El despertar de la modosita. (desvirgación)

Toulouse

Pajillero
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Verónica y yo somos amigos desde siempre pero nunca imaginé que me pediría y haría algo así.
Resulta que ella sigue siendo virgen todavía. Tiene 21 y yo 22. La verdad es algo que no sabía y que tampoco me había contado que lo llevara tan mal. Tenemos mucha confianza desde siempre y hemos hablado de mil temas. Hasta de sexo, pero ahora descubrí que me mentía.

Como chico y aunque seamos amigos, es verdad que Verónica guapa guapa no es, a parte de que a veces tiene granitos de acné y eso. Tiene buen cuerpo, es verdad, pero normalito. Es alta y ni delgada ni gorda. Tiene tetas tirando a pocas, caderas, y el culo que parece bueno, en verdad es como plano y caído. De nalga blandita.
De carácter es maja cuando se la conoce, una buenaza e inocentona. Y a la vez muy tímida y todo le da vergüenza. Conmigo, que nos conocemos desde pequeños, aun a veces le da vergüenza hablarme de algunas cosas.

Todo esto viene porque el otro día la pillé de bajón. Está pasando una mala rachilla y eso. Empezamos a hablar por Instagram pero aprovechando que vivimos cerca, la dije que mejor hacerlo en persona. Me acerqué a su casa y aproveché para llevarle el helado del Mercadona de sabor Nube.

Cuando llegué a su casa estaba con pantalón de chándal y la típica camiseta de andar por casa. Que ni se arregló ni nada. Además de tener aspecto de haber llorado. Nos sentamos en el sofá cómodamente y nos pusimos a hablar con el helado. Y en mitad de la conversación fue cuando me confesó que era virgen y que iba a morir siendo virgen. (Parece ser que otra vez otro tío ha pasado de ella) Yo la intenté consolar con lo típico de decirle que no, que es muy buena y esa cosas que se dicen en ese momento. Hasta que en un arrebato me preguntó que por qué nadie quiere follarla… Yo la respondí que seguro que hay alguien, que está muy bien, y que ya llegará quien merezca. A lo que me contestó ella, pues fóllame tú. Tú te follas a desconocidas muchos findes y no tienes problema. A mi me conoces y tenemos confianza.
Yo me quedé loco y le dije que no hacía falta. Ella un poco enfadada y con gesto de desesperación me dijo: “¡Ves! Lo mismo que el resto, que si soy muy buena, estoy muy bien pero luego no queréis hacer nada conmigo. Que si es por no hacerme daño e historias, pero luego sí que te lías sin problema con cualquiera el finde. ¿Es por qué soy virgen?”

Hubo unos segundos de silencio. Sus pupilas eran puñaladas en las mías. Una mirada muy intensa imposible de soportar.
“Es eso, ¿verdad?” Me espetó en la cara a la vez que de forma brusca, se quitó la camiseta quedándose en tetas, se dió media vuelta, se subió de rodillas al sofá y se puso en pompa bajándose los pantalones del chándal a media pierna.

Entre sollozos y en esa pose, me preguntó qué tenía de distinto a cualquier otra, por qué no la follaba. Realmente no supe qué contestarla. A lo que añadió un ultimátum. “Si realmente eres mi amigo y quieres ayudarme, desvígrame. Fóllame, no te pido ni que lo hagas con amor ni cariño, solo que deje de ser virgen.”
Nunca la había visto así, tan afectada ni desesperada por algo. Ni mucho menos desnuda en pompa. En bikini muchas veces, pero no es igual. Realmente me impactó. Su culo lo era todo. Unas nalgas grandes y redondeadas. Muy blanquitas de tono, con un color rosado hacia la raja, con marcas por la piel de la ropa y algún que otro granito. La raja se veía perfecta con el ano muy cerrado. Sin estar apretado ni tener almorranas ni ninguna cosa de esas que se ven a veces. Parecía de vídeo porno. Y toda la piel de alrededor del agujero, más oscurita que se degradaba según se alejaba del agujero.

Me llamó la atención que tampoco se veía ningún pelito, que a veces por el culito hay alguno. Pero claro, siguiendo la mirada, era obvio. Su coño tampoco tenía pelo. Ninguno. Los labios sin ser gorditos, eran todo liso por sus ingles hasta tocar uno con otro haciendo una raja perfecta. También con un tono de piel un poco más oscuro, como moreno, que el resto del cuerpo. Y ya perdiéndose por la sombra, el vientre liso y al fondo dos pequeñas mollitas que serían sus tetas aplastadas en el sofá.
De verla así me excité, qué duda cabe. Me acerqué a ella y le puse mis manos en sus glúteos. Automáticamente, su ano se contrajo y apretó entre sí las nalgas para volver a aflojarse instantes después. Efectivamente sus glúteos eran muy blanditos, se podía hacer con ellos lo que quisiera. Los manoseé porque también los tenía muy fríos. Algo que me da morbo para frotarme con la polla. El rollo del contraste con lo caliente que me pongo. Baje mis manos al coño. Lo abrí despacito, tirando de las ingles para separar sus labios.

Ese momento fue espectacular. De la raja cerradita, sus labios se fueron despegando poco a poco y de forma progresiva desde el agujero hacia el clítoris. Según se separaban, se iba mostrando ante mí su coño muy rosadito un poco anaranjado. Todo cerrado. No había agujero como suele pasar. Ni labios o los típicos pellejillos de alrededor del coño.

En mis manos podía sentir perfectamente cómo temblaba su cuerpo. Aproximé mi cabeza y saqué mi lengua para lamerlo. En esos momentos no fui muy consciente de que era un coño virgen. Según me acercaba noté en la lengua y por la cara el calor que emanaba su coño. En cuanto mi lengua tocó su cuerpo, saltó con un respingo hacía adelante y casi se queda mi cara atrapada entre sus glúteos. A lo lejos la escuché disculparse y pedir perdón de forma repetitiva y avergonzada.
La agarré mejor para abrirla el coño y pegué mi cara a ella. Me puse a full a comerla el coño. Literalmente. Ya no solo la lengua, sino con todo. Tenía un sabor distinto a otros. Saladito pero no tan intenso como otros que me he comido. Un toque de sal pero sin rastro de ese gustillo a pescado que tienen muchos. Y pese a estar muy caliente, como un coño que era, había algo como un toque refrescante pero sin necesidad de gel o lubri de efecto frío.
Mientras baboseaba su coño devorándolo, también salía flujo de él. Un aliciente más que le daba ese gustillo tan agradable. A la vez, notaba como tenía contracciones y se calentaba cada vez más. Imagino que ella iría respirando más fuerte y gimiendo, pero realmente no la oía. Estaba muy concentrado relamiéndola. Tanto que llegué hasta a subir a su culo para comerlo también. Ahí creo que se le cortó un poco el rollo. Si que se apartó y dijo que no.
Le dije que no haría nada por ahí, que era solo juego. Aproveché para decir que se colocara de rodillas en el asiento del sofá y se apoyara con los brazos en lo alto del respaldo. Que así sería más fácil para follar en lugar de estar a 4 patas a lo largo del sofá.

Puesta en posición, la escupí en el culo y le extendí mi saliva por toda la raja. La froté el coño con mi mano. Ella se sobresaltaba y dió varios respingos. Se la notaba tensa y nerviosa, ese punto de inocencia que tiene y que es tan gracioso a veces. Le dí un par de palmadas en el culo, de intensidad moderada y ya resopló. Así que por vicio y cabroncete, le dí un azote más fuerte, de esos que se quedan marcados en rojo. Ahí Verónica sí que chilló y se quejó de que le dolía.
Me acerqué para frotar mi polla por su culo y su coño. Al igual que antes, comenzó a temblar. Ahora ya mucho más. Le pregunté si todo bien, pero no me supo contestar.

Como es habitual, me la sujeté para buscar su agujero y meterla, pero no lo encontraba. Hasta que recordé que era virgen y lo tenía muy cerrado. La propuse cambiar de postura. Que se pusiera bocarriba tipo misionero. Ella en el sofá y yo de rodillas en el suelo. Para estar más cómodos y hacerla un dedo mientras se lo como. Y ya luego poder meterle la polla. Empezamos y esos primeros contactos como siempre fueron con mucha timidez por su parte. Me miraba de forma atenta a lo que hacía pero en cuanto miraba yo para arriba, apartaba la mirada. No fue nada sencillo, yo también la miraba y al verla y tener esa amistad y complicidad, se hacía raro el follarla. Además no era fácil acertar con el dedo en su coño cerrado. Todo lo contrario que su clítoris. Que era sencillísimo y con cualquier roce y 10 segundos de concentración ya la tenía loca. Se notaba muchísimo que se excitaba.

La puntita de mi lengua lo rozaba en círculos y lo intercalaba con mordisquitos. Besos con succión en el clítoris y todo alrededor. Su coño chorreaba muchísimo. Ya no sé decir cuánto eran mis babas y cuanto sus fluidos. Pero si que lo podía recoger con mi lengua dándole un buen lametazo.
Con mis dedos buscaba incesantemente su agujero para abrirla, pero solo me encontraba una y otra vez con su culo. A veces lo cerraba pero otras no reaccionaba. Así que me centré en él mientras comía. Conseguí meterle un dedo casi entero pese a su negativa inicial. Imagino que el gustillo la hizo cambiar de opinión. Tanto que yo creo que se corrió. Estaba flipando muchísimo y ya ni prestaba atención. Pasó a dejar caer su cabeza hacía atrás y cerrar los ojos. Su cuerpo, sin tensión salvo por escalofríos de placer y algún que otro respingón que daba.

Por mucho que yo también estuviera excitado sobre todo por el dedo anal, son muchos años de amistad y de conocerla. No era capaz de empalmarme al 100% ni de encontrar el coño para meterle la polla, aunque con lo último, también entró un dedo.
Yo ya muy excitado, tiré cojines al suelo y le dije que se tumbara bocabajo. Que viéndole la cara no la podía desvirgar. Ni rechistó, solo obedeció. Yo me acerqué para ponerme de rodillas a la altura de su culo. Verlo así, es cierto que cambió mucho mi percepción. Esas nalgas grandes y blandas, con la raja y el agujerito cerrado me puso a mil. Le dí un par de palmadas en el culo y sus quejidos me terminaron de calentar. Agarré su culo y lo manoseé muchísimo. Puse mi polla en medio y me pajeé como loco con él otra vez. Ella se notaba que estaba en tensión porque apretaba el culo de vez en cuando, pero mucho menos que antes. Ya había confianza y sabía un poco. Por jugar, le apreté el agujero del culo con un pulgar. Cerró con muchísima fuerza el culo y decía sin parar que por el coño.
Yo me reí y le dije que era broma, que estaba jugando. Que iba al coño. Que confiara en mí. Aunque ese agujero de culo ahora un pelin entreabierto después del dedo era dinamita para mi.

Le dí un par de golpecitos con mi polla dura por el culo y en el principio del coño. Que lo tenía muy húmedo. Para gemir le dije que mordiera algún cojín porque igual la molestaba un poco al entrar.
Con los dedos de mi mano derecha le separé un poco las nalgas para ver mejor el agujero del coño. Con mi mano izquierda me sujeté la polla con el condón y empujé para meterla en su coño. Literalmente estaba ardiendo y cerrado. Me costaba clavarla. Ella empezó a resoplar con fuerza y se tensó toda. Con media polla clavada, gritaba y pataleaba como podía.

La pedí que aguantara, que era solo al entrar, que al desvirgar era abrirla y tenía que aguantar. Yo flipaba por como apretaba. Sentía perfectamente en mi polla como se abría. Cada milímetro que entraba la punta hacía tope y por los lados notaba la presión de querer cerrar. Se revolvía y gemía o gritaba muchísimo. Pero el morder el cojín no estaba fallando y ayudaba a que no se la escuchara tanto.

Poco a poco me fui abalanzando sobre ella para que le entrara más. Aquí el condón ayudaba, el látex con la humedad suya, deslizaba super suave. La escuchaba resoplar y pedir parar. Cuando ella estaba en máxima tensión, le daba un azote en el culo que resonaba en toda la habitación. Se le acumularon varias manos enrojecidas mías sobre su culo. Pero relajaba y podía penetrarla unos centímetros más.
Al fin le entró completa a Verónica. En esos momentos ya me había olvidado que era ella y mi erección era completa y muy dura. Tampoco recordaba su virginidad, así que empecé a follarla con ganas. Pollazos completos desde casi sacarla hasta empalarla. Puse mis manos sobre sus riñones y los hoyuelos que tiene. La intenté sujetar para que no se saliera mi polla de su interior y seguir clavándola. Ya la follaba duro y sus quejidos de dolor claramente ahora eran de satisfacción. De placer, mucho placer.

Dejó de morder cojines y ya me pedía con voz fatigada y entrecortada que no parara. Quería más y más. Pedía que la follara duro, me avisaba que se corría y con su culo estrangulaba mi polla dentro suyo. Le tenía que dar azotes para que soltara.
Sin sacarsela, la agarré por las caderas y la ayudé a ponerse en 4. Ella flipaba. Ahora casi se la saqué y se la clavé de golpe. Le encantó. Me lo pidió más veces. Metida dentro empecé a mover mis caderas, ella enseguida pillo el tema y también se movía. Arqueaba la espalda para follarme a mi. Para que mi polla recorriera todos los espacios posibles por dentro de ella.

Su espalda repleta de gotas de sudor era lo mejor. Pasaba la mano y lubricaba. La agarraba de los hombros y le encantaba. Sujetarla del pelo. Todo lo que hiciéramos le venía bien. Y por supuesto era nuevo para ella.
La volví a meter un pulgar en culo mientras follábamos. De entrada dijo que no y llegó a estirar hacia atrás su mano y sujetarme por la muñeca. (Sin hacer fuerza). Pero tardo milisegundos en cambiar de opinión y decir que sí. Se relajó y apoyó su cara de lado en el suelo. Noté como su culo relajado se dilató. Mi pulgar ya no apretaba. Todo lo contrario que su coño y mi polla. Que ahí sí estaba todo en tensión y con mucha presión. Dejé de moverme y solo la follé con un dedo su culo. Quité el pulgar para meter dos más. Apretaba mi polla sin parar, hasta que llegó un momento que también lo hizo su culo. Tanto que apenas me podía mover. Ella empezó a bufar muy fuerte, después a jadear con signos de agotamiento. Yo empecé a notar como fluidos goteaban por mis huevos y escurrían por mis piernas abajo.
Hasta que se dejó desplomar hacia adelante. Mi dedos se salieron de su culo y mi polla de su coño. Estaba agarrotada, sobreexcitada y agotada. De ahí pasó a temblar y convulsionar con escalofríos. Tardó unos segundos en recuperar.

Yo me quede en esa distancia observando y sin hablar. Mientras recuperaba ella, me buscaba con la mirada, me veía, y cerraba los ojos con satisfacción y cansancio absoluto.
Pasados unos minutos y ya más descansados los dos, fue ella la primera en hablar para darme las gracias. Yo no dije nada pero la sonreí y miré con complicidad. Ella me devolvió esa complicidad, se acercó y me dió un beso en la punta de la polla y le dijo dirigiéndose hacía ella que era maravillosa.
Me quedé un poco descolocado. Ella me miró y me dijo. claro que sí, me ha desvirgado por todos los lados. A lo que ya le contesté que por el culo no había entrado. Ella se sorprendió muchísimo y exclamó confusa: “¡Joder! ¡¿Pero si la he notado que ha entrado y como me lo has follado?!” Yo le repetí que no y le expliqué que solo habían sido dedos. A lo que ella algo incrédula y con cierta resignación placentera comentó. “Puff… Pues si eso han sido sólo dedos… Me lo tendrás que follar más”. Hubo unos segundos de silencio y añadió: “Ahh.. y lefar, porque sin lefada no hay desvirgada”.
 
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