En el Territorio de Calabria 002

heranlu

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Los minutos se hacían eternos metido en aquel viejo armario y Giulio empezaba a perder la paciencia. Eran aún las once, así que decidió hacer un intento serio de estudiar. Eligió biología, ya que el inglés lo había practicado suficientemente ese día, y se puso a estudiar a la luz de la linterna. Era una asignatura que no le entusiasmaba, pero al menos no le aburría como la física, a la que aborrecía gracias a su profesor.

La idea de estudiar demostró ser muy útil para matar el tiempo y, cuando miró el reloj, Giulio se llevó la alegría de ver que eran más de las doce y media. Siguió enfrascado en su estudio y, de repente, sonó el timbre de su casa. ¿Quién sería? Giulio puso en práctica una de las partes más arriesgadas de su plan de espionaje y salió del armario silenciosamente colocándose detrás de la puerta cerrada de la habitación de la abuela. Oyó los pasos de su madre que llegaban a la puerta de entrada de la casa, que estaba muy cerca de la habitación de la abuela. La puerta se abrió y Giulio oyó a su madre decir:

-Ah, eres tú, Luca. Oh, has venido con tu amigo Luigi. Muy bien, pasad los dos, veréis qué bien lo pasamos.

La puerta de la calle se cerró y Giulio oyó cómo los pasos se alejaban. Pensó en Luigi, un chico que había venido algunas veces a jugar con su hermano a casa. Tenía 14 años y le llevaba sólo unos meses a su hermano. Era un chico no demasiado atractivo en opinión de Giulio (sí, el tenía opinión, no era de esos que no opinan sobre los hombres de manera objetiva por miedo a caer en la homosexualidad), que medía aproximadamente metro sesenta y cinco, era algo menos delgado que Luca y era moreno.

Giulio sabía que tenía que hacer algo, tenía que ir a espiarles, pero le temblaban las piernas de la emoción y del miedo a ser descubierto. Por fin, se decidió, pero lo que hizo fue tan sólo abrir muy suavemente la puerta y dejar una rendija por la que poder mirar el pasillo. Pudo ver cómo su madre salía de su habitación e iba a la cocina. Luego volvió sonriente y pudo oír que decía:

-Venga, vamos a lo nuestro.

Luego se oyó el golpe de la puerta al cerrarse y a Giulio le pareció ése el momento adecuado de salir e ir a la ventana. Eso fue precisamente lo que hizo. Fue muy lentamente hasta la ventana y vio, para regocijo suyo, que la rendija seguía igual que el día anterior. Mirando dentro vio que su madre estaba sentada sobre la cama y que los dos chicos estaban ya desnudos con los penes erectos y preparados a su lado.

-Venga, me voy a desnudar, ¿o preferís desnudarme vosotros? -dijo Francesca.

Los dos chicos respondieron casi al unísono que preferían hacerlo ellos, ante lo cual la madre de Giulio asintió y les dijo que empezaran. Luigi, cuyo pene de 14 cm destacaba un poco comparado al de Luca, comenzó a tocarle las tetas y la vulva a través del vestido negro mientras Luca se lo iba bajando desde arriba. Poco a poco la prenda fue cediendo y las tetas sujetadas por el sostén aparecieron ante los excitados ojos de Giulio. Era un sostén pequeño que apenas podía contener las grandes tetas de Francesca.

Los dos niños terminaron de bajarle el vestido a la madre de Giulio y ésta se quedó en ropa interior, con su pequeño sujetador y sus exiguas bragas tipo biquini. Giulio podía ver los gordos pezones y las areolas de su madre a través de la fina tela de sus prendas íntimas, así como la negra mancha de su vulva. Su pene se puso erecto de inmediato, no sólo por el hecho de ver a su madre casi desnuda, sino por el ver cómo era desnudada por los dos niños con los penes duros y los glandes rojos.

Francesca se llevó las manos a la espalda y se desenganchó el sostén, que inmediatamente cayó, vencido por sus grandes tetas. Giulio podía ahora ver desnudas las tetas de su madre, sobre las que tanto había fantaseado cuando era más pequeño. Eran enormes y le encantaba ver cómo se movían de un lado a otro.

Su madre se subió en la cama y apoyó la espalda en el cabecero. Los dos chicos se acercaron rápidamente a ella y agarraron sus bragas bajándoselas a tirones dejando al descubierto su poblada vulva negra. Francesca, una vez los niños terminaron de sacarle las bragas, separó las piernas mostrándoles su fruta prohibida. Los dos chicos no cabían en ellos de excitación; estaban algo tensos, sobre todo Luigi, como el niño que tiene delante de él un juguete tan bueno que no sabe qué hacer. Esta vez el juguete era Francesca, y era toda para ellos.

-Venga, Luigi, acércame la colita para que la chupe. Seguro que sabe a pipí. . . Mmm, a mí me encanta el sabor de las colitas de los niños. . . -decía la madre de Giulio para asombro de éste, que se quedaba estupefacto.

Luigi acercó su pene a la boca de Francesca, quien de inmediato comenzó a lamérselo. Mientras tanto, Luca se metía entre sus piernas y empezaba a lamerle el coño, por el cual él había salido trece años antes. Giulio se quedaba de piedra ante las escena de sexo oral orgiástico. Su madre estaba lamiéndole el glande a un chico de 14 años mientras su hermano le comía el coño.

-Ah, ah, ah. . . Mmm, qué rica está tu colita, Luigi. . . ¿Has hecho pipí antes de venir aquí. . . ? -le preguntó al chico.

-S. . . sí. . .

-Mmm, me encanta. . . -decía entre suspiros mientras el chico gozaba y le tocaba las tetas.

Luca tampoco perdía el tiempo, y estaba degustando lentamente la raja de su madre. Sus fluidos eran gotas del más delicioso zumo para su paladar incestuoso y degenerado, y el chico no paraba de recorrer la raja de arriba abajo sin desperdiciar una sola gota del manjar que su madre le ofrecía. Ésta tenía las piernas sobre la espalda del chico, apretando su cabeza con sus muslos rellenos y suaves. Francesca se estremecía con su hijo centrándose ahora en su clítoris. Se retorcía de placer mientras chupaba el pene de Luigi, ahora dentro de su boca.

-Ahhhhhhh, así. . . Ahhhhhhhhhhhh hhhhhhhhhhhhhhhhhh, ¡¡así. . . !! -gritó entre gemidos Francesca retorciéndose por el placer que le daba el primer orgasmo.

Luca siguió lamiéndole el coño durante uno o dos minutos para después levantarse y acercarse de rodillas por encima de la cama a su madre. Luigi se puso entre las piernas de Francesca y colocó su pene en la entrada de su vagina. Entonces, ayudado por las piernas de la madre de Giulio que apretaban su culo hacia ella, se deslizó dentro, hundiendo su virilidad en la cálida humedad de la "nave scuola".

-Ohhhhhh. . . -suspiró Francesca.

Luigi deslizaba su pene dentro y fuera de la vagina de la viuda mientras ella se comía la polla de su hijo. La chupaba frenéticamente con Luca sentado sobre su pecho a horcajadas. Adoraba el sabor del pene de su hijo y lo lamía y saboreaba como si fuera un polo. Siempre había soñado con polos con sabor a pene, pero se tenía que conformar con penes de verdad, con ese sabor que a ella tanto le gustaba.

-Vamos, Luigi, cielo, fóllame. . . ¡Métemela!¡Fóllame más rápido! -gritaba Francesca ante los ojos atónitos de Giulio, cuyo pene iba a atravesar los pantalones que le impedían salir.

Luigi se la metía rápidamente, gozando de la estrechez húmeda del coño de la mujer hambrienta de sexo. Francesca casi no podía aguantar más y volvió a correrse retorciéndose en la cama mientras seguía disfrutando del pene de su hijo. Las contracciones del orgasmo de la "nave scuola" aceleraron el orgasmo del adolescente, que se corrió dentro de su vagina sin haberlo podido evitar. Su adolescente esperma llenó la comfortable vagina que le había provocado el orgasmo sin que Francesca se molestara. A ella le gustaba el riesgo y el pensar que podía quedarse embarazada de aquel chico la excitaba de forma sobrenatural.

Después de que Luigi se retirara, Luca, que se había quedado al borde del orgasmo en la boca de su madre, le metió la polla en el coño y se lo folló rápido para correrse pronto, cosa que hizo poco después de empezar a penetrarla, pero él lo hizo sobre su cuerpo. El primer chorro llegó hasta la cara de su madre, quien lamió el semen de su hijo y lo saboreó en su boca durante un rato mientras otros chorros caían sobre sus tetas, su barriga y los pelos de su satisfecho coño.

Giulio seguía mirando la escena sin salir de su asombro y con una erección pétrea que iba a estallar. Su madre, tan calladita y modosita normalmente, era una auténtica máquina de dar y recibir placer que nunca se cansaba. Vio cómo su madre y los chicos se seguían tocando y besando despacio. Luigi jugueteaba con un pezón usando la lengua y Luca besaba a su madre en la boca, entrelazando su lengua con la suya e intercambiando saliva con ella.

-Bueno, ¿os ha gustado? -les preguntó cuando acabó de besar a Luca.

-Mucho -respondieron los dos a la vez.

-Luigi, ¿tú lo habías hecho alguna vez antes?

-Sí -respondió el chico.

-Pero, ¿no te lo había dicho, mamá? Luigi se acuesta con su madre. Quiero decir, como vive solo con ella pues los dos han dormido casi siempre en la misma cama, pero hace unos meses acabaron follando. . . -dijo Luca.

-Ah, ¿entonces follas con tu madre? -le preguntó sonriendo Francesca.

-Sí, de vez en cuando lo hacemos. . . Como está tan sola, pues. . .

-Claro, es normal que le guste tener la colita dura de su niño en el chocho. . . ¿Ella te deja que te corras dentro?

-Sí, pero nosotros normalmente usamos preservativos. A ella le da pánico quedarse embarazada, pero dice que no puede dejar de follar conmigo. Tiene un coño lleno de pelos como el tuyo que me encanta y algunas veces me deja que se la meta sin condón. . . -dijo Luigi.

-Mmm, se ve que tú y tu madre disfrutáis en la cama. . . -observó Francesca.

-Sí, ella siempre se corre dos o tres veces, pero la primera vez es casi siempre cuando le toco el coño antes de follar.

-Mmm, veo que por aquí por Calabria no soy la única madre que disfruta con su niño dentro del agujerito. . . En fin, pues tú cuando quieras puedes venir aquí y me metes la colita en el chocho a mí también.

-Gracias, me ha gustado mucho cómo me lo has hecho, pero me gusta no engañar a mi madre, de verdad. . .

-Eso es bueno, bonito, yo lo entiendo. . . El calor del chochito de mamá siempre gusta más. . .

-Sí.

Los tres se quedaron allí, tocándose y besándose despacio durante un rato. Luigi acariciaba las tetas y los pezones de Francesca, mientras ella le acariciaba a él el pecho y el abdomen. Luca también acariciaba de vez en cuando las tetas de su madre, pero también sus brazos, sus piernas y su sexo. Ella le acariciaba la cara, los brazos y el pene, que estaba en semierección, pero más cerca de la erección que de la flacidez. Le encantaba tocar sus testículos duros y su resbaladizo glande aún enrojecido.

Giulio contemplaba la escena con gran interés, acariciándose el pene a través de los pantalones vaqueros. Al ver que su madre se movía y se ponía a cuatro patas sobre la cama, supo que iban a empezar otra vez. En efecto, Luigi se sentó sobre la almohada con las piernas abiertas y el pene de nuevo erecto. Luca se colocó detrás de su madre y empezó a penetrarla lentamente mientras ella lamía el glande del pene de Luigi.

Luca empujaba con fuerza a su madre desde atrás, metiendo y sacando su virilidad con renovadas fuerzas. Francesca ahora chupaba el pene de Luigi bajando y subiendo la cabeza a lo largo de éste. Era cuanto menos curioso el movimiento de su hijo dándole desde atrás y el de su cabeza bajando y subiendo rápidamente mientras las tetas le botaban con los pezones rozando las sábanas.

Esta segunda sesión de sexo no fue tan enérgica como la primera, pero se prolongó durante más tiempo, al menos el tiempo de la unión carnal. Al cabo de cinco minutos, Luca aceleró el ritmo de sus caderas acercando las de su madre con las manos puestas en ellas. La misma Francesca aceleró el ritmo de la felación que estaba haciéndole a Luigi. Luca se aproximaba al final y éste coincidió con el orgasmo de su madre, que retuvo su pene dentro e hizo que el chico no pudiera sacarlo y se corriera dentro. Entretando, Francesca terminó de chuparle el pene a Luigi, quien se corrió en su boca. Francesca tragó sin inmutarse el semen del chico mientras su hijo aún permanecía unido a ella por la vagina.

Los tres se quedaron allí en aquella postura durante un tiempo y luego los dos chicos se abrazaron a Francesca y la besaron en la boca varias veces acariciándole mientras el cuerpo. Al final se sentaron todos sobre la cama y comenzaron a vestirse. Francesca se lo pensó mejor y decidió ir a darse una ducha, ante lo cual Giulio, el excitado hijo mirón de la promiscua mujer, salió disparado y se encerró de nuevo en el armario para masturbarse en su oscuridad. Lo que había visto había confirmado que su madre era una auténtica amante de los adolescentes.
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Giulio sabía que no podía dejar de asistir a más clases, de lo contrario se lo comunicarían a su madre y habría jaleo.No se perdió ninguna clase de física, pero durante ellas su mente no hacía más que revivir las escenas que había presenciado y que habían cambiado drásticamente la idea que tenía sobre su madre y sobre su hermano.Podía haber sido una tremenda conmoción para él, pero no lo fue tan grande debido posiblemente a su mente calenturienta, que frecuentemente no le hacía ver más allá del acto sexual en sí, sin plantearse quiénes eran los protagonistas.

Durante los siguientes días, el adolescente no volvió a espiar a su madre, pero un día que volvía del instituto a su hora normal se encontró con que en la cocina de su casa no sólo estaban Luca y su madre, sino también Giuseppe.Giulio supo enseguida, a pesar de que su madre le dijo que había venido para estar con él, la razón por la que había hecho aquella visita.Era algo surrealista, por no decir aborrecible, el hecho de que uno de sus amigos se estuviera acostando con su madre.

Giuseppe lo saludó como de costumbre y luego los dos se fueron a jugar un rato al fútbol, ya que el amigo de Giulio insistía.Lo solían hacer los dos solos, todo lo más con Luca, y se tiraban tandas de penaltis.Giulio no estaba muy dicharachero aquella tarde y Giuseppe lo notó, aunque al principio no dijo nada.Los dos se tiraron penaltis durante un buen rato hasta que Giulio se hartó de estar viendo a un chico que se lo hacía con su madre y decidió volver a casa.Giuseppe trató de convercelo para que se quedara, pero fue inútil y el extraño interés por seguir jugando al fútbol que demostraba Giuseppe le pareció sospechoso a Giulio.

Giulio corrió hacia su casa desde el descampado donde habían estado jugando y, cuando llegó a la puerta de su casa, la abrió muy silenciosamente y avanzó sigilosamente por el pasillo como ya había hecho en varias ocasiones anteriores.La puerta de la habitación de su madre estaba cerrada, lo cual hizo suponer a Giulio que estarían allí entregados a los placeres de la carne, pero se equivocó.Siguió avanzando por el pasillo muy silenciosamente hasta llegar al umbral de la puerta.Fue entonces cuando pasó a la cocina y vio algo que lo volvió a dejar de piedra (era evidente que no se acostumbraba a aquello).

Su hermano Luca estaba sentado desnudo sobre la mesa con las piernas abiertas delante de su madre.Ésta estaba sentada en una silla, que estaba a una altura que le permitía chuparle el pene con comodidad.Lo que más le llamó la atención aquella vez fue que su madre tenía en las manos dos botes, uno similar a los del ketchup con chocolate y otro tipo aerosol con nata.Cuando Giulio entró, su madre estaba echando chocolate en el pene de su hermano y, cuando se disponía a chuparlo, Francesca se dio cuenta de que estaba allí su hijo mayor.El bote de chocolate se le cayó al suelo y se puso inmediatemente pálida, como si se hubiera quedado congelada.

Giulio permaneció inmóvil, esperando a que su madre reaccionara y le diera explicaciones.Ésta tardó bastante en reaccionar, pero Luca se levantó y salió corriendo de la cocina con el pene aún lleno de chocolate y goteando.Francesca, que llevaba puesto su habitual vestido negro, miraba a su hijo sonrojada, pero no parecía sentirse culpable, sólo parecía estar sobresaltada.Por fin, la madre de Giulio reaccionó y dijo:

-Bueno, nos has pillado...

-Eso parece... -respondió Giulio.

-No quería que esto llegara a pasar, pero parece que ya no lo puedo arreglar, nos has pillado y no hay nada que pueda hacer...Pensarás que soy una degenerada por hacer esto...

-La idea me ha pasado por la cabeza, pero supongo que cada uno es libre de hacer lo que quiera, incluso de hacérselo con su propio hijo si éste está de acuerdo.

-Menos mal que piensas eso.Sabes, cielo, mamá está muy sola desde que murió papá y a mí me gusta hacerlo con chicos adolescentes, no lo puedo evitar.Ya sé que esto sólo lo hacen degeneradas, o por lo menos gente a quien se consideta degeneradas, pero a mí me gusta y a tu hermano mucho más...

-Pero no sólo lo has hecho con Luca, mamá...No sé por qué no me dices que también te has acostado con su amigo Luigi y con mi amigo Giuseppe.Yo comprendo que te guste el sexo con ellos, pero lo que no entiendo es por qué no confías en mí y me dices esas cosas. -dijo Giulio.

-¿Cómo te has enterado de eso?

-Os espié.

-Vaya...Bueno, pues entonces ya has debido verlo y oído todo.

-Sí, incluyendo lo que le dijiste a Luca de que querías hacerlo conmigo...

Francesca, a pesar de su aparente falta de moral, se sonrojó de nuevo y, tras unos instantes, dijo:

-Es verdad, quiero hacerlo contigo, me gustaría que te vinieras conmigo a la cama y me hicieras lo que quisieras.

-Pero, mamá, no te parece una barbaridad eso...

-No, cariño, no cuando cada vez que te veo me pongo como me pongo...Lo siento si te molesta, pero es que no lo puedo evitar.

-Mamá, a mí se me pone dura cada vez que te veo y me gustaría dormir contigo todos los días...

-¿Quieres que nos vayamos ahora a la cama, cielo?¿Quieres hacerlo con mamá ahora?

-Sí...

-Oh, Giulio, no sabes cuánto tiempo he estado esperando oír eso... -dijo Francesca con dos lágrimas cayendo despacio por sus sonrosadas mejillas.

-Pues ya lo has oído, mamá...Vámonos a la cama.

Francesca se acercó a su hijo y le dio un breve beso en los labios.Luego lo cogió de una mano y lo condujo hasta su dormitorio.Luca se había vestido e ido, tal vez por miedo a lo que su hermano pudiera decir tras lo que había descubierto, así que los dos tenían la casa para ellos solos.

Los dos se sentaron en la cama y se empezaron a besar en la boca, sus lenguas jugueteando la una con la otra mezclando sus salivas.Mientras esto hacían, los dos se acariciaban; Francesca le tocaba el pene a través de los pantalones y él le estrujaba las tetas.

Cuando llevaban un par de minutos besándose, Francesca, que estaba alterada por la excitación, se separó de su hijo, se quitó los zapatos que llevaba puestos y se subió el vestido hasta la cintura.Luego se bajó las bragas y abrió las piernas delante de su hijo.Estaba de nuevo cerca del filo de la cama, y Giulio se desnudó deprisa.Su pene de 18 cm sorpendió a Francesca, que estaba ya ansiosa por ser penetrada por aquella maravillosa herramienta de placer.

Giulio no quiso hacer esperar a su madre más la primera vez.Ambos se morían de ganas de follar y no querían entretenerse en juegos ni caricias previas.Giulio se colocó entre los muslos separados de su madre y puso su pene en la entrada de su vagina sin mayor dilación.Penetró el lugar más privado y placentero de su madre con suma facilidad, sintiendo la estrechez de su túnel del amor.

Los dos estaban por fin unidos sexualmente, dejándose llevar por la fuerza de la corriente que es la carne.Giulio veía su pene desaparecer entre los pelos de la vulva de su madre e inmediatamente sentía el calor y la humedad del interior de su cuerpo.Ella jadeaba mientras su hijo la poseía y puso las piernas alrededor de su culo para traerlo hacia sí con más fuerza.

Contrariamente a lo que se pudiera pensar, el primer contacto sexual entre madre e hijo duro poco.Francesca llegó al orgasmo poco antes de que su hijo se corriera en su vagina y la llenara con su esperma.Para ella fue un momento muy especial aquella eyaculación; fue como si aquella semilla que él puso en su cuerpo fuese un poco de vida, una compensación por la vida que ella le había dado años atrás.

Para los dos, y para Luca, todo había cambiado.La "nave scuola" se dedicó exclusivamente a hacer el amor con sus hijos, especialmente con Giulio, que era, aunque no lo admitiera abiertamente, su favorito.La mayoría de las noches dormía con él y los dos gozaban del sexo durante largos y placenteros coitos incestuosos.​
 
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