Embarazada por mi abuelo

diego01

Virgen
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Abr 17, 2008
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He vivido siempre con mi abuelo Armando, mi tÃ*o Paul y mi padre ElÃ*as. Mis abuelos se casaron cuando él tenÃ*a catorce años y ella trece. Entonces, sus padres los casaron por alguna deuda de alguno de ellos hacia el otro o por una cuestión de tierras, no lo sé seguro. Tuvieron dos hijos y al poco tiempo, mi abuela murió. Mis padres nunca se casaron. Eran también unos crÃ*os, tenÃ*an la misma edad que mis abuelos, cuando empezaron a tontear y mi madre se quedó embarazada. Al parecer, tuvo un embarazo muy malo. A resultas de algunas pruebas que le hicieron, tenÃ*a una enfermedad congénita y era muy peligroso para ella estar embarazada. Pero ya no habÃ*a remedio y murió en el parto. Mi abuelo y mi padre se hicieron cargo de mÃ*. CrecÃ* muy unida a los tres hombres. Siendo pequeña, tenÃ*an un calendario para las salidas. Uno se quedaba conmigo en casa y los otros salÃ*an. Una vez, el abuelo y mi padre vinieron con dos mujeres. Cada uno se fue a su habitación y allÃ* oÃ*a gemidos y gritos de placer. Mi tÃ*o me explicó lo que hacÃ*an ya que nunca fue ningún tabú el tema del sexo. Si preguntaba algo, me lo explicaban sin tapujos. Según fui creciendo, ya me podÃ*a quedar sola. Una vez los tres hombres vinieron juntos con tres mujeres. No cerraron ninguna puerta y como ya tenÃ*a curiosidad por ver cómo lo hacÃ*an, fui de puerta en puerta, en silencio. Papá le estaba metiendo su pene en el ano, tÃ*o Paul y su pareja estaban haciendo un 69 y la pareja de mi abuelo le estaba mamando la polla mientras él tenÃ*a una cara de inmenso placer. Cuando entré en la adolescencia, cada vez tenÃ*a más ganas de probar las mieles del sexo. Todo el mundo hablaba tan bien de ello, alguna de mis amigas también habÃ*an dejado de ser vÃ*rgenes y yo estaba allÃ* sola, sin comerme un rosco. Empecé a tontear con un chico de la vecindad. Nos besábamos y nos tocábamos en la escalera. Mamé por primera vez su polla y él pudo saborear mi coño. Una noche que venÃ*amos de una fiesta en el barrio, me desvirgó en las escaleras, a oscuras. Nos metimos en un hueco que hay en el portal, el lugar más oscuro y allÃ* me folló. Me dolió un montón. Posteriormente, lo hicimos un par de veces más y ya no me dolÃ*a tanto. Un dÃ*a, sin que los dos lo supiéramos, mi abuelo nos vio. Papá y tÃ*o Paul estaban fuera por cuestiones de trabajo y yo estaba sola en casa con el abuelo. Esa noche, hablando con el abuelo, surgió el tema del sexo.
–Cuando he venido a casa antes, no he podido evitar veros a Quique y a ti disfrutando el uno del otro.
No pude evitar ponerme roja como un tomate.
–Lo siento, abuelo, pero es que estoy con tantas ganas de aprender todo ese mundo que cuando Quique y yo empezamos, no pude evitarlo. Me gusta, abuelo, me gusta mucho.
–Me lo imagino. ¿Te ha llegado a penetrar?
–SÃ*. La primera vez fue cuando volvÃ*amos de la fiesta de la Blanca. Me dolió tanto que no sé cómo pude aguantar las ganas de gritar como una posesa. Posteriormente, lo hemos hecho un par de veces y no me ha dolido tanto. Pero todavÃ*a duele.
–La primera vez siempre duele. Si todavÃ*a te duele es que lo hacéis sin estar tú bien lubricada. ¿Te gusta tener la polla dentro? ¿Te lo ha metido por detrás?
–SÃ*, abuelo, me encanta tener una polla dentro pero nunca lo hemos hecho por detrás –y sin poder mirarlo a la cara le conté–: Tengo que confesarte una cosa, abuelo. Una vez en que papá, el tÃ*o y tú volvisteis juntos con una mujer cada uno, no pude evitar asomarme a vuestras habitaciones para ver lo que hacÃ*ais. Papá metÃ*a su polla en el ano de su pareja, tÃ*o Paul y su pareja hacÃ*an un 69 que todavÃ*a no he probado pues en las escaleras es muy difÃ*cil hacerlo y tu pareja te estaba mamando esa inmensa polla. Te miraba a la cara y tenÃ*as un gesto de tanto gozo que quise probar cuanto antes lo que eran las mieles del sexo. No pude ver la polla de tÃ*o Paul, pero papá y tú la tenéis tremenda. Quizá la de papá sea más larga que la tuya, pero tu pene me pareció más gordo.
El abuelo, me cogió de la mano y me sentó sobre su regazo. Noté cómo su polla estaba bien crecida.
–Tienes un cuerpo exquisito, mi niña, ¿notas cómo crece mi pene? –me preguntó. AsentÃ* con la cabeza y entonces me sorprendió diciéndome–: Te deseo, niña, te deseo desde hace tiempo. Seré abuelo, pero muchos hombres a mi edad tienen a su primer bebé. ¿Quieres probarlo conmigo? Te prometo que seré todo lo suave que quieras para que no te duela.
–Gracias, abuelo –y le di un beso en la boca.
Mmm, qué bien besaba el abuelo. Después separó su boca de la mÃ*a y me dijo:
–Primeramente te voy a quitar la ropa, cariño. Luego, me quitarás tú a mÃ*.
Me quitó toda la ropa y con una mano agarró una teta mientras que la otra bajaba a mi coño.
–Mmm... ¡Qué cuerpo tan rico tienes, pequeña! Estas deliciosas tetitas, este ya húmedo coño... Me gusta, cariño, me gusta... Desnúdame tú ahora cielo, desnúdame.
Con las manos del abuelo por mi cuerpo dándome placer, solté los botones de su camisa y se la quité. Luego, el pantalón y el calzoncillo se los quité a la vez. Estábamos los dos desnudos. Me puso de pie a su lado y empezó a besarme el cuerpo, sobre todo la zona del vientre, mientras me abrazaba contra él. Luego me hizo ponerme de rodillas para que pudiera mamar su polla. Sus dedos no dejaban de entrar y de salir de mi ano. Su pene crecÃ*a en mi boca y mi ano poco a poco se iba dilatando. Cuando ya estaba a punto de venirse, me hizo ponerme contra el sillón y empezó a meter su polla en mi culito. Me dolÃ*a mucho y querÃ*a que saliera.
–Aguanta, pequeña, aguanta. Sé que duele la primera vez, pero te juro que luego sentirás un inmenso placer.
A la vez que me decÃ*a esas palabras, sus dedos empezaron a masajear mi clÃ*toris. Poco a poco fue entrando hasta que llegó al fondo. AllÃ* paró unos instantes y empezó a salir. Eché el culo hacia atrás para evitarlo y entonces volvió a entrar hasta el fondo. Los embistes siguieron hasta que nos corrimos los dos en un inmenso orgasmo. Sus manos no dejaban mis pechos ni mi coño. Después de habernos corrido, giró mi cabeza y me volvió a besar en la boca. Sacó su pene de mi culo y me dio la vuelta sin dejar de besarme.
–Lo haces de maravilla, pequeña.
Y volvió a pegar su boca a la mÃ*a. Nuestras lenguas luchaban la una contra la otra. Una de sus manos seguÃ*a en mi chocho. Yo cogÃ* con mi mano su pene y estaba creciendo.
–Vamos a hacer un 69 antes de que te meta mi rabo por esa rica rajita, cielo.
Nos tumbamos en el suelo e hicimos por primera vez para mÃ* un 69. Nos corrimos en la boca del otro. Después, seguimos mamándonos para volver a ponernos en forma. Posteriormente, metió su rabo en mi vagina. Y no me dolió. Con su experiencia, supo metérmelo suavemente. Después de un rato de meter y sacar volvió a inundarme con su rica y espesa leche. Ese fin de semana no dejé de follar con mi abuelo. Y a resultas de ese fin de semana, me quedé embarazada. Cuando lo descubrÃ*, un mes después, fue toda una sorpresa. No sabÃ*a cómo iban a tomarse las cosas mis familiares. Cuando volvÃ* a casa, oÃ* al abuelo contarle a mi padre lo que habÃ*amos hecho. No sabÃ*a cómo iba a reaccionar papá, y me sorprendió muchÃ*simo.
–¡Vaya, serás bribón! Te buscas a las mejores. ¿Es buena la niña?
–Muy buena. SerÃ*a una delicia follársela entre dos.
–Mmm... me encantarÃ*a meterle el rabo en esos lindos agujeritos.
–Si la convences de buenas maneras de que lo haga contigo, posteriormente podrÃ*a hablar con ella de que se dejara hacer con los dos.
–Será delicioso.
Entré en la sala donde estaban los dos hombres, los saludé y papá me dijo:
–El abuelo me ha contado lo que hicisteis hace un mes. ¿Te gustó?
–SÃ*, papá, me gustó mucho. Ese fin de semana fue muy intenso.
–¿Y lo habéis hecho más veces?
–SÃ*, papá, lo hemos hecho algunas veces. Y no me arrepiento.
–Hija, cariño, ¿te gustarÃ*a probarlo conmigo?
–¿No te enfadas, papá?
–No, no me enfado.
Papá se levantó y nos encontramos a medio camino. Nos abrazamos fuertemente y me besó en la boca.
–Vale, entonces. Pero hay un problema –dije mirando a mi abuelo–. Me he quedado embarazada.
–¿Y tú estás contenta con la noticia? –me preguntó papá.
–Yo por mÃ*, estoy encantada, pero...
–No hay peros que valgan, cielo –dijo el abuelo. Y sacándose la polla, dijo–. ¿Lo celebramos como es debido?
–SÃ*, abuelo –y le di un besito en los labios, luego agachándome, le volvÃ* a dar otro besito en su rica polla.
Papá que no querÃ*a quedarse sin nada, dijo:
–Nora, reina, queremos hacerte una proposición. Queremos follarte entre los dos. Te aseguro que tendrás más placer del que puedas imaginarte. Y no te dolerá.
–De acuerdo, papá.
Le di un gran beso en la boca. Y nos desnudamos el uno al otro sin separar las bocas. Luego, los hice sentar en el sofá, me puse a cuatro patas y les mamé las pollas alternativamente. Efectivamente, la polla de papá era más larga que la del abuelo, pero más delgada. Cuando los dos estuvieron a punto de venirse, me senté sobre la polla de papá y el abuelo me penetró por detrás. Huelga decir que el placer fue inmenso. Esa noche, me desperté con un sueño erótico y estaba empapada. Me fui a la habitación de papá. Éste, dormÃ*a desnudo. Empecé a mamar su polla para despertarlo. En cuanto noté que ya estaba despierto, me puse sobre él para hacer un 69. Posteriormente, me penetró tanto por delante como por detrás. Y asÃ* ha sido hasta hoy. Me queda poco tiempo de embarazo, tengo una barriga enorme pero mis hombres me dicen que estoy muy sexy. Porque también disfruto con tÃ*o Paul. Y con el vecino Quique, lo hemos hecho varias veces en casa. Tengo cuatro pollas con las que poder disfrutar.
 
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