En El AviÓn

roman74

Pajillero
Registrado
Ene 9, 2008
Mensajes
2,925
Likes Recibidos
60
Puntos
48
 
VolvÃ*a de ParÃ*s en el vuelo 2322 de Air France con
destino a RÃ*o de Janeiro. El pasaje era muy poco;
calculé no más de 50 personas en una avión con
capacidad para casi 300, lo cual me permitió
acomodarme plenamente en una fila de la parte central.
Busqué el fondo de la cabina, mientras los pocos que
viajaban se ubicaron desde el medio hacia adelante. Al
momento de entregar el servicio de comidas, la azafata
debÃ*a recorrer un largo trecho con los carros para
llegar hasta donde estaba. Fue por eso que se originó
una conversación casi inmediatamente.
-Si quieres me voy hacia adelante- le dije amablemente
-Por mi no te preocupes- respondió sonriendo y con un
marcado acento portugués.
Era una mujer delgada, con el cabello muy negro
recogido, como siempre lo llevan las azafatas, y de
rasgos asiáticos. Enseguida me enteré que habÃ*a nacido
en BahÃ*a de padre chino y madre mulata. Volvió a
sonreÃ*r cuando le aseguré que era muy bella y casi se
sonrojó cuando le dije que pocas veces en mi vida una
mujer me excitaba como lo hacia ella. Arriba de los
tacones parecÃ*a muy alta, e incluso, esa posición
elevaba su culo de manera sin igual. La camisa blanca
que usaba, muy holgada, no dejaba adivinar el tamaño
del busto a primera vista. Sólo después que la vi de
perfil, estirando los brazos hacia arriba, para
acomodar un bolso en un porta paquetes, me di cuenta
que, a pesar de su flacura, tenÃ*a un buen par de
tetas.
Luego de completar la cena me animé a preguntarle el
nombre. TenÃ*a la sensación de que al haberle confesado
que me excitaba, estaba ofendida. Al parecer, el
incidente le habÃ*a pasado por alto y me dijo su nombre
sin problemas: Valeska.
Casi dos horas después de haberse iniciado el vuelo,
la mayorÃ*a del pasaje dormÃ*a. La noche era realmente
apacible y según el comandante, volarÃ*amos con muy
buen tiempo. Luego de tomar el segundo café, levanté
los apoya brazos y me dispuse a dormir en la cama
improvisada de cuatro asientos.
Para estar más cómodo, desabroché el botón del jean,
bajé el cierre y me tapé con una manta hasta la
cintura. Rápidamente me quedé dormido, pero una
pequeña vibración me despertó. En ese momento vi a
Valeska que dormitaba en los asientos de la misma fila
al otro lado del pasillo. Me acomodé otra vez y volvÃ*
a dormirme. No sé cuanto tiempo pasó, pero me desperté
soñando que Valeska me tocaba la verga. Cuando abrÃ*
los ojos, en medio de la penumbra reinante en la
cabina, vi que en realidad Valeska, me estaba
acariciando con mucha dedicación.
-¿Qué pasa?- pregunté sobresaltado.
-Shhh!!!- dijo ella acariciándome muy suave- parece
que soñabas y tuviste una erección. Me desperté, vi
que la manta se movÃ*a y no pude contenerme. Tienes un
hermoso miembro, no muy grande pero bien duro.
Mientras decÃ*a eso, se acercaba y sin que me diera
cuenta se lo puso en la boca. Comenzó a chupar muy
despacio, primero la cabeza que estaba a punto de
estallar y luego todo el tronco. En la oscuridad no
podÃ*a ver su rostro, pero sÃ* oÃ*r su respiración
agitada y el ruido de su lengua húmeda recorriendo la
pija de cabo a rabo. HabÃ*a conseguido meter una mano
dentro del pantalón y me apretaba los huevos. Se ve
que era muy experimentada en el arte de mamar, porque
intuyó un segundo antes cuando iba a acabar. Me apretó
los huevos con decisión, empujando la pija hasta el
fondo de su boca en el preciso instante en que soltaba
la leche. SentÃ* un suave dolor en los huevos y tres o
cuatro espasmos incontrolables soltando el semen en su
boca, que se tragó sin problemas.
Estaba exhausto. Trate de recordar si alguna vez me
habÃ*an despertado de esa manera y no pude. Aún no
lograba entender si estaba soñando o si aquello era
verdad. Demasiado surrealista, pensé, pero Valeska
estaba allÃ*, sentada a mi lado tomándome la mano y
dirigiéndola entre sus piernas, a través de la falda,
hasta su conchita. No tenÃ*a bombacha, y la zona estaba
empapada. Acaricié apenas el clÃ*toris que estaba
erguido e introduje dos dedos en su vagina. Se echó
hacia atrás y ofreció totalmente su concha. Comencé a
pajearla lentamente, primero con dos dedos y luego con
tres. Se dispuso a gozar en silencio. No cabÃ*a la
posibilidad de hacer el más mÃ*nimo ruido que pudiera
alertar acerca de lo que ocurrÃ*a en el fondo de la
cabina. Ella lo sabÃ*a, seguramente, porque aquella no
era la primera vez que lo hacÃ*a. En pocos minutos
conté tres orgasmos. Mi mano estaba literalmente
empapada y cuando quise sacarla suponiendo que ya
estaba satisfecha, me tomó del brazo y la dirigió
nuevamente hacia la zona. Todo su sexo estaba
caliente, ardiente y húmedo. La miel corrÃ*a por sus
piernas y por mi mano. Realizó un pequeño giro
quedando casi de espaldas a mÃ* y colocó mi mano entre
sus nalgas. No lo dudé un segundo y busque su culito,
que estaba caliente y dilatado. Apenas apoyé dos dedos
en él, ella hizo un movimiento hacia atrás
incrustándoselos hasta donde se podÃ*a. Con su mano
izquierda buscó mi pija que ya estaba como para otro
polvo.
-Ahora me voy a la cocina- dijo señalando el lugar
donde se prepara el servicio- y luego vienes tu.
Se incorporó y con paso gatuno se perdió detrás de la
cortina. Cuando me levanté, el único ruido que se oÃ*a
era el de los aireadotes de techo. El pasaje dormÃ*a en
su totalidad y el avión parecÃ*a detenido sobre una
nube.
El lugar era pequeño, más pequeño aún, cuando corrÃ*
totalmente la cortina. Debo reconocer que la situación
era por demás estresante. Por un lado ardÃ*a de ganas
de cogerme a Valeska y por otro, de solo pensar que
podÃ*a aparecer alguien imprevistamente, querÃ*a
regresar a mi asiento. Valeska se agachó arqueando la
cintura, levantó apenas la falda y me ofreció el
culito haciendo un pequeño movimiento. La poca luz
apenas me permitÃ*a ver. AbrÃ* las nalgas, apoyé la
cabeza en el ano y toda la pija se deslizó hacia
adentro. Valeska apenas gimió y vi que mordÃ*a una
servilleta o algo asÃ*. SabÃ*a que el más mÃ*nimo ruido
estropearÃ*a aquel momento.
Empecé lentamente un entra y saca y sentÃ* que la pija
aumentaba de tamaño, al tiempo que Valeska gozaba con
el dolor que le producÃ*a. Me di cuenta que acababa
como una perra porque en un momento en que empujé
hasta el fondo, a pesar de estar mordiendo al trapo se
llevó su mano derecha a la boca para ahogar un grito
que, de haber escapado, se hubiera oÃ*do hasta en la
cabina de los pilotos. Quise prolongar aquella cogida
un buen rato, pero no pude contener durante mucho
tiempo el orgasmo y sentÃ* la leche correr, como un
rÃ*o, dentro de su culo mientras ella continuó unos
segundos más retorciéndose de placer y dolor. Mientras
trataba de volver a la realidad, ya que estaba
exhausto, sonó un timbre que le indicó que un pasajero
requerÃ*a su presencia. Se bajó la pollera, se acomodó
algo el cabello y salió en dirección hacia el medio de
la cabina. Me metÃ* rápidamente en el baño y como pude
me lavé y busqué quedar algo presentable. Cuando salÃ*,
ella estaba allÃ*, sirviendo un vaso de jugo de
naranja. Me miró y me besó con pasión.
-Estuviste muy bien- dijo, tocándome suavemente los
genitales.
Al llegar a RÃ*o de Janeiro, cuando descendÃ* del avión,
Valeska daba las gracias a los viajeros en la
escotilla delantera.
"Gracias por elegir Air France" rezaba la tarjeta que
me dio y en la que estaba escrito su número de
teléfono.
 
Arriba Pie