En un Agradable día de Playa – Capítulos 001 al 006

heranlu

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En un Agradable día de Playa – Capítulo 001

Era un hermoso día de playa, el sol pegaba con fuerza y me encontraba en una tumbona bebiéndome tranquilamente una cerveza. A mi alrededor había tumbonas vacías, excepto la de

mi lado, en la que se encontraba mi prima Marta.

En la actualidad mi prima se acercaba a los 40 años, pero gracias a su cuidado en el gimnasio parecía la misma que con 18. Lucía un ceñido bikini de color negro que alzaba sus curvas. Su pecho seguía siendo hipnótico por su tamaño en relación a su baja estatura y su delgadez. Su culo había mejorado gracias al gimnasio, y se acercaba peligrosamente a la perfección que exhibía su hermana gemela.

Sus enormes gafas de sol tapaban la madurez que exhibía su preciosa cara, adornada por un pelo largo de color negro y unos ocultos ojos de color miel. Por ella parecía no pasar el tiempo. Era común para mí quedarme embobado mirándola.

- Primo, con tu mujer y mi marido revoloteando no deberías mirarme con esa cara de deseo, o al menos ponte las gafas de sol. Sabíamos que iba a ser un poco duro para nosotros, pero por eso tuvimos esa noche de sexo salvaje días antes de venir de vacaciones.

- ¿Quién te manda estar tan increíble? Mis tíos hicieron un buen trabajo, y por partida doble.

Nos echamos a reír. Ambos divisamos la orilla de la playa. Allí se encontraban Rubén, el marido de Marta, y Elena, mi mujer. Con ellos se remojaban Raúl, un chico de 18 años, hijo de mi prima y dos preciosas bellezas fruto de mi matrimonio con Elena.

Mis hijas tenían 19 y 18 años respectivamente. Beatriz era la mayor y era casi una réplica de mi mujer. Mediana estatura, delgada, pecho pequeño, una cara escultural y un culo que era demencial. Todo ello adornado por un pelo largo de color negro, los ojos verdosos de su madre y una piel blanquísima.

Raquel, la pequeña, era bastante diferente. Era guapa, pero no al nivel de su hermana. Su culo era bonito pero su consonancia con sus piernas no llegaba tampoco al nivel de Beatriz. Por contra, su pecho era espectacular, era grande y, debido a su delgadez, el contraste era tal que había tantos cuellos rotos por su cuerpo en general que por el culo y la cara de su hermana. Todo ello estaba adornado por un pelo largo de color castaño claro tirando a rubio, como mi pelo, una piel de color tostado (se ponía morena con facilidad, también como yo) y unos ojos de color marrón. Sin duda había sido bendecido con dos preciosidades.

- ¿Sabes que Susana está enfadada contigo? ¿Cuánto tiempo llevas sin follar con mi hermana?

- Casi dos años, pero no porque no quiera, simplemente no hemos coincidido. ¿Quién le mandaría vivir tan lejos de todos nosotros?

- Es una pasota, para todo, además mucho envidiarme y resulta que le acabo envidiando yo a ella. No se cuida nada y sigue teniendo el mismo cuerpo que hace 20 años. Y yo para seguir follando contigo necesito machacarme en el gimnasio. Si no no podré seguir el ritmo de tu preciosa mujer.

- No seas boba – fingí tomarme en serio su comentario – aunque no te cuidases tanto seguirías siendo una preciosidad y seguiríamos buscándonos. Además, yo me cuido tanto en el gimnasio por lo mismo.

- Mira que eres tonto Victor. Te cuidas tanto que mis amigas quieren follarte sin compasión. Les da igual que estés casado y con hijos. Supongo que como a nosotros. Qué irónico es todo. Me hace mucha gracia cuando nos encontramos con ellas y Elena no para de mirarlas de reojo. No se fía ni un pelo. Oh, por cierto. ¿Sigue funcionando igual de bien en la cama?

- Por suerte sí, no me puedo quejar...

Antes de continuar la miré extrañado y vi que se estaba aguantando la risa. De pronto recordé que anoche a mi mujer le afectaron de más las copas y se puso en plan loba. Hacía mucho tiempo que no follábamos tan a lo bestia.

- ¿Gritó mucho?

- ¿Que si gritó? Por la forma en que lo hizo se corrió tres veces, la primera mientras le comías el coño y las dos siguientes follando. Seguro que no me equivoco.

- Fueron dos comiéndole el coño y una follando. No hubo cuarto porque fueron demasiado intensos para ella.

- Vaya, asi que hubo mamada con final feliz.

- Sí, y para compensarme esta mañana me ha hecho otra, porque seguía irritada. Es la única pega que tiene Elena. No es del todo multiorgásmica y necesita un par de días de recuperación.

- ¿Por eso sigues follando conmigo?

Mi mirada fulminante fue tal que ella se echó a reir a carcajada limpia.

- Vale, vale, ya dejo de pincharte. Mi marido se animó con los gritos, pero fue lo de siempre, se puso tan cachondo que no había acabado de metérmela y ya me había llenado el coño de semen. Generalmente dura un minuto, pero el morbo de escucharos fue demasiado para él. Ainsss… cuando se durmió estuve media hora en el baño metiéndome los dedos mientras imaginaba que esos gritos eran míos y que eras tú quien me follaba.

- ¿Cuántas veces te corriste?

- Diez

- ¿En serio te pusiste tan cachonda?

Marta asintió con amargura. Acto seguido se bajó las gafas mientras me echaba una mirada maliciosa. Me susurró un “Asi que imagínate cuando acaben estas vacaciones conjuntas y te pille por banda. Te voy a destrozar.”

Me relamí los labios y nos quedamos en silencio mirando hacia la playa. Los minutos pasaban con tranquilidad, hasta que Marta rompió el silencio.

- Nuestros hijos no tienen apenas complicidad entre ellos. Siempre pensé que el estar tanto tiempo juntos como nosotros de niños podría surgir lo mismo que entre nosotros. De hecho pensaba que mi hijo se pondría las botas como tú con nosotras dos.

- Seguro que vosotras conmigo no os ponéis las botas.

Era delicioso ver a Marta reir a carcajadas. Cuando paró Marta me miró y me dijo algo que me dejó helado.

- Creo que no tienen complicidad por culpa nuestra.

- ¿Culpa nuestra?

- ¿Qué tipo de relación tienes con tus hijas? ¿Has hecho algo con ellas?

Puse una cara de muy extrañado y empecé a divagar.

- Lo cierto es que no. Con Beatriz tengo una complicidad brutal y nos contamos todo. Ha follado ya con un par de chicos y me cuenta todo lo bueno y lo malo. Incluso cuando Elena y yo follamos a la mañana siguiente me pregunta y le cuento con pelos y señales nuestros polvos. Me llevo mejor con ella que con su propia madre.

- Interesante… jejeje, cuéntame qué tal tu relación con Raquel.

- Con Raquel no tengo esa complicidad, pero es super cariñosa y constántemente estamos abrazados o con ella sentada en mis piernas. Supongo que es una complicidad diferente.

- Y en cambio es superfría con el resto de la humanidad. ¿No te parece curioso? ¿Has tenido alguna situación embarazosa con ella?

No sabía donde quería llegar mi prima con el interrogatorio, pero decidí seguirle el juego.

- Una vez llegó a casa mientras Elena y yo estábamos en los preliminares. Nos vestimos rápidamente y salimos con normalidad de la habitación. Me senté en el sofá y rápido vino a darme un abrazo. Se sentó en mis piernas y…

- Y la tenías durísima.

- Exacto. Lo sintió de pleno porque encima llevaba unas mallas superajustadas y se colocó la erección directamente en su culo.

- ¿Oh? ¿Y qué hizo?

- Me miró extrañada, asi que tuve que decirle lo que había pasado realmente. Su reacción fue un “lo siento papá, no pretendía cortaros el rollo, no te preocupes que en 10 minutos me voy al chino y hago tiempo para que terminéis.”

- ¿Cómo lo dijo?

- ¿Eh?

- Me refiero a la manera en la que lo dijo.

- Sonriendo cálidamente, como siempre, pero, ahora que lo pienso…

Marta abrió los ojos de par en par y sonrió.

- No me digas que durante esos 10 minutos no se movió y estuvo con tu polla dura como una piedra entre sus piernas.

- Así es, pero es muy tímida para esos temas. Si me hubiese pasado con Beatriz seguramente habríamos hablado del tema.

- Tus hijas te adoran mucho más de lo que piensas.

- ¿Eh?

- ¿Nunca te has planteado tener algo con ellas verdad? Yo con Raúl tampoco, hasta que surgió la chispa.

Estaba empezando a flipar. Marta sonreía orgullosa mientras me miraba.

- Fue por accidente. Hace un año le pillé llorando desconsoladamente. Tras insistirle mucho me contó que el problema era que la tenía enorme.

- ¿Enorme?

- Sí, enorme, y no exageraba el pobre. Por dos veces había intentado follar con su rollo y las dos veces fue imposible, la chica era virgen y eso no entraba. Tras la segunda intentona la chica directamente le dijo que no quería volver a intentarlo, que eso era monstruoso.

- Pobrecillo, me recuerda a Esther pero contrariamente. Los extremos siempre tienen problemas.

- Exacto. Le pedí que me lo enseñara para poder hablar con él. Terco como una mula cedió tras media hora tranquilizándole. Incluso flácida era enorme. Para poder aconsejarle le pedi que me la enseñase en erección y para ello le ayudé. Por suerte se dejó hacer.

- ¿Le masturbaste?

- Sí, se la puse a tope y era increíble. Enorme. Hablando me dijo que en los últimos días tenia dolores por no haber descargado y acabé la faena. Cuando se corrió aquello fue como una manguera. Pensé que se asustaría pero me dio las gracias.

- Y aquello no terminó ahí ¿verdad?

Marta rió una vez más.

- Cogimos complicidad, lo hablamos tranquilamente y le dije que cuando lo necesitase me lo dijese. Desde entonces le masturbo dos o tres veces por semana, y cuando termino me voy chorreando al baño a masturbarme como una loca.

- ¿No ha ido a más la cosa?

- Hace un mes le expliqué como masturbarme y lo hace genial. Nos corremos juntos siempre. Aunque un par de días antes de venir fui más allá… le hice su primera mamada.

- ¿Y qué tal?

- Me la puedo meter en la boca hasta la mitad solamente, y tengo que abrirla mucho. Fue todo un caballero, ya que gimiendo podía adivinar cuando se iba a correr, pero me detuvo y me avisó. Se asustó cuando vio que yo no paraba y que no iba a poder aguantar – y se rió a carcajadas – pero finalmente entendió que era lo que yo deseaba. Su corrida fue descomunal, me pude tragar la mitad, porque la otra mitad tuve que dejar que escurriera por mi boca.

- ¿Y qué ocurrió después? - He de admitir que la historia me estaba empezando a despertar las hormonas.

- Me masturbó y me sentí tentado a pedirle que me comiera el coño, pero prefiero ir paso a paso.

- ¿Te lo acabarás follando?

Marta suspiró y se puso triste. Asintió, pero no sin antes explicarme el problema que implicaba.

- Ardo en deseos de que me abra el coño en canal, pero quiero retrasarlo todo lo que pueda. ¿Sabes? Una vez que mi coño se amolde a esa polla…

De repente entendí todo. Yo también suspiré y miré hacia la playa. Marta me miró dubitativa.

- ¿Qué crees que debería hacer primito? Podría ser el fin para nosotros, al menos hasta que mi hijo encuentre a alguien. Te aseguro que aunque tu polla tiene buen tamaño… follar será insufrible para ti y para mí.

Una tristeza me embargó, pero entendía que mi prima deseaba poseer a su hijo con todas sus fuerzas. Me sorprendí mirando a mis hijas y me pregunté si yo sería capaz de llegar tan lejos. Yo al menos no tenía el problema del sexo, ya que Elena se esmeraba mucho en complacerme.

Miré a mi prima sonriendo y la consolé.

- Marta, debes hacerlo. Por ti y por tu hijo. Tú y yo podemos dedicarnos al sexo oral para matar el gusanillo entre nosotros. Por muy dilatado que tengas el coño se rendirá ante mi lengua. En el futuro, cuando tu hijo se deba a su chica y haya pasado un tiempo prudencial, seguro que podemos volver a follar.

Mi prima sonrió mientras una lagrima caía por su cara.

- Gracias Victor. Te aseguro que sin tu aprobación no daría ese paso, eres demasiado importante para mí.

Nos quedamos en silencio, hasta que mi prima se levantó.

- Elena y mi marido vienen a pedirnos el relevo, nuestros hijos tienen demasiada energía para ellos. Escúchame, antes de follar con mi hijo tendremos una última noche memorable. Quiero que follemos como nunca, que me poseas como si fuese el último día de nuestras vidas. Solo entonces me follaré a mi hijo con tranquilidad.

- Te prometo que así lo haré.

- Oh, y prométeme que tendremos sexo oral con asiduidad, no puedo vivir sin tu lengua.

Marta se mordió el labio mientras me miraba con un deseo inenarrable.

- Te lo prometo primita. Anda, vayamos al agua, que estoy empezando a empalmarme y a ver como lo explicamos.

Justo en ese momento apareció Elena.

- ¡Cariño! Ve a cansar a esas dos jovencitas, yo estoy muerta. Estoy muy mayor para estas cosas.

- Pero qué dices Elena, con ese cuerpazo que gastas no engañas a nadie – Marta le regañó

Miré a mi mujer y pude comprobar como su ceñido bikini de color rojo le quedaba de escándalo. A pesar de haber llegado a los 40 años, su cara y su culo parecían los de una veinteañera. Su vientre plano desafió sin problemas a los dos partos que tuvo, e incluso su poco pecho parecía sentar bien al físico en su conjunto. El pelo corto realzaba su madurez y a la vez su belleza. Mi mujer tenía un físico espectacular.

Dos horas de ejercicio diario tenían la culpa, pero por una lesión se tiró meses sin entrenar y su fisico no varió ni un ápice. La genética de Elena era brutal, y parecía que mi hija Beatriz la había heredado por completo.

- Mira quién fue a hablar – De pronto Elena se giró para ver que el marido de Marta todavía estaba lejos – tendré que cuidarme y esmerarme para evitar que mi marido vuelva a caer en tus garras. Eres un puñetero pivón capaz de embaucar a la muerte misma.

- Qué boba eres, por lo que me cuenta Victor le tienes supersatisfecho. No deberías temer a nadie – dijo cínicamente mi prima con una sonrisa en la cara.

De pronto agarré el precioso y duro culo de Elena y me pegué a su cuerpo. Ella me miró con sus ojos verdosos sonriente.

- Asi que mi marido está muy satisfecho conmigo. Y yo con él.

De pronto me susurró al oido: “¿Recuerdas que en la luna de miel me volviste loca y te hice una garganta profunda hasta que te corriste directamente en mi garganta? Estoy dispuesta a repetirlo esta noche como agradecimiento y como disculpa por lo de ayer. Sé cuánto te gusta correrte en mi coño, pero sigo irritada.”

Elena se mordió el labio y se tumbó en la tumbona. Luego se echó a reir mientras me gritaba graciosamente.

- Corre, ve al agua a bajar eso mi amor.

Eché a caminar junto con Marta en dirección al agua mientras le sacaba la lengua a mi mujer.

- ¿Se me nota mucho?

- Tu mujer es una cabrona, te tumbaba ahora mismo aquí y te cabalgaba hasta morir, pero además de ella hay otras dos jovencitas que tampoco pierden detalle desde la distancia.

- No me tientes...

De pronto pude observar como mis dos hijas me miraban atentamente, y parecía que lo hacían en dirección a mi notorio bulto.

- Estoy cachondísima, voy a ver si en el agua puedo hacer algo con mi hijo, seguro que si nos masturbamos juntos no se notará. Necesito correrme urgentemente o te acabaré violando en el agua y nos costará el divorcio.

Vi que Marta entraba corriendo en el agua, nadaba hasta su hijo y le daba un fuerte abrazo. Yo nadaba tranquilamente hasta mi hija Raquel, que era la más cercana. Mi hija me recibió efusivamente y me abrazó enroscándose a mí.

No se si aposta o por accidente pegó todo su cuerpo al mío y colocó mi dura polla justo sobre su rajita. Al sentirlo se puso roja y se separó al instante.

- Pa… papá, lo siento, había olvidado que venías así. Ojo lo que mamá te hace sufrir, aunque a juzgar por lo de anoche no deberías haberte quedado con ganas. Mamá gritaba como una loca. Debió enterarse toda la planta del hotel.

- Bueno, ha vuelto a provocarme antes de venir al agua, no es que me haya dejado con ganas cielo.

- Me alegra saberlo, pero por lo que veo habrá guerra esta noche ¿verdad?

Me sorprendí al ver que por primera vez Raquel trataba el sexo con naturalidad, y esa sorpresa le incomodó.

- Lo siento papá, perdóname, no debería haberte dicho eso. No debería ser de mi incumbencia.

- No cielo, me he sorprendido porque me parece genial escucharte decir esas cosas.

- ¿De verdad? ¿No te parece raro?

- En absoluto. A ver, lo que ocurre es que me encanta acabar dentro de tu madre, en su…

- Vagina, coño, chocho… por favor papá, no soy una cría, usa el término que más te guste – dijo con cierto enfado. Raquel había heredado una sola cosa de mi mujer, y era su carácter.

- Tienes razón cielo, me encanta acabar dentro de su coño, pero no pudo ser, tu madre se irrita con facilidad cuando tiene varios orgasmos seguidos y le deja KO algunos días.

- ¿De verdad? ¿Entonces tú… no te corriste?

- Sí, me hizo acabar con su boca y me corrí muy agusto, pero no es lo mismo.

- Asi que estás ligeramente insatisfecho. Bueno, supongo que mamá lo arreglará esta noche ¿no? Yo en su lugar usaría mi boca hasta dejarte satisfecho. Estooo, quería decir, que en su lugar…

Raquel se puso roja y extremadamente nerviosa mientras comenzaba a tartamudear. Acaricié su cara y le sonreí.

- Ya sé lo que querías decir hija, no te preocupes que no lo malinterpreto.

Mi hija asintió y sonrió.

Acto seguido nos abrazamos y volví a colocar mi polla por encima de su coñito. Dio un respingo al ver que esta vez era yo el que la abrazaba y le hacía sentir mi dureza. Para mi sorpresa sentí como apretaba su cadera contra mí empujando mi polla contra su coño. Pude sentir a través de su bikini los labios mayores cediendo ante el tronco de mi miembro.

Rápidamente se separó rojísima. Me dio un beso en la mejilla y me susurró un “gracias por haber confiado en mí papá. Me salgo a la toalla que empiezo a tener frío. Viene Bea hacia aquí.”

Mientras Raquel nadaba hacia la orilla y Beatriz se acercaba hacia a mí pude ver a Marta y a su hijo en una postura extraña. Su hijo tenía la boca abierta y solo se movía para flotar. En cambio Marta también luchaba por flotar con sus dos manos debajo del agua. Estaba claro que lo estaba masturbando.

Marta me miró, sonrió y me guiñó un ojo mientras se mordía el labio. No pude responder el gesto porque dos brazos me rodearon por la espalda para hacerme una aguadilla.

Al subir pude ver a mi hija Beatriz riéndose a carcajadas.

- Papá, deberíamos irnos de aquí, creo que la tía Marta está masturbando al primo.

- ¿Qué? ¿Tú crees? - fingí sorpresa, aunque estaba sorprendido de la perspicacia de mi hija y se que lo viera con tanta naturalidad.

- Sólo mírale la cara, lo está gozando, no creo que tarde en correrse. Nademos hacia las boyas, que a ti también te va a venir bien, menudo empalme traías por culpa de mamá.

- ¿No te escandaliza lo de tu tía?

- Es que una vez los pillé in fraganti, ya me sorprendí en su día. El primo parece un caballo de lo grande que la tiene, pobre de la mujer a la que le entre eso, la va a destrozar. No me gustaría estar en su pellejo.

Me eché a reir.

- ¿No te gustan grandes?

- Los extremos dan muchos problemas papá. Tú mismo me contaste la historia de tu amiga Esther y de lo difícil que era follar con ella. Además, cuando una polla de ese tamaño entre en un coño será para jurarle fidelidad. ¿Qué otra polla podría satisfacerlo una vez dilatado a ese extremo?

- En eso tienes razón – De pronto me embargó una tristeza al recordar que Marta ya había vaticinado eso y me había hecho saber que una vez que se follase a su hijo todo cambiaría.

- Papá, me temo que una vez que la tía se lo folle ya no podrás volver a follar con ella.

- ¿Qué? Pero…

- Papá, se supone que tenemos plena confianza, y tuve que enterarme viendo y escuchando como follábais hace dos semanas. No sois muy listos y no os disteis cuenta de que estaba estudiando en silencio en mi habitación. Al principio me enfadé, pero al ver como la tía era multiorgásmica y como tú te corrías más de una vez… lo entendí. Me dolió porque no me lo contaste, aunque entiendo que pensaras en que podría sentirme traicionada por mamá.

Suspiré y abracé a mi hija.

- Te pido perdón hija, tienes toda la razón del mundo. Ya conoces la historia previa con mi prima y solo esa monstruosidad me separará de ella.

- ¿Aún no han follado?

- No, me ha dicho ella que no.

- Nademos hacia las boyas y dejémoslos solos. Veo que él ya se ha corrido porque ahora es la tía la que lo está gozando.

Pude ver como Marta tenía cara de estar jadeando y su hijo tenía las manos metidas en el agua. Estaba claro que la masturbación estaba siendo al contrario. Miré hacia la orilla y solo vi a Raquel mirando atentamente en esa dirección. Elena y el marido de Marta estaban dormidos en las tumbonas.

Cuando llegamos a una boya la bordeamos y nos situamos a un lado.

- Papá, no quiero que vuelvas a ocultarme nada por favor.

- ¿Estás cachonda hija?

- ¿Qué? - La sorpresa era mayúscula en la cara de Beatriz.

- Si quieres confianza total tendrá que ser para los dos cielo.

Beatriz se mantuvo pensativa y acabó suspirando.

- Tienes razón papá, y sí, estoy chorreando, no estoy cachonda, estoy demasiado cachonda.

- Pues estamos buenos los dos.

- ¿Sigues empalmado papá?

- Sí. ¿Qué es lo que te ha puesto cachonda?

- Verte así y ver como la tia y el primo se masturbaban mutuamente. Y lo peor es que estoy en un punto en el que necesito masturbarme, asi que tendrás que salir tú primero papá.

- No puedo cielo, me ocurre lo mismo.

- ¿No puedes esperar a que mamá repita lo de anoche? - se echó a reir a carcajadas – no me has contado cómo fue.

Le hice un resumen rápido. Mi hija sabía desde hace mucho tiempo que mi glande era demasiado sensible y que solo el sexo vaginal era capaz de provocarme orgasmos lo suficientemente intensos como para dejarme satisfecho.

- Lo siento mucho papá, siempre me has contado lo mucho que te satisface correrte dentro de mamá.

- Tu madre se esmeró mucho con las mamadas cariño, no puedo culparla.

Beatriz me dio un abrazo mientras me susurraba un “gracias”. Nuestros cuerpos quedaron muy juntos y de nuevo se repitió el hecho de que mi polla contactase con el coño, esta vez de Beatriz.

Ambos jadeamos a la vez.

- Mierda papá, lo siento, lo he hecho inconsciente. Necesito que te vayas, necesito masturbarme ya.

- No puedo hija, estoy en la misma situación

- Mierda, pues si nos masturbamos uno detrás de otro será sospechoso ver como uno se va y luego vuelve. Papá y si…. Nos masturbamos juntos?

- ¿Crees que estará bien hacerlo?

- ¿Crees que estaría bien no hacerlo papá? Ahora mismo estamos tan cachondos que solo el hecho de ser padre e hija nos impide estar follando ya mismo. ¿Masturbanos? Es una nimiedad.

La mano de mi hija palpó mi bañador y sacó mi dura polla fuera de él.

- Tiene un muy buen tamaño papá, esto es ideal, aquello no – dijo señalando hacia Marta y su hijo Raúl.

Mientras una mano de mi hija palpaba con suavidad mi miembro, pude ver como Marta y su hijo nadaban hacia la orilla. De pronto Marta se giró y se quedó mirándome. Debió entender algo porque enarcó sus cejas y se puso una mano en su boca.

Finalmente me tiró un beso, me sonrió y me guiñó el ojo mientras se daba la vuelta para alcanzar a su hijo.

- Parece que la tía y el primo ya han terminado. Han sido rápidos. Y por los gestos de la tía parece que entiende la situación en la que nos encontramos.

Mi hija sabía que mi prima era de fiar. Llegados a este punto debo aclarar que no era su tia en realidad, pero al vivir muy cerca y tener una relación tan cercana, mi prima siempre se había comportado como si fuese la tía de mis hijas.

- Nosotros tampoco deberíamos tardar. ¿Cielo, no deberíamos pensar en tu madre?

- Papá. ¿De verdad vas a pensar en mamá conmigo y no lo haces con una prima tuya?

- Touché. ¿Pero qué hay de ti?

- Quiero que me hagas una promesa antes y entonces te contestaré.

- Muy bien hija, dime qué es lo que quieres que te prometa.

- Que siempre trates de satisfacer a mamá y sigas haciendo lo que haces con ella. No me molestó lo de la tía porque me encanta como tratas a mamá. Eres un hombre cariñoso y atento con tu mujer e hijas. Y siempre que os oigo en la cama es imposible no oirle chillar de placer. A pesar de ser mi padre es imposible ver que eres un hombre guapo, atractivo, apuesto, atento, inteligente y cariñoso. Si de verdad fueses una mala persona ya hace tiempo que te habrías pasado por la piedra a muchas otras mujeres.

Me sentía emocionado por el análisis de mi hija. Suspiré mientras miraba a lo lejos como Marta salía del agua. Parecía estar viéndola en bikini, en la piscina, el primer día que tuvimos un primer contacto sexual por accidente.

- Lo de Marta es inevitable. De no ser primos es posible que ella hubiese sido la mujer de mi vida. Pero tu madre era mi mejor amiga, una persona muy especial para mí, y me acabé enamorando de ella. Ella es y será la mujer de mi vida, por lo que es muy fácil para mí prometerte eso. De hecho, ni siquiera hacer falta.

- ¿Si salieses del agua y te esperasen la tía y mamá desnudas esperando a ser folladas? ¿A quién elegirías?

- No sin dolor me follaría a tu madre. Pero sería inevitable para mí compensar a tu tía en cuanto pudiese.

- Es más que suficiente papá.

Me hija me abrazó y me agarró de la mano.

- Ven, escondámonos detrás de la boya. ¿Querías saber qué hay de mí no?

Asentí mientras los dos nos situábamos detrás de la enorme boya flotante. Antes de desaparecer a la vista pude ver a mi hija Raquel mirándonos atentamente. Por contra, Marta y su hijo parecían haberse quedado semidormidos en sus tumbonas .

- Quiero esto…

Mi hija volvió a agarrarme mi dura polla y comenzó a masturbarme con suavidad. Comencé a jadear mientras Beatriz se pegaba a mí e introducía su lengua en mi boca.

El beso fue maravilloso, jamás me habían besado con tanta sensualidad y con tanta suavidad. Cuando terminó me quedé absorto mirándola.

- Vuelve a besarme cielo, por favor.

Y lo hizo, pero esta vez añadió pasión, y no pude aguantarme. Entre el beso y la masturbación con su suave mano me corrí, y lo hice brutalmente mientras no dejaba de besarme con ella.

Beatriz sintió las palpitaciones y se detuvo, aferró su mano a mi miembro para sentir como me corría.

- Guau papá, me siento halagada por haberte hecho tardar tan poco. Escuchando tus polvos con mamá y el que echaste con Marta sé de buena tinta que no eres un eyaculador precoz precisamente. Menuda corrida, como lo he sentido.

Mi hija se mordió el labio y después volvió a besarme.

- Cielo, es increíble como besas. Jamás me habían besado asi.

Beatriz se disponía a contestar cuando tembló y jadeó.

- Pa… ¡Ahhh!

Sus ojos se abrieron como platos al sentir como mi mano se había posado por encima de su coñito. Un dedo travieso presionó a través de la tela del bikini y recorrió su rajita con suavidad. Un segundo jadeo salió de su boca en cuanto mi dedo razó su clitoris.

Mi mano ladeó el bikini y pude sentir la perfecta depilación total de mi hija. Un dedo rebelde comenzó a colarse en la resbaladiza vagina de Beatriz.

- Ufff, papá, necesito correrme con urgencia, nunca he estado tan cachonda. ¡¡Ahhhhh!! ¡¡Ahhhhhh!!

Por suerte el oleaje tapó los gemidos que arranqué de su boca tras la incursión de un segundo dedo a través de su coñito.

Cuando mis dos dedos se habían introducido por completo me detuve y volví a besar a Beatriz. A continuación doblé mis dedos e hice un gancho. Solo entonces me di cuenta de que la vagina de mi hija era bastante estrecha.

Mis dedos comenzaron a bailar, moviendo uno y después el otro. Es algo que a Elena dejé de hacerle hace mucho tiempo porque en cinco minutos se corría tres veces y su vagina quedaba completamente irritada.

Beatriz comenzó a gemir y a gritar, ahogando todo en mi hombro mientras su cuerpo no paraba de temblar.

- ¡¡Ahhhh!! ¡¡Uhmmmppfffff!! ¡¡Uhmmmmpfff!! ¡¡Ohhh!! ¡¡Uhmmmmmpppffff!!

- Disfruta cielo

Un minuto más tarde mi hija abandonó mi hombro, completamente roja y llena de babas.

- ¡¡¡Ahhh!! ¡¡Papá!! ¡¡Me voy a correr!! ¡¡Jodeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrr!! ¡¡Me corroooooooooo!!! ¡¡Ufffffffffffffffff!!!

Su cuerpo comenzó a convulsionar mientras sentía como su vagina vibraba y temblaba sobre mis dedos. Mi hija estaba teniendo un orgasmo descomunal.

Entrecerró sus ojos mientras me miraba y gemía, disfrutando de su corrida. Sus brazos trataban de aferrarse a mi cuello para no hundirse. Mis dedos abandonaron su cueva con suavidad para después colocar con delicadeza la braguita del bikini.

Cuando volvió en sí me abrazó y me besó de nuevo.

- Gracias papá. He soñado con esto desde que me toqué por primera vez. Tuve mi primera corrida, empapando mis bragas mientras te escuchaba follar con mamá. Y no sabes las innumerables veces que me he masturbado pensando que eras tú quién lo hacía. Las cuatro veces que he follado he imaginado que eras tú quien me poséia…

De pronto se puso a llorar.

- Cariño, me halaga mucho todo lo que dices, no llores por favor.

- No puedo evitarlo papá, he tenido la mejor corrida de mi vida y has sido tú quien me la ha provocado. Sé que soy feliz con poco, pero soy muy feliz.

Volvió a besarme de nuevo y pegó su cuerpo al mío. Volvía a tener una erección terrible y mi hija lo notó en su coño. Se apretó fuertemente a mí y se mordió el labio del mismo modo que su madre.

- Quiero follarte papá, pero antes quiero vivir otras cosas contigo, no quiero que sea repentino. Guarda munición para mamá para esta noche. Querré que me expliques como te hace las mamadas… - y susurrándome al oído - … para poder hacértelas de la misma manera.

Sujeté a mi hija suavemente del brazo y fui yo quien se acercó a su oído.

- Pues sabrás por qué tu madre y tu tía se vuelven locas con mi lengua…

- Papá, antes de volver quiero pedirte algo.

- Claro hija, dime.

- Tengo la sensación de que Raquel tiene los mismos sentimientos hacia a ti. No le interesa ningún chico y sospecho que es porque te desea tanto como te deseo yo. Pero es muy tímida y se siente inferior a mí absurdamente. Tiene un cuerpazo pero no se lo cree, y creo que no lo hará hasta que se atreva a intentar algo contigo. Te suplico papá que te dejes llevar y que la ayudes llegado el momento. Una simple masturbación puede ser suficiente para que no se crea inferior a nadie.

Hablamos largo y tendido sobre lo controvertido de la petición, pero estaba de acuerdo con ella en que mi hija Raquel era un pivón. Diferente a Elena y a Beatriz, pero tenía un cuerpo espectacular y una delantera de escándalo.

Finalmente accedí. Mientras volvíamos nadando hablamos sobre el cuidado que tendríamos en nuestros escarceos de ahora en adelante.

- No te preocupes papá, haré todo lo posible por suplir la ausencia de la tía. Solo espero no haber heredado el problema de mamá y poder ser multiorgásmica.

- Eso lo averiguaremos pronto cielo. Yo también me esmeraré para que estés satisfecha.

- Raquel se ha metido en el agua y está nadando hacia aquí.

Vimos como se acercaba a nosotros e ignoraba por completo a su hermana. Al llegar a mi altura me abrazó con fuerza y nos hundimos. Cuando volvimos a la superficie vi que Beatriz sonreía mientras se daba la vuelta y nadaba hacia la orilla.

Raquel se cercioró de que su hermana estaba lo suficientemente lejos antes de lanzarme una mirada asesina.

- Papá. ¿Me explicas por qué os habéis escondido detrás de la boya y habéis tardado un rato en volver?

Mi cara era un poema, pero no sabía que contestarle.

- Papá, solo espero la verdad.

- ¿Puedo confiar en ti cielo?

- Sabes que sí – espetó enfadada Raquel.

- Bien, pues tu hermana y yo nos hemos masturbado mutuamente, lo necesitábamos y nos hemos ayudado.

Raquel me miraba alucinada. Tardó unos instantes en reaccionar y dirigió una mirada hacia la orilla mientras veía el escultural cuerpo de Beatriz caminando con delicadeza hacia la tumbona.

- Mi hermana es increíble. No me extraña que hasta tú hayas caído ante ella. Es capaz de conseguir lo que se proponga.

Raquel bajó la mirada con tristeza. Sentí pena por ella.

- ¿Por qué te pones triste? No eres peor que ella cielo.

- ¿Cómo puedo compararme con esa cara y ese culo que tiene? Es un clon de mamá. ¿Por qué no he podido yo ser como ellas?

- ¿Y qué hay de malo en ser diferente? Tienes un cuerpazo hija, y tanto tu madre como tu hermana envidian sanamente tu delantera.

- No quiero que me mientas para hacerme sentir mejor papá.

Me puse muy serio con ella, ya que estaba visiblemente enfadada.

- No te estoy mintiendo, es la pura verdad. Eres guapisima, tienes buen culo, tus caderas son algo más anchas pero realzan tu vientre plano y tu delantera es sencillamente espectacular.

- ¿Cómo sé que me estás diciendo la verdad?

- Solo dime como puedo demostrártelo,

Raquel se quedó pensativa y me miró fijamente a los ojos.

- Quiero que un día me hagas lo mismo que le has hecho a ella y me expliques que te hizo para hacértelo yo a ti. ¿Se corrío?

- ¿Cómo?

- Que si tuvo un orgasmo papá. ¿Se corrió? ¿Disfrutó?

- Me ha dicho que tuvo la mejor corrida de su vida.

- Bien, pues para demostrarme que es cierto tendrás que conseguir lo mismo en mí. Y es fácil. Nunca he tenido un orgasmo, a pesar de que me he masturbado muchas veces escuchándote follar con mamá, pero no logro llegar al final. Hazme sentir lo que es tener un orgasmo y te juro por Dios que jamás volveré a sentirme inferior a ellas.

- Trato hecho hija, pero me enfadaré mucho si después vuelvo a verte infravalorarte.

Me abrazó con fuerza.

- Gracias papá, por confiar en mí. De verdad te juro que me sentiré la mujer más dichosa del mundo si de verdad cumples. Y me disculparé con Beatriz, ya que lleva años diciéndome lo mismo que tú. Sé que lo hace por mi bien, pero siempre he tenido dudas de si lo decía de verdad o lo hacía por compasión.

- Te aseguro que lo dice de verdad, y yo conseguiré que la creas. Ahora bien hija – y le susurré al oído – conseguiré que te corras más de una vez, asi que no tendrás excusa alguna nunca más.

Sentí como mi hija temblaba mientras asentía.

- Volvamos a la orilla, se hace tarde cielo.

Raquel se echó a reir y empezó a jugar conmigo mientras volvíamos a la orilla. Por primera vez noté cierta felicidad en su cara.

En la tumbona Beatriz nos miraba con una sonrisa de satisfacción. Marta y Elena ya estaban haciéndonos gestos con la muñeca para indicarnos que se hacía tarde. El resto estaba comenzando a recoger todo.

Sonreí pensando en que mi mujer había accedido por primera vez a realizarme una garganta profunda desde nuestra luna de miel. Algo muy desagradable para ella pero muy placentero para mí. Estaba demasiado excitado por lo de mis hijas y me sentía en la coyuntura de emplearme más que nunca con Elena.

Era raro, pero cuánto más deseaba a mis hijas más deseaba a mi mujer. Solamente lamentaba no poder follármela esta noche.

Volvimos al hotel, y mientras lo hacía pensaba en si llegaría a follarme a mis hijas, en si ellas me desearían tanto como para llegar hasta ese punto. También me preguntaba si Marta tardaría mucho en follarse a su hijo. Pero antes había pendiente una despedida con ella como Dios manda.

Tras la cena cada uno fue a sus habitaciones. Raquel se despidió de mi mujer y de mi con un abrazo para cada uno. Noté a mi hija más contenta y me guiñó un ojo al irse.

Beatriz por contra me sacó la lengua y me susurró un “disfruta” mientras ella se mordía el labio y ponía su mano en su coñito por encima de su pantalón. Estaba claro que se iba a masturbar en cuanto entrase en su habitación.

Elena y yo entramos en nuestra habitación. Y tras hacerlo me abrazó.

- ¿Estás preparado para inundar mi garganta?

- No tienes por qué hacerlo, es muy desagradable para ti.

- Sí, lo es, pero es mi forma de darte las gracias por aguantar tantos años conmigo follando solamente cada tres o cuatro días. No te culparía si quisieras follarte a otras, pero quiero evitarlo a toda costa. Eres mío y me haré valer.


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heranlu

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En un Agradable día de Playa – Capítulo 002

Elena me cogió de la mano y me llevó lentamente a la cama. Desde atrás pude ver su escultural cuerpo, adornado por un vestido blanco ceñido que acentuaba su espectacular culo, sus piernas y toda mareante curva que bajaba por su espalda y sus caderas hasta morir en ese objeto de deseo de tantos hombres que solo disfrutaba yo.



Llegado un momento se dio la vuelta mordiéndose el labio. La muy cabrona sabe que eso me encanta y me lo lleva haciendo toda la vida. En estos años su pelo largo y rizado ha dado lugar a un pelo corto y liso que ensalza su madurez y su belleza.



Todo lo demás era exactamente igual que siempre. La única pega de su vestido es que acentuaba su déficit, que era su pecho. Lo tenía muy pequeño, pero eso a mí me daba igual. A una mujer se la valora por su conjunto, y Elena era un sobresaliente rozando la matrícula de honor.



Al mirar su cara no pude evitar compararla con nuestra hija Beatriz. Nuestra hija exhibía un rostro absolutamente perfecto, de modelo, y más de una vez le habían ofrecido hacer pinitos en ese mundillo. Pero lo había rechazado, al igual que hizo Elena en su día. Por contra, mi mujer se situaba un pequeño escalón por debajo de ella. Hasta ella misma bromeaba al respecto: “De mi cuerpo me encantan mi cara y mi culo, qué le voy a hacer, igual que me falta pecho debo reconocer lo que me gusta, pero Beatriz es aún más bonita que yo, es increíble. Menos mal que mi culo aún puede competir con el suyo. En cambio Raquel ha sacado todo el pecho que nos ha faltado a las dos. ¿No te parece irónico?”



Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando Elena me sacó de ellos.



- Sé en lo que estás pensando.



- ¿Ah sí?



- Sí, en nuestra hija Beatriz.



Me puse nervioso, no pude evitarlo. Recordé de golpe la masturbación mutua en el mar y todo lo que eso podría haber iniciado.



- Tonto, no te pongas nervioso, que no he pensado nada raro – y rió a carcajada limpia – Me gusta que nos compares porque quiere decir que aún puedo competir con ella. Y me hace feliz por ella porque es nuestra hija y porque no paras de decir que se parece mucho a mí. Me pregunto si tendrá tanta suerte como yo con los hombres…



- Beatriz tendrá toda la suerte que ella quiera. Súmale lo inteligente que es y tienes el combo perfecto.



Elena comenzó a juguetear con la hebilla de mi cinturón mientras ponía cara de juguetona.



- Dime Víctor… en un hipotético caso en el que yo no existiese, ella no fuese tu hija, tuvieseis la misma edad y todo eso… ¿Te la follarías?



Me miró a los ojos expectante. No sabía si era una pregunta trampa, pero solo me salía una respuesta.



- Sin dudarlo, por supuesto que me la follaría.

Elena se mordió el labio mientras me desabrochaba el pantalón y bajaba la bragueta.



- Lo siento por ella, porque es tu hija, os separa mucha edad, yo existo… y eres mío.



Mientras dejaba caer mi pantalón al suelo se acercó a mi oído para susurrarme: “Te entiendo, si yo fuese lesbiana y no fuese mi hija yo también me la follaría. Me comería su coñito hasta desmayarla a corridas, y me pondría un strap-on con una polla como la tuya para abrir bien esa vagina, cerradita aún porque seguro que ha follado poco…”



Me estaba poniendo a mil. Elena sabía muy bien lo que hacía y estaba jugando conmigo utilizando una fantasía que nunca se cumpliría. Soñaba con un trío con otra mujer en el que ambas interactuaran sexualmente. Siempre se negó. Por dos cosas.



“Una, porque no me llama la atención una mujer. Y dos, puede que soportara ver tu polla metida en otro coño. Lo que no soportaría sería ver a otra mujer disfrutando y corriéndose con ella. E imaginar como te corres dentro de otro coño que no sea el mío me pone de muy mala hostia”. Me sentía un poco mal pensando en la de veces que me había corrido dentro de mi prima Marta en estos últimos 20 años. Antes incluso de desvirgar a Elena y ser novios la cuenta ascendía a alguna centena que otra.



Siempre pensé que me estaría bien empleado encontrarla un día con otro hombre en la cama. Y se lo perdonaría de muy buen gusto. Pero mis divagaciones pronto desaparecieron en cuanto sentí su suave mano comenzando a masturbarme.



- Sabía que te pondrías a mil. Se te ha puesto más dura que de costumbre. Y no te culpo, porque estoy irritada, si no yo también estaría chorreando. Menudos padres que somos, poniendo a nuestra hija de ejemplo…



- Poniendo al cuerpo de nuestra hija de ejemplo. Es diferente. Recuerda, imaginábamos que no era nuestra hija...



Elena volvió a morderse el labio mientras aceleraba la masturbación.



- Es verdad… bien, ha llegado el momento de tu recompensa. Pensaba hacerte una mamada larga, pero la tienes tan dura y estás tan cachondo que creo que estás listo para lo que te voy a hacer…



Temblé, y justo cuando mi polla comenzaba a desaparecer en su boca sentí su calor, sentí su lengua tratando de rodearla, y cuando mi glande entró en contacto con sus amígdalas gemí y la detuve.



- Espera cariño.



- ¿Qué ocurre? ¿Te he rozado con los dientes? - Elena parecía preocupada



- Llevas muchos años sin rozarme con los dientes – reí y negué– siento que esto no está bien. Sí, disfrutaré y me correré como en el mejor de nuestros polvos, pero no puedo evitar pensar en lo que vendrá después. En lo mal que lo vas a pasar…



Un dedo detuvo el movimiento de mis labios. Elena se incorporó y me sonrió.



- Bobo, no pienses en eso, me apetece mucho. ¿Crees que no me gustó sentir como reventabas directamente en mi esófago? Nunca me he arrepentido de aquello. Solo siento no habértelo podido hacer más veces.



- Está bien, dejaré que me lo hagas, pero con dos condiciones.



- Espero que no sea follarnos a nuestra hija o que yo me la folle. Te mato si es así. - Se echó a reír al hacer la broma fácil tras nuestra conversación.



- No – y reí con ella – yo decidiré lo que haremos en las siguientes dos noches en las que tu coñito pueda disfrutar.



Elena se puso pensativa y, tras unos largos segundos, asintió.



- La próxima vez te comeré el coño como a ti te gusta. Lento, despacito, alargando las cuatro corridas que eres capaz de aguantar.



- Pero estaremos en las mismas. Estarás una semana jodido del cuello y de la espalda, y mi visita al paraíso de tres o cuatro horas no merecerá la pena. Además, no me la podrás meter porque me tendrás reventada.



- Me da igual. Hoy vas a hacer un sacrificio y yo seré el próximo en hacerlo.



- Está bien. ¿Y la segunda?



- La siguiente nos dedicaremos enteramente a follar. Haremos los preliminares justos para darlo todo.



Elena asintió mientras volvía a masturbarme con mayor ritmo.



- Ya basta de tanta charla. Prepárate.



Cerré los ojos justo a tiempo para sentir como mi polla avanzaba lentamente por su boca. Me estremecí al sentir el contacto con sus amígdalas. Y no pude evitar gemir de placer y temblar al notar como mi glande se abría paso hacia la garganta.



Era lo más parecido a follarme el coño de Elena. La suavidad, la lubricación, el calor… sumado a una presión mayor y al morbo del momento hacían de la experiencia algo sencillamente brutal.



Cuando todo mi glande estaba incrustado en la garganta sentí que su boca hacía tope y su barbilla presionaba mis huevos. Abrí los ojos y vi sus ojos rojos, su boca abierta hasta el límite, su cara enrojecida y los primeros lagrimones caer por sus mejillas.



El placer que sentía con las contracciones de su garganta era indescriptible. Se la sacó de golpe, arrancándome otro gemido brutal y dejándome al borde del orgasmo. Elena comenzó a toser mientras se obligaba a calmarse.



- Cariño, casi me corro, solo tendrás que hacerlo una vez – le dije con la respiración muy agitada.



Elena levantó el pulgar y volvió a prepararse. Su cara era un poema. Roja como un tomate, los ojos llorosos, la barbilla llena de saliva…



Finalmente cogió aire y enroscó la lengua sobre el glande a la par que éste iba desapareciendo dentro de la boca. Lo que hizo a continuación me tomó completamente por sorpresa.



Soltó el aire cuando la tenía dentro de su boca, volvió a cogerlo y de un tirón se la incrustó en la garganta. Temblé y gemí, gemí y temblé, de placer y de miedo, de miedo y de placer a la vez. Escuchaba el gorgojeo de su garganta, sus nauseas, escuchaba el goteo de sus lágrimas en el suelo, pero mi orgasmo no llegaba.



Estaba ahí, a punto, pero me había pillado tan de improvisto que el placer había superado el umbral del orgasmo. Iba a ser muy potente. Y estaba ahí, comenzando a salir cuando Elena iniciaba su retirada.



Mis dos manos sujetaron instintivamente su cabeza y volvieron a andar lo desandado. Mi polla avanzó de nuevo hasta el final y fue el fin. No pude evitar gritar.



- Cariño, me corro ya, Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!



El cuerpo de Elena temblaba con cada sacudida de mi polla. El primer chorro fue potente y largo, directo al esófago. Ella ya no aguantaba más. Por instinto ella intentó sacarla y yo le dejé, pero el segundo y el tercer chorro salieron casi seguidos. Antes de seguir sentí como tragó, empujando toda esa leche hacia el estómago.



Mi polla palpitaba con violencia. El cuarto chorro impactó directamente en las amígdalas, el quinto aún se disparó hasta el fondo de su boca. Los últimos impactaron en la cara mientras ella intentaba coger aire y tragar al mismo tiempo.



Su cara era un cuadro. Lagrimones caían sin cesar entre bocanadas de aire. A veces tosía completamente roja mientras restos de semen se deslizaban por la barbilla y caían al suelo.



Un último gemido por mi parte finalizó un tremendo orgasmo. Había tenido una corrida como hacía tiempo que no la tenía. Y fue justo cuando Elena comenzó a vomitar.



Ocurrió lo mismo que en nuestra luna de miel. Se revolvió demasiado por la dureza de la mamada. Vomitó con mucha fuerza mientras seguía intentando respirar y quedó tendida en el suelo mientras continuaba dando arcadas.



Tras recobrar un poco el control, la cogí en brazos y me la llevé al baño. La senté mientras la bañera se llenaba de agua caliente. Ella me miró compungida y trató de preguntarme.



- ¿T… te ha guftado cadiño?



- Shhh, no hables. He tenido una corrida brutal. Yo me encargo de todo lo demás. Gracias.



Y le di un beso en la frente. Siguió con nauseas y arcadas un largo rato, pero ya había vomitado absolutamente todo.



Lo siguiente fue un baño reparador y mi ayuda hasta llegar a la cama. Elena tenía la particularidad de que se encontraba fatal después de vomitar, fuese cual fuese el motivo.



La noche avanzó y dormimos, hasta que sonó el despertador. Habíamos quedado para ir a la playa, pero Elena se encontraba mal.



- Cariño, hoy me temo que haré vida en la cama, necesito recuperarme.



- Lo siento.



- Pues yo no, anda tonto, han debido escuchar tu grito en todo el hotel. Menuda manera de correrte. Lo de la luna de miel fue un anuncio comparado con esto. Me hace feliz que por una vez no sea a mí a la que me oyen gritar de placer.



- Muchas gracias cariño. Te vas a enterar el próximo día.



- Lo estoy deseando – y se mordió el labio. Me volvía loco cuando lo hacía -. Ahora disfruta con las niñas en la playa. Espero estar bien para acompañaros en la cena.



Minutos más tarde me duché y salí de la habitación. Allí me esperaba mi hija Beatriz con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaba un pantalón corto ajustado que realzaba sus piernas y su entrepierna. Apenas se podía vislumbrar su rajita a través de ella. Un improvisado moño acompañaba su escultural cara y una camiseta de manga corta permitía notar sus pequeños pechos, contrastando con su delgadez, su vientre plano a la vista y unas curvas apoteósicas que las firmaría cualquier modelo de Victoria Secret.



- Buenos días papá. - Y bajando el tono de voz – Ya veo que te gusta como voy vestida. ¿Me equivoco?



- Estás impresionante hija.



Beatriz sonrió



- Supongo que mamá está indispuesta después de la supermamada que te habrá hecho esta noche. Nunca te había oido gritar así de placer papá. Tienes que contarme los detalles mientras bajamos a desayunar, nos están esperando.



-¿Cuántas veces te corriste?



Mi hija se detuvo justo cuando agarró mi brazo. Se puso muy roja.



- Cinco veces papá. Nunca me había corrido tantas veces. Pero escucharte gritar de placer mientras te corres y rememorar como nos masturbamos mutuamente… me puso como nunca.



Sonreí feliz por mi hija. Y ella entendió por qué.



- Me encuentro perfectamente papá. Me sentí saciada porque nunca me había corrido más de dos veces seguidas, pero mi… - bajando muchísimo la voz - chochito se encuentra perfectamente – casi en susurro – Esta mañana me he masturbado un poco para probar y he notado placer, así que no tengo el problema de mamá.



Nos abrazamos. Estaba muy contento por ella. Para Elena era un pequeño infierno, y para mí también, pero lo sobrellevábamos. Supongo que también gracias a mi prima Marta, que me saciaba cuando Elena no podía hacerlo.



- Me alegro mucho Beatriz.



- Y yo también papá, así podremos repetir lo de la boya hoy…



- ¿Quiéres repetir?



- ¿Tú no? - Beatriz de detuvo de nuevo mientras me miraba enigmáticamente con sus potentes ojos verdosos – Dime que no lo deseas con todas tus fuerzas como yo y no lo volveré a mencionar.



Justo nos metimos en el ascensor y me quedé en silencio esperando a que se cerraran las puertas. Sentí la impaciencia de Beatriz mientras me miraba con cierto nerviosismo. Me reconoció tiempo después que estaba aterrorizada porque sentía que había ido demasiado rápido o que podía haber llegado demasiado lejos.



Cuando las puertas se cerraron me giré ante ella y coloqué mis manos en su culo. “Tan espectacular y firme como el de su madre. Un poco más duro quizá” pensé para mis adentros.



Nuestras bocas se juntaron y nuestras lenguas se entrelazaron. Los besos de Beatriz eran por mucho los mejores que me habían dado nunca. Suavidad, calidez, sensualidad y una higiene bucal perfecta invitaban a comer esa boca durante horas. Su dominio de la lengua me hacía pensar en lo que sería capaz de hacer en otros menesteres.



Pronto mi erección se hizo evidente mientras entraba en contacto con la entrepierna de mi hija.



- Guau papá. ¿Ya estás así? Y yo que pensaba provocarte diciéndote que no llevo braguitas.



- ¿En serio?



Palpé su entrepierna sorprendido y pude notar como solo la tela del pantalón corto separaba su piel de la mía. Cuando mis dedos palparon el contorno del coñito de Beatriz, élla suspiró de placer.



- Detente papá. Si me pones muy cachonda comenzaré a lubricar, mi pantalón se llenará de flujo vaginal y se me notará. ¿Quiéres que todo el mundo piense que voy cachonda por ahí? - y soltó una leve risita



Se separó de mí completamente roja y mordiéndose el labio con fuerza.



- Lo siento cielo, pero todo tu cuerpo invita a encender el mayor de los fuegos para apagarlo después.



- Papá, tendremos que esperar a la boya. Te mentiría si te dijese que no deseo parar el ascensor y bajarme el pantalón para… - y me hizo un gesto de un dedo simulando un mete y saca con el agujero formado por la otra mano – pero…



- No quieres que sea un simple polvo, y yo tampoco cariño. Sé lo que sientes porque es lo mismo que siento y deseo yo. Paso a paso cielo. Yo también deseo follar contigo, pero – Me pegué a ella, arrancándola un jadeo, empotrándola contra la esquina del ascensor y colocando mi polla directamente sobre su entrepierna - … primero deseo que mis dedos te conozcan bien...



Otro jadeo de Beatriz me hizo envalentonarme.



- … y luego mi boca. Antes de follarte mi lengua te habrá saboreado muchas veces. Te habrás derretido sobre mi boca muchas veces.



Jadeamos juntos mientras mis caderas iniciaban un vaivén frotando mi erección sobre su rajita. Fue ella la que continuó.



- Y te habrás corrido tantas veces en mi boca que me habrás hecho adicta a tu leche. Solo entonces estaré lista para que te corras dentro de mi coñito papá. Ufffff.



Mi hija se apartó de mí de un leve empujón y mandó al ascensor de nuevo para arriba.



- Papá, tenemos que arreglar esto antes de bajar a desayunar. - Y me señaló a su entrepierna. - Yo no puedo bajar sin correrme y sin cambiarme de ropa.



Una mancha de humedad era visible justo en su coñito. Estaba empapada. Y mi erección era terrible.



Corrimos a su habitación sin hacer mucho ruido y comenzamos a besarnos mientras nos desnudábamos. Todo hacía presagiar un polvo antológico, pero ambos teníamos claro que iba a ser una masturbación mutua, pero también antológica.



Por fin pude ver a mi hija desnuda. Tenía un poco más de pecho que Elena. Su coñito estaba totalmente depilado, era precioso. Y su cuerpo era demasiado increíble como para simplemente comérselo.



- Papá, me encanta tu mirada de deseo. Me hace muy feliz ver que tienes tanto deseo como yo por ti. Joder, tu polla está durísima y apuntándome, es preciosa. Cuando follemos tendrás que tener un poco de cuidado hasta que me amolde a ella.



No dije ni una sola palabra, tan solo deslicé un dedo por su rajita de abajo hacia arriba para mojar su levemente abultado y pequeño clítoris. Un gemido y sus ojos apuntando al techo hacían presagiar que estaba demasiado pasada de vueltas.



- Uffff, estoy demasiado cachonda papá, siento que o me corro ya o te juro por dios que te tumbo en la cama y te cabalgo hasta que me desmaye. Y tienes que evitar eso último papá, por favor, ufffffffffff.



Dos dedos entraron con suavidad por su coñito mientras ella abría la boca y la apoyaba en mi hombro. Unos gemidos apagados siguieron al jugueteo de mis dedos dentro de su vagina.



Sentí como comenzaba a derretirse. Mis dedos se arqueaban en su chochito, haciendo presión en la parte superior de su vagina, y provocando que sintiese como su flujo vaginal comenzaba a ser abundante.



- Papá!!! Me corro ya!!! Me corro ya joder!!! Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!



Su coñito temblaba por dentro igual que su cuerpo por fuera. Estaba siendo un orgasmo intenso. Su flujo vaginal descendía por mi mano y comenzaba a gotear hacia el suelo. Gemidos ahogados intercalaban las contracciones vaginales y los temblores. Estaba siendo una corrida duradera fruto de la acumulación de tanta excitación.



- Uffff, qué bueno papá, ha sido mejor que la corrida que me provocaste en la boya. Te toca a ti. Tiene que ser rápido o sospecharán.



Beatriz llevó su mano a su coñito, empapándola bien, y recogió también todo el flujo vaginal que había en mi mano. Mojó bien su mano derecha y la llevó a mi miembro. Bajó la piel y mojó toda mi polla con su flujo vaginal.



A continuación su mano comenzó a masturbarme, con especial cuidado cuando pasaba por el glande completamente al descubierto.



Era la primera vez que alguien me masturbaba utilizando lubricante, y además utilizando flujo vaginal como tal. Mi excitación era demasiado bestia. El morbo, la suave mano de mi hija, la sensación de calor y humedad sabiendo que era el fruto de su propia corrida y la cara de deseo de Beatriz me catapultaron a un maravilloso orgasmo.



- Beatriz, me… me voy a correr ya, no puede ser, apenas has empezado y no puedo más uffff, me corro yaaaaaaaaaaahhhgggggg



Cuando vi que se arrodillaba y abría la boca ante mi polla creí morirme de placer. El primer chorro impactó en su labio superior, el segundo cayó en su lengua, y el tercero se fue al fondo de su garganta. No hubo más porque aún estaba seco de la brutal corrida de anoche.



Ella saboreó y tragó diligentemente mientras me sonreía con esa escultural belleza capaz de tumbar imperios.



- Guau papá, qué pena que mamá te exprimió bien anoche. Y qué rico sabes. Así da gusto empezar a desayunar. Ahora corramos a la ducha, yo me pongo unas braguitas, un pantalón limpio y bajamos.



Y así lo hicimos. Por el camino le conté la mamada que me había hecho su madre. Beatriz preguntó mucho por los detalles y por cómo me sentía. Me preguntó también como de intenso fue mi orgasmo y si me corrí en mucha cantidad.



Cuando aparecimos en la cafetería mi prima Marta nos llamó a lo lejos.



- ¡Eh! ¡Dormilones, venid para acá!



Beatriz y yo nos miramos y dirigimos nuestros pasos hacia la mesa. Pero justo antes de llegar me susurró:



“Gracias por otra corrida bestial papá. No creas que te vas a librar de la boya hoy y… además… - mientras me guiñaba un ojo – en el futuro me encantaría probar a hacerte esa supermamada que te ha hecho mamá.”
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En un Agradable día de Playa – Capítulo 003


Cuando nos sentamos a desayunar vi que el marido de mi prima no se encontraba en la mesa. Tampoco su hijo.

- Mi marido se ha cogido una gastroenteritis de caballo. Es de un delicado últimamente… he mandado a mi hijo a una farmacia cercana a por suero oral. Va a aprovechar a desayunar en el bar del otro día, el de las tortitas tan ricas, porque dice que no se va de aquí sin comerlas de nuevo.

- Vaya, espero que el pobre se recupere. Elena también está indispuesta.

- Ya me figuro ya, pobrecita, me pregunto por qué será.

Me puse rojo como un tomate a tiempo de ver como mis hijas me miraban con una sonrisita cómplice. Beatriz además giraba la cara para disimular su rojez. Debía de estar pensando en lo que había pasado en su habitación hace 10 minutos.

Desayunamos y subimos a las habitaciones para prepararnos para ir a la playa. Me encontré a Elena sentada en la cama leyendo con tranquilidad. Me contó que parecía ir mejor pero que había vuelto a vomitar. También me dijo que intentaría no tenerme sin sexo oral durante meses tal y como pasó la última vez que me hizo una garganta profunda, pero que no prometía nada. La pobre me hizo un puchero.

Durante meses, hace ya muchos años, era sentir mi semen en su boca y ponerse a vomitar. Tardó mucho tiempo en olvidarse del “mal trago” de la luna de miel. Sin duda, a la larga, la relación coste/beneficio no compensaba, por muy potente que fuese mi orgasmo.

Al salir de la habitación me encontré a mis dos hijas y a Marta esperando. Fue precisamente mi prima la que me guiño un ojo.

- Te podrás quejar ¿eh? Con menudos tres pivones vas a caminar hacia la playa. Mi hijo ya nos está esperando en el mismo sitio que ayer

Marta llevaba un pequeño pantalón corto ajustado, típico de playa, para tapar la braguita del bikini. Sus piernas delgadas y fuertes del gimnasio eran una delicia. Su vientre plano era hipnótico, y su delantera, de mediano tamaño pero grande para su delgadez y su baja estatura… era demencial. Un ceñido bikini de color azul oscuro le provocaba un escote escandaloso. Cualquier veinteañera querría para sí su cuerpo a pesar de sus 40 años.

Pero no podía sacar demasiado “pecho”, ya que a su derecha se encontraba mi hija Raquel, cuyo cuerpo en general perdía por poco ante las otras dos. Guapa, con bonitas piernas, un vientre plano pero no definido, unas piernas no tan bonitas, un buen culo... pero una delantera escandalosa. Su bikini de color fucsia parecía que iba a reventar. Eran un poco más grandes que las de mi prima, y estaba igual de delgada aunque algo más alta.

Mi hija Raquel se dio cuenta de mi mirada y se puso muy roja. Ella iba con una falda de color negro, debido a su timidez huía de ensalzar sus curvas, pero su abultado pecho era imposible de tapar en pleno mes de agosto y justo antes de ir a la playa.

A la izquierda se encontraba mi hija Beatriz, con una sonrisa que quitaba la respiración. Su cara parecía esculpida a pesar del moño hecho con rapidez sobre su cabeza. Su cuerpo parecía tallado en jade, a pesar de su pequeña delantera, oculta bajo un bonito bikini de color negro. Su pantalón corto ceñido era tan ajustado que se podía adivinar su rajita a pesar de la braguita del bikini que también se le marcaba.

Fue precisamente Beatriz la que, mirando a Raquel, quiso chinchar inocentemente a su hermana.

- Hermanita, espero que te aguante el bikini, porque con esas tetazas lo vas a reventar.

Raquel abrió los ojos enormemente y se cruzó de brazos para tratar de tapar sus voluminosos dones, y cuando Beatriz le iba a quitar hierro al asunto diciendo que era una broma, mi hija pequeña estalló roja de ira.

- ¡Mira quién fue a hablar! Puedes ponerte un pantaloncito más ajustado, a ver si se te marca más el coño, estúpida. Pero como eres perfecta a ti se te perdona todo.

- Uy uy uy, calma – intercedió mi prima Marta – Creo que hay dos jovencitas que necesitan un buen polvo para calmarse.

- Pues que se lo echen a ella, o que le echen veinte a ver si revienta. Yo me largo. Con suerte me harán tía – terminó con tono burlón.

Beatriz intentó decirle que era broma, pero Raquel se dio la vuelta y se adelantó bajando por las escaleras del hotel. Tímida, pero con una mala hostia impresionante. Por otra parte, la tristeza de mi hija mayor era evidente.

- Papá, te juro que lo dije solo para adularla, no para molestarla.

- Lo se cariño, luego hablaré con ella.

Marta también consoló a Beatriz quitándole hierro al asunto. Y aprovechó a decirle que ese pantaloncito le quedaba de escándalo, que era perfecto.

Salimos del hotel y caminamos hacia la playa. Cuando llegamos, Raúl y Raquel charlaban tranquilamente mientras estaban tumbados. Al llegar, Beatriz estiró la toalla al lado de su hermana, pero cuando procedía a tumbarse, Raquel se levantó, cogió la toalla, la extendió al otro extremo y echó a correr hacia el agua.

Beatriz, al verlo, se encogió en la toalla y comenzó a llorar. Raúl iba a preguntar pero Marta le cogió de la mano y le susurró algo al oido. Supongo que le quería decir que no se metiese en el tema.

Me acerqué a mi hija y le di un beso en la cabeza. Le susurré un “no llores, voy a hablar con ella”. Y salí corriendo hacia el agua.

Cuando llegué al agua comencé a nadar detrás de ella, hasta que se dio cuenta de que la seguía y se detuvo. Al llegar me dio un abrazo enorme.

- Hola papá, no sabía que venías detrás de mí. - Pero al ver mi cara de pocos amigos su sonrisa se difuminó. - ¿Qué ocurre?

- ¿A ti que te parece? Tu hermana está llorando desconsoladamente en la toalla. Me tienes muy disgustado. Ha sido una simple y sencilla broma.

- Pero papá…

No la dejé terminar.

- Tu hermana te adora, y sufre con sus inseguridades. Ya no sabe que hacer para que dejes de llorar de pena pensando que tienes un físico mediocre.

- ¡Lo tengo papá!

- ¡Eres estúpida!

Raquel abrió la boca y una lágrima recorrió su cara. Se lanzó a abrazarme.

- Papá, por favor, no te enfades conmigo.

- Pues arregla este desastre que has creado. Tu hermana te adora y sufre cuando te menosprecias. Me pidió que hiciese lo mismo contigo que con ella, que te demostrase que no eras inferior. Y antes de que te montes tu película, NO, no hablamos ayer de todo eso ni quedamos en masturbarte porque me lo haya pedido ella. Te quiero tanto como a ella y, aunque diferente, eres un pivón. Tienes la mejor delantera que he visto nunca y, como te dije, no es malo ser diferente.

Un silencio sepulcral solo era molestado por el ruído del viento y de las olas. Mi hija me miraba con los ojos como platos mientras ríos de lágrimas descendían de su cara. De pronto miró hacia la orilla y vio que Raúl y Marta estaban de espaldas consolando a Beatriz. Parecían ajenos a nosotros y ninguno miraba.

Mi hija Raquel se lanzó a mi cuello con sus brazos y cuando me quise dar cuenta su lengua invadía mi boca. Fueron segundos, pero a mí me pareció un viaje rápido al paraíso.

Sorprendentemente… besaba tan bien como su hermana. Creo que mi cara de estupefacción era muy visible. Limpiándose las lágrimas y los mocos, Raquel sonrió y me preguntó.

- ¿Te recuerda a alguien?

- A tu hermana – seguía atónito.

- Hace tiempo me explicó como debía besar a un chico para volverlo loco. Pero nunca había podido ponerlo en práctica con ninguno.

- ¿Nin… ninguno?

- No papá, sigo siendo virgen y eres el primer chico al que beso. Lo del beso es otra cosa que tengo que agradecerle a mi hermana. Asi que por favor, sé cuidadoso conmigo cuando me masturbes, aunque ya sé que no hace falta que te lo diga porque sé de sobra como me vas a tratar.

Dio un largo suspiro y me agarró la mano.

- Acompáñame porfi, voy a arreglar esto.

Nadamos hacia la orilla, y al salir Raquel se detuvo. Gritó el nombre de su hermana y todos se giraron. La señaló con el dedo y le hizo un gesto de venir. Mi prima Marta le dio una palmadita en la espalda y le animó a ir.

La escultural cara de Beatriz estaba llena de lágrimas y de mucosidad. Roja como un tomate se acercó con miedo. Pero antes de que pudiera decir nada Raquel se lanzó y le dio un abrazo.

- Perdóname hermana, soy gilipollas. Sé de sobra que es fruto de mis inseguridades…

¡¡¡PLAS!!!

Beatriz se separó abruptamente y con cara de muy enfadada le soltó un guantazo.

- ¿Te ha costado tanto darte cuenta?

Raquel se sujetaba estupefacta su cara mientras sonreía amargamente. Miró con sus ojos tristes al suelo y solo atisbó a balbucear un “Me lo merezco”.

Beatriz, al escucharlo, se lanzó a los brazos de su hermana y se abrazaron. Entre sollozos le dio todo un recital.

- Eres boba, podrías tener al hombre que quisieras, y si no quieres pues dame tu delantera que yo le sacaré partido. Le pedí a papá que hiciera lo mismo contigo que conmigo porque sé que lo vuelves loco, y es normal. Súmale el amor de un padre y tendrás al amante ideal. Sé de lo que hablo.

Raquel rodó los ojos en blanco y gesticuló negando. Luego me miró a mí y me dijo:

- Tendré que hacer caso a mi hermana mayor Papá, pero ya sabes que soy muy tímida, tendrá que ser en nuestra casa cuando estemos solos.

- Será cuando tú quieras cielo – sonreí – solo quiero demostrarte que tu hermana tiene razón.

- Ya me lo demostráis los dos. Lo siento de verdad. - Y haciendo un enorme puchero – ¿Me perdonáis?

- Pues claro que te perdonan – interrumpió una sonriente Marta – y me uno a lo que ha dicho Beatriz. Estoy muy contenta con mis pechos, pero si no los quieres no me importaría tener un poco más. Por lo demás eres otro puto pivón rompecuellos, y por suerte diferente a tu hermana. Bueno, este jovencito y yo nos vamos a nadar.

Mi prima me guiñó un ojo y echó a correr con un desconcertado Raúl. Mis hijas miraban como los dos entraban corriendo al agua y fue Raquel la que rompió el silencio.

- Supongo que estas historias raras nos vienen en la genética. ¿No?

- Debe ser – afirmó Beatriz – En fin. ¿Qué culpa tenemos de tener un padre tan buenorro, cariñoso y que nos vuelve locas?

Raquel elevó las cejas y cabeceó afirmando. Me eché a reir.

- Yo sí que sé quien tiene la culpa. Vuestra madre por haber parido a dos bellezones como vosotras. Uno no es de piedra.

- Me pregunto si tendrías tiempo para nosotras si mamá pudiera follarte todos los días – protestó Beatriz en tono de burla.

- Es verdad papá, ¿por qué folláis tan poco? No lo entiendo – dijo una desconcertada Raquel – si fuese yo creo que no podría resistirme a… - y de pronto se puso roja como un tomate a la vez que balbuceaba – quiero decir, que si yo…

- Déjalo hermanita – interrumpió a carcajadas Beatriz – cualquiera de las dos follaría con papá todos los días. Cualquier mujer me atrevería a decir. Puedes decirlo sin timidez alguna.

- Te lo expliqué en el agua ayer, pero debiste creer que me quedaba contigo. Tu madre tiene un problema. Cuando se corre tres o cuatro veces, dependiendo de la intensidad, su vagina se irrita y se queda inservible para esos menesteres durantre tres o cuatro días. - expliqué bajando un poco el tono.

Raquel no daba crédito.

- ¿En serio? Ahora entiendo que la tía Marta y tú sigáis follando juntos. Su marido debe de ser un caso. Cuando les oigo follar duran un minuto. Luego he escuchado a la tía gemir en soledad.

- Eso no tardará en cambiar – dijo sonriente Beatriz.

- ¿Lo dices por el primo Raúl? Me dio la sensación ayer…

- Te dio buena sensación – dijo a carcajadas Beatriz – él se ocupaŕá de la tía y nosotras nos ocuparemos de papá cuando mamá no pueda. Pero ella no debe enterarse bajo ningún concepto. En el futuro, cuando encontremos al hombre ideal pues supongo que eso cambiará.

- Y aún así no podré renunciar a papá – dijo sin pensar Raquel mientras se cruzaba de brazos y levantaba sus enormes pechos por encima de ellos - ¿Creeis que está bien lo que le hacemos a Mamá?

- Yo no soportaría que un chico solo me follase cada tres o cuatro días hermanita. Es una manera perfecta de mantener unida nuestra familia. ¿Tú serías capaz?

- Yo aún no lo se, puede que tenga el mismo problema que mamá, nunca…

- ¿Nunca te has corrido? - Beatriz alucinaba.

Raquel se puso nerviosa y triste a la vez. No sabía que responder.

- Papá, deberíais ir ella y tú a la boya, tienes que arreglar eso. No voy a preguntar la explicación a eso hermanita, seguro que tienes tus razones, pero si has heredado el problema de mamá deberías averiguarlo cuanto antes. Yo anoche me corr… ehm, tuve cinco orgasmos, y quería más.

- ¿Hasta entonces no lo sabías?

- Nop, y papá esta mañana me ha ayudado a corroborarlo. Corred, aprovechad que hoy no está mamá aquí.

Raquel se negó.

- No, lo siento, además, estoy sin depilar – dijo avergonzada – y quiero que sea de otro modo, con más intimidad y sin prisa alguna. Deberíais aprovechar vosotros.

Raquel se abrazó a mí, aplastando sus pechos contra mí y colocando su entrepierna sobre la mía. Me susurró al oido: “Gracias por todo papá, sé que lo harás especial cuando llegue el momento, ahora deja que Beatriz baje esa dureza jijiji”.

Me puse rojo y miré a Beatriz, quien me miraba la entrepierna.

- Bien hermanita, si insistes, papá y yo vamos a dar una vuelta por las boyas. - Se llevó un dedo juguetón a la boca – yo también estoy cachonda perdida.

- No quiero saberlo – protestó Raquel haciendo aspavientos – iros de una puta vez y disfrutad. ¡Pervertidos!

Echamos a correr mientras Beatriz le gritaba a carcajada limpia un “¡Mira quién fue a hablar!” Raquel le correspondió sacando la lengua y enseñándole el dedo.

Mi hija mayor fue dándome las gracias por el camino. Ella creía que por fin se había derribado el muro que había entre ambas.

- Papá, espero que Raquel no tenga el mismo “problema” de mamá, tienes que ayudar a que lo averigüe, me temo que aún es pronto para cantar victoria porque su timidez y sus inseguridades seguirán ahí hasta que tú se las saques del todo. No me importa si ciertas cosas las haces con ella primero.

- Eso que acabas de decir me hace pensar que quieres que esas cosas las haga primero contigo.

- Por supuesto – y me sacó la lengua – además, me lo merezco por haberos puesto a los dos en bandeja de plata. Como yo he empezado todo tendrás que atenderme a mí primero. Además, soy la hermana mayor. Pero de verdad no me importa ceder lo que sea para que mi hermana pequeña se crea por fin que además de inteligente es un pivón.

Sin darnos cuenta llegamos a la boya y la bordeamos. Beatriz se agarró a mi cuello y me besó. Durante largos minutos nos rozábamos el uno al otro mientras nuestras lenguas no paraban de jugar. Podría haber estado besándola todo el día.

La suavidad de su lengua, de su boca, con la saliva justa, casi sin chocar los dientes, sus labios… era impresionante.

- Ufff papá, como me tienes, qué bien que hoy no tengamos prisa por volver a la orilla. Me gustaría que llegásemos saciados.

Una mano se deslizó hasta la braguita de su bikini, arrancándola un gemido al sentir como un dedo se deslizaba por toda la longitud de su rajita,

- Eres muy travieso – dijo mordiéndose el labio.

Solo había algo mejor que su cara perfecta, y era su cara de cachonda, con una lascividad potente. Esa cara con ganas de comerme, de dejarme seco.

Mi dedito juguetón siguió comportándose traviesamente a través de la braguita del bikini, arrancando pequeños suspiros a Beatriz mientras no parábamos de besarnos. Ella deslizó su mano y me agarró mi dura polla a través del bañador para empezar a sobarla.

Los minutos pasaban mientras nuestra calentura aumentaba. Nos besábamos muy cachondos mientras suspirábamos y respirábamos agitadamente. Nos teníamos que apoyar en la boya para no hundirnos, y a veces, la propia boya se movía por el oleaje provocando que nos desestabilizáramos.

Beatriz comenzó a temblar y a suspirar cada vez más fuerte.

- Pa… papá ufff, me voy a correr, no puedo más, ahhhhhhh jodeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrr

Al final de su frase presioné mi dedo sobre la entrada de su coñito introduciendo mi primera falanje junto a la braguita de su bikini, que justamente hizo de tope y evitó que penetrase más allá de donde pudo.

Su orgasmo fue potente ya que puso los ojos en blanco, se agarró fuertemente a mi cuello y empezó a gemir pausadamente.

- Joder, qué corrida papá, me has rematado el orgasmo a traición. Justo te iba a pedir que terminases conmigo, pero te adelantaste.

Se mordió el labio inferior y se lanzó a mi boca. Palpó mi polla durísima y a continuación enroscó sus piernas en mi cintura. Se ayudó de su mano para colocar mi polla en vertical para después apoyar su rajita sobre ella.

Comenzó a subir y a bajar, restregando su coño contra mi polla. Cualquiera que hubiese visto los movimientos desde lejos pensaría que estaríamos haciéndolo despacito.

- uffff papá, mi chochito está demasiado caliente, joderrr, la tienes durisima.

- Hija, me estás poniendo a mil, ufff, me vas a provocar una corrida brutal.

Entre jadeos y mientras subia y bajaba, intensificando el roce entre nuestros sexos, Beatriz sonrió.

- El año que viene cuando volvamos de vacaciones te follaré aquí papá, te follaré con todas las ganas que tengo ahora y las que tendré entonces, te follaré hasta dejarte seco, dios, joder, no me aguanto!! me corroooooooooooo!!!

Mi hija se aferró de nuevo a mí con los ojos en blanco mientras hiperextendía el cuello hacia atrás. Sus gemidos eran casi chillidos y se acompasaban con sus temblores mientras iba recuperando poco a poco la compostura. El orgasmo había sido mucho más largo que cualquier otro que le hubiese provocado antes.

- Papá, sujétame porfi, si cada vez que me provocas un orgasmo es mejor que el anterior… me acabaré ahogando, ufff. Ayer me provocaste la mejor corrida de mi vida, y es un anuncio en comparación a las que me has provocado ahora.

- No sabes cuanto me alegro cielo. Y espero que cada orgasmo que te provoque sea mejor que el anterior.

Mi hija se abrazó a mí y me susurró un “gracias papá, esto es como un sueño hecho realidad para mí.”

A continuación se separó, me sonrió maliciosamente y sacó mi miembro fuera del bañador. Comenzó a masturbarme despacito pero con intensidad. No pude evitar comenzar a gemir.

- Ahora te toca a ti papá. Relájate y disfruta.

Pero a pesar del placer no conseguía correrme, estaba a las puertas de un orgasmo terrorífico que no llegaba. Mi hija comenzó a impacientarse.

- Papá. ¿Te estoy haciendo algo mal?

Pero justo cuando iba a contestarle una voz respondió desde un lateral de la boya.

- No es culpa tuya, todo lo contrario, deberías sentirte orgullosa. Le has puesto tan cachondo que ahora necesita un nivel superior de placer para acabar con él.

Beatriz y yo nos asustamos, dimos un respingo y nos giramos para ver a una sonriente Marta. Desde cuándo estaba ahí y cuánto había visto u oído era un misterio. Mi prima se acercó aún más y continuó hablando.

- Pocas veces he sido capaz de ponerlo en este estado. Y al principio era algo desesperante, porque por más que hiciese acababa agotada, con el coño destrozado de tanto correrme y él sin poder correrse. Me costó años dar con ciertas cosas que conseguían acabar con él.

Mi prima me echó una sonrisa maliciosa mientras estiraba sus brazos sobre mi cuello, desplazando a Beatriz.

- Jovencita, yo me encargaré de él.

El disgusto y la tristeza de Beatriz eran notorios. De repente había aparecido otra persona para rematar lo que ella había empezado. Le daba rabia porque sabía que Marta me iba a follar directamente, y mi hija entendía que eso era un paso comedido que debíamos dar de forma especial.

Se disponía a marcharse nadando cuando la sujeté de un brazo. No me parecía justo para ella ni me sentía cómodo con esa situación. Mi prima se rió.

- Jovencita, de verdad me crees tan cruel? No he dicho que te vayas. Yo voy a hacer que tu padre se corra dentro de mí, pero ese orgasmo es al 99% tuyo y tienes que presenciarlo. Te pido como favor de tía, aunque realmente no lo sea, que me permitas follar hoy con tu padre. No me aguanto las ganas de follarme a mi hijo, y eso va a ser demoledor para mi chochito, y creo que este es un buen día, un buen sitio y una buena ocasión para la follada de despedida.

Mi hija entendió claramente todo lo que ello suponía también para mí. Me miró sorprendida y debió ver tristeza en mis ojos. Se acercó a mí y me acarició la cara.

- Lo siento mucho papá, sé lo que la tía significa para ti.

- Es ley de vida cariño, y solo será un hasta luego entre ella y yo. ¿Verdad?

- Por supuesto. Mi hijo tendrá que buscarse una jovencita con la que criar una familia. Pero mientras tanto esa polla descomunal es demasiada tentación para mí. Y me haré cargo de ella hasta entonces. Igual que Victor se hará cargo de ti, y sospecho que también de tu hermana, hasta que cada una de vosotras forme una familia.

- Bien, me quedaré hasta que consigas que mi padre se corra, y luego me marcharé para que os despidáis en condiciones – mi hija me lanzó una sonrisa mientras se mordía el labio inferior.

- Sé que eres buena nadadora y que aguantas mucho la respiración. Voy a tardar muy poco en terminar con tu padre – mientras se acercaba a mí y hundía una mano entre ella y yo – y quiero que lo veas en primer plano. Escucharle gemir y correrse seguro que ya lo has hecho, pero quiero que veas como su polla se vacía en mi coñito. Te sorprenderá.

De repente sentí mi glande colocado directamente en la entrada de la vagina de mi prima. Hizo un leve movimiento y su rajita cedió mientras la punta comenzaba a abrirse paso. Se detuvo mientras un gemido mutuo era arrancado de nuestras gargantas.

Beatriz miraba con espectación.

- ¿Ya… ya se la has metido papá?

Pero fue Marta quien contestó.

- No jovencita, solo la puntita, un movimiento de mis caderas y te aseguro que esa barra de carne se detendrá solo cuando sus huevos choquen contra mi culo. Coge aire y métete debajo del agua, quiero que veas como me follo a tu padre y como se corre dentro de mí. Habrá un par de cosas que te llamarán la atención.

Mi hija tembló y me miró dubitativa. Asentí y le sonreí. Lo siguiente que vi fue a Beatriz cogiendo aire y sumergiéndose.

De pronto sentí como mi prima se había enterrado hasta el fondo mi polla de un solo golpe. Entre el placer que sentí gracias al suave y lubricado coño de mi prima, y el saber que mi hija estaba viendo la penetración… casi me corro en el acto.

- Uffff, tengo que hacer que me llenes pronto o tu hija tendrá que subir a coger aire y se perderá la corrida de su padre.

Otro movimiento de cadera repentino hizo que se sacase mi polla casi por completo. Mi prima me tenía cogida la medida después de tantos años de sexo ininterrumpido, y sabía como dejar tan solo mi glande en su interior para, con otro caderazo, volver a enterrarse mi polla hasta los huevos, como así hizo.

- Joder primita, ufffff, estoy a punto, voy a reventar.

- Uffff – suspiró mi prima mientras me miraba con ganas de comerme – que jodido placer me estás dando. Lléname de una puta vez primito, no me aguanto las ganas de sentir la leche que con tanto esmero ha preparado tu hija.

Mi hija, debajo del agua, pudo ver como mi polla entraba y salía casi por completo del coño de mi prima por tres veces. Y fue a la tercera cuando exploté, no pude más. Se me nubló la vista y senti que mis huevos comenzaban a vaciarse cuando mi prima retrocedió y dejó tan solo la mitad de mi polla introducida en su coño.

De este modo mi polla se volvió pulsátil y se podía ver como vibraba en cada chorro que introducía, casi con dolor por la intensidad, en el chochito de mi prima.

- Joder primo, vaya manera de correrte, me estás inundando el coño de leche. Mejor – y se sacó la polla por completo dejándola libre en el agua mientras ella sonreía.

Los dos últimos chorros de semen salieron directamente al agua. Mi hija pudo ver como del coño de mi prima salía el semen que se apreciaba perfectamente para finalmente ver a mi polla expulsar los restos de un orgasmo monumental.

Un sonido de respiración sonó cuando la cabeza de mi hija salió del agua.

- Guau! Menuda forma de correrte papá.

- Y mejor ha sido sentirlo. La sensación del semen caliente dentro es ufffffffff. El mérito ha sido tuyo jovencita.

- Gracias tia – acto seguido mi hija se acercó y metió su lengua en mi boca. El beso fue suave, tierno, despacio… sencillamente sublime. Cuando su lengua salió de mi boca me sentí huérfano. - Y gracias a ti también papá. Ahora os dejo solos, disfrutad de la despedida.

Y desapareció por un lateral de la boya mientras nadaba.

- Bueno bueno primito, creo que te voy a dejar en buenas manos, pero ahora eres mío. Y no te voy a soltar hasta que ya no se te levante o hasta que mi chochito esté al rojo vivo.

- Shhh, cállate. No hables tanto – un gemido y un gesto de sorpresa aparecieron en la cara de mi prima mientras dos dedos invadían su ardiente vagina – y déjame devolverte primero lo que has hecho.


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heranlu

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En un Agradable día de Playa – Capítulo 004


Dos de mis dedos se colaron en el coñito de mi prima arrancándole un poderoso gemido. Acto seguido se arquearon y comenzaron, por separado, a rozar con fuerza la parte superior de su vagina.

Primero un dedo y luego otro, forzando la dilatación de su coñito hasta el límite. Los gemidos de Marta iban en aumento mientras su boca abierta se posaba en mi cuello.

De pronto comenzó a temblar a la par que un largo gemido en forma de chillido comenzaba a salir de su garganta. Sentí como su coñito se contraía en un vaivén maravilloso sobre mis dedos. Se estaba corriendo a base de bien.

- Amo tus dedos Víctor. Pero esta corrida también se la debes agradecer a mi hijo. Hoy me ha dejado a medias la masturbación. Se ha corrido dos veces casi seguidas y se ha quedado sin fuerzas.

- Asi que esto no lo tenías planeado. ¿Eh?

Marta asintió mientras sonreía.

- Anoche mi marido me dijo que nos dejará antes de tiempo. Esta tarde, pese a lo mal que se encuentra, saldrá de camino por exigencias del trabajo. Esta noche he cogido una habitación en un hostal cercano para mi hijo y para mí… no me aguanto las ganas primito, anoche me corrí sin tocarme solo de imaginar esa barra de carne abriendo mi coñito hasta límites insospechados.

- Y se te ocurrió adelantar nuestra despedida a sabiendas que Elena no vendría hoy a la playa.

- Exacto, también sospechaba que aún no follarías con tu hija. Te conozco demasiado bien, y por lo que he escuchado ella ha salido a ti en ese tema. Iréis paso a paso. Me lo habéis puesto en bandeja de plata. Solo me fastidia haberle estropeado la diversión

- Ya la recompensaré yo por ti – dije mientras giraba a mi prima y la colocaba apoyada en la boya.

Marta sonrió y abrió las piernas, cuando me sintió apuntando mi polla hacia su coño recolocó su cadena y con su mano me ayudó a penetrarla.

Un gemido salió de nuestras bocas, y le siguieron otros mientras centímetro a centímetro enterraba mi polla en su coño.

- Es… espera primo, no te muevas por favor.

Una jadeante Marta me pidió parar, pero conocía demasiado bien a mi prima y sabía bien el porqué. Estaba muy pasada de vueltas. La corrida anterior había sido tan potente que la había colocado en la autopista de salida hacia una sucesión de orgasmos.

Y ella no quería perder el control para dármelo a mí, no en nuestra despedida. Pero era una oportunidad de oro para mí, para poder darle la despedida que se merecía.

- ¿Sabes? - añadí – solo tendré un arrepentimiento en esta vida, y es no haberte dejado preñada alguna vez, de mutuo acuerdo, y haberlo buscado todos los días. Haberte llenado ese chochito todos los días.

Mis palabras fueron acompañadas de una pequeña presión de mis caderas que terminó de enterrar mi polla en su coño. Un grito ahogado salió de su boca mientras trataba de hablarme.

- Ca… cabrón… me… me estoy co… corriendo…. Ahhhhhhhhhhh

Sentí su palpitante coño estrangular mi polla. Estaba siendo otra corrida potente. Y no me detuve…

Dejé que disfrutase de su orgasmo, pero cuando parecía estar terminando comencé a bombear con intensidad.

- No… noooo… ufffff…. Ahhhhh….. joderrr… de… detente… ME CORRO OTRA VEZ!!!!! AHHHHHHHHHHHHHH

Y un chillido me taladró el oído mientras volvía a sentir un terremoto en su coñito. El cuerpo de mi prima temblaba y su generoso pecho no paraba de moverse, amenazando la sujección del bikini.

Continué follándomela duramente. Los gritos, gemidos y temblores de Marta eran poderosos. Mi polla entraba y salía de su coño como un martillo, arrancándole un orgasmo tras otro.

Sentía su coñito hiperlubricado, estaba chorreando. Mi prima ya no hablaba, solo gemía y gritaba. Perdí la cuenta en su octava corrida, porque mi miraba comenzaba a nublarse y sentía que no tardaría mucho en correrme.

Marta sintió mis dudas sobre si aflojar o extender al máximo su placentera agonía, y me gritó.

- NO! Siento como se pone más grande y más dura dentro de mí…. Ufff… ahhhh…. No te pares!!! Préñame, fóllame como si quisieras preñarme, lléname de leche, préñame aunque no puedas!!! AHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Y justo cuando sentía un nuevo terremoto en su coñito no pude más. Encajé toda mi polla en su chorreante coño y me corrí, me corrí como nunca. Comencé a expulsar toda la leche que había en mis huevos mientras me corría a la vez que mi prima.

Pocas veces habíamos conseguido corrernos a la vez. Y no estaba mal haberlo hecho en el polvazo de despedida.

Marta me miraba sonriendo con los ojos muy abiertos mientras disfrutaba de su orgasmo y del mío. Sorprendida comenzó a mirar hacia abajo, como si pudiese mirar a través del agua.

- Joder primo, mi chochito no puede más, pero tú te sigues corriendo. Menos mal que tomo la píldora. ¡Si no me preñas seguro.

Yo me sentía anestesiado mientras no dejaba de llenar el coñito de mi prima, me estaba vaciando como nunca. No pude contestarle.

- Espera, no salgas por favor.

Y me besó. No era un beso de despedida, pero lo pareció. Un hasta luego que nos daba mucha pena a los dos. El beso fue intenso y largo.

- Cuida de tus hijas y dales mucho placer primito. Espero que te cuiden bien hasta que en unos añitos volvamos a follar como locos.

Cuando me salí de su interior mi prima abrió los ojos con sorpresa.

- Dios mío, he sentido como salía tu leche casi a presión.

- ¿Seguro que no quieres otro? - Le sugerí pícaramente.

- No me tientes, pero necesito recuperarme para esta noche. Necesito que mi chochito esté en las mejores condiciones antes de ser destruído.

- Está bien – le sonreí – no te diré nada, porque aunque es un hasta luego seguiremos teniendo encuentros sexuales de masturbación y sexo oral.

Marta me abrazó por el cuello melosamente mientras me susurraba un “eso espero, soy adicta a tu leche, y tomar un poco de vez en cuando nos ayudará a mantener el contacto. Además, cuando te folles a mi hermana me harás sentir muy celosa, necesitaré que me hagas sentir que no me quedo atrás.”

Puse los ojos en blanco mientras meneaba la cabeza por sus ocurrencias. Ella comenzó a reir a carcajadas.

- Volvamos, tus hijas deben de estar preocupadas. Incluso el “alelao” de mi hijo debe de estar comenzando a sospechar de nosotros.

Volvimos nadando hacia la orilla. Y lo hacía con un ánimo renovado y unas ganas aún mayores por mis hijas. Incluso tenía ganas de que mi mujer se recuperase para agradecerle su bestial mamada. Debía de pasar página.

Ya en la orilla mis hijas me cogieron cada una por un brazo y me llevaron al agua. Me obligaron a contarles todo lo que había ocurrido. Beatriz omitió y no quiso contarle a su hermana lo ocurrido entre nosotros.

- Hermanita, sugieron que lo que hagamos cada una con papá no lo compartamos - sugirió seriamente Beatriz.

- Mejor, además lo prefiero. - contestó rápidamente una tímida Raquel.

El resto del día transcurrió con normalidad. Al volver al hotel nos encontramos con Elena completamente recuperada. Cenamos con normalidad y pareció sentarle bien.

A la mañana siguiente volvimos a ir a la playa. Mi mujer estaba radiante. En la habitación se puso un bikini negro que ensalzaba su cuerpazo.

- Víctor. ¿Cómo me sienta este bikini?

- ¿Te lo puedo quitar con los dientes?

Elena se me abalanzó y me besó. Me susurró al oído un “Siento como mi coñito se va recuperando. Dos días y te dejaré seco.”

Al salir nos encontramos a una pálida Marta en la puerta.

- Primito. ¿Me acompañarías a la farmacia? Necesito paracetamol.

- Maldición, ayer gasté el último – dijo una preocupada Elena. - Víctor, ve con ella a la farmacia mientras el resto bajamos a desayunar. Quizá deberías quedarte en cama.

- Sí, a lo mejor lo hago, creo que mi marido me pegó lo suyo antes de irse.

Me preocupé mucho y nos fuimos rápidamente de allí.

- Me duele mucho el coñito primo – mientras dejaba de simular y comenzaba a cojear ya en la calle.

- Cuéntame. ¿Tanto te ha dolido?

- Bufff, me corrí como una loca un montón de veces, pero es un semental, insaciable. Me abrió en canal Víctor. Aún sangro un poco y mancho el salvaslip. Me destrozó el coño. Se corrió nada más metérmela y fue como si me metieran una manguera a presión. Su corrida salió escupida por los laterales del coño. Ahora sé como se siente tu mujer con lo suyo.

Me relató que tardó muchísimo en correrse por segunda vez, y que las múltiples corridas, un placer brutal y una presión salvaje dieron paso a un dolor casi insoportable. “Sentía que me abría el coño en canal, sentí que me iba a desgarrar como siguiera así, pero por fin se corrió, y fue de nuevo como meter una manguera en el coño. Salió todo a presión, su corrida mezclada con todas las mías.”

- Deberías quedarte en el hotel y no follar con él unos días.

- No podría hacerlo aunque quisiese. Estoy destruída. Me va a costar acostumbrarme a esa monstruosidad. En serio, porque ya me ha abierto en canal, pero si lo llego a saber me lo hubiera vuelto a pensar. Mi hijo tiene un gran problema.

Cuando volvimos al hotel subimos a su habitación y allí me enseñó el destrozo. Su coñito, pequeño, bonito y deseable parecía otra cosa. Estaba muy abierto, rojo, inflamado y parecía que lo había penetrado una tuneladora.

- Acaríciame por favor. Voy a echar mucho de menos tu suavidad en el trato. Mi hijo pierde el control y me folla salvajemente. Intentaba metérmela del todo pero no cabía, chocaba contra mi útero una y otra vez. Es algo muy molesto y acabó doliéndome también.

Comencé a acariciar todo su cuerpo, incluído su coñito, con suavidad. Ella cerró los ojos y parecía quedarse dormida.

Unos golpes en la puerta me sacó del trance mientras veía como Marta finalmente se había quedado profundamente dormida.

- ¡Papá! ¡Tía Marta! ¿Habéis vuelto?

Era mi hija Beatriz.

Abrí la puerta y la dejé entrar. Se quedó horrorizada al ver a Marta desnuda de cintura para abajo semidormida. Se quedó mirando su destrozado coño y noté como temblaba.

- ¿Eso se lo ha hecho el primo? ¡Qué dolor!

- Dejémosla descansar.

Me agarró de la mano y me susurró. “Papá, Mamá y Raquel se han adelantado a la playa con el primo. Llevan tu desayuno. Creo que podemos escaquearnos un cuarto de hora. Vamos a mi habitación.

Y me sacó de allí con rapidez. Me puse a mil con la posibilidad de masturbar a mi hija. Corrimos a su habitación y al entrar nos besamos con fiereza. Pude observar que llevaba puesto otro pantaloncito ajustado y que su camiseta, muy corta, apenas tapaba la parte superior de su bikini.

Olía a vainilla, y me entró un hambre descomunal. La llevé a la cama y la tumbé. Con mis manos deslicé el pantaloncito y también su braguita de bikini. A mi vista quedó un coñito precioso. Completamente depilado, de labios pequeños y cerrados.

- Pa… papá… por favor, no me folles aún.

- Descuida cariño – dije mientras miraba atentamente sus bonitos ojos – solo te follaré cuando tú me lo pidas.

Me tumbé sobre ella y puse mi polla, tras el bañador, colocada sobre su rajita. Mientras ella gemía pude ver como con la presión los labios de su coñito se abrían e intentaban abrazar mi polla.

Y la besé. El beso fue largo y apasionado. La manera de besar de mi hija Beatriz era escandalosamente adictiva. Me costó separarme de ella.

Me agaché y puse mi cara directamente frente a su coñito.

- ¿Qu… qué me vas a hacer papá?

Con dos dedos separé su rajita y un poderoso gemido salió de su boca a la vez que mi lengua se deslizaba por toda la extensión de su coñito.

No sabía a nada, limpia como una patena, sin olor alguno. Mi hija era tan pulcra como su madre y eso me volvió loco. Tenía un hambre feroz y mi lengua comenzó a repetir los lametazos mientras su clítoris comenzaba a asomar furtivamente para recibir su dosis de lengua.

Comencé a sentir el flujo vaginal de mi hija en mi boca. Junto a sus gemidos y temblores, dejaba claro que lo estaba disfrutando como nunca. Mi lengua torturaba su rajita y presionaba su clítoris con fuerza y a la vez con suavidad.

Mi polla estaba durísima y sentí por un momento que no quería que se corriese, deseaba estar comiéndole el coñito largo rato. No me saciaba, pero el placer que le estaba dando iba a impedir algo así.

A juzgar por como gemía sabía que se iba a correr inminentemente. Sus manos se colocaron sobre mi cabeza.

. Papá!! Me matas de placer!!!! Para por favor!!! Siento que voy a correrme como nunca!!! Dioossss, ahhhhh, ahhhhhh, joderrrrrr, ahhhhhhhh

Quise ir más allá y coloqué mi lengua justo en la entrada de su coñito. Con la punta comencé a hacer círculos e incluso intenté follarla con ella.

Sentí como se atragantaba con un gemido y sus manos hacían fuerza sobre mi cabeza. Sabía lo que venía y me proponía a degustarlo. Dejé mi lengua colocada en la entrada de su coñito y sentí como una considerable cantidad de flujo vaginal se derramaba sobre ella.

- AHHHHHHHHHH!!! ME CORROOOOOOOOOOOOOOO!!!!! OOOOOOHHHHHHHH!!!!!

Levantó sus caderas para hacer más presión sobre mi boca mientras sus manos, instintivamente, apretaban mi cara contra su chochito. Se derramó agustó sobre mi boca mientras temblaba y gemía compulsivamente, y pude extender los resquicios de su corrida mientras saboreaba y limpiaba su chorreante coñito.

Finalmente se dejó caer pesadamente sobre la cama mientras mi boca se separaba, con pena, de su inflamada rajita.

Tras recobrar la respiración un hilo de voz salió de la boca de mi hija.

- Pa… papá. Gracias. ¿Sa… sabes? Una vez me comieron el coño, y aunque me corrí… aquello fue un insulto comparado con esto. Me has hecho ver las estrellas. ¿He… he echado mucha cantidad? - dijo con apuro.

- Sí cariño, y me ha encantado. - sonreí – y ahora deberíamos limpiarnos e inos. Se nos hace tarde.

Pero su cuerpo se abalanzó sobre mí tumbándose en la cama. Colocándose encima de mí con cara de viciosa pude ver un deseo inenarrable en sus ojos.

- Me niego papá. Quiero que seas el primer hombre que se corre en mi boca. Y va a ser ahora.
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heranlu

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En un Agradable día de Playa – Capítulo 005

- Deseo con todo mi ser y con todas mis fuerzas que seas el primer hombre que se corre en mi boca papá.

Me volvió a repetir esas palabras con un susurro sensual mientras me retiraba el bañador y dejaba al aire toda mi dureza.

- Guau papá, me pone muchísimo cuando compruebo las ganas que tienes de mí. Cierra los ojos por favor.

Y le hice caso, cerré los ojos y sentí como ella se tumbaba sobre mí. Su mano acomodó mi polla entre sus labios vaginales y comenzó a restregarse hacia arriba y hacia abajo. Gemimos mutuamente mientras sentía como mi glande se encajaba, en ocasiones, de forma peligrosa en la entrada de su coñito. Un movimiento en falso y comenzaría a abrirse paso dentro de ella.

De pronto se incorporó y noté como ponía, con su mano, mi polla en vertical. Y sentí calor, calor y humedad. "¿Me está empezando a follar?" y abrí los ojos. Pero pude ver que, mientras me miraba, se la estaba metiendo en la boca suavemente. No era su coñito lo que estaba engullendo mi polla, era su boca. Ella se detuvo y sonrió.

- Veo que te he hecho dudar papá. Y has incumplido tu palabra abriendo los ojos. Tendré que castigarte en algún momento. Quizá... debería subirme encima de ti y follarte, durante toda la mañana...

Sus palabras se iban deteniendo mientras se metía mi polla en su boca rápidamente, casi hasta la garganta, y la sacaba para continuar hablando. Mis gemidos indicaban el grado de placer que me estaba dando.

- Quizá... debería follarte hasta que toda tu leche estuviera en mi chochito, hasta que mamá y Raquel entraran por la fuerza y me vieran cabalgándote, con un charco de semen y flujo bajo nosotros...

Sus palabras eran susurros sensuales mientras no paraba de hacer metidas y sacadas en su boca de forma rápida y sensual. Me sorprendió no sentir sus dientes en ningún momento, pero si la suavidad de su lengua y, en alguna ocasión, la de sus amígdalas.

- Quizá... debería follarte hasta que, de algún modo absurdo e incomprensible, el anticonceptivo que tomo fuese incapaz de soportar tanto semen, que de algún modo se rompieran las leyes de la naturaleza y me dejaras embarazada...

Quise gritar y avisar, pero no pude, me ahogué en mi propio gemido. Pero ella notó como mi polla se tensaba, se ponía más dura y crecía un poco más. Sentí como sus labios se cerraban sobre más de la mitad de mi polla y como su lengua estimulaba mi glande para darme la estocada.

Y me corrí, y lo hice como nunca me había corrido en ninguna otra boca exceptuando en la garganta de mi mujer, ya que aquello era otra cosa, otro nivel, algo diferente. Pero en mamadas puras y duras esto fue el sumum del placer. Y no es que la mamada hubiese sido algo excepcional. Era para nota, desde luego, pero otras mujeres más experimentadas me habían hecho mamadas de este nivel e incluso superior. Ahí el top lo tenía Marta, por experiencia y conocimiento sobre mí, pero mi hija se había acercado peligrosamente a la primera.

La diferencia estuvo en lo psicológico. Mi hija introdujo algo nuevo al juego, introdujo un deseo que iba más allá de la pura sensación. Introdujo la palabra, la imaginación, rompiendo cualquier límite del deseo. Escuchar esas palabras, con esa sensualidad, escuchar su propio deseo fue algo sencillamente brutal.

Y mientras digería el orgasmo tan brutal me di cuenta de que seguía inyectando leche en la boca de mi hija. Ella luchaba con todas sus fuerzas por tragar todo. Escuchaba su garganta en grandes tragos, pero fue imposible. Tuvo que abrir la boca y una buena cantidad de semen se derramó sobre mí mientras el último chorro de leche disparaba casi sin fuerza sobre su lengua.

Se lanzó como una posesa a limpiar y tragar todo lo que se había derramado. Su respiración agitada denotaba esfuerzo y excitación a partes iguales. Bufó y suspiró.

- Madre mía, has vaciado todo lo que tenías en tus preciosos huevos sobre mi boca papá. Me flipa todo de tu polla papá, que vayas depilado, limpio, su tamaño, dureza, lo mucho que te corres... bufff, me callo ya porque si no al final te violo.

Miré el reloj y habían pasado justo unos 15 minutos. Esta vez fui yo el que se lanzó sobre mi hija. Mi brazo rodeó su perfecta cintura y mi mano se aferró a su precioso y perfecto culo. No podía pensar en otra cosa que la perfección, pero como todo ser humano, su imperfección radicaba en su poquito pecho. Suspiré mientras pensaba "mi mujer es una maravilla y mi prima es un pecado mortal, pero mi hija es un monumento a la casi perfección".

Mi otra mano se posó sobre su coñito y fue cruel con él. Tres dedos, con muchas dificultades, se colaron a trompicones en el cerradito coño de mi hija. Al no ser virgen y haber hecho sus pinitos con otros chicos supe que podría hacerlo y conseguí lo que buscaba. Que su chochito sintiese la tensión de un visitante que pone a prueba su capacidad.

No fue un gemido, fue un alarido, pero no de dolor, sino de placer. Estaba tan lubricada que la presión dio paso a un placer aun mayor. Mis dedos se doblaron presionando el punto g mientras separaban a la fuerza sus tensas paredes vaginales. Sentía como su chochito trataba de amoldarse a mis dedos, como palpitaba con cada movimiento.

Y sucedio lo que esperaba. Mi hija se había excitado demasiado durante la mamada monumental que me había hecho. Se corrió, pero no pudo decir nada, un gemido ahogado y sus ojos en blanco dieron lugar a un terremoto en su coñito. Sentí como tres hilos de flujo vaginal bajaban hasta la palma de mi mano, acumulándose allí.

Intenté sacar mis dedos pero no pude. Mi hija no temblaba, se había quedado inerte, pero su chochito se había convertido en un volcán erupcionando. Presionaba tantos mis dedos durante su corrida que los tuve que dejar dentro sin moverlos. Hasta que todo cesó, su coñito se relajó y pude sacar mis chorreantes dedos. Mi hija se dejó caer sobre mí y la abracé.

- Gracias papá. No se qué será de mí el día que me folles. Me repito cuando te digo que me corro como nunca, pero hoy con la comida de chochito que me has hecho y lo que me acabas de hacer ahora... me has dejado completamente sin fuerzas.

- Gracias a ti por haberme hecho una mamada muy bestia.

Sentí que sonreía sobre mi hombro.

- No te voy a preguntar si te ha gustado. Casi me ahogas. Y lo peor es que me ha encantado, asi que vete acostumbrando... aún estoy en edad de crecimiento y necesito tu leche... igual hasta me crecen las tetas - dijo descojonándose y de broma.

- No lo necesitas.

- No las quiero. Estoy muy agusto con mi cuerpo papá. Admito que tener la delantera brutal de Raquel debe molar, pero no la necesito... - puso su mano suavemente sobre mi polla - ... mientras que el resto de mi cuerpo sea suficiente para ponerte a mil. Oh, por cierto, sobre lo de embarazarme…

Me eché a reír.

- Sé que ha sido pura psicología hija – dije para restar importancia – y me ha encantado.

- Exceptuando eso, todo lo demás lo he dicho en serio – y una pequeña carcajada salió de su boca – aunque tengo que decir que si no fueses mi padre… creo que te haría padre unas cuantas veces.

Le di un cachete sonoro en su precioso culo y la empujé hacia la ducha. Nos duchamos juntos con rapidez y fuimos a ojear como estaba Marta. Tras ver que estaba profundamente dormida corrimos a la playa.

Al llegar Elena nos estuvo preguntando, y con cierto cachondeo soltó un hilarante “menos mal que sois padre e hija, porque con lo que habéis tardado cualquiera hubiera pensado que habéis aprovechado para follar como locos”.

Pude ver como Raquel giraba la cabeza en la toalla y como sentía en mi cuerpo ciertos nervios.

- Tú lo has dicho madre – dijo Beatriz restando importancia – porque es mi padre, que si no me lo tiraba sin rodeos.

- Uy, pero qué guarra eres hija – dijo a carcajada limpia Elena – ¡a ver si voy a tener que vigilarte! Pero lo cierto es que tienes razón. Si tuviese un padre así…

Beatriz se encogió de hombros prefiriendo no continuar con la conversación y ahí terminó el tema.

El resto de las vacaciones fueron normales, sin encuentros fortuitos más allá de la recuperación de Elena. El día antes de irnos me cabalgó con saña y fiereza hasta que se corrió por tercera vez. Antes de su cuarto orgasmo se separó de mí y se tumbó en la cama.

- Córrete dentro de mí por favor.

Coloqué sus piernas en mis hombros y la penetré con fuerza. Mi polla se abrió paso sin dificultad en su chorreante coño hasta que hizo tope. La penetración era tan profunda que conseguía impactar en su cervix uterino.

Y ese era el truco que teníamos. Era una postura que nos encantaba y que provocaba una ligera molestia a Elena si se la enterraba entera. Y jugábamos con eso para parar su orgasmo.

Por tres veces evité que se corriera por cuarta vez hasta que yo no pude más y descargué toda mi leche en su coñito para deleite de los dos. Cuando saqué mi flácida polla de su interior ella se masturbó para mí. Frotó su clítoris con fuerza hasta que se corrió, expulsando buena parte de la mezcla de nuestros fluídos.

Las sonrisas pícaras de mis hijas y de mi prima precedieron a la carga del equipaje y a nuestra partida por la mañana.

Al llegar a casa volvimos a la normalidad. Mis hijas retomaron sus estudios y tanto mi mujer como yo nos incorporamos a nuestros respectivos trabajos.

Tres días después, con Elena de nuevo a tope, repetimos la jugada del último día del hotel, con la diferencia de que me acompañó con su cuarta corrida mientras llenaba su coñito de leche. Fue tan intensa que se quedó dormida mientras el semen salía lentamente de ella.

Puse una toalla debajo de ella y me dirigí al baño para limpiarme, con la sorpresa de que allí me esperaba mi hija Beatriz. Entró conmigo al baño, me agarró una mano y la dirigió a su entrepierna. Sus braguitas estaban empapadas. Me susurró al oído un “Me queda poco papá, por favor ayúdame.”

Mientras metía una mano dentro de sus braguitas para penetrarla con mis dedos, me di cuenta de que iba semidesnuda. Un pequeño top deportivo tapaba sus pequeños pechos y, además de las bragas, solo llevaba unos pequeños calcetines blancos. Tenía un cuerpazo escandaloso.

Sentir la suavidad de su coñito perfectamente depilado era una delicia. Al igual que sentir su chorreante y caliente vagina mientras un dedo se colaba en su interior.

No tardó en correrse mientras ahogaba su gemido en mi hombro. Se subió las bragas y metió su lengua hasta mi garganta. El beso fue corto pero profundo, dejándome con ganas de más. “Gracias papá. Te debo una buena mamada. Me vuelvo a la cama rápidamente, pero primero voy a cambiarme las braguitas.”

Pasaban los días y no paraba de pensar en el momento en el que Beatriz y yo nos quedáramos a solas, pero olvidé por completo que mi hija Raquel estaba esperando exactamente lo mismo, y fue con ella con quien primero tuve ocasión.

Un día entré en casa pensando que llegaba el primero. Había salido antes del curro y no tenía nada especial que hacer, hasta que vi que de una habitación salía mi hija Raquel en bragas y sujetador.

Siempre tendía a compararla con su hermana Beatriz y salía perdiendo, pero era un poco injusto porque igualmente era un pivón. Y tenía algo distinto, una delantera descomunal cuyo sujetador apenas podía contener. Parecía que se iba a romper en cualquier momento.

Las braguitas de encaje, de color blanco, mostraban sutilmente esa pequeña división que tanto le indignó el día que discutió con su hermana. Su melena caía en cascada hacia atrás mientras sus ojos me miraban con deseo.

- ¿Te gusta lo que ves papá?

- Me encanta hija, estás increíble. Pero… ¿ese sujetador no te queda demasiado justo?

Pude ver como se ponía completamente roja.

- Me lo compré el año pasado y no lo había estrenado. Es que… me han crecido… pero con que aguante hoy…

Se acercó a mí y me besó. Una mano se posó en mi entrepierna para notar su prominente dureza.

- Ya veo que de verdad te gusta papá… - me susurró mordiéndose el labio.

Una mano buscó su entrepierna y dio un sobresalto. Noté humedad y calor. La miré sonriente.

- A ti parece que también.

La timidez de Raquel se hizo palpable mientras se ponía colorada como un tomate de nuevo. Supe entonces que los pasos a dar con ella debían ser más precavidos que con su hermana.

Al fin y al cabo ella era virgen, nunca había tenido un orgasmo y sabía lo justo sobre el sexo. Una mano se coló en sus braguitas y pude notar que estaba completamente depilada.

- Me acabo de depilar para ti… - me dijo avergonzada.

- Me encanta que lo hagas hecho.

Nos volvimos a besar mientras nos íbamos a su cama. Continuamos comiéndonos la boca durante largo rato, hasta que mi mano volvió a palpar sus braguitas comprobando que estaban mojadas.

Comencé a acariciar su coñito con mis dedos, siempre por fuera de las bragas, arrancándole los primeros gemidos. No se parecían a los que emitían Elena y Beatriz ya que eran más graves y altos. Tomé nota para cuando hubiera alguien en casa.

Continué masturbando su coñito con tranquilidad, frotando suavemente sus cada vez más mojadas braguitas, hasta que sus gemidos comenzaron a encadenarse unos con otros.

- Uffff, Ooohhhh, Papaaa, qué placer!!! aaahhhhh, uffff….

De pronto sentí que se tensaba y se preocupaba.

- Papá para por favor.

- ¿Por qué?

- Si… siento queee… me voy a hacer pipí…

Negué con la cabeza y sonreí.

- Cariño, no te vas a hacer pipí, te vas a correr. Hoy vas a correrte por primera vez.

Ella golpeó con la cabeza en el colchón y echó la cabeza hacia atrás con un largo gemido. Froté con más rapidez con mis dedos, aumentando la presión. Ella abría la boca ahogando sus gemidos mientras todo su cuerpo se agitaba. Sus pechos subían y bajaban con fuerza, amenazando aún más, si cabe, al pobre sujetador que parecía incapaz de contenerlos.

El momento se acercaba y ella lo notaba. Incapaz de aguantar el placer casi me gritaba.

- UUFFFFFFFFFFFFFF, PAPA!! NO LO AGUANTO!!! OOOOHHHHHHHH!!!!

- Vamos cariño, córrete, disfrútalo.

Y explotó como un volcán.

Sus caderas se levantaron tras un gemido que pareció un grito. Sentí que las braguitas se encharcaban de repente mojando mis dedos. Pude ver como su corrida se salia por los laterales de su braguita. La mancha de humedad previa había dado paso a una mancha seria. Había calado las bragas. Mi hija Raquel también era de las que acompañaba su corrida con una buena cantidad de flujo.

Dejé que se recompusiera y que recuperara la respiración. Noté como se notaba las braguitas y se sorprendía.

- Ahora tengo ganas de hacer pipí de verdad, pero esto… así que esto es correrse. Guau, ha sido increíble. Ahora entiendo que Beatriz ande en celo todo el día.

Nos reímos y nos besamos durante largo rato.

- Gracias papá. Oye… ¿vas a provocarme cuatro orgasmos?

- No hija, eso mejor otro día. Tenemos tiempo de sobra, degusta la experiencia de hoy y ya comprobaremos si tienes el problema de tu madre.

- Está bien – asintió complaciente – pero ahora quiero ver como te corres tú.

Sus manos fueron hábiles desabrochando mi pantalón y dejando mi dura polla a la vista. Sus ojos brillaban mientras sus manos comenzaban a frotarla y a palparla con suavidad. Era la primera vez que iba a masturbar a un chico.

Comenzó a subir y a bajar la piel con suavidad mientras adquiría ritmo. Mis gemidos indicaban claramente que me estaba gustando, pero decidió ir más allá.

- Espera papá, quiero que te corras en un sitio muy especial. Dices que mis tetas te encantan ¿verdad?

- Sí hija, son increíbles.

- Pues córrete en ellas. Suéltame la leche encima.

Me había corrido muchas veces sobre los preciosos y grandes pechos de Marta, pero este era otro nivel. Y debió notarlo. Mi polla se puso más dura si cabe. Correrme en los enormes pechos de Raquel iba a ser algo increíble.

Mi hija se desabrochó el sujetador y al verlas casi me corro en el acto. Eran enormes, de aureolas y pezones pequeños, y desafiaban las leyes de la gravedad de forma increíble.

Mi mano agarró uno de sus pechos intentando abarcarlo sin éxito. Necesitaría las dos para poder hacerlo. La suavidad de su piel subió otro punto a mi excitación y ella debió notarlo.

Aumentó la velocidad de la masturbación y apuntó directamente hacia sus pechos. Un gemido gutural dio paso a la sensación de un orgasmo potente, de sentir como tu propia polla adquiere vida propia mientras palpita.

Eso pilló por sorpresa a mi hija, ya que el primer chorro de espesa leche impactó en su pecho izquierdo, pero mi polla se vuelve muy pulsátil, así que el segundo chorro le impactó en la cara. Rápidamente volvió a sujetarla y a dirigirla a sus enormes pechos, donde me vacíe chorro tras chorro.

- Guau papá, qué potencia. Menuda forma de correrte.

Con una mano comenzó a restregarse la corrida por sus dos pechos. Y, dubitativa, cogió con dos dedos un poco de semen y se lo introdujo en la boca.

- Pensaba que me iba a dar asco – añadió – pero esto lo que da es más vicio.

Una sonrisa pícara adornó su bonita cara.

- Como primera toma de contacto ha sido brutal hija. Nunca me había corrido sobre unas tetas tan grandes e increibles.

- ¿De verdas te gustan tanto?

- Son las mejores que he visto y tocado con diferencia.

Mi hija me abrazó y me besó.

- Muchas gracias papá. Me has hecho muy feliz. Sé que aún nos quedan muchas cosas por hacer y quiero disfrutar todos y cada uno de nuestros encuentros pero…. Deseo con muchas ganas el día en el que te entregue mi virginidad.

- Como tú has dicho cielo… disfrutemos el camino. Todo llegará – y le di un beso en la frente antes de levantarme y dirigirme hacia el baño.
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heranlu

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En un Agradable día de Playa – Capítulo 006

Había pasado un mes desde que mi hija Raquel tuvo su primer contacto sexual medianamente serio conmigo. También habían pasado apenas solo unos días desde que mi sobrina Alba me confesó su gran problema y habíamos tenido una "sesión de ayuda" inesperada y sorprendente (de esta parte solo he publicado el primer relato, el segundo cerrará ese primer contacto).

Entre medias mi mujer había dado buena cuenta de mí siempre que tenía ocasión, pero cada tres o cuatro días... resultaba todo un poco soso. Mi hija Beatriz comenzó a realizarme mamadas con final feliz a traición pero sin dejar que yo le tocase, lo cual me frustraba mucho. "Papá, no te preocupes, todo esto que me debes me lo voy a cobrar muy pronto de una manera especial, tú deja que tome mi leche cuando me apetezca y que yo solita calme el incendio que me dejas solo con verte. Hazme caso, merecerá la pena." me decía siempre Beatriz mientras se relamía y se daba la vuelta para irse.

Mi hija Raquel estaba inmersa en sus exámenes y no pudimos repetir nuestro encuentro, pero un día desayunando me hizo una confesión que me hice muy feliz. "Papá, ahora que estamos solos, en cuanto termine los exámenes tenemos que repetir lo del otro día. ¿Sabes? Desde aquel día he conseguido correrme unas cuantas veces mientras me masturbo. Casi siempre cuando te oigo follar con mamá." Me encantaba que mi hija se pusiese roja cuando me confesaba algo.

Una vez actualizada la situación con mis hijas, me encontraba vistiéndome con un traje para una fiesta anual que realizaba siempre la empresa en la que trabaja mi mujer. La multinacional siempre invitaba a la familia de los trabajadores que se encontraban en puestos de responsabilidad (supervisores, encargados, directivos, responsables de proyectos... etc). Al otro lado de la habitación Elena se maquillaba cuando me pilló observándola.

- ¿Te gusta cómo voy? - me preguntó con una sonrisa pícara.

- Bueno... teniendo en cuenta que el rojo siempre te ha sentado de maravilla y que ese vestido ajustado hace justicia con ese culo y esas curvas que me vuelven loco... se podría decir que sí, me gusta como vas - contesté haciéndome el interesante.

Una larga carcajada salió de la boca de mi mujer mientras me ponía un puchero.

- No te preocupes, sé que tanto brindis y tanta copa te acaba dejando KO con una borrachera brutal. Yo te subiré a la habitación del hotel y te acostaré como siempre.

- No sé que haría sin ti Víctor, al final te vas a ganar que te vuelva a hacer una buena garganta profunda... - dijo Elena mordiéndose el labio.

La fiesta siempre se realizaba en el mismo hotel, un cinco estrellas en el cual se reservaban todas las habitaciones para todos los asistentes. Era lo suficientemente grande como para que mis hijas, que siempre asistían debido a que habían hecho amistades desde hace años, tuviesen su propia habitación individual.

- Oh, por cierto, me encontré con tu hermana, me ha dicho que Alba ha dado un cambio radical desde que fuiste a ver el ordenador. Se pregunta qué le hiciste, ya que lleva toda la semana sonriendo.

- Oh - fingí sorpresa - tan solo escuché sus problemas con los estudios y con sus "amistades". Es una chica dedicada a sus estudios con poca vida social y solo necesitaba que alguien la escuchase - la trola que le metí a mi mujer fue de órdago.

- Si es que eres un encanto, vayamos a ver como están las niñas - y deteniéndose en mí - el traje te queda espectacular. Si no hubiésemos follado anoche y tuviese el coño echando fuego... te follaba ahora mismo.

Tras provocarme, mi mujer me agarró de la corbata y me dirigió hacia la puerta. Una vez que salimos nos encontramos con mi hija Beatriz en el pasillo... y se me cayó la baba.

Vestía un largo vestido de color negro muy ceñido. Un pequeño encaje trataba de realzar su pequeño pecho con cierto éxito, pero la cintura y el culo, con la tela tan ajustada, resultaban mareantes. Iba levemente maquillada, con los labios pintados de negro, el pelo recogido hacia un lado y caído por un hombro. Los ojos iban pintados de tal forma que el color verdoso de sus iris parecía refulgente.

- Joder hija, vas increíble, de hecho has dejado a tu padre petrificado, si no fueses su hija temería por un divorcio inmediato para empotrarte aquí mismo delante de mí. Mírale, se le cae la baba, y no es para menos. Vas increíble. - bromeó Elena al ver que se me abría la boca y al comprobar que nuestra hija iba espectacular.

Beatriz no pudo evitar ponerse roja mientras le sacaba la lengua a su madre.

- ¿Y a ti te gusta como voy papá? - preguntó pícaramente Beatriz.

- Espera hija, que no solo estoy buscando los papeles del divorcio para tu madre, también para divorciarme de ti como padre y poder hacer todo lo que ha dicho tu madre. Estás increíble, eres una digna hija de tu madre - contesté bromeando.

Beatriz se rió a carcajadas mientras Elena me miraba de reojo fingiendo enfado.

- Hoy vas a ser el foco de atención de la fiesta - dijo mi mujer cambiando de tema mientras sonreía.

Para nuestra sorpresa Beatriz negó con la cabeza.

- Me temo que este año va a haber alguien que me va a quitar el puesto.

- ¿Ah sí? - pregunté por curiosidad.

- Este año Raquel se va a llevar todas las miradas. La he tenido que ayudar un poquito, pero el resultado ha sido brutal, venid que os lo enseñe.

Elena y yo nos miramos con cierto interés. Raquel solía vestirse elegante pero informal, con vestidos o conjuntos que no cuadraban en demasía con su cuerpo. Mientras Beatriz sabía perfectamente como potenciar sus mejores atributos y ocultar sus carencias... Raquel no ponía interés en esas cosas.

Caminamos hacia la habitación de Raquel y mi hija Beatriz tocó la puerta.

- ¿Estás lista? Papá y mamá están aquí.

- Sí, podéis pasar - sonó una voz titubeante en el interior de la habitación.

Cuando entramos no fui el único que se quedó boquiabierto. Elena también alucinaba.

Ante nosotros se encontraba nuestra hija Raquel con un vestido blanco muy ajustado. Le hacía un bonito culo y unas bonitas curvas, ya que si bien no eran atributos al nivel de su hermana... eran lo suficientemente buenos como para que cualquier hombre los admirase. Pero el vestido tenía un escote pecular que casaba a la perfección con el enorme pecho de mi hija Raquel.

El vestido no tenía tirantes y contaba con un escote cerrado-abierto, es decir, subía hasta el cuello y lo rodeaba, pero en la zona del pecho tenía una zona abierta que dejaba a la vista la parte superior de los enormes pechos de mi hija.

Además iba muy bien maquillada y tenía el pelo recogido en un bonito moño. A su lado mi hija Bestriz sonreía satisfecha, mientras Elena y yo apenas podíamos articular palabra.

- Y bien... ¿Qué os parece? - Raquel me miró fijamente a los ojos y pude determinar cierto brillo en ellos.

- Hija - contestó mi mujer - es el vestido perfecto para ti. ¿Por qué no pude yo haber nacido con una delantera como la tuya? ¡Estás espectacular! Por fin realzas todas tus curvas de forma merecida.

- Yo no tengo palabras. De matricula de honor - dije embobado.

- ¿Ves hermanita? - intervino Beatriz - vas a ser el alma de la fiesta. Ya era hora de que lucieras esas dos bellezas.

- Las luciría mejor si tuviese tu culo, tu cara y tus curvas, pero la verdad es que estoy contenta, me gusta como voy - contestó sonriente Raquel - muchas gracias por ayudarme hermana.

- No hay de qué, y no te quejes tanto, que a mí me falta lo que a ti te sobra. Esa delantera es descomunal - y dirigiéndose a nosotros dos - y tendríais que ver como desafían a la gravedad a pesar de lo enormes que son.

- ¡Oye! - gritó Raquel mientras golpeaba en el hombro a su hermana y se echaban a reír.

Bajamos a la fiesta y fue tal y como se esperaba. Esta vez no solo mi hija Beatriz acaparó la atención. Raquel causó sensación y se vio un poco abrumada por tanto piropo y por tantas personas deseando hablar con ella, especialmente los chicos más jóvenes claro.

Elena comenzó a beber con los directivos y no tardó mucho en empezar a mostrar ciertos síntomas de embriaguez. Me encontraba absorto en mis pensamientos mientras me tomaba una copa en el enorme salón cuando una dulce voz me sorprendió por detrás.

- ¡Víctor! ¡Qué sorpresa!

- Hola Natalia. ¿Cómo te va?

Natalia era la hija del máximo dirigente de la multinacional. No llegaba a los 30 años y se rumoreaba que estaba soltera, pero también que sus conquistas eran insondables y... que le gustaban los retos. Mi mujer y mis hijas siempre causaban sensación, y a Natalia le gustó el reto de intentar flirtrear con el "eslabón débil", es decir... yo. Solo para su ego.

Y aunque nunca la rechazaba como tal, siempre se veía acorralada ante la incapacidad de tenerme a solas más que un rato en la fiesta. Era una mujer rubia, con ojos azules, unas curvas proporcionadas a su enorme pecho (caderas anchas y culo sugerente) y sobre todo un morbo inusual. Era de ese tipo de mujeres que "desprenden follabilidad a raudales".

- Bien, no me puedo quejar. ¿Será este año cuando por fin podamos quedar aunque sea a tomar un café?

- ¿Un café? ¿Por qué no?

- Bueno querido, quien dice un café dice a otra cosa... A pesar de que tienes una mujer increíble... estoy seguro de que nunca habrás catado unas curvas como las mías.

Sin duda Natalia estaba poniendo toda la carne en el asador, pero pronto se vio interrumpida.

- Hola Natalia - dijo una sonriente Beatriz apareciendo de la nada - ¿Cómo te va?

Natalia cambió de tema rápidamente y tras cruzar unas cuantas palabras cordiales con mi hija se retiró, no sin antes decirme un "espero que podamos quedar a tomar ese café muy pronto".

- Papá, esa loba no sabe como echarte el guante. Si alguna vez sientes ganas de follártela no seas tonto, vienes, me lo dices y te dejo seco. Verás que pronto se te quitan las ganas - dijo picaramente Beatriz - aunque entiendo que esa mujer puede ser brutal en la cama, al menos es lo que desprende.

- Nah, me ha gustado más eso de avisarte a ti.

Beatriz me sonrió y acercándose a mí me susurró algo que me causó una erección inmediata.

- ¿Sabes papá? Hoy no llevo bragas, y como se que te gusta tanto el vestido que llevo puesto... hoy te voy a follar con él puesto.

Mi corazón se saltó un latido, y antes de que pudiese reaccionar volvió a susurrarme.

- Mientras mamá duerme la mona serás mío. No aguanto ni un día más sin que esa preciosa polla llene mi chochito, asi que prepárate - y elevanto la voz mientras me guiñaba un ojo - mira a quien tenemos aquí, al alma de la fiesta.

Raquel se acercó a nosotros con una copa en la mano.

- ¿En serio has tenido que aguantar esto todos estos años? - preguntó con cierta sorna a Beatriz - A ver, mola que los chicos te presten atención, hay algunos muy guapos y mola sentirse deseada, pero la cantidad de babosos que no dejan de mirarme los pechos mientras hablamos es demasiado. Llega un punto en el que parece repugnante. Apuesto a que si he hablado con veinte chicos, diecinueve y medio solo me querían follar. Hasta los quinceañeros me comen desde lejos. Es agotador, pero se agradece sentirlo por una vez.

- Bienvenida a la realidad hermana. ¿Ves como eres un puñetero pivón?

Raquel mostró un rostro avergonzado mientras asentía dándole la razón a su hermana.

Al final charlamos y bebimos durante largo rato mientras veíamos a lo lejos como Elena hacía de relaciones públicas y comenzaba a mostrar serios síntomas de borrachera. Finalmente ella comenzó a despedirse y llegó hacia a nosotros haciendo eses.

- Creo que... ya debería parar - su voz denotaba una borrachera escandalosa - Llevadme a la habitación. Jo, y esta noche no puedo follarme a vuestro padre.

Raquel y Beatriz se aguantaban la risa mientras yo sujetaba del brazo a mi mujer.

- Venga, acompañemos a vuestra madre a la cama - dije sonriente mientras Elena se avergonzaba.

- Lo... lo siento... bebo cuatro copas y siempre me pasa lo mismo...

Miré hacia mi hija Beatriz quien, descojonada, me susurraba un "he contado nueve copas..."

Nada más entrar en la habitación, mis hijas me ayudaron a desvestir a mi mujer, y fue Raquel quien no pudo evitar alabar el cuerpo de Elena. "Joder con mamá, menudo cuerpazo que tiene, me conformaría con estar la mitad que ella cuando tenga su edad."

Raquel me miró y luego miró a Beatriz, sonrió y miró a Elena, que había apoyado la cabeza en la almohada y se había quedado directamente dormida.

- Bueno, mamá duerme la mona y yo me voy a mi habitación, sed buenos - y nos guiñó un ojo.

Beatriz me agarró la mano y, mientras Raquel salía al pasillo, me la metio por debajo de la falda del vestido. Mis dedos palparon la suavidad de su coñito, completamente depilado y al desnudo.

- ¿Has visto como decía la verdad? Ven, vayamos a mi habitación - me dijo en un susurro.

Salimos fuera y corrimos literalmente a su habitación. Cuando entramos quise darle una sorpresa a mi hija, ya que ella tenía planes para mí... decidí ser juguetón.

- Bien papá, vamos a la cama, no veo el momen... uy

Sujeté a mi hija de las muñecas y la apoyé contra la pared con suavidad. Mi lengua buscó su boca y nos besamos. El ansia que teníamos los dos quedó rápidamente patente. La forma de besar de mi hija era demencial y me puso a mil en un momento. Sentir esa suave lengua juguetear con la mía con una gran habilidad mientras sus suaves labios rozaban los míos era algo indescriptible.

Arranqué un gemido de mi hija a traición apoyando mi dureza directamente en la entrepierna.

- Papá, te necesito dentro ya, es... espera... OOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHH

Mientras arrancaba su frase mis manos levantaron su vestido a la par que me agachaba. Tras suplicarme que esperara mi lengua dio un feroz lengüetazo en su rajita.

Mi hija instintivamente abrió sus piernas y se dejó hacer. Mi lengua torturaba su inflamado clítoris y arrasaba con el flujo vaginal que se acumulaba en su rajita con un tremendo lengüetazo cada vez que sentía que ese coñito demencial comenzaba a babear.

Los gemidos de Beatriz salían sin control de su boca, y pude sentir que su climax se acercaba con mucha rapidez debido a los gemidos cada vez más rápidos, a los temblores de su cuerpo y a que su flujo vaginal comenzaba a escuchirrse por mi barbilla.

- OOOOHHHH, AHHHHH JODERRRR!!! PA... PAPAAAA!!! LO... LO SIENTOOOOO!!! AHHHHGGGGGGGGGGG

Sus manos presionaron mi cabeza contra su chochito mientras sentía como mi boca se inundaba con su corrida. Degusté con tranquilidad todo lo que me hija me ofrecía mientras ella dejaba de temblar, pero cuando sentí que se recuperaba... volví a la carga.

- OOOOHHHHH PAPA!!! ESPERA!!! AAAAHHHHHH!!!! AAAAHHHHHHH!!!!

Mi lengua torturaba de nuevo su clitoris mientras un dedo penetró su chorreante coñito. Le di poco tiempo para acostumbrarse cuando un segundo empezó a tensar sus paredes vaginales. Si mi hija quería follar quería que estuviese preparada y que no sufriera ninguna molestia.

Ella me había confesado que llevaba un año sin follar y pude comprobar con mis dedos que era bastante estrecha. "Lo cierto papá es que tu polla es mucho más grande que cualquiera que haya entrado en mi coñito. Tendrás que tener cuidado..." me decía siempre de forma juguetona.

De vez en cuando me separaba para vislumbrar ese precioso coñito, ahora taladrado por dos de mis dedos mientras éstos entraban y salían con suavidad. Pretendía alargar el segundo orgasmo, pero mi hija estaba muy pasada de vueltas. En el momento en el que hice el gancho con mis dos dedos ocurrió lo inevitable.

- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!! ME CORRO JODERRRRR!!!! ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!

Varios hilos de flujo vaginal bajaron con rapidez por mi mano como fruto de su corrida. Cuando saqué los dedos un par de hilos se descolgaron directamente hacia el suelo. Un lengüetazo limpió su chochito y lo dejó brillante y reluciente... pese a estar inflamado y rojo.

- ¿Quiéres matarme de placer papá? Ahora te toca a ti.

Mi hija estaba fuera de si, me empujó literalmente a la cama y me bajó el pantalón con fuerza dejando a la vista mi erecta polla.

- Qué preciosidad de polla, ardo en deseos de enterrarla en mi chochito.

Comenzó a frotar su rajita contra mi polla embadurnándola de sus propios flujos. Rápidamente la recogió con su mano y la colocó apuntando al techo. Se encaramó sobre mí y apoyó el glande justo en la entrada de su vagina.

Se quedó quieta y me miró a los ojos.

- Papá, no sabes durante cuánto tiempo he deseado esto, ufffffffffffff

Se dejó caer con suavidad y comencé a sentir como mi polla comenzaba a abrirse paso lentamente en su coñito. Cuando mi glande ya había desaparecido en su interior se detuvo mientras jadeaba con ansiedad.

- ¿Estás bien cielo? - pregunté preocupado

- ¿Bien? Estoy en la puta gloria papá!! Si he parado es porque casi me corro!! Y si me corro no podré evitar dejarme caer y clavármela entera. Quiero degustarlo OOOOHHHHHHHH

Comenzó a dejarse caer y pude sentir como su estrecho chochito abrazaba con suavidad y firmeza toda mi polla. Tras unos segundos que parecieron horas sentí como mis huevos hacían contacto en su culo y como sus labios vaginales abrazaban por completo el final de mi miembro.

Sentí como sus paredes vaginales apretaban y soltaban con fuerza mi polla y como una buena cantidad de flujo vaginal se escurría por mis huevos. Su boca abierta y sus temblores indicaban que se estaba corriendo.

Dejé que se tomase su tiempo para disfrutar el inevitable orgasmo mientras vislumbraba su escultural cara completamente compungida por el placer.

- Qué... qué maravilla papá... siento tu polla en sitios que no sabía que existían en mi coño. Me siento avergonzada por haberme corrido con solo metérmela... ¿A mamá le ocurrió alguna vez?

- Las primeras veces que follamos le pasó lo mismo. No aguantaba el placer de ser penetrada y se corría.

- ¿Y sentía como me siento yo? Porque siento que me estás abriendo en canal. Uffff menuda polla... esto es otro nivel. Si trato de metérmela más siento que hace tope y me toca el útero, y es un poco molesto. ¿Puedes incorporarte papá?

Me incorporé y, sentados los dos, ella encima de mí, nos besamos con ansiedad.

Sentí de pronto como el culo de mi hija retrocedía con un movimiento de cadera y como mi polla abandonaba centímetro a centímetro su coño. Cuando apenas quedaba dentro tan solo el glande su cadera comenzaba el camino de vuelta penetrándose ella de nuevo.

- OOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHH

Mi hija comenzó a aumentar el ritmo con suavidad y era delicioso. Sentía como su lubricado chochito abrazaba mi polla en cada embestida de su cadera. Comenzaba a sentir como mis huevos iban preparando el material para un terrorífico orgasmo que aún tardaría en salir.

Poco a poco mi hija fue haciendo gala de una agilidad espectacular, ya que su cadera avanzaba y retrocedía con velocidad mientras mi polla aparecía y desaparecía del interior de su coñito.

- ME VUELVO LOCAAAA!!! AHHHHHHHH!!!! QUE PLACER DIOS!!!!! TENIA QUE HABERTE FOLLADO DIRECTAMENTE EN LA BOYA!!!! AHHHHHHH AHHHHHHH ME CORRO PAPÁ ME CORRO OTRA VEZ ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!

Un brutal golpe de cadera se enterró mi polla hasta el fondo y pude sentir como su chochito se convertía en un terremoto salvaje. Mis huevos sintieron la inundación de su corrida mientras ella temblaba y ponía los ojos en blanco.

- Jo... joder.... - dijo mientras volvía en sí - esta corrida ha sido como cien veces todas las demás... siento que mi chochito no podrá soportar otro igual, no estoy habituado a tu polla papá.... ne... necesito tu leche dentro de mí - mi hija inició de nuevo el vaivén de sus caderas, pero esta vez con dureza.

Jadeos por parte de los dos alternados por gemidos brutales.

- AAAAAAAAAAHHHHHH, PAPAAAA!!! SIENTO TU POLLA MÁS GRANDE Y DURA!!!!! ESO ES OOOOOOOOOHHHHHHHHH AHHHHGGGGGGGGGG DIOSSSSSSSSSSSS PAPÁAAAA!!!

Mi hija me follaba violentamente sacando y metiendo mi polla casi por completo en su castigado coñito. Sentía mi orgasmo cada vez más cerca, sentía que iba a inundar su coñito de leche, pero también sentía que si ella se corría antes podía quedar KO. Hasta que en susurros volvió a jugar con mi mente...

- Necesio tu leche papá, necesito que me inundes el chochito, necesito que me hagas tu puta, que me hagas tu perra, que me hagas tu mujer, tu amante, tu hija y la madre de tus hijos. Préñame papá, dame tu simiente, inunda mi coñito para hacerme tu puta...

Esos susurros fueron demasiado para mí. Sentí como mis huevos se contraían y sujeté su precioso culo con mis manos mientras enterraba mi polla por completo en su coño...

... y me corrí....

... me corrí como pocas veces...

Chorros de leche comenzaron a llenar su estrecho coñito mientras mi cerebro se freía de placer.

Y me salió del alma un "Me corro cariño!!!! Uffffffffff!!! Te voy a preñar!!!"

- SIIIIIIIIIII JODERRRRRRRR COMO TE SIENTO!!!!! LECHE CALIENTE!!! JODERRRRRRRRRRRRRRRRRRRR COMO PUEDES TENER UNA POLLA TAN PULSÁTIL!!!

Y convirtiendo sus gemidos en un chillido que taladró mis oidos...

- ME VUELVO LOCA PAPA!!! ME CORROOOOOOOOOO!!!!

Y se sacó mi polla de golpe para expulsar un chorro de corrida mezclada con mi leche que se unió al charquito de flujo que había previamente en la cama.

Se tumbó temblando y con los ojos en blanco mientras de mi polla brotaba el último chorro de leche directamente sobre el charco enorme que se había formado en la cama. La mezcla de nuestros fluídos daba fe del tremendo polvazo que acabábamos de echar.

Me incorporé y me puse sobre ella, introduciendo de nuevo mi polla en su coñito para que se fuese desinfñando dentro de ella. En ese rato no dijimos nada, tan solo nos besamos con pasión.

- Te amo papá

- Y yo a ti hija

- Guau! cómo te he sentido cuando te has corrido dentro de mí. ¡Cómo me lo voy a pasar cada vez que folle contigo papá! No veo el momento de que llegue la próxima.

- Bueno, si quieres nos podemos recuperar y...

- ¡No! No puede ser... verás, Raquel y yo hemos planeado tu noche, y solo te has corrido una vez, que era lo ideal. Mi chochito no puede más, no se si me he corrido cuatro o cinco veces, pero la última corrida ha sido terrorífica, si volvemos a follar temo hacerme daño, debo acostumbrarme a tu polla... y...

- ¿Y?

- Raquel te está esperando en su habitación. Tiene una sorpresa para ti, pero antes dúchate y limpiate mis corridas. Cuando llegues entenderás por qué. No hagas preguntas - mientras me ponía un dedo en los labios - correa la ducha y estate tranquilo, que a Raquel aún no te la vas a follar. Es pronto para ella, pero tiene una sorpresa para ti.

Extrañado y con curiosidad volé hacia a ducha. Por una parte con pena por no volver a follarme ese apetitoso chochito... pero por otra parte con ganas de ver lo que me depararía con mi hija Raquel.
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