El Plan Capitulo 5 De Niña A Mujer
Capítulo V
Fin de la niñez
Ahora ¿Qué haces?
-Me parece que tú sabes que es lo que sigue, eres bastante inteligente, ya me he dado cuenta.
Se incorporó rápidamente y dijo:
¿No pensaras meterme eso?, de ningún modo me entrará.
-No te lo meteré, lo harás tú misma.
Ni loca, además soy virgen, no está bien.
-Ya sé que lo eres, quiero ser el primero, ya lo he decidido, pero quiero que tú lo hagas, si lo hago yo podría hacerte daño, es mejor que lleves el control, así no te harás daño.
No me entrará, por favor no.
-¿Prefieres que lo haga yo?, veras como te entra sin problemas, soy más alto que tu pero no eres tan pequeña, algún día lo harás me parece que es buen momento, de todas maneras lo haremos, no se quedará así.
Si quieres te lo chupo de nuevo, pero eso no.
-Te conviene chupármela antes, así estará más lubricado, pero de ningún modo te librarás, además te va a gustar, ya lo verás.
La tomé por las caderas, la hice apoyar las manos en la cómoda, la levante hasta que mi pene rosaba con su sexo, comencé a frotar ella estaba muy excitada, jadeaba y gemía, la bajé y le dije ahora tú, la hice arrodillar y comenzó con la nueva felación, había aprendido muy rápido, después le dije mételo en tu boca y con tu lengua juguetea con la cabeza, esto se ponía mejor, me costó despegarme de ella para dar el siguiente paso, la senté en la cama, levanté sus piernas y le di una última lamida, con dos dedos palpé por última vez su himen, sonreí al comprobar que como imaginé y era lo más seguro, era virgen, no le conocía novio, si algunos pretendientes incluso de años mayores y muchos de sus vecinos, hombres mayores casados, con hijos e inclusive nietos siempre que podían se la comían con la mirada, sin embargo ella, no se relacionaba mucho con los hombres, parece que aún no era de su interés, todo me había salido perfecto, no estaba dispuesto a detenerme, me senté en la cama frente al espejo más grande, detrás del que coloqué las cámaras, la jalé hacia a mí, le di un nuevo y apasionado beso, la senté sobre mis piernas con mi pene rosando sus labios mayores, sobresaliendo por su pubis.
-Mírate, eres hermosa, contémplate por última vez como niña.
Me encantaba hacerla sonrojar y por supuesto otra vez lo había logrado.
-Es hora, concéntrate y ten valor, ya verás que será maravilloso, solo al comienzo tendrás que aguantar.
Note el miedo en su cara, pero también resignación, la levanté un poco, y otra vez jugué con mi glande en sus labios mayores, luego llevé su mano a mi pene.
-Vamos dirígelo tú, conoces mejor tu cuerpo.
Despacio, por favor.
-Descuida.
Ella hizo encajar correctamente nuestros sexos, y presionó un poco, claro que no fue tan simple, lo ajustado de su entrada, toque la barrera virginal, hasta ese punto ella fue muy valiente, la contuve ahí con mis manos un instante.
-¿Nunca te has metido nada?
No, nunca.
-Vamos, sé que puede parecer penoso pero ya estando así no deberías mentirme.
Pues, si, mis dedos, y alguna vez un lapicero, pero era metálico y con su gancho me hice daño, no lo volví a intentar.
-Descuida, el mío parece duro como una roca, pero veras que lo sentirás muy suave.
Y ¿tú a cuantas se lo has metido? (tomé como una buena señal esa pregunta)
-Pues a muchísimas, pero nunca tuve el honor de metérselo a una pequeña diosa como tú, me siento en la gloria, cualquiera podría hacer una locura por ti, de hecho yo lo hice, (le saqué una sonrisa) ahora continúa.
Ella lo intentó, pero al hacer algo de fuerza resbalamos y nos desconectamos, otra vez nos posicionamos, esta vez colaboré un poco para que no ocurran más accidentes, al llegar al himen nuevamente sentí como se estiraba, ella dio un grito, intentó retirarse pero no la dejé, forcejeó un poco pero se dio cuenta que era inútil.
-No te detengas ahora falta poco, lo demás será sencillo.
Ella asintió, pero se veía el dolor en su cara, otra vez las lágrimas lentamente bajaban por sus mejillas, había calculado una de las dos cámaras para que una la filmara de cuerpo entero, y otra se centrara en su cara, dudaba si me saldría bien pero podía verla bien reflejada en el espejo.
-Ahora presiona, te ayudaré un poco.
Ella puso más peso, dio otro grito, no la deje zafarse, más bien con mis manos firmemente en sus caderas presioné más, sentí el desgarro de la membrana, ella ahogaba sus quejidos, tenía la boca abierta y los ojos cerrados.
-Ya casi, un poco más.
No puedo, me duele, no va a entrar.
-Ya no falta mucho, vamos presiona.
Ella presionó mas pero no avanzaba, no lo hacía con suficiente fuerza, así que decidí intervenir, me di maña para con mis pies empujar los suyos y hacerla perder el equilibrio, ella había apoyado sus manos en mis antebrazos, en ese instante yo los flexione y presioné más sus caderas, así ella cayó empalándose por completo.
Ella soltó un grito seco y se quedó paralizada, mi miembro no había entrado por completo quedaban unos centímetros fuera, pero no parecía que pudiera entrar más, también sentí el golpe, algo de dolor me causó, la presión era increíble, nunca había sentido algo así, una sensación que bordeaba con el dolor, pero era demasiado bueno, no me dejaba pensar, nada me interesaba en el mundo aparte de nosotros dos, ambos respirábamos muy agitados, miré al espejo, era perturbador, ella rendida, era toda mía, sometida a mis bajas pasiones, note un hilo de sangre que bajaba por mi pene continuaba por mis testículos y formaba una mancha en la cama, nos quedamos en esa posición por un buen rato, esperaba a que se acostumbre, creo que resultó, sentía ceder un poco la presión, giré su cabeza hacia mí me encorvé cuanto pude y nos envolvimos en un apasionado beso, lamí las lágrimas de sus mejillas, nos dimos unos cuantos besos.
-¿Te sientes lista?
Creo que sí.
Muy bien, comencemos.
Acomodó sus piernas y con mis manos la ayude a subir y bajar, las primeras veces fue un poco difícil pero estaba bien lubricada, cogimos un buen ritmo, pero ella estaba agotada, entonces sin dejar de penetrarla nos levantamos, giramos hacia la cama, y la recosté en una complicada maniobra, la gire sobre el eje de mi miembro, en esa posición comencé a bombearla, suavemente, subiendo el ritmo después, la abracé, la levanté por la espalda, no era problema manejar su cuerpo en el aire, ella se sujetó de mis hombros, continúe con las embestidas, un par de minutos después ella se pegó a mí, me abrazó con fuerza, me detuve, ella se sorprendió, como quejándose me miró a la cara, entonces entendí, así que comencé a moverme nuevamente ella me presionaba con brazos y piernas, sentí como presionaba cada vez más, aumenté el ritmo, y sentí como sus uñas se clavaban en mi espalda, no me detuve, estaba teniendo su orgasmo, unos segundos después ella se relajaba nuevamente, me miró a los ojos y me clavó un tierno beso, esta vez por su voluntad, yo no había parado de bombearla, mi corrida también estaba pronta, entonces la eché sobre la cama y continué, acelere más el ritmo, un minuto después estallé en su interior, pero no me detuve, ella gemía esta vez muy fuerte, yo me desplomé sobre ella, me abrazó fuertemente, nos quedamos varios segundos así.
Mi pene no se puso flácido del todo, pero lo suficiente para sacarlo con comodidad, estaba envuelto en la mezcla de sus fluidos, mi semen y algo de su sangre, cogí sus braguitas blancas (las había guardado especialmente para esto) y nos limpie un poco, ella solo veía en silencio, la cogí de una mano y la incorporé
Continuara...................................................................................................................................................................
Capítulo V
Fin de la niñez
Ahora ¿Qué haces?
-Me parece que tú sabes que es lo que sigue, eres bastante inteligente, ya me he dado cuenta.
Se incorporó rápidamente y dijo:
¿No pensaras meterme eso?, de ningún modo me entrará.
-No te lo meteré, lo harás tú misma.
Ni loca, además soy virgen, no está bien.
-Ya sé que lo eres, quiero ser el primero, ya lo he decidido, pero quiero que tú lo hagas, si lo hago yo podría hacerte daño, es mejor que lleves el control, así no te harás daño.
No me entrará, por favor no.
-¿Prefieres que lo haga yo?, veras como te entra sin problemas, soy más alto que tu pero no eres tan pequeña, algún día lo harás me parece que es buen momento, de todas maneras lo haremos, no se quedará así.
Si quieres te lo chupo de nuevo, pero eso no.
-Te conviene chupármela antes, así estará más lubricado, pero de ningún modo te librarás, además te va a gustar, ya lo verás.
La tomé por las caderas, la hice apoyar las manos en la cómoda, la levante hasta que mi pene rosaba con su sexo, comencé a frotar ella estaba muy excitada, jadeaba y gemía, la bajé y le dije ahora tú, la hice arrodillar y comenzó con la nueva felación, había aprendido muy rápido, después le dije mételo en tu boca y con tu lengua juguetea con la cabeza, esto se ponía mejor, me costó despegarme de ella para dar el siguiente paso, la senté en la cama, levanté sus piernas y le di una última lamida, con dos dedos palpé por última vez su himen, sonreí al comprobar que como imaginé y era lo más seguro, era virgen, no le conocía novio, si algunos pretendientes incluso de años mayores y muchos de sus vecinos, hombres mayores casados, con hijos e inclusive nietos siempre que podían se la comían con la mirada, sin embargo ella, no se relacionaba mucho con los hombres, parece que aún no era de su interés, todo me había salido perfecto, no estaba dispuesto a detenerme, me senté en la cama frente al espejo más grande, detrás del que coloqué las cámaras, la jalé hacia a mí, le di un nuevo y apasionado beso, la senté sobre mis piernas con mi pene rosando sus labios mayores, sobresaliendo por su pubis.
-Mírate, eres hermosa, contémplate por última vez como niña.
Me encantaba hacerla sonrojar y por supuesto otra vez lo había logrado.
-Es hora, concéntrate y ten valor, ya verás que será maravilloso, solo al comienzo tendrás que aguantar.
Note el miedo en su cara, pero también resignación, la levanté un poco, y otra vez jugué con mi glande en sus labios mayores, luego llevé su mano a mi pene.
-Vamos dirígelo tú, conoces mejor tu cuerpo.
Despacio, por favor.
-Descuida.
Ella hizo encajar correctamente nuestros sexos, y presionó un poco, claro que no fue tan simple, lo ajustado de su entrada, toque la barrera virginal, hasta ese punto ella fue muy valiente, la contuve ahí con mis manos un instante.
-¿Nunca te has metido nada?
No, nunca.
-Vamos, sé que puede parecer penoso pero ya estando así no deberías mentirme.
Pues, si, mis dedos, y alguna vez un lapicero, pero era metálico y con su gancho me hice daño, no lo volví a intentar.
-Descuida, el mío parece duro como una roca, pero veras que lo sentirás muy suave.
Y ¿tú a cuantas se lo has metido? (tomé como una buena señal esa pregunta)
-Pues a muchísimas, pero nunca tuve el honor de metérselo a una pequeña diosa como tú, me siento en la gloria, cualquiera podría hacer una locura por ti, de hecho yo lo hice, (le saqué una sonrisa) ahora continúa.
Ella lo intentó, pero al hacer algo de fuerza resbalamos y nos desconectamos, otra vez nos posicionamos, esta vez colaboré un poco para que no ocurran más accidentes, al llegar al himen nuevamente sentí como se estiraba, ella dio un grito, intentó retirarse pero no la dejé, forcejeó un poco pero se dio cuenta que era inútil.
-No te detengas ahora falta poco, lo demás será sencillo.
Ella asintió, pero se veía el dolor en su cara, otra vez las lágrimas lentamente bajaban por sus mejillas, había calculado una de las dos cámaras para que una la filmara de cuerpo entero, y otra se centrara en su cara, dudaba si me saldría bien pero podía verla bien reflejada en el espejo.
-Ahora presiona, te ayudaré un poco.
Ella puso más peso, dio otro grito, no la deje zafarse, más bien con mis manos firmemente en sus caderas presioné más, sentí el desgarro de la membrana, ella ahogaba sus quejidos, tenía la boca abierta y los ojos cerrados.
-Ya casi, un poco más.
No puedo, me duele, no va a entrar.
-Ya no falta mucho, vamos presiona.
Ella presionó mas pero no avanzaba, no lo hacía con suficiente fuerza, así que decidí intervenir, me di maña para con mis pies empujar los suyos y hacerla perder el equilibrio, ella había apoyado sus manos en mis antebrazos, en ese instante yo los flexione y presioné más sus caderas, así ella cayó empalándose por completo.
Ella soltó un grito seco y se quedó paralizada, mi miembro no había entrado por completo quedaban unos centímetros fuera, pero no parecía que pudiera entrar más, también sentí el golpe, algo de dolor me causó, la presión era increíble, nunca había sentido algo así, una sensación que bordeaba con el dolor, pero era demasiado bueno, no me dejaba pensar, nada me interesaba en el mundo aparte de nosotros dos, ambos respirábamos muy agitados, miré al espejo, era perturbador, ella rendida, era toda mía, sometida a mis bajas pasiones, note un hilo de sangre que bajaba por mi pene continuaba por mis testículos y formaba una mancha en la cama, nos quedamos en esa posición por un buen rato, esperaba a que se acostumbre, creo que resultó, sentía ceder un poco la presión, giré su cabeza hacia mí me encorvé cuanto pude y nos envolvimos en un apasionado beso, lamí las lágrimas de sus mejillas, nos dimos unos cuantos besos.
-¿Te sientes lista?
Creo que sí.
Muy bien, comencemos.
Acomodó sus piernas y con mis manos la ayude a subir y bajar, las primeras veces fue un poco difícil pero estaba bien lubricada, cogimos un buen ritmo, pero ella estaba agotada, entonces sin dejar de penetrarla nos levantamos, giramos hacia la cama, y la recosté en una complicada maniobra, la gire sobre el eje de mi miembro, en esa posición comencé a bombearla, suavemente, subiendo el ritmo después, la abracé, la levanté por la espalda, no era problema manejar su cuerpo en el aire, ella se sujetó de mis hombros, continúe con las embestidas, un par de minutos después ella se pegó a mí, me abrazó con fuerza, me detuve, ella se sorprendió, como quejándose me miró a la cara, entonces entendí, así que comencé a moverme nuevamente ella me presionaba con brazos y piernas, sentí como presionaba cada vez más, aumenté el ritmo, y sentí como sus uñas se clavaban en mi espalda, no me detuve, estaba teniendo su orgasmo, unos segundos después ella se relajaba nuevamente, me miró a los ojos y me clavó un tierno beso, esta vez por su voluntad, yo no había parado de bombearla, mi corrida también estaba pronta, entonces la eché sobre la cama y continué, acelere más el ritmo, un minuto después estallé en su interior, pero no me detuve, ella gemía esta vez muy fuerte, yo me desplomé sobre ella, me abrazó fuertemente, nos quedamos varios segundos así.
Mi pene no se puso flácido del todo, pero lo suficiente para sacarlo con comodidad, estaba envuelto en la mezcla de sus fluidos, mi semen y algo de su sangre, cogí sus braguitas blancas (las había guardado especialmente para esto) y nos limpie un poco, ella solo veía en silencio, la cogí de una mano y la incorporé
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