El Diario de mi Esposa 2

heroher

Virgen
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Jul 31, 2012
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Volvíamos a casa después de haber tenido una cena agradable, cuando Florencia me tocó el brazo y como es su costumbre, mesuró el tono de su voz. Entendí que una nueva fantasía acababa surcar su mente tan imaginativa y que, como era su costumbre, le daba un poco de pudor comentármela. Así era. Luego de pasar por una etapa de orgías con mis amigos y nuestra criada, ella había encontrado un nuevo objetivo. Días atrás, cuando salía de nuestro apartamento, se había topado con una de nuestras vecinas, Lucía. La mujer estaba preocupada. Su hijo, Hernán, tenía problemas en la escuela, porque muchos de sus amigos opinaban que era un pelmazo. Su padre consideraba que era el momento de que el niño se hiciera hombre y que sus desdichas se acabarían cuando se despabilara un poco con las mujeres. Más de una vez, le había sugerido acompañarlo con una prostituta, pero el niño se había negado.
Florencia quería tomar las riendas del asunto. Asentí, no tenía ningún problema en compartir mi mujer con el adolescente. Sin embargo, ella fue cauta. Me pidió permiso para encargarse del crío en soledad. Me parecía conveniente y no me opuse. Sólo le pedí que filmara el acto con nuestra cámara hogareña, para poder verlo a posteriori con ella y también disfrutarlo. La idea le pareció estupenda y ella puso manos a la obra.
Mi mujer sabía encontrar el momento oportuno. No tardó demasiado tiempo en generar un encuentro ficticiamente casual, con Hernán. Lo cruzó en la acera, a la salida del liceo. Comenzó a dialogar con él. Hablaron de sus problemas de adolescente. Él le comentó de los miedos que le daban las chicas. También le habló de los comentarios maliciosos de sus compañeros, quienes se burlaban de su timidez. Ella le preguntó por qué no iba con una prostituta, así cobrabraría coraje con sus compañeras, luego. La respuesta fue entendible. Debutar con una mujer profesional lo ponía demasiado nervioso. Cuando se despidieron, ella le dijo que iba a estar sola toda la tarde, mientras yo trabajaba. En caso, que el tuviera ganas de tener sexo, ella lo ayudaría y complacería.
Cerca de las tres de las tarde, Florencia escuchó la campanilla. En parte, como sabía de que se trataba, encendío la cámara. Revisó su blusa. Se desabrochó los dos primeros botones, de manera tal de que sus pechos contundentes sobresalieran un tanto y fue hacia la puerta, mientras se recogía el cabello. No era lo que esperaba. Florencia se asustó. Efectivamente, estaba el chico, parado tímidamente en el umbral. Pero su padre lo acompañaba. A pesar que Hernán ya era mayor de edad, mi mujer temió verse en vuelta en algún problema mayúsculo y lo primero en que pensó fue negar que ella había formulado una propuesta indecorosa.
Pero nuestro vecino, Jaime, no venía para quejarse, al contrario, llegaba a mi hogar en señal de gratitud. Le dijo a mi esposa que apreciaba el favor que le hacía a su niño. Ella dijo, que no se hiciera problema. « Sabré como tratarlo, no tiene nada que temer ». « No lo pongo en dudas, pero me gustaría estar presente ». La petición le pareció descomunal a Florencia, pero los hizo pasar y colocó una silla al pie de la cama para que el padre de Hernán tomara asiento.
Así, con mucha ternura y no menos erotismo, comenzó a acariciar a Hernán y a desvestirse de manera provocativa. Tomaron lugar en la cama. Mi esposa estaba cachonda. Se sentó sobre la boca su boca y le pidió que le lamiera la raja, que en poco tiempo, comenzó a emanar intensos fluídos. Hernán le masticaba el clítoris y le acariciaba las nalgas en forma circular. Ella, como una buena maestra, guiaba aquella lengua con su mano. Se abría los labios, le recomendaba movimientos, los guiaba por el buen camino con suaves gemidos de placer. Pronto, el tiempo indicó, que había llegado el turno en ella comenzara una prodigiosa fellación. Sin embargo, quedó atónita al ver que el miembro del niño todavía no había cobrado vigor.
Lo llevó a su boca y lo succionó. La respuesta fue nula. Insistió con besos de lengua en la boca, besos en el ano, caricias en todo el cuerpo, sin obtener resultados. Le mordisqueó los testículos, le metió un dedo en el culo, y tampoco ocurrió nada. Mi esposa se sentó y enmudeció, había llegado a la conclusión que había hecho todo lo que estaba a su alcance.
En ese momento el padre de Hernán se levantó y se bajó la bragueta. Tenía un pene realmente envidiable, lleno de nervios, bien empinado, casi amoratado. «Permiso, Florencia ». Mi esposa lo dejó. Ya sea del padre o del hijo, necesitaba una pija de inmediato. Ella comenzó a mamarsela. Hernán al ver a su padre se interesó y comenzó a tocarse, hasta que por fin alcanzó una erección. Florencia le ordenó que la penetrara. "Taladrame la concha, Hernan, amor, llename con tu pija, la deseo, ya".
La boca de mi esposa recorría el miembro del padre. Con una mano acariciaba sus testículos. Hernán la penetraba con movimientos torpes y trabajasos. Su verga se había fortalecido. Ella se zarandeaba para acompañarlo y ayudarlo a encontrar el ritmo adecuado. Luego, cambió de posición y quedó en cuatro, tal cual fuera una perra. "Te gusta mi conchita, ¿no?. Cariño, es toda tuya. Quiero que me la rompas, que me la llenes de leche. Así amor, me estás dando mucho placer. Ahh".
El chico estaba desaforado. Se trepaba a las nalgas de mi esposa, las cacheteaba con sus manos. Le daba palmadas y se sacudía, mientras su padre le exigía a Florencia que le chupara el ano, y sacudiera su gigante instrumento con las manos.
El chico estaba por correrse. Su tutor lo notó y le pidió que sacara su polla y lo hiciera en la cara de mi esposa. Fue un perfecto alumno. Su rabo surgió brillante y palpitante. Florencia esperó la leche ansiosa y mientras se masturbaba. Al primer borbotón de leche, consiguió un orgasmo.
Pero quedaba el padre. « Ahora, vas a ver lo que es una buena pija, guarra ». Y si que lo era, porque mi mujer la recibió en su ano con gran dolor. El hombre se impulsaba con violencia. Su hijo se había vuelto a empinar y mi esposa le ordenó que la penetrara por la vagina. Así estaba mi mujer, amacada por dos grandes falos. Uno enorme y vigoroso, que entraba y salía de su culo a destajo, el otro que había quedado inmóvil dentro de su vagina, deleitándose con la fricción que emitía su camarada. Mi esposa gemía como una gata en celo y pedía más. Las manos de padre e hijo convergían en sus pechos. Ella avanzaba y retrocedía en un movimiento en vaivén fuerte, firme. Florencia acabó por segunda vez. Era un buen momento para devolver todo el placer que había recibido.
Tomó las dos pijotas y las comenzó a lamer. Primero una, después la otra. Después ambas juntas, rozándose en su boca, lo que aumentó la exitación de los señores. Tiró de los testículos hacia abajo para postergar unas eyaculaciones, que ya eran inminentes. La dos mangueras comenzaron a escupir una leche que se confundió sobre la lengua roja.
Hacia la noche, vi las escenas en el televisor. Me calenté terriblemente y tuvimos una noche de sexo maravillosa. Después de disfrutar aquel esfinter ya dilatado por la actividad vespertina, gozar dos veces y quedar agotado, le pregunté a Florencia si tenía pensado volver a acostarse con aquellos tíos. Me contestó que por el momento no. Sin embargo, quedaba todavía en pie la madre. Eso la interesaba. Pero de todos modos, no era el momento. Por ahora quería complacerme a mi, quien había permanecido al margen. Y ya sabía como hacerlo. Tenía un plan. Yo no veía la hora en que se pusiera en marcha.
En esta ocasión volveré a hablarles de Roxana, nuestra criada, que en el transcurso de los últimos meses, se ha convertido en una parte integral de nuestra familia. Por lo tanto, este relato, irá dedicado a ella. Sé Roxana, que quedarás muy conforme y que te masturbarás en frente de la pantalla del ordenador, mientras lees. Me encantaría que así fuera. Espero poder hacerte gozar, tambíen así.
Pero antes quiero hablaros a ustedes, los fieles seguidores de nuestras aventuras. Si quieren comunicarse con nosotros, podeis hacerlo sin inconvenientes. Pero les aclaro, yo soy una mujer fiel a mi marido, y sólo en circunstancias extraordinarias, me veo impulsada a complacerme con otros tíos. Así que por favor, si sois hombres, no os molesteis en querer pautar un encuentro conmigo. Si, en cambio, podeís escribirnos, para hacernos comentarios o sugerencias. No nos pidan fotos. Mi esposo y yo somos personas muy conocidas en nuestros ámbitos y la sociedad es demasiado mojigata, aún, para que descubramos nuestros rostros, sin estar seguros de recibir represalias. En cambio, si sois mujeres o parejas, las esperamos con los brazos y las piernas abiertas. En caso que deseis enviar fotografías vuestras, serán bien recibidas. Cuanto más deshinibidas, tanto mejor. Recordad, para mí no hay nada mejor, que ver un jugoso chochito cuando reviso mi cuenta de mail.
Roxana es alta. Tiene el cabello ensortijado y rasgos fuertes, casi felinos. Sus tetas son estupendas, redondas. Sus pezones poseen aurelos grandes y pálidas. Es delgada. Tiene una cintura de avista y el choco rasurado. Ya les había contado de nuestra iniciación. Debo advertiros, que ella no lo tomó con naturalidad. Durante las dos semanas posteriores, trató de evitar mis miradas. Era evidente, se sentía incómoda. Una buena noche, hablé con Gastón, mi esposo y le sugerí que no estaría mal hablar con ella.
Mi marido llegó del trabajo. Faltaban a penas una minutos para que Roxana quedara libre y era un buen momento para dialogar con ella. Yo escuché la conversación que sucedía en la cocina. Gastón es un hombre de pocos escrúpulos y decidió no dar ningún rodeo e ir al grano. « Roxana, después de la cojida del otro día, te noto mal. No veo por qué te sientes avergonzada ». « No, señor Gastón », contestó ella, en un tono bajo, « no siento verguenza. Me gustó mucho lo que pasó. Pero no entiendo por qué no me han vuelto a buscar. Mire, yo tengo un novio, pero no es lo mismo estar con un hombre y una mujer al mismo tiempo. Es muy feo que a una le enseñen algo y después se lo quiten ». « Ah, eso eso, lo hubieras dicho. Mira, cada vez que quieras una buena jodida, sólo tienes que pedirlo. Florencia, amor, ven, nuestra criada necesita que ya mismo le lamas la vagina. Es urgente ».
Entré a la cocina. Roxana tenía las mejillas encendidas. Su sonrisa angelical me deslumbró. Acaricié su melena con mis manos y la abracé. Busqué se lengua por afuera de su boca, en suspenso en el aire. La lengua de Gastón se unió a las nuestras. Sentí sus pechos que se endurecían frente a los míos, que también hacían lo suyo. «Ven, vamos al cuarto », la tomé de la mano y la senté en la cama. Comencé a acariciar su cuerco, sus piernas. Mi manos ganaron espacio por debajo de su pollera. Encontré su agujero rosado, por encima de bombachita, ya un poco húmedo y resbaloso, inexorablemente tibio.
Gastón la tenía dura, pero prefería mirar nuestro juego. Ella me desabotonó la camisa. Sus deditos apretarón mis pezones, sobre mi corpiño negros, hasta endurecerlos y dejarlos como dos rocas. Ciertas fatalidades son inevitables, sonó la campanilla de la puerta. Roxana se apartó de mí y comenzó aprolijarse la ropa. Era su novio. « Señora, es mi chico, rápido, ayudeme a que no se note que nos estuvimos besando ». Roxana se frotaba el cuello para sacarse las marcas de rimmel. « Quedate tranquila, Roxana, si tu problema era la carencia de orgías, ahora tendrás una increíble ». Gastón cerró la puerta del cuarto y fue atender.
Era fácil oír la conversación detrás de la puerta. « Hola, tío, yo soy el patrón de tu chica, ¿cómo te llaman ? » « Paco, me llamo, Paco, mucho gusto ». « Pasa, adelante, con confianza. Escucha. Te gustan mucho las mujeres, ¿no ? ». « Claro, por supuesto ». « Y qué opinas de las mujeres que son bisexuales ». Paco bajó la voz, no quería que Roxana lo escuchara. Aún no sabía que ella estaba tumbada en mi cama, que yo estaba sobre ella, que su respiración enfrentaba la mía, que ella estaba tensa, preocupada, pero que yo tenía una mano sobre la tela de su tanga, todavía mojada, caliente. Mis tetas estaban sobre las suyas. « Mi sueño es estar con dos zorras de esa calaña, como todo hombre ». « Bien, Paco, te has ganado la lotería. ¿Qué ocurre si te comento que mi señora esposa está en nuestra habitación conyugal haciendo el amor con Roxana y que me encantaría que vayas y forniques con ambas ? » «¡No lo puedo créer ! Si no es una broma, me gustaría ir ya mismo. » Y vinieron de inmediato.
El novio de Roxana, como no podía ser de otra manera, era apuesto. Bien armado físicamente, grande, de manos gruesas. Morocho. Saludó a su novia y se quedó de pie, sin saber como actuar. Mi esposo se tiró al lado nuestro. « ¿Seguro que no te enfadas ? », preguntó Roxana. « Para nada », aseguró Paco. Entonces ella comenzó acariciar mi culo, mientras me desprendía la ropa de manera rabiosa. Yo me frotaba contra una de sus piernas y buscaba con mi rodilla su fuego interior.
Gastón había sacado afuera su chipote y se tocaba. Roxana me puso boca a bajo y encontró mi bajina con su lengua. La comezó a lamer. Sus lenguetazos eran desaforados, veloces. Estaba caliente. « Eres una, perra Florencia. Hace días que me masturbo mientras pienso que te chupo el coño ». Decidí que era prudente dejar que Roxana permaneciera caliente, para propinarle una acabada magistral. Así que solamente le di caricias en las caderas, mientras yo me corría por primeras vez.
« ¿Te gusta ?, Paco ». « Sí, señora ». « Pero, no es justo que se toquen sólo las chicas ». « Señora, no se ofenda, me gustan sólo las mujeres ». « Lo mismo decía mi esposo tan sólo hace algunos días ». « Ven a la cama, que te la quiero mamar », le dije.
Paco se sacó el pantalón. Tenía una erección tímida. Roxana volvió a incurcionar en mi vagina, mientras me llevaba el rabo de su esposo a la boca. Ella estaba desorbitada, me mordía y me atacaba con una furia insólita y con un dedo avanzaba por mi raja. Intuía que era un juego previo y que pronto me metería uno de sus hermosos dedos en el ojo del ano. Paco había cerrado los ojos y comenzaba a respirar con placer. Su pija no era demasiado grande, pero al caso, ya estábamos todos exitados.
Al ver que no se daría cuenta. Le hice una seña a Gastón. Como no podía ser de otra manera, entendío que quería que se encargara del falo, sin que Paco se apercibiera. Los hombres son magníficos cuando chupan rabos. La verga de Paco se endureció de inmediato, una vez que entró por la boca de mi esposo.
Roxana estaba ardiente. Se había instalado en mi culito. Me humedició el agujero y empezó a penetrarme. Yo iba por mi segundo orgasmo. Decidí que era tiempo de que ella tuviera uno. Le estiré el clítoris con mi lengua. Le introduje un dedo en el coño y la comencé a fornicar con entusiasmo. Ella se movía, buscaba el reingreso de mi mano. Sus flujos era abundante y tenía toda la cara empapada. Las dos gritábamos y nos convulsionábamos. « Si, señora, que bien que la chupa, como me gusta romperle el culo ». « Sí, puta, mi culo es todo tuyo ». Al oírme, Paco advirtió que el que se la chupaba era mi marido. Fue una buena lección.
Gastón sonrío. « Ven, amigo. El culo de mi esposa necesita una verga. Te lo presto. Es necesario que ayudes a Roxana en ese 69 ». Sentí que aquella carne tiesa que se abría en mi canal. Se iba ganando espacio, de a poco. Era aquel dolor, que formaba parte de un placer mayor. Roxana, entonces, se dedicó a mi chocho. Yo permanecí en el de ella. Y gastón buscó con su verga la boca de Paco, tan sólo para demostrarle el error que había cometido. Paco la recibió con agrado y en verdad, tener aquel enorme chipote en sus fauces, parecía exitarlo de manera increíble. Por lo menos, de inmediato, la velocidad de sus golpes, aumentó. Cuando tuve oportunidad, entre tanto placer, de volver a mirar hacia atrás, vi como mi esposo, lo poseía de manera contundente. Tomaba su nuca y guiaba su cabeza, para que cubriera, tal cual lo deseaba, su verga inflamada, ya roja. « Roxana, voy a tener un orgasmo. Ahh. Con el rabo de tu Paco en el culo ». «Si puta, goza, goza con esa pija . Yo también me corro». Acabamos juntas.
Paco y Gastón, como correspondía. Se dedicarón a Roxana. Ella se subio sobre Paco y respiró con alivio. Necesitaba una pija en su culo. Gastón la tomó de los cabellos, tal cual fueran las crines de una yegua. Comenzó a acariciar con su capullo el ojo de su culo. Ella se movía con intensidad. Yo me acerqué, abrí las nalgas de mi criada de par en par, para ayudarlo a mi esposo. Dejé caer saliva, en aquel ano deseoso. Ella no soportó más aquel juego histérico y se tiró hacia atrás, tragándose la pija de un sólo tirón. « Al fin, ahh ». Me puse atrás de mi esposo, lo abracé. Lo besaba en la lengua y guiaba sus movimientos. Roxana tuvo un orgasmo múltiple. Tres estallidos al hilo. Paco se corrió de inmediato. Quizás por verguanza no retiró la polla del coño de su chica, ni nos avisó. Lo cierto es que cuando Gastón, sacó su pene y buscó la boca de Roxana, para inundarla, el muchacho ya estaba rendido.
Roxana lamió aquella pija que había quedado con pequeños restos de mierda, después de haber sufrido una acometida feroz. Advertí que aquello no le repugnaba, sino que la exitaba. En vista que podía hacerla gozar, busqué su chocho y le introduje tres dedos, que resbalaron cuando se toparon con la lechada de Paco. Gastón se corrío. Cinco borbotones de leche blanquísima llenaron la cara de Roxana. Ella me avisó que siguiera, con pequeños gemidos. Me conmoví al verla huntarse los dedos de semen y lleverselos a la lengua, para saborearlos. Pude sentir su vagina estremecerse. Era el final de nuestra orgía y estabamos todos cansados. Sobre todo, Paco, quien había descubierto un nuevo placer y recobraba el aliento limpiándole la pija a mi esposo con su boca.
Pero si Roxana era un volcán, esta había sido una erupción menor.
 
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