En las Vacaciones

heranlu

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Ago 31, 2007
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Cuando ocurrieron los hechos que voy a relatar a continuación yo tenía 21 años y estaba en mi segundo año en la universidad. En aquella época yo vivía con mi madre que está divorciada. La verdad es que durante el curso no me había dedicado demasiado a estudiar, más bien me pasé todo el año de fiesta en fiesta. Aunque no me arrepiento para nada, ya que durante ese curso pude disfrutar de bastantes coñitos universitarios e incluso de algún que otro coñito extranjero de intercambio estudiantil. Pero al llegar el final del curso mis notas habían sido pésimas por lo que ahora me tocaba pasarme el verano estudiando para aprobar en Septiembre.

Aquél fue uno de los peores veranos de mi vida. Mi madre me obligaba a quedarme en casa estudiando y apenas podía salir de casa y menos aún salir de ligue, por lo que me perdí la mejor época del año en lo que al folleteo se refiere. No hace falta decir que al llegar el mes de Agosto ya estaba más salido que un mandril en el zoo. Estaba tan agobiado después de pasarme todo ese tiempo estudiando y con tantas ganas de mojar que cuando mi madre me dijo de pasar una semana con ella y su hermana menor en la casa que ésta tiene en la playa no dudé demasiado en aceptar. La verdad es que pasar una semana con dos cuarentonas no me apetecía mucho, pero pensé que estando en la playa no me costaría encontrar alguna guiri buenorra con la que saciar mis ansias de sexo.

A mediados de agosto partimos hacia el sur rumbo a la casa de mi tía Marta. Ella es unos pocos años menor que mi madre, también está divorciada pero no llegó a tener hijos. Lo único que le quedó de su fallido matrimonio fue esa bonita casa con vistas al mar. Llegamos a la costa al atardecer y solo tuvimos tiempo de deshacer el equipaje antes de que anocheciera. Mi madre y yo estábamos bastante cansados después del largo viaje, por lo que preferimos quedarnos a cenar en casa en lugar de salir.

Durante la cena pude comprobar que mi tía es una mujer muy vital y abierta. Los tres estuvimos bebiendo vino y la conversación se fue animando. Mi tía no paraba de decir lo guapo que era yo e insistía en preguntarme acerca de mis ligues. Animado por la bebida le conté sobre mis conquistas pero obvié algunos detalles, no creí que fuera muy adecuado hablar con mi tía cuarentona acerca del sexo anal por ejemplo. Ella se reía divertida y comentaba con mi madre que yo estaba hecho todo un Don Juan. Las dos reían alentadas por el vino y empezaron a comentar la envidia que tenían de mí, ya que para dos maduras divorciadas aquello del ligue no era tan fácil. Su conversa siguió dirigiéndose hacia el tema del sexo y los hombres. Yo me empecé a sentir un poco incomodo por escuchar a mi madre hablar de esos temas y decidí que ya había tenido bastante por esa noche y me fui a mi habitación. Las dejé hablando y riendo bastante animadas y borrachas ya.

A la mañana siguiente mi tía dijo de ir los tres a una playa que conocía cerca de su casa. Esa iba a ser una buena oportunidad para empezar a ver las chicas que había por la zona, así que fui con ellas encantado. Después de 15 minutos andando llegamos a la playa en cuestión. Buscamos un buen sitio, dejamos nuestras cosas y colocamos las toallas en la arena. Eché un primer vistazo a mi alrededor, no había mucha gente pero prometía bastante, se veía bastante gente joven y buenos cuerpos.

Mi madre y mi tía se empezaron a quitar la ropa que llevaban y me quedé bastante sorprendido, debajo llevaban unos bikinis muy pequeños. La parte de abajo era un tanga minúsculo que apenas tapaba su pubis y la parte de atrás dejaba al descubierto sus maduras nalgas.

Mi cara de alucinado en ese momento debía ser bastante evidente, ya que las dos se rieron al ver mi reacción a sus bikinis.

"Esto debe querer decir que nos vemos bien a pesar de nuestros años. ¿No?" preguntó mi tía a mi madre con una sonrisa de complicidad.

"Joder, estáis geniales. No os podéis quejar para nada" dije yo todavía sorprendido.

Las dos se rieron y me dieron las gracias. La verdad es que aquellas palabras habían sido totalmente sinceras. Mi tía tenía un cuerpo estupendo, estaba delgada y con las curvas justas, pechos grandes y firmes y un culo totalmente apetecible. Mi madre por su parte a pesar de tener unos años más estaba bastante bien también, delgada, con los pechos algo más caídos pero con un culo redondo y firme como el de una veinte añera.

Pasamos un rato tomando el sol y bañándonos en aquella hermosa playa. El tiempo era genial, mucho sol y mucho calor. Yo estaba tumbado en la fina arena, olvidándome completamente de mis exámenes cuando mi tía comentó:

"Nos lo he dicho, pero en esta playa está permitido el nudismo. ¿Qué os parece si nos quedamos en pelotas?"

Dicho esto yo me quedé aun más flipado que antes. Creí que mi madre se negaría, pero cual fue mis sorpresa al ver que se empezó a desabrochar la parte de arriba del bikini dejando al descubierto unas hermosas tetas. Luego se levantó y se bajó el tanga mientras se reía divertida por la situación. Mi tía también se quedó totalmente desnuda. Las dos llevaban el pubis rasurado, solo se habían dejado una pequeña franja vertical de pelo. He de reconocer que estaban bastante buenas y que verlas desnudas empezó a excitarme, podía sentir mi polla crecer dentro del bañador.

Entonces empezaron a decirme que yo también me tenía que quitar el bañador. Yo me negué, me daba vergüenza que viesen que me había excitado un poco, pero ellas siguieron insistiendo. Al final pensé que si me negaba en redondo iba a ser peor ya que pensarían que verlas desnudas me incomodaba, por lo que me acabé bajando el bañador dejando a la vista mi polla en estado de semi erección. Las dos empezaron a reírse, tenían mi polla morcillona justo delante de sus ojos.

"Mira Carmen, me parece que hemos puesto a tu hijo un poco nervioso" comentó mi tía entre risas.

"Bueno, eso debe querer decir que todavía tenemos esperanzas con los hombres" soltó mi madre y las dos se pusieron a reír con grandes carcajadas.

Yo estaba muerto de vergüenza y no pude hacer otra cosa que meterme corriendo en el agua para evitar que me siguieran mirando. No me podía creer que aquellas dos viejas me hubiesen puesto así de cachondo. Son mi madre y mi tía, pensé, pero la verdad es que están bien buenas. Tuve que hacerme una paja dentro del agua para calmarme un poco y poder volver a tumbarme con ellas, pero en todo el tiempo que estuvimos en la playa no pude dejar de contemplar sus cuerpos desnudos.

Por la tarde volvimos a la casa de mi tía. Mi madre dijo que estaba cansada y que iba a ir a dormir la siesta en su habitación, yo me quedé en el salón viendo la televisión y mi tía se fue a la terraza a aprovechar los últimos rayos de sol.

Había pasado apenas media hora cuando oigo que mi tía me llama desde la terraza. Voy hacia allá y me la encuentro tumbada boca abajo tomando el sol en tanga, con su precioso culo apuntando hacia mí.

"Ponme crema en la espalda cariño por favor" dijo mi tía señalándome el bote de crema protectora.

En ese momento noté un cosquilleo en la punta de la polla. Me acerqué despacio y me puse de rodillas a su lado. Le esparcí la crema por la espalda y empecé a darle un suave masaje.

"Mmmmmm… que manos tienes cariño" dijo mi tía suspirando.

Ella seguía sin levantar la cabeza del suelo totalmente encantada por el masaje que le estaba haciendo. Yo estaba poniéndome bastante cachondo otra vez. Acariciaba la espalda de mi tía con suavidad, sintiendo su piel suave y su delicioso cuerpo entre mis manos. Mis manos empezaron a bajar lentamente hasta empezar a sobar su rico culo, a lo que ella respondió con un leve gemido. Yo tenía la polla a punto de reventar el bañador cuando ella se dio la vuelta.

"Ahora ponme por aquí por favor" dijo señalando su pecho sin poder evitar fijarse en el enorme bulto en mi entrepierna.

Yo me puse crema en las manos y empecé a masajear los pechos de mi tía con firmeza. Eran unas tetas grandes, apenas cabían en mi mano, pero duras como rocas y sus pezones apuntaban al cielo. Era una delicia poder acariciarlas así, con fruición, mientras mi tía parecía que empezaba a excitarse con mis toqueteos. Se mordía el labio inferior cerrando fuertemente los ojos y emitía suaves gemidos. No me podía creer que aquello estaba pasando, pero tenía que aprovechar que mi madre estaba durmiendo y ver hasta donde llegaba esta situación.

Entonces noté la mano de mi tía encima de mi paquete. Sin yo dejar de acariciar sus tetas, mi tía empezó a tocar mi excitada polla por encima del bañador. Aquello ya era demasiado bueno, pensé. No tenía nada que perder, así que me bajé el bañador dejando libre mi verga de casi 20 centímetros totalmente empinada. Mi tía la miró asombrada, ya que antes no la había visto en ese estado, y empezó a pajeármela con energía. Yo me incliné hacía atrás dispuesto a disfrutar de aquello.

Después de un rato, mi tía me dijo que me acercara más a ella. Enseguida entendí lo que quería decir y encantado puse mi polla justo delante de su cara. Ella no tardó en agarrarla y metérsela en la boca, chupándomela con fuerza y tragándosela hasta el fondo. La mamaba como una profesional mientras con una mano me acariciaba los huevos.

"Jodeeerrr, que bien la chupas Marta… sigue así, me encantaaaa… aaaah… aaaaaaaah… siiiiii" gemía yo desesperado, y con razón ya que esa era la mejor mamada que me habían hecho.

Mi tía se dio cuenta de que yo estaba a punto de correrme y decidió acelerar el ritmo para hacerme acabar más rápido. Me agarró del culo con ambas manos, haciéndome follar su boca hasta lo más hondo. Me la chupaba como una desesperada y yo no tardé mucho en correrme.

"Siii, siiiiiii… me corrooo, me corroooooooo… aaaaaaaaaaah" grité para avisarla de que mi leche estaba viniendo.

Ella se sacó mi polla de la boca justo en el momento que eyaculé una gran cantidad de semen que fue a parar a sus tetas. Los chorros de lefa salían disparados bañando el cuerpo de mi tía, que siguió pajeándome la polla hasta que salió la última gota de semen.

No me podía creer lo que acababa de hacer, mi tía me la acababa de mamar y había sido una de las mejores chupadas de mi vida. Me tumbé en el suelo extenuado después de aquella genial corrida, con mi polla recuperando lentamente su estado normal.

Mi tía se levantó y me guiñó un ojo sonriéndome y entró en la casa, seguramente para limpiarse.

Yo seguía en el suelo, intentando asimilar lo ocurrido cuando oí voces que venían del interior de la casa.

"Eres una guarra…" oí que dijo mi madre.

"Ya lo sé, pero me debes una cena y 50 euros guapa" contestó mi tía.

Empecé a sospechar lo que estaba ocurriendo y rápidamente me puse el bañador y entré en la casa. Allí me encontré a mi tía, todavía con semen entre sus tetas, hablando con mi madre. Ellas me miraron sonriendo divertidas al verme, pero a mí no me hacia nada de gracia.

"¿Se puede saber que coño está pasando? ¿Mamá, de que va todo esto?" pregunté yo bastante cabreado.

"No pasa nada hijo mío, mi hermana y yo habíamos apostado a que ella sería capaz de seducirte. Y ya he visto que he perdido la apuesta" contestó mi madre riendo. Yo no me podía creer lo que estaba oyendo.

"¿No negarás que te ha encantado, verdad cariño?" dijo mi tía acariciándose los pechos, insinuante.

"No me puedo creer que me hayáis hecho esto. ¡Sois unas putas!" dije yo antes de irme corriendo a encerrarme en mi habitación.

Durante el resto del día no salí de mi cuarto. No cené con ellas y tuve que esperar a que se fuesen a dormir para ir a la cocina y poder comer algo. Estaba muy enfadado, me habían utilizado para su diversión y reírse de mí, aparte de haberme inducido a hacer algo inmoral. Seguro que lo tenían planeado desde antes de venir, pensé yo, las muy guarras…

Al día siguiente tampoco fui a la playa con ellas. Mi madre vino a la habitación a decirme que si quería ir con ellas pero yo apenas le dirigí la palabra, yo quería que se diera cuenta de que seguía muy molesto. Me pasé todo el día en mi habitación pensando en todo lo ocurrido hasta que por la tarde mi madre y mi tía volvieron de la playa.

Mi madre llamó a la puerta, quería disculparse. Yo dejé que entrara porqué como mínimo quería escuchar sus explicaciones.

"¿Todavía sigues enfadado cariño?" preguntó ella, pero yo ni siquiera le contesté. Llevaba puesto el bikini minúsculo y empezó a acariciarme el brazo. Al verla así no pude evitar recordar cuando la vi desnuda en la playa y empecé a notar como se me hinchaba la polla. Tiene un cuerpo precioso para su edad y se veía de muerte con ese bikini.

Mi madre se dio cuenta del creciente bulto en mis calzoncillos. No podía apartar la vista de ahí y su mano se fue acercando a mi paquete. Antes de que me diese cuenta ya estaba sobándome la polla por encima de los calzoncillos.

"Mamá, ¿pero que estás haciendo?" dije yo alarmado.

"Cállate tonto, está claro que esto te gusta" dijo ella, y tenía razón ya que mi polla no paraba de crecer respondiendo a las caricias de mi madre.

Intenté decir algo más pero no pude, era evidente que aquello me gustaba y que mi madre me ponía cachondo. Además a ella parecía gustarle la idea de excitar a su hijo, se notaban sus pezones duros a través del bikini.

Entonces ella me bajó los calzoncillos dejando mi rabo completamente libre. Lo tenía en perfecta erección y mi madre no tardó en empezar a masturbarlo vigorosamente. Yo empecé a gemir encantado.

"¿Te gusta esto, verdad cariño?" me preguntó ella.

"Si mamá… muchoooo… aaaaaaah… sii, siiii… me gusta mucho mamá…" gemí yo muerto de gusto.

No tardé nada en correrme. A los pocos minutos de masturbarme mi madre, ya había eyaculado una excelente cantidad de leche. Aquello me había vuelto loco, mi propia madre haciéndome una paja.

"Ahora límpiate y arréglate hijo, esta noche vamos a salir los tres a cenar" me ordenó mi madre mientras salía de mi cuarto con restos de semen todavía en su mano.

Hice lo que me pidió. Me duché y me vestí para salir a cenar. Sabía lo que querían. Desde el momento en que habían visto mi rabo en la playa solo deseaban tenerlo para ellas. Sólo eran dos cuarentonas divorciadas necesitadas de una buena polla, aunque fuese de su propia familia. Y eso era justamente lo que le iba a dar a las muy guarras.
Aquella misma noche salimos a cenar los tres y ellas se estuvieron comportando más bien como si fueran mis amantes que como mi madre y mi tía. Me cogían del brazo y me acariciaban la mano, me miraban insinuantes y no dejaban de hacer comentarios morbosos.

Mi tía se había puesto un vestido negro de tirantes y sandalias con tacón alto, la parte de abajo del vestido llegaba hasta sus muslos, lo que permitía apreciar sus preciosas piernas. Mi madre por su parte llevaba un vestido rojo también de tirantes pero más largo, por las rodillas. A pesar de eso, el vestido se ceñía más a su cuerpo y se podía apreciar el hermoso cuerpo que tiene. Además también se puso sandalias de tacón. La verdad es que las dos se veían preciosas aquella noche y yo me sentía muy afortunado por poder estar con ellas.

Estaba deseando follármelas salvajemente a las dos. Recordaba sus cuerpos desnudos en la playa y no podía esperar más a volverlos a ver otra vez, esos preciosos cuerpos que me habían seducido y me iban a llevar a cometer el acto del incesto. Me excitaba solo de pensar en como me habían hecho gozar con sus manos y con sus bocas, y deseaba que llegase el momento en que podría estar dentro de sus maduritos coños. Por si acaso, me aseguré de que durante la cena bebiesen bastante vino. Quería asegurarme de que llegado el momento ellas se entregaran completamente a mí.

Durante toda la cena sus miradas de deseo hacia mí fueron más que evidentes. Los toqueteos por debajo de la mesa no cesaron y las risas de excitación provocadas por el vino eran constantes. Sabíamos lo que iba a ocurrir aquella noche y lo estábamos deseando.

Acabamos de cenar y nos dirigimos a la casa de mi tía. Ellas dos estaban bastante contentas a causa del vino consumido y reían y bromeaban como dos adolescentes de fiesta. Yo iba bastante más sereno, no había bebido tanto vino como ellas porque quería poder controlar la situación y tener a mi madre y mi tía a mi antojo. Les iba a dar duro como nunca les habían dado en sus vidas, quería vengarme por como me habían utilizado. Aquella noche les iba a dar su merecido.

Nada mas llegar a la casa, mi tía abrió otra botella de vino. Nos pusimos a beber y seguimos hablando y riendo animados. Pusimos música y empezamos a bailar los tres. A ellas dos se las veía encantadas, estaban disfrutando como si volvieran a ser jóvenes. Bastante borracha ya, mi tía no tardó en abrazarme y bailar agarrada a mí. Yo aproveché para empezar a sobarle el culo mientras mi madre, que estaba bailando con movimientos sinuosos a nuestro lado, sonreía sin perderse detalle de nada.

Entonces mi tía me besó y nuestras lenguas empezaron a cruzarse apasionadamente. La agarré fuerte por el culo acercándola más a mí y que así notase mi polla creciendo dentro del pantalón. Sus duros pechos se clavaban en mí y podía notar sus pezones endureciéndose, no llevaba sujetador. Con las manos le sobaba el culo, que estaba bastante duro. Empecé a acariciarla entre las nalgas y ella respondió con un ligero gemido.

Enseguida la había puesto cachonda perdida, así que le bajé los tirantes del vestido dejando sus peras al descubierto. No tardé nada en empezar a comerme esas ricas tetas. Chupaba sus pezones mientras ella me acariciaba el pelo y gemía encantada.

Mi madre aprovechó ese momento para empezar a acariciarme el culo y el paquete. Al darse cuenta de que ya tenía el rabo a punto de estallar empezó a desabrocharme el pantalón para bajármelo.

"A ver esa polla tan rica que tiene mi niño. Enséñale la polla a tu mami querida" decía mi madre borracha y cachonda perdida ya. "Desde que la vi en la playa no he podido dejar de pensar en ella…" confesó.

Al fin pudo bajarme el pantalón y los calzoncillos y descubrir mi tiesa verga. Sus ojos brillaron de deseo al verla, la agarró con fuerza y empezó a pajearla.

En ese momento yo ya estaba súper caliente y con el rabo a tope, aquello era cómo estar en la santa gloria.

Cogí a mi tía de los hombros y la empujé hacia abajo y ella, con la sabiduría que le han dado los años, enseguida entendió lo que la estaba pidiendo. Ni corta ni perezosa se puso en cuclillas frente a mí y se dispuso a mamarme la polla. La agarró con una mano y empezó a lamérmela primero, para luego pasar a metérsela entera en la boca.

Yo mientras le bajé los tirantes del vestido a mi madre, que tampoco llevaba sujetador y empecé a sobar sus tetas y a besarle el cuello. Aquello parecía gustarle bastante, sus pezones se pusieron durísimos al contacto con mis manos y suspiraba de placer.

Mi tía seguía chupando polla como una condenada y joder, la muy guarra lo hacía de muerte. No se si es porqué yo soy su sobrino y eso le daba más morbo, pero parecía que me la quisiese exprimir. Entonces mi madre, completamente cachonda, empezó a sobarme los huevos con ansia mientras mi tía seguía mamando. Yo respondí a sus toqueteos pasando mi mano por la raja de su culo y acariciándolo.

Casi sin darnos cuenta, en poco tiempo, la temperatura había aumentado hasta la ebullición. Los tres estábamos muy calientes y ya no había vuelta atrás. Apenas controlábamos nuestros actos, simplemente nos dejábamos llevar por nuestro instinto sexual. El instinto que había aflorado en el momento en que los tres nos desnudamos en la playa.

Me tuve que sentar en el sofá porque la mamada que me estaba haciendo mi tía empezaba a hacer flojear mis piernas del gusto que me estaba dando. Entre las dos me ayudaron a quitarme los zapatos, los pantalones y los calzoncillos dejándome la polla a su total disposición. Mi tía no tardó en tirarse encima de mí y empezar a besarme, luego fue bajando hasta rozar mi polla con sus tetas. Riendo empezó a cascarme una cubana mientras mi madre me iba desabrochando la camisa.

"Ya te dije que el cabrón de tu hijo no se iba a resistir. Mira como tiene el pito, parece que le va a estallar…" dijo mi tía mientras mi madre empezó a lamerme los pezones.

"¿A que estáis esperando para chupármela putas? ¿No es eso lo que estáis deseando?" grité yo descontrolado de placer.

"¡No nos hables así, imbécil!" dijo mi madre antes de darme una buena torta en la cara. Parecía que no le había hecho mucha gracia que las insultase, pero lejos de enfadarse realmente, empezó a bajarse el vestido quedándose en tanga y tacones. Al verla así me olvidé del daño que me había hecho la bofetada en la cara, llevaba puesto un tanga minúsculo de encaje rojo que le quedaba de muerte.

"A ver Marta, déjame… se va a enterar este gilipollas" dijo mi madre poniéndose de rodillas junto a mi tía mientras agarraba mi polla y se la llevaba a la boca.

Nunca había oído a mi madre hablar de esta manera ni comportarse de esta manera y eso me ponía a cien. Ver a mi madre convertida en toda una zorra me daba muchísimo morbo.

Entonces empezó a chupármela como una profesional. Debo decir que si mi tía la chupaba bien, mi madre la chupaba todavía mejor. Se notaba que es la mayor y que seguramente le habría dado un par de lecciones a su hermana menor. Joder, aquello era lo máximo. Me la chupaba tragándosela hasta la garganta haciendo unos ruidos exagerados. Ni siquiera me la tenía que aguantar con la mano, la tenía tan dura que se clavaba directamente en su boca como si la estuviese follando.

"Jodeeeerrrr mamaaaaaa… que bien lo haces coño… aaaaaah…" gemía yo agarrándome fuerte con las manos en el sofá e intentando aguantarme todo lo que podía para no correrme en la mismísima boca de mi santa madre.

En ese momento mi tía era una mera espectadora del espectáculo incestuoso que estábamos dando mi mamá y yo. Totalmente borracha y cachonda se reía y disfrutaba viéndonos mientras delicadamente se acariciaba los pechos.

"Para ya Carmen, que está a punto de correrse y queremos que nos dure toda la noche" sugirió mi tía.

"¡Tú cállate zorra! Deja que siga chupando que lo hace de puta madre…" le solté yo. Enfadada, mi tía intentó pegarme, pero como estaba tan pedo al irme a dar un bofetón cayó encima de mí, con sus tetas rozando mi pecho. Yo aproveché para besarla y ella no se quejó para nada. Luego con una mano fui subiendo su vestido hasta tocar entre sus piernas y descubrir encantado que la muy cerda no se había puesto bragas.

"Que putita eres tía Marta, mira que ir a cenar sin ropa interior" dije mientras empecé a tocar su coñito que estaba chorreando ya. Ella se puso a gemir como una gatita en celo.

Mi madre seguía mamando verga ajena a todo eso. No se dejaba ni un centímetro de mi larga polla sin tragar y me apretujaba los huevos con una mano mientras tanto. Me encantaba como lo hacía, por eso estaba aguantando tanto como podía para no acabar ya, quería que aquello durase para siempre.

Mientras, mi tía ya se había rendido a mis dedos y estaba tumbada en el sofá a mi lado completamente espatarrada. Yo la masturbaba frotando su empapado coño y metiéndole los dedos por la vagina. Le estaba metiendo tres dedos y ella gritaba desesperada, a punto de tener un orgasmo mientras se sobaba las tetas. Sus jugos brotaban de su coño y empapaban mi mano.

"Hay que ver que putón que estas hecha hermanita. Vaya espectáculo que estas dando" dijo mi madre al ver el estado de mi tía. Había dejado de chupármela, pero no paró de pajearme con la mano para que mi polla siguiese en estado de erección.

"¿Y tú a qué estás esperando hijo? ¿No ves como está?" continuó diciendo antes de pegarme una buena chupada de huevos que me dejó muerto.

Aparté a mi madre y cogiendo a mi tía por los tobillos separando sus piernas todo lo que pude, me dispuse a metérsela.

"¡0h, si! ¡Fóllame cabrón! ¡Hijo de puta, venga metemela yaaaaa…! ¡Aaaaaah, siiiiiii...!" gritó antes de que le ensartara mi polla hasta el fondo de su ser. No me costó nada metérsela de lo mojada que estaba ya, y mi polla estaba tan dura que la hacía disfrutar como a una loca.

Empecé a culear dentro de mi tía como un animal en celo. Sabía que no tardaría mucho en correrme dentro de su delicioso coño por lo que la estaba taladrando todo lo duro que podía para hacerla llegar al orgasmo.

"¿Te gusta esto verdad zorra? ¿Te gusta que tu sobrino te folle como si fueras una puta barata verdad?" le preguntaba yo entre intensos gemidos mientras le daba duro. Sus tetorras temblaban como flanes al ritmo de mis acometidas y ella no paraba de gritar desesperada.

Mi madre mientras había ido a buscar la botella de vino y bebía tranquilamente observando todo. Estaba de rodillas en el suelo justo al lado del sofá donde mi tía y yo follábamos como condenados.

"Muy bien hijo. Fóllate a esta guarra. Lo haces muy bien. Así, sigue. No pares" me animaba mi madre sin perderse detalle de nada. Estaba evidentemente borracha y cachonda perdida, esperando su turno para catar mi verga.

Los gemidos de mi tía se intensificaron y su cuerpo empezó a estremecerse, estaba casi a punto. Di unas cuantas culadas más, metiendo mi polla lentamente dentro de ella todo lo hondo que pude. Seguía agarrándola por los tobillos y separaba todo lo posible sus piernas para ayudarme a conseguir una penetración más profunda. Al final entre fuertes gemidos de mi tía, una explosión de fluidos salió de su coño. Joder, nunca había visto a ninguna mujer correrse de esa manera tan brutal. Yo ya no pude aguantar más y la saqué de dentro de mi tía para ir a eyacular por todo su cuerpo. Los chorros de lefa cayeron por sus pechos y su barriga, manchando el vestidito que se había puesto.

Su coño seguía chorreando fluidos mientras ella, extenuada, intentaba recuperar el aliento mientras tocaba la leche caliente que cubría su cuerpo. Mi madre le alcanzó una copa de vino y la muy borracha se la bebió con ansia, como si el rojo líquido la ayudase a recuperarse del polvo que la acababan de echar. Parecía que seguía con ganas de fiesta, aquello sólo había sido el primer asalto para ella.

Yo le ofrecí mi polla, aún goteando semen y cubierta del flujo de mi tía, a mi mamá. Cogiéndola por la nuca acerqué su boca a la punta de mi rabo para que le diese un buen repaso y me lo limpiase a fondo. La muy puta no vaciló y se la metió hasta el fondo, dejándomela reluciente después de un par de lamidas.

"¿Sabe bien el coño de tu hermana?" le pregunté a mi madre con descaro. Ella me lanzó una mirada pícara y sin decir nada siguió meneándome la verga.

Tener a mi madre de rodillas comiéndome y meneándome la polla hizo que, a pesar de que me acababa de correr, la volviese a tener dura y lista para el combate. Había llegado el momento de darle mi polla rica a la guarra de mi madre.

"Venga mamá, ponte como quieras que ya estoy listo otra vez y ahora te toca a ti" le dije convencido a mi madre.

"¡Ah no! Una cosa es que folles con tu tía, pero yo soy tu madre" respondió ella para mi sorpresa. No me podía creer que ahora, después de haberme comido la polla como una desesperada, se estuviese resistiendo. "Conmigo no vas a follar ni loca…" continuó diciendo mientras se levantaba del suelo y hacía ademán de recoger su vestido.

"¡Serás puta!" exclamé yo levantándome del sofá y agarrando a mi madre por los brazos. "Me has puesto como una moto chupándome la polla y ahora me vas a decir que no quieres que te folle como a una puta…" le dije dándole la vuelta y llevándola hacia la mesa del comedor.

"Venga Carmen, ahora no te hagas la estrecha. Que antes me has confesado que estabas deseando probar el pollón de tu hijo" dijo tía Marta levantándose del sofá también. Se quitó el vestido manchado y se acercó a nosotros más que dispuesta a seguir de cerca nuestro incestuoso polvo.



Apoyé las manos de mi madre contra la mesa y la hice inclinarse hacía adelante. Violentamente, casi rompiéndolo, le separé la tira del tanga del culo, dejando la raja de su coño totalmente expuesto. La muy cerda estaba empapada, aunque se había querido resistir sabía que en el fondo lo estaba deseando. Le ensarté la verga hasta lo más hondo, sin que su maduro coño me opusiese resistencia alguna, y empecé a bombear con fuerza. Sus tetas colgaban moviéndose al ritmo de mis embestidas, que cada vez eran más rápidas. No tardó nada en empezar a gemir como una perra en celo.

"¿Te gusta verdad, pedazo de cerda? ¿Te gusta como lo hago?" Dije yo. La agarraba fuerte por las nalgas y se la clavaba lo más duro que podía, la quería hacer disfrutar como nunca.

"Mmmmmmm siiii… no pares, me encanta… aaaaaah… aaaaaah… fóllame más cabrón… me encanta tu polla… siiiiii…" gemía ella desconsolada.

La cogí de las tetas, estrujándolas, y acerqué su cuerpo al mío. La seguí follando mientras le besaba el cuello y la espalda. Sabía que no faltaba mucho para que mi madre se corriera.

Marta estaba detrás nuestro siguiendo la escena. Totalmente desnuda, a excepción de los tacones, con la copa de vino en una mano y con la otra mano masturbándose. Todavía tenía restos de mi corrida por todo su cuerpo y aquella imagen, verla así, era algo realmente sexy para mí.



El cuerpo de mi madre se estremecía descontrolado. Estaba a punto de llegar al orgasmo. La agarré del pelo y tirándola con fuerza hacía mí empecé a bombear todavía más fuerte dentro suyo. Mi madre empezó a gritar quejándose del dolor, pero poco a poco sus quejidos se fueron transformando en gemidos de placer.

"Lo siento mamá, pero te lo mereces por ser tan puta. No ha estado bien que me trataseis como a un juguete" le dije susurrando entre gemidos en su oído.

"Aaaaaaaaaah… siiiiiiiiiiiiii… ya me viene, ya me vieneeeee… aaaaaaaaaaaaaaaaaaah...." alcanzó a decir mi madre antes de correrse como una puerca. Sus fluidos chorrearon abundantemente hasta el suelo.

Se la saqué de dentro y más flujo vaginal brotó de su sucio coño. La verdad es que la había hecho gozar como a una guarra. Acto seguido le di una fuerte palmada en el trasero y luego, agarrándola del pelo, le di un apasionado beso en los labios.

"Yo todavía no he acabado" recalqué señalando mi polla tiesa y reluciente de fluidos. Y sin soltar a mi madre del pelo pregunté:

"¿A qué coño estáis esperando?" mientras obligaba a mi madre a agacharse.

La zorra de mi tía Marta no tardó en lanzarse de rodillas hacia mi erecta verga. La muy puta se había quedado con ganas de más marcha al parecer. Mi madre fue más reacia, pero al final se puso a lamerme los huevos mientras mi tía me chupaba la polla y me pajeaba.

Joder, que delicia tener a esas dos hembras chupándome el rabo. Me miraban a los ojos fijamente como queriendo saber si aquello era de mi agrado y eso me excitaba aún más. Ya no faltaba mucho para correrme, así que agarré mi polla y me dispuse a entregarles mi leche caliente.

Apunté primero hacia la cara de mi madre y después de un par de sacudidas, le solté un gran chorro. Cerró los ojos y la boca, pero igualmente el semen manchó toda su cara. Reserve el resto para Marta, que esperaba mi lefa con la boca abierta. Tres chorros, cada vez de menor intensidad impactaron en su boca y su cara y ella se tragó todo el semen con gusto.

Allí quedaron las dos, de rodillas en el suelo, desnudas y con semen en sus caras mirándome como esperando cual sería mi siguiente paso. Yo la verdad es que después de dos corridas estaba totalmente destrozado y me apetecía dormir. Las cogí de la mano a las dos y levantándolas les dije que porque no nos íbamos a la cama a descansar. Aceptaron sumisas y aquella noche dormimos desnudos los tres en la misma cama.

Aquella noche dormí como un angelito después de haber disfrutado al máximo con ese par de hembras. Y la verdad es que nunca me arrepentí que fueran mi propia madre y mi tía.​
 
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