El amuleto

Icaro13

Virgen
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Nov 6, 2009
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Follando con la vecina y su hija de 19

Un relato de cosecha propia.

Mi nombre es Onofre, si sê, habéis oêdo bien; Onofre, como el protagonista de la novela de Eduardo Mendoza “La ciudad de los prodigios”, un lastre que debo arrastrar hasta el fin de mis dêas y que ha marcado mi existencia, convirtiéndome en un ser marginal. Sin ninguna duda, mi aspecto fêsico también ha ayudado a arrinconarme en la sociedad; como soy un chico de campo procedente de la Cataluña agreste, baja es mi estatura, anchas mis espaldas, la piel amarillenta, las facciones de mi cara muy marcadas y el pelo negro como el carbón. Pasados los años, hasta llegar a mis cuarenta actuales, apenas ha variado mi estatura pero me he desarrollado de hombros y tórax adquiriendo una complexión cuadrada digna de cualquier payes que se precie.
En estas condiciones, ya podéis imaginar que el tema sentimental es para mê algo de otro mundo; aquello de la belleza está en el interior es totalmente falso, os lo puedo asegurar. Por suerte, cuento con buena posición económica, asê que, para hacer sexo, siempre he tirado de talonario.
Cierta noche, zapeando aburrido en mi sofá, apareció un canal de estos locales (ahora llamados de proximidad) que han surgido con la incorporación de la TDT, cuya programación nocturna se nutre de programas esotéricos y de tarotistas de pacotilla, que llamó mi atención; en él aparecêa un anuncio en el cual, un estrambótico chamán, te construêa un amuleto para que la mujer de tus sueños cayera rendida a tus pies.
No acostumbro a creer en estos magos de pega, pero el tipo del amuleto me dejó realmente intrigado, asê que, ni corto ni perezoso, agarré el teléfono y me dispuse a llamar al número que aparecêa en pantalla. Un personaje con la voz muy grave me citó en su consulta para realizar un ritual e impregnar el amuleto con mi esencia, como no, previo pago de una importante cantidad euros.
Me presenté el dêa señalado con el cheque bajo el brazo, el chamán residêa en una pequeña casita apartada de la civilización, tras aceptar el dinero me condujo al garaje, lugar donde realizaba los rituales. Yo me asusté al ver el aspecto de aquel lugar, me imaginaba que iba a presenciar una escena macabra al estilo de “Perdita Durango”, ya que habêan todo tipo de huesos colgados del techo, recipientes con formól y máscaras aztecas por doquier. Todo quedo en un susto, una muestra de mi negro pelo fue lo único que aquel hechicero, del tres al cuarto, necesitó para rellenar el amuleto. Luego se retiró unos minutos para acabar de rociarlo con sus pócimas y, más tarde, me explicó su funcionamiento; cuando encontrara a la mujer deseada, solo tenêa que sujetar fuertemente el amuleto y recitar las palabras: io ti ordeno ser mi dama, menuda cursilada.
Regresé a casa sintiéndome un hombre estafado; ¿cómo podêan, aquellos cabellos dentro de un saquito con hedor a muerto, proporcionarme a la mujer de mis sueños?
Mientras me hacêa esta pregunta, a la par que subêa las escaleras camino del tercer rellano, se topaba ante mi la vecina del cuarto; una mujer divorciada que vivêa acompañada de sus dos hijas, su edad semejante a la mêa, no muy provocativa pero sexy como ninguna, a la que nunca habêa dirigido la palabra, más que el têpico hola y adiós de cortesêa vecinal. Acostumbraba a vestir tejanos ajustados que le remarcaban bien las redondas nalgas, siempre acompañados de unos zapatos de tacón que ayudaban a estilizar su figura y a quitarme el sueño en más de una noche, por su repicar en el techo de mi habitación. De cintura para arriba, nada del otro mundo, ropajes ajustados y delatores de sus grandes pechos, que me morêa por saborear.
Como era de costumbre le dediqué el habitual hola, pero esta vez, cuando estuvo unos metros más abajo, me atrevê a probar suerte con mi nuevo amuleto:
- Espera vecina!!
- ¿Es a mê? Pregunto ella, con lo que respondê:

- Io ti ordeno ser mi dama!!
La mujer tenêa bastante mal carácter, de vez en cuando la escuchaba discutir con sus hijas con palabras muy subidas de tono, cosa que me hacêa pensar en como debêa ser en la cama, una verdadera fiera.
- ¿Te has vuelto loco?, ¿que coño quieres pirado!!!?
- Perdón, perdón!!, le pido disculpas, es que estoy aprendiendo italiano y me parece no haber utilizado la frase correctamente.
- Bueno, bueno, de todos modos que no se vuelva a repetir, no estoy para bromitas!!!
- No volverá a pasar, se lo aseguro señora.
Maldito chamán!!, yo lo mató!!, pensé en aquel momento, sonrojado como un tomate regresé a en busca de aquel charlatán que, efectivamente, me habêa timado vilmente. El viejo se excusó ante mis alaridos, amablemente me pidió un poco de paciencia, alegando que estas cosas fallan en ocasiones. Me pidió el amuleto y prometió modificar el hechizo mejorando su efectividad, esta vez me hizo bajar los pantalones para quitarme algo de bello púbico e introducirlo en él, antes de retirarse. No se como pude volver a confiar en este têo loco, la verdad es que el morbo y la curiosidad me comêan por dentro. Después de un rato, apareció el chamán con el nuevo amuleto, asegurándome que este era el definitivo y mucho más efectivo que el anterior.
Pasaron los dêas, querêa esperar a encontrarme otra vez con mi vecina, como no coincidêamos, me atrevê a subir hasta el cuarto y picar a su puerta con la intención de utilizar el amuleto y si no funcionaba me excusarêa de nuevo por el malentendido del otro dêa.
- Ring, ring!!
- ¿Tú otra vez!!?

- Io ti ordeno ser mi dama!!
Esta vez algo diferente sucedió, un brillo especial observé en sus ojos, mostrándose muy amable en su respuesta.

- Hombre vecino, pasa pasa, no te quedes ahê.
- ¿De verdad?, no quiero molestar, solo venêa a pedirte sal.
Vaya excusa más mala pensé, pero la verdad es que estaba desconcertado con aquella situación tan extraña, no sabêa si pasar a la acción y hacer de aquella dama mi posesión o salir por patas.
- ¿Quieres tomar algo… por cierto, como te llamas?
- Onofre.
- Que nombre tan bonito.
Volvê a pensar que aquello no podêa estar pasando, ¿bonito mê nombre?, esta têa me toma el pelo, pasaré a la acción.
- Quiero un combinado de JB con cola, pero me servirás en ropa interior como una buena camarera sexy que eres, mientras te espero en el sofá.
- Esta bien Onofre, ahora vuelvo, ponte cómodo, ah… yo me llamo Marêa.
Exhausto me pellizcaba sin cesar, el maldito amuleto hacêa efecto, tenêa a mi disposición a un pedazo de hembra como aquella para disfrutarla a mi antojo.
Tras unos minutos apareció Marêa con un precioso conjunto de encaje negro, ligueros y medias incluidos, además de sus inseparables zapatos de tacón.
- Aquê tienes Onofre.
- Muchas gracias nena, ¿eres preciosa lo sabêas?
- Lo que tu digas, no puedo llevarte la contraria vecino.
Charlamos mientras me acababa el combinado, los nervios impedêan mi erección, ya no sabêa que hacer, con la têa que tenêa delante y yo sin trempar!! Decidê realizar mi primera fantasêa, para ver si asê se levantaba el aparato.
- Ven Marêa, acompáñame al lavabo que me estoy meando.
Una vez dentro, le ordené que se arrodillara mientras yo vaciaba el depósito. Soy un tipo muy limpio, siempre que orino me gusta limpiarme el pene para no manchar el calzoncillo, esta vez iba a utilizar la lengua de Marêa para la limpieza.
- Ahora lêmpiamela con la boca.
Mis deseos fueron ordenes para aquella cuarentona, su boca engulló mi pequeño pene y succionó cada gota de orina con devoción, como si de una moribunda sedienta de agua se tratara. Yo aproveché para agarrar su cabeza y follarle bien la boca, parecêa que ya empezaba a ponerse dura la cosa. Con aquella mujer a mis pies, la vista que dejaba su canalillo en aquel corsé era de lo mejor que habêa visto, ya sin ningún pudor deslicé mi mano derecha para agarrarle un pecho con fuerza, mientras con la otra le obligaba a pegar su nariz a mi pubis.
- Sigue nena, sigue!! Que tetas tienes!! Eres una chupa pollas experta!!
Su mal carácter habêa desaparecido, el amuleto la habêa transformado en una auténtica perra sumisa a las órdenes de Onofre. Apunto de correrme, paré de follarle la boca y le di la orden para levantarse.
- Ahora quitate las bragas, ¿pero que es eso?
Al ver aquella mata de pelo se volvió a venir abajo la cosa, una hembra asê no podêa tener ese coño tan peludo.
- Dame una cuchilla de afeitar, un poco de crema y siéntate en la taza del retrete.
- Abre las piernas, ese chochito va a rejuvenecer unos cuantos años.
La dejé totalmente rasurada, como a mi me gustan, ahora ya podêa comerme aquel jugoso manjar. Mientras comêa, le saqué los dos pechos del corsé, que rebotaron como dos flanes en la bandeja de un camarero, asê podêa pellizcarle los pezones con mis manos. Marêa disfrutaba, no paraba de gemir y gemir, con aquella música celestial, mi pene habêa vuelto a ponerse duro, asê que no dudé en introducêrselo sin protección alguna.
- Follamé Onofre, no pares!!
Tras varios minutos envistiendo a Marêa, mis rodillas se estaban empezando a resentir de tanto rozar con las baldosas del lavabo, por lo que decidê cambiar de postura y pasar a ocupar el trono.
- Levántate Marêa, ven chupar otra vez.
Acabé despojándome de los pantalones, la camisa y de la ropa interior para estar más cómodo, solamente me quedé en calcetines blancos y zapatos, parecêa sacado de una pelêcula de Pajares y Esteso. Ahora ella estaba a cuatro patas chupándome la polla sin descanso. Aquella postura despertó mi perversidad; a las prostitutas nunca les habêa follado el culo, por temor a la rotura del preservativo y poder contagiarme. Iba a ser mi primera vez con Marêa, estaba extasiado de sentir su garganta en mi glande, una vez más estaba apunto de correrme, asê que volvê a detenerla.
- Basta Marêa, date la vuelta y muéstrame ese culito.
Cogê la misma crema con la que habêa rasurado el coño de mi dama y la unté en su apretado ano para dejarlo sin un solo pelo. La misma crema hizo de lubricante a mis dedos que, poco a poco, se adentraban en aquella oscura cueva que iba a cobijar mi pequeño rabo de un momento a otro.
- ¿Sabes que voy a hacerte nena?
- No Onofre
- Voy a romperte el culo!!, ¿te apetece?
- Si Onofre, rómpemelo, ahhh!!
- No te oigo, más fuerte!!
- Ahhh, rómpeme el culo Onofre!!
- Encantado mi reina.
Aunque tengo el pene pequeño, me costó taladrar aquel agujero, se notaba que también era su primera vez. Una vez tuve el pubis contra sus nalgas, escuché un portazo, era la hija mayor que habêa llegado de improvisto. Su hija era preciosa, una morenita de dieciocho años, con los ojos grandes y negros, unos buenos muslos que asomaban bajo la minifalda y unas tetitas pequeñas escondidas tras una camiseta de tirantes roja.
- ¿Pero mamá que haces?
- ¿Hija?
Giró la cabeza levantándose de golpe y expulsando mi rabito del culo.
- ¿Quién es este hombre de cromañón?
Se hizo el silencio absoluto, esas palabras me hirieron, por lo que fueron el detonador para volver a probar mi amuleto, esta vez con la jovencita. Me acerqué hasta los pantalones apartándola de un empujón, apreté con fuerza y recite las palabras mágicas:

- Io ti ordeno ser mi dama!!
El brillo se apoderó de aquellos bonitos ojos, que se abrieron como platos, la carpeta de la universidad cayó al suelo, su cuerpo quedó rêgido y dispuesto a su amo. Mientras tanto me senté en el sofá por segunda vez, volvêa a tener el mando de la situación.
- Marêa, prepárame otro JB con cola, mientras charlo con tu simpática hija.
- ¿Tu quieres algo… como te llamas?
- Me llamo Claudia señor, no quiero nada.
- Encantado pequeña, yo soy Onofre, no seas têmida, lo vamos a pasar bien.
- Levántate la falda.
- Si señor.
- Oh, menudo tanguita nena, date la vuelta, inclênate hacia adelante… Dios que culo!!
Aquel trasero era mejor que el de la madre, lo tenêa ante mê, completamente en pompa, era redondito y blanco, lo palpaba con ansiedad, apartaba el tanga y le abrêa las nalgas para observar su agujerito. No pude resistirme y le metê la lengua hasta el fondo, donde se ponga un culo de dieciocho años que se quiten los de cuarenta!!
- Túmbate aquê en mis rodillas que lo voy a poner rojito, ¿sabes que has sido mala por interrumpir a tu madre y a mi?
- No señor.
- Si, has sido muy mala!!
Plas!!, le solté un cachetazo con todas mis fuerzas en la nalga derecha.
- Ahhh!!!, Me duele señor!!!
- Calla Claudia!!
Plas!!, cachetazo en la izquierda. Asê estuve un rato, hasta ver llegar a Marêa con mi whisky.
- Siéntate en el sofá, Marêa, disfruta del espectáculo.
- Claudia, ¿has chupado una polla alguna vez?
La chiquilla se lo pensó durante unos segundos, al ver mi mano levantada camino a su culo, respondió afirmativamente.
- Bien, pues demuéstrame como se hace!!
- Si señor, haré lo que ordene.
Claudia se incorporó agarrándome el aparato con fuerza, empezó con una suave paja, mientras bajaba su cabeza a la par que abrêa la boca, alojándolo todo en su interior.
- Asê niña, ahhhh!! joder que gusto, casi lo haces igual de bien que tu madre!!
- Marêa!!
- Si Onofre.
- Masturbate, quiero verte!!
- Como ordenes.
Menuda escena, tenêa a Claudia chupándome el rabo a cuatro patas mientras su madre, con las medias de encaje y los tacones, se masturbaba a mi lado.
- Más rápido niña.
Le cogêa la melena con mis manos y le obligaba a ser más veloz, cosa que le hizo atragantarse y empaparme el pene en saliva.
- Ahhhh!! ahora ahora, veo que aprendes Claudia!!, sigue asê!!
- Marêa, quitale el tanga a tu hija y lamele el coñito.
Que conejito más rico tenêa la niña, ella si que lo llevaba rasuradito como es normal en las chicas de su edad, tan solo una finita rayita se extendêa por su pubis camino al piercing que alojaba su ombligo.
Ya me habêa terminado la bebida, tras el refrigerio querêa más marcha, asê que subê a Claudia al sofá introduciéndole el pene sin protección alguna, al igual que a su madre. Sin lugar a dudas no era virgen, la saliva de la madre se transformó en el mejor lubricante posible. Yo agarraba sus nalgas y la obligaba a mantener el ritmo constante, con fuerza le arranqué la camiseta y el sujetador a la vez, asomaron unos preciosos pechos, más grandes de lo que imaginé en un principio, por lo que procedê a devorarlos.
- Asê Onofre, muérdeme los pezones, ahhhh!!
- ¿Te gusta nena? Menuda putita estás hecha.
- Ahhh!!, si si, soy tu puta Onofre!!!
- ¿Sabes que hacen las putas, Claudia?
- Que señor.
- Se dejan dar por el culo!!
- Pero nunca lo he hecho.
- Todo es empezar niña, ya verás como te gusta.
La cara de Claudia era un poema, mezcla de miedo y placer por lo que iba a recibir de su invitado. Yo continuaba agarrando aquellas tetas, como si se fueran a escaparse en algún momento, aquellos pezoncitos moraditos eran increêbles, los pellizcaba estirándolos al máximo, después los soltaba observando aquel movimiento tan excitante de regresión, eran de mi propiedad!!
- Marêa, lámele el culito a tu hija para que entre sin problemas.
- Si Onofre, prepárate hija.
Dejé los pechos por un momento para abrir las nalgas de Claudia facilitándole el camino a la madre, la jovencita parecêa disfrutar de aquel número lésbico.
- Ahhh!!, sigue mamá, lámeme el culo!!
En ocasiones sacaba la polla del interior de Claudia para que me chupara su madre y pudiera saborear los flujos de la hija, eso le excitaba aun más, Marêa se agarraba los pezones con fiereza, parecêa querer arrancárselos.
- Basta Marêa, ha llegado la hora!!
- Claudia, haz los honores, mamá te ayudará si te cuesta.
La joven dilató el ano de tal manera que mi polla entró sin complicación alguna, entonces sospeché de su virginidad anal. Claudia me habêa engañado, cosa que me excitaba todavêa más, hundiendo la polla con todas mis fuerzas en su culo.
- Toma puta, toma polla en el culo!! ¿virgen eh?
- Si señor, usted es el primero!! Ahhh!!
La chiquilla gritaba todavêa más que la madre al notar su esfênter lleno de carne.
- Si Onofre, ahhhh, rómpeme el culo!! No pares para naaaaada!!
Al igual que antes, realizaba la misma operación, sacaba mi polla para que la madre pudiera saborear el culo de aquella zorrita, ya de paso lubricaba mi taladro con su saliva demostrándome que, sin duda, la comêa mejor que la hija.
- Voy a cambiar de postura zorras!!
- Claudia ponte a cuatro patas en el sofá, voy a darte por detrás!!, pero antes…
- Marêa ponte tú también y lámele el agujerito mientras te abres las nalgas.
Escupê el culo de Marêa e introdújele mi arma, esta vez sin esfuerzo, ya que lo tenêa aun dilatado de la anterior penetración. Mientras me follaba el ano de la madre metêa los dedos en el culo de la hija, menudo festival me estaba pegando, yo Onofre, el têo más feo del vecindario, me estaba beneficiando a dos zorras como la copa de un pino, ese chamán se merece un monumento!!
Una vez me cansé del culo de Marêa, regresé al de Claudia, que estaba más terso y hermoso, la embestêa sin parar, haciendo que se corriera en varias ocasiones. Sacaba mi polla, le agarraba del pelo y le obligaba a comer, se la metêa en la boca sin dudarlo, una vez limpia de jugo, la volvêa a meter en su culo, asê una vez tras otra. Ahora ya no se quejaba de los cachetazos, me pedêa más y más.
- Pégame Onofre, soy tu puta!!, pégame, ahhhhh!!
- ¿Quieres polla nena?
- Si, quiero tu polla, me gusta su sabor y el de mi culo.
- Pues toma polla, traga zorra, traga!!
- Marêa, ponte a cuatro patas delante de tu hija, muéstrale tu culo.
- Ahora que Claudia, ¿te gusta lo que ves? ¿Quieres chuparle el culo a tu madre?
- Si Onofre, si!!!
- Pues todo tuyo!!, chupa puta!!
- ¿Ahora puedo decir que eres una hija de puta?
- Si lo soy, soy una hija de puta!! Dêmelo!!
- Hija de puta!!
- Somos tus putas Onofre, ahhhh!!
- Asê me gusta, todas para mê, ha llegado la hora de correrse!!
Todo lo bueno tiene su final, aquel polvo era el sueño de cualquier macho pero habêa llegado el momento de ponerle fin, mis huevos iban a reventar si no eyacúlaba de inmediato. Me levanté del sofá con la intención de darle la leche a mis dos gatitas en celo.
- Venga, las dos de rodillas, chuparme la polla, haced que me corra putas!!
Se turnaban con compañerismo, mientras una chupaba el glande, la otra se recreaba en los huevos, no podêa contenerme por mucho más, les agarraba por el pelo hundiéndoles el rabo hasta la garganta, que placer!!
- Claudia coge ese baso de whisky.
- ¿Os vais a beber mi semen zorras?
- Si Onofre, todo para nosotras, ahhhh, danos tu leche!!.
Mientras chupaban y me pajeaban, agarraba esas tetas, sobretodo las de la niña (para no perder la costumbre) , que soportaban mejor la fuerza de la gravedad, también escupêa en sus boquitas, para mi deleite personal, vaya tardecita, nunca la olvidaré.
- Me corro nenas, ohhh ohhhh!!!
- Si Onofre si, córrete córrete aquê!!
Deposité mi esperma en el baso de tubo.
- Tragad hasta la última gota, no dejéis nada!!
Mis dos nenas, obedientes, se lo bebieron todo, repartiéndolo como buena madre e hija que son. Después, sabiendo que Marêa era una experta, ordené una última limpieza de sable para dejarlo bien limpio antes de enfundármelo de nuevo.
- Lêmpiamela Marêa, déjala impecable!!
- Eso es, buena chica, ohhhh!!
Hecho esto, quedaron desmayadas sobre el sofá, ¿quizás mi esperma tiene efecto somnêfero? La cuestión es que me fue de maravilla para coger mi ropa y largarme de allê por patas, solo me quedó una duda: ¿cuanto tiempo puede durar el hechizo de mi amuleto?

Continuará…
 
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