El principio de la independencia 02

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Ser independiente es reconocer nuestras carencias y recursos.

A los catorce años y cursando secundaria una no tiene muchos recursos y si muchas carencias. De lo que yo podía jactarme de tener como talento era mi cuerpo que, aunque incipiente, ya denotaba ser suculento. Mi pecho ya tenía un excelente volumen y era llamativo, tenía una buena estatura y unas buenas caderas, mis piernas largas y firmes, unos ojos coquetos color miel y, lo que a muchos hombres les ha gustado, una boca carnosa y mordible que promete maravillas.

Fui afortunada de tener como amiga, todavía la conservo, a Rebeca, una linda y hermosa chica cuyo padre había quedado viudo cuando nosotras cursábamos el tercero de secundaria, Antonio. Él me enseño a usar mis dones y me compenso muy bien por eso. Cuando Rebeca estuvo un tiempo enferma Antonio pasaba por mí a la escuela, me invitaba a salir, íbamos a comer e invariablemente terminábamos en su oficina, donde se contentaba con masturbarme con sus dedos y recibir mi boca en su pene. Pero eso no duraría, así que decidí adelantarme.

- ¿Qué haces aquí? Pregunto, con una gran sonrisa. Se veía tan guapo y varonil en mangas de camisa.
- Te extrañaba.
- ¿De veras? Pregunto mientras me acercaba.
- Sí. Me puse delante de él.

No tardó mucho en darme la bienvenida que siempre me daba cuando ahí nos encontrábamos.

- Mira la niña descarada, no trae bragas.

Sus dedos se movían ya con destreza dentro de mi vulva. Recorrían con avaricia las paredes de mi sexo. Sentía como sobaban la carne interna para después sacarlos y halar mis labios y volver a entrar y salir en un juego que me parecía eterno. Busque su boca para desahogar la excitación que me embriagaba, mis piernas se doblaban y mis muslos comenzaban a mojarse.

Abrace su boca con mis besos, me gustaba como metía su lengua y recorría mi cavidad y mis dientes, como se enredaba con mi lengua y como mordía mis labios y los besaba con ternura. Yo estaba sujeta a su cuello. Lo quería. Entonces saco su pene y colocó su mano en mi cabeza.
- No. Fue mi respuesta.
- ¿No? Pregunto él sorprendido.
- Hoy no. Lo dije mientras me levantaba la falda escolar y me sentaba sobre él.

Era una de mis carencias, a pesar de la intuición no era muy diestra y su pene sólo resbalaba por mis piernas. Me sujetó por las caderas y levantándome un poco preguntó: ¿Estás segura? Sí, contesté. Entonces lo sentí, sentí como su pene se iba abriendo paso por mis paredes. Me dolía, en verdad me dolía. Estuve a punto de arrepentirme pero el dolor fue colocándose al fondo, dejando paso a una sensación más placentera. Antonio sujetaba mi cadera haciéndome llevar un ritmo acompasado suave. Me recargue en su pecho mientras su “Verga” (esta palabra me la enseño el después) entraba y casi salía de mi. El ritmo y la intensidad fue aumentando, el calor me absorbía y mis nalgas golpeaban en sus piernas. Él también estaba poseído, metía su cara en mi cabellera y sus suspiros me quemaban el cuello.
La experiencia era nueva para mi, en ese momento me hubiera pedido ser su esclava y lo hubiera aceptado. Pero Antonio no pretendía eso, era un hombre solo que estaba buscando desfogarse y encontró una niña dispuesta a complacerlo.
Me quite el suéter, la blusa y el corpiño mientras el continuaba sumergido en mi sexo. Sus manos lo agradecieron, se lanzaron a magrear mi pecho. Cada una de sus manos se apodero de una de mis tetas y las masajeo con furor. Empezó a morder suavemente mi cuello y a clavar con mayor fuerza su pene en mí. Mis uñas se clavaron en sus piernas donde me sostenía. Antonio me levanto y saco su pene de mi interior y me volteo hacia él. Me volvió a clavar mientras su mirada se encontraba con la mía.

- Te gusta, me preguntó.
- Sí. ¿Qué si me gustaba? Estaba encantada.
- Pídeme que te chupe las chichis.
- ¿Qué?
- Dime, chúpame las chichis.
- Chupame las chichis.
Su boca se abrió, y una de mis tetas desapareció en ella, me chupaba con delicia, con fuerza y vigor, succionando u halando mi pecho mientras se apartaba. Iba de una a otra chupando con amor y coraje, a ratos atrapaba uno de mis pezones y los mordisqueaba. De pronto se detuvo, se arqueo un poco apretándome con gran fuerza. Sentí como me inundaba, sentí como me llenaba son su esperma mientras me clavaba más y más su verga. Eso hizo que yo también me corriera.

Estuvimos un rato quietos, sintiéndonos el uno al otro.
- Mañana regresara Rebeca, sabes. Fue con lo que rompió el silencio. Será más difícil vernos.
Por un momento deteste a mi amiga.

- Pero si me extrañas mucho puedes venir aquí, siempre que quieras, después de las 6.

Después me despidió y metió dinero en mi mochila.

A la mañana siguiente me encontré con Rebeca en el instituto, el enojo se me había pasado y ahora me embargaba un poco de culpa por engañar de esta manera a mi amiga con su padre. Pero tuvimos una charla que desterró por siempre ese sentimiento.

- He visto muy contento últimamente a mi padre, sabes. Comenzó.
- ¿De veras? Ja, dijo la ingenua que se moría de vergüenza y vanidad.
- Sí, creo que debe estar viendo a alguien que le está alegrando la vida. Gracias amiga.
- Me sentí cohibida y atrapada. ¿Por qué? Pregunté.
- Por escucharme, claro. Después supe que ella de alguna manera nos había descubierto.
 

epale62

Virgen
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Hay una diferencia entre ser puta y ninfómana. La Puta lo hace por dinero la ninfómana por el placer. Aunque; como se puede deducir de tus relatos.Las ninfomanas pueden recibir pago efectivo, regalos ...etc. y las putas recibir ademas placer. jajaja
 
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