El comienzo - 1ª parte

Andaveidile1

Virgen
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Sep 7, 2012
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Me llamo J. Vivo y trabajo en Madrid, tengo un restaurante pequeño pero acogedor. Entre mi clientela tengo varios grupos de mujeres de muy buen ver que trabajan en las inmediaciones y vienen a desayunar o almorzar. Os hablaré un poco de mi, soy de mediana estatura y de complexión fuerte, moreno y con ojos castaños, soy divertido y educado, creo que soy una persona muy normal que se busca la vida trabajando muy duro en mi negocio. No estoy casado ni tengo novia, alguna amiga con derecho a roce. La verdad es que por motivos de mi trabajo no dispongo de mucho tiempo, por este motivo no me como una rosca y lo paso fatal viendo a las mujeres que vienen a mi establecimiento, solo tengo pensamientos húmedos y raros con algunas de ellas, pero eso cambió con la visita de una persona, os cuento…
Una mañana entró un señor bastante mayor a tomar café, yo le serví, él empezó a hablar de cuando era joven y apuesto, me decía que se había tirado a más mujeres que otros muchos hombres que presumían de ese detalle, la verdad es que yo le miraba y no me parecía nada apuesto pero seguí escuchando sin decir nada hasta que me dijo que tenía una fórmula infalible, nunca fallaba, en este momento decidí escucharle con más detalle pero empezó a entrar gente y entre ellos Juan, un camarero.
Mientras yo servía desayunos miraba y hacía como si entendiera algo de lo que este hombre decía, tuve que salir a servir las mesas y cuando pasé a su lado él me agarró del brazo y me guiñó un ojo, en ese mismo momento pensé que este pobre desgraciado estaba un poco mal de la cabeza. Yo continué el camino hasta las mesas, mientras el viejo se fue a una mesa que quedaba libre, se sentó en una silla junto al ventanal y perdió su mirada. Me fijé en que no vestía mal, todo lo contrario, pensé que podía ser un vagabundo, esa fue mi primera impresión.
Casi todas las mañanas desayunaba una señora de unos 45 a 50 años de edad con sus amigas o compañeras del trabajo, casi siempre vestía con falda, zapato negro con tacón alto, muy estilizada, camisa y chaqueta oscuras, sus pechos abultaban por debajo de la chaqueta, llamaba la atención hasta a las propias mujeres. Yo siempre que ella venía a desayunar me ponía como las motos al verla, es más, salía a limpiar su mesa y cobrarla en vez de Juan. Este grupo de mujeres era el que más tardaba en levantarse, se lo tomaban con mucha calma, reían y se lo pasaban genial. El bar se fue quedando sin gente a excepción de este grupo, el viejo seguía inmóvil con su mirada perdida, su café aún por la mitad se quedó frio como el hielo, decidí ponerle un café nuevo y caliente, no se… me daba pena este viejo. Llegué a la mesa con el café y quité el otro, el me miró y me dio las gracias por su nuevo café, también me dijo:
-Ahora es el momento de decirla algo a esa pedazo de hembra que tanto te gusta, solo tienes que tocarla levemente y decirla lo que quieres que te haga, sin que te escuchen sus amigas, de ellas si quieres te encargarás más adelante… ¡venga!.
-¿No es un poco temerario? –contesté al viejo mirándolo fijamente.
-Tu hazme caso, pero no se te olvide lo más importante, lo primero que tienes que hacer es tocarla, en el hombro, en las manos… la tienes que tocar…
-Está de guasa –comente al viejo.
-Mírala, ves como se regodea de su estatus, ella sabe que la miramos, ella sabe que está muy guapa y hermosa, que puede conseguir al hombre que quiera, y así nos castiga –el viejo mientras me hablaba miraba fijamente a esta hermosa mujer y ella respondía con la mirada- ahora mandarás tu en todas sus decisiones, será tuya y hará lo que tu quieras.
Los tres cruzábamos miradas, yo no me atrevía a decirla nada, solo pensaba, ¿y si la digo algo y se molesta y delante de toda la gente me pone verde?, la que se puede armar es pequeña… pensé.
-Díselo ya que se va a ir y verás el resultado, date prisa y no lo pienses –me decía el viejo casi gritando.
Dejé al viejo ahí sentado y fui a recoger un poco las mesas, pensaba que el viejo estaba tarumba y yo empezaba a estarlo también, al recoger la mesa de esta mujer moví las tazas y la toqué en la mano sin querer, ella volvió su cabeza y me miró con una cálida sonrisa, entonces me disculpé diciendo:
-Lo siento señora, se me ha escapado el platillo del café y…
-No pasa nada –contestó ella mirándome ahora como si me quisiera comer.
Llevé todo a la barra y una de ellas me pidió la cuenta, volví para cobrar entonces el viejo me dijo:
-Ya la has tocado, ya es tuya, ya lo has hecho, jaja –rió ilusionado- no pares métela caña…
Me quedé observando al viejo y parecía que el mismo había metido un gol, estaba eufórico, llevé la cuenta y pagaron como todos los días, sus amigas se levantaron despidiéndose de ella y a la vez murmurando, solo permaneció sentada ella. Fui para ver si estaba bien las vueltas o pasaba algo, y la dije:
-¿Está todo bien señora? –me acerqué lo suficiente para oler su perfume y ver casi el canalillo de sus pechos.
-Todo perfecto, como siempre, llámame María, se que todos te llaman J. –cruzó una pierna con elegancia- dime que quieres que haga por ti –tragué saliva.
Me quedé pillado en ese momento… no sabía que decir, miré al viejo y él gesticulaba con las manos como diciendo, estás idiota o qué… mete caña ya. Reaccioné acercando mi boca a su oído y la dije sin preámbulos:
-J. Es de Javier, si quieres me llamas así –ella asintió con la cabeza- tengo un pequeño despacho que está en la planta de abajo, junto a los cuartos de baño, espera cinco minutos y ven, te estaré esperando dentro, ¿lo harás?
-Claro que si, lo que tu digas –me quedé inmóvil, su boca se acercó a mi oído sintiendo como respiraba, no me lo podía creer.
Volví y dejé rápidamente la bandeja en la cocina y me apresuré a bajar al despacho, abrí la puerta y me senté detrás de la mesa de escritorio, estaba bastante nervioso. Unos minutos mas tarde escuché el ruido de sus tacones bajando la escalera, entró en el despacho majestuosamente, cerró la puerta con delicadeza y se sentó delante de mi, yo moví mi silla para que la mesa no fuera un estorbo, quería verla. Al mismo tiempo ella cruzaba la pierna derecha sonriéndome, me quedé mirándola alucinado, su cabello, sus labios, esos ojos negros, así tan de cerca resultaba más guapa todavía. Después de observarnos un pequeño rato ella dijo:
-Bueno… ¿qué quieres que haga? ¿estás bien?
-Ahora que estás aquí, si estoy bien –contesté con una leve risa.
-Me alegro mucho, por cierto, llevas mucho tiempo con esa erección, creo que es hora de bajarla –sacó un poco la lengua de entre sus labios rosados y brillantes moviéndolos de un lado a otro muy despacio.
La verdad es que estaba muy empalmado y ella estaba viendo como mi pantalón parecía una tienda de campaña. Por mi cabeza empezaron a correr las ideas más descabelladas que nunca había imaginado, tenía a esa hembra esperando a que yo la dijera algo y estaba parado totalmente, bueno, sangre fría y al asunto.
María se puso de rodillas delante de mi y desabrochó el cinturón y bajó la cremallera del pantalón, por encima del calzoncillo empezó a restregar sus labios mientras me miraba, mordió la cinturilla del calzoncillo descubriendo mi pene en erección, entonces su boca se trago parte de mi pene mientras me miraba a los ojos poniendo cara de puta, la metía y la sacaba con delicadeza.
Mientras me acariciaba los huevos con una mano, la otra se la metía en su entrepierna, empezó a moverse sensualmente, por un momento dejó de tocarme los huevos y se desabrochó la chaqueta para dejar al descubierto la camisa blanca con bonitos bordados, su perfume me embriagaba cada vez más, su siguiente paso fue quitar dos o tres botones de su camisa entonces ese sujetador negro quedó a mi vista, ella seguía chupando mi pene de arriba a abajo, gemía mientras tanto, sus manos tocaban su cuerpo y yo no pude evitar agarrar su cabeza y follar esa boca que me estaba volviendo loco. Una de mis manos fue directamente a tocar esos pezones… ahhh, están duros y grandes, además el tacto con su sujetador me hizo perder el control, no me dio tiempo a sacar mi pene de su boca pero creo que a María no la importó nada beber todo mi semen y no dejar caer al suelo ni una gota, que pasada de mamada. Mientras yo me estremecía de placer, ella seguía besando y limpiando mi pene erecto mientras me miraba lascivamente, movía su culo hacia los lados y yo solo pensaba en penetrarla por atrás. Yo seguía con mi erección y la dije:
-María siéntate encima de la mesa y enséñame lo que tienes ahí debajo –María dejó de chuparla y sonrió.
-Parecía que no me lo ibas a decir nunca –contestó suavemente mientras se levantaba.
Se subió la falda y dejó ver toda la lencería que llevaba, braga o tanga con la apertura por delante de color negro que hacía resaltar sus labios inferiores depilados y rosados, liguero a juego y las medias negras, los zapatos negros de tacón… parecía un “Velázquez”.
No esperé a que se sentara en la mesa, me arrodillé delante de ella y metí mi cabeza entre sus piernas, su aroma me cautivo, ella al final se sentó abriendo más las piernas, así me colé con mi lengua en su clítoris. Lo devoré de arriba abajo, de un lado a otro, ella se movía despacio y algunas veces me cogía la cabeza con fuerza metiéndola más dentro, de repente note como se corría en mi boca, sus movimientos eran fuertes y seguidos por pequeños gritos. Saqué la boca de ahí y metí mi polla dura en su coño dejando que mis huevos pegaran fuertemente en su coño húmedo, la toque y mordí los pechos y sus pezones haciéndola gemir de nuevo, ahora si pude controlar mi corrida, la saqué rápidamente y le eché todo mi semen en su coño viscoso, empezamos a besarnos desesperadamente mezclando nuestros jugos.
No me podía creer que hubiese tenido dos corridas tan seguidas, por lo general aguanto bastante pero… Después de limpiarnos y vestirnos abrí la puerta del despacho y ella me abrazó y me dijo:
-Javier, haré lo que me pidas y cuando me lo pidas, seré tu puta, tu zorra o lo que quieras, haz de mi lo que quieras –al escuchar estas palabras perdí el temor y el miedo.
-Así será, serás mi puta y mi zorra y te someteré a mi voluntad –lo susurré en su oído, después la besé y abrí la puerta para que saliera del despacho.
Ella se marchó por donde vino contorneando sus caderas y su precioso culo. Sentía todavía que me gustaría follar de nuevo, su manera de hablar me ponía cachondo perdido, pero el trabajo me llama. De nuevo en el salón del bar observé que el viejo no estaba, quería invitarle a comer o cenar, lo que él quisiera… salí a la calle y no le vi, quizá mañana le vea.
Pasó la hora de la comida y como siempre quedaba algún rezagado en las mesas. Los clientes de siempre, eran unos chavales que trabajaban de comerciales, dos chicas y dos chicos. Me acerqué para pasarles la cuenta como todos lo días y al pasar el platillo rocé sin querer la mano de una de ellas, Laura. Fui a la barra a pasar la tarjeta de crédito y cuando me di cuenta, allí estaba Laura, de pie y a mi lado mirándome, la miré y sonrió, yo la dije:
-Laura se me ha olvidado llevarte el vaso con agua, lo siento, ahora mismo te lo llevo.
-No quiero agua –contestó dulcemente- solo quiero que sepas que haré lo que tu quieras, lo sabes ¿verdad?
-¡Joder otra! –Pensé- de acuerdo, vete a la mesa, ahora ves a la mesa.
-Vale me voy a la mesa, pero no se te olvide –mientras me miraba la punta de su lengua salía de sus labios moviéndose un poco hacia los lados lascivamente.
¿Cómo podía ser que esto me pasara a mi? ¿qué suerte tengo esta mañana? ¿tendrá algo que ver el viejo? En la mesa sentadas Laura y su amiga empezaron a cuchichear haciendo caso omiso de sus amigos o parejas, estos decidieron marcharse sin más dejándolas solas. Nuevamente fui a la mesa para devolver la tarjeta de crédito, al dejar el platillo encima de la mesa toqué sin querer a la otra chica, ¿o lo hizo ella a posta? Volví a la barra para dejar el platillo y el recibo de cobro, noté la presencia de alguien detrás de mi, giré mi cabeza y de pie estaba la amiga de Laura, sonrió y dijo:
-Hola, soy Carmen y haré lo tu que quieras –miré a Juan de soslayo.
Juan estaba al otro lado de la barra y casi escuchó lo que dijo Carmen, vino limpiando la barra desde un extremo al otro para ver si se enteraba de algo, yo rápidamente reaccioné cogiendo del brazo de Carmen para llevarla de nuevo a la mesa donde estaba Laura, cuando llegué a la mesa hice que se sentara, yo me senté al lado de las dos y las dije:
-De acuerdo, así será –miré por todos los lados para ver si alguien nos pudiera escuchar, sobre todo Juan- a partir de mañana seréis mías, haréis lo que yo os diga sin rechistar, solo a mi, ¿queda claro? Y lo más importante, esto es secreto, no digáis nada a nadie. Las dos dijeron a la vez con dulzura:
-Será nuestro secreto, tu y nosotras dos, seremos tuyas para lo que quieras.
Decidí que ya estaba bien de sorpresas por esta mañana, las mandé que se fueran. Salieron como si no pasara nada, riendo como siempre lo hacían, necesitaba colocar bien mis ideas en mi cabeza. Juan se acercó y me dijo:
-Joder jefe ¿qué las das? –rió.
-No tengo ni idea Juan –permanecí sentado y mirando al infinito porque no acababa de creérmelo, miré a Juan- bueno chaval sigamos currando un poco.
Llegó la hora de cerrar, Juan salió un poco antes que yo pues su novia le esperaba, yo me lo tomé con calma, solo pensaba en lo sucedido, que podría hacer a partir de ahora, necesitaba asegurarme una vez más y no lo dudé cuando vi a una pareja caminar hacia mi, solo tenía que tocarla a ella sin que el acompañante se diera cuenta, después la despacharía rápidamente para no tener problemas, venga… justo a mi lado estiré el brazo y rocé a esa dama, en principio no pasó nada, la dama seguía caminando, entonces yo me di la vuelta para echar el cierre, de pronto vi como esa mujer venía hacia mi sin su acompañante, se puso a mi lado y de reojo miró a su acompañante y me dijo:
-Hola, me llamo Raquel y soy toda tuya, si viene mi marido diremos que eres un conocido, ¿vale?
-Vale Raquel dime tu número de móvil y cuando te puedo llamar sin molestar –respondí mirando ha su marido con una sonrisa para que no se mosqueara.
-6xx xx xx xx llámame siempre a las 4 de la tarde y seré toda tuya.
-Se acerca tu marido, dame un beso de despedida y vete, te llamaré –así lo hizo.
Bueno pues esto de momento funciona. Mañana será otro día y empezaré a hacer planes, necesito descansar.
 
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