. Al menos llevará los genes de Esteban.
Adelina se negó de lleno. Sin embargo, la misma posteriormente comenzó a meditarlo, y una noche cuando se encontraba con su marido en la cama, le pregunta a su marido: ¿Esteban que te parece mi madre?
Esteban se quedó algo intrigado: ¿a qué te refieres?
- ¿Qué va a ser? como mujer. ¿Te gusta cómo mujer? - le comenta ella.
-¿No sé dónde quieres ir a parar, Adelina?. Tu madre es una mujer que aún se conserva joven, es bonita y tiene buen cuerpo. Ya sabes que tiene muchos pretendientes. ¿Por qué lo preguntas? - le contesta el hombre sin conocer que pretendía su esposa.
La mujer enrojece un poco, y luego le manifiesta: No quiero que te enfades con lo que te voy a proponer. Lo he estado pensando y meditando mucho. Que otra mujer vaya a tener a nuestro hijo es algo que no llegaría a soportar. Aunque te parezca una aberración: “había pensado en mi madre”.
Roberto saltó en la cama, mirándola totalmente anonadado: -¿tu madre?.¿estas loca?... Adelina… ¿me estás diciendo que utilicemos a tu madre, como madre de alquiler para gestar a nuestro hijo? le respondió Esteban, incrédulo ante lo que estaba escuchando. Era algo en lo que jamás había pensado, ni tampoco que su mujer lo aceptara. Pero ahora, veía sorprendido, como quien se lo proponía era su propia mujer.
-Piénsalo Esteban. Al ser mi madre, los genes serán similares a los míos, de mi propia familia, y por lo tanto nuestro hijo tendría genes tuyo y míos. Ya sé que piensas que es una locura. -le replicó ella.
Estaban se queda pensativo, nervioso, casi sin saber que contestar. Luego le dijo: aunque decidiera aceptar. ¿se los has indicado a tu madre? ¿Tú crees que tu madre estaría dispuesta a ello?
-No he hablado, pero “seguro que al final aceptará”. Sabes que no aceptaré un hijo que nazca de otra mujer. Es algo que no podría soportar. Lo siento. Se que soy una egoísta, pero no va en mí. Le contesto, volviéndose a recostar en la cama como una niña mimada, tapándose con la sabanas.
Esteban no le volvió a contestar, pero se decía que aquello era una auténtica locura. Al margen, sabía de seguro que su suegra no aceptaría ofrecerse a ello. Pensó: no me creo que Lucinda acepte que yazca con ella para poder concebirla. No obstante, sin saber porque, notó que, a partir de ese momento, el solo pensamiento de que llegar a poder copular con su suegra, pese a lo insólito e indecente que pudiera parecer, lo empezó a excitar. Y le ocurrió en varias ocasiones.
Esteban era un joven, que tenía solo unos años más que su mujer, y que en aquellas fechas había superado los treinta años. Era un hombre alto, no muy corpulento, pero bastante bien fornido por el deporte que practicaba en sus ratos libres, bastante apuesto, pelo casi rubio, y con mirada bastante seductora. Sus relaciones sexuales con su esposa hasta el momento de la depresión habáin sido bastante fluidas, pero tras la enfermedad de esta, sus encuentros habían descendido para convertirse en casi esporádicos. A su edad, su efervescencia sexual seguía intacta, la cual siempre se había caracterizado por alternar los encuentros sexuales con su mujer, con varias auto masturbaciones semanales, ya que había verificado que ello le liberaba bastante de su stress de trabajo, y facilitaba su relax. En las últimas fechas, la masturbación había ganado protagonismo ante el decaimiento de su esposa. Por otro lado, el joven no solo tenía un potencial sexual bastante activo, sino que, además, la naturaleza le había dotado de unos genitales superiores a la media.
Como era de esperarlo, la madre de su mujer se opuso radicalmente a la pretensión de su hija, por lo que tal solución quedó estancada y casi olvidada. Para Adelina aquello volvió a suponer otro mazazo, y volvió a entrar en otra fase grave de depresión, hasta el punto de que necesito internamiento hospitalario. Lucinda al ver el empeoramiento de su hija, se puso bastante nerviosa, y un sentimiento de culpabilidad la encogió, y la tuvo bastante amargada. Ella era una mujer de ideas bastante serias, conservadora casi a ultranza, y acceder a la pretensión de su hija era romper con sus ideas religiosas y morales. Tras el fallecimiento de su esposo se había mantenido como una viuda casta, sin relación alguna con ningún otro hombre.
Pero, la recaída y agravamiento de la depresión de su hija influyó hasta el punto de que una tarde, Esteban recibió un mensaje de su suegra diciéndole que necesitaba hablar con él a solas en su casa. Aquello le dejó nervioso e intrigado, ya que suponía que algo grave ocurría. Él tenía claro que no era nada relacionado con la propuesta de su mujer, ya que aquella lo había descartado.
Su mujer había regresado del hospital, pero necesitaba atenciones casi diarias, y, ni tan siquiera atendía las cosas de la casa debido al tratamiento de analgésicos que tenía prescrito por el facultativo psiquiatra. Al entrar en la casa de su suegra, Estaban la saludo, y aquella le hizo entrar hasta la cocina donde le preparó una taza de café. -Esteban te extrañará que te quisiera hablar a solas contigo. Es que no quería hacerlo en tu casa, delante de mi hija. ¡Estoy bastante preocupada con su salud!
-Ya lo se Lucinda, yo también. Pero, no sé cómo podemos ayudarla. Se me han agotado todas las ideas, y el psicólogo sigue prescribiendo que la solución única que ve posible es que tenga un hijo.
-¡De eso quería hablarte!. Se detuvo le miro, y luego añadió: Se que conoces la pretensión de mi hija.
-Algo me dijo. Ya le comenté que era una auténtica locura. Pero su hija ya sabe cómo es: “cuando se le mete una idea en su cabeza es difícil de hacerla cambiar de parecer”. Encima, esta depresión está acabando con ella y con todos.
Lucinda, asiente, se quede un rato callada, y luego le responde: -de eso quería hablarte. Ya sabes que soy bastante tachada a la antigua y, una pretensión como la de mi hija me parece aberrante, pero “quiero a mi hija por encima de todo”. Se volvió a detener, y añadió: no sé cómo decírtelo. Pero ¿si es la única forma de recuperar a mi hija…?
Esteban se quedó boquiabierto. Estaba comprobando que su suegra, sin decirlo claramente, le insinuaba que estaba dispuesta aceptar la propuesta de su hija. Aquello suponía que tendría que yacer con la misma para poder procrear la hija o hijo que añoraba su esposa. Pese a todo, notó un calambrazo en su pene. Era algo que no se esperaba. No obstante, le respondió: Lucinda, no quiero que se sienta obligada por dicha pretensión. Yo la comprendo.
-¿Si acepto, tampoco quiero que pienses que vamos a entregarnos mutuamente a la lujuria?. Será lo justo y necesario para que puedas fecundarme. Y añadió, para dejarlo claro: Tampoco estoy dispuesta a someterme a ninguna prueba de fecundación in vitro. No lo soportaría. Se vuelve a detener y añade: por supuesto, todo esto tiene que quedar en completo silencio, y nadie debe saberlo jamás.
Esteban se quedó sin habla. Pero, sin embargo, le quedó claro que su suegra accedía a ser fecundada por él, y además, renunciaba a hacerlo por fecundación in vitro, lo que conllevaba que necesariamente tenían que copular. Su pene sin poder evitarlo se envaró bajo su pantalón con el solo pensamiento de yacer con aquella mujer. Llevaba tiempo sin sexo, y la sola idea de poseer a su propia suegra añadía una morbosidad que no se esperaba.
-¿está segura de que desea hacerlo?- le preguntó Esteban.
Ella le mira, y le contesta con una pregunta: ¿Y tú? ¿estás dispuesto? Bajo un poco la mirada y añadió: Ya sé que no soy una mujer joven como mi hija, y que quizás sientas escrúpulos, pero si lo hacemos es por necesidad y por la salud de mi hija.
-Lucinda. No quiero que se quite méritos. El que sea mi suegra, no impide que la considere una mujer magnifica, y sumamente atractiva. Soy consciente de que tiene muchos pretendientes. Por otro lado, aún conserva un cuerpo joven.
Lucinda enrojeció ante las palabras de su yerno: -Gracias Esteban. Pero como ya de dije, lo haremos solo para el fin que nos hemos propuesto. Nada más.
Tras esa noticia, ella quedó en trasladársela a su hija para ver su reacción. Adelina lo recibió con bastante alegría, y ambos notaron un cambio en su enfermedad. Aquello aceleró el proceso, y en un almuerzo se reunieron los tres en la casa para hablar de ello. Lucinda quedó en que iba a controlar su regla para verificar cuando podía estar en sus días fértiles. De esta forma, una mañana cuando aún estaba en su trabajo recibió el mensaje de Lucinda de que era el momento. Esa misma noche quedaron en acudir a la casa de ella, haciéndose acompañar de su esposa. Mientras se dirigía a la casa de su suegra le preguntó a su mujer: Adelina ¿estas segura? ¿seguro que no vas a arrepentirle luego? ¿seguro que no va a influir en nuestro matrimonio?
Ella le miró y le respondió: Si supiera que lo vas a hacer con otra mujer me podría bastante preocupada, y sabes que no lo soportaría. Pero, siendo mi madre, estoy seguro que lo soportaré. Luego le pregunta: ¿prometes que la tratarás bien?
-Adelina. ¡Es tu madre! Sabes que solo nos acostaremos con ese fin. Nada más.
-Ya. Pero no quiero que olvides que mi madre lleva mucho tiempo sin estar con un hombre. Mi padre murió hace bastante años, y nunca más ha estado con nadie. Se detiene y le dice: Y tu… ya sabes, tienes una tranca bastante grande… no le hagas daño.
Esteban le miró, y pese a todo noto que aquella conversación le estaba poniendo cachondo. Pero se repuso y le contesto: claro que tendré cuidado. Luego se detiene y le comenta: ¿quieres estar presente cuando lo hagamos?
Adelina se quedó como agitada, enrojeció y luego le contesto: No creo que sea bueno. Yo esperaré fuera.
Ya en la casa, tras unos momentos de autentico nerviosismo, Lucinda le dijo que ella le esperaría dentro de la habitación. Tras besar a su esposa, Esteban, entró en el dormitorio de su suegra. Al abrir la puerta comprobó que la misma estaba a media luz, ya que solo una luz bastante tenue permitía distinguir los objetos. Observó que Lucinda ya estaba media en la cama bajo las sábanas. El se quitó el pantalón y la camisa, así como su slip y abrió las sábanas.
Perdona que lo hagamos casi a oscuras, pero, es que me da bastante vergüenza. Ya sabes. -le contestó ella.
-No se preocupe. ¿Le parece que me coloque entre sus piernas?
La mujer no le contesto, sino se subió un poco el camisón que se había puesto para presentarse ante el joven para esa ocasión, abriendo sus piernas, quedando con toda su vagina expuesto hacia el yerno. Como todo esto se desarrollaba amparado por las sábanas que cubrían ambos cuerpos y con la poca luz reinante, ninguno podía distinguir el sexo de ambos. El joven, bastante agitado ante aquella situación, se colocó entre las piernas de su suegra, y luego fue acercando su pene hasta alcanzar en la penumbra los labios vaginales de aquella. La mujer al sentir el pene del hombre dio un respingo, exclamando: oh…Pero Esteban, tras localizar donde se hallaba la raja de su suegra, presionó un poco logrando que por primera vez su verga ingresara un poco dentro del coño de aquella. Tras esos primeros momentos le pregunto: -¿se encuentra bien?. la mujer le contesto: ¡oh Esteban… despacio… hace mucho tiempo!... siga.
Esteban comprobó que le iba a costar entrar en ella. La mujer estaba poco lubricada, y eso no facilitaba para nada la tarea. Oh espere me duele un poco…-exclamó ella al ver que su vagina estaba poco lubricada.
Esteban se detuvo, y le dijo: Lucinda. Tiene que relajarse. La encuentro muy nerviosa y poco lubricada.
-Ya lo se Esteban. Pero,…. compréndelo…¡esto no es fácil para mi!.
El joven lo intentó en dos ocasiones más, y observó que le era dificultoso. No solo aquella mujer tenía una vagina bastante estrecha, sino que su nerviosismo y su falta de lubricación, hacían dolorosa la penetración incluso, incluso para él. Solo había logrado meter un poco el glande y poco más.
Esteban, le dijo: La noto bastante agitada. ¿quiere que lo dejemos para otro día?
Ella se lo pensó, pero luego le dijo: No, no quiero que mi hija se preocupe … tenemos que volver a intentarlo.
De acuerdo: me permite que lo haga a mi manera. Perdone Lucinda, pero necesita lubricar un poco y sobre todo relajarse.
La mujer no le contesto, lo que el joven lo tomo como un asentimiento. Entonces el joven, sin pensarlo dos veces, fue descendiendo su cuerpo hasta meterse completamente bajo las sábanas, fuera de la mirada de la mujer. Luego metió su cara entre las piernas de la señora y fue calculando donde se situaba la vagina. Aquella se quedó sorprendida diciéndole: ¿que va hacer? .. og ¿Qué hace ahí abajo? ogg que me hace ..o no..ooo
Lucinda era una mujer que siempre había hecho el amor con su marido al estilo convencional, como lo estaban haciendo ellos inicialmente. Ahora se había visto sorprendida por la acción de su yerno, quien se había metido bajo las sábanas, y sin esperarlo, notó la lengua de este lamer por vez primera sus labios vaginales. Aquello le parecía algo repugnante, pero pese a que intentó evitarlo inicialmente, ante la insistencia del joven, observó como su coño pronto fue presa de la boca del joven, quien ante sus lamidas comenzó a reaccionar y a humedecerse ante los lengüetazos que le propinaba la lengua de su yerno.
-Oh Esteban… que me hace … oh eso noo … oh por favor no siga …ooo
Pero Esteban lejos de responderle, se empleó más a fondo. Notaba como el coño de aquella mujer se lubricaba con facilidad ante su acción, lo que le llevó a ser más osado e introducir la punta de su lengua dentro de la raja alcanzando el interior de esta. Sin contenerse, tomó los muslos de la mujer y los apartó delicadamente para poder tener a disposición el coño abierto de aquella hembra. El intenso olor de la vagina de la mujer le trastornó. No solo se concentró en sus labios, sino que pronto alcanzó el clítoris, viendo como aquella comenzó a estremecerse al sentir la lengua sobre dicho bultito femenino.
Oh que me hace oo .. por favor ooooo
Lucinda lleva mucho tiempo sin sentir un orgasmo, y jamás le habían hecho lo que su yerno le estaba haciendo en ese momento. Comenzó a agitarse, viendo como ella misma, presa de pasión y locura, tomó la cabeza del joven entre sus manos, apretándola contra sí, mientras se convulsionaba abiertamente. Sin saber cómo, se vio restregando su vagina contra la cara y boca del joven. No sabía lo que le estaba pasando, estaba como ida, en otra dimension, ya no pensaba en nada… solo necesitaba acabar. Fue así como pronto comenzó a convulsionar, alcanzando un intenso orgasmo, vertiendo todos sus jugos en la boca de su propio yerno.
Cuando por fin terminó, la misma se quedó quieta, y casi al instante, separó un poco las sabanas y miro hacia su entrepierna donde se situaba su joven yerno, a quien vislumbro en medio de la penumbra de la habitación, exclamando: oh, Esteban ¿qué me ha hecho? ¿cómo se le ha ocurrido hacerme esto?… ¡esto no es lo que habíamos quedado!…
El joven se fue incorporando, volviendo a la posición anterior, y le contesto: - Lo siento Lucinda, pero no se me ocurrió mejor manera de hacer que se relajara. ¡Ahora está bien lubricada! Verá como ahora la penetración será menos dolorosa.
Y, colocando su verga a la altura de la vagina de la mujer, presionó viendo como pronto más de la mitad de su nabo ingresaba dentro de la cueva de su viuda suegra. Oh... espere. Oh, que grande… me abres mucho … oh Esteban….
Lucinda esa noche había experimentado por primera vez el sexo oral realizado por su propio yerno. Pero, además, ahora estaba sintiendo como un enorme pene ingresaba dentro de su vagina. No se parecía en nada al de su difunto marido. La verga del yerno era bastante mas gruesa que la del mismo. No la había podido ver por impedírselo las sábanas y la escasa luz, el miembro del joven, pero deducía que debía ser bastante gruesa.
El joven, volvió a la carga y pronto presionó con fuerza logrando tras unos cuantos golpes de riñones, encajarle a la suegra, la casi totalidad de su verga. La mujer no pudo reprimir el dolor y la sorpresa, ohh me abres oh… h que grandeeeee.. No obstante, se reprimió ya que se había dado cuenta que su hija podía escucharla.
-Ya la tiene dentro Lucinda. Relájese. Ahora déjeme hacer a mí. Necesito correrme para poder fecundarla.
El joven estaba sumamente excitado, y sentía como por fin había podido ensartarle a la madre de su mujer la casi totalidad de su nabo. Se extrañó al darse cuenta de que follar a su suegra, le estaba produciendo un placer inmenso. El coño de aquella mujer no solo era bastante estrecho, pese a ser una mujer que había dado a luz, sino que le producía unos calambrazos enormes a medida que sentía la presión de la paredes de la vagina apretar su verga. Poco a poco decidió realizar los movimientos de salir y entrar, bombeando pausadamente el coño de la misma. Sus primeras penetraciones fueron bastante espaciosas, con el fin de permitir que la vagina de su suegra se fuera acomodando a las dimensiones de su vástago. Luego comenzó a incrementar el ritmo, dentro fuera, dentro fuera… , intensificando las mismas, como si de una autentica perforadora se tratará.
El joven llevaba tiempo sin hacer el amor, y, no solo tenía una buena carga de semen acumulada en sus testiculos, sino que estaba tan arrecho que comenzó a follar a la suegra con autentico placer.
Lucinda por su parte, se percató pronto del poderío físico, casi envidiable del joven esposo de su hija, el cual la estaba atravesando con aquel enorme pene, abriendo su coño como nunca, hasta el punto, que, sin quererlo, notó como se fue fraguando dentro de ella otro nuevo orgasmo. Oh Esteban… oh … me abres mucho oo…
Tan intensas fueron las penetraciones del joven, que le llevaron a la mujer a alcanzar nuevamente un orgasmo, hasta el punto de que tuvo que agarrarse al cuerpo del joven por primera vez, mientras se venía de una forma casi estrepitosa, totalmente entregada a las manos de su yerno, quien no paro ni un instante de perforar su coño. Es más, al notar la venida de su suegra, el joven aprovechó la ocasión, y clavó profundamente su verga aquella estrecha vagina, para luego comenzar a vaciarse dentro de ella. Lucinda, sintió las primeras lechadas contra las paredes internas de su vagina, percibiendo el caliente semen de su yerno, lo que le aceleró igualmente su venida. Mientras alcanzaba su orgasmo, iba sintiendo como la semilla del joven regaba una y otra vez sus óvulos.
Pero lo que mas sorprendió a la mujer fue la cantidad de semen que el joven vertió en sus vagina. Había sido una eyaculación sumamente copiosa y como jamás había sentido.
Cuando por fin ambos acabaron, se fueron relajando, quedando el joven dentro de la mujer durante unos momentos, percibiendo ella como tenía totalmente atravesada su vagina por la enorme verga del joven. No le dijo nada. Resultaba manifiesto, que, pese a no desearlo y esperarlo, había disfrutado de aquel polvo, aunque tampoco quería expresarlo. Por, tras unos momentos, le manifestó: ¡Esteban, creo que debes salirte ya..!
-si claro suegra- le contestó el joven, quien le costó salir de la caliente caverna de su suegra. La mujer sintió un gran vació dentro de su vagina cuando salió el joven, aunque no hizo alusión alguna.
El joven se echó un poco sobre la cama, intentando recuperarse. La mujer se echo de lado en la cama, dándole la espalda. Tras unos diez minutos, ella le dijo: Esteban, creo que será mejor que te vistas. Mi hija estará preocupada.
El asintió, y tras colocarse la ropa, antes de marcharse le pregunto: le parece bien que volvamos hacerlo mañana. Así garantizamos que pueda quedar fecundada.
Ella le miró bastante ruborizada, aunque apenas se noto por la tenue luz, contestandole: claro…será lo mejor.
Esteban se visitó y salió del dormitorio, y tras tomar a su mujer marcharon para la vivienda. No quiso contarle a su mujer lo del sexo oral, ni que ella se había corrido en dos ocasiones. Era algo que consideraba innecesario y podía afectar a sus relaciones. Solo que lo habían hecho al modo tradicional y ya está.
Lucinda, se levantó de la cama y fue a duchar. Ya en el baño, se dio cuenta que tenía los labios vaginales algo inflamados. Comprendió que el pene de aquel joven debía ser bastante grande, aunque solo lo había sentido, pero no lo había podido ver. Notó como fluía aún resto del semen del joven, y se dijo: joder me ha llenado. Pensé que no iba a parar. Si estoy ovulando, no creo que necesite mucho más para quedar embarazada.
Pese a todo, se sintió extremadamente excitada. Llevaba muchos años sin sexo, y había visto que el joven marido de su hija le había llevado a dos orgasmos en esa noche. Algo que pocas veces le había ocurrido con su marido. Pero, además, se notó acalorada al recodar la lengua del joven en su labios vaginales. Era algo que no esperaba. Y, pese a conocer que todos lo consideraban una aberración no pudo evitar pensar que había sentido un inmenso gustazo al sentir aquella boca sobre su coño.