El principio de la independencia 03

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Haber iniciado una relación con el papá de mi amiga Rebeca fue lo mejor que me pudo pasar. Antonio me enseño cosas que intuía pero que no había experimentado; también me ayudo a empezar a generarme un capital con el cual podría volverme independiente de mi familia, a la cual quiero con toda mi alma pero de la que no quería depender económicamente.

Estuvimos durante un semestre saliendo. Bueno, decir que salimos es una manera de hablar, la mayoría de las veces nos quedábamos en su oficina donde teníamos nuestros encuentros. En mi cabeza había construido la loca idea de que me casaría con Antonio y seríamos muy felices. Algo en mi sabía que eso no podía ser cierto, y fue el mismo Antonio quien me bajo de mi nube de la mejor manera que pudo pero que no dejo de ser dolorosa.

Estaba sentada frente a él, sobre su pene hermoso que comenzaba a desinflarse, desnudos, después de una tarde de amor desenfrenado. Mientras estaba ahí acurrucada Antonio me soltó la noticia. Tenía que irse a trabajar fuera del país. No pude contestarle nada, mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Antonio me miro y empezó a besar mis ojos, los besaba con cariño pero también con cierto furor que comenzó a reavivarlo, sin dejar de llorar sentí como crecía su pene dentro de mí.

- Ya, no llores. Dijo al terminar.
- Cómo no, si me quedo sin Rebeca y sin ti.
- Rebeca se queda a vivir con sus tíos, mi hermano. Me consoló.
- Todavía tenemos tiempo de volverlo a hacer. Lo dijo mientras su pene volvía a crecer.
- Me gusta tu pene. Lo dije, mientras me hincaba para besárselo.
- Dile “verga”, me excita más, me pidió.
- Me gusta mucho tu verga. Y cuando lo dije su verga empezó a crecer más.
- Ves, le gusta que le llames así.
- Me gusta tu verga, volví a repetir, y la verga se puso completamente tensa. ¿Puedo meterla en mi boca?
- Dilo bien, me ordeno.
- ¿Puedo meterme tu verga en mi boca?
- Claro qué sí, es toda tuya. Me dijo.

Y metí su verga en mi boca y le hice una mamada como a él y a mí nos gustaba, esas donde el termina viniéndose en mi boca y yo termino comiéndomelo todo.

Antonio se fue la siguiente semana, dejó a Rebeca con su tío y me dejó un regalo que le agradecí mucho. Había abierto una cuenta de ahorro bancario a mi nombre y ahí depositó algo de dinero. Eso me hizo reaccionar, y darme cuenta que ahora ya no tendría las pequeñas pero útiles cantidades monetarias que antes me daba. ¿Ahora que iba a hacer?

Así me encontró Rebeca, y tuve que contarle la situación un poco disfrazada.

- Así es, voy a necesitar dinero pero no sé cómo conseguirlo.
- ¿Y qué te atreverías a hacer?
- Sería capaz de cualquier cosa, le dije bromeando.
- Le harías una mamada a alguien, por ejemplo. Me soltó a boca jarro.
- Dude un poco pero le conteste finalmente. Sí.
- Algunos amigos de mi papá son bastante “amables”, ¿sabes?
- ¿A que te refieres? Quise saber.
- Que te darían una compensación monetaria si tu les ayudas a desahogar, ¿me entiendes?
- Sí.
- ¿Qué dices?

A la mañana siguiente nos aparecimos en las que antes eran las oficinas de Antonio. Entramos a una oficina igual a la que él tenía y ahí estaba, un tipo gordo y grande que había visto otras veces.

- Vaya, vaya, a quién tenemos aquí, se presento el gordo. Y viene con una amiguita.
- Buenas tardes, señor Doriga. Saludo Rebeca.
- ¿Cómo estás, chula? ¿Tu boquita me extrañaba?
- Sí, pero le vengo a presentar a mi amiga.
- Mmmm pero tu amiga es muy callada, ¿su boquita sabrá trabajar?
- Sí señor, intervine.
- Pues veamos. El gordo se saco su verga. Vamos a ver lo que hace la señorita.
- (Comencé a chupar)

La verdad que me sorprendí, lo hacía con gusto, no era lo mismo que con Antonio pero era grato tener una verga caliente en la boca, sentir como crecía y me llenaba la cavidad. El sabor fuerte y el olor a sudor me golpeaban la nariz y hacían que hasta mi vagina se mojara. Mi boca la estaba trabajando muy bien, alcanzaba a oír los pujidos y suspiros del señor Doriga. Sus manos mecían mi cabello y me apretaban contra él.

- Sí, sí, sí. Eres buena chiquita, y se ve que te gusta. Si hasta te estás metiendo los dedos mientras lo haces. Les doy el doble si le chupas el chocho a tu amiga mientras me la mama. Qué dices Rebe.

Apenas fui consciente de lo que el gordo proponía. Fue hasta que sentí la lengua de Rebeca en mi chocho que supe a lo que se refería el gordo.

Mientras mis labios abrazaban la verga de Doriga, y mi lengua golpeaba la cabecilla, Rebeca me masturbaba con su lengua, era buena, había hecho que me corriera y yo estaba a punto de hacer que el gordo Doriga se corriera. Seguí chupando hasta que sentí el primer chorro en la boca después sentí como me tomaba fuertemente de los cabellos y me apartaba para que el resto me callera en la cara y en el pelo, después me repaso varias veces su pene desinflado por la cara.

- Ah, golfilla, ahora quieres quitárselo de la cara Rebe, chula.

Rebeca me tomo la cara y comenzó a lamerla sin sentido. Finalmente su lengua entro en mi boca y me dio un largo beso. Doriga nos metió dinero en el corpiño y nos largo con sendas nalgadas. Ya fuera, Rebeca soltó de repente.

- ¿Es más o menos lo que hacías con papá?
- No supe que contestar.
 

epale62

Virgen
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¡¡¡ mira tu amiga !!! cuentanos mas de ella. Por favor
 
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