Encontré esta introducción

julio33

Virgen
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Hola revisando mis documentos de mi pc encontré esta introducción no sé si es un relato de aquí o que será , pero si gustan lo podrían continuar ok. Eran los años 1800 en el viejo distrito de Whitechapel en Londres, la vida en el lugar no era sencilla, las enfermedades abundaban y la seguridad no era más que un privilegio para quienes podían pagar por ella, en alguna parte de este distrito, se encontraba un viejo orfanato, las condiciones en las que vivían eran mucho peores que deplorables y los huérfanos eran forzados a trabajar en las calles e incluso robar para poder pagar los gastos diarios del lugar. Una de esas huérfanas era la pequeña Liz, de aspecto sencillo, con una piel clara y ojos color miel, su cabello largo castaño llegaba a la mitad de su espalda, aunque lo usa enmarañado por el poco cuidado que puede darle, de complexión delgada y una estatura baja, definitivamente no era de las que destacaba en el lugar.
Es hora de irnos, hoy la madame nos quiere temprano, escuché que es día de adopciones. – decía Jack, uno de los chicos mayores, a sus compañeros mientras se acercaban a la puerta principal.
Pero es muy temprano, el sol apenas está saliendo, no debe haber gente en la calle todavía, solo he escuchado algunos carruajes, podemos esperar un poco. – Replicaba Liz frotando sus ojos.
¡Shhh! Baja la voz o la madame te va a castigar otra vez – Otra de las niñas replicó a Liz con un notable tono de preocupación.
Vamos, nos dividiremos las calles y tengan cuidado.
Los niños salieron a regañadientes del lugar, eran casi las 06:00 am, el frío era apenas soportable por las delgadas prendas que vestían, y así, empezaba un nuevo día. La mañana transcurría con relativa tranquilidad, Jack y el pequeño grupo con el que iba, se dedicaban a robar a algunos de los transeúntes que encontraban descuidados, mientras que Liz y otros más pedían limosnas en los bares y algunas calles transitadas.
Las horas pasaban y llegó el momento de volver al orfanato “Día de adopciones, espero me elijan esta vez”, eran los pensamientos de casi todos los niños en el lugar.
Dejen todo lo que consiguieron en el cofre y dense un baño, están asquerosos – Palabras comunes de la Madame a los niños del lugar, una mujer madura alrededor de los 40, de complexión robusta, cabello cano rizado hasta los hombros y de estatura media. – Es un día importante y vendrá alguien muy importante, así que los quiero presentables y más vale que se porten bien.
No había mucho que hacer, las órdenes de la Madame eran claras y era mejor no hacerla enojar, tenía un gusto por soltar sus frustraciones con ellos y nada podían hacer para evitarlo, así que hicieron lo que se les dijo, usaron las “mejores” prendas que podían tener y esperaron hasta la llamada de la Madame. Cerca de las 9:00 pm se oyó un carruaje llegar a la parte trasera del orfanato y la llamada que tanto habían esperado finalmente llegó.
Los niños bajaron y se colocaron en fila en el salón principal, escuchaban los pasos de varias personas, la Madame entró en el salón, con un claro nerviosismo en su voz, se dirigió a una mujer que entro junto a dos hombres más
-E-estos son nuestr…
- ¡Silencio! – Exclamó aquella mujer tan extraña mientras caminaba frente a todos ellos, mirándolos con atención.
Los niños hacían una reverencia ante la mujer mirando al piso sin siquiera intentar verla a los ojos, su presencia imponía especialmente con esos dos hombres aún más grandes que ella, sus pasos eran lentos, podían sentir su mirada fija en ellos; solo a unos cuantos les ponía especial atención. Cuando llegó el turno de Liz, la mujer se colocó sobre una de sus rodillas, quitándose sus guantes dejando ver que su mano derecha era completamente mecánica, la colocó sobre el rostro de Liz , un frío indescriptible recorrió de su mejilla hasta su espalda, la mujer no era lo que esperaban, una chica rondando los 20 años, con un cabello castaño largo que caía por sobre su hombro y unos ojos azules que parecían dos jemas, aunque eran hermosos, reflejaban una enorme seriedad, la admiración de Liz rápidamente cambió por temor una vez más.
-¿Cuál es tu nombre niña?
-M-me llamo Elizabeth señorita.
-Muy bien Elizabeth, pareces ser una niña muy lista, eso me gusta, tú vendrás conmigo.
Todos los niños voltearon a ver a Liz, sorprendidos y algunos con celos, por su parte, ella no sabía cómo responder, estaba feliz pero… sentía un profundo temor ¿Cómo sería vivir ahora con una mujer que la misma Madame resultó temer? Era mucho más joven pero era evidente que tenía autoridad.
La visita apenas duró unos minutos, Liz junto con otras 2 niñas y 2 niños más fueron adoptados esa noche, el nerviosismo era muy profundo, todos esperaban en uno de los carruajes en los que habían llegado hasta que finalmente la mujer entró y empezaron a moverse. Los 5 niños iban en un lado del carruaje y al lado opuesto la mujer con los dos hombres que la acompañaban, ninguno emitió un sonido durante todo el trayecto.
Finalmente llegaron a su destino, la mujer y los hombres bajaron y llamaron a los niños ayudándolos a descender, el sitio al que llegaron era bastante grande, un palacio a comparación de su antiguo “hogar” y por dentro era mucho más impresionante, un gran salón con un candelabro enorme, muebles que eran prácticamente nuevos y muy lujosos, Liz miraba sorprendida el interior “Es tan hermoso” era el primer pensamiento. Mientras su mente y su mirada divagaban, sus ojos hicieron contacto con otra chica un poco mayor que ella, no le prestó mucha atención salvo por su mirada, unos ojos que denotaban una profunda angustia al verla, aunque no le tomó importancia, siguió caminando siguiendo a sus amigos y a aquella mujer.
Caminaron por un largo pasillo hasta una habitación apenas alumbrado por unas cuantas lámparas de aceite, al entrar los niños se dieron cuenta que no había nada, una habitación completamente vacía, un escalofrío recorrió la espalda de Liz, antes de poder decir algo, la mujer dio un fuerte golpe directo al estómago de la niña, los hombres hicieron lo mismo con el resto de los chicos, Liz cayó al suelo retorciéndose de dolor mientras las lágrimas inundaban sus ojos, trataba de respirar de nuevo pero un segundo golpe impacto sobre ella, los llantos eran rápidamente opacados.
Tomen esto como una pequeña muestra de lo que les pasará si no obedecen, sus vida me pertenecen a partir de ahora y les sacaré el mayor provecho.
Esas fueron las últimas palabras que escuchó Liz antes de recibir el golpe que la haría caer inconsciente. Liz despertó acostada en una vieja cama, su cuerpo le dolía y no podía ver bien, su parpado izquierdo estaba hinchado.
Por fin despiertas, ¿Estás bien pequeña?
Una suave voz se escuchó a un lado de Liz, pero ella estaba demasiado asustada como para responder, su primera acción fue tratar de correr pero fue inútil, un grillete con una cadena sujeta a la pared le impedían moverse mucho.
E-espera por favor, no te voy a lastimar, me pidieron que te cuidara y te limpiara un poco, mira toma, es una pieza de pan.
La chica le hablaba con mucha suavidad, tratando de hacerla tranquilizarse pero Liz solo sollozaba y jalaba la cadena, el dolor seguía siendo fuerte y sus energías se acabaron en unos pocos minutos.
Por favor no hagas eso, vas a lastimarte más, por favor, tranquilízate o te oirán, sabrán que ya has despertado.
Las palabras de la chica tuvieron efecto, Liz se calmó por un momento y comenzó a llorar.
Quiero…irme…
Lo sé… te aseguro que todos queremos irnos…toma, come esto, tu estómago no dejaba de sonar mientras dormías.
Me…duele…
Veo que la Señorita Agatha no se contuvo, a veces no controla su carácter
…A-Agatha…
Tranquila, no te esfuerces mucho, veo que no se ha “presentado” bien, la Señorita Agatha es la mujer del brazo mecánico, ella es la dueña de este y otros lugares, será mejor que no la hagas enojar, es peor de lo que parece, por cierto me llamo Erika.
Liz volteó a mirarla, Erika era una chica pelirroja, su cabellera larga y rizada pasaba de sus hombros, de piel clara con algunas pecas sobre su nariz, sus ojos claros mostraban una dulzura como no había visto antes, aunque algo tristes, de complexión delgada que se podía apreciar con el vestido que llevaba, algo ajustado que llegaba poco más arriba de la rodilla por la parte frontal y largo por la parte trasera, con un corsé café, un par de medias oscuras y una blusa blanca.
M-me llamo E-Eli…zabeth…
Elizabeth, que nombre tan lindo, te queda perfecto…
… ¿P-puedes quitarme esto por…favor?... – Liz señaló el grillete en su muñeca.
Yo…no puedo hacer eso, no tengo la llave y aún si fuera, solo conseguiría que te dieran otra paliza y a mí también. – Erika apretaba sus manos frustrada de no poder ayudarla.
Unos pasos se escucharon por el pasillo, eran pisadas fuertes y se dirigían a la habitación, Erika se sobresaltó y se alejó de Liz colocándose del otro lado de la cama.
¿Y bien, ya despertó? La Señorita Agatha quiere verla.
S-si señor y-ya esta despierta…
Bien, ahora largo de aquí tienes mucho trabajo hoy.
S-si señor, con permiso.
Erika se retiró dejando a Liz con aquel sujeto, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras el hombre soltaba su muñeca del grillete, llevándola jalándola de la mano por el pasillo, se escuchaba mucho ruido en la parte inferior pero no era lo que más le preocupaba, vería de nuevo a aquella mujer, y eso la aterraba.
 

RADIACTIVO88

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La historia promete: Sigue adelante.
 
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