Equipo de Élite Episodio I Capítulo 3

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Pajillero
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Por ahí ;)
Siguen las aventuras del entrenador...

Después de haber desfogado pasión con el pequeño pelirrojo, Julián se levantó y cargando al nene, quien dormía por el cansancio, lo llevó hasta su recámara. Lo acostó sobre su cama y lo dejó descansar.

Se dio una rápida ducha, se puso solamente una trusa color vino y se dirigió a la cocina con el fin de preparar algo de comer para la visita y de paso para él.

Sacó de su refrigerador algunos vegetales, un paquete de milanesa de pollo y algunos ingredientes enlatados de su despensa.

Colocó un par de sartenes en la estufa y se dedicó a cocinar. Mientras preparaba el delicioso platillo, Humberto apareció, usando solo una trusa color azul marino mostrando una panza pequeña, pues a diferencia de su hermano, el no hacía ejercicio alguno, aunque se cuidaba para no estar muy gordo.

- Uuufff. Qué cogida le di a Ximenita. Está descansando ahora. Y dime Julián. ¿Qué tal te está yendo? – preguntó el hombre.

- Bien, muy bien. – contestaba a la pregunta de su hermano. – Este año los equipos de básquet y de soccer están muy fuertes. Hay chicos con muy buena condición y tienen mucha determinación. El equipo de volibol es bueno, pero las chicas deben trabajar más.

- Eso pasa porque no aplicas tus “entrenamientos especiales” con las nenas. Ja, ja, ja.

- Je, je, je. Tú bien sabes que no me gustan las mujeres, y mucho menos las nenas.

- Ya sé hombre. Te digo algo, que no daría yo por estar en tu lugar. Teniendo esas nenas tan ricas cerca de mí, uuuffff.

- Lo sé, lo sé. Pero nunca quisiste ser maestro.

- Pues ya sabes que lo mío son los negocios, además, me he dado mis gustitos de vez en cuando.

- Con tu nieta, ¿no es así?

- Con ella y otras más.

- Me imagino. Dime, ¿cuánto tiempo estarás de visita?

- Solo hoy hermanito. Llevaré a los niños a un crucero “especial” y de ahí nos vamos a Disney Land.

- ¿Un crucero especial?

- Ja, ja, ja. Así es. Un crucero de varios amigos millonarios que tienen mis gustos. Y pues decidieron invitarme porque ya soy de confianza. Lo único que debo llevar es ganas y a mis dos nietos.

- ¡Uufff! Suena divertido.

- Sí, ya quiero coger más pepitas.

- ¿Pero por qué llevarás a Alex?

- Porque hay algunos a los que comparten tus gustos. Así que si quieres seguir disfrutando de él es todo tuyo, nos vamos temprano, como a las seis de la mañana.

Un rato después los niños despertaron de su siesta, se sentaron y esperaron a que el tío abuelo querido sirviera a todos.

Eran las 18:20 cuando terminaron de comer. Satisfechos pasaron a la sala y prendieron la tele para disfrutar de cualquier programa que los entretuviera en lo que digerían la comida. Una hora después decidieron nadar un rato.

Después de haber nadado un rato, siendo ya las 21:30 horas, se encontraban acostados sobre unas toallas a la orilla de la alberca, disfrutando del ambiente fresco que la penumbra del día les regalaba. Ambos adultos usaban un bikini de licra negro, el niño un bikini azul del mismo material y la nena un culetín turquesa con adornos florales y un bordado rosa en las orillas, todos con sus torsos desnudos.

De pronto, Humberto tomó a su nieta y la sentó sobre su verga de frente a él.

- Ximenita, hazme caballito pa ir calentando mija. – dijo el viejo.

- Ok, abuelito. – contestó la nena, comenzando a mover sus caderas.

La niña se movía rítmicamente sobre la verga de su abuelo, calentándolo poco a poco, haciendo que la barra de carne comenzara a ponerse dura.

- ¡Uuufff! Así mi amor. ¡Ooohh! Sigue. – gemía el hombre.

Mientras tanto, Julián y Alex los observaban con mucho morbo, llenándose de lujuria también. Se voltearon a ver fijando sus miradas en la del otro y sonrieron. Sin decir palabra alguna, ambos sabían lo que el otro quería.

Repentinamente, el pequeño se montó sobre su tío abuelo, posando su culito sobre la semi-erecta verga de este, comenzando a moverse inmediatamente a buen ritmo.

- Oh, Alex… Así mi niño. Qué rico se siente.

- ¿Te gusta que juegue al caballito contigo, tío? Porque a mí me encanta.

- Sí, bebé. A mí también me encanta.

El nene se movía igual que su hermanita, de adelante hacia atrás, dando pequeños círculos de vez en cuando, proporcionando así gran placer a su tío abuelo.

Ambos niños siguieron dando placer a los hermanos de este modo hasta que Ximenita se levantó, bajó el bikini de su abuelo, liberando así la ya erecta verga, y comenzó a mamar.

- ¡OH! ¡Tú sí sabes lo que le gusta al abuelo! ¡Sigue mi niña!

Alex al ver esto hizo lo mismo con su tío, quien disfrutó al máximo al sentir la boquita del nene.

Los pequeños eran expertos chupadores, pues ya estaban acostumbrados a mamar verga. Hicieron un buen trabajo y después de un rato, Alex fue quien ahora tomó la iniciativa, levantándose y despojándose de su bikini, para sentarse rápidamente en la verga de su tío. De dos sentones se clavó toda esa verga hasta lo más profundo de su ser.

- ¡Aaaah! – gimió como toda una puta.

- ¡OOHH, sí! – Julián tocó el cielo en ese momento.

El nene comenzó a cabalgar a su tío con maestría, arrebatándole deliciosos e intensos gemidos, cosa que le hacía poner mayor empeño en eso. Un par de minutos después, su hermanita le daba el mismo tratamiento a su abuelo.

Ambos hombres se encontraban en las puertas del paraíso, disfrutando de esos tiernos, pero expertos, culitos. En un momento, la intuición de Alex le advirtió que su tío estaba a punto de venirse, sacándose la verga de su culito y ahora colocando su culito a la altura de la cara de este.

- Mama mi culito, tío. – dijo el nene.

Julián sin pensarlo dos veces, comenzó el ataque al culito de su niño, metiendo su lengua lo más profundo que podía. Por su parte, Humberto mamaba la vaginita de la niña.

Unos minutos después, Julián quitó a su sobrino de su cara, se levantó y, cargando al niño, se dirigió a su habitación, dejando a su hermano con Ximenita en el patio.

Ya en la recámara, colocó al niño en cuatro sobre la cama y sin demora metió su verga hasta lo más profundo del nene.

- ¡Aaay! Eres un brusco, tío.

- Y tú toda una zorrita. Ahora viene lo mejor.

El hombre empezó a embestir al nene con algo de violencia, sujetándolo de sus caderitas. Era un vaivén rápido y constante. La verga entraba y salía a gran velocidad, los gemidos del nene y el tío ambientaban la habitación y el olor a sexo la perfumaba.

- ¡Aaaah, tío! – gemía duro el putito.

- ¡OOOHH! ¡Sí! – gritaba el hombre.

- ¡Sigue, tío! ¡Llena mi colita con tu leche! – le gritaba el nene.

Julián continuó con las embestidas al anito del niño.

- ¡Uuufff! – bufaba el hombre.

- ¡Aaaahh! ¡Tío! ¡Sigue, sigueeeeeee!

El hombre, poseído por la lujuria arremetía en aquel huequito sin importarle que fuera el de su pequeño sobrino. La barra de carne del hombre entraba y salía de aquella cálida cuevita. Cambiaron a la posición, el niño acostado y su tío manteniendo las piernitas infantiles en sus hombros.

Por veinte minutos cogió al nene, hasta que Julián se vació en su culito.

- ¡GAAAGH! ¡SIII! ¡OOOH! – bufó el hombre.

- ¡AAAHHH! ¡TÍO! ¡SIENTO TU LECHE! – grito el niño mientras tenía su orgasmo.

Exhausto, Julián se acostó al lado del niño y lo abrazó, escuchando los gemidos de su hermano y su sobrina provenientes de la otra habitación.

Esa noche cogió al niño dos veces más para aprovechar bien el tiempo con él.

A la mañana siguiente se arreglaron para partir hacia el aeropuerto. La despedida fue un poco difícil, pues los niños querían quedarse un más tiempo para divertirse en casa de su tío abuelo.

- Tranquilos bebés. La próxima vez nos quedaremos más tiempo. – decía Humberto.

- Sí mis niños, yo estaré gustoso de recibirlos.

- Adiós tío. – dijo la nena levantando sus brazos.

- Hasta luego chiquita. – dijo Julián agachándose para abrazarla.

- Hasta luego tío. – dijo ahora el nene.

Julián, todavía arrodillado jaló al nene y le dio un apasionado beso en los labios, mientras masajeó sus suaves nalguitas.

- Hasta luego bebé. – le dijo al separarse de él.

Se puso de pie y se despidió de su hermano con un fuerte abrazo. Los tres subieron a la camioneta y partieron a su destino.

El entrenador se quedó nuevamente solo en su hogar, un poco triste por la partida de sus amados familiares. Se sentó en su cómodo sofá y encendió su Smart TV de 70 pulgadas. Con el remoto seleccionó la opción de selección de archivos del dispositivo USB y eligió uno. Inmediatamente inició un fabuloso video, en el cual se podía ver a varios chiquillos de unos 8 años jugando desnudos. Pronto se les unieron tres hombres igualmente desnudos con vergas bien paradas y grandes.

Julián sacó su verga y se comenzó a hacer una buena paja, hasta quedar completamente deslechado.

Al día siguiente, iba a poner en marcha su plan para que el pequeño Chava aceptara recibir el “entrenamiento especial” por parte del entrenador. Para esto necesitaría la ayuda de un chiquillo del mismo grupo que el rubio, seleccionando a Simón Suarez, un tierno niño gordito de 11 años, miembro del equipo de básquet de quien muchos se burlaban en un principio, al ser un niño bastante llenito. Era un poco más alto que Chava, de piel canela pero más clara que la de Roberto, cabello lacio negro y con un trasero voluptuoso pero apetecible.

Uno de los últimos días del ciclo pasado en que el niño se encontraba sentado en las bancas del gimnasio algo triste, el entrenador lo vio y se acercó a él, platicando unos minutos para levantar su ánimo. Al final le propuso entrar al curso de verano deportivo, para ir trabajando con él y bajar unos kilitos.

El niño aceptó y entró al curso, mejorando su condición física y aprendiendo a jugar bien al básquet, divirtiéndose en el proceso, pues el entrenador aplicó su entrenamiento especial.

Julián por lo general escogía nenes delgaditos y bien parecidos, pero el gordito le causó mucho morbo, decidiendo experimentar con él.

Ese viernes, en la hora del descanso, mandó a llamar a Simón. El gordito entró a los vestidores y se fue directo a la oficina del entrenador. El hombre, por su parte, cerró la puerta de todo el lugar con llave. Se dirigió a su oficina y al llegar el nene le esperaba sentadito.

- Bien Simón. – decía mientras se sentaba en el cómodo sofá, haciéndole señas al gordo para que se sentara a su lado. – Te preguntarás por qué te mandé a llamar, ¿cierto?

- Sí entrenador.

- Bueno. Te he llamado porque quiero encomendarte una misión muy importante. – dijo con tono serio.

El nene interesado en ayudar a su profesor, asintió con su cabeza.

- Necesito que Salvador logré alcanzar su máximo potencial. – decía mientras pasaba su brazo izquierdo por detrás de la espalda del niño, abrazándolo y pegándolo más a su cuerpo. – Y para eso necesito de tu ayuda.

- ¿Mi ayuda profesor?

- Sí. Quiero que me ayudes a convencerlo de tomar el entrenamiento especial conmigo, para que así mejore.

- Ya veo. Quiere que su juego mejore mucho.

- Así es, pequeño. Mejorará como tu mejoraste, beneficiando al equipo.

- Entendido, profesor. Trataré de convencerlo.

- No, no trates. Convéncelo.

- Ok. Lo haré.

- Ese es mi muchacho. Ahora te daré tu premio.

En ese momento el entrenador se puso de pie y se sacó la verga. El gordito sonrió y lo sujetó con su mano izquierda, pajeándolo y lamiendo el glande. Luego abrió su boquita y se lo metió, comenzando una rica mamada.

- Ooohhh, nene. Así.

El niño logró meterse media verga mientras movía su cabeza adelante y atrás. Dejaba mucha saliva en la verga del entrenador en cada chupada, pues ya sabía que el verdadero premio venía después.

Julián detuvo al gordito, lo hizo ponerse en cuatro sobre el sofá y le bajó sus pantalones y ropa interior hasta la mitad de los muslos. De su bolsillo derecho sacó una botellita de vaselina y la aplicó en el huequito del niño, metió despacio uno de sus dedos y comenzó a bombear lentamente.

- Mmm. Así profe. – gemía dulcemente el pequeño Simón, suspirando cada vez que el dedo del adulto entraba y salía en su anito.

Pronto, un segundo dedo invadió la cuevita, al tiempo que más del lubricante era vertido para facilitar la entrada. El movimiento de los dedos del entrenador logró que la verguita del muchachito se endureciera, señal del placer que sentía.

Un par de minutos después, el glande de la verga de Julián ya estaba en la entrada del ano de Simón, quien al sentir que la daga de carne avanzaba poco a poco dentro de su culito, se llenó de lujuria.

- Aaaahhh. – soltó un dulce pero sonoro gemido.

- Uuufff. – bufó el hombre.

Cuando la mitad del instrumento sexual de Julián había entrado, detuvo el avance, observó bien la escena y sonrió morbosamente. Con su mano derecha dio una buena nalgada al muchacho, haciéndolo gemir y quejarse un poco del dolor.

- ¡Aaahhh, aaayy! ¡Profeee! – gemía como putita el gordito.

- Eres una puta muy rica. Este culo es sublime. – dijo esto mientras su mano izquierda imitaba la acción.

- ¡Aaaayyy!

- Es tu culpa por ser bien culona, putita.

Dicho esto, comenzó a bombear al niño con algo de fuerza. El hombre sabía que Simón podía aguantar las embestidas, metiendo en cada una más y más verga, hasta que al fin chocó con sus nalguitas, escuchándose el choque de los dos cuerpos por toda la habitación.

<PLAF, PLAF, PLAF, PLAF> se escuchaba, haciendo buena combinación rítmica con los gemidos de ambos.

- ¡Aaaaahhh! ¡Profe! ¡Más! ¡Ooohhh!

- ¡Ooohh sí! ¡Qué culo! ¡Aaaaahhhh!

- ¡Uuuhhh! ¡Ooohhh! ¡Más duro!

- ¿Quieres más duro, perrita? ¡Pues toma

- ¡AAAHHH! ¡DEME MÁS! ¡AAHH!

- ¡Eres una perra gritona! ¡Me encantas!

- ¡SI! ¡CÓGEME BIEN CABRÓN! ¡SOY TU PUTA!

- ¡Esas palabras me excitan! ¡Que putito tan rico te has vuelto!

- ¡Sí! ¡Soy tu putito! ¡Aaayy!

Aquel nene se había vuelto muy vicioso. Cada vez que su entrenador lo cogía, disfrutaba al máximo del momento. Le encantaba sentir una verga dentro suyo, no importaba de quien fuera, él quería verga. Ya había tenido dos más aparte de la de Julián, pero el chiquillo le era devoto a su entrenador, a su primera verga.

En un momento, el profesor escuchó como rechinaba la puerta de su oficina, deteniéndose en seco.

- ¡Aaahh! ¿Por qué para? – preguntó el chiquillo deseoso de más acción.

- Escuché que la puerta rechinó. – contestó algo agitado.

Sacó la verga del culito gordo del llenito, y se dirigió a la puerta, la abrió y se asomó a los vestidores, observaba todo el lugar, analizando cada rincón. Volteó a ver la puerta de entrada y se encontraba cerrada, con el seguro puesto.

- Debe ser mi imaginación, regreso al interior de su oficina, dejando la puerta de esta entreabierta, llevándose una grata sorpresa. El niño se había desnudado, mostrando sus llantas características de los chicos de su peso, aunque a pesar de ser gordo, no era un obeso marrano como otros. Es más, se veía algo sexy, todo un gordibueno.

El chiquillo le esperaba en cuatro moviendo su trasero, invitándolo a continuar.

- ¿Qué espera profesor? ¿Acaso no quiere seguir jugando con mi culo? – decía mientras separaba sus nalgas, mostrando el interior rojizo de su ano.

El hombre no lo pensó dos veces y se quitó por completo sus pantalones y ropa interior, quedando solo con su camiseta blanca algo ajustada.

De un solo golpe metió la verga en aquel fogoso culo, reiniciando las embestidas, esta vez con más violencia que antes.

- ¡Aaahhh! Profe…

- ¡Uufff!

- ¡Siga, siga! – gritaba el nene mientras contraía su anito para hacer sentir bien a su macho.

- ¡Uufff! ¡Eso! ¡Aaahhh!

- ¿Le gusta?

- Me encanta.

Los movimientos del hombre no cesaron, todo lo contrario, la velocidad aumentó. Era una cogida salvaje. Ambos parecían bestias copulando, y probablemente lo eran.

El hombre estaba llegando al clímax. Su excitación era tal que estaba a nada de explotar en las entrañas del niño, cuando de reojo pudo observar que, escondido mirando, se encontraba un pequeñín espía. Esto en vez de molestarlo lo excitó más, descargando su leche en las entrañas de Simón.

- ¡GAAAGHH! – gimió con intensidad.

- ¡OOOHH SI! ¡SIENTO SU LECHE CALIENTE! ¡AAAAHHH! – gimió el niño mientras el se corría también, expulsando un poco de líquido viscoso de su verguita.

- ¡Uuuffff! – bufó el entrenador mientras daba sus últimas embestidas.

Cuando su verga se puso flácida, se salió de la cueva del niño, se dirigió a su escritorio y tomó un buen tanto de papel que lo dobló y enrolló, formando así una especie de cono, el cual puso en el culo del nene, presionando y metiendo un poco de este. Lo ayudó a ponerse la ropa, sin sacar en ningún momento el cono, pues al niño le encantaba llevar la leche de su maestro de deportes un buen rato, hasta llegar a su casa.

Una vez vestidos ambos, trazaron un pequeño plan para así hacer que Salvador se iniciara en el mundo del placer sexual.

- Entonces eso haremos. – dijo el hombre.

- Sí profe. Lo veo el lunes.

El chico se dio la media vuelta y antes de siquiera dar un paso, fue azotado en su culo por una fuerte nalgada.

- Aaayyy.

El niño volteó a ver a su maestro y vio la lujuriosa sonría que se dibujaba en su rostro.

- Hasta el lunes. – dijo sonriente el hombre.

Simón salió de la oficina y luego de los vestidores, siendo seguido por el maestro. Este cerro con seguro nuevamente y regresó a su oficina. Buscó por todos los vestidores, regaderas y demás para ver si encontraba al chiquillo, pero fue en vano la búsqueda ya que el niño había salido por una de las ventanas del fondo, y probablemente también entró por ahí.

El maestro cerró esta ventana y regresó a su oficina para tomar sus cosas y retirarse del lugar. Ya buscaría después al pequeño espía.

El fin de semana de Julián pasó sin novedad alguna, pues solo se dedicó a ver videos de su colección para hacerse unas buenas pajas.

El lunes temprano, al ver a Simón le recordó sobre lo que habían planeado el viernes. El plan consistía en hablarle al niño sobre un “método secreto” para mejorar el rendimiento de los deportistas.
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Espero les haya gustado. Pronto les traeré un nuevo capítulo de esta saga.

Hasta la próxima.
 

drako22

Pajillero
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muy bueno y excitante al igual q las anteriores se espera la continuacion felicitaciones
 
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