El paseo

roman74

Pajillero
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Ene 9, 2008
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Me encontraba disfrutando de las vacaciones que cada diciembre son realizadas a un pueblo de La Costa Cribe Colombiana, tendrÃ*a un par de dÃ*as de haber llegado cuando me encontraba visitando a una de mis mejores amigas (Luz) en aquel lugar, al instante salió de dentro de uno de los cuartos una hermosa chica, y en el acto me fue presentada junto a otras dos que resultaban ser primas de Luz, la que acababa de ver de tez blanca, proveniente del interior de paÃ*s, con cabello ondulado, ojos claro, voz suave y mirada tierna, era Yurley, las otras dos Marcela y Beatriz. Nos conocimos en aquel dÃ*a he intenté hacer mucha más relación con la que me habÃ*a agradado, llegando incluso a invitarla a una integración que se realizará ese dÃ*a en el pueblo, a lo cual ella accedió, nuestra mala fortuna resultó en que llegamos justo cuando la misma se habÃ*a acabado, pero ya habÃ*amos empezado algo. marché a casa algo entrada la noche y con la promesa de volver a visitarla.
A mi al dÃ*a siguiente regreso la invité a una fiesta que se organizaba para dar bienvenida a los estudiantes universitarios del pueblo que se encontraban de regreso para le fecha (entre los cuales me contaba), luego en compañÃ*a de ella, Luz, sus primas y algunos amigos mÃ*os de vieja data en el pueblo fuimos a la fiesta en la cual pude incluso llegar a robarle un beso, nuestra relación estaba empezando, mientras que mis amigos intentaban iniciar lo mismo con Marcela y Beatriz, en vista a ello programé un paseo para dos dÃ*as después de aquella noche, ellas estuvieron de acuerdo en realizar tal paseo, además de que a su tÃ*a le pareció fenomenal que muchachos allegados a la casa como éramos nosotros le enseñásemos la belleza de la región a las chicas. Realicé todos los gastos de transporte, comida y bebida del personal, que llegaba a la suma de 20 personas; todo fuese por estar junto a Yurley; partimos a las 7:00 a.m. a nuestro destino, llegando a él, una hora después, una vez instalados a la rivera de un manantial, cuyas aguas eran verdaderamente cristalinas, procedimos a conseguir leña para encender fuego y cocinar, además de acondicionar lugares para establecer a un par de sobrinos que habÃ*a llevado hasta el lugar. Ayude a preparar todo para el sancocho (sopa), cuando decidÃ* no trabajar más y dedicarme a lo mÃ*o, eran aproximadamente las 10:00, en primera instancia nos dispusimos a jugar entre todos los jóvenes integrantes del paseo (algunos 12) mientras mi cuñada, su hermana y otra par de personas adultas cocinaban y departÃ*an aparte. Luego del juego en el agua, partimos arroyo abajo con el fin de conocer su recorrido, marchaban junto a mi persona, Yurley; Marcela y Orlando; Beatriz y Jesús, y mi amiga Luz, quien fue la primera en devolverse; en algún paraje me detuve manifestando que me habÃ*a hincado con una espina, por lo cual deberÃ*a sacarla, mientras yo hacÃ*a aquello, el resto de personas decidieron que hacÃ*a hambre y que habÃ*a que regresar, quien no opinó igual fue Yurley, quien decidió esperarme. Una vez me hube sacado la espina del pie, procedimos a darnos un chapuzón en un pozo que se encontraba en el lugar.
AllÃ* comenzamos a evitar el frÃ*o del agua con el calor de nuestros cuerpos, nos besábamos incesantemente, yo acariciaba todo su cuerpo, y besaba su cuello y oreja, ella se divertÃ*a con mis besos, mientras mis manos se apoyaban sobre sus nalgas, que eran firmes, nuestros cuerpos estaban totalmente sumergidos en el agua, la cual nos tapaba hasta los hombros; la arrinconaba contra una piedra liza y allÃ* ejercÃ*a presión sobre ella, ya para ese entonces acariciaba suavemente sus tetas con mis manos, su excitación subÃ*a poco a poco, mientras que yo por mi parte sentÃ*a escalofrÃ*os provenientes del calor de mi cuerpo y de lo frÃ*o que estaba el agua, sentÃ*a mi cuerpo arder en fiebre. Comencé a bajar el short que ella habÃ*a llevado en aquella ocasión, a lo cual al principio se oponÃ*a, sin embargo un instante después se abrazaba con fuerza a su cuerpo y comenzaba a besar mi cuello, mientras abrÃ*a sus piernas esperando que adentrase mi falo en su concha, lo hice poco a poco, sin mucho afán, la verdad también tenÃ*a ella su chocha algo dura, eso lo podÃ*a sentir, pero al profundizar un poco más pude notar que algo se rompÃ*a en el interior de su vulva, sentÃ* un quejido d
e dolor proveniente de su garganta y al mirar su cara pude notar algún gesto de dolor, instantáneamente y en tono romántico pregunté si era virgen, a lo cual me manifestó que hasta ese momento; acababa de entregarme su virginidad. Entonces comencé a besarla y a brindarle suaves caricias buscando que pasara ella un buen momento, siempre me ha gustado que la primera vez de una mujer sea un recuerdo grato, la manera en metÃ*a una y otra vez mi glande en su chocha era un tanto suave y con delicadeza; de vez en cuando dejaba toda mi verga metida un instante en su concha mientras ella apretaba con las piernas, y acto seguido me ofrecÃ*a un beso, lo cual me indicaba que ella lo estaba disfrutando, la singada fue suave pero prolongada, después de un rato de joder, sentÃ* como pasaba sus brazos por sobre mi cuello y abandonaba sus fuerzas, entonces pude comprender que se habÃ*a venido en un orgasmo, habÃ*a sido bastante extensa la follada, puesto que no aceleré en gran forma la penetrada a efectos de no causarle daños en su vagina y que terminase por temerle al sexo, ante lo prolongada de la cogida sólo segundos después de haberse venido ella y ante un momentáneo pajeado que ella me hiciese me vine en una gran cantidad de leche, eso lo digo porque asÃ* lo sentÃ*, justo al momento de venirme la abracé fuertemente y comenzamos a besarnos nuevamente, asÃ* estuvimos por espacio de algunos diez minutos, acariciándonos y hablando, cuando sentÃ* que nuevamente estaba listo para excitarme, cuando observaba que mi verga se levantaba para una nueva batalla, preferÃ* invitarla a salir del agua y a retirarnos al lado de los chicos para disponernos a comer algo, puesto que igualmente era cierto que habÃ*amos quedado agotados ante aquella cogida del agua, tanto que instantes después de haber comido, quedamos totalmente rendidos, ella tenÃ*a su cabeza apoyada sobre mi abdomen, todo esto no sin antes habernos ganado una buena montada por los presentes, quienes adivinaron en cierta forma lo ocurrido, que muy a pesar negamos en todo tiempo, y a la fecha por menos yo aún lo niego.
 
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