En Familia - Capítulos 01 al 08

heranlu

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En Familia - Capítulo 01


Mi nombre es Sabrina, tengo 20 años y desde hace uno mantengo relaciones sexuales con mi padrastro y mi madre, o mejor dicho follo con ellos, porque eso es lo que hacemos, follar como animales y la verdad es que nos encanta.

Durante este ultimo año he hecho con ellos multitud de cosas depravadas y perversas y la verdad es que he disfrutado cada segundo. No me arrepiento de nada y aun me quedan muchas mas cosas que hacer con ellos, aunque aquí lo que os voy a contar es como empezó todo.

Y todo comenzó cuando tenía 17 años que fue cuando mi padre murió. Mi madre y yo nos hubiésemos quedado solas y desamparadas si no hubiese sido por mi tío Alberto, el hermano de mi padre. Alberto es un hombre de negocios con gran éxito profesional y él le prometió a mi padre que cuidaría de nosotras.

Y así lo hacia. Venía muy a menudo a casa, sufragaba nuestros gastos, me compraba regalos. De hecho era una presencia habitual en nuestra casa, incluso desde antes de la muerte de mi padre, lo que yo atribuía a la penosa enfermedad que acabo con él.

Algunos meses después de la muerte de mi padre me di cuenta de que Alberto no solo se preocupaba de nuestro bienestar. A menudo desayunaba en casa y vestía la misma ropa que había llevado la noche anterior lo que indicaba que había dormido en casa. Por otra parte mi madre era muy solicita con él y se comportaba de un modo extraño, lo que me llevó a pensar, acertadamente, que estaban liados. Esto se hizo evidente cuando empezaron a pasar fuera de casa algunos fines de semana, poniendo para ello las excusas mas peregrinas. Al principio todo esto no me gustó. Que mi madre sustituyese a su difunto marido con el hermano de aquel era algo que me enfurecía, y empecé a pensar que mi madre era una zorra por hacer algo así.

Algún tiempo después vi todo aquello desde otro prisma. Si no fuese por Alberto no hubiésemos podido permitirnos seguir viviendo en aquella inmensa casa con piscina y jardín, ni yo podría seguir yendo a mi colegio privado ni disfrutando de los lujos y caprichos que tenia. Esto me llevo a pensar que quizás mi madre lo hacia para poder seguir manteniendo nuestro nivel de vida y para que así yo no pasase ningún tipo de privación, así que deje de tener mala opinión de mi madre. Y como ella parecía contenta y Alberto era muy amable y gentil con ella, no tarde en pensar en que quizás ellos llegarían a formalizar su relación, porque mi tío aun seguía soltero, a pesar de ser un hombre terriblemente atractivo y mi madre, entonces y ahora, es una mujer muy guapa que siempre atrae las miradas de los hombres.

Yo deje de darle importancia a todo aquello y seguí con mi vida normalmente hasta poco después de cumplir dieciocho años. Después de un comienzo de curso desastroso me vi en la obligación de tener que estudiar mucho mas si quería terminar el curso con buenas notas y no poner en peligro mi sueño de estudiar medicina. Fue entonces cuando empecé a quedarme levantada hasta tarde para estudiar, solo que la mayoría de las noches no podía estudiar. La causa de aquello era mi madre y también Alberto, pues cada vez que él se quedaba a pasar la noche había ración de sexo y una ración muy ruidosa, porque mi madre gemía y gritaba como una loca. Yo por mi parte me hacia la desentendida y actuaba como si no oyese nada pero lo cierto es que no perdía ni un solo sonido.

Aquella situación me molestaba, al principio porque no podía estudiar y después porque empecé a sentir envidia. Tenia envidia de ellos que disfrutaban tanto en la cama, mientras que yo las pocas veces que había tenido sexo con mi novio, un compañero de clase, había quedado bastante decepcionada, puesto que sin que hubiesen sido malas experiencias tampoco habían sido nada especiales. Yo había esperado algo parecido a lo que mi madre y mi tío debían estar haciendo, algo que me hiciese perder el control de puro placer, pero no había sido así. Fantasear con que estarían haciendo se convirtió en algo habitual y esas fantasías junto a los gemidos y gritos provenientes de la habitación de mi madre hacían que me mojase las bragas sin necesidad de tocarme, aunque yo me masturbaba cada vez que me encontraba en aquella situación. Pasado un tiempo mis fantasías dejaron de consistir en elucubrar acerca de que estarían haciendo mi madre y Alberto, para versar acerca de que me gustaría hacer con Alberto o que me gustaría que él me hiciese. Empecé a desear que mi tío me follase como hacia con mi madre, pero sabia que eso no era posible, o por lo menos eso pensé entonces.

Terminado el curso, que pese a todo aprobé con excelentes notas, nos fuimos de vacaciones, aunque mi deseo no disminuyó un ápice. Sin embargo fue de vuelta en casa cuando se produjo el giro definitivo a la situación. El día posterior a mí 19 cumpleaños volví a casa después de hacer unas compras y vi que no había nadie en casa. Tras dejar los paquetes en mi habitación baje al salón y enchufé el televisor y el video. En la pantallita de este ultimo un icono luminoso indicaba que había una cinta dentro. Como no sabia de que se trataba pulse el botón de reproducción y me senté en el sofá para ver de que se trataba. Tras unos instantes de interferencias vi una imagen que me dejó clavada en el asiento. Sobre una gran cama estaba tumbada mi madre ataviada de un modo que nunca había visto. Calzaba unos zapatos de tacón de aguja de cuero negro y vestía unas medias de rejilla sujetas por un liguero negro de encaje, unas bragas de látex rojo con una abertura central que dejaba a la vista su coño depilado y su culo, un corpiño de cuero negro que dejaba los grandes pechos de mi madre a la vista de modo parcial y por ultimo un collar de perro con tachuelas plateadas. Podía ver que mi madre estaba muy excitada porque su cara, su respiración y su húmeda entrepierna la delataban. Ver aquello me calentó al instante y empecé a sentir un cosquilleo en la entrepierna.

Me preguntaba dónde habría sido filmada aquella escena, y entonces se abrió el plano y pude ver que se trataba de la habitación de mi madre. Ahora podía ver encima de una de las mesitas de noche un surtido juego de consoladores de diversos tamaños y colores.

Una voz que salía de detrás de la cámara y que era inequívocamente la de mi tío le dijo a mi madre: - Vamos puta, muéstrame tus habilidades.

Mi madre cogió un grueso consolador de brillante color rojo y comenzó a lamerlo hasta dejarlo totalmente cubierto por su saliva. Entonces se abrió de piernas y poco a poco fue introduciéndolo en su coño. Mi madre movía el dildo dentro de sí lentamente, disfrutando cada milímetro que introducía o extraía de su vagina. A medida que movía el instrumento en sus entrañas ella gemía de placer y se estremecía, pues realmente estaba pasando un buen rato.

Entonces entró en escena Alberto que debió dejar la cámara grabando sobre un trípode.

- Esto no es suficiente, puta dijo Alberto a mi madre. Yo te enseñare.

Alberto abrió al máximo las piernas de mi madre y agarró el consolador introduciéndolo con fuerza hasta el fondo, y eso que debía medir unos 25 centímetros de largo. Mi madre gritaba cada vez que el consolador era introducido hasta el fondo, pero animaba a Alberto a que siguiese. Tras unos 10 minutos de ese tratamiento Alberto paró un momento y le sacó aquel falo de plástico a mi madre de su dilatada vulva y cogió otros dos vibradores igual de largos, pero más finos. Alberto introdujo uno de los dildos en el coño de mi madre de modo rápido y hasta llegar hasta el fondo, y después con un poco de dificultad le introdujo el otro también en el coño. Mi madre aullaba de placer al sentir la pareja de consoladores horadando al unísono su húmeda cueva, y exigía a mi tío que le metiese los consoladores mas adentro y con mas fuerza. Alberto así lo hacia hasta que se le ocurrió una cosa. Cogió otro consolador, este a pilas, y lo encendió. Introdujo el vibrador en el coño de mi madre junto a los otros dos dildos y luego volvió a meter y sacar los consoladores no vibrantes. Mi madre tenia el coño bien abierto y chorreaba flujos sin parar.

Yo estaba muy cachonda, me levanté la falda y me quité las bragas, masturbándome frenéticamente. Mi vagina destilaba flujos sin parar y tenía los muslos mojados, como también lo estaba el asiento del sillón de cuero donde estaba sentada, mientras que el olor de mi sexo inundaba la habitación. Yo frotaba con fuerza mi endurecido clítoris mientras que dos de mis dedos exploraban el interior de mi vulva. Estaba al borde del orgasmo cuando las imágenes en la pantalla cambiaron. Mi tío sacó los tres consoladores del coño de mi madre dejando ver unas preciosas imágenes del interior de la dilatada vagina. Luego cogió un consolador de dos extremos y lo humedeció con su saliva. A continuación escupió en el ojete de mi madre y de un solo golpe hundió uno de los extremos del dildo en el ano de mi madre, la cual gritó ante la súbita invasión rectal que acababa de experimentar.

Sin detenerse, Alberto metió el otro extremo en el coño de mi madre para después empezar a meterlo y sacarlo salvajemente. Tras unos minutos mi tío paró su frenética percusión de los orificios de mi madre y se quitó los bóxers que hasta ese momento llevaba. Al hacer eso dejó al descubierto un poderoso miembro, tan grande como el consolador rojo que le había metido al principio a mi madre, y totalmente depilado. Alberto colocó a mi madre a cuatro patas y sin sacarle el consolador de dos extremos ni del coño ni del culo comenzó a forzar con su polla la entrada del ano de mi madre. Estaba abriéndose camino en el recto de mi progenitora cuando la imagen desapareció.

Miré detrás de mí y allí estaba Alberto, elegantemente vestido, con su siempre seductor semblante y el mando a distancia del video en la mano.

- Perdona que te moleste, pero había olvidado esa cinta y quería recuperarla dijo como sí tal cosa.

- No dije mientras me levantaba y me ponía delante del video para evitar que cogiese la cinta.

- ¿Cómo? preguntó él con curiosidad.

- Solo dejaré que te lleves la cinta si haces conmigo lo que haces con mi madre respondí yo con decisión.

- Vaya, una interesante propuesta dijo él con una sonrisa Demos una vuelta en coche y hablaremos.

Sin parar siquiera a recoger las bragas subimos a su coche, un impresionante Mercedes y salimos de la casa. Estuvimos bastante tiempo circulando por las calles de la ciudad sin decir ni una palabra, hasta que él me preguntó: - ¿Estas segura de lo que me has dicho?.

- Si lo estoy respondí Estoy dispuesta a todo con tal de hacerlo contigo.

- Eso me parece bien dijo él Pero has de saber una cosa.

- ¿El que?.

- Mis amantes han de hacer todo lo que yo diga y cumplir todas y cada una de mis ordenes. Si no te sometes a mi disciplina no me interesa que seas mi amante. ¿Tú estas dispuesta a ser mi esclava?.

- Si respondí sin dudar.

- Bien. Ya veremos si estas lista.

En ese momento el semáforo que teníamos ante nosotros cambió a rojo y nos detuvimos ocupando el carril central. Junto al coche y en el carril derecho estaba detenido un autobús, desde donde podían verme perfectamente. Alberto me dijo que me levantase la falda y yo lo hice hasta dejar al descubierto casi la totalidad de mis muslos.

- Así no putita dijo Alberto desaprobadoramente Del todo.

- Me verán desde el autobús repuse yo.

- Obedece y súbetela del todo dijo él con voz severa.

Yo obedecí y deje al descubierto mis piernas y mi coño. Desde el autobús varios pasajeros me vieron y miraban con ojos atónitos y lujuriosos lo que sucedía. Yo estaba poniéndome a mil al sentir como aquellas personas me perforaban con su miraba y como me dominaba Alberto. Este deslizó su mano hasta mi vulva e introdujo un par de dedos en mi interior, los movió un poco dentro de mí y los sacó totalmente húmedos.

- ¿Te gusta, verdad?.

- Si - respondí con voz entrecortada Mucho.

- Entonces estas dispuesta a someterte.

- Si, amo Alberto.

- Esta visto, de tal palo tal astilla - dijo él sonriente Tu madre es tan sumisa como tu. Sería una gran cosa teneros a las dos juntas.

- Todo lo que tu quieras amo, yo lo haré dije yo totalmente dominada por la lujuria.

El semáforo se abrió y nos pusimos en marcha. De nuevo sin cruzar palabra nos movimos por la ciudad hasta llegar al parking de un supermercado, que a aquellas horas estaba casi desierto. Alberto aparcó en un lugar apartado y discreto.

- Quítate la falda me ordenó mi tío, cosa que yo obedecí al momento Ahora baja del coche que quiero enseñarte una cosa.

Obedecí y bajé del coche. Pude notar una suave brisa que corría por mi húmeda entrepierna y mis nalgas. Mis flujos chorreaban por mis piernas y llegaban hasta mis rodillas, pues estaba caliente como nunca. Mi parcial desnudez y las ordenes de mi tío me tenían en un estado de enorme calentura.

Una vez junto al maletero Alberto lo abrió y apartó la manta que cubría el gran bulto que lo ocupaba. Bajo la manta estaba mi madre desnuda y atada con una gruesa cuerda de cáñamo que rodeaba sus pechos y muslos. Tenía metidos en su coño y culo sendos consoladores a pilas que generaban un zumbido suave y estaba amordazada con un bozal que llevaba un consolador que mantenía a mi madre con la boca abierta y sin poder hablar.

- ¿Has oído a Sabrina, verdad? preguntó a mi madre, que asintió con la cabeza Ella es mayor de edad y está de acuerdo con ser también mi esclava, de modo que no hay problema. Ahora seréis mis esclavas las dos, ¿verdad?.

- Si respondí yo mientras mi madre asentía con la cabeza.

- Estupendo dijo Alberto Ahora entra con tu madre.

Me metí yo también en el maletero junto a mi madre y Alberto cerró la puerta. Sentir el cuerpo caliente, desnudo y húmedo de mi madre, junto al zumbido de los vibradores que mi madre tenia insertados en sus orificios me producía un torrente inmenso de sensaciones y estaba deseando que me follasen. De buen grado me hubiese metido un par de dedos para masturbarme, pero Alberto me había esposado las manos a la espalda ante de dejarnos encerradas, de modo que no podía aliviar mi calentura y eso hacia que el tiempo transcurriese muy despacio para mí.

Estaba a punto de ponerme a gritar de desesperación cuando el coche por fin se detuvo y Alberto abrió el maletero. Me quitó las esposas y me ayudó a salir y luego desató a mi madre lo imprescindible para que saliese del maletero y le quitó el bozal. Mientras subíamos a la casa desde el garaje Alberto le dijo a mi madre que tenía que contarme toda la historia.

- Alberto y yo llevamos follando juntos desde dos años antes de la muerte de tu padre comenzó a decir mi madre - En aquella época tu padre no podía hacerme el amor por culpa de su enfermedad y como no quería que yo me sacrificase por su impotencia nos propuso a Alberto y a mí que lo hiciésemos. Tras dudar mucho yo acepté debido a la insistencia de tu padre en él lo deseaba así. Lo que yo no sabia era que tu padre tenía una gran afición al sexo extremo que hasta el momento había desahogado fuera de casa.

El nunca trató de hacer conmigo lo que hacia fuera por miedo a que yo le rechazase, pero decidió hacer todo aquello conmigo por medio de Alberto. Así en presencia de tu padre, Alberto comenzó mi introducción en el sexo extremo y me domó. Esta es la verdad de toda la historia.

- En realidad esto no termina aquí repuso Alberto Hay que añadir que desde hace algún tiempo queríamos que te unieses a nosotros pero tu madre no sabia como planteártelo, de modo que todo este asunto ha sido para eso.

- No debíais haber esperado tanto dije yo Llevo meses deseando hacerlo con vosotros.

Mi madre se acercó a mí y me besó en los labios. Yo abrí la boca y con mi lengua busqué la suya que pronto encontré. Nuestras húmedas y calientes lenguas se entrelazaron y la calidez del encuentro nos estremeció de placer.

Sentía como las manos de mi madre me libraban de la blusa y el sujetador y después pasaban a acariciar mis pechos y a pellizcar mis erectos y endurecidos pezones. A la vez las fuertes manos de Alberto masajeaban mis nalgas y exploraban mi orificio anal.

- ¿Tu culo aun es virgen? preguntó él con alborozo a lo que yo asentí.

Subimos a la casa y fuimos directamente a la habitación que había sido el despacho de mi padre. Desde su muerte yo nunca había entrado allí, en parte por los recuerdos y en parte porque la puerta siempre estaba cerrada con llave, aunque yo había supuesto que todo estaría como él lo dejó a su muerte. Al abrir Alberto la puerta mi sorpresa fue mayúscula, pues aquella habitación parecía el escenario de una fantasía, erótica por supuesto. Las paredes estaban cubiertas de espejos y del techo pendían colgaduras de seda roja y negra además de unas cadenas con grilletes, en medio de la habitación había una amplia cama y a los pies de esta una televisión de pantalla gigante conectada a un video, para el que había una inmensa colección de filmes porno de todas clases. Allí dentro también había un estante lleno de consoladores, vibradores, bolas chinas, grilletes, cuerdas, cadenas, velas y un lago etcétera de juguetes sexuales, un armario lleno e vestiduras de cuero y látex, un sillón de ginecólogo y un potro para juegos sadomasoquistas. Aquel lugar era un sueño hecho realidad y yo iba a disfrutarlo.

Alberto se desnudó a toda velocidad y me hizo sentarme en el sillón de ginecólogo. Mi madre me colocó las piernas en los estribos del asiento y luego ayudó a Alberto a sujetarme las piernas, le cuerpo y los brazos con correas. Una vez inmovilizada y con las piernas bien abiertas Alberto cogió del estante dos cosas, una navaja de barbero y un bote de espuma de afeitar.

Llenó su mano de espuma y me untó todo el vello púbico con ella para después afeitarme con mucho cuidado el coño hasta que estuvo totalmente carente de vello. Me gustaba lo que me había hecho y a ellos también porque en sus caras había una notoria mirada de satisfacción.

Entonces me soltaron, me pusieron el mismo modelito que llevaba mi madre en el video que había visto hace un rato y me condujeron a la cama.

Mi madre y yo nos subimos al lecho y Alberto se plantó delante de nosotras con su pollón enhiesto. Las dos empezamos a lamer de arriba a bajo, sin olvidar un solo milímetro de aquella barra de carne al rojo. Chupábamos su glande dejando brotar de nuestra boca chorros de saliva, introducíamos la lengua en los pliegues de su prepucio y nos metíamos en la boca sus endurecidos cojones. Todo su falo relucía gracias a nuestra saliva. Entonces Alberto me dijo que tenía que tragármela toda, lo que a mí me parecía imposible, pero estaba dispuesta a intentarlo. Comencé a introducir aquel gran mástil en mi boca, pero cuando llevaba poco mas de la mitad no pude mas y me retiré de golpe. Alberto se quedó muy contrariado y le dijo a mi madre que me ayudase. Yo volví a metérmela y mi madre me fue empujando suavemente la cabeza para que me la tragase toda, pero no pude enfundármela entera y volví a retroceder. Alberto se cabreó y dijo que tenía que hacerlo de nuevo, lo que yo no quería hacer, y le dijo a mi madre que si yo no lo hacia nos castigaría a las dos. Entonces mi madre me abrió la boca metiéndome tres dedos de cada mano a ambos lados de la boca, de una forma que me recordó los aparejos que se ponen a los caballos. Una vez con la boca abierta Alberto me agarró la cabeza y poco a poco fue metiendo su cipote en mi boca. Estaba a mitad de la introducción cuando yo ya no podía mas, quería sacarme esa polla de la boca, pero ni podía retroceder ni cerrar la boca, de modo que aquel gran nabo continuó avanzando hasta que todo él estuvo dentro y pude notar el glande en la garganta. Yo tenía arcada y apenas podía respirar pero Alberto no retrocedía ni un milímetro y tanto él como mi madre me impedían mover la cabeza. Cuando por fin Alberto empezó a retirarse y pude recuperar el aliento creí que aquello ya había terminado, pero me equivocaba porque aprovechando que mi madre me mantenía la boca abierta mi tío empezó a moverse como si fuese mi coño lo que follaba. A cada acometida que me daba su glande llegaba a mi garganta y lo hacia con un frenético ritmo que apenas me dejaba respirar. Tras unos angustiosos minutos Alberto terminó corriéndose en las profundidades de mi boca, por lo que me trague íntegramente su semen pero sin poder paladearlo y aunque la experiencia había sido angustiosa tengo que reconocer que me gustó.

Después de que Alberto me follase la boca este no había perdido ni un ápice de dureza en su verga, que seguía dispuesta a dar guerra. Alberto tumbó bocabajo a mi madre, haciendo que separase las piernas y después hizo que yo me tumbase sobre mi madre, pero boca arriba, con mi culo reposando sobre la espalda de mi madre y con las piernas bien abiertas también. Entonces él se colocó entre mis piernas y poco a poco introdujo su lanza en mi vagina. La costaba hacerse sitio en mi interior pues mi grieta no estaba acostumbrada a tales medidas, aunque en un par de minutos Alberto pudo entrar y salir a sus anchas de mi coño. Entonces empezó a cabalgarme, primero con suavidad y dulzura, después apretando el ritmo y con dureza, mientras que con una mano me apretaba los pechos, me pellizcaba los pezones o me daba cachetes en los muslos. Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, él paró y me la sacó, metiéndosela entonces a mi madre pero en el culo. A mi madre también la cabalgó con el mismo ritmo, hasta que en un momento determinado paró de nuevo y me la metió otra vez a mí. Estuvo alternando mi coño con el culo de mi madre durante mas de media hora, sin correrse ni flaquear ni un momento hasta que terminó lanzando una impresionante descarga seminal en mi interior. El semen rebosaba en mi vagina y se deslizaba por mis muslos. Mi madre se quitó de debajo de mí y empezó a lamer mi empapado coño, bebiendo directamente de mi vagina la copiosa corrida de Alberto. Los lengüetazos de mi madre hicieron que me corriese de nuevo y a la corrida de Alberto añadí una segunda descarga de flujos vaginales que mi madre tragó gustosa.

Alberto aun tenía en pie de guerra su cipote, pero ahora no parecía estar interesado en penetrarnos. Hizo que mi madre dejase de lamerme y la sentó en el sillón de ginecólogo y la ató a él. Entonces cogió una fusta y le azotó los pechos, la barriga y los muslos. El aire restallaba con cada golpe, pero mi madre tan solo gemía de placer. Cada vez estaba más caliente y aunque tenía los pechos y los muslos muy rojos no se quejaba en absoluto, al revés estaba encadenando orgasmos sin parar y podía ver como su coño rezumaba sus flujos orgásmicos, los cuales caían sobre el sillón y luego al suelo.

Entonces Alberto paró y se acercó a mí diciéndome que le metiese un dedo a mi madre en el coño. Al dudar un instante mi tío descargó un fustazo en mi trasero y yo me apresure a cumplir su orden. El interior de la vagina de mi madre estaba caliente y muy húmedo y me costaba mover el dedo en su interior, lo cual me extrañaba porque había visto que podía recibir en él tres consoladores a la vez. Alberto me dio un nuevo fustazo, esta vez en la espalda, y me dijo que metiese otro dedo, lo que yo hice al momento. El segundo dedo también entró sin problemas aunque luego seguía sin poder moverlos con facilidad. Alberto me dijo que metiese otro dedo y antes de que llegase a azotarme yo lo había hecho, y luego que introdujese un cuarto dedo. Entonces entendí que mi madre estaba contrayendo a voluntad los músculos de su coño, por eso metía los dedos fácilmente pero me costaba luego moverlos dentro.

En ese momento Alberto me dijo que le metiese toda la mano. Yo me gire mirándole perpleja y él me azotó los pechos, y como seguía sin obedecer también me azotó el culo. El castigo empezaba a gustarme pero decidí cumplir sus ordenes no fuese a pasar a mayores. Hundí toda mi mano en el sexo de mi madre hasta introducirla por completo llegando hasta la muñeca. Mi madre me gritaba extasiada diciéndome que moviese la mano con fuerza y yo así lo hice, moviendo mi mano adelante y atrás con ganas. Mi tío dijo que aumentase mas el ritmo y así lo hice, moviendo mi mano tan rápido como podía hasta que empezó a dolerme el brazo y empecé a disminuir la velocidad con que mi puño follaba a mi madre. Mi tío me volvió a azotar para que aumentase el ritmo pero yo no podía mas y entonces él me dijo que cambiase de mano. Fui a sacar mi mano derecha del interior de mi madre pero mi tío me dio un nuevo fustazo, esta vez en la parte interior de los muslos y me dijo que debía hacerlo sin dejar vacía la vagina de mi madre. Yo estaba confusa porque lo que me pedía suponía que metiese la mano izquierda mientras la derecha seguía dentro. Mire a mi madre y esta asintió con una mirada de lujuria y deseo que eliminó cualquier duda. Comencé a meter mi mano izquierda poco a poco, notando como el coño de mi madre se dilataba ante la invasión y bañaba en flujos mi otra mano. No tardé demasiado en tener las dos manos dentro y entonces lentamente comencé a retirar la mano derecha hasta sacarla totalmente húmeda de la caliente gruta de mi madre. Con la mano izquierda volví a ofrecerle el tratamiento de movimientos rápidos que ya le había dado con la derecha, hasta que también se me cansó aquel brazo. Repetí la jugada solo que esta vez fue la mano izquierda la que saqué y la derecha la que metí y de nuevo comencé a percutirle el coño de modo frenético con mi mano.

Había vuelto a meter mi mano izquierda y tenía las dos manos dentro del coño súper abierto de mi progenitora cuando decidí no sacar la mano derecha y en cambio comencé a mover las dos manos dentro de su coño, cada vez mas rápidamente y con mas fuerza, animada por los gritos de mi madre y de Alberto que había estaba masturbándose desde que comencé a follar a mi madre con las manos.

De repente Alberto me hizo parar y yo saqué las manos del interior de mi madre. Ella estaba agotada por los orgasmos encadenados gracias a mis maniobras y se quedó a un lado. Alberto se puso delante de mí, con su culo a la altura de mi cara y se abrió las nalgas diciendo que tenía que lamerle el culo. Yo estaba lanzada y sin pensarlo dos veces empecé a lamer su culo todo alrededor y luego pasé a profundizar con mi lengua en el interior del recto de mi tío, lubricándolo generosamente con mi saliva. Cuando tenía el culo realmente húmedo me hizo parar y me tumbó boca abajo sobre mi madre, quedando nuestras caras frente a frente mientras que nuestros pechos se tocaban. Nos puso los brazos en cruz y nos ató la una a la otra y lo mismo hizo con nuestras piernas tras habérnoslas abierto al máximo. Luego cogió un par de consoladores de dos cabezas del estante y uno de ellos nos lo metió en nuestros coños poniéndolo a la máxima potencia de vibración y haciendo que nos corriésemos de gusto. El otro lo dejó de momento a un lado y se colocó tras de mí. Estaba besando a mi madre en la boca, jugueteando con su lengua cuando sentí que las fuertes manos de mi tío abrían sin contemplaciones mis nalgas y un instante después su enorme cipote se abría camino, arrasando mi esfínter. Quería gritar pero mi madre me había metido la lengua casi hasta la garganta y no podía, aunque varias lagrimas brotaron de mis ojos. Alberto seguía avanzando por mi culo virgen y sin lubricar haciéndome daño, pero aunque dolía yo no quería que parase, al contrario quería que me destrozase y llegase hasta lo mas profundo de mi ano. Una vez estuvo toda dentro esperó unos minutos antes de empezar a bombearme el trasero con fuerza. Durante ese lapso de tiempo cogió el otro vibrador e hizo algo que me dejo alucinada. Uno de los extremos lo introdujo en el ano de mi madre y el otro se lo metió él en su propio recto sin ninguna dificultad y eso que era tan gordo como su propia polla. Ahora las aberturas vaginales y anales de los tres estaban ocupadas.

Alberto me follaba el culo con fuerza y brío, lo cual al principio le costaba trabajo y a mí me dolía, pero poco después me acostumbre y mi ano se relajó, lo cual unido a la sangre de la pequeña hemorragia que su penetración en seco me había causado y que lubricaba mi recto hicieron que la experiencia fuese increíblemente placentera. Estas doblemente penetrada me causaba increíbles oleadas de placer, disfrute que compartía con mi madre, a la cual seguía besando con pasión. Aquella experiencia desbordaba todas mis expectativas. La mezcla de dolor, sumisión y placer habían logrado que alcanzase unos orgasmos increíbles, por lo que ahora comprendía los gemidos y gritos de placer de mi madre que había escuchado tantas noches.

Alberto terminó de partirme el culo eyaculando en mi interior. Fue una autentica riada que desbordaba mi ano y se deslizaba por mis muslos hacia mi coño. Mi madre volvió a lamer aquel preciado néctar y luego lo compartió conmigo y con Alberto, terminando así la sesión por aquel día.

Un par de semanas después Alberto y mi madre se casaron y los tres nos fuimos de luna de miel. Nos fuimos de viaje a Cuba para disfrutar del sol caribeño y de la amplia oferta sexual allí existente. Y el sexo empezó nada mas llegar al hotel.

Mi ahora padrastro le dijo al botones, un chico de 18 años, que yo sería quien le daría la propina. Yo le dije a Alberto que no tenía dinero, pero él me respondió que eso no importaba porque la propina se la daría haciéndole una mamada al chico. Yo le dije que ni hablar y entonces me dijo, mientras me pellizcaba los pezones, que estaba siendo una mala esclava y que si seguía por ese camino tendría que castigarme con dureza. Entonces yo obedecí.

Salí al pasillo donde todavía estaba esperando el botones y sin perder un minuto le abrí la bragueta al chico. Él estaba alucinado y no fue capaz de reaccionar. Yo me puse de rodillas delante que aquella preciosa polla de color ébano y me la metí entera en la boca. Mi madre y Alberto veían desde dentro de la habitación como yo chupaba al botones, masturbándose mutuamente. El chico, que resultó que era virgen, no aguantó mucho mis chupetones y se corrió en mi boca de modo monumental. Me inundó toda la garganta con un torrente de semen dulzón que me tragué entero. El chico casi se cae del placer obtenido y la consecuente eyaculación, y se marchó con una sonrisa en la boca.

Al día siguiente empezó realmente lo bueno. Contratamos a un guía llamado Héctor, un tipo negro de 27 años que medía casi dos metros y era realmente musculoso. Era un chico muy educado y culto que nos estuvo enseñando todos los monumentos de La Habana y sus alrededores con mucha paciencia, a pesar de las distracciones que tanto mi madre como yo le ofrecíamos, debidas a la ropa que Alberto nos obligaba a vestir. Yo llevaba un vestido de tenista con una falda cortísima bajo la cual no llevaba ropa interior de modo que cada vez que hacia un poco de aire, subía un escalón o daba un paso acelerado enseñaba a todos los que mirasen tanto mi culo como mi coñito depilado, mientras que mi madre llevaba una blusa muy escotada y ceñida de color blanco que remarcaban de modo superlativo sus tetas y sus erectos pezones, y una falda un poco mas larga que la mía, pero con mas vuelo por lo que se levantaba con gran facilidad, y que dejaba ver como el coño de mi progenitora llevaba insertado un consolador de color rojo brillante.

Fue mucha la gente que nos miraba alucinada pero nadie nos dijo nada, ni siquiera una pareja de la policía que nos encontramos por el camino y ante la cual mi madre enseño nítidamente su abierta y húmeda vulva gracias a una ráfaga de aire que le levantó la faldita. Ir vestidas así todo el día nos ponía muy cachondas simplemente por la expectación que causábamos y tras un rato apenas podía disimular que me brillaban los muslos debido a la humedad que mi coño destilaba y se deslizaba por ellos. Por todo esto es evidente que Héctor tenía que concentrarse mucho para hacer bien su trabajo de guía turístico y no quedarse pasmado viendo como nos exhibíamos.

Al despedirnos en el hotel al final de la jornada podíamos notar que Héctor estaba deseando decirnos algo después del espectáculo al que había asistido, pero no se atrevió y quedamos para el día siguiente. Una vez mi madre, mi padrastro y yo estuvimos en la habitación, follamos como locos hasta que caímos rendidos. Al día siguiente repetimos el show para sorpresa de Héctor y también un tercer día. Aquel día tenía ordenes de mis padres de averiguar si Héctor podría ser un buen compañero de cama para los tres y si sería posible que trajese a mas participantes a nuestro juego, y eso hice.

Al finalizar el almuerzo, al que todos los días invitábamos a nuestro guía, este se disculpó un momento y fue al servicio. Ese era el momento que los tres estábamos esperando. Un momento después de irse él, yo me levanté de la mesa y me dirigí al baño. Una vez allí me metí en el servicio de caballeros sin que nadie me viese. Una vez dentro me agache para ver que en los cubículos de los servicios solo estaba Héctor y no parecía estar orinando.

Abrí de golpe la puerta de su retrete y me encontré a Héctor sentado en la taza masturbándose frenéticamente. Él se quedó de piedra y yo también porque resultaba que la polla de nuestro acompañante era sencillamente descomunal, nada mas y nada menos que un pedazo de carne y músculo que medía 30 centímetros de largo y 7 de grosor. Me quite mi escasa ropa y me lancé ávida sobre ella y empecé a chupar aquel mástil mientras Héctor se ponía en pie.

Yo trataba de tragármela entera y lo hice gracias al entrenamiento que me había proporcionado mi padrastro. Héctor estaba encantado con mi mamada y gemía mientras me pedía que siguiese chupando. Aprovechando que Héctor estaba totalmente absorto con mi mamada deslicé mis manos hacia su musculoso culo. Separe las nalgas de Héctor y empecé a juguetear con su ano acariciándolo con mis dedos. De golpe introduje un dedo dentro de su recto y él lo recibió sin ningún rechazo, de hecho me pidió que metiese mas. Yo así lo hice y le metí otro dos mas que comencé a mover con ganas. Héctor me agarró la cabeza por las orejas y me comenzó a follar la boca. Su polla me llegaba a la garganta y me impedía respirar de lo gorda que era pero yo estaba en la gloria con aquel espolón en mi boca y tres dedos en el culo de piedra de nuestro guía negro. Noté que se iba a correr y entonces extraje parcialmente aquel cipote de mi boca, lo suficiente para que su glande reposase entre mis dientes, momento en el que estalló. Fue una corrida realmente de antología, aquel nabo negro derramó una cantidad ingente de un semen muy blanco y tan espeso como la miel, que yo trataba de tragar con afán, pero era tanta la cantidad que casi me ahogo tragando tanta lefa y no pude mas que dejar escapar una buena cantidad que se derramo sobre mis tetas. Héctor me puso en pie y me lamió los pechos comiéndose esa parte de la corrida. Yo estaba encantada y ahora que sabia que Héctor era un tipo perverso como nosotros podía proponerle lo que estábamos deseando.

- Por lo que veo eres un tipo muy abierto, como tu culo dije yo Quizás te interese una propuesta que quiero hacerte.

- Si que lo soy. En sexo no hay nada que no este dispuesto a hacer y probablemente que no haya hecho ya - dijo Héctor muy ufano.

- Bien porque a mis padres y a mí nos gustaría ir mañana a algún sitio apartado donde pudiésemos tomar el sol desnudos y follar todos juntos.

- ¿Hablas en serio? - preguntó el negro sorprendido.

- Totalmente - respondí yo - ¿Acaso no te interesa?.

- Si que me interesa, me encantaría hacerlo con vosotras.

- No te olvides de mi padre - le dije yo.

- Claro que no - repuso él - Hacerlo con el también me gustaría.

- Genial - dije yo sumamente contenta y añadí - ¿Podrías traer a alguien mas que este dispuesto o dispuesta a pasar un buen rato?.

- Si - respondió él tras unos instantes de meditación - Iré con un par de personas que también son amigas del buen sexo.

- Estupendo - exclame yo - Estoy deseando que llegue mañana.

En ese momento la puerta del servicio empezó a abrirse y nos quedamos muy callados dentro del retrete. Mi padrastro abrió la puerta y nos encontró tal y como habíamos terminado la mamada, yo desnuda y llena de semen y Héctor con los pantalones por los tobillos y su pollón aun goteando semen.

- Vaya, vaya - dijo Alberto con una sonrisa y dirigiéndose a mi me preguntó - ¿Habéis hablado de eso?.

- Si - respondí yo - Todo esta hablado, así que mañana lo pasaremos muy bien.

- Bien - dijo Alberto Ahora tendríamos que irnos, pero tu Victoria no puedes salir así, primero habrá que limpiarte un poco. Ponte de rodillas.

Yo ya sabia que era lo que iba a hacer y lo estaba deseando. Las primeras veces que me lo había hecho no me había gustado nada, pero ahora me encantaba así que no dude dos veces en arrodillarme ante Alberto. Este se abrió la bragueta y sacó su polla morcillona. Apuntó su pene a mi boca abierta y comenzó a mear introduciendo su liquido caliente y salado en ella.

Yo me tragaba gran parte de ese cava humano pero era mucha la cantidad y parte de la meada se deslizaba por mi cuerpo. Héctor estaba alucinado pero pronto se recuperó, sobre todo tras las palabras de Alberto: - Vamos Héctor desahógate tu también sobre ella pues esto le encanta.

Héctor no lo dudó y también comenzó a mearme encima. Era tal la cantidad de meada que me regaba que estaba totalmente empapada por la lluvia dorada de los dos machos. Por mas que trataba de beberme la mayor parte del néctar que me ofrecían no podía tragar mas que una pequeña cantidad del dorado liquido.

Una vez terminaron de mearme Alberto salió y Héctor tras vestirse hizo lo mismo. Yo espere unos minutos hasta que el calor de la tarde secó mi cuerpo.

Entonces me vestí y desprendiendo un intenso aroma a meada salí fuera donde ya me esperaban mis padres y Héctor. Ellos ya habían terminado de hacer los últimos arreglos y entonces el negro se despidió hasta el día siguiente tras lo cual volvimos al hotel. Aquella noche fue la primera desde nuestra llegada a la isla que no follamos, evidentemente para guardar fuerzas para el día siguiente.​


Continuará
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heranlu

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En Familia - Capítulo 02



La mañana siguiente tan pronto nos despertamos comenzamos con el ritual que desde que empecé a follar con mis padres se había convertido en un maravillosa y placentera rutina. En primer lugar mi madre y yo nos metimos en la ducha donde mutuamente nos enjabonamos y sobamos, para terminar sin solución de continuidad, besándonos ardorosamente mientras nos metemos la una a la otra varios dedos en nuestras grutas ávidas de sexo. Terminada nuestra ducha preparamos la bañera para que Alberto tome su baño. Entre las dos le enjabonamos y lavamos, dándole un trato muy especial a sus zonas más sensibles, su polla y su ano, que limpiamos con nuestras lenguas. Antes de que mi madre termine con su trabajo en la polla de mi padrastro yo me ausento un momento para volver con un vaso donde recojo la copiosa corrida que todas las mañanas nos ofrece Alberto, por mas que la noche anterior nos haya follado como una bestia.

Una vez terminamos de ducharnos pasamos a desayunar. El chico al que le hice la mamada el primer día nos trajo un completo desayuno con tostadas, mantequilla, mermeladas, fruta, leche, zumos, café del que dimos buena cuenta, con una pequeña adición de nuestra parte pues en lugar de usar la mermelada usamos el semen de Alberto en las tostadas de los tres.

Cuando ya estábamos saciados pasamos a la inspección diaria que Alberto nos hace. Mi madre y yo nos tumbamos sobre la cama con las piernas bien abiertas para que así Alberto comprobase que nuestros coños estaban bien depilados. Alberto nos pasó la mano sobre nuestros montes de Venus y tras un lametón sobre cada unos de nuestros chochitos nos dio el visto bueno. Entonces pasamos a la segunda parte de la inspección. Nos pusimos a cuatro patas en el suelo mientras Alberto volvía con un gran vaso de agua y una jeringa de 50 c.c. Mi padrastro llenó la jeringa y me la insertó en el culo metiendome de golpe toda aquella cantidad de agua, la cual estaba casi hirviendo. Sentir aquel inmenso calor dentro de mi recto era una sensación a la que me estaba volviendo adicta. Después repitió la operación con mi madre. Cuando nos pusimos en pie para ir al baño a vaciar nuestros intestinos Alberto nos dijo: - Nada de ir ahora al baño o llegaremos tarde. Vestios ya.

- Tenemos muchas ganas de ir al baño. Tenemos el esfínter lleno - dijo mi madre.

- ¿No entendéis mis ordenes, putitas? - preguntó Alberto mientras cogía su cinturón del armario - ¿Tendré que azotaros para que obedezcáis?.

- No, amo - respondimos al unísono.

Nos vestimos como lo habíamos estado haciendo desde que llegamos a la isla y tras recoger una bolsa de playa y una nevera portátil con todo lo necesario para la excursión salimos de la habitación. Con dificultades bajamos al vestíbulo donde ya nos esperaba Héctor, acompañado por otras dos personas. Apenas podíamos caminar pues a cada paso nuestros esfínteres estaban a punto de ceder, de manera que con pequeños pasos nos reunimos con nuestro guía y sus acompañantes. Estos eran un chico y una chica. El chico, de nombre Jairo, era un tipo negro y tan musculoso como Héctor pero mas bajo y mas apuesto, pues mientras Héctor parecía un robot, Jairo recordaba a un adonis de ébano. Por su parte la chica era toda una sorpresa. Zenobia, que ese era su nombre, era prima de Jairo y tenía solo 18 años. Su origen era una mezcla de razas espectacular, pues su madre era mulata y su padre un diplomático chino al que no había visto nunca y que no se había preocupado de la hija que dejó en Cuba. Sus rasgos faciales eran bellísimos con una carita de muñeca de porcelana enmarcada por una melena negra que contrastaban con su piel morena. Tenía unos pequeños pechos que coincidían con lo habitual en las mujeres orientales y cuyo contrapunto eran los grandes y pétreos pezones que los coronaban y que se marcaban a través del jersey de manga larga que la mestiza vestía. Luego tenia dos piernas increíblemente bien torneadas rematadas por un culo propio de una mulata como su madre.

Tras las presentaciones nos dirigimos al aparcamiento donde estaba el todoterreno japonés que habíamos alquilado para desplazarnos por la isla y con Jairo tras el volante nos dirigimos a nuestro destino. En el coche Jairo nos explicó que él y Héctor se habían conocido en una academia militar donde los dos cursaron estudios para entrar en el ejercito como oficiales, aunque Héctor terminó por abandonarla antes de finalizar sus estudios. Y desde entonces eran amigos de juergas y sexo, pues ambos habían descubierto allí que tenían un gusto muy amplio en materia sexual. En cuanto a Zenobia, el mismo Jairo nos confeso que se trataba de su prima a la que desde hacia un mes, cuando había cumplido los 18, estaba domando.

Mi padrastro interrumpió la explicación de Jairo: - ¿Tu prima esta sin estrenar?.

- Su coño y su culo son vírgenes, mi hermano - dijo Jairo - Si sabes ser generoso puedes ser el primero en montarla.

- Dalo por hecho. Os recompensare como merece una cosa así - replicó mi padrastro alborozado.

Mi madre y yo miramos a Zenobia la cual aun no había dicho una sola palabra y que asentía a lo que decía su primo . - ¿Es dócil Zenobia? - preguntó Alberto.

- Mucho - respondió Jairo con una sonrisa - ¿A que si?.

Zenobia, a quien iba dirigida la pregunta de Jairo volvió a asentir pero no dijo ni una palabra.

- Esta bien, perrita - dijo Jairo a su prima con voz imperativa - Ya puedes hablar y quítate la camiseta para que vean que es lo que te gusta.

A mí me había extrañado que la chica vistiese un jersey de manga larga con el calor que hacia pero al quitarselo lo comprendí. En los brazos, alrededor de sus pequeños pechos y rodeando su barriga tenía marcas de cuerdas, debidas a haber estado fuertemente atada. Tanto a mi madre como a mi nos dejaron alucinadas tales marcas y las dos a la vez, puesto que estábamos sentadas a los lados de la mestiza tocamos aquellas señales que tenia alrededor de las tetas. Zenobia se estremeció de placer con solo rozarla.

-Guau, son impresionantes - dijo mi madre - Alberto me ha atado muchas veces pero nunca me ha dejado señales tan marcadas, sobre todo porque yo no aguantaría tanto castigo.

- Realmente te gusta que te castiguen y el dolor - dije yo medio preguntando medio asintiendo.

- Si - dijo Zenobia con un hilo de voz - Me gusta mucho.

- Genial - dijo Alberto - Me gustara comprobarlo.

En aquel momento Jairo abandonó la carretera principal y se internó por un camino de tierra. Tras diez minutos nos detuvimos frente a una verja metálica cerrada por un grueso candado. De la alambrada colgaba un cartel que decía: Prohibido el Paso. Zona Militar.

Alberto, mi madre y yo estábamos perplejos. Jairo nos vio la cara y sonriendo nos dijo: - No os preocupéis. Esta es una zona de maniobras que lleva años sin ser usada y donde nunca viene nadie. En ella hay una playa que es adonde vamos.

Jairo se bajo del coche y abrió el candado con una llave, franqueando así el paso, para cerrarlo de nuevo una vez dentro. Una vez de nuevo en marcha nos dijo que había cogido la llave del cuartel donde estaba destinado, el cual no estaba muy lejos de aquel campo de maniobras.

La playa era estupenda, con fina arena blanca, rodeada por una abundante vegetación y lo que era mejor totalmente solitaria.

Nada mas bajar del coche los seis nos desnudamos y mi madre y yo pedimos permiso a Alberto para descargar nuestros anos, pues ya no podíamos más.

- De acuerdo - accedió Alberto - Pero hacedlo aquí delante nuestra.

- Si queremos verlo - dijeron entusiasmados Héctor, Jairo y Zenobia.

Nos pusimos en cuclillas y liberamos el liquido contenido en nuestros rectos, descansando por fin. Todos estuvieron encantados por el escatológico espectáculo y después nos metimos en el mar para limpiarnos. Una vez fuera me fije en Jairo y Zenobia. Él era en efecto casi tan musculoso como Héctor pero no tenía una polla tan larga aunque tenía una longitud respetable de unos 19 centímetros, pero lo que le faltaba de longitud lo suplía en grosor, pues como mínimo el diámetro de aquella verga era de 10 centímetros. Zenobia por su parte tenía el coño depilado y las marcas de cuerdas se extendían alrededor de su culo y sus muslos.

En aquel momento lo que hicimos fue embadurnarnos de crema bronceadora y tumbarnos a tomar el sol un rato. Yo no tardé en quedarme dormida arrullada por el sonido de los pájaros y envuelta en el cálido sol tropical y la suave brisa que soplaba desde el mar.

Hora y media después me desperté al escuchar unos gemidos de placer. Me levanté un poco y vi a Zenobia arrodillada en el suelo. Una gruesa cuerda estaba enrollada alrededor de su cuerpo, presionando sus muslos, culo y pechos. La chica tenia el cuerpo arqueado hacia atrás y sus brazos estirados en la misma dirección, de manera que sus manos estaban junto a sus pies. Una observación mas detallada me reveló que las muñecas de la chica estaban atadas a sus tobillos. Jairo tumbó a Zenobia sobre su vientre y ató una cuerda a las ligaduras que inmovilizaban los brazos y piernas de su prima. Hizo pasar la cuerda por una gruesa rama del árbol bajo el que estaban y después empezó a tirar de la cuerda. Pronto la mulata estuvo suspendida en el aire con todo el peso de su cuerpo descansando sobre sus tobillos y muñecas. Esto unido a la incomoda postura tenía necesariamente que dolerle, pero sin embargo Zenobia gemía de placer. Jairo ató fuertemente la cuerda al árbol y entonces se colocó frente a su prima. La había elevado lo suficiente como para que la boca de Zenobia quedase frente a su polla. El le acercó su verga y ella se la tragó sin dudar. La boquita de la chica estaba repleta con aquel descomunal pedazo de carne y músculo pero se empleaba a fondo logrando arrancar exclamaciones de placer a su primo. Sin embargo Zenobia no lograba tragarse mas de la mitad de la verga de Jairo y entonces este comenzó a balancear a su prima, cada vez con mas fuerza. Zenobia permaneció todo el tiempo con la boca abierta de manera que cuando en su trayectoria se aproximaba a Jairo de golpe se introducía la polla de este en su boca, para inmediatamente después abandonarla. Así logró Jairo que su prima tuviese toda su verga dentro de la boca, pero tan solo durante breves instantes, lo cual no parecía satisfacerle. Por eso en uno de los movimientos pendulares y cuando Zenobia tenia toda la polla dentro Jairo frenó repentinamente el balanceo. Zenobia se quedó con todo aquel nabo dentro de su boca, tocando casi sus amígdalas y cortándole la respiración. La joven empezó a mostrar resistencia y trataba de sacarse aquel intruso de la boca pero no podía. Al cabo de tres minutos dejó de resistirse y entonces Jairo le saco el miembro de la boca. Zenobia tomó aire y Jairo volvió a la carga metiéndosela de nuevo hasta los cojones. Esta vez Zenobia se sometió y no se revolvió tratando de sacarse la polla de la boca, pero ya era tarde pues su primera reacción no había gustado a Jairo.

- Has hecho mal, putita - dijo Jairo con tono desaprobador - Sabes que no tolero las desobediencias de modo que tendré que castigarte.

En aquel momento me fije en el sitio donde estaban mis padres y Héctor. Los tres estaban sobre una manta y se lo estaban pasando muy bien. La escena era espectacular pues resultaba que Héctor le estaba chupando la polla a mi padrastro, quien a su vez no dejaba de lamer el coño a mi madre, mientras que esta se tragaba el mástil de Héctor. Los tres estaban muy ocupados en su faena y no se dieron cuenta de que yo los miraba entusiasmada, pues ahora lo que quería era verlos en acción. Mientras les espiaba me estaba metiendo cuantos dedos podía en el coño y me masturbaba frenéticamente. Estaba tan absorta en mi masturbación que no me di cuenta de que Jairo se había acercado sigilosamente hasta donde yo estaba hasta que fue tarde. El cubano me agarró fuertemente por el pelo y dio un tirón, arrastrándome por la arena.

-Mira esta putita - grito Jairo - Solo quiere divertirse ella. Eres muy egoísta.

- Creo que debería castigarla - dijo mi padrastro dejando de lamer a mi madre un instante - Que no olvide que debe compartir su placer.

- Así lo haré - replicó el cubano.

Antes de que pudiese decir nada me encontré fuertemente atada al tronco de un árbol con las piernas totalmente abiertas. Las cuerdas rodeaban mis muslos, mis nalgas, separaban los labios de mi coño y oprimían mi vientre, mis pechos y mi cuello. Además Jairo me vendo los ojos de manera que no veía nada en absoluto. Trate de moverme tal y como estaba pero al mínimo movimiento las cuerdas se tensaban apretando todo mi cuerpo y dificultándome la respiración.

- Estate quieta, chica - dijo sarcásticamente Jairo - Si te revuelves se tensaran mas las cuerdas.

Yo hice caso a lo que me dijo y permanecí totalmente quieta. Podía oír a mis padres y a Héctor jadeando y también que alguien que evidentemente era Jairo estaba abriendo la nevera portátil y buscaba algo en su interior. Yo me preguntaba que demonios podía ser lo que estaría buscando y pronto logre mi respuesta.

De repente note como algo increíblemente frío era presionado con fuerza sobre mi clítoris. Lo imprevisto de aquella acción me hizo dar un respingo que tensó con fuerza mis ligaduras y me hizo proferir un pequeño grito de dolor. Estaba presionando un cubito de hielo en mi vagina y la sensación era de un frío increíble, hasta el punto que era doloroso. Tras unos segundos, cuando ya tenía el clítoris insensibilizado por el frío con un fuerte pellizco me desentumeció aquella zona. Entonces comenzó a aplicarme el cubito de hielo de igual modo en otras zonas de mi cuerpo, como mi culo, bajo mis pechos, en el cuello y mi reacción seguía siendo la misma pues nunca sabia donde me pondría el cubito y la sorpresa hacia que diese un espasmo por mas que tratase de controlarme. La sensación de opresión y el frío y el dolor de los pellizcos comenzaba a gustarme y notaba que se escapaban mis flujos piernas abajo. Entonces me puso el cubito en un pezón, eso fue muy doloroso y del respingo que di casi me rompo algo por la presión de la cuerdas. Tras ponerme el cubito sin embargo no me dio un pellizco en el pezón aunque noté una sensación extraña, cosa que luego hizo con el otro pezón. Después de casi 10 minutos jugando con el hielo y mi piel Jairo se cansó de ese castigo y me quitó la venda. Entonces vi lo que había hecho en mis pezones. Los había atravesado con una aguja hipodérmica. Estaba alucinada no me dolía nada ni había notado el pinchazo, aun más ni siquiera sangraba. Yo que quería ponerme unos pendientes en los pezones y no me había atrevido porque creía que seria muy doloroso no salía de mi asombro. Realmente Jairo sabia muy bien lo que hacia.

Entre tanto mis padres y Héctor habían cambiado de postura y ahora habían preparado un delicioso sándwich. Mi madre era empalada por el coño por Alberto que metía su polla hasta el fondo del útero de mi madre con fuerza, mientras que Héctor follaba el culo de mi madre. Aquel mástil de ébano entraba y salía a voluntad del dilatado ojete de mi progenitora la cual no hacia mas que gemir de placer. Los dos machos la estaban follando a fondo como el manantial de flujos que brotaba del coño de mi madre indicaba. Además Héctor le apretaba los pezones con fuerza hasta ponerlos rojos como la sangre, lo que a mi madre le encanta. La doble follada que estaba recibiendo mi madre además era de las duras porque de vez en cuando Héctor retiraba su polla del culo de mi madre y se la clavaba en el coño junto con la de mi padrastro momento en el que mi madre gemía y gritaba de placer totalmente ajena al resto del mundo.

Jairo me desató del árbol pero una vez suelta me ató las manos entre si y también ató mis pies dejándome la posibilidad de avanzar solo a saltitos. De ese modo me llevó junto a Zenobia. La descolgó del árbol y la ató igual que a mi. Cogió una barra metálica que había traído y nos ató las manos a cada uno de sus extremos y luego en el centro de la barra ató la cuerda de donde había estado suspendida su prima. Luego tiró de la cuerda elevando la barra y nuestras manos con ella hasta que tuvimos que ponernos de puntillas. Tras dejarnos en tan precaria posición cogió la mochila que había traído y comenzó a buscar algo en ella. Sacó varias pinzas de la ropa y una serie de cadenas finas. La colocó a Zenobia pinzas en los pezones, en los labios vaginales y en el clítoris, mientras que a mi solo me colocó las pinzas en los labios vaginales y el clítoris. Tan pronto me puso la primera pinza pude notar que no se trataba de pinzas normales. Estas apretaban muchísimo mas y no se soltaban por mas que tirasen de ellas. Luego enganchó las cadenas a las pinzas y a las agujas de mis pezones haciendo que los extremos de la cadenas estuviesen sujetos a las dos quedando unidas de ese modo. Entonces nos vendó los ojos. Después de unos segundos de espera de repente sentí que algo fino y flexible golpeaba mis nalgas. No fue una sensación muy dolorosa sino de intenso y molesto picor que me hizo perder el equilibrio. Al tambalearme yo tensé las cadenas que me unían a Zenobia y esta gritó de dolor al tirar de sus pezones, labios vaginales y clítoris las pinzas. A su vez ella también perdió el equilibrio tirando de mí y haciéndome gritar de dolor.

- Ahora debéis tener en cuenta a vuestra compañera en el castigo porque no solo vuestras acciones os pueden causar dolor sino también las de ella - dijo Jairo con voz seria.

El cubano siguió azotándonos y poco a poco comenzamos a resistir los azotes sin tambalearnos y sin tirar de nuestra compañera. Aquel torrente de sensaciones mezcladas, el dolor y el entumecimiento de mis pezones y labios vaginales, la molestia de los azotes, el suspense acerca de donde seria el siguiente azote y el morbo y la calentura de la situación estaba haciendo que disfrutase aquello y que tuviese los muslos y el coño como si me hubiesen vertido un cubo de agua en aquella zona. Al cabo de cinco minutos de suplicio aguantábamos inmóviles los azotes y entonces Jairo paró. El cubano y mi padrastro nos soltaron y quitaron las vendas mientras que mi madre seguía aun con la polla de Héctor en el culo, aunque este se la sacó rápidamente en cuanto estuve libre.

Mi padre agarró a Zenobia por el pelo y la llevo hasta donde estaba aparcado el todoterreno. La ató sobre el capó caliente dejándola con el culo en pompa. Zenobia se revolvía porque el capó estaba bastante caliente tras llevar mucho tiempo parado al sol, pero mi padre le dio un par de azotes con la vara de madera que Jairo había estado usando con nosotras en el coño e inmediatamente se estuvo quieta aguantando el calor. Mi padre se colocó detrás de ella y tras escupir en la punta de su polla la apoyó en el ojete de Zenobia. Con fuerza fue introduciendo su polla en el ojete virgen de Zenobia, esta gritaba de dolor aunque cuando mi padre paraba un momento en su primera introducción ella gritaba diciéndola que la reventase y que le rompiese el culo, insultándole para que siguiese abriendo su recto. Tras haberle metido 10 de sus 25 centímetros de polla, mi padre se la terminó de clavar de una sola vez. Zenobia aulló de dolor y placer al sentir como su ano se abría en dos ante el avance arrollador del cipote de mi padre. Sin darle tregua ninguna comenzó a moverse dentro y fuera cada vez con mas fuerza, mientras que la mulata gemía de placer con el culo reventado.

Mientras tanto yo me estaba ocupando del pollón de Héctor con todo esmero. Primero lo ensalivé de arriba abajo y me lo trague hasta los cojones con la aprobación del semental. Una vez estuvo bien húmedo y al ver como disfrutaba Zenobia mientras le abrían el culo yo quise también recordar como fue mi primera vez por el culo, de lo cual solo hacía casi un mes. Me puse a cuatro patas en el suelo y me abrí las nalgas. Héctor comenzó a lamerme el culo, metiendome la lengua bien adentro, pero eso no era lo que quería.

- Para, para - le dije entrecortadamente a Héctor - Lo que quiero es que me revientes el culo, que me rompas el esfínter.

- Como quiera la putita - me dijo Héctor.

Puso su pollón en la abertura de mi ano y comenzó a empujar. Sentí como me abría para dejar paso a aquel majestuoso carajo. Pero era muy grande y aquella presión me estaba arrasando por dentro. Dolía mucho y yo estaba llorando y no dejaba de gritar, pero de pronto noté que Héctor paraba y trataba de sacar la polla.

-¡ Que coño haces, negro! - grité yo cabreada - ¡No la saques y termina de romperme!.

Y así lo hizo, de un solo golpe terminó de metermela. Yo notaba el capullo en el estomago y que mi culo estaba sangrando, pero era feliz. Empecé a moverme yo misma para sentir aquella cosa en mi interior en toda su grandiosidad y pronto Héctor comenzó a cabalgarme sin piedad. Tenia el culo realmente abierto y cuando Héctor sacaba su polla y dejaba mi abierto y rojo ojete al descubierto notaba como la brisa del mar entraba por mi ano. Tanto Zenobia como yo estábamos recibiendo una follada anal que nos había destrozado el esfínter pero estábamos disfrutando de modo increíble y nuestros gemidos de placer eran atronadores. Realmente hubiésemos deseado habernos quedado así empaladas para siempre.

A la vez mi madre estaba recibiendo un tratamiento especial por parte de Jairo. Este había atado a mi progenitora de modo que estaba totalmente abierta, con sus piernas pegando con su pecho y tumbada en el suelo. Esta postura permitía un total acceso de Jairo a los agujeros de mi madre. Primero colocó las pinzas en el coño de mi madre de manera que llenó sus labios vaginales y su clítoris de pinzas. Mi madre estaba alucinando con semejante castigo y no dejaba de insultar a Jairo para que este siguiese castigándola. Después de llenar de pinzas su coño Jairo cogió dos pinzas y las colocó en los pezones de mi madre y a estas unió unas cadenas de manera que así podía tirar de sus pezones a voluntad. Entonces comenzó a introducir su tronco de carne en el recto de mi madre. Esta aullaba de placer a medida que notaba como aquel grueso falo se abría camino en su interior, a la vez que Jairo tiraba de las cadenas estirando sus pezones como si fuesen de goma. Una vez la tuvo toda dentro Jairo comenzó a follar a mi madre como si estuviese cabalgandola y tiraba de las cadenas como si fuesen las riendas de la yegua que montaba. Mi madre no dejaba de gemir y de repente un chorro de flujos salió disparado de su coño para ir a parar al vientre de Jairo.

Las tres parejas estuvimos así como un cuarto de hora momento en el cual los chicos ya no podían aguantar mas sus ganas de correrse. Mi padre le sacó la polla del culo a Zenobia, estaba cubierta por restos de heces de la chica y algo de sangre de la hemorragia que le había causado el primer polvo anal que le echaban, pero ella no dudó y se la metió en la boca hasta tragársela por completo. Lamió y lamió hasta que por fin logró su recompensa. Un torrente de semen salió disparado de la polla de Alberto y fue directo a la garganta de Zenobia que casi se ahoga por la cantidad de la corrida y que solo en parte tragó, mientras que el resto fue a parar a su cuello y pechos. Mi padrastro cogió y lamió luego su propia corrida para terminar pasándola a la boca de Zenobia con su lengua.

En cuanto a mi, Héctor se corrió en mi culo, dejándolo hecho un manantial de semen porque cuando se retiro era tal la cantidad de semen que había volcado en mi ano que brotaba de el sin ningún esfuerzo. Héctor se puso a lamer mi culo y disfrutó en solitario de su propia corrida sin querer compartir nada conmigo.

Jairo por su parte desató a mi madre, tiempo en el cual se le pasó la urgencia de correrse. Entonces puso primero su ano delante de la boca de mi madre para que se lo lamiese, y mi madre ávidamente así lo hizo. Cuando estuvo bien húmedo Jairo agarró a mi madre por las orejas y comenzó a follarle la boca con brío mientras que mi madre comenzó a meterle dedos por el culo al cubano. Me quede de piedra cuando vi que la mano entera de mi madre se perdía entre las pétreas nalgas del negro. Jairo aguantó siendo follado por el puño de mi madre y follando a su vez su boca un par de minutos, para terminar lanzando una copiosa corrida que mi madre se tragó en su totalidad.

Las chicas estábamos un tanto exhaustas y se motaba en nuestra cara el agotamiento que sentíamos pero los chicos enseguida estuvieron listos para continuar. Mi padre cogió de nuevo a Zenobia por el pelo y la tumbó en la arena. Estaba claro que quería terminar de desvirgarla y aun le faltaba catar su coño. Hizo que se abriese bien de piernas y apuntando su verga al cerrado coño de la mestiza se la clavó de un golpe. Zenobia gritó de dolor y placer ante la súbita entrada del falo de mi padrastro pero pronto exigía a este que la follase con mas fuerza.

Mi madre y yo comenzamos a acariciarnos viendo el espectáculo. Pronto estábamos besándonos con pasión y masajeando nuestros cuerpos.

Mientras tanto Jairo y Héctor también se divertían por su cuenta. Héctor estaba lamiendo el culo de Jairo a fondo y cuando su polla estuvo totalmente preparada se la metió sin compasión a Jairo. Este estaba como loco con aquella polla en el culo. Gemía y gritaba de placer exigiendo que le follase mas deprisa. Héctor obedecía frenéticamente las exigencias de su compañero de juegos y le enculaba salvajemente, lo cual arrancaba mas gemidos de placer a Jairo. Tras la corrida anterior los chicos no estaban tan frescos y aguantaron mas antes de volver a correrse. Mi padrastro lo hizo en el coño de Zenobia y luego le limpió la vagina cuidadosamente no dejando ni un rastro de esperma, recogiéndolo todo con su lengua y luego compartiéndolo con Zenobia. Por su parte, Héctor vino hasta mi y me puso su polla sucia delante de la boca. Yo dude un instante pero me la tragué entera chupandola hasta que me proporciono una ración de semen que yo ansiaba, mientras que Jairo se dobló por la mitad levantando sus piernas hasta que tocaron su pecho y entonces mientras se metía el puño en el culo se corrió en su propia boca, bebiéndose todo su semen sin compartir nada.

Tras este ultimo embate necesitábamos descansar los seis y como ya era la hora de comer a eso nos dedicamos. Tras saciar nuestra hambre nos tumbamos a reposar la comida y como recompensa por haber sido unas buenas sumisas los chicos nos dieron un masaje con aceites perfumados que nos hicieron olvidar los castigos que antes nos habían infligido. Gracias a los masajes nos quedamos dormidas y pudimos descansar para la sesión de sexo de la tarde. Esta la iniciaron los chicos por su cuenta y debido al escándalo que estaban formando nos despertaron. Al abrir los ojos nos encontramos con un espectáculo estupendo. Alberto estaba recibiendo en su culo la polla desproporcionada de Jairo y a la vez le chupaba la verga a Héctor. Los tres se lo estaban pasando de vicio, pues gemían y resoplaban de modo ensordecedor demostrando que aquello les gustaba y mucho.

Las chicas nos pusimos a masturbarnos al ver aquel espectáculo. Zenobia y yo nos besamos apasionadamente viendo como su primo follaba a mi padre con verdadera pasión. Pronto comenzamos a meternos mutuamente dedos en la vagina. Era estupendo introducir mis dedos en aquel chochito recién desvirgado, tan húmedo y acogedor. Las sensaciones que recorrían mi cuerpo me tenían a mil por hora y dispuesta a cualquier cosa. Por su parte Zenobia introducía sus dedos moviéndolos en mi interior lo cual me arrancaba suspiros de placer. Aprovechando mi capacidad para dilatar mi coño Zenobia introdujo todos los dedos de su mano izquierda y una vez dentro presiono hasta que todo el puño entró. Aquello no me dolió nada y de hecho tener toda aquella mano dentro de mi cálida vulva me hizo gritar de placer. Zenobia movía su mano con lentitud haciéndome disfrutar cada milímetro que metía o sacaba de mi interior. Yo estaba en la gloria, pues nunca había tenido una sensación como aquella. Después sin sacarme la mano Zenobia se puso a lamerme el clítoris lo cual fue ya el golpe definitivo. Me corrí como nunca había hecho y cuando Zenobia sacó su mano, mientras seguía chupándome un chorro de flujo salió disparado de mi vagina aterrizando en su cara. Zenobia se relamió y siguió con su afanosa lamida hasta que yo de puro placer termine orinándome. Zenobia no se apartó y siguió lamiendo mientras bebía parte de mi meada y el resto resbalaba por su cuerpo.

Mi madre entre tanto no se quedó quieta. Cogió el bote de aceite de masaje y con el liquido lubricó tanto su culo como su coño. Después sacó una botella de agua de un litro que habíamos traído y la unto con el óleo y entonces hizo algo alucinante. Poco a poco comenzó a introducirla en su vagina. Muy lentamente se iba metiendo aquel trozo de plástico en su interior lanzando fuertes gemidos con cada movimiento. Era realmente increíble verlo pues la botella era mas gruesa que mis dos puños juntos. Cuando llego a la mitad de su longitud comenzó a moverla como si fuese un gran consolador aunque con pequeños movimientos los cuales hacían que se estremeciese de placer. Luego tan lentamente como se la había metido se la sacó y pasó a usarla en su abertura anal. Aquí le costó mas trabajo pero tras un rato llego a insertarsela en el culo hasta el mismo punto donde había llegado por el coño. Tan bestiales penetraciones la llevaron a alcanzar unos orgasmos demenciales y sus piernas y la toalla sobre la que estaba colocada estaban tan mojadas como si le hubiesen echado varios cubos de agua.

A la vista de aquella visión que ofrecíamos a los chicos Jairo terminó rápidamente de encular a mi padrastro y se dirigió hacia nosotras mientras que Alberto pasaba a ocuparse del culo de Héctor. Jairo nos puso a Zenobia y a mi a cuatro patas una al lado de la otra, e hizo que mi madre se colocase tras nosotras pero sin sacarse la botella. Entonces comenzó a follarnos el culo a las dos mientras mi madre se lo lamía a él. Era bestial tener aquella polla gordísima en el culo, su grosor hacía que las paredes de mi recto se dilatasen al máximo y me hacia sentir una mezcla de placer y dolor difícilmente descriptible. Los embates de aquel pollón me ponían en cuestión de segundos al borde del orgasmo pero en ese momento Jairo abandonaba mi culo y se la metía a su prima. En aquellos momento en que mi ojete abierto reclamaba que volviesen a ocuparlo mi madre metía en mi interior su lengua, abandonando el ano de Jairo por algunos momentos y me humedecía el recto preparándolo para la próxima entrada del falo de Jairo. Alberto a su vez estaba cabalgando a Héctor con las mismas ganas con que nos follaba a nosotras y el negro gemía y suspiraba de placer como una golfa. Después de un rato cambiaron de postura y mi padre se sentó en el suelo y luego Héctor se empaló en su polla dándole la espalda. Alberto entonces comenzó a sobarle la polla mientras le petaba el culo hasta que logro que Héctor lanzase una andanada de semen que se perdió en la arena. Luego fue mi padre quien se empaló con la polla de Héctor en esta misma postura pero en este caso no fue necesario que Héctor masturbase a mi padrastro pues este se corrió tan solo de la follada anal que estaba recibiendo.

Tras las dos corridas de Héctor y mi padre la fiesta tocaba a su fin. Poco después Jairo se corrió en la boca de mi madre con gran intensidad y esta compartió algo este néctar con nosotras. Entonces todos nos bañamos en el mar y una vez relajados tras el baño y todo lo que habíamos follado, recogimos y volvimos al hotel.

Los cinco días siguientes nos los pasamos en el hotel follando con Héctor, Jairo y Zenobia de manera que poco más vimos de Cuba, pero realmente mereció la pena. Este había sido el mejor viaje que había hecho nunca y cuando volví a casa pensé que difícilmente podría igualar las aventuras que había vivido, pero nada mas lejos de lo que pasó pues una vez de vuelta en casa comenzó lo bueno.​





Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 03



Una vez de nuevo en casa la vida volvió a la normalidad, si así puede llamarse a follar con tu madre y tu padrastro todos los días. Era genial que los tres viviésemos juntos y tuviésemos una relación y una actitud tan libre. Estábamos habitualmente desnudos en casa, cuando nos apetecía nos metíamos mano o follábamos sin tener que andar con excusas o explicaciones, o si no nos masturbábamos donde nos placiese sin temor a que nos viesen. La casa estaba plagada de consoladores y artículos pornográficos que usábamos con pasión. En suma nuestra existencia era una orgía sin fin.

Llevábamos un mes de desenfreno cuando tuvimos que interrumpir nuestra estupenda vida familiar. En aquellas fechas vino a nuestra ciudad mi primo Kosuke. Este es el hijo del hermano mayor de mi madre y de su mujer japonesa, a la cual conoció en la multinacional en la que trabaja. Yo había visto a Kosuke muy pocas veces pues él y su familia vivían en Japón desde que tenia dos años y habían venido muy pocas veces a España. El chaval venia a España a estudiar el idioma y su padre quería que viviese con nosotros hasta que encontrase alojamiento, pero mi madre por esas cosas de los lazos de familia le ofreció hospedaje por todo el tiempo que fuese a estar en la ciudad.

Cuando le recogimos en el aeropuerto nos encontramos con un producto curioso de la mezcla de razas. Kosuke, que tenía entonces 19 años, mide 1,90 metros y tiene los ojos grises, características que había heredado de mi tío, mientras que de su madre había recibido una tez muy suave, un pelo negro como el carbón que llevaba recogido en una coleta y unas facciones muy femeninas. Al verlo yo pensé que si vistiese como una chica nadie pensaría jamás que era un hombre.

Así pues la llegada de mi primo nos fastidió la diversión. Evidentemente dejamos de ir desnudos por la casa y de follar en cualquier lado y recogimos todos los vibradores, juguetes sexuales, revistas y películas porno que teníamos en la casa. La llegada de esta visita en definitiva me había jodido la diversión y por más simpático y sociable que era a mí me caía fatal.

Pronto decidí que la situación tenía que cambiar pues ahora apenas follábamos los tres. Yo quería volver a tener una vida como la que tenía antes de la llegada de mi primo y me pareció que lo mejor seria tratar de incluirle en nuestros juegos, porque la posibilidad de que se buscase otro lugar donde vivir era muy remota, aunque esta solución tampoco me parecía que fuese fácil. Pasó algún tiempo mientras yo trataba de madurar un plan de acción cuando, como sucede a menudo, el azar me mostró el camino que debía seguir.

Un sábado en el cual mis padres habían ido a cenar con unos clientes de Alberto y tanto Kosuke como yo habíamos salido cada uno por nuestra cuenta, yo volví a casa antes de lo normal. Mi coche me había estado dando problemas y antes de quedarme por ahí tirada decidí volver a casa en lugar de continuar de marcha. Al llegar a casa me extrañó ver que había luz en la habitación de Kosuke, pues cuando salía los sábados solía volver muy tarde y más me sorprendió encontrar aparcado en nuestro garaje un coche que no era nuestro. Pensé que Kosuke había venido con una amiga a darse un revolcón y mi vena voyeur me indujo a no hacer ruido para tratar de espiar a la pareja mientras estaban en acción. Sigilosamente subí a mi habitación que estaba al lado de la de mi primo y salí al balcón. Este era compartido por las dos habitaciones de modo que sin dificultad ninguna me puse frente a la puerta exterior de la habitación de Kosuke. Las cortinas estaban parcialmente corridas lo cual en lugar de entorpecerme la labor fue una ayuda porque mientras que por la rendija que quedaba abierta podía ver perfectamente la habitación, la cortina me ocultaba de posibles mirada de mi primo o su acompañante.

La escena dentro de la habitación era de impresión. Allí dentro había un tipo de unos treinta años, rubio con ojos verdes y que a todas luces era alemán o sueco y una chica con rasgos orientales. Me tomó un momento darme cuenta de que la chica era Kosuke. Estaba perfectamente maquillado, lo cual unido a sus rasgos faciales femeninos y a su total carencia de barba me indujeron a pensar en un principio que se trataba de una chica. Mi primo llevaba su melena suelta cayéndole sobre los hombros y vestía una minifalda negra, un top del mismo color, medias hasta los muslos y un liguero a juego y por ultimo un tanga rojo todo lo cual era mío. Yo había notado que a veces faltaba ropa de mi habitación, pero como tengo mucha y lo que faltaba siempre aparecía en el biombo de la ropa sucia pensaba que la había puesto yo allí y luego lo había olvidado.

Kosuke y el nórdico estaban besándose con pasión y mi primo recibía la lengua del otro chico hasta la garganta, intercambiando gran cantidad de saliva. Después de un rato de besuqueo Kosuke hizo que el tipo se levantara y comenzó a desnudarle. A medida que iba quedándose desnudo Kosuke besaba y acariciaba los pectorales, la espalda, las piernas los pies y el culo de su pareja. Kosuke no paraba ni un momento en su besuqueo y manoseo de la musculosa anatomía del vikingo. Esta disfrutaba mucho del tratamiento que mi primo le estaba dispensando con la lengua y más aun cuando mi primo se metió su polla en la boca.

De rodillas ante el germano Kosuke se fue tragando la verga del tipo hasta que la tuvo toda dentro. Sin ningún esfuerzo se tragó los 19 centímetros del rubio para luego pasar a lamerle dulcemente la verga como si fuese un helado o una piruleta. El tipo gemía de placer gracias a la mamada que le estaba propinando mi primo el cual alternaba las lamidas con introducciones de aquel espolón hasta que le llegaba a la garganta.

Yo estaba ardiendo de deseo y comencé a masturbarme con ganas. Me metí varios dedos en el coño mientras que a la vez tiraba lentamente de las bolas chinas que siempre llevo metidas cuando salgo de casa, disfrutando de las sensaciones que me proporcionaba la fricción de las bolas en mi esfínter, todo lo cual me hacia estremecerme de placer.

Cuando volví a mirar el nórdico había tumbado a mi primo sobre su cama y le estaba desnudando encima de ella. Lentamente le fue quitando toda mi ropa y lamiendo su suave cuerpo, pues Kosuke tiene una característica habitual en los orientales como es la falta de vello corporal. Cuando fue despojado del tanga pude ver la polla de mi primo, un músculo de unos 16 centímetros de largo y 6 de grosor que estaba totalmente brillante gracias a sus fluidos preseminales. El vikingo se lo chupó hasta que estuvo totalmente erecto, entonces le dio la vuelta y le separó las nalgas. El tipo aquel enterró su cara entre sus nalgas y le lamió a fondo el ojete. Mi primo gemía de placer como una perra en celo y le reclamaba que le empalase ya. El hombre siguió lamiendo el ano a mi primo hasta que lo llevó al orgasmo y este pedía histérico que lo enculasen, en ese momento de un solo golpe le metió toda la polla en el ano.

Kosuke lanzó un alarido mezcla de placer y dolor que me sorprendió. El germano no se dejó impresionar y comenzó a encular a mi primo con fuerza, arrancándole jadeos de placer. Aunque Kosuke estaba siendo cabalgado con fuerza no se quejaba en absoluto, muy al contrario exigía que le sodomizasen con mas fuerza, exigencias que su compañero trataba de cumplir.

Después de un rato el nórdico dio la vuelta a mi primo como si se tratase de un pelele tras habersela sacado. Hizo que levantase sus extremidades inferiores y que se doblase hasta que sus piernas descasaron sobre su pecho, quedando con el culo totalmente abierto y su erecta polla apuntando hacia su propia cara. En tal posición el germano volvió a hundirle la polla en el culo hasta que sus cojones golpearon con las nalgas del oriental. La nueva postura en que era sodomizado encantó a Kosuke que ahora gritaba sin parar de placer.

Yo seguía masturbandome frenéticamente y en mi afán por llegar al orgasmo me metí mi puño por completo en la vagina. Era la primera vez que lo hacia y la sensación fue increíble, tras mover mi mano un poco en mi interior logré un orgasmo que me hizo caer al suelo pues las piernas no me sostenían de la intensidad de mi corrida.

Mientras tanto en la habitación la fiesta tocaba a su fin. Sin necesidad de tocarse la polla en absoluto Kosuke llegó al orgasmo y recibió en su boca su propia corrida, una buena cantidad de cremosa y espesa leche de nabo, y luego el vikingo desenterró su falo del culo de mi primo con animo de correrse pero primero hizo que Kosuke le limpiase la polla de los rastros que la enculada que acababa de proporcionarle le había dejado en el pene. Mi primo se tragó aquel nabo sucio con avidez y pronto recibió una descarga seminal que le rebosó por los labios y cayó en su pecho. El vikingo se dirigió hasta donde había dejado su ropa y sacó su cartera. De esta extrajo un montón de billetes, los enrolló y se los metió parcialmente en el culo a mi primo.

- Te los has ganado, me has dado un buen servicio - dijo el nórdico.

- Gracias - respondió mi primo mientras se los sacaba - ¿Te gustaría que nos duchásemos antes de que te vayas?.

- Claro - dijo el germano acompañando a mi primo en dirección al baño.

En ese momento yo aproveche para volver al garaje y sacar el coche para que así no se diese cuenta de que yo había estado allí. Media hora después el germano salió de allí en su coche acompañado por mi primo que seguía vistiendo mis ropas.

Después de lo visto esa noche estaba claro que había una forma de incluir a Kosuke en nuestro secreto. El día siguiente aprovechando que Kosuke salió al cine lo comente con mis padres después de que nos pagásemos un buen revolcón.

- Me gustaría que todo volviese a ser como antes de que llegase Kosuke - dije yo mientras relamía los restos de semen que tenia en las mejillas.

- Ya y a mí - dijo Alberto- Pero ya me dirás como con tu primo por aquí.

- Solo tendríamos que incorporarlo a nuestro circulo de sexo familiar - señale yo.

- Me parecería bien - terció mi madre - El problema es como.

- He descubierto algo muy interesante acerca de él y que seguro nos permitirá incluirlo en nuestros juegos.

- ¿El que? - preguntaron al unísono mis padres.

Yo les conté lo que había sucedido la noche anterior con todo lujo de detalles mientras que mi madre comenzaba a masturbar a mi padrastro mientras tanto.

- Muy interesante - dijo Alberto mientras disfrutaba de la paja que le hacia mi madre.

- No creo que a mi hermano Jaime le gustase saber que su hijo se traviste y prostituye - añadió mi madre justo antes de meterse la polla de Jaime en la boca y recibir en ella toda su corrida.

- Bueno, pues después de esto creo que esta claro que podríamos unir a nosotros a Kosuke - sentencié yo.

- Estoy de acuerdo - dijo mi padrastro mientras mi madre asentía con la cabeza pues tenia la boca llena de semen.

- Dejadlo en mis manos y yo lo preparare todo - aseguré yo - Tan solo necesito que el sábado por la noche salgáis igual que ayer por la noche.

- Dalo por hecho - finalizo la conversación mi padre.

Durante aquella semana tuve bastantes cosas que hacer para prepararlo todo. Lo primero fue registrar de arriba abajo la habitación de mi primo. Encontré numerosas revistas porno y de todas las temáticas, no solo de porno gay sino también de porno heterosexual de temática bizarre, ya sabéis con fistfucking, lluvia dorada, enemas, coprofilia, y sobre todo revistas de transexuales en las que follaban tanto con chicos como con chicas y una buena colección de consoladores, aunque no tanto como la de mis padres y yo. Esto me dio la idea de que mi primo no rechazaría follar con una chica por mas que fuese un travestí. Luego conseguí que un amigo cuyo padre tiene una tienda de artículos de imagen y sonido me dejase algunos equipos, en concreto un par de cámaras con minitrípodes motorizados, un par de monitores y los cables necesarios para conectar los equipos entre sí y controlar a distancia las cámaras. Una vez con el equipo en mi poder el viernes instalé una de las cámaras en la rejilla del aire acondicionado de su habitación tras colocarla de modo que no interfiriese con la grabación y preparé los monitores y todo el cableado.

El sábado por la noche yo fingí que salía con mis amigas y en cuanto él salió de la casa yo volví a entrar y prepare la otra cámara en el balcón de su habitación, para así asegurarme que podía grabar todos los detalles. Ahora solo era cuestión de esperar.

Después de un par de horas un coche se detuvo ante la verja de nuestra casa. Furtivamente me asomé y vi que tras aparcar en nuestro garaje de él bajaban un chico y una chica españoles y mi primo que vestía ropas mías y tenia que reconocer que le sentaban muy bien. Sin preámbulos ningunos se dirigieron a la habitación de Kosuke. Este puso música y preparó unas bebidas para los tres. Mientras se bebían los combinados también se fumaron un par de cigarros de marihuana que terminaron de desinhibirles. Cuando terminaron con todo se desnudaron rápidamente y dieron comienzo al espectáculo.

Yo estaba viendo todo a través de los monitores que había instalado en el antiguo despacho de mi padre, puesto que allí no podía entrar mi primo, pues como ya sabéis la puerta de esa habitación estaba siempre cerrada con llave debido a su utilización en aquellos momentos. Me tumbé desnuda encima de la cama y cogí el vibrador mas gordo que allí había y el cual nunca había usado. Comencé a lamerlo de arriba abajo como si fuese una polla de verdad. Después de unos momentos y como sabia mucho a goma me lo restregué bien por mis labios vaginales humedeciéndolo con mis fluidos y entonces volví a lamerlo disfrutando así de mis propios jugos. Entre tanto la chica y Kosuke no paraban de chupar la polla al chico el cual estaba como loco con esa doble mamada. La chica y mi primo estaban lamiendo hasta el último milímetro de aquella polla y lo hacían con una deliberada lentitud, disfrutando de toda ella y tratando de alargar lo más posible el placer del chico. Tras un rato de felación a dúo la chica se desplazó hacia el trasero de su novio y comenzó a lamerle el culo. Primero se deleitó con las nalgas y luego pasó a ocuparse del ojete, perforándolo con su lengua y explorándolo hasta que ya su lengua no daba más de sí. A la vez mi primo seguía con su labor bucal tragándose ahora aquella verga hasta la base, llevando al chico hasta el borde del orgasmo para en el último momento sacársela evitando la eyaculación para volver a comenzar. Tanta estimulación tenía al chico al borde del delirio, necesitaba un desahogo y entonces agarró a mi primo la cabeza con fuerza y comenzó a moverse como si le estuviese follando la boca, incrementando por otra parte le penetración de la lengua de su novia en su recto, para terminar corriendose sobre la cara de mi primo. La eyaculación fue espectacular. Numerosas descargas de semen cruzaron el aire para aterrizar en la faz de mi primo que en pocos momentos tenía la cara llena de semen. La chica pasó entonces a lamer la cara de mi primo, quien a su vez se relamía el semen depositado en su cara. Una vez estuvo la cara de Kosuke limpia de semen la chica se fundió en un intenso beso con lengua con su novio compartiendo así la esencia masculina del tipo.

En aquel momento mi primo pasó a ocupar el lugar de la chica dedicándose a lamer el ano del chico hasta que este recupero su erección, entonces se puso a cuatro patas sobre la cama incitando al chico para que le penetrase. La novia del tipo abrió al máximo las nalgas de Kosuke y tras escupir en su ojete y lamer un poco la punta del nabo de su novio, este apoyó su carajo en la abertura del ano de Kosuke. De un hábil golpe la metió hasta el fondo arrancando a mi primo un suspiro de placer y luego comenzó a bombear rítmicamente dentro del ano del travestí. Kosuke estaba disfrutando de las penetraciones profundas de chaval en su recto, y del ritmo machacón que había impuesto a su penetración. Por su parte la chica no se quedó parada sino que una vez vio que la follada de su novio estaba perfectamente encarrilada cogió y se metió bajo Kosuke y colocó unas almohadas debajo de ella hasta que estuvo a la altura idónea para coger la polla de Kosuke e introducirla en su depilada vagina. Sin dudar se la metió y así quedaron los tres unidos, recibiendo la chica los envites de su novio a través de mi primo. Los tres estuvieron así un buen rato hasta que Kosuke que aun no se había corrido, eyaculó en la vagina de la chica. Fue una copiosa venida pues después de sacarle la verga el semen rebosaba del depilado coño y se vertía por los muslos de la joven. Esta se movió hasta colocar su coño frente a la cara de mi primo y este sin ningún reparo lamió y tragó su propia corrida.

Kosuke se sacó la polla del joven del culo, se dirigió a su armario y comenzó a buscar algo en su interior hasta que sacó un consolador con arnés. Se lo colocó a la chica y entonces volvió a ponerse a cuatro patas sobre la cama. Ahora fue el chico quien separó las nalgas de mi primo y la chica quien comenzó a montarlo con un vibrador de unos nueve centímetros de diámetro. La chica era más salvaje en su penetración y se movía como una maquina de perforar, mientras que su novio comenzó a lamerle el culo. Cuando estuvo bastante húmedo el chico inclinó un poco a su novia hacia delante y se la clavó en el culo. La chica gritó de placer y comenzó a suplicar a su novio que le reventase el culo. Este así lo hizo e impuso a su sodomización un ritmo increíble. Los empellones del chico eran también disfrutados por mi primo que notaba como aquel grueso dildo entraba hasta lo mas profundo de su recto. El chico aguantó bastante pero el esfuerzo empezaba a ser importante y terminó por correrse dentro del ano de su chica.

Yo por mi parte estaba masturbandome como loca con aquel gordísimo vibrador clavado en mi vagina y otro más delgado perforando mi culo. Me estaba haciendo una de las mejores pajas de mi vida y a la vista de todo aquello no me cabía la menor duda de que Kosuke estaría dispuesto a unirse a nuestros juegos. Entonces lo que vi me dejó de piedra.

El chico sacó la polla del culo de su novia completamente cubierta de excrementos y semen, lo cual era bastante repugnante, pues no habían tenido la precaución de usar un enema con ella. Pero entonces mi primo cogió aquella verga sucia y se puso a lamerla lentamente. Pasó su lengua por toda ella limpiándola totalmente y tragándose los restos. A mí eso me pareció asqueroso, pues aunque había lamido algunas veces pollas con algún resto de heces era una cosa insignificante al lado de esto. Por otra parte después de un rato de observación de tan sucia maniobra empezó a ponerme mas caliente por el morbo que me daba ver aquello tan sucio. Aunque la cosa no quedó ahí pues Kosuke a continuación preparó un whisky con cola y lo metió en una gruesa jeringa y se lo metió a la chica como un enema. Una vez todo el trago dentro del culo de la chica Kosuke y el novio de esta se pusieron tumbados en el suelo bajo el culo de esta y esperaron a que esta lo lanzase de nuevo al exterior. Los dos chicos recibieron el cubata y los desechos de la chica con verdadera ansia y se bebieron todo lo que fueron capaces. Una vez descansado el recto de la chica, su novio cogió un montón de dinero, mucho mas de lo que el tipo de la semana pasad le había pagado y se lo dio a mi primo.

Después de esta ultima escena no me quedaba ninguna duda de que mi primo estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por el incentivo adecuado y yo estaba segura de que el contenido de aquella cinta y la posibilidad de que llegase a poder de sus padres sería motivación suficiente para que Kosuke aceptase ser nuestro nuevo juguete.

Un par de días después y justo cuando estaba dejando mi ropa en el cuarto de la lavadora me dirigí a él:

- ¿Que haces con mi ropa? - le pregunté apareciendo de repente justo cuando estaba dejándola en el cesto de la ropa sucia.

- Yo, eh, ..... - balbució sin ser capaz de responder.

- Aunque tengo otra pregunta mejor - dije yo sin dejarle reponerse de su sorpresa - ¿Con todo el dinero que consigues por que no compras tu propia ropa?.

- ¿A que te refieres? - preguntó perplejo.

- A esto - dije yo mientras sacaba la cinta donde había grabado su trabajo.

Kosuke no salía de su sorpresa, pero al ver la cinta no le tomó mas de una décima de segundo saber a que tenía que estar refiriéndome y se acercó a mi con animó de arrebatarme la grabación.

- No te esfuerces - le dije yo a la vista de su movimiento - Tengo copias mas que suficientes para enviar a toda la familia.

Kosuke se frenó en seco con gesto abatido, y sabiendo que yo querría algo a cambio de mi silencio.

- ¿Que quieres? - preguntó con un tono de voz temeroso.

- Responde a mi pregunta - dije yo autoritariamente.

- Para pagarme la operación - respondió secamente.

-¿Quieres cambiarte de sexo? - inquirí yo con curiosidad.

- No, solo me gustaría ponerme unos grandes pechos, no quiero perder mi polla - confesó Kosuke. - Vaya, muy interesante - repliqué yo.

Guardé silencio unos instantes con animo de que Kosuke tuviese tiempo de darse cuenta de que estaba en mis manos y entonces continué:

- He visto lo que escondes en tu habitación y sé que te gusta el sexo duro y extravagante. Yo ando buscando alguien así y tu encajas perfectamente en lo que busco. A partir de ahora se acabó eso de trabajar por ahí. Tu misión será satisfacerme y si no estas de acuerdo una copia de esta cinta llegara a tus padres. No creo que estén de acuerdo con este trabajo ni tampoco con lo que quieres hacer con el dinero.

Kosuke dudó unos instantes pero la alternativa que se abría ante él era demasiado dura de modo que aceptó.

- Sabia decisión - le dije yo - Y ahora arréglate que vamos a salir y tenemos poco tiempo antes de que debamos ir a clase.

Aquella mañana y antes de empezar con la rutina universitaria, hice que Kosuke se hiciese unos análisis para comprobar que no tenía ninguna enfermedad venérea, pues con el trabajo que había elegido era fácil que pillase alguna y no quería contagiarme yo. Una vez segura de que estaba limpio podría utilizarlo para mis fines.

Al día siguiente y con unos análisis perfectos me fui con Kosuke de compras. A mi primo le gustaba vestir como una mujer y eso me excitaba pero no me hacia la menor gracia que cogiese mi ropa, así que nos fuimos a comprar ropa para él. Fuimos a unos grandes almacenes donde compramos bastante ropa para él, sobre todo muchas minifaldas y ropas ajustadas. Evidentemente y para no llamar la atención Kosuke vestía ropa de mujer.

Después fuimos a una tienda de ropa interior para continuar equipando a mi primo. Era casi la hora de cerrar cuando llegamos.

- Vamos a cerrar - dijo la dueña de la tienda que estaba de espaldas a la puerta cuando entramos - Sería mejor que viniesen después de comer.

- Venga ya, Ana - le dije a la dueña - Sabes que yo siempre busco un trato especial.

Al reconocerme la dueña de la tienda vino hacia mí y me dio un beso en cada mejilla mientras sin preocuparse por el hecho de que estaba acompañada me abrazó y me cogió el culo. Ana, una mujer de cincuenta años muy atractiva y con un pecho descomunal, me conocía desde que mi madre se casó con Alberto y era una de las escasas personas que sabía lo nuestro. Ella conocía a mi madre y mi padrastro desde hacia varios años y había mantenido relaciones con ellos numerosas veces. De hecho, mi madre se lo montaba con ella cada vez que iba a comprar allí ropa interior y desde su boda me había hecho participe de su especial relación con la dueña de la tienda. A mi también me gustaba ir allí comprar ropa interior en parte porque tiene prenda muy especiales, como a nosotros nos gusta, y en parte porque follar con ella es estupendo.

- Me alegro de verte, Sabrina - me dijo sonriente mientras miraba a mi primo, para a continuación preguntarme - ¿Quien es esta amiga tuya tan guapa?.

- Oh, una persona muy especial que necesita una buena cantidad de ropa interior de esa que tu sabes - respondí yo.

- Entonces acompañadme a la trastienda que allí podréis elegir con total libertad mientras yo cierro.

Pasamos a la trastienda y allí tenía una habitación donde tenía dispuesta una gran cantidad de ropa interior de la que normalmente solo se ve en los catálogos de artículos eróticos o pornográficos. Entre mi primo y yo elegimos varios modelos para él y comenzó a probarse uno. Se puso un tanga negro de encaje con un corsé a juego rematando el conjunto unas medias de rejilla negras y un liguero rojo. Estaba estupendo y visto de espaldas parecía totalmente una chica, porque de frente su erección y su escasez de busto le delataban. Justo en ese momento entró Ana que se quedó deleitándose con la vista trasera de mi primo.

- Te queda perfecto, amor - dijo Ana.

- Bueno ahí un pequeño problema que no se si podrás solucionar - dije yo.

- ¿Cual, amor? - me preguntó la cincuentona.

Hice que mi primo se diese la vuelta aunque este no parecía muy a gusto con la idea de que alguien viese en esa situación que era un chico, aunque no se negó porque sabia que estaba a mi merced.

- Este es el problema - dije yo a Ana - Con un bulto así no queda bien el tanga.

Ana se quedó de piedra cuando vio que lo que ella creía ser una chica oriental tenía una polla de un respetable tamaño totalmente erecta bajo el tanga.

- Eso lo soluciono yo en un momento - dijo Ana mientras se abalanzaba sobre aquel pene duro como una roca.

Mi primo se dejó hacer mientras que yo desnude a Ana sin que esta dejase de chupar un solo momento. Pronto la madura estuvo en ropa interior y pude ver que como acostumbraba tenía clavado en el culo un grueso consolador a pilas que vibraba silenciosamente en el recto de la mujer. Ana chupaba con ganas buscando que mi primo se corriese rápidamente y justo cuando estaba a punto de lograrlo me pidió que le acercase un vaso que estaba encima de una mesa. Yo así lo hice y una vez tuvo el vaso Ana terminó de ordeñar a mi primo haciendo que toda la corrida se depositase en el recipiente. Después se lo dio a mi primo y este sin necesidad de ninguna petición apuró todo el contenido de la vasija sin dudar y con cara de disfrutar del trago. Yo me quite la falda y abrí la entrepierna de mis braguitas de encaje colocando mi coño ante la cara de Ana. Esta se lanzó a devorar mi clítoris, haciendo uso de todos sus conocimientos en las artes lésbicas, mientras que Kosuke se puso a hacer lo propio con el coño de Ana.

La madura me lamía el coño con total maestría recorriendo con su lengua mi clítoris, pasando a sorber mis labios vaginales para luego centrarse en el interior de mi vagina, recorrido que realizó varias veces sin olvidarse de visitar mi ano y jugar con el cordón de las bolas chinas allí alojadas, a lo largo de su exploración de mi sexo. Kosuke hizo lo mismo con Ana, aunque dedicaba mucho tiempo a jugar con los aros que perforaban los labios vaginales y el clítoris de Ana.

Tanto sexo oral me proporcionó varios orgasmos que humedecieron la cara de la cincuentona la cual bebía mis flujos con total delectación. Ana por su parte también estaba disfrutando de las lamidas de Kosuke como delataba los chorros de flujo, iguales a geiseres, que lanzaba su coño cada vez que llegaba al culmen del placer.

Una vez satisfechas sus ansias lamedoras hice que Ana se empalase sobre la polla de Kosuke y así los dos follaron para mí. Yo por mi parte me senté en una silla para ver el espectáculo que los dos me proporcionaban mientras ensanchaba mi culo con el consolador que hasta hace un momento Ana tenía en el suyo, tras meter mis bolas chinas en el recto de Kosuke. Mientras introducía mas y mas el falo de látex en mi interior Kosuke le follaba el coño a Ana, aunque esta pronto se la sacó del coño y se la enfundó en el ano. A continuación se introdujo el puño en el coño y así doblemente abierta Ana gemía de placer mientras yo empapaba la silla con mis corridas,

La fiesta terminó cuando llegó Victoria, la hija de Ana, una chica de 23 años bastante gorda pero atractiva aun con todo. Tan viciosa como la madre y también conocedora de mi situación llegó justo a tiempo para ser la receptora de la corrida de Kosuke la cual dijo le serviría como alimento ahora que había decidido comenzar una dieta.

De la tienda salimos con una gran colección de ropa interior para mi primo, pero las compras no habían terminado. Tras comer fuimos a una zapatería donde tenía con el dueño una relación tan buena como con Ana. Al llegar allí, Óscar se deshacía en atenciones para con nosotras y nos invitó a pasar a una habitación reservada donde nos atendería el personalmente. Yo le dije que todo el calzado era para mi amiga y que seria con ella con quien debería ser especialmente solicito. Mientras Óscar buscaba los zapatos le dije a Kosuke que debería hacer todo lo que Óscar quisiese y sin dudar ni un minuto.

Cuando Óscar volvió yo me senté en una esquina de la habitación esperando a ver el espectáculo. Óscar descalzó a mi primo y comenzó a acariciarle los pies. Mi primo se bajó las medias que vestía y Óscar terminó de quitárselas para pasar a continuación a lamerle los pies. Óscar se dedicó, como buen fetichista de los pies, a lamerlos cuidadosamente y a acariciarlos. Óscar chupaba cada dedo con delicadeza cubriéndolo con su saliva lo cual encantaba a Kosuke quien no dejaba de suspirar de placer. Tras dedicarse un buen rato a dicha labor, Óscar comenzó a ascender por las piernas cubriéndolas con su saliva caliente hasta que llego a su falda. Cuidadosamente la levantó y siguió con su labor hasta que llegó a la entrepierna de Kosuke. Sin dudar llegó hasta el tanga que mi primo llevaba y lo apartó para encontrarse ante el pene de mi primo que después de la aventura de antes de la comida no estaba muy en forma. Óscar no dudó un momento y se lo metió en la boca lamiéndolo y chupandolo con mucho cuidado hasta que estuvo de nuevo erecto. Logrado esto Óscar se bajo los pantalones y plantó su verga ante la boca de Kosuke. Este se lanzó desesperado a chupar aquella venosa polla y lo hacia con suma maestría pues Óscar no paraba de gemir ni un minuto ante las lamidas de mi primo. Kosuke se tragaba aquel nabo completo sin dejar ni un poco a la vista. Óscar agarró la cabeza a Kosuke para que siguiese chupando, lo que yo sabia que anunciaba una corrida inminente pues a Óscar solo le gusta correrse en la boca y que su compañera se trague su néctar. En efecto al cabo de pocos instantes Óscar se corrió de modo industrial en la boca de mi primo. Luego mi primo limpio primorosamente la polla del zapatero con su lengua y los dos recompusieron su indumentaria. Tras esto elegimos varios pares de zapatos y volvimos a casa.

Al bajar del coche le dije a Kosuke que olvidase las compras y se desnudase. Kosuke dejó sus ropas en el garaje y yo cogí unas cuerdas y un antifaz que llevaba escondidos en el coche y sin perder un momento lo até y le coloqué el antifaz de modo que no viene nada. Después le coloqué sendos tapones en los oídos de manera que no pudiese oír nada. De tal guisa y dando pasos muy cortos lo lleve hasta el antiguo despacho de mi padre. Allí esperaban ansiosos mi madre y mi padrastro.

Una vez en la habitación até a Kosuke en el potro dejando expuesto y bien alzado su culo y con las piernas bien abiertas. En tal posición cogí unas pinzas y unas pesas y se las coloque en los testículos. Kosuke se quejó muy levemente, pero aceptó mi maniobra. Después cogí una fusta y comencé a azotarle con fuerza el culo y la espalda. Kosuke se debatía ante mis azotes y hacia que las pesas se balanceasen aumentando así la cantidad de sensaciones dolorosas que recibía, pero el condenado no gemía de dolor sino que jadeaba de placer. Después de un rato me cansé de azotar a mi primo, este tenia todo el culo rojo al igual que la espalda y la cara interior de los muslos y si seguía azotándole podía terminar haciéndole alguna herida y eso no me gustaba.

Di paso a que mi padre pudiese disfrutar de mi primo. Alberto dejó de masturbar a mi madre y se acercó a Kosuke. Cogió una vela encendida y un grueso vibrador. En primer lugar le enchufo el dildo a mi primo en el culo y luego fue dejando caer la cera caliente sobre el cuerpo de mi primo. Los chorros de cera se fueron acumulando en las nalgas, al espalda, el cuello e incluso los testículos de mi primo, haciendo que este gimotease de placer y dolor, hasta que justo antes de que la vela se consumiese, mi padrastro extrajo el consolador del ano de Kosuke y vertió en su interior una buena cantidad de cera que se deslizó por su recto como si de semen hirviente se tratase. Mi primo se corrió en ese mismo momento lanzando una cantidad sorprendente de semen.

A la vez mi madre y yo nos masturbábamos mutuamente con suma suavidad y cuidado prolongando al máximo el placer mutuo. Mi padre por su parte y una vez consumida la vela pasó a montar a mi primo. Le metió su pollón hasta los cojones y mi primo gritó de placer animándome a que le enculase mas fuerte, sin darse cuenta de que no era yo quien lo estaba sodomizando. En medio de la bestial enculada que estaba recibiendo yo dejé a mi madre y me puse frente a mi primo. De un tirón le quite la venda y se encontró con que yo estaba frente a él. Muy sorprendido giró la cabeza para ver quien era su sodomizador y se encontró con que era Alberto. Kosuke miró también a su alrededor y vio a mi madre desnuda y masturbandose a la vista del espectáculo. No le costó mucho darse cuenta de lo que allí pasaba.

- Así que los tres folláis entre vosotros - aseveró mi primo.

- Si, y tu llegada nos estropeó el asunto - dije yo - Todo esto ha sido para ver si podrías ser nuestro compañero de sexo.

- Si eso era lo que queríais solo teníais que pedirlo - dijo Kosuke.

- No era tan fácil, pues no sabíamos que eras una verdadera putita - dijo mi madre.

- Eso ya no importa - terció mi padrastro - Lo que importa es que ahora tenemos a alguien mas de la familia dentro de nuestro grupo, y cuantos mas seamos mas disfrutaremos.

Yo volví con mi madre para continuar masturbandonos, mientras que mi padre siguió enculando a Kosuke hasta que su corrida se hizo inminente. Entonces le metió la polla en la boca y allí libero su semen, que mi primo tragó gustoso. Por nuestra parte mi madre y yo terminamos corriendonos la una en la boca de la otra disfrutando así de una buena cantidad de flujo.

Así terminó la primera sesión de sexo que tuvimos los cuatro, pero evidentemente no fue la única. Kosuke estaba encantado por la relación tan especial que había en mi casa y cuando le llegó la hora de volver a su país convenció a sus padres de que se quedaría a estudiar una carrera aquí, viviendo con nosotros, sobre todo después de que Alberto le pagase la operación que convirtió a Kosuke en casi una chica. Ahora que éramos cuatro la diversión se había incrementado​





Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 04




Una vez solucionado el problema de la llegada de mi primo Kosuke las cosas volvieron a la situación previa a su llegada. Ahora los cuatro llevábamos en casa una vida promiscua de sexo a granel que nos satisfacía a todos, sobre todo a mi y que llego a una cúspide cuando Kosuke consiguió sus pechos y se convirtió totalmente en un transexual. Pero la vida es un continuo cambio y pronto tuvimos cambios en la familia, los cuales consistieron en que nos mudamos de casa.

La nueva casa era un autentico palacio. Alberto había encargado a su empresa que la construyese un par de meses antes de que se casase con mi madre y en tan breve plazo de tiempo habían hecho un trabajo excepcional, al fin y al cabo mi padrastro es el dueño de la empresa. La casa tiene dos plantas con quince habitaciones con baño, tres salones (uno de ellos para grandes celebraciones), una sauna, pista de tenis, piscina cubierta, un sótano inmenso, una buhardilla también grandísima, calefacción y aire acondicionado centralizado y un gran jardín con arboles alrededor, todo ello circundado por una alta verja con numerosos sistemas de seguridad. Nuestra nueva morada era impresionante y realmente demasiado grande para el pequeño numero de gente que la ocupábamos, mas aun por el hecho de que pasábamos la mayor parte del tiempo en la buhardilla. Esta había sido decorada de igual modo que el despacho de mi difunto padre en nuestra otra casa, solo que ahora teníamos mas espacio para las películas y los artefactos de sexo y por otro lado habíamos llenado las paredes de grandes cuadros con escenas de sexo salvaje. Ademas había unas cuantas habitaciones decoradas para ambientar mejor algunas fantasías sexuales, así teníamos un aula de un colegio de monjas, una celda y también una camara de tortura medieval, ademas de una biblioteca provista de una increíble colección de novela eróticas y de revistas pornográficas y una sala solo para ver las películas porno. De modo que evidentemente era allí donde estábamos mas a menudo pues allí podíamos disfrutar a nuestras anchas sin molestarnos por tener que recoger nuestros juguetes por si venían visitas.

Mi madre fue la única que puso pegas a la nueva casa pues ella no podía ocuparse de llevar tan inmensa casa y ademas conservar su recién adquirido trabajo. Ella quería que contrastásemos a alguien que la ayudase en esas labores, pero los demás eramos renuentes porque podía suponer tener que dejar nuestro particular estilo de vida y ella se daba cuenta de ello. De todos modos entre los cuatro tratábamos de encontrar la solución a este problema. Fue Akiko, que era como llamábamos a Kosuke ahora, quien nos ofreció una posible solución. Había conocido a un chico ucraniano que hacia poco que había llegado a España con su hermana, de manera irregular. Los dos eran huérfanos y sin familia en su país natal y tampoco tenían amigos en nuestra ciudad, tan solo algunos conocidos. Ademas según Akiko el chico estaba buscando un nuevo trabajo y su hermana estaba en el paro, sin olvidar que mi ahora prima decía que tanto el chico como su hermana eran muy atractivos.

Alberto decidió entrevistarse con ellos para ver si eran quienes necesitábamos para el trabajo. La entrevista fue totalmente satisfactoria para mi padre, quien arregló los documentos precisos para regularizar su situación en el país y para contratarlos. No les dijimos nada en particular acerca de nuestra especial relación aunque nos aseguramos de que fuesen conscientes de que debían ser absolutamente reservados acerca de lo que ocurriese en la casa y así específicamente en el contrato señalo mi padrastro que la menor indiscreción supondría perder el empleo. Por otra parte el hecho de que no tuviesen ni familia ni amigos aseguraba dicha discreción, por no olvidar el hecho de que ellos vivirían también en la casa. Por nuestra parte el plan consistía en incitarles a que se uniesen a nosotros sin forzarles en ningún caso, así evitaríamos cualquier tipo de problema legal.

Una vez arreglado todo el papeleo y conscientes de la situación, Stephan y su hermana Ludmilla se mudaron a nuestra casa. La sorpresa en aquel día fue mutua. Por parte de mi madre y mía porque Stephan y Ludmilla eran realmente hermosos. Stephan es rubio con los ojos de un color azul intenso, al igual que su hermana. Los dos tienen unas bellas facciones enmarcadas por sendas melenas, mas largas en el caso de Ludmilla. Stephan esta muy bien proporcionado con el cuerpo de una estatua de un atleta de las olimpiadas antiguas, aunque con mejor pene, mientras que Ludmilla también tiene una figura espectacular que se ajusta al patrón clásico de 90-60-90.

La chica me atrajo al instante, y era la primera vez que me sentía así con una mujer, pues aunque, había follado con mujeres esta era la primera vez que una mujer me despertaba una rotunda necesidad de follar con ella. Sus rasgos faciales, una mezcla explosiva de candidez y picardía, y su graciosa naricilla respingona me cautivaron al instante. No podía apartar la mirada de aquella Venus de dieciocho años.

Por parte de los dos hermanos la sorpresa fue que les recibimos desnudas. Los dos estaban atónitos cuando mi padre tras presentarnos tomó la palabra:

- Esta es la razón por la que pedimos total secreto en cuanto a la vida aquí. Nos gusta practicar el nudismo y no queremos que por ahí se enteren de lo que hacemos en casa - dijo mi padre - Vosotros sois libres de ir vestidos o no en casa, y por otro lado si creéis que esta situación es demasiado violenta como para trabajar aquí, podéis marcharos si queréis. Os daré un mes de sueldo a cambio de que seáis discretos.

Los dos hermanos se miraron unos instantes esperando que fuese el otro quien tomase una decisión, al final fue Stephan quien habló:

- Nos quedamos. Este es un buen trabajo y no es problema que ustedes quieran estar desnudos en su casa si no es obligatorio para nosotros estar también desnudos.

Los días siguientes empezaron con su labor, Stephan se ocupaba del mantenimiento del jardín y la piscina ademas de ayudar en otras labores de la casa mientras que su hermana se ocupaba de la cocina y la limpieza. Los dos hermanos trataban de no delatar la excitación que les producía aquello. Stephan no podía evitar mirarme con deseo cada vez que pasaba desnuda cerca de él y bajo su pantalón se vislumbraba un pene considerable. Al fin y al cabo yo tampoco estoy nada mal, pues mido 1,73 metros, tengo el pelo negro y los ojos verdes y mis medidas son 87-55-89. Aunque también miraba con ojos lujuriosos a mi madre e incluso a Akiko, aunque al principio le sorprendió descubrir que quien el pensaba que era una chica tenia un pene entre las piernas. Ludmilla por su parte era mas vergonzosa y trataba de no fijarse en mi padre ni en nosotras.

Por nuestra parte seguimos con nuestra vida como antes solo que si estábamos follando y aparecían ellos disimulábamos como si no hiciésemos nada. La idea era ir provocandoles pero sin que pudiesen acusarnos de montar un espectáculo obsceno contra su voluntad. Aun así los dos se mostraban algo recatados y no se atrevían a dar el paso adelante quizás temiendo por su situación laboral. Estando así las cosas tendríamos nosotros que traerlos a nuestro terreno, aunque habría que andar con pies de plomo para evitar problemas.

Yo fui la primera en actuar, pues no podía quitarme de la cabeza la idea de disfrutar del cuerpo de mi bella criada. Aprovechando que estaba sola en casa con ella, pues mis padres estaban de viaje y Stephan había acompañado a Akiko a los grandes almacenes, inicie mi movimiento.

Mientras me daba un baño la llamé para que viniese al cuarto de baño, cosa que hizo al momento pues Ludmilla es una chica muy diligente.

- ¿Que desea la señorita? - me preguntó Ludmilla con un perfecto castellano en cuanto entró en el cuarto de baño.

- No encuentro la esponja con mango para frotarme la espalda - mentí yo que la había escondido a este efecto - Frotame la espalda con esta otra esponja, por favor.

Ludmilla se acercó a la bañera mientras se agachaba. Justo cuando estuvo a mi lado deje caer el bote de gel que sostenía con la otra mano. Como el bote era grande salpicó mucho y gran parte del agua fue a caer sobre la ucraniana, que acabó con toda la ropa empapada. Ludmilla estaba sorprendida por lo ocurrido y yo fingí estarlo también.

- Lo siento, Ludmilla - dije yo con falso azoramiento - Perdona este desastre.

- No importa, señorita - replicó ella con una preciosa sonrisa - Perdone pero tendré que cambiarme de ropa.

- Mujer, espera un momento - dije mientras le agarraba la mano para que no se fuese - Frotame la espalda. Ahora que ya estas mojada no tienes que preocuparte por volverte a mojar.

- Es que no me gusta estar con ropa mojada encima - repuso ella.

- Pues desnudate y me frotas entonces la espalda - dije yo resueltamente.

Ludmilla se quedo callada unos instantes.

- No me dirás que te da vergüenza - continué yo - No has aprendido de nosotros que el desnudo no es nada de que avergonzarse, sobre todo siendo tan hermosa como tu.

- No exagere, señorita - dijo ella mientras se ruborizaba - Usted si que es hermosa.

- Bueno no discutamos y venga haz lo que te he dicho - le respondí.

Sin apenas mas vacilaciones Ludmilla se desnudó, dejando al descubierto su precioso cuerpo. Sin prisas y sin ningún recato repase de arriba a bajo a la chica y simplemente puede ser descrita como una autentica beldad. Ludmilla se dio cuenta de mi mirada inquisidora pero no dijo nada, tan solo se agachó y empezó a frotarme la espalda con sus pequeñas y suaves manos. Sentir el contacto de su piel con mi piel me producía una sensación muy placentera, pero muy pronto terminó la labor que le había encomendado y trató de marcharse.

- No te vayas Ludmilla, aun necesito tu ayuda - le dije.

La chica se quedo en pie frente a la bañera mientras yo me enjuagaba el cuerpo y luego me tendió la toalla para secarme. Una vez fuera de la bañera y seca me pregunto Ludmilla:

-¿Que mas tengo que hacer?.

Yo cogí del armario del baño unas tijeras, una maquinilla de afeitar desechable y espuma de afeitar. Me senté en un taburete tras quitarme la toalla y separe bien mis piernas, dejando mi coño al descubierto.

- Tengo el vello del coño muy descuidado, quiero que tu me lo afeites - dije yo con seguridad.

Ludmilla me miró extrañada porque ella tenia el vello púbico como yo, salvo que de color rubio, pero acató mi orden y se arrodilló entre mis piernas. Le di las tijeras para que rebajase la cantidad de vello antes de que usase la cuchilla, porque realmente hacia mucho que no me depilaba, hasta el punto que la noche anterior Alberto me había castigado con su fusta por tener el vello tan largo. Con mucho cuidado ella me cortó el vello dejando caer al suelo los pequeños mechones que iba cortando. La suavidad de su actuación me estaba poniendo a mil por hora y comenzaba a humedecerse mi coño, lo cual Ludmilla advertía. Después me untó la espuma de afeitar y con mucha delicadeza fue pasando la cuchilla sobre el corto pelo que aun quedaba hasta que mi coño quedó como el de una niña. Una vez terminó pase mi mano sobre mi pubis para sentir la suavidad de la recién depilada piel.

- Lo has hecho muy bien - le dije a Ludmilla con una sonrisa.

- ¿En serio? Es la primera vez que lo hago - replicó ella con mirada picara.

- Si, toca y veras lo suave y bien que me has dejado el pubis - invité yo a la chica.

Ludmilla se dejó llevar y sin dudar pasó su mano sobre mi coño y no solo sobre mi monte de Venus, pues sus dedos también pasaron sobre mis labios vaginales. Este contacto me produjo un escalofrío de placer que Ludmilla notó, e hizo que se sonrojase. La ucraniana se levantó con intención de marcharse pero yo la agarre por la mano y lo evite.

- ¿Te gustaría que yo te depilase a ti? - le pregunté sin rodeos a Ludmilla.

- Si, por favor - respondió entrecortadamente la chica.

Ahora repetimos el ritual siendo yo la que la depilaba. Cuando terminé, ella se paso la mano sobre el húmedo y virgen coño disfrutando de esta nueva situación. Sin esperar a que ella me dijese nada yo pase con mucha suavidad mi mano sobre su vulva y luego la lamí. Ludmilla no dijo nada solo me miró con ojos de deseo y entonces yo la besé en los labios. Ella respondió a mi beso abriendo la boca permitiendo que con mi lengua explorase el calido interior de su boca. Comenzamos a juguetear con nuestras lenguas enroscandose entre si sin parar. La situación se desarrolló rápidamente y Ludmilla con manos dubitativas comenzó a acariciarme. Yo por mi parte comencé a acariciar sus senos sopesandolos cuidadosamente, para luego acariciar su pezones terminando por pellizcarlos. En ese momento Ludmilla gimió de placer. Esto me dio una idea y volví a pellizcarle los pezones pero mas fuerte, y su respuesta fue un gemido mayor. Esto me pareció un indicativo de que podría gustarle probar la sumisión, lo que resultó ser exacto. Tras sus pechos pasé a ocuparme de su coñito, acariciando sus labios y su clítoris, para luego pellizcarlos y tirar de ellos entre los gemidos de placer de la ucraniana.

La situación estaba ya al rojo vivo cuando yo interrumpí a Ludmilla.

- ¿Te gusta esto? - le pregunté a Ludmilla.

- Si, mucho - respondió entre jadeos.

- ¿Serias capaz de hacer lo que yo te diga?, pero sin vacilar, obedeciendome en todo.

- Claro - respondió Ludmilla - Pero sigamos.

- A partir de ahora yo soy la que mando aquí, entendido Ludmilla - le dije con voz autoritaria - Tu harás todo lo que yo te ordene y solo te dirigirás a mi como ama.

- Si, señorita.

Le di un cachete en la mejilla y con mirada severa le pregunté: - ¿Que te he dicho?.

- Si, ama - volvió a responder.

Fuimos a mi habitación y allí cogí de mi armario una serie de prendas para vestir a mi criada y ahora esclava. Le puse unos shorts de cuero con una abertura en la entrepierna cerrada con una cremallera, un sujetador también de cuero que tan solo servia para remarcar su pecho y alzarlo, unas medias de rejilla, unos zapatos de tacón de aguja negros, un collar de perro con tachuelas metálicas y una mascara de cuero a la que podía cerrar las aberturas de los ojos y la boca. Por mi parte yo me puse unas medias con liguero negras y un corpiño de cuero rojo junto con unas botas con tacón de aguja a juego con el corpiño que llegaban hasta mis rodillas.

Ludmilla trató de dar unos pasos con su nuevo calzado pero no estaba acostumbrada a este tipo de zapatos y perdió el equilibrio cayendo sobre la cama y casi haciendome caer a mi.

- Vaya si no sabes caminar tendrás que ir a cuatro patas - le dije con voz severa.

Trato de ponerse de nuevo en pie pero entonces la azote con una fusta en las nalgas y le pregunté: - ¿Acaso no has oído lo que he dicho?.

Ludmilla se quedo dubitativa, pero un nuevo fustazo en el culo propinado con mas fuerza la llevó a obedecer. Una vez de rodillas acaricié sus pechos con el extremo de la fusta mientras que con la puntera de la bota sobaba su coñito por encima de los shorts. A Ludmilla aquello le estaba gustando lo cual me placía, pero era mas lo que yo tenia planeado. Cogí una correa y la uní al collar de la sirvienta y luego le cerré las aperturas de los ojos para que no viese donde ibamos.

- Vamos, adelante perrita - jaleaba a Ludmilla mientras tiraba de la correa.

La chica avanzaba despacio sin poder ver nada y yo comencé a azotar su trasero mientras le exigía que avanzase mas deprisa. La llevé hasta las escaleras que conducen a la buhardilla e hice que las subiese. Una vez dentro la llevé hasta la mazmorra donde me senté en una butaca muy parecida a un trono con ella a tumbada a mis pies, siendo en ese momento cuando le abrí de nuevo las aperturas de la capucha. Ludmilla miró a su alrededor sin reconocer donde la había llevado y sus ojos mostraban ansiedad por esa circunstancia. Antes de que pudiese reaccionar de modo inesperado le dije:

- No te preocupes, tu única misión ahora es complacerme en todo lo que te diga, ¿de acuerdo?.

- Si, señorita - respondió ella aunque al ver que iba a golpearla con la fusta rectificó diciendo: - Si ama, si ama.

De poco le sirvió porque aun así le azoté los pechos con fuerza mientras que le decía que si oía algún quejido tendría mas castigos. Ludmilla no se quejo en cambio se puso mas caliente pues aumentaron sus jadeos de placer y se estremecía por las sensaciones erógenas que recorrían su cuerpo.

Levanté una de mis piernas y le dije que me lamiese la bota. La ucraniana aprendía rápido y se aplicó a lamer el cuero rojo de la bota con fruición hasta que toda ella estuvo reluciente. Hice que chupase los tacones como si mamase una delgada polla y aunque nunca había hecho una felación gracias a mi indicaciones rápidamente lo hizo a las mil maravillas. Todo este tratamiento lo repitió con la otra bota, hasta que me aburrí. Entonces hice que me descalzase y me lamiese los pies. Cada unos de los dedos fue lamido con total devoción pues en cuanto me disgustaba mínimamente la actuación de Ludmilla golpeaba su espalda con mi fusta, siguiendo así hasta que hubo lamido por completo mis pies y tuvo la espalda totalmente cruzada por las señales de mis fustazos. Ludmilla en todo aquel rato no se quejó en absoluto muy al contrario disfruto mucho pues apenas podía contener sus gemidos y sus muslos brillaban gracias a los fluidos que se deslizaban por ella procedentes de su sexo y que brotaban aun cuando vestía los shorts de cuero. Entonces le dije que siguiese lamiendome pero ahora las piernas. Lentamente fue subiendo por ellas, pues hice que me las lamiese a fondo. Me encantaba sentir el contacto húmedo de su calida lengua recorriendo mis piernas arriba y abajo o haciendo círculos sobre ellas. Luego le di permiso para que siguiese subiendo y le ordene que me lamiese el coño. En ese momento se volvió a detener debido a las dudas, pero una nueva serie de golpes de fusta, esta vez en sus gloriosos pechos la llevaron a obedecer. Torpemente me lamía los labios vaginales y el clítoris recorriendolos en toda su extensión. Yo le agarré la cabeza dirigiendola para que me lamiese el clítoris o el interior de mi vagina con mas intensidad, y pronto Ludmilla no necesito de mis indicaciones para satisfacerme plenamente. La verdad es que Ludmilla estaba resultando una esclava muy fácil de domar y muy lista.

Estuvimos así al menos media hora durante la cual mi esclava me proporciono como media docena de orgasmos gracias a su infatigable labor bucal. Ahora que Ludmilla había degustado mis flujos vaginales me pareció el momento adecuado para continuar con su adiestramiento y hacer que probase otro de mis fluidos. Hice que Ludmilla se pusiese de rodillas con la cabeza levantada y la boca abierta mientras que yo me ponía de pie dejando mi coño a la altura de su boca.

- No te muevas y no cierres la boca - ordene a la ucraniana que no se imaginaba lo que pensaba hacer.

Deje fluir un chorro de calida y amarilla orina y la reacción de la chica fue apartarse y cerrar la boca. Como ya había temido esta reacción corté de inmediato mi meada y con la fusta azoté a mi esclava en los pechos con fuerza para que gritase de dolor.

- Te permito que bebas mi meada y tu haces esto - le recriminé a Ludmilla - Voy a tener que castigarte mas duramente para que aprendas a obedecer.

Este era el momento crítico pues si Ludmilla se sometía en ese trance ya estaría segura de que obedecería todo lo que yo quisiese aunque tuviese que castigarla un poco para que acatase mis ordenes, en cambio si se rebelaba no habría nada que hacer y perdería mi oportunidad. Ludmilla no se rebeló y cuando le dije que me mostrase las manos las tendió hacia mi dócilmente esperando que yo la castigase por su desobediencia. Le coloque sendas muñequeras acolchadas las cuales llevaban cada una gruesa argolla metálica. Coloque en las argollas los extremos de dos cadenas que pendían del techo y las aseguré con candados. Una vez así comencé a tirar de las cadenas alzando los brazos de la ucraniana cada vez mas hasta que en primer lugar se tuvo que poner de puntillas y después quedó suspendida en el aire, colgando de los brazos. Ludmilla se balanceaba mientras se quejaba de dolor, para evitar que siguiese moviendose sin control le asegure las piernas de igual modo que había hecho con sus brazos, permitiendo así que su bamboleo fuese menor.

Entonces tomé de un estante un montón de pinzas de cocodrilo metálicas, con unos buenos dientes y muy apretadas. Distribuí por el cuerpo de la chica las pinzas, colocando una en cada uno de sus pezones y en el clítoris mientras que en los labios vaginales y en los pechos propiamente dichos coloqué varias. Ludmilla gritaba de dolor cada vez que situaba una de las pinzas pero pronto volvía a emitir sonidos guturales de placer pues realmente le gustaba lo que le estaba haciendo. Como esta tortura terminó muy pronto pasé a un nuevo tormento. Del mismo estante cogí una serie de pesas, todas ellas de refulgente metal y de medio kilo de peso, especiales para colgarlas de las pinzas. Fui colocando en cada una de las pinzas una pesa y tan gran peso estiró los pezones y el coño de la ucraniana como si fuesen de goma. La chica gemía de dolor y placer mientras brotaban de sus ojos grandes lagrimas y murmuraba algo en ucraniano.

- Habla en español, zorra - le dije a la vez que le daba un bofetón en la cara.

Entonces ella dijo en su casi perfecto castellano: - Mas ama, castígueme mas.

Parecía que esta chica no tenia limites y eso me gustaba así que decidí seguir con mis castigo sin ninguna contemplación. Cogí una paleta de madera y comencé a golpearle el culo a Ludmilla. Daba golpes secos y precisos en su precioso trasero que le arrancaban alaridos, no se si de dolor o placer. Le azotaba el culo de manera metódica y precisa, sin precipitarme para que pudiese apreciar el dolor de cada azote en su justa intensidad. Cuando el culo de la ucraniana estuvo al rojo vivo, paré y decidí centrarme en mortificar otra zona de su anatomía. Dejé la paleta y tomé un látigo de varias puntas con extremos metálicos. Estos tan solo eran pequeñas bolas de acero de tan solo 5 milímetros de diámetro, pensadas para no hacer heridas pero si causar dolor. Azoté con mi látigo a mi esclava a placer, incidiendo unas veces sobre su espalda, otras sobre sus pechos, a menudo sobre su vulva. Como le había vendado los ojos no sabia ni cuando ni de donde le vendría el latigazo y eso hacia que a cada golpe ella se debatiese debido a la sorpresa de dolor lo cual hacia que las pesas se balanceasen estirando aun mas su flexibles pezones, clítoris y labios vaginales.

Después de casi veinte minutos de tratamiento casi todo el cuerpo de Ludmilla estaba muy rojo , mientras que sus piernas eran un río de flujos vaginales y entonces decidí parar. La descolgué y la liberé de sus ataduras a lo que Ludmilla respondió con sonidos desaprobadores aunque no osó discutir lo que hacia pues no sabía cual sería mi reacción.

- Ahora vuelve a abrir la boca y ponte de rodillas con la cabeza erguida - ordené a Ludmilla mientras le volvía a dar un latigazo en los pechos.

Ella lo hizo así sin tardar un segundo y yo volví a mear en su boca. Ahora Ludmilla no se retiró de hecho se lo bebió todo hasta la ultima gota y luego me limpio el coño con la boca. Como ahora había actuado conforme a mis ordenes le acaricie la cara suavemente y el pecho mientras con mirada aprobadora le decía: - Ves puta, si acatas mis ordenes todo es mucho mas fácil.

- Tenéis razón ama - respondió ella.

- ¿Eres virgen? - le pregunté aunque era capaz de adivinar su respuesta afirmativa.

- ¿Como? - preguntó ella con gesto de no entender que le estaba preguntando.

-¿ Que si te han follado alguna vez, o sea si has hecho el amor? - aclaré yo.

- No ama, nunca - fue la respuesta de Ludmilla.

Era estupendo pues por fin podría desvirgar a una chica que era una cosa que soñaba desde hacia meses. Por otro lado sabia que esta primicia la querría mi padrastro para él y seguro que me recompensaría si yo le entregaba a mi esclava sin abrir. La decisión era difícil y al final opté por desvirgarle solo el coño, seguro que Alberto disfrutaría el desvirgarle el culo lo suficiente como para recompensarme, pues de hecho es un adorador del sexo anal.

Tiré fuertemente del collar de Ludmilla y la llevé hasta el potro. Allí la até dejándole el culo en pompa. Le até las piernas muy abiertas, todo ello sin quitarle las pinzas ni las pesas. Una vez puesta en posición busqué un consolador con arnés que fuese digno de esta ocasión. No me costó demasiado decidirme y cogí un vibrador doble con arnés de color negro, cuyas dos pollas median 28 cm de largo y 9 de grosor. Era realmente un monstruo pero era lo indicado para la ocasión. Me introduje mi extremo con rapidez hasta que me llenó totalmente por dentro y luego aseguré las correas. Entonces me coloqué detrás de mi esclava, escupí en su coño y luego en la punta del vibrador y comencé la penetración. Me costaba alojar aquel gigante en el virgen coño de Ludmilla quien gritaba de dolor, gemía y decía entrecortadamente en ucraniano y en español que se la metiese mas y le hiciese daño. Mi empujones además de clavar el consolador en el coño de Ludmilla también me abrían mas a mi pues mi extremo entraba cada vez mas aunque me parecía algo imposible. Me estaba costando abrir a la ucraniana pero poco a poco le fui metiendo el consolador hasta que estuvimos en contacto, mi pelvis contra su culo. Entonces comencé a bombear mientras que ponía en marcha la vibración del consolador. Una vez abierta del todo y gracias al torrente de flujos que generaba y no en poca medida gracias a la hemorragia que mi salvaje desvirgación le había causado fue mas fácil mover el juguete en su interior. Ludmilla se agitaba con mis embates, balanceando las pesas que pendían de sus partes intimas, pero el dolor que le causaban las pesas era ahogado por el mar de sensaciones placenteras que mi penetración le estaba deparando. Pronto Ludmilla comenzó a dar alaridos de placer llevada por las sensaciones que se acumulaban a lo largo de todo su cuerpo. Impresionantes chorros de fluidos vaginales surgieron del coño de Ludmilla justo cuando alcanzó el mas potente de sus orgasmos. Yo también llegué en ese momento al clímax lanzando salvas de flujos vaginales a mansalva. Tras este shock sexual estábamos agotadas y nos quedamos quietas para recuperar fuerzas.

No habían transcurrido ni diez minutos desde nuestra bestial corrida cuando la puerta de la mazmorra se abrió y entraron Stephan y Akiko. Stephan iba gateando con los ojos vendados siendo paseado por Akiko y ademas llevaba insertado en el culo un vibrador.

Akiko me explicó que había seducido al chico en los grandes almacenes donde le había pillado haciendose una paja en un probador desde donde la espiaba mientras se probaba ropa. Llevado por la lujuria se había dejado hacer y Akiko lo había domado a gran velocidad, de manera que ahora estaba de rodillas y con el culo abierto. Akiko hizo que su esclavo se pusiese en pie mientras que yo acerqué a Ludmilla a su hermano. Akiko colocó un condón a Stephan en su enhiesto pene al que había cortado la punta y yo hice que Ludmilla lamiese la polla de su hermano pensando que se trataba de un consolador y así lo creyó gracias al látex del preservativo. Los dos hermanos estaban disfrutando mucho sin saber lo que estaban haciendo mutuamente. En el momento en que Stephan se corrió les devolvimos la vista ambos hermanos de manera que se encontraron una con que había estado chupando la polla de su hermano y el otro con que había llenado la cara de su hermana de semen. Tras un momento de sorpresa soltamos a los dos y Stephan le clavó su verga a su hermana con la anuencia de esta. Akiko cogió un consolador largo de dos extremos y tras metermela por el culo introdujo el dildo en su culo y en mi coño. Las dos parejas follamos una junto a la otra disfrutando mutuamente del placer de los cuatro hasta que llegó el momento de la corrida la cual me correspondió a mi pues Ludmilla ya había tenido su ración de semen. Una vez me ofrendaron su lefa Akiko y Stephan se retiraron mientras yo relamía el semen de mi cara y Ludmilla lamia el que había caído en mis pechos.

Desde aquel día los dos hermanos pasaron a ir desnudos por casa y a participar del sexo en grupo con todos nosotros, aunque mis padres no pudieron disfrutar de los hermanos hasta tres días después cuando volvieron de su viaje. Para ellos fue una gran y grata sorpresa llegar a casa y encontrar que tanto Stephan como Ludmilla andaban por ella desnudos, máxime cuando les dije que ya eran parte de nuestro grupo y les hablé de su docilidad.

Mi padrastro no pudo esperar mas y dejó las maletas en la entrada, mientras reclamaba la presencia de Ludmilla. Esta apareció radiente en su desnudez y con mirada expectante pues deseaba saber que era lo que iría a pasar.

- Ludmilla tu eres la sierva de mi hijastra Sabrina - le dijo mi padre - Pero puesto que ella es a su vez mi esclava tu también estas a mi completo servicio.

- Claro, amo Alberto - dijo sin dudar Ludmilla quien se puso de rodillas ante mi padre en señal de sumisión.

En aquel momento apareció en escena Stephan a quien mi madre y mi padrastro lanzaron una mirada de deseo, que fue correspondida por el chico, quien estaba totalmente erecto. El también se colocó de rodillas ante mis padres mientras declaraba ser su total y humilde sirviente.

Mi padre se abrió la bragueta y plantó su enhiesto falo ante los dos hermanos los cuales se lanzaron a lamerlo con voracidad. Disputaban cada milímetro del caliente músculo con sus lenguas cubriendolo completamente de saliva y proporcionando de paso gran placer a Alberto. Mi madre se desnudó y pasó a catar el suave coño de Ludmilla. Se dedicó a lamerlo con maestría e intensidad haciendo que Ludmilla profiriese gritos de placer y dejase el campo libre a su hermano. Stephan cogió el pene de mi padrastro y lo engulló como si toda su vida se hubiese dedicado a chupar pollas. Lo chupaba de arriba a abajo tragandose totalmente y sin dificultad ninguna aquella verga hasta llegar hasta los cojones. Luego lentamente la extraía de su boca para terminar jugando con la uretra y el prepucio de mi padre y luego volvía a empezar. Así estuvo mucho tiempo mientras su hermana disfrutaba de la lamida de mi madre quien ahora se dedicaba a explorar el orificio anal de la joven ucraniana. Lo lamía alrededor y luego pasaba a ocuparse de nuevo del clítoris de Ludmilla para después pasar a lamer de nuevo el ano y de cuando en cuando chupaba con dedicación el sensible espacio existente entre ano y coño.

Yo por mi parte cogí entre mis labios el pene de Stephan y me dedique a proporcionarle un trabajo similar al que él le estaba haciendo a mi padrastro, pero el ucraniano no tenía tanta experiencia como mi padre y pronto se corrió en mi boca. Yo me tragué su semen dulce sin ningún reparo hasta que dejé su polla reluciente y seguí chupando. Minutos después noté como el chico se tensaba de nuevo pero esta vez no recompensó mi mamada con una ración de semen, sino que fue su orina la que fue a parar a mi boca. El torrente dorado y salobre del chico siguió el mismo camino que su corrida y me bebí la gran mayoría de su lluvia amarilla, mientras que mantuve una parte en mi boca y el resto deje que fluyese sobre mis pechos. Abandoné mi posición y me acerqué a Ludmilla para besarla en la boca y darle parte de la meada de su hermano, lo que ella recibió con gran gusto pues lanzó una nueva avenida de flujos vaginales en la boca de mi madre. En este momento ademas mi padre le quitó a Stephan su caramelo y se lo dio a Ludmilla quien sin apenas tiempo para reaccionar recibió la corrida de mi padrastro en su boca. La invasión de su boca por la verga de mi padre le produjo tos a la ucraniana y la mayor parte de la corrida paterna acabó sobre los pechos de la chica. Mi madre y Stephan se lanzaron a lamerla dejando a la pobre Ludmilla solo con la escasa cantidad de lefa que no se había caído de su boca.

Mi padre levantó a Ludmilla del suelo como si fuese una niña y la puso a cuatro patas sobre un sofá. Como le había dicho que Ludmilla solo tenía virgen el culo escupió en el ojete de la chica, en la punta de su carajo y apuntó su pene hacia el estrecho agujero negro de Ludmilla. Esta ya sabia lo que le iba a pasar y se abrió bien las nalgas con las manos mientras trataba de relajar el recto, pero no fue suficiente. La primera acometida de Alberto arrancó un sonoro grito a Ludmilla a la par que bastante lagrimas, sin embargo la chica no se amilanó y le dijo a Alberto que apretase mas. Este cuya intención era romper el culo a Ludmilla tanto si quería como si no recibió esas palabras como si fuesen un regalo del cielo y de un brutal empujón le metió toda la polla a Ludmilla en el culo. Esta gimió de dolor y placer y sin apenas tiempo para aclimatarse al nabo que horadaba su recto comenzó a moverse. Alberto acompañó los movimientos de Ludmilla con los suyos y pronto estaba follando el ojete de Ludmilla con total libertad aunque esta todavía lloraba por el dolor que le causaba aquel pollón que le había desgarrado el recto y que estaba cubierto por restos de la hemorragia de ese desgarrón.

A la vez que mi padre desvirgaba a Ludmilla mi madre cogía la polla de Stephan, nuevamente erecta y se la metía en el coño. Mi madre recibió con gemidos aprobadores las medidas de la polla del chico. Stephan comenzó a follar a mi madre de modo metódico y pausado para evitar correrse en poco tiempo lo cual aumentaba el disfrute de mi madre. Ademas de sus empellones mi madre podía sentir como el joven apretaba sus pechos con fuerza, estirandolos como si fuesen gelatina y eso ponía a mi madre aun mas cachonda. Yo me uní a mi madre y a Stephan tras haber subido a mi habitación y haber cogido un consolador doble con arnés. De vuelta con ellos le introduje a Stephan el extremo libre. Este gruñó de placer al sentir como me abría camino en su interior y al terminar de meterle el juguete apretó el ritmo con que follaba el coño de mi madre. Este aumento de ritmo supuso el incremento de los gemidos de mi madre que pronto se corrió lanzando chorros de flujos que empaparon el suelo de la habitación. También yo me corrí gracias a mi consolador, sincronizando mi orgasmo con el de Stephan quien regó el coño de mi madre con su semen. Una vez alcanzado el orgasmo nos detuvimos para ver como le iba a Ludmilla y Alberto. Este aguantó varios minutos mas su follada de aquel virginal ano hasta que un instante antes de eyacular sacó su falo manchado de la sangre de Ludmilla del culo de esta y lo acercó a la boca de la chica. La ucraniana se tragó la polla hasta los huevos y así se tragó la corrida de mi padre de modo integro, sin desperdiciar ni una gota.​




Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 05



Tras haber domesticado al servicio tuve un periodo de tranquilidad en materia de sexo, follaba con toda mi familia, con el servicio y esporádicamente con Ana, Victoria y Óscar, de quien ya os he hablado. Con tanta gente para mantener relaciones sexuales no necesitaba nada mas y lo ultimo que estaba en mi lista de objetivos era buscarme un novio, pues bastante tenia con estudiar y clamar mis ardores sexuales con toda esta gente. Sin embargo mis amigas no estaban en una situación como la mía y todas se habían ido buscando novio, de modo que del grupo de chicas con las que salia los fines de semana solo estábamos sin compromiso, Sonia y yo. Sonia en aquel entonces no era mas que una conocida, amiga de una compañera de clase, pero como era la única que no tenia novio comenzamos a salir los fines de semana juntas.

La chica no era una belleza, al menos no de una manera aparente, pero al menos si que tenía una gran simpatía e inteligencia, lo cual una vez conoces a Sonia te permitía olvidar sus otros defectos. Al fijarme un poco me di cuenta de que la mayor parte de la falta de atractivo físico se debía a su falta de criterio a la hora de elegir su indumentaria y su forma de arreglarse. Sonia es una chica corpulenta, al fin y al cabo mide casi 1.85 metros, y toda su familia es de complexión fuerte, pero sus facciones son atractivas, lo único que pasaba era que había dejado un poco de lado el cuidado corporal, por lo que había añadido algunos kilos de mas y por otro lado su indumentaria solía realzar esa imperfección, pareciendo siempre mas gorda de lo que estaba. Al intimar me atreví a ir influyendo en su forma de vestir de manera que usase prendas mas favorecedoras y conseguí que se apuntase a un gimnasio conmigo, gracias a lo cual perdió bastante peso, y si bien no llegó a convertirse en una sílfide, al menos tenia mejor figura que antes.

Con todo esta atención que dispensaba a Sonia no pretendía nada mas alla de la satisfacción de transformar al patito feo, sino en un cisne al menos si en un pato guapo. Sonia agradecía mi ayuda y muy pronto estrechamos mucho nuestra amistad lo que nos permitió a cada una de nosotras adentrarnos mas en la vida de la otra. Sonia es muy abierta y me contó toda su vida, sus secretos y su escasa vida sexual, pues tan solo lo había hecho un par de veces, dandome a entender que estaba muy necesitada de sexo. Yo por mi parte también le conté mucho sobre mi, pero omití cualquier referencia de mis experiencias sexuales en familia, aunque si le revele mi interés por el sexo. Sonia parecía estar cercana a mi onda por mas que no tuviese experiencia y eso me hizo pensar que sería divertido iniciarla en materia sexual como ya había hecho antes en el mundo de la moda. Sin embargo, esto no podía ser tan fácil como lo anterior y debía tener mucho tacto, pues no quería asustarla. Sonia parecía abierta en materia sexual, al menos a la luz de sus comentarios cuando salíamos de marcha por la noche, pero su falta de experiencia parecía indicar que tan solo se trataba de palabrería, de manera que no sabia como actuar.

No fue hasta algún tiempo después que pude lanzarme a la captura de mi nueva presa. Un viernes por la noche llegue a su casa con intención de que saliésemos a tomar unos tragos. Sonia vive sola en el piso que sus padres tienen en la capital, pues su familia es de un pueblo a unos 50 Km de la ciudad. Y allí llegue yo justo después de que ella llegase de un trabajito que le había salido.

Sonia estudia Ingeniería en Imagen y Sonido en la Universidad y gracias a eso ocasionalmente trabaja como camara o montadora de imagen en documentales, cortometrajes y alguna pequeña película, y justamente llegaba a casa después de haber pasado la tarde con la camara al hombro. Yo llegue allí inmediatamente después de ella, y mientras guardaba el material de trabajo yo le dije que saliésemos a dar una vuelta. Ella aceptó pero me dijo que tendría que ducharse y arreglarse, a lo que yo replique que no me importaba esperar.

Mientras ella se duchaba yo me dedique a curiosear por el salón. Era la primera vez que me quedaba allí sola y me puse a mirar que había guardado dentro del gran mueble sobre el que estaba la televisión. En la parte inferior había guardado un equipo de video profesional y también un equipo de DVD y de montaje de imágenes que debía ser muy caro, todo lo cual estaba conectado al ordenador que reposaba en la otra esquina del salón. En otro de los apartados del mueble era donde guardaba un par de cámaras, una de video Betacam y otra digital. Todo aquel equipo me tenia impresionada porque todo era muy caro y en absoluto imprescindible para sus clases, pero estaba claro que el alto nivel económico de sus padres le había permitido tener toda aquella parafernalia técnica. Entonces abrí otro de los departamentos del mueble, que era donde guardaba las cintas de sus ejercicios para sus clases y copias de sus trabajos. Todas las cintas estaban cuidadosamente almacenadas y etiquetadas con nombres explicativos de su contenido, salvo tres que estaban medio ocultas y en las cuales tan solo había escritos unos números en sus etiquetas. Estas ultimas cintas llamaron mi atención y cogí una de ellas. Ni corta ni perezosa y mientras Sonia se lavaba la cabeza mientras se duchaba, la introduje en el video y pulse el botón de reproducción del artefacto. Pronto comenzó a aparecer en la pantalla el contenido de la cinta.

Al principio tan solo salían los nombres de los intervientes en ella así como los del equipo técnico que había hecho la grabación, entre ellos el de Sonia, para pasar inmediatamente a una imagen del interior de una habitación donde dos jovencitos de 18 años estaban sentados sobre la cama. Sin perder un momento los chicos comenzaron a desnudarse mutuamente para luego pasar a besarse apasionadamente, enlazando sus lenguas e intercambiando saliva. La vista del cuerpo carente de vello de los dos efebos empezó a calentarme, sobre todo cuando comenzaron a acariciarse tímidamente para pasar a masturbarse mutuamente. La visión de aquellas dos pollas carentes de pelo siendo agitadas ritmicamente me puso a 1000 por hora, de manera que metí mi mano entre las piernas y aumenté la vibración del consolador que me había metido en el coño al salir. Pronto uno de los chicos comenzó a lamer la polla a su compañero quien se deshacía en gemidos de placer, que yo apenas oía porque el volumen de la televisión estaba muy bajo. Sin solución de continuidad el chico que estaba recibiendo la felación colocó a su compañero de manera que el también pudiese chupar y así se enzarzaron en un 69 voraz en el que los dos jóvenes engullían la polla de su compañero con fruición.

De repente pude oír que Sonia salia del cuarto de baño de manera que pare la reproducción de la película y la rebobiné. En ese momento me hizo gracia que por tercera vez en menos de un año una cinta de video estaba de por medio en mis aventuras sexuales. Deje aquella cinta en su sitio y cogí otra de las cintas de etiqueta extraña para ver su contenido. Nuevamente se trataba de una película en la que había intervenido como camara y montadora de la imagen Sonia, y también era de temática homosexual solo que esta vez los protagonistas no eran jovencitos de dieciocho años, sino tío realmente musculosos y cachas. Como ya me imaginaba el tenor de esta otra película apenas vi nada de ella. En lugar de eso cogí otra de las cintas con la esperanza de ver algo mas interesante para mis propósitos. Esta vez la cinta resulto mas interesante, pues no hubo títulos de crédito sino que comenzó directamente la filmación y esta vez se trataba de Sonia. Había puesto la camara en su habitación sobre un trípode, frente a su cama. Cuando apareció en la imagen mi amiga comenzó a desvestirse como si estuviese haciendo un striptease, y para no ser una profesional lo hacia bastante bien. Poco a poco fue dejando sin ropa su rotunda anatomía, mostrando a la camara sus descomunales tetas con unos enormes pezones erectos y luego el resto de su cuerpo. Aquella filmación no tenia mucho tiempo, pues Sonia estaba muy en forma en las imágenes, lo cual era el resultado del intenso trabajo en el gimnasio.

Una vez desnuda se tumbó sobre la cama y cogió un plátano realmente grueso y comenzó a jugar con el. Primero sin pelar lo chupó a fondo como si fuese el pene de un amante, engullendolo casi totalmente. Cuando estuvo bien ensalivado comenzó a introducirlo lentamente en su vulva, disfrutando cada milímetro que entraba en su peludo coño, mientras se frotaba el clítoris con gran intensidad. Se penetró con el plátano sin pelar durante un buen rato y luego lo peló y tras lamerlo nuevamente se lo volvió a meter, pasando a comerselo muy lentamente una vez la banana estuvo bien húmeda por sus jugos.

En esas estaba la grabación cuando de repente apareció Sonia lista para salir. No me había dado cuenta al estar absorta viendo la película y la aparición de Sonia me sorprendió.

- Lo siento - balbucee mientras paraba la cinta - Yo, ... Bueno ...

Sonia estaba también atónita al ver que había descubierto su secreto. Sacó la cinta del video y la volvió a colocar en su sitio. Yo esperaba que se cabrease por haber husmeado en sus cosas sin su permiso, pero eso no pasó. Estaba tan sorprendida como yo pero por motivos distintos, y tan solo acertó a decir que saliésemos ya. Una vez en el coche permanecimos las dos en silencio un buen rato. El silencio era muy incomodo y yo decidí romper el hielo y abordar el asunto directamente.

- ¿Y como es que has trabajado como camara en películas de porno gay?.

Sonia me miro sorprendida, pero respondió explicandome que todo se debía a un anuncio que había visto en el periódico, aunque en el mismo no decían de que tipo de películas se trataba. Al responder a dicho anuncio le habían contado de que iba la cosa y como no le importaba que se tratase de ese tipo de películas había decidido seguir adelante con la solicitud de trabajo y al final la habían aceptado. Y como pagaban bastante bien había seguido trabajando como camara en mas películas.

- Vaya. ¿Y en cuantas has trabajado?. Porque en tu casa solo tienes dos.

- Hasta ahora ocho, aunque para la próxima semana tengo otro rodaje.

- ¿Y la otra cinta? - pregunté yo ya lanzada - ¿Por que te filmaste?.

- No lo se, la verdad - respondió tras meditar un momento - Se me ocurrió que seria divertido.

- La verdad es que me ha gustado verte hacer eso - le replique yo.

- ¿En serio? - preguntó Sonia con cara de satisfacción.

- Si, me ha puesto a mil ver como te masturbabas con ese gran plátano, pero yo te recomendaría un buen vibrador.

- ¿Tu tienes alguno? - volvió a preguntar Sonia.

- Si, varios. Si quieres te acompaño mañana a comprar uno - respondí yo.

- No se, tengo que pensarlo.

Toda la noche la pasamos bebiendo y hablando de sexo. Sonia se destapó totalmente y resultó que estaba realmente cachonda y falta de sexo. Si por ella fuese se hubiese hecho follar por todos los tíos con los que se cruzase, pero por una parte su educación y por otra el hecho de que no era una belleza escultural no le daban esa opción. Yo por mi parte le conté solo parte de mis correrías sexuales, y le dije que me acostaba con mi mayordomo Stephan y también con mi prima, pues Sonia no sabia entonces que es un chico, Akiko. Sonia se quedó alucinada y luego me confesó que envidiaba mi situación. Toda aquella charla de tema sexual decidió a Sonia para que a la mañana siguiente fuésemos a un sex-shop para que se comprase un vibrador.

Aquella mañana fuimos las dos al mayor sex-shop de la ciudad, donde yo había ido numerosas veces a comprar sus productos. Sonia estaba alucinada ante la gran cantidad de productos que había. Estuvimos un buen rato decidiendo que juguetes se iba a comprar y al final salio de allí con un surtido de consoladores con y sin vibración, bolas chinas, estimuladores de clítoris y otros artículos que era de impresión. Yo por mi parte adquirí varios DVD para aumentar la colección familiar de películas porno.

Tras las compras fuimos a un restaurante italiano donde degustamos una opípara comida, regada con una buena cantidad de vino. De hecho bebimos tanto que cuando salimos del restaurante estábamos bastante borrachas, aunque era Sonia la mas ebria de las dos. Tras tomar un café para serenarnos un poco era hora de volver a casa. Fue en ese momento cuando Sonia me preguntó: - ¿Quieres venir a casa para verme probar mis compras?.

Yo me quedé sorprendida pues no esperaba esta pregunta por parte de Sonia, pero en seguida reaccioné y respondí: - Si tu quieres iré encantada, pero solo si me dejas jugar a mi también.

Sonia dudó un momento pues le costaba aceptar mi ofrecimiento no solo de mirar sino también de follar con ella, pero en seguida se decidió movida por la cachondez que ardía en su interior y me dijo: - Claro que quiero. Siempre me he preguntado como seria hacerlo con una chica y creo que tu eres la mejor chica con quien averiguarlo.

En un santiamén nos plantamos en casa de Sonia. Nada mas entrar en el vestíbulo del edificio comenzamos a besarnos en la boca y a acariciar nuestros cuerpos por encima de la ropa. Entramos en el ascensor atropelladamente, y una vez dentro yo le saque un pecho a Sonia de la blusa mientras ella pulsaba el botón. Me dedique a lamer aquel colosal pecho (Sonia tiene una medida de pecho de 110), y a mordisquear su enorme y duro pezón. Sonia gemía de placer y me pedia que le mordiese con las fuerza. Yo seguía lamiendo aquella gloriosa ubre cuando el elevador se detuvo y súbitamente alguien abrió la puerta. Se trataba de Martín, el vecino del piso contiguo al de Sonia, un tipo de treinta años, casado y realmente macizo. El hombre se quedo mirando como yo lamia a Sonia quien gimoteaba de placer pero a la vez trataba de cubrirse. Yo me di cuenta de que no estábamos solas y giré la cabeza para ver de quien se trataba. Al ver que era Martín con un rápido movimiento dejé al descubierto los dos pechos de Sonia y los agarré apretandolos sin que Sonia pudiese hacer nada para impedirlo.

-¿ Te gustan las tetas descomunales de tu vecina? - pregunté a Martín descaradamente.

- Ya lo creo - respondió con una mirada lujuriosa - Ya me gustaría unirme a vuestra fiestecita, pero soy un hombre con responsabilidades.

- Olvidate de ellas un rato y pasate luego por mi casa - dijo Sonia resueltamente - Me gustaría que me follases.

Martín estaba alucinando. Por un momento dudó entre la fidelidad a su atractiva esposa o follar con dos chicas de veinte años y al final se decidió por lo ultimo diciendonos: - Si, lo haré. Dentro de un rato me pasaré por tu casa.

Nosotras entramos a trompicones en casa de Sonia y nada mas entrar Sonia me arrancó la ropa de un tirón. Dejó mi blusa y mi falda totalmente destrozada, quedandome yo en ropa interior. Sonia se arrodilló delante de mi mirando con mucho interés mi entrepierna totalmente depilada, y las bragas con abertura central que vestía. Estaba extasiada al ver como llevaba insertado dentro de mi coño un vibrador que con un débil y casi imperceptible zumbido indicaba que estaba en marcha. Sonia se puso en pie y nos besamos enroscando nuestras lenguas, explorando nuestras bocas. Tras aquel intenso beso, desnudé a Sonia y fuimos a su habitación con la bolsa de las compras. Sonia se tumbó en la cama boca arriba y así pude apreciar su potente anatomía. Sonia aunque corpulenta ya no tenía un gramo de grasa, antes bien sus músculos comenzaban a estar bastante desarrollados. Me encontraba ante una autentica amazona con un pecho descomunal que hacia juego con sus voluminosos labios vaginales. Solo me disgustaba que tenia una abundante mata de pelo rematando su vulva, pero eso lo solucionaría en un instante.

Cogí los dos juegos de esposas que había comprado y con ellas inmovilicé sus brazos al esposar cada mano a una de las dos esquinas superiores del lecho. Entonces cogí una sabana y la rasgué con las consiguientes protestas de Sonia. Dos de los trozos los usé para inmovilizarle las piernas atandoselas a las esquinas inferiores de la cama, mientras que otros dos trozos los utilice para amordazar y vendar los ojos a mi amiga. Una vez de aquella guisa esperé un rato antes de dar el siguiente paso. Cuando Sonia comenzó a moverse inquieta fui al cuarto de baño esperando encontrar algo para depilarla y así fue. Cogí un bote de alcohol de 96º y un trozo de algodón y con ellos fui hasta la cama de Sonia. Empapé el algodón de alcohol y se lo puse debajo de la nariz a Sonia. Esta no sabia que estaba pasando y se debatía mas violentamente pero era inútil. Pase varias veces el algodón sobre su vello púbico y encendí una cerilla. Al oír el sonido del encendido Sonia se dio cuenta de lo que iba a pasar pero aunque lucho nuevamente por liberarse no pudo. Acerqué la cerilla al pubis de Sonia y todo el vello desapareció en una súbita y pequeña llamarada que se desvaneció de inmediato. Ya estaba depilada Sonia y con tal destreza que la piel estaba incólume. Entonces quité la venda y la mordaza a Sonia.

- Hija de puta me has quemado - gritó Sonia.

- Calla - le dije a la vez que le daba un cachete en el muslo - Solo te he depilado, mirate y veras.

Al fijarse en su entrepierna y ver que tenía la piel perfectamente y notar que no le dolía se tranquilizó. Entonces me coloqué entre sus piernas y comencé a lamer su dulce coño. Recorría los pliegues de sus labios vaginales con mi lengua, los separaba profundizando dentro de su vulva para luego juguetear y lamer su prominente clítoris. Estuve así diez minutos arrancando a Sonia un par de orgasmos que me proporcionaron una abundante ración de oloroso y sabroso flujo femenino.

En aquel momento decidí soltar a Sonia. Una vez libre Sonia se lanzó sobre mi para volver a besarme en la boca y así saborear sus propios flujos. Cuando sació su sed las dos nos volvimos para coger otros juguetes de la bolsa. Yo cogí unas bolas chinas mientras que Sonia cogía un grueso consolador de látex negro. Puestas en posición para hacer un sesenta y nueve yo comencé a introducir una a una las gruesas bolas en el coño de Sonia. Era dificultoso porque las bolas eran muy gruesas y Sonia no estaba acostumbrada a dilatar tanto la entrada de su vagina, aunque poco a poco fueron entrando. Ademas Sonia me había metido el consolador que tenia en sus manos hasta el fondo de mi útero, mientras a la vez me lamia solícitamente el clítoris lo que me proporcionaba oleadas de placer que me hacían difícil coordinar mis movimientos. Aun así iba metiendo y sacando las bolas, unas veces rápidamente y otras mas despacio mientras lamia el rezumante coño de mi amiga.

Tras un buen rato de estar jugando así y lograr varias abundantes corridas mutuas, decidí que era el momento de cambiar de postura. Tumbé boca abajo a Sonia y volví a inmovilizarla como cuando la depilé. Cogí una almohada y la coloqué debajo de su vientre para que su culo se alzase un poco. Así con el culo levantado y las piernas abiertas la vista era estupenda. Me lancé a saborear su ojete virgen. Lo lamí de arriba abajo, deleitandome en el canal de los gluteos para luego ir penetrando dentro del agujero negro con mi lengua. Aunque fue difícil logre meter mi lengua dentro de tan angosto túnel e ir adentrandome en él hasta que ya no pude mas. Moví mi lengua en su interior lamiendo totalmente las paredes de su recto, degustando el sabor del interior de mi amiga y logrando extraer algunos restos de sus heces que degusté sin dudar. Todo aquel tratamiento estaba volviendo loca a Sonia que se había corrido con tal intensidad que parecía que se acababa de orinar. Entonces cogí el vibrador mas grande de todos los que habíamos comprado, el cual ademas tenía arnés y otro vibrador para que lo usase quien llevase el arnés. Me metí mi vibrador y me ajusté el arnés fuertemente para asegurarme una buena sujeción. Abrí las nalgas de Sonia separandolas todo lo que me fue posible y coloqué la punta del dildo en el ojete de Sonia. Esta notó que se trataba de un vibrador realmente grueso y entonces me dijo: - Ponme el bozal y revientame el culo.

Yo así lo hice, saqué de la bola una mordaza de bola y se la puse en la boca a Sonia. Una vez amordazada volví a apuntar el consolador a su ano y apreté con fuerza. Apenas entró un poco el extremo del vibrador, pero Sonia cerró los ojos de dolor y lanzó un aullido que fue ahogado por la mordaza. Sin darle tregua di un nuevo empujón mas fuerte que el anterior y logré meter el vibrador de 22 centímetros de largo y 8 de diámetro hasta su base. Sonia dio un nuevo alarido y aquel sonido gutural llenó la habitación. Gruesas lagrimas resbalaban por las mejillas de Sonia, aunque en su boca, a pesar de la mordaza se dibujaba una sonrisa, así que decidí quitarsela.

- Vamos, Sabrina - me animó Sonia - Rompeme el esfínter.

Yo comencé a bombear con fuerza, sintiendo como mi vibrador entraba dentro de mi, abriendo cada vez mas el ano de Sonia. Después de un rato de follar así el culo de mi amiga saqué por completo el vibrador, dejando a la vista un precioso cráter rojizo en el centro del culo de mi amiga, salpicado por restos de su mierda y cubierto de su propia sangre. En aquel momento llamaron a la puerta y sin vestirme y con el vibrador en la cintura fui a la entrada del piso. Al mirar por la mirilla vi que se trataba de Martín.

- Hola, Martín - dije yo al abrir la puerta - ¿Vienes a unirte a la fiesta?.

- Si - respondió Martín mientras me devoraba con su mirada - Estoy deseando hacerlo con vosotras.

-Te equivocas - le corregí yo - La agasajada en esta fiesta es Sonia, será con ella con la única que folles.

-Esta bien, no me importa - dijo Martín mientras se desvestía a toda velocidad de camino a la habitación.

En cuanto entró en la habitación y vio a Sonia atada boca abajo con el culo recién desvirgado se lanzo a lamer aquel abierto y magullado ano. Lo lamio de arriba abajo dejandolo totalmente limpio y listo para ser follado de nuevo que fue lo que a continuación hizo. Martín metió de un golpe su polla de 20 centímetros sin que le costase después de la dilatación que yo le había hecho a Sonia. Yo por mi parte me coloque detrás de Martín y le metí el vibrador a Sonia en el coño, proporcionandole así a mi amiga la posibilidad de disfrutar de un sandwich por primera vez. Tanto Martín como yo nos aplicamos a la gozosa tarea de perforar los agujeros de Sonia, esfuerzo que ella agradecía emitiendo gemidos y alaridos de placer, que enmarcaban los momentos en que ella obtenía un orgasmo. Tras varias corridas de mi amiga y un para propias le llego a Martín el momento de vaciarse y así lo hizo inundando el recto de Sonia. Fue una corrida muy abundante, tanto que comenzó a rebosar en el culo de mi amiga, derramandose sobre sus muslos y las sabanas. Cuando me acerque a beber tan preciado néctar resultó que Sonia dejo escapar sus gases, debido a la reciente sodomización con la curiosa consecuencia de que todo el semen almacenado en su culo salio volando y aterrizo en mi cara. Yo me relamí todo lo que pude para saborear la esencia de Martín, pero no pude disfrutarla en solitario porque para mi sorpresa nuestro compañero de juegos comenzó a lamerme la cara para probar así él también su semen.

Tras esa follada la fiesta continuó porque Martín soltó a Sonia y le dio la vuelta con animo de catar también su coño. Yo me aparte y comencé a meterme el extremo del vibrador con arnés con el que había sodomizado a Sonia. Martín le follaba a conciencia el coño a Sonia mientras que a la vez le apretaba sus inmensas tetas estirando sus pezones al máximo. Todo aquello hacia que Sonia enloqueciese de placer, aumentando de intensidad sus gemidos, hasta que llego un momento en el que comenzó a gritar de puro placer.

- Vamos Martín jodeme toda, revientame el coño - gritó Sonia.

Martín estaba asombrado por la reacción de Sonia quien no parecía controlar sus actos en absoluto y este reaccionó dandole un cachete en la cara a Sonia mientras decía con voz ahogada: - Calla, joder. Que mi mujer esta en casa y se va a enterar.

La consecuencia del cachete de Martín a Sonia fue aun mas sorprendente. Esta empezó a pedirle que le pegase mas y mas fuerte. Como Martín no lo hizo así Sonia volvió a gritar como antes, logrando que entonces Martín volviese a darle una floja bofetada, pero eso no satisfacía a Sonia y continuo gritando hasta que Martín le dio una bofetada mas fuerte. Sonia gimió mas tras la bofetada y reclamo que continuase con ellas. Martín convencido de que Sonia quería aquello le dio un para mas de bofetadas procurando no pasarse de duro, pero entonces Sonia volvió a gritar aun mas fuerte con la evidente intención de que todo el mundo se enterase de que su vecino se la estaba follando. Martín en respuesta le dio una bofetada que hizo restallar el aire de la habitación, movido por la indignación, y en cuanto apartó la mano vimos que un poco de sangre salia por la comisura de los labios de Sonia, la cual estaba sonriendo y acababa de tener un orgasmo tal que se había meado de gusto aun con la!

polla de Martín alojada en su coño. Martín se corrió a continuación en el interior de mi amiga y se volvió a casa preocupada por si su mujer se habría enterado de los gritos de Sonia.

Después de toda aquella sesión de sexo nos duchamos juntas y Sonia me dijo que le había gustado mucho todo aquello sobre todo cuando había estado atada y yo la sodomice y la depile con la cerilla y cuando Martín le pego a la vez que le abría el coño a pollazos. Resultaba así que Sonia tenía una tendencia masoquista muy interesante y que podía explotar a fondo. En aquel momento me plantee si debía tratar de integrarla en el circulo familiar para que pudiésemos disfrutarla todos, pero decidí que no. Si así lo hacia mi padrastro asumiría su dominio también sobre ella y ya no seria una esclava exclusivamente mía, con todo lo que ello suponía, pues como a mi padre no le gustan los tatuajes o las marcas no podría marcarla, y si bien eso no me había molestado cuando me lo prohibió hacer con mi criada Ludmilla, en aquel caso era distinto. Quería tener a Sonia a mi completa disposición sin interferencias para así poder marcarla y hacer con ella cuanto me apeteciese.

Me despedí de ella con un largo beso y la promesa de que volveríamos a tener sexo y pronto, la cual se materializó antes de lo que yo pensaba. Aquella misma tarde me llamó Sonia para decirme que me invitaba a pasar el fin de semana en su pueblo. Yo sabia que ella iba a ir allí aquel fin de semana con bastante antelación y ya entonces no me había dicho nada. En cambio ahora me invitaba a ir, lo cual evidenciaba que lo hacia porque estaba deseando repetir. Yo acepté sin dudar y quedamos para salir hacia su pueblo a la mañana siguiente muy temprano.

A pesar de la temprana hora de partida la cosa se complicó porque durante toda la mañana estuvo lloviendo y ademas a mitad de camino una de las ruedas pinchó. Cambiar la rueda bajo la lluvia en la parcialmente embarrada carretera fue un asunto bastante penoso de manera que cuando llegamos a la casa de Sonia estábamos empapadas y sucias y tan solo deseábamos darnos un baño. Al llegar a nuestro destino resultó que los padres de Sonia no estaban, y no volverían hasta el día siguiente, pero si estaba su hermano, Jorge, un chico de 16 años, alto, musculoso y muy atractivo que nada mas llegar me devoraba con la mirada a pesar del lamentable estado en el que llegamos.

Sonia me mostró mi habitación y se dirigió a la suya a darse un baño. Yo lo primero que hice fue quitarme el vibrador que llevaba como siempre metido en el coño, desnudarme y entrar al baño a orinar. Una vez sentada en el retrete me di cuenta de que no era lo mas apropiado dejar el vibrador sobre la mesilla de noche, como había hecho, de manera que en cuanto termine de orinar y sin siquiera limpiarme las gotas que mojaban mis muslos me dirigí de nuevo a la habitación. Antes de abrir la puerta oí ruido en el interior de la habitación, no sabia quien podía ser de manera que no abrí la puerta de golpe, sino que muy discretamente abrí una rendija que me permitiese mirar dentro. Allí me encontré a Jorge lamiendo mi vibrador y masturbandose. La escena era preciosa, ver a aquel chico cachas masturbar su depilada y larga polla mientras lamia e introducía en su boca mi vibrador me puso a cien. Necesitaba una buena polla enseguida y frente a mi tenia una estupenda así que era el momento!

de pasar a la acción.

- Así que te gusta chupar pollas - dije a Jorge mientras entraba en la habitación sorprendiendole en su acción.

- Yo, esto no es lo que crees - dijo Jorge - Lo he hecho porque olía y sabia a ti.

Su respuesta tenia sentido hasta cierto punto pero la destreza que había mostrado al lamer el vibrador, haciendolo como si fuese una polla de verdad y el hecho de que el chico estaba totalmente depilado me indujo a pensar que era homosexual.

- Venga ya. Te he visto como lo chupabas y eso demuestra practica en mamar pollas, y ademas tu aspecto es el de un gay cachas, con tanto músculo y totalmente depilado.

El chico se quedo un poco cortado y de sopetón me dijo: - Si es verdad que tengo experiencia en chupar pollas, pero los músculos y la depilación se deben al entrenamiento de natación. Adema también me gustan las chicas.

Aquella revelación me complació, y entonces me di cuenta de que Jorge estaba mirandome muy atentamente porque estaba desnuda, cosa de la cual no había sido consciente al entrar en la habitación para sorprenderle.

- Así que eres bisexual. Entonces te gustara lo que ves - le dije yo retadoramente.

- Ya lo creo - respondió el sin dudar.

- ¿Te gustaría probar esto? - pregunté a Jorge mientras me giraba para mostrarle todo mi cuerpo.

- Si - me dijo él acercandose a mi.

- Lo harás si eres obediente y haces todo lo que yo te diga - le repliqué yo mientras le detenía.

- Haré lo que desees, todo en absoluto - dijo el con convicción.

- Genial. Empieza por lamerle el coño - le ordené.

Jorge se arrodilló entre mi piernas y aplico su lengua a lamerme la entrepierna. Aun cuando podía ver las gotas de orina resbalar por mis piernas Jorge no se detuvo ni dudo un momento, se lanzó a lamerle a fondo, empezando por los muslos para así limpiarlos de mi orina. El chico sabia lo que hacia pues era muy hábil a la hora de comerme el coño. Alternaba perfectamente sus lamidas sobre mis labios vaginales, con las succiones del clítoris y con sus intentos de perforar mi vagina con su lengua, proporcionandome un intenso placer. El condenado logro que me corriese un par de veces en un cuarto de hora.

- Eres muy bueno - le dije yo tras mi segundo orgasmo - Ahora te recompensare por tu habilidad.

Hice que se tumbase boca arriba en la cama con las piernas alzadas y separada hasta que casi llegaron a tocar su pecho. Así tenia fácil acceso a su polla, sus cojones y su ano. Comencé lamiendo aquella larga y estrecha polla, pues aunque medía 26 centímetros de largo su diámetro tan solo era de 4 centímetros. Alternaba introducciones profundas del falo de Jorge, cuando llegaba a metermela toda dentro, con lamidas de su capullo y con pequeño mordiscos en su prepucio. Ademas cuando me la metía a fondo sacaba la lengua para con la punta de ella lamer los endurecidos cojones del chaval, pasando luego a intentar introducir la punta de la lengua en el agujerito de la uretra. Luego pasé a lamer e introducirme los huevos del chaval, realmente deliciosos sin un solo pelo que incordiase, para terminar dedicandome a lamerle el ano a Jorge. Como tenía el culo ya estrenado no me costó demasiado meter mi lengua dentro y follar con ella al hermano de mi amiga. Todo aquel tratamiento tenía al chico a punto de estallar y cuando noté que estaba próxima la corrida hice que proyectase sus piernas hacia su cuerpo hasta que arqueo su espalda, quedando su polla apuntando hacia su cara. En ese momento le metí mi vibrador en el culo de un solo golpe y el chico se corrió con gran intensidad, aterrizando toda su corrida en su cara y boca. Sin necesidad de decirle nada el se limpio la cara con la lengua, y donde no alcanzó con las manos lamiendo luego su semen de estas.

Jorge me miró con cara de adoración y esperando cual sería mi próxima orden. En aquel momento lo que me apetecía era sentir una buena polla en mi interior así que sin molestarme en quitarle el vibrador del culo, le senté en la cama y yo me senté sobre él metiendo su polla en el culo hasta que topé con sus cojones.

- Oh, ha entrado con facilidad, pero aprietas mucho, ¿acaso es tu primera vez? - me preguntó perplejo.

- En absoluto, lo he hecho muchas veces y con pollas y otras cosas mucho mas gordas, si aprieto es porque contraigo a voluntad los músculos del ano, para así disfrutar mas - le expliqué yo.

- Así que eres capaz de abrir el culo mucho más, me gustaría poder verlo, por favor - me rogó Jorge.

- Quizás luego si te portas bien puedas verlo, y si eres realmente un esclavo obediente te enseñare a manejar los músculos de tu ano como desees.

Jorge ante la oferta realizada se aplicó con mas ímpetu que antes, si cabe, a la tarea de follarme el culo. Se movía con brio y fuerza para percibir con mas intensidad la presión que mi recto ejercía alrededor de su verga, todo lo cual aumentaba mi placer. A la vez con una mano comenzó a apretarme los pechos y con la otra a juguetear con mi clítoris aumentando las sensaciones placenteras que me invadían.

Estábamos en esas cuando advertí que la puerta de la habitación no estaba totalmente abierta y que por la rendija podía vislumbrar la sombra de alguien que estaba acechando. Sin que ni Jorge ni quien estaba tras la puerta lo esperase me levante de golpe y corrí hasta la puerta, donde me encontré con Sonia quien se estaba metiendo un vibrador mientras veía como su hermano y yo follábamos.

- ¿Desde cuando llevas espiandonos? - pregunté yo.

- Desde que empezaste a chuparle la polla a Jorge - respondió Sonia un tanto cortada.

- Y no te has atrevido a entrar y participar - dije yo fingiendo sorpresa - Vamos mujer pasa que lo estas deseando.

- No, Jorge es mi hermano y eso no está bien - replicó ella.

Yo decidí utilizar mi faceta mas dominante y le di un bofetón a Sonia mientras tiraba de ella hacia el interior de la habitación y le decía: - Calla y obedece.

Sonia obedeció y no ofreció resistencia. Se quedó de pie frente a su hermano mirando embelesada su enhiesto pene y el vibrador que le abría el culo. Yo me puse a su lado y la obligue a que se agachase frente a él sin que ella hiciese nada para evitarlo. Sonia seguía mirando aquella larga polla sin pestañear y podía ver como el deseo luchaba en su interior por aflorar.

- Vamos Sonia, chupa esa preciosa polla. No dudes mas y obedece - le dije yo en tono autoritario.

Sonia se rindió y se metió la polla de su hermano en la boca. Comenzó a chupar como una desesperada, parecía que le iba la vida en aquella mamada. Jorge estaba sorprendido al ver como su hermana le chupaba la polla con tanto ardor. Yo me senté frente a ellos y comencé a meterme dedos en el coño, que estaba totalmente húmedo. Sonia lograba tragarse aquel mástil en su totalidad y jugueteaba con su lengua para lamer los huevos depilados de su hermano. Ver aquel espectáculo me estaba poniendo muy cachonda y me metí todo el puño. Mi puño se deslizaba en mi interior húmedo con facilidad, pudiendo percibir todos los pliegues de mi interior.

Los dos hermanos se animaron a la vista de mi actuación y cuando ordené a Sonia meterse la polla de su hermano en el culo, obedeció sin perder un segundo. Jorge estaba encantado sodomizando a su hermana, mientras que esta notaba como aquella larga polla le entraba hasta el fondo, invadiendo sus intestinos y proporcionandole un intenso placer. Sonia subía y bajaba con su ano abierto con gran rapidez, gimiendo cada vez con mas intensidad a medida que se aproximaba al orgasmo. Sus gritos se fueron uniendo a los bramidos de su hermano hasta que los dos se corrieron con un estruendo increíble. Jorge derramó una gran corrida en el culo de su hermana y en cuanto sacó su pene del interior del recto de su hermana, su semen se deslizó por los muslos de Sonia. Jorge no perdió un momento y limpió su corrida de los muslos de Sonia. Esta por su parte se quedó quieta, hasta que le dije que limpiase la polla a su hermano. Así se dispuso a hacerlo, pero cuando vio que estaba totalmente cubierta por sus heces se detuvo en seco. Yo insistí pero seguía dudando, así que decidí darle un acicate. Cogí el cinturón de su hermano y le azoté la espalda un par de veces mientras la compelía a chupar aquella polla sucia. Sonia obedeció y se la metió en la boca chupandola de arriba a bajo sin olvidar ni un milímetro, tragandose todo lo que recogió en su boca. Entonces se pusieron entre mis piernas y entre los dos me dieron una lamida a dúo de mi coño y mi culo que me proporcionó un orgasmo de primera.

Ese fue el primer polvo que echamos en aquel fin de semana. A lo largo de esos dos días follamos todo cuanto pudimos, demostrandome los dos hermanos sus docilidad, lo cual acabó llevandoles a ser mis esclavos. Una vez sometidos hemos disfrutado mucho de esa relación y después de un tiempo los presente a mi familia​





Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 06



Aquel primer fin de semana con Sonia y Jorge fue muy esclarecedor en cuanto a los gustos sexuales de Jorge. Este se encontraba estudiando en un colegio en régimen de internado del cual salia rara vez si no era periodo vacacional, de manera que pocas posibilidades tenia para mantener relaciones con chicas. Ante tal situación había hecho lo que todos los miembros del club de natación del colegio, que no era otra cosa que mantener relaciones sexuales con sus compañeros dentro del colegio, con independencia de que sus preferencias se centrasen en las chicas. Las explicaciones de Jorge fueron muy gráficas, llegando a contar que incluso el entrenador formaba parte del grupo de sexo, y me pusieron a mil por hora, lo cual hizo que me acordase de una cosa que llevaba en el bolso desde hacia mucho tiempo y que por fin iba a poder usar. Saque un artilugio que consistía en dos aros metálicos unidos por una bisagra que se podían cerrar con un diámetro ajustable y quedar fijos mediante candados. Espere a que Jorge estuviese con la polla relajada para colocarselo, de manera que uno de los aros quedó alrededor de la base del la polla y el otro alrededor del inicio de la bolsa testicular.

- ¿Que haces? - preguntó Jorge con sorpresa.

Yo le respondí dandole un bofetón en la cara y entonces le dije: - Calla esclavo, te estoy adornando.

- Pero ama - me dijo mansamente Jorge - Vuestro adorno es muy molesto, no me permitirá ni una erección y tampoco correrme.

- ¿Crees que eso me preocupa? - le repliqué yo fríamente - Lo único que me interesa es que mis esclavos estén adornados y vayan convenientemente identificados.

- Pero, ¿qué pasa con los compañeros del club? - preguntó con preocupación.

- Explicales tu situación. De hecho el próximo fin de semana me gustaría verte a ti y a tus amigos en casa de tu hermana. Entonces te retirare el adorno.

- De acuerdo - dijo Jorge mientras su cara reflejaba desasosiego por como iba a explicar aquello.

El tiempo hasta el siguiente fin de semana se me hizo muy corto porque fueron muchas las cosas que tuve que hacer. Por fin la tarde del viernes terminé de acondicionar una de las habitaciones del piso de Sonia de tal manera que paso a ser una mazmorra, ideal para continuar la doma de los hermanos y disfrutar de una buena sesión de sexo en grupo, para lo cual lo único que tuve que hacer fue trasladar el mobiliario de la mazmorra de nuestra antigua casa hasta el piso de Sonia. Jorge llegó al piso de su hermana aquella tarde, y me explicó que había citado a tres de sus compañeros del club para el día siguiente por la mañana. Gracias a esto pude disfrutar de una noche de sexo en solitario con mis esclavos aunque fue solo una cosa suave pues el plato fuerte lo reservaba para el día siguiente.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano para terminar los últimos detalles de la sesión de sexo que nos ibamos a dar. Una vez mis esclavos me bañaron y se bañaron ellos procedí a ponerles un enema de agua bien caliente a cada uno. Los dos hermanos se sentían muy incomodos por la situación a la que se enfrentaban y porque les había metido casi medio litro de agua muy caliente por el culo. Cuando se vaciaron, uno frente a otro en sendos cubos, los dos respiraron aliviados y note como a Jorge se le había puesto dura al vivir esa experiencia. Tras esto maquillé a ambos como a dos autenticas rameras y procedí a entregarles sus atuendos. Tanto Sonia como Jorge se vistieron con unas medias de rejilla negra sostenidas con ligueros de encaje negro, un corpiño de cuero negro, que en el caso de Sonia dejaba totalmente al descubierto su opulento pecho, zapatos de tacón de aguja negros y por ultimo delantal y cofia blancas. Una vez así vestidos tenia ante mí a dos autenticas zorras, igual de apetecibles con independencia de su sexo. Yo por mi parte me calcé unas botas de tacón de aguja de cuero rojo que llegaban hasta mis rodillas, bajo las cuales vestía unas medias de rejilla negras rematadas por un liguero de encaje también negro. Cubriendo mi cuerpo llevaba un pantalón super ajustado de látex negro con una cremallera que permitía dejar mi coño y mi culo al descubierto y un corpiño también negro que realzaban mis tetas las cuales quedaban al descubierto.

Al poco de habernos ataviado llamaron a la puerta del piso. Jorge abrió la puerta siguiendo mis ordenes y ante ella se encontraban sus compañeros del club de natación. Estos se quedaron alucinados al ver a su compañero de colegio ataviado de aquella guisa, lo que no impidió que rápidamente lograsen una enorme erección. Entraron en el piso y ya en el salón se encontraron con Sonia que les tendía unos slips de látex rojo, uno para cada uno.

- Por favor, quitaos esas ropas y poneos esto - les solicitó vergonzosamente Sonia.

Los tres muchachos no dudaron un momento y rápidamente estaban vestidos exclusivamente con los slips que remarcaban sus estupendos paquetes. Entonces Sonia les condujo hasta la habitación donde yo esperaba a los chicos y a los hermanos.

- Bienvenidos - les dije a los tres chavales - Me llamo Sabrina y soy el ama de Jorge y de su hermana Sonia.

- Encantado - dijeron los tres al unísono.

Los tres muchachos parecían clones salvo por pequeños detalles, pues los tres eran musculosos, sin un pelo en el cuerpo, de buena envergadura y potente polla. Dos de ellos eran rubios y el tercero tenia el pelo negro. Cada uno de ellos se presentó llamandose los tres sementales, Luis, Pedro y José María.

- Sentaos - les invité yo.

Luis y Pedro así lo hicieron, tomando asiento en un sofá mientras que José María permaneció en pie pues no veía ningún asiento que tomar. Entonces le dije a Jorge: - Vamos cerdo, ofrecele un asiento a tu amigo.

Jorge hizo ademan de salir de la habitación pero le detuve: - No, hazlo sin salir de la habitación.

Jorge comprendió y se puso tras su amigo a cuatro patas ofreciendo su espalda como asiento. José María dudo un momento pero acabó sentandose en el particular asiento que le ofrecíamos. En ese momento Sonia entró en la habitación trayendo una botella de cava y cuatro vasos. Nos entregó las copas a los chicos y a mí y nos sirvió una buena cantidad a cada uno pasando luego y a una orden mía a arrodillarse junto a mi asiento. Los compañeros de Jorge me estuvieron relatando sus aventuras en el colegio, donde los quince chicos del club de natación follaban entre sí y también con su entrenador, quien más de una vez había ofrecido como trofeo a alguna de sus dos hijas, unas preciosas gemelas de trece años, con el regocijo de las chicas al ser folladas por tan soberbios sementales. Tanto Luis como Pedro declararon su predilección por las chicas, aunque decían que también les encantaba un buen rabo, pero José María decía que él gustaba mas de las pollas, y de hecho afirmaba que su sueño era ser un transexual, para tener mas fácil hacerlo con chicos, pero conservando la posibilidad de montar a mujeres.

- María - dije yo a José María - Ven conmigo si tanto te gusta parecer una chica.

Fuimos a la habitación de Sonia donde despoje al chico del slip de látex y le puse unos pantys con abertura central, zapatos de tacón de aguja, y un vestido de látex azul eléctrico que le llegaba solo hasta medio culo de manera que podía verse perfectamente su empalmada y depilada polla. El vestido ademas tenia sendos agujeros a la altura de los pezones, los cuales estaban erectos y desafiantes, quedando estos a la vista. Le maquillé un poco y en un momento tenía ante mí a María.

Volvimos a la otra habitación donde Luis y Pedro estaban masajeandose la polla por encima del slip. Estaba claro que había llegado el momento de empezar a follar, pero en ese momento hizo efecto las tres botellas de cava que nos habíamos bebido los cuatro y tanto Luis como Pedro y María me preguntaron dónde estaba el baño.

- Ahí lo tenéis - dije señalando a Sonia - Eso si no quiero que caiga ni una sola gota fuera de este especial retrete.

Sonia me miró fijamente y empezó a negar con la cabeza. Luis se puso ante ella pero no abrió la boca y giro su cara en otra dirección. Sonia estaba resultando una esclava difícil, no se sometía a mis deseos de manera incondicional en muchas ocasiones, lo que me obligaba a castigarla para que aceptase mi disciplina. Empezaba a cansarme esa rebeldía, sobre todo cuando Sonia me había declarado su intención de someterse a todos mis deseos.

- Levantad a esta puta y alzadle los brazos - ordené a los chicos quienes al momento acataron mi orden.

Una vez Sonia tuvo los brazos alzados coloque en sus muñecas sendos grilletes que estaban unidos a unas cuerda que colgaban del techo de una polea. Tiré del otro extremo de la cuerda y pronto Sonia estuvo de puntillas tratando de no perder el equilibrio. Espere unos momentos antes de dar el siguiente paso y pude ver como Sonia se debatía afanosamente pues en cuanto perdía el equilibrio todo su peso pasaba a recaer sobre sus muñecas.

Cogí de una bolsa otro artilugio que llevaba queriendo probar algún tiempo. Este solo consistía en dos tablas de madera colocadas paralela la una a la otra y unidas entre sí por dos tuercas con palomillas que permitían aumentar o disminuir la separación. Coloqué una de las tablas bajo las inmensas tetas de Sonia y la otra sobre ellas. Sonia adivinó rápidamente lo que iba a ocurrir e hizo el intento de hablar pero una bofetada en la boca se lo impedí.

- Si te quejas o abres la boca para cualquier cosa sin que yo te lo diga antes, te arrepentirás - le susurré al oído muy seriamente.

Sonia creyó mi advertencia y permaneció en silencio. Yo comencé a apretar las palomillas acercando una tabla a la otra, presionando los pechos de mi esclava, de manera lenta pero progresiva. Pronto sus pechos estuvieron sujetos a una importante presión, la cual aumente aun más hasta que la parte de las tetas de Sonia que sobresalían por la zona delantera del artilugio tuvieron una coloración roja muy intensa. Sonia reprimía el menor sonido de su garganta, pero tanto dolor le había hecho que se le saltasen las lagrimas que descendían en cascada por su cara arruinandole el maquillaje. Cuando paré de apretar el artilugio Sonia pensó que el tormento había terminado, pero se equivocaba. Saqué de la misma bolsa de donde había sacado el primer artefacto un juego de pinzas metálicas y unas pesas. Sin darle tiempo a ver que era lo que le esperaba le coloqué las pinzas en los pezones pero como eran bastante grandes también mordieron parte del resto del pecho que no estaba aprisionado por las maderas. Sonia abrió los ojos exageradamente al notar la nueva fuente de dolor que le había colocado, y cuando le coloqué otras dos pinzas, estas en los labios del coño, los ojos casi se le salen de las órbitas, aunque aun resistía sin emitir el más mínimo sonido, quizás porque aquello le estaba gustando como el incipiente torrente de flujos que se derramaba por sus muslos daba a entender. Decidí aumentar otro grado mas la tortura de Sonia, de manera que cogí el juego de pesas que tenía listo y coloqué la primera carga en la pinza que aprisionaba el pezón izquierdo de la esclava. Una vez enganchada solté bruscamente la pesa y el pezón se estiró como si fuese de goma, pues le había colgado de la pinza un kilo nada mas y nada menos. Aquello consiguió arrancar un ahogado grito de Sonia, pero no era suficiente yo me había propuesto hacerla gritar y lo iba a lograr. La repetición del tratamiento anterior en el pecho derecho tuvo como consecuencia un grito mas claro, pero aun con todo Sonia trataba de emitir cualquier sonido. Entonces me agaché y coloqué una pesa de dos kilos unida a las pinzas de los labios vaginales, lo cual hizo que Sonia gimotease pidiendome que no hiciese aquello mientras me miraba con ojos suplicantes, yo mire a Sonia a los ojos y con una sonrisa lancé hacia el suelo las pesas con fuerza, lo cual unido al propio peso de estas, hizo que los labios vaginales de mi esclava se estirasen de manera desmesurada antes de que la caída se detuviese y que Sonia lanzase un fuerte grito que seguramente escucharon los vecinos. No fueron esas las únicas consecuencias del último castigo, pues Sonia dejo escapar de su coño un verdadero torrente de flujo vaginal que puso el suelo perdido, de hecho era la cantidad tan grande que en primer lugar pensé que Sonia se había meado.

- Tu, cerda - le dije a Jorge quien seguía de rodillas sirviendo de asiento a María - Ven aquí y limpia lo que tu puta hermana ha manchado.

Jorge se acercó gateando y diligentemente se dedicó a lamer los flujos vaginales de su hermana que estaban en el suelo. Entre tanto yo cogí una fusta de la bolsa y me acerqué tranquilamente a Sonia mientras le decía:

- Ya te advertí de lo que pasaría si emitías el menor sonido, ahora tendré que castigarte, pero espero que ahora si seas capaz de acatar m is ordenes.

Dicho esto comencé a azotar la espalda de Sonia con fuerza, haciendo que Sonia se agitase a cada golpe perdiendo así el equilibrio y causandole mayor tormento. Mis fustazos no se limitaron a la espalda de Sonia sino que también cubrí con mis golpes su culo, sus muslos e incluso su coño. Pronto todas estas zonas estuvieron realmente rojas y antes de hacerle alguna herida, lo cual no me preocupaba pero no me apetecía en aquel momento, paré el castigo. Aunque habían sido casi cincuenta los fustazos que le había propinado Sonia no había dicho absolutamente nada, la única reacción a aquella lluvia de azotes era las lagrimas que descendían por las mejillas de mi esclava y el torrente de flujos vaginales que caía de su coño.

- Ahora comprendes que has de obedecerme en todo o las consecuencias serán graves, ¿verdad? - le dije a Sonia al oído, a lo que Sonia asintió sin decir palabra.

- Bien, soltadla - le dije a Luis y Pedro quienes lo hicieron al momento.

Sonia se dejó caer hasta quedar de rodillas en el suelo, con sus pechos aprisionados por las tablas y con los pezones y los labios vaginales comprimidos por las pinzas. Luis, Pedro y María se colocaron delante de ella con sus pollas en semierección y Sonia sabiendo cual era su lugar levantó la cabeza y abrió la boca. Luis fue el primero en comenzar a mear lanzando un grueso chorro de dorada orina a la boca de Sonia. Esta sabía que era lo que yo esperaba de ella y sin necesidad de una orden explícita se fue tragando la copiosa meada del chico. Pedro continuó la labor iniciada por Luis y le dio a beber toda su meada a Sonia, aunque con peor puntería que el primero porque parte de su chorro fue a parar a las tetas de Sonia. Fue María el último en mear en la boca de Sonia y en menor cantidad que los anteriores. Cuando este terminó de orinar le dije a Sonia: - No te tragues ese ultimo trago, daselo a beber a Jorge. Este se acercó de inmediato a su hermana y recibió gustoso el buche de orina que esta le proporcionó, y luego lo tragó degustandolo como si de un gran vino se tratase.

En ese punto era el momento de comenzar a follar en serio, pero Sonia iba a continuar castigada por su rebeldía. Cogí una gruesa cuerda de cáñamo y la utilicé para atar fuertemente a Sonia, estrujando lo poco que quedaba libre de sus tetas, oprimiendo sus muslos y sus gluteos e inmovilizandola completamente. Luego até la cuerda a las cadenas del techo y mediante las poleas la icé hasta la posición donde se quedaría suspendida, con el peso de su cuerpo gravitando sobre sus tetas, sus tobillos y muñecas fundamentalmente. Le dije a Luis y Pedro que se ocupasen de Jorge mientras que yo lo haría de María. Los dos chicos le ofrecieron sus pollas a Jorge y este por turnos empezó a engullirlas como un poseso. Se las tragaban hasta los cojones para luego pasar a lamer el prepucio y volver a empezar, alternando estos movimientos con lamidas de los huevos, introduciendoselos a veces en la boca. Jorge estaba como loco con aquellas dos pollas, aunque su disfrute no podía ser completo porque los aros le impedían obtener una erección o correrse. Yo por mi parte me puse un consolador de cintura de gran tamaño y se lo ofrecí a lamer a María después de haberlo lubricado con mis jugos. Este no perdió tiempo y se puso a chuparlo aunque apenas cabía en su boca, y yo para no ser menos también me puse a chupar su polla, una bonita tranca de 20 cm de largo y que tenia un agradable saborcillo a orina.

Estuvimos chupando cosa de un cuarto de hora mientras Sonia suplicaba que la soltase pues ella también quería probar aquellas trancas, pero yo hice caso omiso a sus suplicas. Los ruegos aumentaron en intensidad cuando Luis y Pedro empezaron a pugnar por ocupar el ojete de Jorge, quien alternativamente recibía la polla de uno o la del otro por su recto, aunque arreglaron el problema en cuanto Luis se encargo del recto de Jorge y Pedro del ano de Luis, quedando así los tres satisfechos. Yo por mi parte puse a María a cuatro patas y de un solo embate brutal le metí todo aquel enorme consolador por el recto. El chico recibió el pollón de plástico con un gemido de placer y pronto me pedia que le hundiese mas adentro aquel monstruo. Era increíble ver como aquel jovencito de dieciséis años gemía con su ano abierto descomunalmente gracias a mi dildo y pedía que le abriese aun más el ojete. Yo estaba disfrutando como loca del morbo de sodomizar a aquel chaval y porque tenia metido un consolador en el culo y otro en el coño, que con sus vibraciones me estaban proporcionando un orgasmo tras otro. La situación se mantuvo algún tiempo hasta que Luis y Pedro decidieron catar mis aberturas. Sin dejar de encular a su compañero de colegio ellos me extrajeron los consoladores y ocuparon con sus pollas mis ahora desiertas aberturas. Sentir aquellas pollas gruesas, húmedas, palpitantes y calientes era mucho mejor que tener los consoladores y en pocos momentos logré un orgasmo bestial, aunque ellos no se corriesen. Los chicos estaban demostrando tener mucho aguante, lo cual me iba a proporcionar mas placer.

Jorge por su parte al quedarse falto de atención se dirigió hacia su hermana y se colocó entre sus piernas con intención de darle un repaso a su coño y así aliviarle la calentura que tenía, pero eso no entraba en mis planes y llamé a mi lado a Jorge.

- Ven aquí, perro - le ordené con voz autoritaria - Voy a liberarte de los aros, así que trae mi bolso.

Jorge se alegró de que por fin le fuese a quitar aquel tormento y no perdió un momento en traerme lo que le había pedido. Mientras sodomizaba a María y recibía los empellones de Luis y Pedro en mi culo y mi coño busqué en mi bolso las llaves de los pequeños candados que cerraban los aros. Tan pronto abrí estos la polla de Jorge se puso erecta. Sin perdida de tiempo me la metí en la boca y comencé a lamer aquella sabrosa polla la cual pronto lanzó el semen contenido en los cojones de Jorge. Hacía una semana que no se corría y toda aquella cantidad de semen no había podido salir hasta aquel momento de manera que pude disfrutar de una gran cantidad de semen muy espeso y oloroso, que me encantó. Fue delicioso beber toda aquella abundante corrida de semen con solera, y aunque fue sumamente abundante y por poco se desborda aquel torrente de la boca, me la tragué en su total integridad. Esta corrida fue la señal de salida para las eyaculaciones de los otros tres chicos. Luis y Pedro inundaron mi interior con sendas corridas que se produjeron al unísono las cuales se derramaron por mis muslos, aunque no se desaprovecharon pues Jorge rápidamente se lanzó a degustar la esencia de sus compañeros de equipo y por ultimo María me obsequió con su deliciosa corrida que terminó de saciar, por el momento, mi sed de semen.

Así comenzó aquel sábado de sexo a tope en el cual me puse las botas, follando a Luis, Pedro, Jorge, José María y Sonia y siendo follada por todos ellos. Ya cuando llegó la tarde los chicos, salvo Jorge se marcharon y terminó la fiesta. Aunque en los siguientes fines de semana volvimos a montar otras juergas de este estilo. El problema era que todo esto no terminaba de satisfacerme porque quería adornar de manera permanente a mis dos esclavos, Sonia y Jorge, con tatuajes, piercings, marcas a fuego y no tener que preocuparme por si les dejaba marcas o cicatrices con mis castigos, pero la posibilidad de que sus padres descubriesen aquello era peligroso, sobre todo porque Jorge aun no era mayor de edad. El problema sobre todo era el padre de Sonia y Jorge, Don Carlos, un hombre de 50 años muy atractivo, de gran corpulencia física, pero también muy vocinglero, un tanto déspota y como mucha influencia, gracias a su fortuna. Si se enteraba de que su hijo era bisexual y ademas mi esclavo seguro que tendría problemas. En cambio la madre, Marta, era sumamente tímida y callada, pero muy atractiva pues solo tenía 34 años al haber tenido a Sonia con solo catorce años, y sumamente extraña a la hora de vestir, ya que aunque nunca llevaba ropa escotada o con mangas cortas, siempre era ropa muy ajustada que marcaba su figura y también de manera continua vestía minifaldas, aunque siempre con medias muy oscuras. De manera que tenía un problema de difícil solución.

De pronto un jueves me llegó la solución. Sonia me dijo que su padre había muerto en un accidente de tráfico. Estaba afectada, pero no demasiado pues desde que estaba en edad escolar había vivido mas tiempo interna en diversos colegios de pago que con sus padres, al igual que le sucedía a su hermano, de manera que su relación con sus progenitores no era demasiado intensa. Aun con todo terminó llorando, aunque no como cabría esperar de alguien en tales circunstancias. Aquel mismo día nos fuimos al pueblo de Sonia en compañía de Jorge quien tampoco parecía demasiado afectado por la muerte de su padre.

Una vez en el pueblo la única de la familia que lloraba desconsolada era Marta, lo cual por otro lado era lo que parecía lógico. Por otro lado la casa de mis esclavos se había convertido en un circo pues eran innumerables las personas que fueron allí a presentar sus respetos al difunto y a dar el pésame a su familia, como no podía ser de otro modo pues era el hombre más rico de la población. El velatorio se alargó toda la tarde y parte de la noche, aunque a primera hora Marta se había retirado a su habitación a descansar. Eran las diez de la noche cuando Sonia me pidió que fuese a buscar a su madre para que atendiese a las ultimas visitas. Yo subí a la planta superior de la gran casa de Sonia y me dirigí a la habitación de Marta, pero antes de llegar allí escuché como Marta lloraba y se quejaba, aunque no podía concretar que era lo que decía. Picada por la curiosidad me acerqué lentamente hasta la puerta de la habitación, que casualmente estaba abierta, lo que era toda una sorpresa, porque en todas las veces que había visitado la casa de Sonia siempre había estado cerrada con llave la habitación de sus padres cuando alguno de ellos estaba dentro. Con sumo cuidado miré por la rendija y lo que vi me dejó muy sorprendida, pues nunca me había esperado lo que vi.

Marta estaba totalmente desnuda y la visión de su cuerpo era realmente sorprendente. Para empezar sus pechos, su vientre, los brazos hasta la altura de los codos, la parte inferior de la espalda y la parte superior de su culo estaban tatuados de forma similar a como se tatúan los mafiosos japoneses, los yakuza, pero en lugar de los típicos motivos orientales de dragones, budas y demás parafernalia típica, los tatuajes de Marta mostraban a mujeres y hombres manteniendo relaciones sexuales de carácter sado masoquista de gran crueldad. Ademas los dos pezones estaban adornados con sendas argollas de plata de tamaño bastante grande, al igual que los labios de coño y el clítoris. Por otra parte las zonas de su culo, espalda y brazos que no estaban tatuadas, así como los muslos mostraban señales de cuerdas y cicatrices y moratones debidos a severas sesiones de azotes. Presté atención a los lamentos de Marta, quien ante un gran retrato de su marido se quejaba de que su amo se había marchado y la había dejado sola. Se preguntaba que iba a hacer ahora sin su amo, sobre todo estando embarazada de un negro, como había procurado su amo, y también se cuestionaba como encontraría a otro hombre que le diese lo que su amo le daba y que le gustase una mujer con aquel aspecto. Todo aquello me pareció fascinante y también una oportunidad de oro. Si sometía a mi dominio a Marta no habría ningún problema si decidía tatuar a Sonia y a Jorge ni tampoco si los marcaba de otras formas, así que tenía que arriesgarme y dar un paso al frente.

Súbitamente abrí la puerta de la habitación, sorprendiendo a Marta quien ni siquiera se cubrió ante mi inesperada aparición.

- Ha sido muy interesante todo lo que has dicho - dije yo mientras entraba tranquilamente en la habitación - Eso explica muchas cosas, como tu extraña forma de vestir. Tu marido quería que en la medida de lo posible vistieses como una puta, pero sin mostrar hasta donde llega tu depravación.

- ¿Que quieres? - preguntó Marta a la defensiva - ¿Dinero?.

- Tranquila, no pienso divulgar tus gustos sexuales - repliqué yo - Siempre que te pliegues a mis deseos, y lo que yo deseo es ocupar el lugar de tu marido.

- ¿Como? - volvió a preguntar Marta sin comprender.

- Que ahora yo seré tu ama, no tendrás que preocuparte por encontrar un amo porque ya lo tienes y soy yo. ¿Entiendes, puta?.

Marta permaneció en silencio unos momentos sopesando la situación. Pero al final su personalidad sumisa, su vocación de esclava y el miedo al escandalo la decidieron y pronunció las palabras que yo esperaba: - Si, ama.

Yo apenas podía reprimir mi satisfacción, ahora no solo tenía bajo mi voluntad a jorge y a Sonia sino que también dominaba a su madre, Marta. Me senté en una silla y ordené a Marta que se arrodillase ante mí y me contase la historia de su relación con Carlos. Marta me contó que ella y Carlos eran familia, en concreto su padre y Carlos eran primos y que en una reunión familiar, aprovechando un momento de soledad, cuando ella tenía 14 años, él la violó. Aquella experiencia le gustó y volvió a ver a Carlos, quien a pesar de la diferencia de edad le atraía. La cosa se complicó cuando a las pocas semanas resultó estar embarazada. Carlos y ella decidieron decir a la familia que estaban enamorados y que se querían casar, sobre todo después del embarazo de Marta. Y así lo hicieron a pesar de la oposición de la mayor parte de la familia. Tras unos primeros momentos de normalidad y después del nacimiento de Sonia, Carlos se reveló como un duro amo que se dedicó a someter, azotar e imponer duros castigos a su esposa, ademas de hacerle partícipe de todo tipo de prácticas sexuales. Marta se sometió de buen grado a todo aquello aunque le avergonzase, llegando con solo dieciséis años a prostituirse bajo las ordenes y la vigilancia de su propio marido. Cuando alcanzó los dieciocho, Carlos volvió a preñarla y después del nacimiento de Jorge se dedicó a someter a su mujer, haciendo que la tatuasen y anillasen como máxima prueba de su sumisión. Una vez Jorge fue lo suficientemente mayor para ser internado en un colegio, como estaba su hermana desde que tuvo la edad, Carlos hizo que periódicamente algún semental negro embarazase a su esclava para luego dar en adopción al niño y alimentarse de la leche de su esposa, habiendo tenido ya otros cuatro hijos, situación esta que no advertían sus hijos porque apenas pasaban tiempo con sus padres.

Escuchar todo aquello me puso realmente cachonda, y mi entrepierna destilaba jugos sin parar. Me subí la falda y deje a Marta ver mi depilado coño perforado por un vibrador y sin cubrir con ningún tipo de ropa interior. Marta miró con sumo interés y en cuanto le dije que me lamiese el coño ella se lanzó a satisfacerme. Su forma de comerme el coño me demostró que no era la primera vez que se dedicaba a las prácticas lésbicas, sabía muy bien que tenía que hacer y lo hacía con maestría. Me lamía bien a fondo el clítoris y luego lo sorbía y jugueteaba con él para luego pasar a introducir su lengua en mi vagina tratando de profundizar lo más posible, pues me había quitado el vibrador y ahora hacia compañía a las bolas chinas que tenía en el culo, dentro de este. Su lengua serpenteaba en mi interior tratando de alcanzar lo más hondo de mi ser, para luego dedicarse a explorar el sensible tramo entre mi vagina y mi ano. Aquel cunnilingus me estaba haciendo disfrutar de lo lindo y me corrí un par de veces antes de poner fin a aquello. Le di una palmada en la espalda a Marta y esta paró su tarea.

- Estaba pensando que tengo ganas de orinar - le dije a Marta - ¿Donde esta el baño?.

- Aquí - replicó Marta poniendose muy erguida mientras permanecía de rodillas y procedía a abrir la boca.

- Muy bien, esclava. Veo que sabes bien como satisfacer a tus amos - aprecié yo mientras me colocaba para usar a mi nueva esclava como baño. Sentí como fluía de mi interior un gran chorro de calida y amarilla orina, casi de color oro que salía despedida de mi coño para aterrizar sobre la golosa lengua de Marta quien se la tragaba con verdadera pasión. El calor que despedía mi meada era increíble, parecía responder a mi nivel de calentura, pero Marta impertérrita no dejaba de tragar. Una vez terminé de mear, Marta me limpió el coño con su lengua hasta dejarlo reluciente.

- Muy bien, cerda. Ahora permanece ahí - ordené a Marta.

Salí de la habitación y sigilosamente me cercioré de que todos los invitados se habían marchado de la casa, como así era. Sonia y Jorge seguían en el salón del piso de abajo, velando el cadáver de su padre, que yacía allí en su capilla ardiente, expuesto en un costosísimo ataúd. Volví a la habitación de Marta donde esta seguía de rodillas tal y como la dejé. Abrí la puerta del vestidor y dentro encontré una cantidad de ropa enorme, ademas de un gran baúl que tenía la cerradura abierta. Lo destapé y dentro encontré un montón de ropa de cuero y látex, ademas de consoladores, cuerdas, cadenas, pinzas, agujas, pesas, látigos y más artilugio de finalidad sexual. Cogí un corpiño dorado con remaches plateados y se lo puse a mi nueva adquisición. Junto con esta prenda la atavíe con unas medias de látex rojo que le llegaban hasta medio muslo, unos zapatos de tacón de aguja plateados y un collar de perro que llevaba escrito con letras doradas la palabra puta. Entonces la coloqué a 4 patas y de los aros de sus pezones y coño colgué las pesas mayores que encontré, de tres kilos cada una. La deformación de los pechos, los pezones y el coño de Marta era una preciosidad, estaban totalmente estirados y tenían una apetitosa tonalidad violácea. Marta no se quejó en absoluto y aunque su cara reflejaba el dolor que sentía, el manantial que destilaba su coño dejaba bien a las claras que aquello le gustaba. Yo por mi parte, me desnudé hasta quedarme solamente con las medias de rejilla negras con liguero que vestía y los zapatos de cuero negro y tacón de aguja que calzaba. Por último cogí una correa del baúl y la uní al collar de Marta y comencé a tirar.

- ¿A donde vamos, ama? - se atrevió a preguntar Marta.

Yo le respondí dándole una patada en el pecho izquierdo que junto al posterior bamboleo de la pesa hizo que aullase y se estremeciese de dolor.

- No vuelvas a preguntarme acerca de lo que vamos a hacer. Si lo considero necesario te lo diré - repliqué fríamente - Aunque ya que lo has preguntado te diré que vamos a ver a Sonia y a Jorge.

Marta me miró horrorizada ante la perspectiva de que sus hijos la viesen de esa guisa y cuando volví a tirar de la correa Marta no se movió. Yo me giré y le propiné otra patada esta vez en su glorioso trasero, pero aun así no se movía. Hice que se pusiese de rodillas y le di una bofetada en la cara, pero aun parecía dispuesta a resistir.

- Pero, ama, como me van a ver mis hijos en... - empezó a decir, pero una nueva bofetada aun más fuerte le cerró la boca e hizo que sangrase un poco por la comisura de los labios.

- Haz lo que te diga o voy a hacer que llores sangre y te reventare a patadas, a ti y a esa mierda que crece en tu puta barriga - amenacé violentamente a Marta, quien al ver mi cara de furia, se puso de nuevo a 4 patas y agachó la cabeza lentamente.

Tiré de nuevo de la correa esta vez con mucha fuerza y Marta avanzó gateando. De esa manera fuimos hasta las escaleras donde nos encontramos con Sonia y Jorge que se dirigían al piso superior. Al ver a su madre de aquella manera se quedaron petrificados, mientras que Marta volvía la cabeza apartando su mirada de sus hijos.

- Marta - ordené yo secamente - Mira a tus hijos, vamos. Y vosotros - añadí dirigiendome a Sonia y a Jorge - ¿Qué hacéis en pie en presencia de vuestra ama?.

Sonia y Jorge se arrodillaron rápidamente lo que sorprendió a Marta, quien descubría que sus hijos también eran mis siervos. Entonces todos bajamos al salón, donde yo impartiría mis primeras ordenes a toda aquella familia de esclavos. Y lo primero que hice fue que Marta le chupase la polla a su hijo. La madre no lo dudó y pronto estuvo arrancando gemidos de placer a su vástago gracias a su gran labor oral. Le chupaba la polla centímetro a centímetro, se la tragaba hasta tenerla alojada toda dentro de su boca y luego pasaba a lamer el glande con gran dedicación tratando de follar la uretra con la punta de su lengua. Entre tanto, Sonia estaba dedicandose a satisfacerme con su mano, como le había enseñado hacía pocos días. Me fue metiendo uno a uno los dedos dentro del coño y una vez los cinco dentro empujo hasta que me la metió hasta la muñeca. Sentir un puño dentro es indescriptible, mejor que una polla por su grosor, aunque esta es más manejable y te puede penetrar mas a fondo, sin olvidar la eyaculación. Sonia se dedicó a penetrarme y a revolver su mano en mis entrañas, haciendome gozar como una perra y dandome varios orgasmos.

Antes de que Marta lograse que su hijo se corriese detuve su mamada y le dije que dejase ese puesto a su hija. Sonia se lanzó a mamarle el nabo a su hermano ávidamente, aunque le avise que no debía hacer que se corriese antes de que yo se lo ordenase. Yo me levanté del suelo donde todos estábamos tirados y me acerqué al ataúd, miré dentro y dije: - Gracias por la familia de esclavos que me has proporcionado. Después lo cerré y me fui junto a Marta, quien estaba de rodillas viendo como su hija practicaba la bella arte de la felación.

Me arrodillé detrás de Sonia quien estaba tumbada boca abajo en el suelo y le separé las piernas mientras le ordenaba a Marta que separase bien las nalgas de su hija y lubricase su ano. Esta así lo hizo y pronto tuve el maravilloso panorama del ojete de Sonia ante mis ojos. Escupí varias veces en mi mano a la vez que Marta lamia y ensalivaba a fondo el ano de su hija, entonces empece a meter un dedo en el recto de mi esclava más joven. Sonia gruño de placer mientras seguía amorrada a la polla de su hermano, dandole una lenta pero profunda mamada. A ese primer dedo le siguió un segundo y un tercero. Cuando metí el cuarto Sonia se quejó un poco paro no dijo nada, porque no podía al tener la boca llena con la polla de su hermano. Le dije a Marta que se colocase de manera que inmovilizase a su hija, y rápidamente se sentó sobre ella sujetando sus piernas e impidiendo que moviese los brazos. Con mi mano libre separé las nalgas de Sonia y empecé a meter el quinto dedo. Mi esclava se quejaba y trataba de gritar de dolor pero no podía. Seguí presionando y metí el pulgar hasta el fondo, pero no paré ahí, aunque veía que salía un poco de sangre del recto de mi sierva. Empuje mas fuerte lo que provocó mas quejas y más sangre pero mi mano terminó por entrar totalmente en el ano de Sonia. Justo cuando terminé de meter el puño ordene a Sonia que hiciese que su hermano se corriese y ella, con unos hábiles movimientos de cabeza y el uso de su lengua, logró la corrida de su hermano que aterrizó integra en la boca de Sonia. Le dije que la compartiese con su madre y así lo hicieron disfrutando las dos del semen del chico.​

Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 07




Después de esclavizar a Marta, la madre de Sonia y Jorge, quien realmente lo deseaba, la situación comenzó a cambiar pues ahora tenía mi propia cuadra de esclavos. Poco a poco comencé a follar menos en casa, en parte por las necesidades de llevar adelante mis estudios, y en parte porque gran parte de mi tiempo libre, que antes lo dedicaba a follar en casa, lo invertía ahora en mis aventuras con mi familia de esclavos. En mi casa no tenían ni idea de la existencia de mis sumisos, pensaban que cuando yo salía lo hacia con mis amigas, tal como les decía, para evitar que Alberto me volviese a pisar la presa. Esta situación no hacia mucha gracia a mi padrastro, pero al creer que yo salía con mis amigas no se atrevía a decirme nada pues temía que pudiese hacerse publica nuestra relación tan especial.

Este estado de cosas se mantuvo durante mas o menos un par de meses, hasta que recibí una sorpresa que al principio no entendí y que dio un nuevo giro a la situación. Todo empezó un sábado por la mañana, cuando Alberto, Stephan y yo estábamos en mitad de una salvaje ración de sexo. Estábamos los tres tumbados en la cama, en una de las habitaciones de la última planta, yo tumbada de lado con una pierna levantada, que sujetaba con sus fuertes brazos Alberto, el cual estaba tras de mí perforándome el culo con su gran polla, mientras que Stephan estaba delante de mí con su cabeza entre mis piernas y con su polla en mi boca. El ucraniano lamía alternativamente mi coño y la parte de polla de mi padrastro que quedaba fuera de mi culo en cada empellón. De cuando en cuando el chico sacaba la polla de Alberto de mi ano y se la tragaba hasta la raíz, entonces yo notaba como en mi culo dilatado entraba el aire y como se deslizaba por las paredes de mi recto la mezcla de semen, saliva y jugos vaginales propios que Alberto había usado como lubricante para encularme tras haberme follado por el coño. En estas estábamos cuando Alberto me dijo: - Sabes Sabrina, el próximo fin de semana tendremos una gran fiesta en casa y será tu presentación en la sociedad.

En ese momento me hubiese gustado preguntarle que estaba hablando, pero es difícil hablar con una polla dentro de la boca y preferí seguir chupando aquella preciosa y depilada polla eslava.

Seguimos así un rato, logrando yo un par de orgasmos hasta que noté como se desbordaba un torrente en el interior de mi recto. Alberto lanzaba generosas cantidades de su espeso y caliente semen. Tan pronto comenzó a correrse Alberto, Stephan sacó la polla de mi padrastro de mi culo y la introdujo en su sedienta boca, tragando ávidamente aquel néctar seminal y luego pasó a lamerme el ojete para no desaprovechar ni una gota, satisfaciendo así su perpetua sed de esperma. Una vez satisfecha su ansia descargo sus cojones en mi boca, dándome como siempre una deliciosa ración de semen ucraniano. Yo me tragué los tres primeros chorros pero el resto de la corrida la acumulé en mi boca. En cuanto Stephan hubo terminado gire mi cabeza y mostré a mi padrastro mi boca llena de semen. Jugué un rato con la masculina esencia en mi boca hasta el momento en que mi padre acercó su boca a la mía y nos besamos. Introdujo su lengua en mi boca jugueteando el también con aquella espesa masa de semen además de con mi lengua, hasta que se la pasé a él, quien se la tragó con cara de satisfacción.

Una vez hubimos terminado pregunté a Alberto a que se refería con lo que había dicho antes acerca de la fiesta, pero el me replico que no me preocupase en ese momento.

Alberto se levantó de la cama y se acercó a el asiento que estaba frente a esta, donde se encontraba atada Ludmilla. Había estado allí todo el tiempo, sin poder intervenir, pues estaba atada a aquel sillón, por cierto, con las piernas bien abiertas. Estaba así como castigo por no haber estado bien depilada el día anterior. El castigo consistía en que permanecía sentada con las piernas abiertas al máximo, los labios del coño abiertos y estirados hasta el limite gracias a unas pinzas metálicas de cocodrilo que generaban una gran presión y que estaban unidas a sendas cadenitas atadas a los brazos del sillón. En el culo tenía insertado un vibrador metálico que marchaba a toda potencia, mientras que otra pinza metálica oprimía su clítoris, la cual, al igual que el vibrador, estaba conectada con sendos cables a un regulador de corriente con temporizador y a una batería, de manera que cada tres minutos recibía una descarga de mediana intensidad que hacía que se debatiese entre espasmos en el asiento. Esos movimientos incontrolados hacían que los labios vaginales se estirasen aun mas y además como tenía enrolladas alrededor de la base de cada una de sus preciosas tetas una cuerda, las cuales a su vez estaban atadas al respaldo del sillón, resultaba que con cada movimiento en una dirección el pecho del lado contrario era oprimido y estirado. El tormento sobre sus pechos no terminaba ahí pues en cada uno de sus protuberantes pezones había prendida una pinza de la cual pendía una pesa de modo que a cada movimiento las pesas se balanceaban estirando aun mas sus pezones. Ludmilla tenía los pechos morados y los pezones increíblemente estirados, se le habían saltado las lágrimas de dolor pero aun así había en el asiento del sillón una mancha de flujo que goteaba hasta el suelo.

Alberto acercó su polla morcillona a la cara de Ludmilla quien abrió la boca y con gesto suplicante acercó la cabeza con animo de chuparla. Sin embargo mi padre le agarró la cabeza antes de que llegase a engullir su pene, mientras que con la otra mano agarró su nabo y lo apuntó a la boca de la ucraniana. Comenzó a salir un grueso chorro de amarilla orina que era recogido por Ludmilla en su boca. Esta tragaba todo lo que le era posible pero era tan grande el caudal que le costaba hacerlo y alguna parte de la meada se derramaba por su cuerpo. Pronto se unió Stephan y con tanta cantidad de cerveza humana apenas podía Ludmilla tragar ni la mitad de aquel río dorado, de manera que el amarillo torrente también regaba su cuerpo. Cuando los chicos hubieron terminado llegó mi turno. Me coloqué en pie sobre el asiento del sillón pisando los muslos de nuestra criada eslava con mis zapatos de tacón de aguja, los preferidos de mi padrastro cuando me monta, y apuntando con mi coño a la boquita de nuestra esclava. Lentamente deje brotar mi orina que ella recibió con deleite pues sin perder ni una gota fue tragando la meada que yo le ofrecía. Cuando terminé acerqué mi coño a Ludmilla quien me lo limpió de las ultimas gotas de orina lamiéndome a conciencia el coño.

- Espero que esta vez hayas aprendido la lección - dijo mi padrastro con tono severo a Ludmilla - La próxima vez no seré tan clemente.

Yo me puse a desatar a Ludmilla mientras el hermano de esta y Alberto salían de la habitación. La cara de satisfacción de la ucraniana y el inmenso charco de flujo que había dejado en el sillón y el suelo no hacían sino indicarme que había hecho que la castigasen aposta. Sabía que mi padre es muy maniático con ese tipo de asuntos y no era la primera vez que la castigaba por algo de ese estilo, así que no había otra explicación que la de que lo había hecho para ser castigada, de manera que Ludmilla iba a resultar una esclava a la que le gusta ser maltratada a fondo. Resultaba un descubrimiento interesante. Una vez suelta la criada se agachó y comenzó a lamer sus fluidos de la gran mancha que estaba en el suelo, justo como había tenido que hacer muchas veces anteriores cuando el semen o los flujos de alguno o alguna de nosotros había acabado en el suelo. Ahora quedaba claro que Ludmilla había ido buscando el castigo, pues resultaba que sin necesidad de ninguna indicación estaba haciendo algo que sabia tendría que hacer con total seguridad. Espere a que Ludmilla se levantase del suelo y en ese momento le di un fuerte bofetón en la cara, dejando su mejilla roja y con mi mano marcada en ella.

- Te crees muy lista Ludmilla, pero yo se que lo has hecho para que te castiguen y eso no me

hace gracia. Yo fui quien te domo y ahora quieres que sea mi padre quien te maltrate, eso me parece una falta de respeto así que mucho cuidado con lo que haces a partir de ahora - advertí a nuestra criada.

Ludmilla miro al suelo con cara de arrepentimiento y en ese momento le levante la cabeza y le di otro bofetón igual de fuerte en la otra mejilla. La chica se toco la cara y me sonrió con cara de satisfacción. Estaba encantada después de que le hubiese dado dos ostias y parecía que le gustaría recibir muchas mas. Me contuve para no seguir porque sabia que cualquier tortura a que sometiese a Ludmilla, que no estuviese autorizada por Alberto, supondría un castigo para mi, así que me marché.

De todos modos no le di muchas mas vueltas al asunto de Ludmilla, pues me interesaba mas lo que me había dicho Alberto sobre una gran fiesta para el siguiente fin de semana. Una fiesta en la que me presentarían en sociedad. Me imagine que se trataría de una fiesta a la que acudiría lo mas granado de la alta sociedad de la ciudad, ataviados todos con nuestras mejores galas y en la que se servirían increíbles manjares, y si bien no estaba del todo equivocada, tampoco mis ideas se acercaban a la realidad.

Una primera pista acerca del carácter poco convencional de la fiesta que se avecinaba me la proporciono el modo en que esta estaba siendo preparada. Desde el lunes no pude entrar en el gran salón de la casa y si bien es cierto que rara vez entro allí el hecho de que me llegasen a impedir la entrada ya me pareció extraño. Por otro lado también era extraño el hecho de que los preparativos de la fiesta, cosas como el catering y la miríada de cosas que se necesitan para preparar una fiesta por todo lo alto, no estuviesen a cargo de una empresa. En la propiedad entraban furgonetas que no llevaban ningún logotipo identificador de alguna empresa, aunque no dejaban de traer cosas, y los operarios que instalaban todo aquello tampoco parecían formar parte de ninguna empresa conocida, aunque hacían su trabajo, al menos la parte que podía ver, con toda eficacia y rapidez.

Lo que supuso la confirmación de que lo que se aproximaba no era la clase de fiesta que yo había imaginado era que por parte mi madre y mi padrastro no hicieron ningún tipo de preparativo con respecto a la clase de ropa que deberíamos llevar. Esto ultimo me llevo, un par de días antes del viernes, día de la fiesta, a decirle a mi padrastro con suma seriedad e interrumpiendo su visionado de una película de porno inter racial: - Alberto, me parece que estas olvidando un aspecto con respecto a esa fiesta del viernes.

Alberto cogió el mando a distancia del reproductor de DVD y pulsó el botón de pause congelando la reproducción de la película, y apartando la mirada de la pantalla, donde había quedado fija la imagen de dos chicas rubias de apenas 18 años chupando una inmensa polla negra de por lo menos 20 cm de largo, me preguntó: - ¿A que demonios te refieres, cariño?.

- Aun no me habéis dado ni un céntimo para que me compre un vestido apropiado para la fiesta - replique yo un tanto enfadada.

- ¿Solo es eso? - dijo Alberto con voz de fastidio - No te preocupes por comprar ropa nueva, no vas a necesitarla.

- No pensaras que voy a ir a la gran fiesta en la que me presentareis en sociedad con ropa normal, o es que esperáis que vaya desnuda.

Alberto se quedo mirándome con cara de diversión y me dijo: - Entendiste mal, yo no dije que te presentaríamos en sociedad, sino en la sociedad.

- ¿Que quieres decir? - pregunté un tanto perpleja, aunque ya esperaba por donde fuesen los tiros.

- Será mejor que te explique todo a fondo. Yo me estaba refiriendo al grupo del que tu madre y yo formamos parte. Este no tiene nombre, algunos lo llamamos la sociedad, otros el grupo, los mas explícitos el circulo vicioso, en el fondo se trata de un conjunto de personas, hombres y mujeres, a las que nos va el sexo salvaje, unidas por una serie de gustos muy particulares, de los cuales podríamos señalar dos como comunes a todos, somos bisexuales y nos gusta el sadomasoquismo.

- Vaya - exclamé yo, para luego añadir - Aunque la verdad, esto no me pilla totalmente de sorpresa porque me parecía muy raro todo lo que rodea esta fiesta. Bueno, después de tu aclaración que mas debería saber.

- Bueno - dijo Alberto tras pensar unos momentos que era lo que me iba a contar - Para empezar te diré que este club lo formamos unas 150 personas, de ellas aproximadamente 50 son amos y amas y el resto esclavos, aunque el viernes no nos reuniremos todos. Todos los miembros son gente de nivel social medio y alto, incluyendo a personas con altos puestos en la administración de justicia, la policía, la fiscalía, la enseñanza, el mundo empresarial, todo lo cual hace que aunque podamos infringir la ley quedemos a salvo de posibles problemas legales. Entre los miembros es común la existencia de relaciones de parentesco, de modo que la pertenencia a la sociedad pasa de padres a hijos muy a menudo, aunque con una condición, que es que quien introduce al nuevo socio tenga la categoría de amo o ama, pues los esclavos por si mismos no pueden introducir a nuevos miembros, necesitan en todo caso que un amo o ama intervenga para poder proponer a un nuevo miembro. Por otro lado, los amos al introducir al nuevo integrante decide la categoría que tendrá este en la sociedad, estableciendo si el nuevo integrante es amo o esclavo en cualquiera de sus diversos niveles.

- ¿Niveles? - pregunté a Alberto interrumpiendo su relato.

Este me miró con cara de fastidio y continuó su explicación: - Hay cinco niveles, cada uno tiene una serie de practicas particulares a cada uno de ellos, cada vez de mayor dureza. Comunes a todos los niveles es el sometimiento de las esclavas y esclavos a las siguientes prácticas: penetraciones vaginales, anales y orales, dobles penetraciones, fist-fucking, introducciones de objetos cuyo grosor no exceda de un puño, corridas faciales con ingestión del semen y lluvia dorada sin necesidad de deglución. En el primer nivel de esclavitud la única particularidad es que se puede someter a los esclavos a ataduras simplemente inmovilizantes. En el segundo y siguientes niveles son prácticas comunes a ellos: la ingestión de la lluvia dorada, así como la introducción de objetos de grosor superior a un puño. Luego el segundo nivel tienes como actividades específicas: los azotes que no dejen marcas, colocación de pinzas, colocación de pesas no superiores a 400 gramos, así como las ataduras de compresión leve. En el tercer nivel son actividades propias de los esclavos: la coprofilia sin necesidad de ingestión, las ataduras de compresión media, los azotes que no dejen cicatrices aunque si moretones, la colocación de pesas superiores a 400 gramos e inferiores a 800, la practica de sexo oral con animales, la recepción de cera ardiente y ser usados como acericos solo con agujas hipodérmicas. En el cuarto nivel las practicas exclusivas son: la colocación de pesas superiores a 800 gramos, la zoofilia completa, la coprofilia con deglución de los excrementos, las ataduras de compresión fuerte, ser usados como acericos con cualquier tipo de agujas, ser marcados a fuego, bien con cigarrillos u otros objetos, la causación de heridas no profundas.

Yo estaba alucinada, realmente les iba el sexo extremo y de que manera, pero no me había dicho nada acerca del quinto nivel. - ¿Que pasa con el quinto nivel? - pregunté con intriga.

- Bueno, el quinto nivel es una situación muy rara. En 15 años que llevo en la sociedad nunca ha habido un esclavo de nivel 5º, pero te puedo decir que a los esclavos y esclavas de 5º nivel se les puede torturar hasta la muerte, de ahí su rareza, al menos en la actualidad. En periodos anteriores, hubo algunos esclavos y esclavas de ese nivel, pero la última esclava del 5º nivel se remonta a hace casi treinta años. Fue una chica que murió a los 19 años, introducida como esclava de ese nivel por sus propios padres. Entre otras cosas que hizo fue ser penetrada por 9 hombres a la vez para lo cual le llegaron a sacar los ojos y a amputarle las piernas a la altura de las ingles para permitir que en su coño y culo se pudiesen albergar hasta cinco pollas a la vez y que sendos penes entrasen en las vacías cuencas oculares, lo cual unido a las dos pollas que se introdujeron en su boca llevo el total a nueve. Fue sometida a muchas mas torturas brutales y murió empalada a manos de sus padres y hermanas.

Aquella revelación me puso los pelos de punta a la vez que me excitó sobremanera. Realmente era un club muy salvaje, pero me encantaba la idea de formar parte de él. Lo único que me preocupaba era saber que puesto iba a tener yo.

- ¿Como qué voy a entrar yo en la sociedad? - pregunté con cierta aprensión.

- Debería dejarte con la duda hasta el viernes, pero te lo diré. Mientras que Ludmilla, Stephan y Akiko van a entrar como esclavos de nivel dos, tu lo harás como ama. Así que desde este momento ya no te someteré a mas tormentos, salvo que me lo pidas - me reveló Alberto - Una última cosa que debes saber. A la hora de usar a los esclavos, estos no pueden negarse a nada que entre dentro de las obligaciones de su nivel, aunque pueden optar libremente por someterse a practicas propias de un nivel superior, pero en todo caso si la practica supone la causación de marcas o heridas a los esclavos antes debes contar con el consentimiento de su amo, pues este puede considerar que en determinado momento no se puede someter a según que practicas al esclavo a fin de no perjudicar su utilidad y su estado físico. Generalmente lo que hacen los amos con esclavos del nivel superior es colocar una etiqueta a sus esclavos indicando si no pueden someterse a según que practicas, a fin de no tener que estar preguntando en medio de la fiesta. Si quieres saber mas en la biblioteca de abajo camuflada como una obra sobre la historia de Grecia hay toda una narración sobre la historia de la sociedad desde sus primeras andanzas.

Sin perder un momento bajé a la biblioteca y busqué el libro en cuestión, resultando que se trataba nada menos que de una obra con seis volúmenes y los seis trataban de la historia de la sociedad, la cual se remontaba a hacia casi cien años. Todo aquello era asombroso y también cierto pues había numerosas fotos de los miembros en sus orgías y se podía ver con todo lujo de detalles las cosas que hacían, incluyendo alguna en la que se podía ver a esclavos y esclavas de nivel 5º sometidos a torturas brutales. El texto se explayaba en mas detalles acerca de los miembros, sus vidas, las cosas que hacían en las orgías, sus gustos y muchos mas detalles, aparte de tratar sobre la forma de actuar de la sociedad y como le habían afectado los cambios que a los largo de casi 100 años había sufrido el país y sus gentes. Aquella noche me acosté tardísimo pues estuve ojeando todos los tomos, aunque la lectura en profundidad la empezaría al día siguiente, y con un estado de excitación que hacia difícil poder esperar hasta el viernes. Me apetecía una buena follada, pero ya era muy tarde y si me hacia follar seria aun mas tarde cuando me acostase y como al día siguiente tenía clase tuve que aguantarme.

Pasó el tiempo, no lo suficientemente rápido desde mi punto de vista, y llego el viernes, el día de la fiesta. A primera hora de la tarde entró en la finca una furgoneta blanca y de ella bajaron nada menos que dos de mis profesores de la facultad, acompañados por dos enfermeras y un enfermero. Yo me quede alucinada al verles, sobre todo cuando dijeron que venían a la fiesta. Traían varios maletines de equipo medico para análisis, y mientras uno de mis profesores preparaba todo con la ayuda de los auxiliares en uno de los salones de la casa, el otro me explicó que antes de una fiesta todo el mundo se sometía a un análisis de sangre para ver que todo estaba correcto, pues en las orgías corría el semen y otros fluidos corporales libremente y para evitar disgustos era necesario tomar ese tipo de precauciones. A mi me pareció estupendo y yo fui la primera a la que le extrajeron sangre para analizar. Tras de mí fueron Stephan, Akiko y Ludmilla quienes pasaron por el análisis, quedando en todos los casos probado que estábamos limpios de cualquier ETS. Después nos tuvimos que quitar de en medio, pues solo nos podrían ver los demás invitados una vez reunidos todos los asistentes. Yo fui a mi habitación, desde cuya ventana podía ver el camino de acceso a la casa. A través de los ventanales y oculta tras las cortinas pude ver los numerosos automóviles que llegaban a la casa, lo cual me dio la explicación de porque mi padrastro había hecho construir bajo la casa un aparcamiento mas propio de un gran almacén que de una vivienda, y también porque la casa contaba con un salón que no desentonaría en un palacio real debido a sus grandes dimensiones. Todo eso lo había hecho pensando en fiestas como aquellas. Entre tanto estuve ataviándome con las ropas que me había aconsejado mi madre, de manera que calzaba unas botas de cuero negro con caña hasta las rodillas y tacón de aguja metálico y vestía unas medias de rejilla negras con liguero de encaje a juego, unas bragas de látex rojo con una abertura central cerrada con cremallera y un corpiño de cuero negro y remaches metálicos que dejaba al descubierto mi pechos.

Una vez dejaron de entrar coches supuse que todos estarían ya reunidos allí, de manera que me dirigí a la sala de seguridad. Era una sala desde donde se controlaban las cámaras de seguridad que vigilaban la casa y donde estaban los equipos de grabación donde se registraban las imágenes captadas por las cámaras. El sistema funcionaba automáticamente haciendo innecesaria la presencia de vigilantes, pero también se podían controlar las cámaras manualmente y eso es lo que hice. A través de un monitor pude ver aproximadamente unas ochenta personas reunidas en la habitación donde se estaban haciendo los análisis, que poco a poco iban pasando al salón principal. Entre la gente que vi a través del monitor observe a varios personajes muy conocidos de la provincia como el presidente de la Audiencia, la Fiscal Jefe, el jefe de policía, el obispo, varios empresarios de la construcción y no me cabía la menor duda de que entre los demás invitados habría mas gente de renombre. Por otra parte, el grupo tenía una composición un tanto dispar, pues había mas mujeres que hombres, unas cincuenta mujeres frente a treinta hombres, la edad de los integrantes era también muy diversa, oscilando desde los 16 años a los 55, incluso su raza era variada pues había varios individuos de raza negra y también de procedencia asiática.

Poco a poco se fue despejando ese salón, a medida que sus ocupantes pasaban el análisis y entraban en el salón donde la orgía tendría lugar. En ese momento volví a mi habitación, justo cuando Alberto llegó allí para llevarme a la orgía junto a mi madre, quien llevaba un collar en el cuello que señalaba su nivel de esclavitud con un número dos escrito con cifras romanas como único atuendo, Akiko, Ludmilla y Stephan, yendo estos tres totalmente desnudos.

Entramos en el salón donde todo el mundo estaba expectante, los amos de pie y la mayoría de los esclavos de rodillas. El salón no se parecía en nada a como estaba habitualmente. Para empezar habían retirado todos los muebles salvo la gran mesa que estaba en el centro donde se encontraba el estupendo bufete que se podría degustar durante la fiesta. La forma de presentarlo era muy espectacular pues sobre la mesa estaban tumbadas dos esclavas con el cuerpo cubierto por diferentes viandas a cual mas apetitosa. Además, en uno de los extremos de la mesa estaban puestas a cuatro patas, cuatro esclavas y dos esclavos que servían como botelleros, ya que tenían introducidas en sus agujeros corporales, botellas, dos en el caso de las chicas y una en el de los chicos, de medio litro conteniendo diversos licores, pero también había cuatro, de las cuales dos contenían semen y dos orina. Y no era esta la única muestra de mobiliario humano, ya que en las esquinas del salón había otras dos chicas y dos chicos, también a cuatro patas, con sendas velas de grueso calibre encendidas metidas en el culo y en el caso de las chicas también en el coño.

En cuanto al nuevo mobiliario, había alrededor de la sala un buen numero de sillas con un peculiar asiento, pues en todas ellas había un grueso falo de plástico dispuesto a acomodarse en el culo o el coño de quien tomase asiento, también se había dispuesto un gran sillón colocado frente a un extraño artefacto, que pronto utilizaría yo. Por otra parte había un par de cepos de madera del más puro estilo medieval, donde estaban colocados un esclavo y una esclava listos para ser torturados, varias cadenas y cuerdas colgaban del techo para poder suspender allí a quien se desease, en una de las paredes habían colocado unas espalderas para poder someter a azotes a más esclavos y también había un par de sillones de ginecólogo para juegos de este estilo y unas cuantas camas para poder follar de manera cómoda.

Nos colocamos en el centro de la sala con todo el mundo alrededor. Mi padrastro cogió a dos esclavas e hizo que se pusiesen a cuatro patas una junto a la otra, para luego subir en tan particular estrado.

- Bienvenidos a todos, amos y amas, esclavas y esclavos - dijo mi padre desde su atalaya sobre las espaldas de las dos esclavas - Un fin de semana mas nos reunimos para disfrutar de nuestros gustos, pero en esta ocasión serán varias las circunstancias especiales. Espero que esta reunión sea memorable y pase a los anales de la historia de nuestro circulo en un lugar destacado.

Todos aquellos que podían comenzaron a aplaudir interrumpiendo el parlamento de Alberto. Este espero unos momentos antes de indicar a los demás que guardasen silencio a fin de continuar con su exposición.

- Para empezar los eventos de este fin de semana, hoy recibiremos a cuatro nuevos integrantes: Mi hijastra Sabrina que ingresará como ama, el sobrino transexual de mi mujer Akiko que entrará como esclavo de nivel dos, y mis criados Stephan y Ludmilla que también serán esclavos de nivel dos. Pero como todos sabéis no serán integrantes de nuestro circulo mientras no sean iniciados, así que comencemos con la iniciación.

Mi madre me llevó hasta el sillón de cuero negro que tenía el extraño artefacto frente a él, mientras que los amos cogían a Ludmilla y Akiko y las amas a Stephan. Mi madre me sentó en el curioso asiento y me inmovilizó los brazos y las piernas, dejandome estas parcialmente abiertas, con las correas que tenía el sillón. Luego reclinó parcialmente el respaldo dejandome en una posición casi tumbada, para acercar luego la extraña maquina aun mas al asiento. Alcé lo que pude la cabeza y vi como apartaba mi madre la cubierta que tapaba parcialmente el artefacto. Ante mi y apuntando a mis agujeros tenía dos enormes consoladores negros unidos a aquel chisme por sendos pistones metálicos.

Mi madre me colocó un bozal en la boca de manera que no pudiese chillar ni hablar pero este era realmente un tubo que me hacia estar con la boca abierta al máximo, de forma que pudiese recibir las corridas o las meadas o lo que fuese que me diesen a beber o tragar. Luego lubricó bien los consoladores al igual que mi coño y mi ano y me introdujo aquellos dos monstruos de látex negro. Alberto se acercó a la máquina a la que estaban unidos los dos consoladores y la encendió, haciendo que los pistones que estaban rematados por los falos de plástico comenzasen a moverse, primero lentamente pero de manera progresiva aumentando su velocidad.

Mientras los dos consoladores iban dilatando mis grietas vi como el resto de miembros del circulo se lanzaba sobre las nuevas adquisiciones. Los amos cogieron a Ludmilla y Akiko y las tumbaron sobre los catres que había allí colocados mientras que las amas cogieron a Stephan y lo colocaron en un cepo dejandole indefenso y con el culo en pompa. Los esclavos y esclavas se colocaron alrededor de la habitación, algunos de ellos tomando asiento en las particulares sillas y clavandose en el culo o el coño los consoladores de los asientos, mientras que otros se colocaban de rodillas. Los amos comenzaron a hacer cola ante Ludmilla y Akiko para follarse a las dos nuevas esclavas.

Como eran bastantes estaban haciendo completo uso de los agujeros de la ucraniana y de mi primo transexual, de manera que la primera estaba siendo follada por el coño, el culo y la boca mientras que Akiko daba completo uso a su culo y a su boca. Los amos les daban unas acometidas brutales, follando con toda su fuerza a las nuevas esclavas, las cuales a cada pollazo parecía que iban a reventar. Los amos se tomaban muy en serio su labor y no trataban de acortar sus folladas para ceder su puesto a otro, muy al contrario aunque estaban follando de manera salvaje a las dos nuevas putas se contenían antes de correrse, alargando así el uso de sus nuevas monturas.

El resto de los folladores estaban impacientandose ante la larga duración de las folladas que sus antecesores estaba proporcionando a Ludmilla y Akiko, de manera que cogieron a un par de esclavas de unos dieciocho años que estaban de rodillas junto a la pared. Se pusieron junto a las camas donde estaban montando a las dos nuevas adquisiciones y ambas hicieron unas cosa que me dejo alucinada. Se quitaron sendas dentaduras postizas quedando sus bocas totalmente desdentadas y comenzaron a chupar y tragar toda polla que se puso a su alcance. Los tipos clavaban sus pollas sin piedad en aquellas dos bocas sin dientes como si estuviesen follando dos coños, algunos de ellos se agarraban de las orejas de las chicas y daban profundas estocadas hasta que sus cojones chocaban con los labios de las esclavas.

En ese momento la cosa empezó a acelerarse y por fin los primeros sementales terminaron de follar a Akiko y Ludmilla dejando el turno a los que estaban follando bucalmente a las dos jóvenes esclavas. Los que acababan de abandonar los agujeros de mi criada y mi primo transexual se acercaron hasta donde estaba yo, meneandose sus enhiestas pollas hasta que uno por uno colocaron el glande de sus pollones junto a mi abierta boca y comenzaron a descargar sus huevos en mi hocico. Como no podía cerrar la boca el semen se deslizaba por mi lengua hasta la garganta hasta llenar por completo mi boca, en ese momento me trague aquella copiosa corrida de color amarillento y fuerte olor, lo que delataba que muchos llevaban bastante tiempo sin correrse, esperando esa ocasión.

Fue justo cuando recibí la primera descarga seminal cuando sentí una cosa que no esperaba, los vibradores que percutían rítmicamente mi coño y mi culo aumentaron el ritmo, y no solo eso, sino que ademas se inflaron abriendo aun mas mis ya dilatadas rajas. La sensación era brutal, muy superior a cuando me habían hecho fist-fucking, pero gracias a mi habilidad para dilatar mis grietas podía disfrutar relativamente de la situación pues el dolor que sentía no era mucho, al contrario era hasta algo agradable.

Deje de prestar atención a Akiko y Ludmilla y pase a observar a Stephan, a quien las amas habían atado a un cepo, dejando su culo en pompa. Le habían colgado de la polla y los cojones algunas pesas que estiraban grotescamente sus huevos y su polla, la cual aun y con todo estaba erecta. Las amas le estaban azotando por turnos con unas paletas, de modo que tenia el culo tremendamente rojo, pero aun con todo aguantaba bien el dolor. Las mujeres pararon de azotar al jardinero y comenzaron a untarse las manos con aceite, y también el ojete de Stephan. Empezaron a meter sus dedos en el culo del ucraniano de modo anárquico, todas pugnaban por meter alguno de sus dedillos en el interior del orificio anal, pero evidentemente no era fácil, primero porque eran muchas tratando de hacer lo mismo, por otro lado Stephan había sido sodomizado numerosas veces pero nunca había sido sometido a un verdadero tratamiento de dilatación como aquel.

De todos modos, poco a poco eran cada vez mas los dedos que conseguían acomodarse en el interior del cada vez mas dilatado ano de Stephan y después de ver como tenia casi dedos de seis mujeres, vi como una de ellas metía todo su puño en el interior del culo del hermano de Ludmilla. El chico gimoteaba con una mezcla de dolor y placer difícil de describir, debatiendose entre espasmos y con el culo convertido en un cráter enrojecido y sangrante. La cosa no paró ahí y las amas continuaron ensanchando el esfínter del criado y sin tardar demasiado vi como otra chica ponía junto a la primera su puño dentro del culo del ucraniano, cierto que era una jovencita de unos 15 años y su mano era pequeña, pero aun así aquello suponía una dilatación bestial del hasta entonces casi virginal culo de Stephan.

Mientras tanto Akiko y Ludmilla seguían siendo folladas enérgicamente por los hombres, pues no se trataba tan solo de que fuesen penetradas por los amos, pues también los esclavos estaban clavando sus penes en los agujeros de mi primo transexual y mi criada ucraniana. A medida que iban estando a punto para descargar sus cojones, venían los chicos y derramaban en mi boca su néctar masculino llenandome totalmente de semen. Pero no paraban aquí las practicas de nuestra orgia, por ejemplo un grupo de amos que ya se habían corrido en mi boca cogieron a una esclava de unos 17 años y la colocaron con su culo apuntando al techo.

Uno de ellos comenzó a separar al máximo las nalgas de la joven abriendo así el ano todo lo posible sin introducir nada en el. Los demás se acercaron a la mesa donde estaban las viandas y cogieron unos plátanos y kiwis. Luego volvieron junto a la esclava y tras pelar las frutas, comenzaron a introducirlas en el ano de la chica. Las frutas comenzaron a perderse en el interior del dilatado ojete de la joven, primero sin demasiada dificultad, y posteriormente con mayor esfuerzo, pero aunque las frutas estaban quedando totalmente machacadas acabaron por entrar en el interior del recto de la joven. En ese momento los hombres comenzaron a meter sus pollas en el interior del culo de la esclava, haciendo totalmente puré los plátanos y los kiwis. Se turnaban en la labor introduciendo sus pollas totalmente y dando unas cuantas estocadas profundas en el ano de la jovencita para luego sacar sus nabos completamente llenos de aquella curiosa masa.

En ese momento algunos esclavos estaban allí dispuestos para limpiar con sus bocas las pringosas pollas antes de que volviesen a internarse nuevamente en el ano de la esclava. Estuvieron haciendo puré en el interior del joven recto durante casi un cuarto de hora, tiempo en el que pude disfrutar de otra ración de semen, hasta que un par de los tipos se dirigieron a donde estaban las botellas. Cogieron del culo y el coño de una de las chicas que hacia de botellero dos botellas, una con semen y otra con orina. Luego vertieron todo el contenido de ambas botellas en el interior del culo de la chica, hasta que el liquido empezó a rebosar. Aun quedaba algo de liquido en las botellas y se lo dieron a beber a un par de esclavas de unos 40 años que se bebieron el semen y la meada sin desperdiciar ni gota. Volvieron a meter sus pollas en el interior de la chica, pero esta vez brevemente pues en cuestión de segundos colocaron un gran bol en el suelo y le dieron la vuelta a la coctelera humana que habían improvisado. Del enorme cráter anal de la chica surgió un torrente formado por el curioso batido preparado por los chicos y que estaba formado por semen, orina, plátano, kiwi y mierda de la joven. Una vez se vació totalmente la chica los tipos cogieron el bol y le dieron a beber a la esclava que dio un largo trago disfrutando del escatológico batido. Pero no fue la única que bebió pues también lo hicieron los tipos que habían preparado el mejunje, ademas de varios esclavos y esclavas.

Pero la utilización salvaje de los esclavos y esclavas no terminaba ahí. Entre otras cosas podía ver como un tipo había cogido a una chica de unos 16 años y la había inmovilizado en un cepo dejandola a cuatro patas totalmente inmóvil. Cogió unas pinzas metálicas de cocodrilo y las prendió en las incipientes tetas de la chica, así como en los labios del coño de la pequeña puta. A continuación tomó unas gruesas pesas y las enganchó en las pinzas para así estirar grotescamente los jóvenes atributos de la zorra. No quedó ahí la tortura, el hombre desapareció unos minutos de la sala para volver acompañado por un gran danés que puso junto a la chica. El tipo se puso debajo del perro y comenzó a masajear la polla del perro y luego a chupar la gran polla del can. Este pronto tuvo su mástil totalmente en forma y en ese momento el tipo dejo de chupar aquel enorme nabo y colocó al perro en posición sobre la chica introduciendo el nabo canino en el coño de la esclava, en el cual apenas cabía.

El perro conocía su trabajo y comenzó a dar fuertes empellones metiendo su polla hasta lo mas profundo del coño de la chica arrancando a esta gemidos de placer y dolor. Fueron minutos de gran intensidad con el gran danés empalando a la putita con mucha fuerza, hasta el punto que las pesas que colgaban de las tetas y el coño de la chica se balanceaban salvajemente de un lado a otro. El tipo se masturbaba frenéticamente viendo el espectáculo hasta que la chica lanzó un aullido espeluznante, y que se debía a que el perro le había introducido todo su bulbo dentro del coño. En ese momento el tipo se abalanzó sobre el coño de la chica, agarró el pene del can y sorprendentemente lo sacó de un tirón entre una gran cantidad de sangre de la esclava. El hombre comenzó a lamer el nabo cubierto de sangre hasta que el perro se corrió en su boca, y él se dedicó a tragar con glotonería la gran cantidad de semen. Después terminó de masturbarse eyaculando en un vaso y luego bebiendo su semen degustandolo lentamente en varios tragos.

Otro grupo de amos había cogido a una mujer de unos 40 años y la ataron a un aspa que había en una esquina, dejandola con las piernas totalmente abiertas, así como los brazos alzados. Uno de los amos, un tipo negro de polla enorme, cogió una fusta de cuero, pero con núcleo metálico y comenzó a azotar los brazos de la mujer. Daba los latigazos con calma, pero con mucha fuerza, dejando rojizas marcas en la increíblemente blanca piel de la mujer. Sin apresurarse, fue cubriendo de golpes ambos brazos en toda su longitud sin que la mujer dejase escapar mas que algún suspiro de placer. Después el negro dio un fuerte fustazo a la esclava en la parte superior de sus tetas dejando sobre ellos una larga marca roja que cruzaba el pecho de la zorra. En ese momento otro de los amos que hasta el momento había estado montando a un transexual de unos 17 años que resultaba ser el hijo de la esclava se acercó a esta con un acerico en las manos. Comenzó a sacar agujas de este y cuando encontró las que le satisfacían empezó a clavarlas en el pecho de la esclava. El tipo clavaba las agujas poco a poco, rotando un poco la gorda cabeza metálica de las gruesas agujas de costura para que la aguja se clavase mas en la carne.

Aun así la esclava no gritaba en absoluto solo débiles gemidos escapaban de su boca, pero era difícil saber si eran gemidos de dolor o de placer, pero la mirada lujuriosa de la sierva indicaba que se trataba de lo segundo. Las dos ultimas agujas las clavó atravesando de parte a parte los pezones de la mujer. Numerosas gotas de sangre brotaban de donde habían sido clavadas las agujas y pronto fueron aun mas cuando el negro volvió a azotar las maltrechas tetas. Un tercer amo se acercó a la esclava y le colgó sendas pesas de las agujas que atravesaban los pezones, estirandolos de modo brutal agrandando el agujero causado por las agujas y aumentado la cantidad de sangre que brotaba de las heridas. El hijo transexual de la sierva estaba lamiendole el culo al negro cuando este lo apartó e hizo que el chico comenzase a lamer la sangre a la vez que le clavaba su gorda polla al chaval, metiendosela hasta los cojones. Por su parte el tipo de las agujas se colocó tras la madre y también comenzó a sodomizarla a la vez que apretaba las tetas a la sierva aumentando la cantidad de sangre que brotaba de las heridas y que el chico lamia solícitamente. Estuvieron así un rato y cuando llego la hora de que descargasen sus cojones se acercaron a mi.

El negro y su compañero fueron los únicos que repitieron en lanzarme su corrida, pues ya me habían dado una ración de su semen cuando montaron a Ludmilla y a Akiko, y fueron también los que pusieron fin al bukkake que me bautizó como miembros de aquel vicioso grupo. Estaba totalmente cubierta por esa deliciosa materia, que en algunos de los sitios de mi cuerpo donde había aterrizado se estaba secando. Mi madre se acercó a mi con los pechos y las nalgas totalmente rojos debido a la tanda de azotes que había recibido mientras a mi me cubrían de semen y me soltó del asiento tras sacarme aquellos inmensos vibradores. Una vez libre recogí con mis manos todo el semen que pude y me lo trague lentamente, saboreandolo totalmente. Vi como Akiko y Ludmilla tenían sus orificios realmente irritados pues habían sido folladas por todos sin recibir ni una gota de semen como lubricante. Un grupo de amos cogieron a Akiko y Ludmilla y las tumbaron bajo el potro donde Stephan seguía atado y con el ano dilatado de manera bestial. En ese momento los amos se acercaron y comenzaron a orinar en el interior del enormemente abierto ojete del ucraniano. Uno tras otro fueron vaciandose en el interior de los intestinos del chico hasta que estuvieron repletos y entonces la orina empezó a caer sobre mi criada y mi primo. Empezaron a beber todo lo que pudieron pero era una verdadera catarata de manera que la meada terminó por bañarlas, sobre todo porque para rematar la jugada las amas mearon directamente sobre las nuevas esclavas.

Entonces mi padrastro nos proclamó como nuevos miembros de aquella sociedad secreta y pervertida​




Continuará
 

heranlu

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En Familia - Capítulo 08




Después de la bestial orgia del viernes, que supuso mi iniciación y la de Stephan, Ludmilla y Akiko en el especial grupo de pervertidos del que formaban parte mis padres, la actividad en la casa no se reinició hasta bien entrada la mañana del sábado. Poco a poco se fue levantando la gente y tras asearnos todos bajamos al salón a desayunar. Durante el desayuno las cosas no se desbocaron demasiado, dentro de lo que era posible en un ambiente como aquel, de manera que pude ver como varias amas ordeñaban a diversos esclavos para obtener su semen y usarlo para aderezar su desayuno, y también a algunos amos eyacular sobre el desayuno de las esclavas, las cuales devoraron su desayuno una vez así dispuesto. Yo también cogí a un esclavo para obtener su semen y usarlo en mis tostadas, cosa que verdaderamente me encanta.

Lo mas espectacular fue ver como ordeñaban a tres esclavas, dos de ellas estaban recién paridas, y la tercera tenía una barriga espectacular pues estaba embarazada de gemelos. Como a tres vacas las ordeñaron hasta vaciarles las ubres, y luego su leche sirvió para añadirla al café de varios amos y amas, y también para que yo me tomase un buen vaso de leche.

También pude ver a varias esclavas y esclavos disfrutar de tostadas con una buena ración de caviar humano recién salido del recto de una chavala de unos 16 años, aunque no fueron los únicos en degustar tan escatológica vianda, pues varios amos y amas también lo saborearon. En definitiva, aquel desayuno era un festín de lo mas depravado que nadie pueda imaginar, pero lo cierto es que a mi aquello me gustaba, incluso cosas que en principio hubiese desechado sin haberlas siquiera visto.

Tras el desayuno abandonamos el salón para que los esclavos y esclavas encargados de la limpieza adecentasen la estancia. La mayoría del grupo optó por salir fuera de la casa, para disfrutar las delicias de una mañana veraniega. Evidentemente en el exterior continuó la delirante actividad sexual que nos embargaba. La gente se desperdigó por todo el enorme jardín formando grupos según las practicas que quisiesen realizar. Yo me tumbé en una hamaca en un lugar estratégico para poder observar a la mayor parte de los invitados. Lo primero que me llamó la atención fue ver como una pareja de unos 45 años paseaba acompañados por una chica de unos 18 años, un tanto rellenita y con unas enormes tetas que colgaban bamboleantes, tres grandes daneses de unas dimensiones descomunales incluso para esta raza de perros. El marido y la mujer iban caminando pausadamente aguantando el continuo tironear de los perros, que trataban marchar mas rápido, mientras la chica, que resultaba que era su hija iba detrás marchando de rodillas como si fuese un perro mas, y de hecho llevaba también un collar y una correa que no eran difíciles de advertir.

De repente los perros se detuvieron y agacharon sus cuartos traseros separando las patas. Al verlos de esa manera tuve claro que era lo que iban a hacer y pensé que mi padrastro se cabrearía sobre manera, pues es muy puntilloso con el cuidado del césped. Los perros dejaron caer unos excrementos enormemente gruesos y largos, que era fácil ver en la distancia. La chica se acercó a los perros mientras estos terminaban su descarga. Agachó la cabeza y comenzó a olisquear las heces caninas. Tras hacer esto se acercó aun mas y comenzó a lamer la mierda de los perros.

Yo me quede realmente alucinada, hacia apenas nada que había empezado a ver a gente practicando la coprofilia y la coprofagia pero siempre entre humanos, no se me había ocurrido que podría existir gente que le gustase la coprofilia o la coprofagia con animales. Ahora acababa de descubrir que si había gente con tan extraño gusto. La gordita continuó lamiendo la mierda canina hasta que empezó a comerse directamente del suelo una de las enormes deposiciones que los perros habían arrojado. Sin parar ni un momento devoró totalmente una de las boñigas, y a continuación cogió otra con las manos y se puso en pie. Su madre se acercó y directamente de las manos de su hija comenzó también a degustar la mierda del perro. Todo aquello era repugnante pero por otro lado me estaba poniendo supercachonda y la verdad es que aunque yo no estuviese dispuesta a hacer aquello, verlo me estaba gustando. La cosa no terminó ahí pues apenas había terminado la madre de comerse aquella mierda que le rebosaba por la comisura de los labios, cuando se acercó su marido y la besó en la boca metiendo bien adentro su lengua y recibiendo de la lengua de su propia esposa la mierda de los perros. La hija terminó de limpiar las deposiciones de los perros cogiendo otros dos grandes mojones y untandose de arriba abajo con ellos. Tras semejante espectáculo la extraña familia continuó su paseo, con la hija acompañando a los perros como un animal más. Quien iba a decir que a aquel conocido y poderoso empresario, a su mujer, reputada profesora universitaria y a su hija les gustaba hacer semejante tipo de cosas.

Después de aquel espectáculo centré mi observación en otra zona del jardín. Cerca de la casa, bajo a una sombrilla había un grupito que llamó mi atención. Se trataba de un tipo negro de unos 30 años, una mujer de unos 40, un chico de unos 18 y un pastor alemán de gran tamaño. El negro era un tipo descomunal, sumamente musculoso, alto con cara de pocos amigos, cráneo rasurado y polla enorme, que en la vida pública se dedicaba a jugar al baloncesto y a ejercer como pilar de la comunidad. La mujer por su parte era blanca, un tanto entrada en carnes, con unas tetas, culo y muslos muy generosos en su tamaño y rebosante de vicio y lujuria por todos los poros de su cuerpo y todas las facciones de su cara. El chico de 20 años por su parte también era blanco, sumamente pálido, con el pelo rubio largo y un cuerpo que recordaba al David de Miguel Ángel, incluyendo la polla pequeña. El chico estaba puesto a 4 patas atado de pies y manos a 4 piquetas clavadas en el suelo.

El tipo negro tenía su polla ante la boca del efebo, quien lamia parsimoniosamente la polla de ébano que tenía ante si. El negro estaba disfrutando de la lamida del chico quien no paraba de juguetear con su lengua en el sensible agujero de la uretra del negrata. Por su parte la mujer estaba masturbando al perro con ambas manos tratando que la polla del can llegase a su máxima expresión, lo cual estaba logrando. Tan pronto logró que la polla canina hubiese logrado su máxima expresión comenzó a lamerla con fruición, recorriendo con su lengua y sus labios la roja y venosa polla del perro. La mujer no estuvo mucho tiempo chupando la polla del perro pues el chico había dejado de chupar la polla al negro y mientras masturbaba el mástil del hombre no paraba de pedir a la mujer que el perro le montase. A esas alturas no me sorprendió que el joven llamase a la mujer, madre. Esta no se hizo rogar demasiado y en breves momentos ayudo al perro a sodomizar a su propio hijo. El perro conocía bien su labor y comenzó a dar profundos empellones al ano del jovencito con su descomunal polla, la cual en seguida desplegó su bola, que se alojó sin problemas en el interior del recto del chaval.

El peculiar grupo continuó la jodienda con un cambio de papeles. Tras haberse corrido, el mástil del negro necesitaba un periodo de recuperación, así que el hombre pasó a controlar al perro en su fornicación porque los embates de este sobre el culo abierto del chaval estaban siendo demoledores, y aunque el chico recibía aquellos pollazos con gemidos de placer, corría el peligro de acabar cayendo de la tumbona donde estaba situado debido a la fuerza con que el perro se afanaba en su labor de arrasarle el ano. Por su parte la madre se colocó a 4 patas delante de su degenerado hijo, con el culo bien abierto.

En seguida el chico se lanzó a lamer el ano maternal, así como a penetrarlo con su lengua. La mujer no cesaba de gemir y proferir obscenidades mientras la lengua de su hijo se dedicaba a explorar las interioridades de su recto. El perro continuó bombeando su mástil en el interior del ano veinteañero hasta que con un aullido de placer el perro se corrió. Fue impresionante ver como el semen rebosaba del culo del chaval, aun cuando la polla canina seguía en su interior. Tan pronto el can eyaculó en el interior del chaval, su madre se apartó de la boca de este y se dirigió a su culo. Apartó al perro sin contemplaciones y el can sacó su polla, con el bulbo aun en pleno apogeo, del ano masculino dejando ver un enorme cráter rojizo que rezumaba semen canino. La madre empezó a lamer el ano de su hijo saboreando la lefa perruna con total deleite, mientras el negro se colocaba delante del chaval y le enchufó su polla de ébano hasta los cojones. El negrata no aguantó mucho más y de golpe un vendaval de semen explotó en la boquita del muchacho quien afanosamente se tragaba la semilla del negro. La madre, con la boca llena del semen canino, se lanzó como una posesa a besar y morrear con su hijo compartiendo los dos golosamente el semen de los dos sementales.

Me fije en una zona del amplio jardín que llevaba bastante tiempo sin que el césped fuese cortado, donde habían puesto tres cepos semejantes a los que eran usados en la Edad Medía para someter al escarnio público a los delincuentes. En aquella porción de jardín estaban las tres mujeres que habían sido ordeñadas esta mañana y haciendo honor a su papel de vacas lecheras estaban pastando, arrancando con sus dientes el césped y comiendoselo como una verdadera vacada. Las tres deambulaban de aquí para alla comiendo la hierba bajo la atenta mirada de un hombre y una mujer provistos ambos de sendas varas de madera que continuamente azotaban el culo, los muslos y las ubres de las tres esclavas para que no detuviesen su alimentación. En los tres cepos había colocadas tres mujeres con las piernas abiertas y estaban totalmente desnudas, dos de ellas de unos 30 años y la tercera de 19. Tenían a su lado un cartel en el que estaba escrito lo siguiente: "Insemina a las vacas". Estaba claro que eran las siguientes en ser preñadas para que aportasen su leche, y por la cola que había tras ellas estaba claro que los hombres se tomaban en serio la petición del cartel.

Unos veinte hombres hacían cola tras ellas meneandosela, alguno de ellos mutuamente, esperando pacientemente que les llegase el turno de metersela a alguna de las tres mujeres y poder correrse dentro. Para evitar que los hombres tardasen demasiado los maridos de las dos treintañeras se dedicaban a chuparsela a los que estaban a punto para metersela a sus respectivas esposas, de manera que cuando les tocaba clavarsela no tardaban mas que un par de minutos en correrse dentro de las futuras madres. En el caso de la chica de 19 años era su madre la que preparaba a los futuros sementales de su hija, mientras que su padre se dedicaba a follarla la boca a su descendiente. La cantidad de pollas que se había albergado en esos coños y habían eyaculado dentro era muy notoria, porque el semen les chorreaba por las piernas a las tres, formando tres grandes charcos en el suelo, lo cual podía parecer un desperdicio sino fuese porque otros tres esclavos masculinos se dedicaban a recoger con su lengua tan preciado liquido y se lo bebían, pues al fin y al cabo era su única fuente de alimentación durante aquel día.

Uno tras otro iban pasando los hombres y corriendose en el interior de las mujeres, pero la cola no se acababa nunca pues siempre se incorporaba alguien mas a la cola, bien fuese a inseminarla por primera vez o bien repitiese en su labor seminal. Las mujeres tenían el coño al rojo vivo, pues por mas que aquella masa de semen que albergaban en sus entrañas les lubricaba bastante la vagina, el hecho de que las estuviesen follando sin descanso durante horas y a base de acometidas bien salvajes aseguraba la irritación de tan sensible parte de la anatomía femenina.

Una extraña escena irrumpió por detrás de las futuras madres al aparecer una chica de unos quince o dieciséis años haciendo de ponygirl. La chica tenía una figura morbosamente grotesca. Media aproximadamente un metro cincuenta, y físicamente era bastante delgada, pero como contrapunto tenía nada menos que 125 de pecho, evidentemente debido a la silicona, con dos enormes pezones que tampoco eran de origen natural, rematados por dos gruesos aros de los que colgaban sendos pesos que estiraban aun mas los gigantescos pezones. La cabeza la tenía parcialmente afeitada, tan sólo la zona central tenia pelo, el cual lo llevaba peinado como si se tratase de las crines de un caballo. La barriga la tenía prominentemente hinchada, proyectandose hacia el suelo como si estuviese preñada, mientras que en el ano llevaba insertado un descomunal plug anal rematado con una cola de caballo para rematar su caracterización de equino. Su jinete era una mujer de unos cuarenta años, que mas tarde descubriría que era su madre, la cual azotaba con fuerza a su montura con una fusta en los costados fuera de la zona cubierta por la silla de montar que su hija llevaba, haciendo que progresivamente la piel de la adolescentes se fuese volviendose morada. Ademas de este castigo la madre calzaba unas botas de montar con espuelas, pero unas espuelas como las que se pueden ver en los westerns, terminadas en sendas estrellas puntiagudas que se clavaban en los muslos de la chica, haciendo sangrar cada vez mas profusamente a su descendiente.

La razón de tan duro castigo se encontraba tras ellas, y era otra pareja de la misma guisa salvo que en este caso el jinete era un chico de unos 18 años y la yegua una mujer de unos 35. El chico era el hermano de la otra yegua, mientras que su montura era su tía, la hermana de su madre. Los jinetes espoleaban a sus respectivas cabalgaduras golpeandolas con saña, sin temor a que sus fustas desgarrasen la piel y la carne de sus familiares o les rompiesen alguna costilla, mientras que no cejaban en aguijonear a sus bestias con sus espuelas, clavandoselas cada vez mas y haciendo cada vez mayor y mas sanguinolenta cada una de las heridas. Las dos yeguas tenían ademas las rodillas en unas condiciones lastimosas pues no llevaban ningún tipo de protección en ellas, y aunque ahora avanzaban sobre una superficie cubierta de césped, antes habían mantenido su disputa sobre su terreno de gravilla que les había causado heridas en las rodillas, por las cuales también sangraban.

La carrera continuó durante otras decenas de metros, mientras a las yeguas les costaba cada vez mas mantener no solo la velocidad, sino también el equilibrio. Solo cuando la mas joven de las monturas llego bajo un árbol, donde sus jinetes habían dejado sus sucintas vestimentas, terminó la carrera con la victoria de la madre. Esta se levantó de la espalda de su hija y le dio unos golpecitos amistosos en el lomo, para a continuación propinarle un brutal fustazo en una de las heridas producidas por las espuelas, mientras le recriminaba su lentitud. A continuación llegó la otra cabalgadura la cual fue golpeada en las tetas por su jinete con la fusta, antes de que le diese una patada en el pecho que la colocó junto a su hermana. Las dos yeguas fueron colocadas lado a lado y sus respectivos cabalgadores se colocaron a su lado.

Madre e hijo se agacharon al unísono y agarraron las colas de caballos que remataban los enormes plugs que hija y hermana tenían insertados en el culo. A una señal de la madre los dos sacaron de golpe los dos dildos y casi de manera inmediata dos surtidores surgieron de las entrañas de las dos yeguas. Unos inmensos chorros de liquido marrón con gruesos trozos de excrementos surgían a presión de los dos culos. Madre e hijo fueron hasta el punto en que había llegado los chorros de mierda y liquido de sus respectivas bestias y la madre sonrió. Su montura había vuelto a ganar. Esto molesto al chico que cogió de las crines a su yegua la alzó y con una cuerda que pasó por una de las ramas del árbol la dejó con los brazos alzados y de puntillas. Luego cogió un látigo rematado en una plomada metálica y comenzó a azotar a su montura. La mujer no dejaba escapar un sonido de dolor o queja a pesar de estar recibiendo sin cesar latigazos en su espalda y gluteos, siendo golpeada brutalmente con aquel trozo de metal al final del látigo. Recibió no menos de 25 latigazos que terminaron por rasgar la piel de la mujer y provocarle una nueva hemorragia, ademas de perder el sentido. El chico no estaba dispuesto a terminar tan rápido con su tortura y cogió del sitio donde tenia el material de castigo una botella con vinagre, el cual esparció por las heridas de su tía. Esta volvió en si en seguida, para poder apreciar con todos sus sentidos el nuevo castigo que le iba a propinar su sobrino. Este cogió una barra metálica de un metro de longitud con grilletes en los extremos, donde inmovilizó los tobillos de la mujer dejandola con las piernas bien abiertas. En el centro de la barra había una argolla donde ató otra cuerda, la cual hizo pasar por la rama donde estaba colgada la cuerda que alzaba los brazos de la mujer. El chico tiró de la cuerda alzando las piernas de su tía, hasta que llegó a poner las piernas paralelas al suelo, la posición era extremadamente incomoda para la mujer, la cual en su cara mostraba que el repetido castigo comenzaba a causarle mella.

Esto no amilanó a su pariente el cual de golpe tiró nuevamente de la cuerda alzando aun más la cuerda, doblando por la cintura a su tía hasta el punto en que las piernas de la mujer casi tocaban su pecho. Ahora la cuarentona colgaba con su culo perfectamente en pompa apuntando al suelo. El chico trajo una botella de Coca-Cola de dos litros, que brillaba por la escarcha que recubría la superficie de plástico del envase. Hizo bajo el trasero de la cuarentona un pequeño hoyo donde enterró la base de la botella de modo que no se pudiese caer y luego bajó un poco a la mujer hasta que su ojete estuvo minimamente penetrado por la punta del tapón de la botella. La mujer empezó a implorar que la perdonase, que no hiciese aquello, y una sarta de suplicas que no hicieron la menor mella en el sobrino. Este cogió de entre sus bártulos un afilado puñal y paso la acerada hoja entre las tetas de la mujer y luego por su cuello, presionando cada vez mas hasta que le hizo una mínima herida que dejó escapar una gota de sangre. En ese momento y con un súbito movimiento cortó las cuerdas de donde colgaba su antigua yegua y esta cayó a plomo con su culo en pompa apuntando al suelo. La botella penetró abruptamente en el ano de la mujer hasta la mitad de su longitud, haciendo que esta profiriese un impresionante alarido mientras caía al suelo sobre su costado, con el culo abierto de modo brutal ocupado por tan inmenso invasor, que había salido del hoyo donde había estado. Creí que reventaría al sufrir tan brutal penetración, pero no, la esclava seguía con vida, aunque el culo le sangraba profusamente a pesar de tenerlo ocupado con la botella.

En aquel momento apareció el marido de la esclava, el cual también era esclavo y venía gateando tras el padre del chico que acababa de destrozar el culo de su tía. De la cara del esclavo colgaban profusos chorreones de semen procedente de las numerosas pollas que había mamado desde el alba. Tan pronto llegó al lado de su mujer esta le lamio la cara tragandose los chorros de esperma, pero no pudo terminar su labor porque padre e hijo la cogieron, la pusieron con las piernas levantadas y el culo apuntando al cielo, con el ojete reventado totalmente abierto. El chaval cogió la botella de Coca-Cola y vació su contenido en el interior del recto, cabiendo todo su contenido en el interior de las entrañas de la esclava. A continuación la hermana de la esclava cogió sendas gomas y las introdujo en el enorme cráter anal de la esclava por un extremo, mientras que el otro fue a parar a las bocas del sometido matrimonio. Los dos comenzaron a beber la extraña mezcla del culo de la mujer, compuesta de Coca-Cola, sangre y excrementos licuados gracias al extraño enema realizado, hasta que se lo bebieron todo.

Después de ver tan delirante acto sexual me fui de vuelta a la casa porque ya iba siendo hora de comer, y la verdad es que tenía hambre. La comida se desarrollo sin especialidades ninguna salvo porque los comensales estábamos todos desnudos y porque los amos comimos en un salón y los esclavos en otro, cenando estos últimos las sobras de nuestros platos, donde alguno de los amos, antes de que los retirasen para llevarlos a los comensales que los terminarían, escupían, se corrían u orinaban para que los esclavos tuviesen un nuevo aderezo en sus viandas.

El resto de la tarde transcurrió sin mayor novedad, de hecho la actividad sexual se redujo casi totalmente para tomar fuerzas para la noche, cuando se esperaba una nueva explosión de sexo, durante la celebración de una boda muy especial.

Se trataba de la boda de dos esclavos de una familia muy importante, nada menos que el hijo y la hija del mayor constructor de la región, y los iban a casar entre ellos. Al ser el tercer y cuarto hijo la tradición familiar los condenaba a ser esclavos de los padres y de los hermanos mayores, que serian quienes recibirían todo al morir los padres. La boda se celebró tan pronto comenzó a anochecer.

Los amos nos sentamos sobre los esclavos y esclavas, quienes puestos a 4 patas hacían de asientos para nosotros. Los novios llegaron ante el oficiante, nada menos que el Presidente del Tribunal Provincial, casi totalmente desnudos, salvo por los zapatos de tacón de aguja negros y el cinturón de castidad de ella y el aro metálico que constreñía la base del pene de el. Los hermanos eran muy guapos, ademas de casi idénticos pues eran mellizos, la única diferencia entre los dos eran las enormes tetas de ella, evidentemente producto de la cirugía, aunque por su tamaño casi eran mas la obra de un arquitecto que de un cirujano, y que el tenia la cabeza totalmente afeitada, mientras que la chica tenía una coleta rubia en la parte de atrás de la cabeza, que contrastaba con el resto de su cráneo afeitado.

Los dos estaban de rodillas ante el oficiante, quien procedió a utilizar la formula legal para celebrar un matrimonio civil y cuando terminó los declaró unidos en matrimonio. La única diferencia con una ceremonia normal fue que en lugar de invitar al novio a besar a la novia, invito a los recién casados a chuparle la polla, cosa que hicieron a dúo con gran fruición, hasta lograr una copiosa corrida que ambos degustaron.

Terminada la breve ceremonia, los padres de los recién casados cogieron a sus hijos y los colocaron en sendos cepos con sus orificios expuestos al público. La madre de los recién casados colocó un enorme plug anal en el culo de su hija, y después lubricó el coño de la esclava con una generosa cantidad de aceite. A continuación los esclavos fueron colocados en fila ante la cara del esposo, quien los mamaba el tiempo suficiente para que alcanzasen la erección, pasando luego a meter la polla en el coño de la esposa, hasta que eyaculaban en su interior. La maniobra se repitió casi cincuenta veces, hasta que todos y cada uno de los esclavos se corrió en el interior de la recién casada.

Era evidente que lo que se esperaba era preñarla para así aumentar la prole de los esclavos de la sociedad. Una vez lleno de semen el coño de la zorra, su padre le colocó un nuevo tapón, esta vez en el coño y de un tamaño descomunal, nada menos que del grosor de una botella de Coca Cola de 2 litros, aunque con la mitad de su grosor. A continuación le ataron sendas cuerdas a sus tobillos y la colgaron cabeza abajo para asegurar que la lefa cumpliría su cometido. De todos modos, aun seria inseminada del mismo modo varias veces mas antes de que terminase el fin de semana.

Ahora pasó a ser el turno del esclavo. Tras él se fueron colocando las amas dotadas todas ellas de vibradores con arnés, de unos tamaños descomunales. Una a una fueron introduciendo sus juguetes en el culo del recién casado. El chico era sodomizado con fuerza por cada una de las amas, las cuales parecían haberse tomado muy en serio la labor de reventarle el culo al esclavo, pues los empellones de ellas a la hora de introducir el vibrador eran impresionantes, lo que hacia que el esclavo, aunque acostumbrado a que le follasen el culo con pollas y consoladores de todos los tamaños, dejase escapar gemidos de placer y dolor lo que aumentaba la fuerza de las acometidas de sus folladoras. A la misma vez un puñado de amos se colocaron ante el marido y pusieron sus pollas ante su boca.

El chico no daba a basto para atender a tanta polla que se erguía ante él. Solo podía usar la boca para atenderlas y así resultaba que dos y hasta tres pollas se abrían camino en su cavidad bucal, buscando atención. Los demás golpeaban con sus enormes carajos la cara del esclavo. Poco a poco fueron fluyendo los chorros de semen sobre la cara y la boca del sumiso, quien tragaba todo el semen que podía, degustandolo con deleite. A buen ritmo fue descargando las pelotas de los amos puestos ante su boca, mientras que las dominas continuaban follandole el culo. En un momento determinado dos de ellas decidieron abreviar su paso por el culo del chico. Para ir mas deprisa las dos encularon a la vez al esclavo, arrancandole un grito de dolor al notar como su esfínter se desgarraba ante el paso a su interior de los dos enormes dildos. La sangre y el dolor del esclavo no amilanaron a las mujeres que continuaron follandole al unísono el culo al marido cornudo. Las amas restantes imitaron a estas dos y se dedicaron a encularle de igual modo hasta que todas terminaron satisfechas, estando yo entre las que reventamos mas a conciencia el recto del esclavo.

En aquel momento la acción pasó a centrarse nuevamente en la esclava recién casada. Su madre la descolgó de su incomoda posición y la colocó sobre un sillón de ginecólogo, con las piernas bien abiertas y todas la extremidades atadas para evitar que se moviese y pudiese poner trabas a lo próximo que se le avecinaba. La madre comenzó a decir que era una buena costumbre el que el novio desvirgase a la novia en la noche de bodas, y que era una lastima que en este caso no pudiese ser posible. Yo no entendí a que venía aquel pronunciamiento, pero enseguida quedó la cosa clara cuando de un receptáculo del sillón la madre sacó una aguja de coser e hilo.

Con suma parsimonia la madre enhebró la aguja ante su hija, quien miraba con total tranquilidad a su madre, a sabiendas de lo que iba a pasar. Una vez preparada la aguja y el hilo la madre ensartó uno de los labios mayores de la joven hasta perforarlo totalmente y luego hizo lo mismo en el otro labio. De las perforaciones en la vulva comenzó a salir un sensible flujo de sangre, pero eso no arredró a la madre quien continuó cosiendo los labios vaginales de su hija. A cada puntada apretaba bien el hilo para asegurarse de que el coño de su hija quedaba bien cerrado, y así hasta que toda la apertura vaginal de la esclava quedó clausurada con aquella costura. Una vez cosido el coño de la esclava, la mujer se dirigió a su hijo, esclavo y recién casado y le dijo que debía desvirgar a su mujer en el plazo de 10 minutos o sería castrado allí mismo y debía hacerlo penetrando a su mujer y hermana con su polla y sin cortar previamente los hilos de la costura.

El joven no dudo un momento de la seriedad de la orden y la amenaza para caso de no cumplirla y al momento se dirigió hacia su hermana con la polla enhiesta. Se colocó frente a ella y con su pene apuntó a la clausurada vagina de la joven. El esclavo intentaba abrirse camino a través de los labios vaginales de su hermana y esposa pero por el momento sus esfuerzos eran infructuosos. Su polla no conseguía abrir brecha en el coño, mientras que por otro lado se estaba llenando de heridas debidas al roce con el hilo. La esclava por el momento no daba muestras de notar nada mas alla de las molestias lógicas de tener cosido el coño, pero de repente dejó escapar un grito de su boca, al cual siguieron otros alaridos mayores cuando la polla fraternal comenzó a abrirse paso hacia su vagina. Los hilos que cerraban su coño no se habían roto, pero uno de los empellones propinados por su hermano había conseguido que el hilo desgarrase el labio vaginal aflojando así la costura y permitiendo un avance de la polla hacia su objetivo. Los sucesivos empujones propinados por el esclavo, sin ningún miramiento por su esposa, permitieron que la brecha se fuese haciendo mayor, pero también por el mismo método, los labios del coño de la esclava estaban siendo rasgados por los mismos hilos que habían cerrado la abertura vaginal de la zorra.

Con mucho esfuerzo el esclavo se iba abriendo camino, provocando una profusa hemorragia a su esposa, y también provocandosela a si mismo lo que hacia que poco a poco el joven perdiese su erección. El padre vio la declinante situación de la polla de su hijo y esclavo, y apiadandose cogió un grueso vibrador que de golpe introdujo en el ano del joven y encendió a máxima potencia. La estimulación recibida reanimó la polla del joven que recuperó su dureza, permitiendo que este continuase con su salvaje labor sobre el coño de la esclava. Antes del plazo de tiempo establecido logró terminar de rasgar los labios vaginales de su mujer y hermana, y meter su polla hasta el final. La joven sangraba abundantemente por el coño, pues tenía los labios vaginales totalmente rasgados, ahora no eran mas que colgajos de carne que jalonaban la entrada de la vagina de la joven. Su marido continuó jodiendola con ganas y pronto se corrió en su interior, uniendo su semilla a la de todos los esclavos que antes habían follado a la joven. Tras la salvaje jodienda un medico se llevo a los dos esclavos para arreglar los estropicios que habían sufrido, aunque los padres ya habían manifestado su intención de que los labios del coño de su esclava quedasen como estaban.

Una vez terminado el espectáculo, el resto de los asistentes volvimos a nuestra sesión de jodienda sin limites, la cual no terminaría ya hasta la tarde del domingo. A lo largo de la misma no hubo practica que no probase con alguno de los muchos esclavos o esclavas allí disponible, había llegado ya al punto de que nada me parecía desagradable o extraño, unirme a tan particular club había hecho desaparecer cualquier tabú que pudiese tener. A partir de ahora el sexo podría disfrutarlo en cualquiera de sus múltiples y geniales variantes.​
 
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