En manos del Suegro - Capítulos 01 al 03

heranlu

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En manos del Suegro - Capítulo 01



Eloísa era una mujer que se había casado bastante joven, a la tierna edad de 19 años. Solo llegó a terminar sus estudios de secundaria, y cuando aún no había alcanzado la mayoría de edad, se enamoró de Dani un joven algo mayor que ella, que contaba con 25 años, y con el que varios meses después, pese a la oposición de sus padres y de su familia, pronto contrajo matrimonio.

Era una joven bastante apuesta, con un cuerpo más bien delgado, y con una estatura de 1.65, pechos no muy grandes, unas nalgas bastante redondas, pero con unos ojos azules que enloquecían.

Dada las escasas posibilidades económicas, se fue a vivir con los suegros, ya que estos disponían de una casa bastante holgada, donde fue bien acogida por aquellos. Por otro lado, Dani era hijo único, y dado que su madre tenía graves problemas de movilidad por un infarto prematuro, que le afectó igualmente a su mente, no quería separarse de sus padres. Esther que así se llamaba su suegra, contaba ya con los sesenta y dos años, y como se ha indicado tenía serias dificultades de entendimiento y llevaba así desde hacía muchos años.

Por el contrario, su suegro permanecía bastante activo, pese a su edad de sesenta y seis años. Genaro que así que así se llamaba el mismo, era un hombre bastante apuesto, recién jubilado, y al que las escasas canas que le habían aparecido le concedieron un carácter más seductor. Era un hombre de gran envergadura, con una altura de casi 1.80, de amplias espaldas y de brazos bastante fornidos, curtidos con su trabajo en una industria de la metalurgia. Desde los primeros momentos mantuvo una buena sintonía con el mismo.

A los nueve meses de su casamiento quedó embarazada de su marido, y pronto tuvieron su primer hijo, contando ella con solo veinte años. Tras el embarazo engordó algunos kilos, pero lejos de afearla, la hicieron aparecer más apetecible. Sus pechos crecieron con la lactancia, y se notaban claramente en la ropa que usaba.

Dado el trabajo de su esposo, Eloísa se quedaba en la casa, en compañía de su suegro, quien le atendía en todo aquello que fuere necesario y también a la esposa de éste. Por otro lado, Genaro estaba bastante contento con el nacimiento de su nieto.

Eloísa era consciente de que su suegro se mantenía aún bastante vigoroso y activo, y que las relaciones con su mujer eran prácticamente nulas. Una de sus amigas le había comentado que, según información de la madre de aquella, Genaro era buena persona, pero algo mujeriego. Al quedar enferma su mujer tan pronto, se decía que había mantenido relaciones con diversas mujeres, especialmente compañeras de trabajo de su ámbito laboral. No obstante, eran habladurías, y su hijo las desmintió.

Pese a todo, ella había percibido algunas miradas de su suegro a su trasero y a su cuerpo cuando ella se encontraba distraída. No le había dado mayor importancia. Se decía que, pese a todo, era ya un hombre de sesenta y seis años, y que era normal que mirara a las mujeres jóvenes, pero no le creía capaz de ningún atrevimiento hacia ella.

Sin embargo, se dio cuenta en varias ocasiones que Genaro la había comenzado a observar mientras amamantaba a su bebe. Evidentemente Eloísa se notaba algo extraña ante la mirada del padre de su marido, ya que éste en algunas ocasiones podía alcanzar a ver sus pechos, inclusos sus pezones. Pese a todo, aquel comenzó a estar presente en aquellos momentos, y aunque evitaba que aquel viera sus pechos, había notado que cuando terminaba su suegro se dirigía al baño.

Genaro se ofreció a coger él bebe tras ser amantado, y lo mantenía en sus brazos hasta que el nieto eructaba para eliminar los gases ingeridos durante el amamantamiento. A Eloísa le agradaba ese comportamiento con el menor y a ella le permitía relajarse un poco tras la lactancia.

Uno de esos días, tras dar el pecho a su hijo, Eloísa le entregó el niño al suegro, como en otras ocasiones, pero por descuido, la blusa que llevaba quedó con algunos botones desabrochados. La joven se dio cuenta de ello al percibir la mirada de su suegro, observando que gran parte de uno de sus pechos había quedado fuera del sostén, constatándose claramente su aureola y su pezón negro. Ruborizada se cerró rápidamente la blusa, sin decirle nada.

Aquello dejó nerviosa a la misma, dado que en ciertos momentos había llegado a ver un bulto en la entrepierna del padre de su marido. Pensó en recriminarle, pero luego se dijo: es normal que pase. Este hombre no puede hacerlo con su esposa, y ver los pechos de una mujer joven al descubierto, es normal que lo excite.

Pero, días después sucedió algo que le sorprendió grandemente, ya que al tomar sus bragas que había dejado en el baño, dentro de la cesta de la ropa sucia, al recogerla para lavarla en la lavadora, noto cierta pegajosidad en ellas, y mirándolas con detenimiento constató una gran mancha blanquecina. Tras olerla, comprobó que parecía ser restos de semen. Alguien se había masturbado con sus bragas e incluso de había corrido en ellas. Tras meditarlo, llego a la conclusión que tenía que ser su suegro, pero tampoco le dijo nada.

Sin embargo, el saber que el padre de su marido se masturbaba con sus bragas, la excito igualmente, y en lugar de sentirse ofendida, su morbosidad le llevó a permitir ciertos descuidos dejando al aire alguno de sus pechos con el fin de que Genaro se recreara con los mismos. Su marido no era muy activo sexualmente, era buen hombre, pero en la cama casi nunca la dejaba complacida. Por ello, en cuanto podía, se agachaba, o se hacía que iba a recoger algo dejando a la vista del suegro parte de sus pantorrillas. Al poco tiempo, observaba como aquel se dirigía al baño y se corría en sus bragas. Ella comenzó a ver aquello como una situación normal y morbosa, de la que ningún comentario realizó a su marido.

Una de las veces, en el momento de entregar al niño al suegro, dejó sus pechos casi al aire, dejando que Genaro se deleitara con los mismos. Ella la ver la mirada le dice: - vaya, se me ha abierto la blusa. Lo siento.

No pasa nada Eloísa. Además, tienes unos pechos muy bonitos.

Obviamente, la joven notó claramente la excitación del hombre por el tremendo bulto que se formó en su pantalón. Ella notó que aquella situación le comenzaba a gustar y se dio cuenta que hasta mojo sus bragas. No llegaba a entender como aquel hombre sexagenario, era tan calentón, ya que varias veces a la semana se corría en su bragas.

Una tarde, tras alimentar al bebe y tras dejarlo dormir en su cuna, ella regresó a la cocina y se sentó en una de la sillas. Notaba cierto dolor en la espalda y cuello. Genaro, al verla le pregunto:

-¿te ocurre algo Eloísa?. ¿Te veo preocupada?

-No nada. Un poco tensa. Quizás al tener tanto tiempo él bebe dándole el pecho, me duele el cuello y la espalda.

En ese momento escucha que su suegro le comenta, colocándose detrás de ella: anda. Relájate que te voy a dar un masaje en el cuello. Eso ocurre porque estas bastante tensa.

Sin contestarle, ella permitió que el hombre comenzara a masajear sus cuello y sus hombros, siendo tan placentero, sintió rápidamente alivio. Pronto sus manos del hombre pasaban del cuello, a sus hombros, haciendo que la blusa que llevaba, con la presión de su pechos, se abriera dejando entrever gran parte de sus pechos.

El hombre no dijo nada, sino que comenzó a frotar por los brazos casi desnudos de la mujer, mientras contemplaba los pechos de su nuera. La mujer era consciente de que el hombre tenía una visión perfecta de sus dos pechos. Algo nerviosa se incorporó y le dio las gracias, yéndose a fregar la loza.

Unos días después, el bebe se encontraba algo indispuesto y le costaba coger el pecho. Evidentemente, esto ocurrió durante varios días, provocando que los pechos de Eloísa, cargados de leche se endurecieran hasta el punto de que le comenzaron a doler, dado que el menor tragaba bastante poco. Se lo había dicho a su marido, pero este le restó importancia y marcho a su trabajo. A media mañana notaba la hinchazón de sus pechos de forma bastante notoria y dolorosa, e incluso la leche brotaba casi sola del pezón. Intentó sacárselo con la pezonera, pero el dolor era insoportable, por lo que lo dejo.

Genaro al verla tan preocupada le preguntó el motivo:

-es que me duelen bastante los pechos, ¡Los tengo muy hinchados!

-He visto que el nieto apenas ha tomado leche en la mañana. Eso debe ser que tienes los pechos bastante llenos y debes descargarlos.
Le comentó el suegro.

-Ya, pero él bebe no quiere comer. Creo que tiene placas en la garganta y le cuesta mamar.

Al ver la voluminosidad de los pechos, el hombre le dijo: ¿Has intentado sacarte la leche tu misma?

-Si. Tengo el aparato, pero es que me duele mucho. Los tengo demasiado inflamados.

-Pues deberías hacer algo. Sabes que puede darte fiebre y es peligroso. ¿no se los ha dicho a tu marido?
Le comentó el hombre.

-Si. Pero Dani,… con tanto trabajo… ya sabes.

-Pues debería preocuparse un poco de ti ¿Quieres que vayamos al médico? Le comenta el mismo.

-No de momento no. Ya me advirtió que, si ocurría, lo mejor era que me la sacara con el aparato, pero he intentado hacerlo, pero me duele al intentar sacarla.


El hombre se quedó pensativo. Sabía que lo que le iba a proponer a su nuera era algo un poco descabellado, así que con cierto nerviosismo le manifiesto: -Eloísa. Ante ello la única fórmula es que alguien te saque la lecha mamando de tu teta.

-¿Cómo..?…
exclamo la joven algo sorprendida ante las palabras de su suegro, añadiendo ¡… pero mi marido no llega hasta la noche!. Además, ya sabe, él es bastante repugnante, y solo el sabor de la lecha materna, seguro que se niega.

Genaro, se volvió a quedar callado, pensando, y tras mucho meditarlo, se atrevió de proponerle: -No te lo tomes como una pretensión ofensiva. Solo quiero ayudarte. ¿Si quieres yo puedo intentarlo?

¿Vd?.. se quedó mirándolo, bastante nerviosa. ¡Pero es mi suegro!. No creo que este bien.

-ya lo se. Si te decides queda claro que nadie lo sabrá. Lo hago por sacarte de esta situación. ¿quieres aliviarte o no?

Ella mira al suegro, y sin poder evitarlo vuelve a observar también el bulto en el pantalón. Se queda pensando, y le contesta: Ay no se suegro. Me lo tengo que pensar.

-como quieras. Si te decides, me los dices y podemos intentarlo.


La joven marchó a ver al niño, y se quedó meditando sobre lo que le había comentado el padre de su marido. Pese a que podía ser una temeridad, sabiendo que además aquel hombre podía interpretar otra cosa, en el fondo reconocía que era la mejor solución. Tenía los pechos a reventar, y hasta la leche le brotaba sola. Lo volvió a intentar con la pezonera, pero tuvo que desistir ante el dolor que le producía en sus pezones, los cuales notaba sumamente hinchados.

El dolor, y el miedo a que le pudiera entrar fiebre, le llevó a pensar en acceder a las pretensiones de su suegro. Por tal motivo, viendo que su suegro estaba viendo la tv, se acercó al mismo. El hombre al verla, le comentó: ¿Qué tal te encuentras? ¿Has podido bajar esa inflamación?

-Hay suegro. Me siguen doliendo bastante. Vd cree que …no sé, ¿seguro que no le dará repugnancia mi leche como a su hijo?
se atrevió a decirle.

-puedes dar por hecho que no.

La mujer nerviosa y agitada le contesta: -pero de esto nada a nadie.

-por supuesto. Será un secreto entre ambos. ¿quieres que vayamos a tu habitación?


La mujer asintió con la cabeza y fueron hasta su habitación, donde se encontraba el bebe durmiendo en la cuna. Ella se sentó en la cama, se desabrochó los botones de su blusa, y con cierta agitación fue dejando al aire uno de sus voluminosos pechos. Debido al dolor por la hinchazón, no se había colocado sostén. El hombre al ver aquel pecho se quedó admirado. Pero reponiéndose, Genero observó el enorme pezón, hinchado, negruzco y casi brotando leche. Con suavidad acercó su boca hacia el mismo y tras lamerlo, comenzó a chupar. Aunque a la mujer le dolió al inicio, el hombre lo hizo con gran delicadeza hasta el punto de que la mujer comenzó a sentir alivio viendo cómo se iba descargando, comprobando como el suegro se tragaba íntegramente su leche. Ella era consciente del sabor bastante desagradable de la leche materna.

La boca del hombre sorbía con suma dulzura el néctar de sus pechos, constatando la mujer que aquello le comenzó a dar un cierto placer, viendo como el hombre mamada como un bebe de su pecho. Tras, terminar con uno él le dijo:

-¿qué tal te encuentras?. ¿Sientes alivio?

La joven casada enrojeció y le contesto: mucho suegro. La verdad es que siento bastante alivio. Lo ha descargado bastante.

Bueno pues vamos a por el otro
.

Y ella se metió el pecho descargado dentro de la blusa y extrajo el otro. Genaro comprobó que estaba tan hinchado como el que había visto anteriormente. Tras acercar sus labios de nuevo al mismo, comenzó a succionar, observando que al poco tiempo la mujer comenzó a sentir gran alivio. Pero, tras ver que ya no le dolían los pechos, Eloísa al sentir la boca del padre de su marido en su pezón, le comenzó a dar como unos calambres eléctricos, viendo que ahora, aquella situación la estaba comenzando a excitar. Sabía que, si dejaba continuar al suegro, la situación se le podía ir de las manos, por ello con cierta agitación le comento: -¡Oh pare suegro!. Creo que ya es suficiente.

-¿te has aliviado?- le contestó el suegro, retirándose de su pecho, restándole unas gotas de su leche en la comisura de los labios.

-Oh si. Bastante… ¡pero no diga nada de esto a nadie!. - le manifestó. Se notaba ciertamente agitada, teniendo problemas hasta para poder cerrarse los botones de su blusa, marchando luego rápidamente hacia el baño. Una vez allí, se aseó los pezones, pasando la esponja por los mismos, recreándose y pensando en la boca del padre de su marido. Cuando se dio cuenta, comprobó que tenía sus bragas mojadas.

No le comentó nada de esto al marido. Al día siguiente él bebe comenzó de nuevo a mamar con cierta normalidad, por lo que no tuvo que recurrir más aquel remedio. No obstante, la joven continuó amamantando a su hijo delante de su suegro, y al terminar, dejaba que aquel retirara los gases.

Uno de esos días, aquel le comentó tras acabar de mamar al bebe: -¿queda algo para el abuelo?

A Eloísa le afloraron los colores de su rostro, diciéndole: -Genaro. Ya sabe que la leche es solo para él bebe. ¡no sea atrevido!






Continua

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En manos del Suegro - Capítulo 02


Dani, el marido de Eloísa, estaba tan dedicado a su trabajo, que cuando llegaba a casa, su tiempo era solo para el bebe, y poco tiempo le restaba para atender a su mujer. Pese haber dado a luz hacía unos cinco meses, la mujer comenzaba a percibir que necesitaba saciar sus necesidades sexuales. Recordaba la boca de su suegro en sus pechos, y percibía su excitación, hasta el punto de que en algunas ocasiones se vio pasándose los dedos por toda su raja.

Eso motivó que la joven se mostrara algo más provocativa con el padre de su marido. Esa mañana estaba tan arrecha, que, con la finalidad de mostrarse más deseosa ante el padre de su marido, antes de dar de mamar al bebe, retiró su blusa y solo se quedó en sostén.

Cuando hizo su aparición en la habitación, el suegro, éste se quedó bastante excitado al contemplar a su joven nuera solo con aquella prenda. No obstante, nada le dijo, y se sentó a esperar a que la misma diera de mamar a su bebe. Eloísa se sacó uno de sus pechos y lo puso en la boca del bebe. Pero tras unos momentos, contempló que era complicado darle de mamar con el sostén puesto, ya que la apretaba un poco. Aunque era consciente de que se iba a quedar con todo su torso desnudo ante el suegro, optó por bajar los tirantes, dejando el sostén sobre la cama, y mostrándose totalmente con su parte superior desnuda. Tomo de nuevo al niño y comenzó a amamantarlo. Se percató de las miradas de su suegro hacia sus pechos desnudos y eso en el fondo, la excito más.

Tras acabar, ella quedó con sus pechos al descubierto, pasándole él bebe al suegro para que le retirara los gases. Pensó en ponerse de nuevo el sostén, pero sin embargo se levantó con ambos pechos al descubierto y se fue al baño para lavarse un poco los mismos, regresando luego a la habitación. Ya Genaro, había logrado dormir al menor. No sabía cómo lo conseguía, pero tenía buena mano para ello.

Al presentarse nuevamente con todos sus pechos al descubierto constato la atenta mirada a los mismos por parte del ancestro de su marido. Pese a saber el efecto que estaba causando en su suegro, ella se acercó a la cuna para ver el niño, paseándose delante del hombre, para luego agacharse en la cuna para colocar mejor la mantita del bebe.

Para Genaro aquello fue algo electrizante, que hizo que su verga emergiera como un mástil en sus pantalones. Al contemplar a su joven suegra con todos aquellos voluminosos pechos crecidos por la lactancia, completamente al descubierto, que se pusieron más de manifiesto al colgar los mismos en la maniobra de inclinación de la joven sobre la cuna, quedo trastornado y decidió atacar incorporándose y colocándose detrás de la nuera.

En ese momento Eloísa siente las manos de Genaro que rodean su cuerpo, y se apoderan de sus hermosos pechos. Pese a su estremecimiento, noto una sensación placentera al sentir las manos de aquel hombre tomando y masajeando sus pechos. Ella era consciente de que aquello podía ocurrir, aunque intento protestar: oh Genaro. ¿pero que hace? ¡estese quieto!

-tranquila Eloísa. Déjame solo que me recree con ellas. Tienes unos pechos preciosos. Te han crecido con el embarazo.

-pero Genaro, esto no está bien- le contesto aquella, quien, pese a todo, estaba disfrutando del masaje a sus tetas que le estaba haciendo el padre de su esposo. Se dio cuenta de que eran unas manos bastante grandes y que le abarcaban todos sus pechos, con especial dedicación a sus pezones .

relájate bonita. ¡pero nena! ¿has visto que pechos tienes? ¡que hermosura! ¡Que delicia!

Por supuesto todo el cuerpo de la joven reaccionó revolucionado sus estrógenos. Más sorprendida quedó cuando el padre de su marido, alcanzó con una de sus manos la entrepierna de la joven, acariciando el interior de sus muslos baja la falda que llevaba puesta.

Oh suegro no siga ….esto está mal.

Relájate, Eloísa. Sabes que en el fondo lo necesitas.

-¿Pero que dice suegro?. ¡está loco! salga de mi habitación ooh no me meta la mano ahí …ooo

Genaro sabía que, si la dejaba ahora, nunca conseguiría nada, y en todo caso, podría aquella chivarse a su hijo y complicarle la vida, por lo que decidió jugarse el todo por el todo. Por ello, sujetó a su nuera con fuerza con una mano, logrando con la otra alcanzar la braga de Eloísa, la cual apartó bruscamente, para pasar varios dedos por toda la raja de su panocha. Se dio cuenta que pese a que la misma se resistía en el fondo se encontraba mojada y excitada.

-Vaya nena. ¡que mojadita estas! Tienes todo el coño empapado.

-Oh suegro. Suélteme. Esto está mal. ..¡le voy a denunciar!… ooo


Pero Genero lejos de ceder, aumentó sus ansias, y pronto logró meter varios dedos dentro de la vagina de su nuera. La tenía tomada desde atrás, abrazándola con su mano izquierda mientras que con la otra le frotaba el coño, e introducía algunos dedos en su vagina.

La joven casada, intentó resistirse, pero en el forcejeó ambos terminaros cayendo sobre la cama que se encontraba justo al lado de la cuna del menor. El suegro cayó junto a ella, con lo que la mujer quedó boca abajo y el prácticamente arriba de aquella.

-déjeme, Genaro. No siga… no cometa ninguna locura… oh ..¡no me toque el coño! ooooo

La mujer forzó un poco, y logró quitarlo de encima, intentando levantarse de la cama. Pero el hombre la tomó de nuevo con fuerza y la aventó sobre la cama dejándola boca arriba, quedando aquella con todos sus pechos al descubierto y solo con la falda que llevaba puesta. Genaro, tremendamente excitado ante la contemplación de la mujer de su hijo, se subió encima de ella, colocando ambas piernas al lado del cuerpo de la mujer, la sujetó, y luego fue subiendo hasta quedar muy cerca de los pechos de la joven. A continuacion hizo algo que asustó un poco a la mujer, ya que vio como aquel se bajaba la cremallera de su pantalón y al momento extraía de su interior su pene. La mujer no se creía lo que estaba viendo: el padre de su esposo tenía un pene muy superior al de su hijo, no solo más largo sino también mucho más grueso, con grandes venas que rodeaban aquella pija.

-¿oh que va hacer? –
exclamo la mujer al ver, como sacaba aquel su enorme falo, ya con una cierta erección, y lo blandía ante ella. En unos momentos paso por la mente de la mujer la comparación entre aquella tranca y la de su esposo. Su suegro, pese a su edad, parecía mantenerse en forma, y la erección que presentaba denotaba que aún se mantenía activo.

-¿Qué te parece Eloísa. ¿Te gusta lo que ves? Anda preciosa. es toda para ti.

-Pero Genaro, tápese eso… ¿Qué pretende?


El hombre tomó su pene en su mano, lo masturbó por unos momentos, dejando que aquel creciera un poco más, y cuando lo tuvo bien envarado, lo acercó hasta la cara de la joven nuera. Vamos nena. ¡Abre la boquita y chúpala un poco! Se que lo estas deseando.

-¡Oh no sea asqueroso!… ¿no pretenderá que…? ohhh


Pese a su resistencia, el suegro tenía bastante corpulencia física, y la forzó hasta que logró pasar toda la cabeza de su pene por la boca y labios de la joven. Se la restregó por toda la cara, mientras le decía:

-Vamos putita. ¡Abre de una vez esa boca y comienza a mamar!

Eloísa era la primera vez que hacía sexo oral a un hombre. Su marido era bastante escrupuloso y conservador, y jamás se lo había ni insinuado. Ahora veía que el padre de aquel le estaba instando a que metiera aquel pedazo de carne dentro de su boquita. Pensaba que aquello era una asquerosidad, pero ante la fuerza empleada por el hombre, terminó abriendo su boca, viendo como la cabeza y una parte del pene se introducía dentro de su cavidad bucal. Al momento sintió el sabor del líquido preseminal de aquel falo, y aunque le repugnaba, pronto se vio abriendo más su boca para poder albergar una parte del nabo de aquel hombre.

-¡así putita!. “Abre la boquita y mama mi tranca”. Vamos Eloísa, comienza a mamar, que tienes una buena boquita para ello.

La mujer, ante la presión que ejercía el hombre comenzó a mamar aquel pene. Al principio de forma muy suave, pero pronto fue adquiriendo confianza, y sin saber cómo, se vio engullendo gran parte de aquel nabo, haciendo que entrara y saliera de su boca, realizando al suegro una verdadera felación. Pese a su repugnancia inicial, pronto notó que tener el pene de aquel hombre dentro de su boca, notar la gran dureza de este, y la rugosidad sus grandes venas, le estaba comenzado a excitar. Notaba claramente como los jugos de su vagina comenzaban a encharcar su braga.

-¡Oh si Eloísa. Que bien lo haces nena!. Joder que bien la mamas. Oh sigue así ooo

Genaro, estaba sorprendido, viendo como su joven nuera, pese a sus reticencias iniciales, ahora le estaba realizando una felación en toda regla. Estaba viendo que su pene se estaba envarando cada vez más, a medida que entraba y salía de la boquita de aquella mujer, dudando si podía resistirse mucho tiempo sin venirse.

-Oh si nena. Sigue así… oh tócame los testículos. ¿Mira cómo los tengo?… vamos nena.

Sin saber porque le hizo caso, la mujer alargó su mano derecha y alcanzó los huevos del hombre, asombrándose igualmente de su tamaño y comprobando que los tenía casi repletos. Aquel sexagenario, al que pensaba que apenas se le levantaba, no solo estaba bien dotado, sino que parecía mantener buen forma sexual. Los testículos revelaban que aún tenía capacidad para generar semen, ya que aquellos parecían estar llenos.

La mujer logró sacar por un momento el pene de su boca, tomo aire, y mirando al suegro, le dijo: -oh cabronazo me estas humillando.

-que pasa Eloísa. ¿No me digas que nunca le has hecho esto a mi hijo?..


-claro que no. Vd es un… -no pudo terminar, ya que el hombre le forzó nuevamente abrir su boca y engullir su nabo nuevamente.

Pero esta vez, Genaro fue el que comenzó a hacer entrar y salir su nabo de la boca de la joven, como si prácticamente le estuviera follando la boquita a aquella. La mujer notó al momento como se endureció más aquel pedazo de carne dentro de su boca. Genero estaba a punto de venirse.

El calor de la boquita de su nuera le llevó a tomar la cabeza de la misma entre sus manos, apretándola contra su pene, haciendo que le entrara mucho más, atragantando a la joven, mientras que, sin miramientos, y ante la cara de espantó de aquella, comenzó a lanzar su semen dentro de la boquita de su joven nuera.

La joven casada intentó zafarse al sentir el esperma de su suegro fluir dentro de su boca, pero, al tenerla sujeta, con la boca abierta y el nabo dentro de ella, vio que se ahogaba, por lo que no le quedó más remedio que tragar parte de aquel semen. Jamás hubiera pensado que le iba a ocurrir aquello, pero Genaro, su suegro, ahora se estaba corriendo dentro de su boca, lanzando varias lechadas de semen dentro de la misma, obligándola a ingerir parte de este.

-oh si Eloísa.. ooo que bueno… me corro nena… me viene… siiii

Cuando por fin Genaro acabó y dejó de presionar la cabeza de la joven, ésta pudo extraer el nabo aún con restos de semen. El hombre observó con satisfacción la cara y boca de su joven nuera. Vio como Eloísa, comenzaba a escupir aquella masa espesa y blanca por su boca, comprobando que gran parte de su semen se había quedado depositado en la lengua de aquella. Eloísa tosió varias veces, escupiendo el semen que aún le restaba en su boca.

-¡Hijo de perra. Se ha corrido en mi boca. ¡Que asqueroso!

-Ha sido delicioso Eloísa. Tienes una boca deliciosa. Hacía tiempo que no me corría de esta forma.

Notaba aún como restos de su semen le quedaban a la joven en los labios, y en la comisura de estos. Aquella escena era digna de recordarla. Había logrado que su joven nuera le hiciera una felación y encima, había recibido su corrido dentro de su boquita.

La joven se levantó rápidamente y fue al baño a lavarse la boca. Jamás se hubiera imaginado sentir el semen de un hombre en su boca, y menos que tuviera que tragarlo. Lo que no había conseguido su esposo, lo había conseguido el suegro.



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En manos del Suegro - Capítulo 03


Eloísa, tras cepillarse la boca, y enjuagarse bien intentando expulsar los restos el semen ingerido, volvió a la cama observando que Genaro aún se encontraba en la habitación. Aquel se había subido la cremallera de su pantalón, pero ahora tenía él bebe en los brazos, ya que el mismo parecía haberse despertado y estaba llorando.

Ella, aún se encontraba desnuda de cintura para arriba, y mostraba sus voluminosos pechos. Genaro le dijo: creo que necesita que le des de mamar de nuevo. Y, mirando los pechos desnudos de la mujer de su hijo, le dijo: pero quiero que me dejes un poco para mi después.

La mujer, pese a reprocharle lo que hizo, terminó por sonreír ante la ocurrencia del suegro. Pero le dijo: -¿No crea que esto se lo voy a perdonar?. ¡Ha sido un sinvergüenza!

El hombre la miro, y le contesto: En el fondo sé que lo has disfrutado. Y pronto disfrutarás más cuando tengas tranca en tu coñito.

-queee. Eso nunca sucederá. Pero…¿se ha vuelto loco o qué?

-Vamos nena, da de comer al bebe que lo necesita. Y, relájate, que si no se te corta la leche.


Eloísa, tomo él bebe sentándose en la cama y así, desnuda de medio arriba, le dio de mamar de nuevo ante la visión de Genaro, que se quedó allí en todo momento. Antes de que terminara, éste le dijo:

-voy a ver como esta mi mujer. Ahora vuelvo.

Eloísa tenía sentimientos encontrados. Mientras terminaba de dar de mamar a su hijo, pensaba en lo ocurrido. Pese a sentirse ultrajada por el padre de su marido, en el fondo, el haber sido sometida por el mismo, esa acción le había agradado. Por otro lado, había recibido la sorpresa de constatar que aquel hombre sexagenario, no solo estaba bien dotado, sino que mantenía una fortaleza sexual que ella no se esperaba. ¡Sabía que su suegro volvería! Aún restaban bastantes horas para que su marido volviese a casa. Pensó en cerrar la habitación, pero al final se relajó y terminó dar de mamar al menor. Justo cuando estaba acabando hizo su aparición de nuevo Genaro.

-pero ¿para qué ha vuelto Genaro?

-tengo que sacarle los gases del niño. - ¿acaso no vengo haciéndolo siempre?

Ella no le contestó, sino que se limitó a dejarle él bebe para que le sacara los gases. Se fue al baño y se aseó de nuevo sus pechos. Luego regresó, y continuo con todo su torso desnudo, exhibiendo sus pechos al suegro. Pensó en que antes de entrar al baño debía haberse llevado el sostén, pero al no hacerlo, tuvo que regresar a la habitación con los pechos al descubierto. Sabía que eso era una temeridad, y que Genaro se excitaba con la visión de estos. Pero la morbosidad también le llevó a querer exhibirse de esa forma.

Observó que Genaro ya había logrado dormir de nuevo al niño.

-se ha quedado dormido.

Ella le miró, y comprobó su suegro, volvió a fijarse en sus pechos, y ésta se ruborizó, diciéndole: -¿es que va a seguir?. ¡Deje de mirarme los pechos!

-Eloísa. Debes sentirte orgullosa, De verdad tienes unos pechos preciosos, y ahora así, con la lactancia, están mucho más apetitosos.

Ella, pese a todo, se sentó en la cama a su lado, e iba a ponerse el sostén cuando el suegro la detuvo y le dijo: - ¿es que no vas a darme mi ración de leche?

-un guantazo es lo que voy a darle.
-le contestó la misma.

Pero Genaro, la volvió a sujetar, haciendo que la misma se recostara sobre la cama. Y, acto seguido, tomó las piernas de la joven y le obligó abrirlas por primera vez. Eloísa sumamente excitada con la acción del suegro le preguntó: ¿pero que pretende? … ¡ya está bien!

-relájate preciosa. Tú aún no te has corrido. Necesitas desahogarte
.

La mujer observó como el hombre le abrió sus piernas, quedando a la vista del mismo sus muslos y sus bragas, viendo como el padre de su marido metió la cabeza entre ellas y comienzo a lamer sus muslos, mirándola a la cara, y subiendo poco a poco hasta acercarse peligrosamente a sus bragas. Eloísa se dio cuenta de lo que pretendía el suegro: “quería comerle el coño”. Eso jamás se lo había hecho su esposo. Nunca había experimentado el sexo oral, aunque había escuchado a sus amigas hablar de cómo sus maridos o sus novios le comían el coño, y en el fondo añoraba tener una experiencia similar.

Por eso, ahora, estaba contemplando como el padre de su marido, estaba a punto de hacerle cumplir su fantasía. Cuando sintió la lengua del hombre pasarla por encima de su braguita, justamente donde se localizaba su raja, se estremeció e intentó cerrar sus piernas. El hombre la detuvo, sin decirle nada, pero con decisión, obligándola abrir de nuevo las piernas. Genaro comenzó a lamer entonces los muslos e ingles de la mujer, junto por los bordes de su braguita, para, en un momento dado, apartar aquella con extrema delicadeza, dejando al descubierto por primera vez el delicioso coño de su nuera.

-oh que hace. No me mire ahiiii… oh pareeee

Genaro sin decir nada, se limitó a observar aquel delicioso coño. Era una vagina bien arreglada, con el vello bien recortado, constatando que la misma tenia los labios ya lubricados por los fluidos de la propia mujer. Por otro lado, percibió que pese a haber parido, la vagina de aquella se había vuelto a cerrar perfectamente. Sin poder contenerse, acercó su lengua y comenzó a lamer los labios de la vagina de su nuera, dándole unos brochazos de arriba abajo, que hicieron gemir a la mujer.

-oh noo oooo

Eloísa estaba tan extasiada ante lo que le hacia el suegro, que en ningún momento había protestado. Ahora, al sentir la lengua y boca del mismo en toda su panocha, comenzó a gemir sin poder retenerse: ohh siii oo joder…. Si ooo siga ooo siii

Genaro comenzó a lamer con frenesí el coño de su nuera, para en un momento dado concentrarse en el clítoris de la joven, el cual tomo con sus labios, terminando por levantar los suspiros de aquella. Su lengua no dejaba rincón de aquella panocha por lamer, haciendo que la mujer, presa de la más efervescente pasión, se viniera pronto en un tremendo y sonoro orgasmo en la propia boca de su suegro.

-oh sii me vengo ooo siiiiiii oooo

Cuando por fin acabó, la mujer se sintió relajada, desinhibida. Aquella sintió que había descargado parte de su adrenalina, y en el fondo se sintió bastante aliviada. Llevaba tiempo sin que su marido tuviera relaciones con ella y estaba bastante deseosa de volver a sentir el placer sexual. Y, mira por dónde, este había llegado de manos de su suegro.

El ancestro de su esposo la miró y le dijo: ¿Qué te ha parecido? ¿lo has pasado bien?

-Pero no debimos hacerlo. Soy la mujer de tu hijo. le contesto aquella, sin apenas reproche.

-Lo se. Pero, debe reconocer nenita que estabas muy estresada, necesitabas relajarte. Y, mirando el coño de la mujer, exclama: -Uhm Eloísa, tienes un coño perfecto. Un día de estos, ya sabes, “te lo voy a tener que atravesar con mi pene”.

-eso jamás ocurrirá. ¡está loco!, … ni lo sueñe.
Exclamo la joven, consciente de que el padre de su marido lo iba a intentar.

-Bueno, creo que por hoy los dos nos hemos relajado. Descansa. Otro día veremos.

-Pero ¿es que pretende continuar? Sabe que no debemos. Voy a tener que marcharme de esta casa.

-si te marchas, te buscaré. ¡Sabes que serás mía de todas formas!


Y sin más el suegro marchó de la habitación dejando a Eloísa intranquila y casi parada.

La mujer se quedó pensando. Lo cierto era que había disfrutado en ese día, de dos experiencias sexuales que jamás había experimentado antes. Era consciente de que su suegro intentaría penetrarla. No es que no lo deseara, pero no quería ser infiel a su esposo hasta ese extremo, y por otro lado había comprobado cómo se corría aquel semental y, la realidad es que ella tampoco se cuidaba.

Tras lo ocurrido, fueron pasando los días, y ella intentaba no descubrir mucho sus pechos ante el suegro para evitar excitarlo. Sin embargo había constatado que aquel no dejaba de masturbarse con sus bragas sucias y que luego llenaba con su semen. Acción que realizaba casi todos los días. No comprendía con aquel hombre sexagenario podía necesitar masturbarse a diario. Ella, no le había indicado nada sobre este particular, pero pese a todo, le dejaba diariamente sus bragas sucias en la cesta sabiendo que aquél las llenaría con su semen.

Las veces que había realizado el acto sexual con su esposo tras hacer nacido su hijo, eran contadas, pero además comprobaba que la dejaba insatisfecha. ¡Ella necesitaba más! Por otro lado, recordaba la daga del padre de su marido, y eso la excitaba hasta el punto de acabar masturbándose.

Poco tiempo después, Esther, la mujer de Genaro, tuvo que ser internada por problemas derivados de su enfermedad, lo que motivo que en las tardes el mismo se viera obligado acudir a visitarla al hospital. En las mañanas se quedaba en casa como siempre, y sin rehusaba a ver como su nuera amamantaba al menor. Sin embargo, Eloísa le noto bastante apesadumbrado, desganado y cara de circunstancias. Es más, había notada que había dejado de masturbarse en sus bragas. Por ello una mañana le preguntó: Genaro, ¿Por qué esta tan decaído? ¿es por su mujer?

-Es que cada día la veo más debilitada, y me tiene preocupado.
Le contestó aquel.

-Ya. Pero piense que ella está en su mundo, y su enfermedad ya no le permite conocer a nadie. ¡Pero Vd. tiene que animarse! Nos tiene a nosotros y especialmente a su nieto.

El la miró a la cara, y, tras unos momentos de indecisión Eloísa quedo sorprendida al ver como dirigió su mirada hacia sus pechos, ya que en ese momento amantaba al menor. A la mujer en el fondo le dio lástima. Sabía que aquel hombre se sentía solo y sin su compañera. Tras terminar de amantar al menor, fue al baño, mientras el suegro el sacaba los gases al menor. Ya dentro del baño, se retiró el sostén, y observó sus pechos en el espejo, pasándose la mano por los mismos, observando que mantenían su firmeza. Luego pensó en el padre de su esposo. Se dijo: ¡seguro que si me ve los pechos al desnudo, se anima.

Pero, además, en el fondo ansiaba sentir la mirada de aquel hombre sobre sus pechos desnudos, y hasta recordaba sus labios depositados sobre su pezones, y como le había comido el coño. Con esos pensamientos, la joven se fue calentando, y noto como comenzó a mojar su braguita. Aunque fuera una temeridad, todo ello la incitó a salir y exhibirse nuevamente ante su suegro con el torso desnudo. Para disimular, se hizo la que tenía que recoger un nuevo sostén en el mueble de la habitación.

Genaro estaba terminando de dormir el niño en su cuna, cuando observó que su nuera salía nuevamente con todo su torso la desnudo, con ambos pechos al aire. Al instante, su pene reaccionó Llevaba días sin masturbarse pensando en los problemas de su mujer, pero la visión de la joven mujer de su hijo, en aquella lid, lo terminó por animar. Al ver que la joven pasaba cerca del mismo para acercarse al mueble donde aquella guardaba su ropa interior, él se le acercó por detrás, la abrazó y paso su manos hacia delante tomando los pechos de la mujer. Oh Genero ¿qué hace? No empiece de nuevo…oh ¡que rápido se ha espabilado!

-Eloísa. Hacía tiempo que no me dejabas ver esas delicias. Sabes que me encantan tus pechos.

-Ya, pero… -ella observó en al espejo de la habitación, como aquel tremendo hombre, de una altura superior al 1.80, la tenía abrazada desde atrás al tiempo que masajeaba sus pechos desnudos. La visión era electrizante, ya que su tamaño respecto al del suegro eran muy diferente. Oh Genaro… tiene que dejarme. Sabe que soy la mujer de su hijo… oooh no.. por favor ooo

La mujer, notaba que cada vez se mojaba más. De pronto siente en su trasero un bulto, percatándose que se trataba del pene de su suegro. Estaba claro que el hombre se había excitado y ahora mantenía una erección que se podía detectar en el bulto de su pantalón. Al propio tiempo sintió el beso del hombre en su espalda, luego paso por sus hombros, cuello y se acercó al lóbulo de sus orejas. Eso estremeció a la mujer y la terminó de mojar.

-Que buena hembra estas hecha nenita. ¿notas cómo me has puesto?- le comentó el hombre sin dejar se manosear su pechos.

-Pero Genaro… no siga. Ella instintivamente, sin saber porque, echa la mano hacia atrás y palpa la verga del hombre aún dentro del pantalón constatando la erección, y exclama: ¿oh, pero porque se le ha puesto así?. y girándose, se coloca de frente al mismo y le mira el bulto del pantalón.

-¿ha visto cómo está?, pero ¿Vd no estaba desanimado?.. oh joder como se le ha puesto.

-Ya sabes, nenita: verte de esta forma. Con ese tremendo cuerpo que tienes, recobra uno la alegría.

La mujer se encontraba excitada, viendo que su suegro continuaba palpando y masajeando sus pechos y sus brazos. Entonces pícaramente le pregunta: ¿Cuánto lleva sin correrse suegro? ¿He visto que ya no se masturba con mis braguitas?

-¿lo sabías?. Es cierto hija, esto de mi mujer… La verdad es que llevo días sin hacerlo. Por eso creo que los tengo bien cargados. ¿quieres comprobarlo tu misma?


La mujer se quedó agitada. El suegro le estaba pidiendo que ella comprobara como tenía los testículos. Sabía que no podía caer en la trampa del mismo, pero se encontraba tan caliente y excitada, que morbosamente le bajó la cremallera del pantalón al padre de su marido, y metiendo la mano extrajo el pene sacándolo fuera de su encierro, viendo que ya poseía una erección importante. Acto seguido, le desató la correa del cinturón y le dejó que los pantalones cayeran al piso. La mujer morbosamente verificó la erección del hombre en el bulto del slip. Luego, mirando aquel lascivamente, tiró del slip hacia abajo, quedando los genitales del padre de su marido completamente al aire.

-¡oh como está!- exclamo al ver al enorme daga de su suegro, con una erección notable. Sin poder contenerse, alargó su mano y alcanzó la verga del hombre, pasando la mano a lo largo y ancho de la misma, desde la punta hasta la misma base, constatando su dureza, grosor y longitud. Luego sumamente excitada alcanza los testículos del mismo, los cuales sopesó en sus manos, comprobado que se hallaba bastante llenos, dado lo hinchados que estaban. Por ello le mira a la cara y le dice: -joder Genaro. ¡Si que los tiene bien cargados!

El hombre le contesto: Ya te lo dije. Llevó días sin correrme. Luego le sonríe y añade: ¿te supones como quedaría tu coñito con toda esa lechita dentro?

-¿que dice?, le contesta la mujer, sin dejar por ello de manosear los testículos del hombre, alternando sus caricas con las que propiciaba al pene del mismo- ¡ya le dije que no me pude penetrar!. Tocar es una cosa y metérmela es otra. Además, no me cuido y con la cantidad de leche que tiene, corro el riesgo de que me embarace. ¿Si quiere el toco una paja?.

-Nada de pajas preciosa. ¡Hoy quiero follarte! Le contestó el hombre sorprendido a la joven con aquella contestación.

-¿Pero esta loco?. le he dicho que penetrarme no-
exclamó ella soltando el manubrio del hombre y retirándose un poco del mismo, como temerosa de que el hombre la tomara a la fuerza.

-¿es que no quieres sentir como entra en tu coñito mi tranca?... Se que lo llevas necesitando. ¡En el fondo Eloísa, estás caliente y necesitaba. ¡Se que estás pensando como entraría mi daga en tu coñito!. También se, ¡que añoras sentir la dureza de mi polla en tu chochito! – le comentó el mismo tocándose la polla, viendo la mujer como crecía en las manos del mismo, e incluso se llegaba a descapullar.

-Genaro, por favor no siga. ¡Sabe que no voy a follar con Vd!. ¡quiero a su hijo y no deseo serle infiel!

Genaro entonces, se subió los pantalones, y marchó de la habitación sin decirle más nada. La joven se quedó anonadada y preocupada con dicha reacción del suegro. Esperaba que aquel insistiera, pero al ver su marcha se quedó como apesarada. En el fondo lo deseaba y por otro lado le apenaba ver como aquel hombre, con su mujer internada, se debatía entre follar a su nuera o no.


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