En lo que se convirtio mi hija

Pipsqueak

Virgen
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Continuacion de La primera vez de mi hija


Pasaban los días y no encontraba la ocasión para estar otra vez a solas con mi nena, con mi hija, convertida en mujer plena, y cada vez deseaba más disfrutar de su cuerpo. A la menor ocasión mi polla estaba enganchada en su chochito, bombeando con deseo leche nueva en sus labios vaginales, regándola con el néctar fresco de mi semen en su boca, esparciéndole por su cuerpo, por sus pechos, por sus muslos, por su culo toda aquella leche capaz de brotar de mis huevos. Mi hija Laura había descubierto el placer del sexo de manos de su padre y del gusto que ello conlleva, de la excitación del momento, de la lujuria descontrolada por follar y que te follen. Quería más, ser follada más veces por mi polla, por su padre que tanto le estaba enseñando.


Había despertado algo dentro de ella que la hacía insaciable, había días que estando en la oficina recibía una foto de ella desde el instituto, desde los baños mostrándome su chochito bien abierto y diciéndome que se lo comiese de nuevo y que se lo regase con una buena dosis de leche fresca. Ni decir tiene que ello hacia que mi polla se pusiera dura de solo pensar en saborearla y le devolvía el mensaje con una foto mía, de mi rabo duro y goteando. Como comentaba antes, a la mínima la manoseaba aun estando en casa su madre, le metía algún dedito en su chochito, o le manoseaba los pechos. Ella a su vez se restregaba sobre mí, se acercaba con su culito, se ponía por delante y me lo restregaba sobre mi polla, o se acercaba adarme un beso y me metía su mano para magrearme la polla.

Fueron días, semanas de lujuria desenfrenada, de folladas en el baño encerrado mientras su madre limpiaba, o cocinaba, e incluso, en una ocasión después de hacer el amor con mi mujer, ir a su cama y con los fluidos de su madre en mi polla follarla a ella y mezclárselos en su coño junto a mi leche.

¿Estaría convirtiendo a mi hija en una guarra?, ¿o quizás ella a mí?. Una noche mi hija vino a mí y me dijo, “papi, hoy al salir de clase me fui a casa de Dani, un compañero de clase y terminamos follando”, ¿te importa?

-No Laura, no me importa, es normal que te gusten los chicos de tu edad y que quieras hacer cosas con ellos, como follarte al que te gusta, eso sí, toma precauciones.


-Pero papi, si tú y yo no tomamos precauciones, siempre me llenas de leche, no sé porque me lo dices, (frase que me la dijo riendo, claro).


-Cierto hija, pero no todo es embarazo, no sabes con quien se ha podido acostar ese Dani, no sea que te peque algo.


- Vale papi lo tendré en cuenta, eso si no pienses que tu y yo hemos terminado, que aunque Dani me follo bien y me gusto, no me folla como tú.


Y de esa forma empecé a compartir a mi hija con ese amigo suyo o con algún otro, pues sería lógico pensar que no se limitaría a una polla o dos en su dieta alimenticia, o alimentaria. Ese comentario, esa forma de decirme que me compartía con ese amigo de instituto, produjo en mi mente, en mi cabeza, imágenes de cómo sería mi hija con otras personas, si sería sumisa, dejándose hacer, dejándose manosear sin más, o sería algo dominante, imponiéndose a ese adolescente lleno de hormonas, y siendo ella la que llevase la voz cantante de cómo ser follada y que, el que y como tocar las cosas.

Pronto lo descubriría. Días después me presento a su amigo Dani. Después de clase vinieron a casa a terminar un proyecto. Debían presentar un trabajo de ciencias y les quedaban los últimos retoques y como debía ser la forma de presentarlo. A Dani se le veía un buen chaval, algo tímido y educado. Mejor que fuera así y no un salido adolescente con ganas de follarse a mi hijita desamparada. Me daba a mí que mi hija Laura, no sería una mujer sumisa con Dani, con esa forma de hablar que tenía, de Dani, hay que hacer eso así, y luego asa, y el pobre muchacho, diciéndole” Si Laura, vale”. Tras la presentación y esa impresión que me dio el muchacho ambos se pusieron manos a la obra, y no me refiero a echar un polvo, sino a terminar el trabajo.


-Papi, voy con Dani al cuarto a terminar el trabajo.


-Vale Laura, pero no os distraigáis charlando, poneros manos a la obra con ello.


-Tranquilo papi, (contesto con una risa picara).


Uy ese “tranquilo papi” me sonó muy mal, y si conocía esa risita era que algo, además del trabajo iba a suceder. Así, con ellos en el cuarto, me dispuse a recoger un poco el salón, dejando pasar el tiempo para que ese trabajo de clase avanzara sin distracciones ni intromisiones de mi parte. Sin duda que como imaginaran, en mi cabeza, aparte de ese trabajo a realizar, pensaba otras cosas que pudieran hacer sin mi presencia o supervisión.


A la media hora de estar enfrascados en el trabajo me acerque a ver cómo les iba. Dude si hacerlo de forma discreta o anunciándolo a bombo y platillo por si hacían, o estaban en actitud cariñosa. Opte por la discreta y silenciosa, alimentada por ese morbo de pensar que quizás, y solo quizás estuvieran enfrascados en algo más que en la preparación del trabajo de clase.
Y no me equivocaba, pues al acercarme al cuarto empecé a escuchar unos suspiros muy sospechosos, Laura le estaba haciendo una felación a Dani. El pobre, por decir algo, no sabía lo que le venía encima, o quizás sí. Mi hija no dejaba de comerle la polla, lamiéndole por completo el glande y los huevos. Sorbía sin parar esa polla joven, provocando en el pobre muchacho gemidos incontrolables de placer.

Dicha visión de mi hija comiéndole la polla hizo reaccionar pronto a la mía, la cual empezó a hincharse hasta pedir, por opresión, salir del pantalón. Fue inevitable echar mano a mi polla y degustar la visión de la guarra de mi hija y más, cuando Laura se percató de mi llegada. Por suerte solo se dio cuenta ella, pues Dani estaba tumbado en la cama, sin visión directa sobre mí, y dejándose llevar por la boca de Laura.


Sin duda que mi hija había aprendido a comer, a chupar, a degustar pollas de una manera excepcional. Su boca lamia y mordía con exquisito placer aquel glande hinchado y pringoso. Su mano movía a ritmo todo aquel tronco duro mientras que, con su lengua, recogía toda esa lubricación seminal que le brotaba y que se mezclaba con su saliva, dejando una mezcla deliciosamente pringosa para que, tras tomarla, le fuera devuelta en forma de escupitajo sexual para una nueva lubricación.
La excitación de ver, por primera vez a mi hija practicando, teniendo una escena de sexo con alguien que no fuera yo, fue enorme. No podía apartar mi mirada de ella, mi mano no dejaba de rozar toda mi polla empapada. Me ponía de sobremanera ver en esa actitud a Laura, y hacia verdaderos esfuerzos por no entrar y follármela. De alguna manera Laura lo sabía, sabia de mis ganas de follarla y me incitaba a hacerlo mientras le comía la polla a Dani. Su mirada fijada en mí mientras le pasaba la lengua, tragándose toda esa polla mientras el pobre muchacho no dejaba de gemir.


Ahora sé que mi hija disfruto de esa comida de polla en especial, de ver como su padre la veía así, la excitaba el ser observada por mí, en esa actitud tan abiertamente sexual con otra persona. Y sin duda no era nada sumisa, era una dominadora del momento, llevaba la voz cantante, la batuta, nunca mejor dicho, de todo aquello, y el pobre Dani era un pelele en sus manos, a expensas de lo que ella quisiera hacerle en todo momento.
Sin duda que el pobre Dani esperaría más, algo más que una simple, o no tan simple mamada de polla, sin duda que en esa posición, con la polla al aire y una chica comiéndosela estaría deseando, como poco entrar a matar y sentir el coño ardiente de Laura. Nada más lejos estaba de ello. Laura se comportó como una autentica calientaPollas. Con mis ojos como testigo, con mi polla chorreante como principal testigo de cargo, empezó a aumentar el rimo de la mamada. Era evidente que iba a hacer que se corriera en cuestión de poco tiempo.


-Venga córrete, dame esa leche caliente.


Esas fueron sus palabras exactas. Dichas claramente para que yo las oyera. Y tal como las dijo y sin dejar de masturbar fuertemente a Dani me miro. Estaba esperando mi corrida. No pude sino complacerla, y empecé a soltar mi leche delante de su puerta. Lujurioso momento aquel, mi hija masturbando a su amigo y al tiempo veía como su papi le regaba la puerta de su cuarto con rica leche. Al momento Dani soltó “Me corro Laura, me corro”, y espasmos de leche brotaron, brotaban por su polla, elevándose al cielo y salpicando el rostro de mi hija. Instintivamente mi hija agarro su polla y empezó a tragársela, y de esa manera empezó a contener todas esas eyaculaciones que el pobre Daniel estaba teniendo. Y mientras esa polla joven seguía evacuando leche caliente en la boca de Laura, mi polla estaba ya en retroceso, chorreando con esas ultimas gotas de semen. Y a pesar de ello mi polla todavía palpitaba al observar la escena.


Laura siguió y siguió sorbiendo de aquella polla, hasta que la pobre dejo de palpitar y de vaciarse, tras lo cual retiro su boquita de esa polla ya flácida, dejando ver toda esa cantidad de leche que tan gustosamente le había sido ofrecida. Sin duda que tenía una buena cantidad de semen en su boca, en su garganta, y tras mostrársela a Dani, y en cierta forma, también a mí, se la trago toda.


-Mmm, Dani, que rica sabe tu leche, otro día te dejare que me la vuelvas a echar en mi chochito.

Lo dicho, menuda calienta pollas que era mi hija. Menudo comentario le soltó al pobre Dani, sin duda que el pobre muchacho estaría, soñaría, con ello durante muchos días, y sin duda el día en que mi hija se volviera a dejar follar, él lo gozaría. Y aunque parezca extraño Dani no se percató de mi presencia en todo ese tiempo. Así, con un par de minutos transcurridos desde ese momento, ambos empezaron a recomponerse y yo me marche al salón, como si la cosa no hubiera pasado.


Transcurrió un buen rato hasta que ambos salieron del cuarto, de preparar el trabajo de ciencias para el instituto, y al verles, de forma natural les pregunte que que tal les había ido, si habían terminado con el proyecto y si lo habían bordado.


-Si papi, nos ha salido muy bien, ¿Verdad Dani?


Daniel se quedó algo parado, imagino que no sabría bien lo que decir, para que no sospechase de lo que había sucedido en el cuarto. Y algo dubitativo, se limitó a decir, “Si, ya terminamos el proyecto”. Tras esas palabras, Daniel se despidió, ya era tarde y tenía que ir a casa a cenar y a descansar. Tras la partida de Dani, ni Laura ni yo comentamos lo que había sucedido en el cuarto. Las palabras sobraban ante lo vivido y observado en ese momento. Simplemente volvimos a su cuarto y allí, con ese olor todavía presente a sexo adolescente y clandestino volvimos a consumar uno de nuestros momentos padre e hija.



Pasaron semanas de aquello y mi hija cumplió los 19 años y que decir que le di dos buenos regalos por ello, siendo uno de ellos carnal, muy muy carnal. Una noche de sábado, días después de su dieciseisavo cumpleaños, en la que estaba en casa tomando unas copas con mi íntimo amigo Pedro, al que conocí en mis tiempos de la universidad y desde entonces guardábamos una gran amistad, un evento inesperado se produjo. Mi mujer se había ido por la mañana temprano, aprovechando que era fiesta, a visitar a su madre y volvería bien entrada la noche. Debo decir que mi amigo, llevaba unos meses separado y como se aburría, venia de en vez en cuando a visitarme, muy animadamente, con las copas que nos estábamos tomando, recordábamos nuestras correrías de solteros e incluso de casados.

En esas llamaron a la puerta y ante mi sorpresa era mi hija, pues no la esperaba tan pronto. Se la veía molesta, como enfadada por algo. Le pregunte que sucedía, y Laura con evidentes signos de cabreo me respondió que había discutido con Daniel. No dijo más, y acto seguido agarro la botella de licor que habíamos abierto Pedro y yo, y se echó un buen lingotazo directamente entre pecho y espalda. Tras ese sorbo de licor le presente a mi hija a Pedro. Sin duda que el plan de fiesta que tenía se había malogrado y todo lo arreglada que estaba iba a caer en saco roto. Estaba tremendamente sensual, arrebatadora a mas no poder, con lo que no pasaba por mi cabeza que Dani la hubiera dejado escapar esa noche. Llevaba un falda muy corta, luciendo unas piernas espectaculares, y un escote, buff, en que dejaba poco a la imaginación de cómo eran sus pechos.


Tras presentarlos observe, noté como mi amigo no dejaba de mirarla de forma muy muy evidente. Como para ignorarla estaba la niña, hasta a mí se me iban los ojos tras ella de lo sexy y provocadora que estaba. Unos minutos después de la presentación y tras ese shock inicial por su vestimenta Pedro se acercó y con esa alegría que da un poco de alcohol en el cuerpo, me soltó, “amigo, tu nena esta buenísima, esta para disfrutar bien con ella”, palabras que, como yo también estaba excitado y alegre, más que molestarme, me excitaron más todavía de lo que estaba al verla. A continuación mi hija puso música y empezó a bailar con unos movimientos, que me produjeron una erección tremenda, e igual creo que le pasaría a mi amigo Pedro. Y así, volvimos a llenar nuestras copas y le di otra a mi hija. De la música rápida, se pasó a una lenta, cosa que aproveché para bailar con mi hija, cada vez me la arrimaba más, y mi erección era tan enorme, que me olvide que estaba mi amigo observándonos, que empecé a besarla, a acariciarla, con la complicidad de mi hija, que se dejaba hacer.

Minutos después mi amigo, excitado sin duda por lo que veía, se acercó y me pidió que le dejara bailar con ella, cosa que hice. Me senté y seguí bebiendo, completamente excitado veía como él cada vez la apretaba más. Pedro tenía buena planta y a pesar de sus 52 años, tenía una buena figura y algo de ese atractivo que ciertos maduros dan. Observándolos no había duda que mi hija estaba disfrutando bailando con él, le gustaba, y cada vez los dos más arrimados entre sí. Pronto observé como mi amigo le ponía la mano en el culo y lo apretaba fuertemente, ya sin ningún miramiento se empezaron a besar, en unos besos largos y apasionados. Veía como le acariciaba los pechos, como le quitaba esa tela superficial que marcaba su escotado y como la despojaba del sujetador, dejando al aire esos hermosos pechos. Mi amigo súper excitado, los besaba y los mordía de forma reiterada y sin cesar.



La idea de ver de esa manera, zorreando a mi hija delante mío me excito más aún si cabe, con lo que al rato le pedí de nuevo que me dejara bailar con mi hija, la cual, sin duda estaba bien caliente y con deseos de rabo. Era mi turno de sentir sus senos calientes, su pezones enrojecidos por los dedos de Pedro y lamerlos a conciencia, mezclando mi saliva con la que Pedro le había dejado en ellos. No sé el grado de sorpresa que se llevaría Pedro al ver esa actitud, tan sexualmente abierta hacia mi hija, sencillamente observaba como un padre manoseaba, comía , lamia y disfrutaba de los pechos de su hija.
Tras un par de canciones lentas en las que los pechos de Laura fueron bien sobados y babeados, mi amigo reclamo otro turno de baile para el. De nuevo Pedro saboreaba a mi hija, la cual se dejaba llevar por parte de esos dos hombres maduros tan calientes que tenía delante de ella. Así, con Pedro comiéndole la boca, al tiempo que sus manos le manoseaban las tetas, aproveche para ir al baño. Supongo que con esa calentura que teníamos, que tenían esos dos, no debieron de tardar mucho, tras mi marcha, para subir el listón, pues a mi salida no estaban en el salón.



Empecé a imaginar que estarían haciendo, que podrían estar haciendo al final del pasillo, pues con lo guarra que era mi hija, lo caliente y pervertido que estaría mi amigo, jugar al parchís no estarían. Así, con mi polla, excitada, dura y chorreante, me acerque al dormitorio de mi hija y entreabrí algo la puerta y lo que contemple era impactantemente lujurioso. Que espectáculo, los dos totalmente desnudos y mi amigo haciéndole una comida al coño tremenda, mi nena jadeaba de placer. Después de gemir como loca, tras minutos de frenética comida de coño, fue ella la que le empezó a chupar, a devorar su pene como si no hubiese un mañana. Mi pervertido amigo Pedro tenía un pene bien grande y grueso a disposición de mi hija Laura, la cual, glotonamente se lo llevaba a la boca, haciéndole una mamada que me dejo impresionado, de nuevo, de lo bien que lo hacía, era una experta mamadora .Pedro, tras convulsionarse ante tal nivel de maestría y gemir de lo lindo, la abrazó, la agarro sin más y la sentó encima de él y empezó a clavarle ese pedazo de estaca en su ya chorreante coño.



Mi hija, la puta de mi hija, gozaba con cada envestida, con cada elevación de esa polla en su coño, Pedro no dejaba de destrozar ese coño sin piedad, y ambos gozaban de ese momento de sexo salvaje. Sin duda que aquel ritmo devastador no podía durar para siempre, y mi amigo, fue poco a poco aminorando esos movimientos penetradores en el coño de mi hija, lo que hizo que Laura pasara a la acción. Dejo de ser Pedro quien llevaba la voz cantante en esa follada, y fue Laura quien empezó a cabalgar sobre esa polla, para sin duda acabar de destrozarla. De ese modo deje de ver como el rabo de Pedro perforaba la rajita sudorosa y pringosa de Laura. Así, y sin sacarse la polla del coño, mi hija se dio la vuelta sobre tal falo y mirando a Pedro a la cara empezó a cabalgar como una amazona monta un caballo. Su movimiento de amazona, sus montadas sobre polla era una delicia para l avista, rápida, veloz, directa sobre la polla y con movimientos circulares sobre ella. Buff, solo le faltaba un sombrero de vaquero para ser como ese jinete montando a un toro en un rodeo. Cada vez se movía a mayor velocidad a causa del placer que le estaba proporcionando esa polla tan grande. Pedro simplemente se dejaba montar y gozaba con ello.


El espectáculo era, Buff, tremendo, excitante, lujurioso, y cuanto más veía a mi hija follarse a Pedro, más ganas me entraban de follarla. Al igual que me sucedió con su amigo Dani, el verla en esa actitud, el observar cómo se comportaba sexualmente con otra persona, me producía una excitación tremenda. Mi polla, dura, babeaba con cada movimiento de sus glúteos encima de esa sufrida polla. Así, en ese estado de excitación tenía que hacer algo, y al contrario de lo que hice en el momento con su amigo Daniel, no pude contenerme, y sin esperar más y enormemente excitado entré en la habitación, abrace a mi hija por la espalda y acaricie sus hermosos pechos, le unté una crema en el ano y empecé a introducirle mi polla en su virgen y cerrado orificio. Pedro se quedó algo parado, pues a pesar de que sabía que se estaba follando a mi hija, no podía pensar que yo lo hiciera y que no le dijera nada. Y así como dándole mi conformidad empezamos a follarnos simultáneamente a mi hija.



Mi nenita gritaba con cada presión de mi polla en su culo, pues hasta entonces mi hija era virgen analmente. Aun con sus gritos de dolor y placer seguí empujándole mi polla en su estrecho y poco dilatado agujero, hasta que se la clavé toda. Mi rabo había llegado al final del trayecto, y con ello volvía a retroceder para una nueva inserción en su ya desflorado culo. Poco a poco esos gemidos de dolor iniciales se fueron transformando en otros de placer, ayudados con los provenientes de la polla de Pedro en el coño de Laura, que tras unos minutos de titubeo y de sorpresa por mi aparición y acople, había vuelto a bombear en el coño ardiente de mi hija.


Poco a poco fuimos cogiendo ritmo. La polla de Pedro y la mía se iban sincronizando en sus envestidas, en su penetración en el cuerpo, ya maltrecho de Laura. Así, coño y culo de Laura sentían las envestidas de esas dos pollas al unísono, destrozándola cada vez más con las entradas y salidas sincronizadas. Era increíble, mi hija, tenía dos pollas bien adentro y disfrutaba como una posesa con nuestras envestidas conjuntas. Simplemente gemía y gemía de placer, se dejaba follar por dos maduros sin miramientos, y sin duda que corriéndose como nunca lo había hecho. Qué momento tan morboso, estar follándome a mi hija, al mismo tiempo que otra persona le reventaba el coño. Mmmm que delicioso era el compartir así a mi hija.



En esa postura, en tal actitud sexual desenfrenada no tardamos mucho, tanto mi amigo como yo de llenarla de leche en una corrida monumental de ambos. La polla de pedro fue la primera en ceder, sin duda llevaba algo más de sufrimiento que la mía al llevar algo más de tiempo en el coño de Laura y mientras yo seguía envistiéndole el culo, él se empezó a correr dentro de su coño. Con cada eyaculada, Pedro gemía de forma atronadora, dejando salir toda esa tensión de placer que le producía cada evacuación, cada palpitación de sus huevos al expulsar el semen, al vaciar toda esa leche caliente en el coño de Laura. Yo era testigo de cómo le rellenaban el coño de leche a mi hija, mientras esta seguía siendo follada analmente por mí.


Poco tarde yo en seguir ese mismo camino y con las últimas palpitaciones de los huevos de Pedro y con sus últimos gemidos de placer, me vino mi corrimiento en su culo. Laura, exhausta y bien rellena de leche en su coño se echó hacia delante, dejando descansar sus pechos sudorosos en el tórax de Pedro, lo cual facilito enormemente mis expulsiones de semen en su culo. Mis huevos doloridos empezaban a soltar su rico néctar. Con cada expulsión de semen mi polla se incrustaba de nuevo en su culo. Con cada palpitación, con cada venida le sacaba la polla y se la volvía a meter de forma rápida y brutal, para que así sintiera la polla de su padre corriéndose en su culo. Me vacié por completo, ambos no sabíamos vaciado por completo en el cuerpo de Laura y los tres quedamos exhaustos tras esos minutos, largos y extensos minutos de intenso sexo.


Tras ello, y dejando una espera de recuperación al esfuerzo realizado, mi hija se dedicó a manosear nuestras pollas, las dos juntas mientras estas se calmaban y terminaban de soltar gotas de leche pendientes de salir. Fue algo excitante el compartir de esa manera a mi hija con mi amigo Pedro, y que decir de Laura, había gozado como nunca con dos pollas dentro de ella.



Ya se estaba haciendo tarde, y estaba próximo el regreso de mi mujer, así que nos duchamos y nos vestimos rápidamente, mi hija rendida se fue a su dormitorio a descansar.
Me despedí de mi amigo, me dijo que nunca había disfrutado tanto como en este día y que deseaba repetirlo. Mi respuesta, “dalo por echo Pedro”. Menudo evento tan imprevisto que habíamos tenido por una discusión de adolescentes. Desde entonces cada fin de semana Pedro y yo nos follamos a mi hija en su casa, durante toda una noche los tres le damos rienda a nuestra pasión, lujuria, desenfreno y mi hija se convierte en nuestra perra, o quizás nosotros en sus perros montadores. Su madre piensa que me llevo de cena a casa de Pedro a Laura todos los viernes por la noche y que como vive algo lejos nos quedamos a dormir en su casa, pero de dormir nada de nada, la follamos, nos folla, la llenamos de leche y al final duerme muy muy relajadita, dormimos muy relajadamente los tres.
 
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veronicca

Virgen
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Bueno, bueno, vas a matar a algún papá, poniéndole las pulsaciones a mil, jaja.
 

Pipsqueak

Virgen
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A saber a cuantos se les pondran, o pondrian, a mil las pulsaciones si viesen en actitudes sexuales a sus hijas con alguien, y cuantos podrian resistirse, tras verlo, a no experimentarlo en sus propias carnes
 
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