El Intercambio Escolar

roman74

Pajillero
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Ene 9, 2008
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Este relato se inicia en México, donde soy profesor de secundaria, la escuela se llama "Republica de Chile", soy profesor de matemáticas y tengo mas de 450 alumnos pues la escuela tiene mucha demanda de inscripción. Como siempre las matemáticas son pesadas y difÃ*ciles para los alumnos, por lo que es una de las materias con mas alto Ã*ndice de reprobación, en los periodos de exámenes extraordinarios a veces tengo que hacer hasta 150 exámenes de los cuales pasan muy pocos. A mediados del ciclo escolar, el director de la escuela me mando llamar para decirme que la escuela cumplÃ*a años y que para celebrarlo la embajada de Chile en México habÃ*a donado 5 becas a estudiantes mexicanos para irse a estudiar 2 meses a Santiago de Chile y que 5 estudiantes chilenos vendrÃ*an a la escuela para hacer lo mismo, me encomendó la misión de recibirlos y encargarme de su estancia en el paÃ*s. Al principio me molesto esta tarea pues tendrÃ*a que dar más de mi tiempo para atenderlos, pero ni modo, ya estaba en eso y tendrÃ*a que cumplir.
El momento habÃ*a llegado, ya me encontraba en el aeropuerto esperando su arribo, estaba un poco nervioso y malhumorado porque el avión venÃ*a retrasado, mientras esperaba me fui a un restaurante a beberme una cerveza, casi al terminármela escuche por el altoparlante del aeropuerto la llegada del avión, caminé hasta la sala de espera con un ridÃ*culo cartón que decÃ*a "bienvenidos estudiantes chilenos", trataba de pararme de puntitas para alcanzar a verlos pues siempre es mucha la gente que va a recibir a sus familiares en la salida internacional. Después de 10 minutos de ver salir y salir a personas, vi a lo lejos a 5 adolescentes entre los cuales sobresalÃ*a una chica como de 17 años, con una figura envidiable, no la perdÃ*a de vista esperando que ella fuera una de los estudiantes, y cual va siendo mi sorpresa cuando voltea a ver el letrero y levanta su mano derecha para indicarme que iban a encontrarse conmigo. Los demás también voltearon, yo no podÃ*a creerlo, esa chica estaba buenÃ*sima, y la tendrÃ*a para mi dos largos meses, – Hola, es usted el maestro Monroy? – me dijo con una sonrisa como de comercial de pasta de dientes, yo, sin poder creerlo a penas y conteste, – si, soy yo, bienvenidos a México, – los demás me saludaron pero yo ni les hice caso, no podÃ*a dejar de ver a esa chica tan hermosa y sensual, llevaba una blusa gris satinada con pequeños cuadros, abierta hasta el inicio de sus grandes senos, redondos y firmes, su piel, apiñonada, de cabellera larga hasta el hombro negra y brillante, grandes ojos verdes, y una boca que invitaba a tener mi pene adentro, al caminar, se marcaba mucho sus nalgas, pues llevaba un pantalón negro ajustado, a través del cual se le notaban unas pantys tipo tanga pues si llevara de las otras se le marcarÃ*a la costura por lo pegado del pantalón, el cual remataba en una cadera muy amplia a diferencia de lo estrecho de su cintura. Llegamos al estacionamiento del aeropuerto, colocamos las maletas en la cajuela y como ella era la más despierta y desinhibida se sentó adelante conmigo. Ya en el trayecto hacia la casa donde se quedarÃ*an se fueron presentando, hasta ahora no me puedo acordar de los nombres de los demás, pero el de ella es inolvidable, – Hola, me llamo Jimena, – me dijo con una cara entre sexy y tierna, que me hizo desconcentrarme de manejar. Se veÃ*a tan bien sentada en el asiento del auto, su cintura y la cadera se le marcaban mucho más y le estilizaba la figura, una tremenda erección se apoderaba de mÃ*, pero no querÃ*a que se me notara, pues traÃ*a un pantalón delgado y boxers, lo que le daba mucho espacio a mi pene para crecer. Poco a poco fui dejando uno a uno en las casas de los estudiantes que les darÃ*an posada a los chilenos, y a propósito a ella la deje al ultimo, querÃ*a saber mas acerca de ella, no dejábamos de platicar, desde como era Chile, hasta los temas más
triviales, se notaba que ella estaba divertida mientras que yo no dejaba de admirarla. En eso estábamos cuando escuche un estallido muy fuerte, el auto empezó a bambolearse de un lado al otro y trate de controlarlo hasta que se detuvo. – Estas bien? – le pregunte muy preocupado, ella con una cara de susto solo movió la cabeza positivamente. Baje del auto y me di cuenta que se habÃ*a ponchado una llanta, – lo que me faltaba, pensé – abrÃ* la cajuela y saque todo lo necesario para cambiar la llanta, ella también descendió del auto, y se acerco hacia donde yo me encontraba, mientras estaba sentado en el piso, se agacho a preguntarme algo, y….. oh dios, pude ver entre su blusa esos pechos grandes y maravillosos dentro de un bra negro de encaje, ella lo noto y dijo: – ¿ Que, las mexicanas no están asÃ*? – mientras con los codos apretaba sus pechos para que se marcaran mas y se vieran más grandes, yo, tremendamente apenado de que se diera cuenta que la observaba solo le conteste, – no – y traté de concentrarme en la llanta, mientras la cambiaba, Jimena trataba de posar para mi, recargándose en el auto, con el estomago pegado al el y levantando las nalgas y los talones para que se estilizara su figura, se veÃ*a increÃ*ble, tanto, que muchos automovilistas le gritaban piropos muy al estilo mexicano. Rápidamente subÃ* la refacción al auto y emprendimos la marcha, ella habÃ*a cambiado radicalmente su actitud, pues se dio cuenta de lo mucho que me gustaba, se cruzaba de brazos apoyándolos sobre los senos para que se marcaran, y me volteaba a ver como diciendo: – mÃ*rame, son tuyos, – yo disimuladamente la volteaba a ver pero trataba de concentrarme en la carretera, al fin llegamos a la casa donde se quedarÃ*a, y cual va siendo mi sorpresa que ¡ no habÃ*a nadie ! , estuve tocando por casi 10 minutos hasta que una vecina me dijo que habÃ*an tenido que salir de emergencia, y que no sabÃ*a a que hora llegarÃ*an, parecÃ*a como te todo se iba acomodando para mis intereses, le pregunté, ¿quieres que te lleve a un hotel para que descanses y mañana te traigo temprano?, ella, con la mirada mas picara y sensual posible, me dijo, – porque no me quedo en su casa y mañana venimos – no me hice del rogar ni un instante y nos dirigimos a mi casa, el corazón a medida que nos acercábamos a la casa se aceleraba cada vez más, como presintiendo que algo iba a pasar. Al llegar a casa baje su maleta, que parecÃ*a que se quedarÃ*a para siempre, – parece que trae piedras, pensé – ella, caminando tÃ*midamente entró a la casa, yo no podÃ*a dejar de su culo, tan redondo y duro, le indiqué su recamara y le dije que saldrÃ*a a la tienda a comprar algunas cosas para cenar, me pregunto si podrÃ*a tomar un baño pues se querÃ*a refrescar por el viaje tan largo en avión, a lo cual conteste que la casa era suya, que dispusiera de ella como quisiera, ella sonrió entendiendo la doble intención de mis palabras. Camine lo más rápido posible, pensando en la gran suerte que tenÃ*a al estar con esa chica tan linda y ardiente, y tratando de maquinar un plan para tirarmela. Al llegar a la casa escuche la regadera y a ella cantando una canción de la ley, sin nada de vergüenza, caminé hacia la cocina para preparar la cena, estaba muy concentrado cocinando cuando apareció con una pijama diminuta, la parte de abajo era un short, de color rosa, de forma francesa, asÃ* que le hacia ver la cadera y la cintura de forma maravillosa, pero lo que me dejo boquiabierto fue la parte de arriba, de encaje blanco, con un gran escote de forma circular, sus pechos se le veÃ*an espectaculares, a través del encaje se le marcaban sus pezones, con una gran aureola y un pezón oscuro, me sorprendÃ*a la naturalidad con que se mostraba, pensé – asÃ* serán todas las chilenas? – nos sentamos a cenar pero hasta las manos me sudaban y la comida me sabÃ*a a todo, me dijo – oye y asÃ* eres para todo? – sonriendo picaramente, – cocinas riquÃ*simo – que bueno que te gusto, espero que te acostumbres a la comida mexicana, – me encanta todo lo mexicano – dijo al momento que se chupaba el dedo Ã*ndice, y me volteaba a ver, yo trataba de no verla pues no resistirÃ*a las ganas de irme sobre de ella y hacerle el amor ahÃ* mismo, al termino de la cena le dije que me quedarÃ*a en la computadora revisando mis correos, y preparando la clase del dÃ*a lunes, ella
me dijo que se irÃ*a a dormir, y lentamente caminó hacia la habitación, solo Dios sabe el esfuerzo que tuve que hacer para no tirarmela ahÃ* mismo, tratando de no pensar en ella, encendÃ* la computadora y me conecte a Internet, poco a poco me concentre en responder los correos, estaba ensimismado en la computadora cuando me di cuenta que alguien me veÃ*a, al voltear hacia la habitación, descubrÃ* que Jimena me observaba, le pregunte: – pasa algo? – apenándome un poco por la forma en que me veÃ*a, – no puedo dormir – me respondió al momento en que se sentaba en el sillón de la sala de una manera muy sensual, esto se estaba poniendo cada vez mas caliente.
 
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