-¡Vete a la mierda. Julián, vete a la mierda!
-Que quieres, Marta, cuando no hay ganas, no hay ganas.
Marta se levantó de la cama
-Me voy al piso de abajo a la habitación del niño a pajearme hasta que rebiente de gusto.
-Sí, como siempre, mucho hablar pero después na de na.
Marta, en bragas, con sus grandes tetas al aire y descalza, se iba para la habitación de su hijo que estaba en la Universidad, desde la puerta le dijo a su marido:
-¡Qué te den!
Marta era una mujer de 34 años. Se habia casado (embarazada de gemelos) a los 16 años con Esteban, un treintaañero que ahora ya cabalgaba los 50. Él aún tenia su puntito, pero ella, rubia, alta, de grandes tetas, grades ojos azules, labios carnosoa y rellenita, tenía un polvazo tremendo.
En la habitació de Blas, el hijo de Julián y Marta, y hermano gemelo de Isabel, había dos camas gemelas. Estaban las contras de las ventanas cerradas y no se veía nada. Marta se echó sobre la cama que estaba junto a la ventana. Se quitó las bragas y se comenzó a masturbar. Al rato se oía el chapoteo de sus dedos al entrar y salir de su sexo.
A punto de llegar al climax, escuchó unos susurros que dijeron:
-No aguanto más Blas. Me voy a correr.
-Contente que está ahí mi madre.
-Mastúrbándose. Es ella la que me puso así de caliente.
-¿Más que mi polla?
-Todo influuuuuyó, yo, yo, yo me corro sin remedio, Blas.
Marta dejo de masturbarse, abrió una contra de la ventana y vio a una joven rubia encima de un hombre, moviendo el culo hacia arriba, hacia abao y gimiendo. Al momento se dio cuenta de que su hijo había traido a escondidas una chica a casa. La joven la miró cuando el climax le llegaba a lo mas alto, Marta no lo pudo evitar. Se volvió a masturbar. Metió y sacó los dedos hasta que sintió un cosquilleo en las plantas de los pies, un cosquilleo que le suibió por las piernas, que se le pusieron tensas, y al final llegó la explosión. Se corrió. Su hijo y la rubia oyeron sus gemidos y vieron sus convulsiones.
Marta, al acabar de correrse cerró la contra, se puso las bragas, y sin decir palabra regresó al piso de arriba. Al meterse en la cama Julián, con gran cinismo, le preguntó:
-¿Ya te pajeaste?
Marta le llevo la mano a su coño empapado.
-¡Lo hiciste! ¡¡Y qué corrida echaste!!
-Aún puedes aprovechar algo.
Julián casi le arranca las bragas... Le lamió todo el flujo y siguió mamando hasta que Marta se corrió en su boca, pero para Marta no fuera su maridol el que se la mamara ni quien se bebiera la inmensa corrida, fuera aquella rubia que la miró cuando se corría.... Julián, cuando Marta se acabó de correr, la folló hasta que se corrieron juntos, pero tampoco fuera el quien la follara y le llenara de leche, fuera su hijo Blas. Marta, por vez primera, estando con su marido, había dejado volar su imaginación, y le había encantado.
A la mañana siguiente Marta se había ido a trabajar y Blas y su amiga volvieran a la Universidad.
Julián, que estaba de baja, miraba en la televisión uno de esos programas de mierda. Su hija Isabel, que era una rubia de largas y estilizadas piernas,, de grandes ojos azules, grandes tetas, anchas caderas, cintura estrecha, y de culo redondo y prieto, llegó a la sala en bragas, descalza y con una camisa que era de su hermano, la traía abierta y dejaba ver parte de sus grandes tetas.
-¿Qué miras, papá?
-A un imbecil and company.
-Ayer noche os oí a mamá y a ti.
Julián miró para su hija y quedó boquiabierto.
-¡¿Qué haces así vestida?!
-Provocarte .-Abrió la camisa y le enseñó a su padre sus tetas grandes, con grandes areolas y pequeños pezones-. ¿Te gustan?
-¡Tápate, Isabel!
-Ayer noche me masturbé al oíros. Me corrí tres veces.
Isabel se quitó las bragas. Su padre vio un chochito rodeado de pelo rubio.
-¿Qué quieres de mi, Isabel?
-Quiero que me la comas hasta que me corra. Quiero que me folles como follaste a mamá. Quiero hacerte lo que no te hizo ella, chupártela y beber la leche. Quiero eso y después...
-¿Después, qué?
-Ya te lo diré después de que te destroce a polvos.
-Estás loca, hija, estás loca.
Isabel tiró la camisa de su hermano al piso. Fue junto a su padre y le puso el chochito peludo en la boca. Julián agarró un empalme brutal. El olor del chochito de su hija le hizo perder el control... La cogió por la cintura y comenzó a comerle aquella delicia. Clupaba, lamía, subcionaba el clítoris.... Era un experto, y su hija, un par de minutos más tarde le decía:
-¡Me voy a correr, papá!
Un chorro de flujo empapó la cara de Julián. Luego, entre gemidos. Isabel, se corrió como una posesa.
Al acabar de correrse le sacó la polla y se la mamó. Quería hacer que se corriera, pero poco después ya estaba tan caliente que se sentó sobre el erecto cipote de su padre y lo folló. La idea era hacer que se corriera, pero...
-Papá me voy a correr otra vez y tú... ¡Ay Dios, ay Dios que me voy!!
Isabel se volvió a corerer. El flujo de su corrida mojó los cojones de su padre y dejó perdido el sillón.
Jullian gozó viendo a su hija temblar de placer y sintiendo las contracciones de su pequeño coñito en su nabo, pero no se corrió.
Isabel lo siguió follando hasta que consiguió lo que quería. Al sentir la polla de su padre latir dentro de su chochito, la sacó, chorreando de flujo, la mamó y cuando su padre se corrió se tragó la leche epesa y calentita.
Después de hacerle la mamada, le dijo Isbel a su padre:
-Ahora te diré lo que quiero.
-¿Qué es?
-Un deportivo último modelo.
-¡Serás hija... de tu madre!
-Ella es más tonta, papá, ella es más tonta.
---
Marta estaba en la ducha, Blas, que debía estar dando sus primeras clases de derecho en la Universidad, entró en el baño a orinar. Vio a su madre tras el cristal de la mampara de la ducha. Se estaba masturbando. Se iba a marchar cuando la oyó decir:
-No pares que ya me tienes, Blas, no pares, hijo. ¡¡Me cooorro!!
Blas vio como su madre se encogía con el placer que sentía, y oyó sus gemidos. La erección de su polla fue instantánea. Se fue del baño y esperó a su madre sentado en el sofá de la sala de estar.
Marta llegó a la sala de estar cubierta sólo por una toalla. Su sorpresa fue mayúscula al ver a su hijo.
-¡¿Qué haces en casa?!
-Hay huelga en la Universidad. Siéntate a mi lado que quiero hablar contigo.
Marta se sentó al lado de su hijo.
-Y yo contigo. ¿Cuánto tiempo hace que traes a tu novia a casa?
-No es mi novia, es una amiga, y era la primera vez.
Blas puso una mano sobre una rodilla de su madre. Marta se puso nerviosa.
-¡¿Qué haces?!
Blas no le contestó. Metió un mano entre los muslos de su madre. Marta, temblando como una adolescente en su primera vez, le dijo:
-No sigas, hijo.
Blas buscó los labios de su madre con los suyos. Marta no dejó que la besara, pero tanpoco se levantó del sofá. Acarició sus grandes tetas con la otra mano por encima de la toalla, y le dijo:
-Desde que vi como te corrías tengo ganas de hacerte el amor.
-Acabas de cunplir los 18 años. Son las hormonas.
-Tu tienes 34 y las tienes igual de alteradas que yo.
Blas ya metiera la mano por debajo de la toallla y estaba pellizcando uno de los pezones de su madre, que no lo detenía.
-Alteradas las tenía a los 15 años cuando quedé embarazada.
-Y ahora. Te vi en la ducha.
Le pellizcó el pezón de la otra teta.
-¡¿Y me oíste?!
-Sí.
Marta, se ruborizó.
-Una cosa es la fantasía y otra la realidad, hijo.
Blas volvió a buscar los labios de su madre. Esta vez los encontró, aunque sólo era él quien besaba, y sin lengua, ya que su madre no abría la boca.
Unos degundos más tarde, Marta abrió un poquito las piernas. Blas acarició sus muslos. Marta abrió abrió más la piernas y su hijo llegó con su mano al chochito mojado. Le metió dos dedos en la vagina. Marta reacionó abriendo la boca y chupando la lengua de su hijo. Comenzó a besarlo con lujuria... Al rato le decía:
-¿Me dejas que te la chupe, hijo?
Blas sacó la polla y su madre vio sus 20 centímetros, erectos, con la piel del glande recogida.
-Toda tuya.
-¡Qué preciosidad!
Marta le hizo a su hijo una mamada perfecta. Mamadas y chupadas de huevos. Lamidas de frenillo, Lamidas y mamadas de glande. acompañadas de un suave meneo con su mano... Blas se acabó corriendo en la boca de su madre. Marta se tragó la leche de su hijo.
Blas le iba a devolver el favor.
-Ahora quiero yo comerte las sandías y la rosa, madre.
Marta se quitó la toalla y su hijo vio aquellas grandes tetas, con sus grandes areolas, con su pezones erectos y su panocha recién depilada. Blas besó a su madre, y le dijo:
-Si llegá a estar aqui Lucía se da un festín contigo.
-¿Quién es Lucía?
-La que viste en mi habitación.
Marta besó a su hijo, y le preguntó:
-¿Y tú como sabes eso?
Blas se arrodilló delante de su madre. Marta se recostó en el sofá y abrió las piernas.
-Después de irte me dijó que se la comiera, - le pasó la lengua por los labios inferiores- y me preguntó como te llamabas. -le metió la lengua dentro de la vagina- y al fnal, cuando se corrió, pronunció tu nombre, -le lamió el clítoris- Marta.
-¡Oooooh! Me halaga que una chica guapa como ella pensara en mi. Es bueno saberlo
Lo que también sería bueno que supiera, era que su hija Isabel, que hacía unos minutos que llegara a casa, en el pasillo que llevaba a la sala, se acababa de quitar las bragas.
Blas le comió a su madre las tetas y el coño. Se lo comió bien comido. Marta, a punto de correrse, le preguntó:
-¿Cómo te gusta más, arriba, abajo, a cuatro...?
-Para empezar, abajo, así puedo acariciar y comer tus deliciosas sandías.
Blas se echó boca arriba sobre la alfombra... Marta lo cabalgó... Blas, sintió que se iba a correr y le preguntó a su madre:
-¿Me puedo correr dentro de ti, madre?
-Sí, tomo la pildora, pero aguanta un poco más.
Marta quitó la polla de su hijo del chocho. Se dió la vuelta. Chupó su polla pringada de su flujo y puso su chocho mojado sobre la boca de su hijo. Blas vio toda la humedad que bañaba los muslos de su madre y cuando lamió su chocho a punto estuvo de correrse, pero Marta era una zorilla con experiencia. Se volvió a dar la vuelta... Cabalgó a su hijo con movimientos de culo cada vez más rápidos, hasta que...
-¡Me corro, Blas!
-¡Y yo, madre, y yo!
Marta descargó un torrente de aguadilla sobre la polla de Blas. Se corrió, y temblando sobre él, sintió como la llenaba de leche. En el pasillo, Isabel, acababa de pringar la mano con el jugo de su corrida.
Un par de minutos más tarde, desde la puerta, Isabe, decía:
-¡Ya estoy en casa, mamá!
Marta recogió la toalla y se fue corriendo a su habitación, Blas se guardó la polla.
-Que quieres, Marta, cuando no hay ganas, no hay ganas.
Marta se levantó de la cama
-Me voy al piso de abajo a la habitación del niño a pajearme hasta que rebiente de gusto.
-Sí, como siempre, mucho hablar pero después na de na.
Marta, en bragas, con sus grandes tetas al aire y descalza, se iba para la habitación de su hijo que estaba en la Universidad, desde la puerta le dijo a su marido:
-¡Qué te den!
Marta era una mujer de 34 años. Se habia casado (embarazada de gemelos) a los 16 años con Esteban, un treintaañero que ahora ya cabalgaba los 50. Él aún tenia su puntito, pero ella, rubia, alta, de grandes tetas, grades ojos azules, labios carnosoa y rellenita, tenía un polvazo tremendo.
En la habitació de Blas, el hijo de Julián y Marta, y hermano gemelo de Isabel, había dos camas gemelas. Estaban las contras de las ventanas cerradas y no se veía nada. Marta se echó sobre la cama que estaba junto a la ventana. Se quitó las bragas y se comenzó a masturbar. Al rato se oía el chapoteo de sus dedos al entrar y salir de su sexo.
A punto de llegar al climax, escuchó unos susurros que dijeron:
-No aguanto más Blas. Me voy a correr.
-Contente que está ahí mi madre.
-Mastúrbándose. Es ella la que me puso así de caliente.
-¿Más que mi polla?
-Todo influuuuuyó, yo, yo, yo me corro sin remedio, Blas.
Marta dejo de masturbarse, abrió una contra de la ventana y vio a una joven rubia encima de un hombre, moviendo el culo hacia arriba, hacia abao y gimiendo. Al momento se dio cuenta de que su hijo había traido a escondidas una chica a casa. La joven la miró cuando el climax le llegaba a lo mas alto, Marta no lo pudo evitar. Se volvió a masturbar. Metió y sacó los dedos hasta que sintió un cosquilleo en las plantas de los pies, un cosquilleo que le suibió por las piernas, que se le pusieron tensas, y al final llegó la explosión. Se corrió. Su hijo y la rubia oyeron sus gemidos y vieron sus convulsiones.
Marta, al acabar de correrse cerró la contra, se puso las bragas, y sin decir palabra regresó al piso de arriba. Al meterse en la cama Julián, con gran cinismo, le preguntó:
-¿Ya te pajeaste?
Marta le llevo la mano a su coño empapado.
-¡Lo hiciste! ¡¡Y qué corrida echaste!!
-Aún puedes aprovechar algo.
Julián casi le arranca las bragas... Le lamió todo el flujo y siguió mamando hasta que Marta se corrió en su boca, pero para Marta no fuera su maridol el que se la mamara ni quien se bebiera la inmensa corrida, fuera aquella rubia que la miró cuando se corría.... Julián, cuando Marta se acabó de correr, la folló hasta que se corrieron juntos, pero tampoco fuera el quien la follara y le llenara de leche, fuera su hijo Blas. Marta, por vez primera, estando con su marido, había dejado volar su imaginación, y le había encantado.
A la mañana siguiente Marta se había ido a trabajar y Blas y su amiga volvieran a la Universidad.
Julián, que estaba de baja, miraba en la televisión uno de esos programas de mierda. Su hija Isabel, que era una rubia de largas y estilizadas piernas,, de grandes ojos azules, grandes tetas, anchas caderas, cintura estrecha, y de culo redondo y prieto, llegó a la sala en bragas, descalza y con una camisa que era de su hermano, la traía abierta y dejaba ver parte de sus grandes tetas.
-¿Qué miras, papá?
-A un imbecil and company.
-Ayer noche os oí a mamá y a ti.
Julián miró para su hija y quedó boquiabierto.
-¡¿Qué haces así vestida?!
-Provocarte .-Abrió la camisa y le enseñó a su padre sus tetas grandes, con grandes areolas y pequeños pezones-. ¿Te gustan?
-¡Tápate, Isabel!
-Ayer noche me masturbé al oíros. Me corrí tres veces.
Isabel se quitó las bragas. Su padre vio un chochito rodeado de pelo rubio.
-¿Qué quieres de mi, Isabel?
-Quiero que me la comas hasta que me corra. Quiero que me folles como follaste a mamá. Quiero hacerte lo que no te hizo ella, chupártela y beber la leche. Quiero eso y después...
-¿Después, qué?
-Ya te lo diré después de que te destroce a polvos.
-Estás loca, hija, estás loca.
Isabel tiró la camisa de su hermano al piso. Fue junto a su padre y le puso el chochito peludo en la boca. Julián agarró un empalme brutal. El olor del chochito de su hija le hizo perder el control... La cogió por la cintura y comenzó a comerle aquella delicia. Clupaba, lamía, subcionaba el clítoris.... Era un experto, y su hija, un par de minutos más tarde le decía:
-¡Me voy a correr, papá!
Un chorro de flujo empapó la cara de Julián. Luego, entre gemidos. Isabel, se corrió como una posesa.
Al acabar de correrse le sacó la polla y se la mamó. Quería hacer que se corriera, pero poco después ya estaba tan caliente que se sentó sobre el erecto cipote de su padre y lo folló. La idea era hacer que se corriera, pero...
-Papá me voy a correr otra vez y tú... ¡Ay Dios, ay Dios que me voy!!
Isabel se volvió a corerer. El flujo de su corrida mojó los cojones de su padre y dejó perdido el sillón.
Jullian gozó viendo a su hija temblar de placer y sintiendo las contracciones de su pequeño coñito en su nabo, pero no se corrió.
Isabel lo siguió follando hasta que consiguió lo que quería. Al sentir la polla de su padre latir dentro de su chochito, la sacó, chorreando de flujo, la mamó y cuando su padre se corrió se tragó la leche epesa y calentita.
Después de hacerle la mamada, le dijo Isbel a su padre:
-Ahora te diré lo que quiero.
-¿Qué es?
-Un deportivo último modelo.
-¡Serás hija... de tu madre!
-Ella es más tonta, papá, ella es más tonta.
La tonta, en el lavabo de su oficina, se estaba masturbando pensando en su hijo. |
Marta estaba en la ducha, Blas, que debía estar dando sus primeras clases de derecho en la Universidad, entró en el baño a orinar. Vio a su madre tras el cristal de la mampara de la ducha. Se estaba masturbando. Se iba a marchar cuando la oyó decir:
-No pares que ya me tienes, Blas, no pares, hijo. ¡¡Me cooorro!!
Blas vio como su madre se encogía con el placer que sentía, y oyó sus gemidos. La erección de su polla fue instantánea. Se fue del baño y esperó a su madre sentado en el sofá de la sala de estar.
Marta llegó a la sala de estar cubierta sólo por una toalla. Su sorpresa fue mayúscula al ver a su hijo.
-¡¿Qué haces en casa?!
-Hay huelga en la Universidad. Siéntate a mi lado que quiero hablar contigo.
Marta se sentó al lado de su hijo.
-Y yo contigo. ¿Cuánto tiempo hace que traes a tu novia a casa?
-No es mi novia, es una amiga, y era la primera vez.
Blas puso una mano sobre una rodilla de su madre. Marta se puso nerviosa.
-¡¿Qué haces?!
Blas no le contestó. Metió un mano entre los muslos de su madre. Marta, temblando como una adolescente en su primera vez, le dijo:
-No sigas, hijo.
Blas buscó los labios de su madre con los suyos. Marta no dejó que la besara, pero tanpoco se levantó del sofá. Acarició sus grandes tetas con la otra mano por encima de la toalla, y le dijo:
-Desde que vi como te corrías tengo ganas de hacerte el amor.
-Acabas de cunplir los 18 años. Son las hormonas.
-Tu tienes 34 y las tienes igual de alteradas que yo.
Blas ya metiera la mano por debajo de la toallla y estaba pellizcando uno de los pezones de su madre, que no lo detenía.
-Alteradas las tenía a los 15 años cuando quedé embarazada.
-Y ahora. Te vi en la ducha.
Le pellizcó el pezón de la otra teta.
-¡¿Y me oíste?!
-Sí.
Marta, se ruborizó.
-Una cosa es la fantasía y otra la realidad, hijo.
Blas volvió a buscar los labios de su madre. Esta vez los encontró, aunque sólo era él quien besaba, y sin lengua, ya que su madre no abría la boca.
Unos degundos más tarde, Marta abrió un poquito las piernas. Blas acarició sus muslos. Marta abrió abrió más la piernas y su hijo llegó con su mano al chochito mojado. Le metió dos dedos en la vagina. Marta reacionó abriendo la boca y chupando la lengua de su hijo. Comenzó a besarlo con lujuria... Al rato le decía:
-¿Me dejas que te la chupe, hijo?
Blas sacó la polla y su madre vio sus 20 centímetros, erectos, con la piel del glande recogida.
-Toda tuya.
-¡Qué preciosidad!
Marta le hizo a su hijo una mamada perfecta. Mamadas y chupadas de huevos. Lamidas de frenillo, Lamidas y mamadas de glande. acompañadas de un suave meneo con su mano... Blas se acabó corriendo en la boca de su madre. Marta se tragó la leche de su hijo.
Blas le iba a devolver el favor.
-Ahora quiero yo comerte las sandías y la rosa, madre.
Marta se quitó la toalla y su hijo vio aquellas grandes tetas, con sus grandes areolas, con su pezones erectos y su panocha recién depilada. Blas besó a su madre, y le dijo:
-Si llegá a estar aqui Lucía se da un festín contigo.
-¿Quién es Lucía?
-La que viste en mi habitación.
Marta besó a su hijo, y le preguntó:
-¿Y tú como sabes eso?
Blas se arrodilló delante de su madre. Marta se recostó en el sofá y abrió las piernas.
-Después de irte me dijó que se la comiera, - le pasó la lengua por los labios inferiores- y me preguntó como te llamabas. -le metió la lengua dentro de la vagina- y al fnal, cuando se corrió, pronunció tu nombre, -le lamió el clítoris- Marta.
-¡Oooooh! Me halaga que una chica guapa como ella pensara en mi. Es bueno saberlo
Lo que también sería bueno que supiera, era que su hija Isabel, que hacía unos minutos que llegara a casa, en el pasillo que llevaba a la sala, se acababa de quitar las bragas.
Blas le comió a su madre las tetas y el coño. Se lo comió bien comido. Marta, a punto de correrse, le preguntó:
-¿Cómo te gusta más, arriba, abajo, a cuatro...?
-Para empezar, abajo, así puedo acariciar y comer tus deliciosas sandías.
Blas se echó boca arriba sobre la alfombra... Marta lo cabalgó... Blas, sintió que se iba a correr y le preguntó a su madre:
-¿Me puedo correr dentro de ti, madre?
-Sí, tomo la pildora, pero aguanta un poco más.
Marta quitó la polla de su hijo del chocho. Se dió la vuelta. Chupó su polla pringada de su flujo y puso su chocho mojado sobre la boca de su hijo. Blas vio toda la humedad que bañaba los muslos de su madre y cuando lamió su chocho a punto estuvo de correrse, pero Marta era una zorilla con experiencia. Se volvió a dar la vuelta... Cabalgó a su hijo con movimientos de culo cada vez más rápidos, hasta que...
-¡Me corro, Blas!
-¡Y yo, madre, y yo!
Marta descargó un torrente de aguadilla sobre la polla de Blas. Se corrió, y temblando sobre él, sintió como la llenaba de leche. En el pasillo, Isabel, acababa de pringar la mano con el jugo de su corrida.
Un par de minutos más tarde, desde la puerta, Isabe, decía:
-¡Ya estoy en casa, mamá!
Marta recogió la toalla y se fue corriendo a su habitación, Blas se guardó la polla.