El polvo de las arañas [voyeur, madre/hijo, infidelidad]

Registrado
Feb 28, 2015
Mensajes
33
Likes Recibidos
0
Puntos
0
Todo ocurrió cuando yo tenía 8 años y mi madre por aquel entonces tenía 30.
Veníamos de hacer la compra y entramos en casa con varias bolsas del supermercado de la esquina.

Yo me fui al salón a ver los dibujos y mamá se fue directamente a la cocina a dejar las bolsas de la compra, cuando de repente la oí chillar asustada.


· ¡Una araña, hay una araña en la cocina! – (siempre le habían dado pánico las arañas)

Me cogió de la mano y sin ni siquiera apagar la televisión, salimos al portal.
El vecino de enfrente al oírla chillar escandalizada salió al portal a ver qué ocurría, y ella le dijo que había una araña enorme en la cocina, por lo que el vecino amablemente se ofreció para entrar a casa a matarla. Cuando volvimos a entrar, el vecino dijo que no veía nada y tanto él como mi madre, se pusieron a mirar por los bajos de los armarios hasta que mi madre por fin volvió a verla, y a dar un brinco chillando y señalándole al vecino diciéndole donde estaba. Rápidamente el vecino se agachó y la cogió con la mano para enseñársela a mi madre, y ella sin dejar de chillar histéricamente le dijo que la matase, pero en vez de hacerle caso, el hombre le echó la araña a mi madre por el escote del vestido. Evidentemente, ella se puso a gritar como una loca y a retorcerse sin dejar de dar brincos de impotencia, hasta que finalmente termina quitándose el vestido, se lo arranca junto al sostén y las bragas quedándose completamente desnuda y saltando sobre la ropa, para intentar pisar a la dichosa araña.

Yo al ver aquella escena me quedé estupefacto viendo como las enormes tetas de mi madre se movían de arriba hacia abajo con cada uno de sus saltitos, y sin poder evitar apartar la vista de ella comencé a mirarla totalmente embobado, fijándome en su esbelto cuerpo desnudo, su conejito rasurado y su culo firme y respingón. Pocos minutos después, mi madre fue consciente de lo que acababa de hacer y cayó en la cuenta de que se había quedado completamente desnuda frente al vecino. Vergonzosamente y completamente ruborizada, mi madre levantó la vista y se dio cuenta de cómo aquel hombre la miraba de arriba abajo, con ojos de sorpresa y lujuria desenfrenada. Sin darle tiempo a reaccionar, el vecino se lanzó sobre mi madre y cogiéndola con fuerza por la cintura, la tumbó sobre la mesa de la cocina, la levantó las piernas mientras se desabrochaba el pantalón, y antes de que a mi madre le diese tiempo a escapar, el hombre le metió su ya erecto miembro en el coño, hasta el fondo. Mamá con rostro de sorpresa, comenzó a emitir pequeños y apenas sonoros quejidos, sin dejar de mirar a aquel tipo con los ojos muy abiertos, hacía lo posible por huir de las garras de aquel tipo pero le era inútil, ya que el vecino la tenía bien agarrada por los muslos. Con las piernas de mi madre sobre los hombros del vecino, el hombre comenzó a moverse hacia delante y atrás con mucho ímpetu, mientras yo me fijaba en como su enorme rabo aparecía y desaparecía dentro del coño de mamá.

Poco a poco comencé a oír un pequeño ruido y me di cuenta de que eran los testículos de aquel hombre, chocando contra el culo de mi madre, que ya había dejado de resistirse y ahora sólo se limitaba a dejarse a hacer, tenía los ojos cerrados y se mordía los labios con fuerza intentando no gritar ante aquel polvo tan inesperado que le estaban echando. De repente mi madre comenzó a gemir desenfrenadamente mientras aquel tipo se la follaba sobre la mesa de la cocina, cada vez con más fuerza. Las enormes tetas de mi madre se movían hacia arriba y abajo bamboleándose por las fuertes embestidas de aquel tipo, y vi como sus pezones comenzaban a ponerse duros.
Tras varios minutos de fuertes embestidas, el vecino comenzó a aminorar el ritmo hasta que finalmente le sacó la polla del coño a mi madre, que en ese momento estaba exhausta por la follada que le acababan de echar, y me fijé en como su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado por su respiración entrecortada.

Cuando se quiso dar cuenta, el vecino ya se había subido los calzoncillos y salió de casa escopetado mientras se subía el pantalón, fue entonces cuando oí decirle a mi madre en voz alta:


·
De nada, ¿eh?...

Ella todavía seguía tumbada boca arriba sobre la mesa, descansando de tanto “ajetreo” en tan pocos minutos, y yo aproveché para salir disimuladamente de la cocina y volver al salón dándole tiempo a mi madre para que volviese a vestirse y aparentando no ser consciente de nada de lo que había ocurrido.

Desde ese día veo a las arañas con otros ojos, incluso hasta libidinosos.




 
Arriba Pie