El Acuerdo

roman74

Pajillero
Registrado
Ene 9, 2008
Mensajes
2,925
Likes Recibidos
60
Puntos
48
 
Hace mucho tiempo, comencé el desarrollo de un negocio no tradicional, pero que de acuerdo a mis planes, iba a ser altamente rentable. La idea habÃ*a dado vueltas en mi cabeza durante años. Por fin un dÃ*a me atrevÃ* a compartirla con mi amigo de toda la vida Carlos. En una reunión aburrida y monótona aproveché a separarme del grupo con él, llevándolo a una de las habitaciones del lujoso salón donde pudimos hablar en privado.

-Dime Lalo, ¿Cual es ese secreto tan importante que deseas compartir conmigo y que necesita que nos apartemos hasta aquÃ* para que me lo puedas contar?- preguntó Carlos intrigado

-Carlos, tú me conoces hace algunos años. Y más de una vez me has ayudado con tus consejos legales.-

-Es cierto, por algo estudié tanto tiempo la carrera de derecho penal. ¿En que lÃ*o estás metido esta vez?-

-No Carlos, ningún lÃ*o. Tengo una idea fantástica y quiero que me asesores, y si deseas, que seas mi socio.-

-Cuéntame... -

-Mira, es un poco difÃ*cil de explicar. Tú sabes... Yo últimamente estoy navegando mucho por Internet y he encontrado un servicio para brindar que no tiene precedentes.-

-Okey, ¿de qué se trata?-

-Dime, ¿cuantas mujeres hay que engañan a sus maridos en este paÃ*s?-

-Uhh... debe haber unas cuantas.-

- Y siempre terminan con problemas ¿cierto? Las terminan descubriendo y finalmente terminan divorciándose, y su pareja las deja de lado porque están casados y no abandonan sus familias ¿no?-

-Bueno, en algunos casos.-

-Y dime... ¿cuántas mujeres tienen fantasÃ*as sexuales y no se atreven a mencionárselas a su pareja?

-No tengo ni idea... ¿a qué viene la pregunta? Te conozco Lalo, ve al grano.-

-Bueno, al grano entonces. Existen no menos de 2000 mujeres en este paÃ*s con fantasÃ*as sexuales digamos... "no convencionales". Mujeres con fantasÃ*as de sexo con extraños, de ser forzadas a tener sexo y otras.-

-¿Y tu cómo sabes con tanta exactitud?-

-Porque estoy en contacto con un grupo muy especial por Internet.-

-Entiendo... y tú quieres cumplirles la fantasÃ*a-

-Exacto. ImagÃ*nate. Hoy una mujer con esas ideas no tiene a quien recurrir. Si lo quiere hacer con un conocido tiene el problema de romper el prejuicio de "¿cómo se lo digo?". Aparte tiene el problema de que es poner poder en otra persona cercana que el dÃ*a de mañana los pueda extorsionar. Tampoco pueden salir con cualquiera a cumplir sus fantasÃ*as porque no tienen seguridad de la conducta de la otra persona ni de su salud.-

-Veo tu punto. Es interesante.-

-Yo quiero salir a ofrecerles un servicio de fantasÃ*as sexuales con garantÃ*a.-

-Interesante tu idea. Mezclas tu placer con el negocio... - dijo sonriendo Carlos

-Bueno, puede ser el tuyo también. Necesito socios.-

-Bien, déjame investigarlo y te telefoneo mañana para vernos.-

En aproximadamente una semana, luego de mucha investigación y contacto con amigos pudimos tener una idea preliminar y se veÃ*a bastante interesante. HabÃ*amos contemplado todo el aspecto legal y tenÃ*amos una idea de costos. Para ser sinceros, casi no habÃ*a costos...

Finalmente a los dos meses comencé a comunicar el servicio. Primero fue el foro de Internet, luego los principales Sex Shop, y comenzó a correrse la voz. En mi celular recibÃ*a alguna que otra tÃ*mida consulta pero nadie se animaba a concretar más allá de eso.

Ya estaba desmoralizado, pensando como romper esa barrera de confianza y ganarme la primera cliente. SabÃ*a que luego de eso la noticia viajarÃ*a de boca en boca. Estaba ya por abandonar la idea cuando mi teléfono sonó. Del otro lado una voz femenina hablaba en susurros.

-Bueno, cuénteme su fantasÃ*a, nosotros la cumplimos.-

-Ahora no puedo... pero necesito urgente sus servicios.-

-Podemos vernos mañana personalmente o podemos hacer contacto por Internet.-

Luego que le pasara la dirección de nuestra página en Internet y el password de acceso, quedamos en que me llamarÃ*a más tarde o me enviarÃ*a un e-mail. La esperanza habÃ*a vuelto. Sólo era cuestión de tiempo.

A la mañana siguiente, Gabriela se conectó a Internet con la computadora de su esposo y accedió a nuestras páginas.

La página explicaba con todos los detalles posibles el servicio brindado. Inicialmente la clienta debÃ*a elegir una de las tres fantasÃ*as disponibles, Bondage, Public Striping o Violación. Sin dudarlo un segundo Gabriela oprimió el último botón. Una pantalla negra con letras blancas apareció y Gabriela leyó detenidamente.

El servicio constaba de un acuerdo legal de 5 páginas donde Gabriela podÃ*a ver bien claramente los limites del servicio que contratarÃ*a. El servicio se comprometÃ*a a ser brindado sin dañar o dejar ningún tipo de marca permanente en la cliente. También estaba incluida en el mismo la revisión médica previa y posterior al servicio, los anticonceptivos, asÃ* como también la ropa de la clienta. Los servicios serÃ*an pagados mediante un cómodo sistema de cuotas que simulaba ser de una de las cadenas de supermercados más importantes del paÃ*s. También preveÃ*a los viáticos en caso de necesidad de viaje, y las coartadas necesarias en el caso que lo requiriese. Gabriela estaba impresionada por lo bien pensado que estaba todo y por un momento su mano transpiraba sobre el mouse. Finalmente se decidió y accedió a la planilla de solicitud. Leyéndola detenidamente la completó. El servicio básico costaba 1000 dólares y constaba de una sesión de violación no programada con tres agresores. Si deseaba más, podÃ*a solicitarlos a un costo adicional de 200 dólares por persona o 500 por cada grupo de cuatro. Gabriela no deseaba esa opción, por lo que la saltó. En el renglón siguiente leyó "los prestadores arriba mencionadas serán elegidas al azar y las medidas de sus sexos serán estándar", al costado aparecÃ*a la opción de solicitar un prestador de color o un "no estándar". Gabriela sonrió. Siempre habÃ*a fantaseado en ser penetrada por un negro, pero esta vez no iba a arriesgarse tanto, aparte el costo de este adicional era de 300 dólares.

Más abajo mencionaba la posibilidad de contar con consoladores y otros accesorios, pero también la saltó. En el renglón siguiente mencionaba: "Todas las sesiones son video filmadas. Si Ud. desea una copia se la suministraremos sin cargo. En caso de falta de pago por más de 3 meses, el prestador se reserva el derecho de comercializar el video o difundirlo por Internet". Obviamente Gabriela no deseaba una copia, y mucho menos que el video llegara a Internet, pero no dudaba que podrÃ*a pagar el servicio. Por fin Gabriela llegó al último renglón. "Nuestro servicio esta garantizado para cumplir con sus fantasÃ*as de una forma imperceptible para su familia y la sociedad, y agradable para nuestros clientes. Sin embargo, tratándose de un servicio de sexo no consensual, es creÃ*ble que nuestra clienta quiera negarse a concretarlo. Para este propósito hemos diseñado el cerrojo final. Anote claramente la palabra clave a utilizar. En caso de mencionarse la palabra clave, el servicio será automáticamente interrumpido, teniendo un costo adicional de 700 dólares por concepto de incumplimiento de parte." Gabriela miró con grandes ojos el número. ¡¡¡Setecientos dólares!!! Era mucho dinero y escribió la palabra clave, pero juró no usarla, su palabra clave era "reina". Cuando terminó, envió el formulario por Internet y utilizó la función de "borrador de rastro" de la misma página para quitar las referencias a lo que habÃ*a hecho en la PC de su marido.

Al cabo de dos semanas, Gabriela recibió una llamada telefónica de confirmación. Tras identificarse con su palabra clave, se le comunicó el número de casilla de correo donde encontrarÃ*a entre otras cosas, el contrato, los vouchers para la compra de la ropa y la dirección del médico para hacerse la primera revisión. Gabriela debÃ*a dejar firmado el contrato dentro de las próximas 48 hrs. en el mismo casillero, caso contrario se darÃ*a por anulado el trato con un costo del 10% del valor total del servicio. Obediente y ansiosa Gabriela pasó por el correo, firmó su contrato y guardó su copia doblada varias veces en su bolsa de cosméticos (su marido jamás la encontrarÃ*a allÃ*). Tomó los vouchers y el papel con la dirección del médico. Rápidamente y con el rostro enrojecido de vergüenza salió. No podÃ*a creer lo que acababa de hacer, se dirigió al bar más cercano y pidió una medida de tequila para calmar su ansiedad, al cabo de media hora de leer el papel del contrato reiteradas veces tomó coraje, pagó sus tragos y caminó hasta el shoping más cercano y compró 3 conjuntos de pantys con sus soutiens haciendo juego, 3 minifaldas de diferentes modelos y algunas blusas. En el contrato recomendaban comprar más de un juego de ropa para poder variarla y lavarla ya que la fecha de la violación no era acordada ni de ninguna forma conocida por ella. En el caso que la vÃ*ctima estuviese usando ropa de su propiedad, no se hacÃ*an responsables por las mismas.

Esa misma tarde visitó al médico. El doctor la recibió y le hizo un chequeo ginecológico de rutina comprobando que no tuviera lesiones previas. Ella casi no dialogó con el médico, ¿cómo le explicarÃ*a el motivo de su revisión? Acostada sobre el incómodo sillón dejó que el médico usara su instrumental para abrir su sexo indecentemente y con una linterna y sus propios dedos examinara su vagina. Luego procedió de igual forma con su orificio anal mientras tomaba notas una y otra vez. Por fin la revisión terminó y Gabriela, colorada de vergüenza, se apresuró a vestirse nuevamente. Sentado en su escritorio el doctor escribÃ*a su informe final dando cuenta del perfecto estado de la muchacha. Por fin rompió el silencio y mirando hacia arriba por sobre sus anteojos preguntó:

-¿alguna duda sobre lo que va a hacer?-

-¿¿Cómo??- respondió incrédula Gabriela

-Me refiero si tienes alguna duda sobre lo que va a suceder en estos dÃ*as, tú sabes, por eso estás aquÃ*.-

Gabriela de inmediato se ruborizó y tartamudeó al hablar.

-Pe..pe..ro ¿Có...co..mo lo sa...sa..be?-

-No debes preocuparte, no eres la única mujer con estas fantasÃ*as. Y has hecho una buena elección. No es recomendable dejar esos juegos en manos de desconocidos, y reprimirlos sólo te traerÃ*a remordimientos en el futuro.- respondió el médico con total tranquilidad

Gabriela aun no salÃ*a de su asombro. Totalmente avergonzada deseaba irse lo más rápido posible del consultorio y esconderse bajo la cama en su casa.

-Mnno. No tengo ninguna pregunta.- cortó la conversación la muchacha

-Bueno, siendo asÃ* pasaré el informe hoy a la tarde. ¿Desea quedarse con una copia?- pregunto amablemente el médico

-Mnno.. no, gracias.-

-Bueno, entonces nos veremos pronto creo.-

-¿¿Como??-

-Para la revisión posterior. Es altamente importante que la haga a menos de 4 horas del evento. AquÃ* tiene el número de mi celular por cualquier cosa. Ud. sabe, esta gente no tiene horarios.- dijo sonriendo

MarÃ*a, pálida como una hoja apenas murmuró el saludo de despedida y salió a pasos rápidos del consultorio. Lo más rápido que pudo llegó a su casa y trabó con llave y pasador la puerta principal. Su marido aun estaba en el trabajo y todavÃ*a faltaban 3 horas para que regresara. Tratando de relajarse se descalzó, encendió la TV y se sirvió otro tequila. Recostada en el cómodo sillón del ****** trataba de que los dibujos animados en la TV distrajeran su mente. Poco a poco se fue relajando, casi dormÃ*a.

-Riiiing-Riiiing- sonó el teléfono

Gabriela se sobresaltó y parte de su bebida se derramó sobre el brazo del sofá. Calzándose las pantuflas corrió hacia el teléfono esperando que fuera la llamada de su marido.

-¡Hola mi amor!- dijo ella sin pensarlo

-¿Señora Gabriela Butterfly?-

-Si, ella habla-

-La llamamos para confirmarle que su servicio ha sido confirmado. Las pruebas legales y médicas están en orden.-

-¿y... eso... qué significa...?- preguntó nerviosa

-Eso significa que desde este momento al término de los 15 dÃ*as Ud. recibirá el servicio solicitado. No podemos adelantarle en qué momento o lugar ocurrirá, pero le aconsejamos que siga las precauciones incluidas en la guÃ*a.-

-pero... y si yo... si yo quiero cancelar.-

-Ya sabe, sólo tiene que usar su palabra clave, pero entonces habrá malgastado más de 1500 dólares sin sentido.-

-No... todavÃ*a no.-

-¿alguna duda de último momento?-

Gabriela pensó unos segundos y no se le ocurrió nada. Cuando cortó la conversación telefónica revolvió su cartera y totalmente desesperada la volcó sobre la mesa de la cocina. Finalmente encontró el papel en cuestión. Con sus manos temblando lo sostuvo mientras lo leÃ*a.

1) Recuerde tomar sus anticonceptivos según lo recetó el médico

2) No tome medidas extras de seguridad, igualmente nosotros daremos con Ud.

3) Los prestadores del servicio se presentarán en cualquier momento, para que Ud. los reconozca llevaran un brazalete violeta en su brazo derecho.

4) No se asuste si ve a un hombre más de los solicitados, se trata del camarógrafo. Si Ud. lo desea y como plus gratuito del servicio el también podrá participar del evento en tanto y en cuanto Ud. lo solicite.

5) Las cintas serán guardadas en caja de seguridad bancaria para su mayor seguridad

Esa noche Gabriela preparó la cena para el marido y casi no se hablaron durante toda la comida. Por fin él rompió el silencio.

-¡Sabes que me asignaron un nuevo cliente! - dijo sonriente

-¿en serio? respondió ella nerviosa-

-Si, asÃ* que mañana tendré que ir a visitar su fábrica, es probable que me lleve unos dos o tres dÃ*as, vos sabes, como siempre.-

-¡Pero querido! ¡No te puedes ir justo ahora!-

-¿Porque no?-

-¿Y si me pasara algo?-

-¡Vamos Gabriela! ¡Tú eres grande y te sabes cuidar bien!-

-Es que... - balbuceó ella

-Y no es la primera vez que te quedas sola.-

-Pero me estarás llamando ¿no?-

-Por supuesto mi amor.- todos los dÃ*as.-

-Te voy a extrañar-

-Si mi amor, pero ahora prepárame la maleta que me tengo que ir a dormir, el avión sale mañana tempranÃ*simo.-

Gabriela sintió que sus fuerzas la abandonaban, preparó la valija en silencio mientras sentÃ*a sus piernas que temblaban y su sexo que se humedecÃ*a sin que ella supiera bien porque. A la mañana siguiente se levantó temprano, le sirvió el desayuno a su marido y se despidió con un apasionado beso.

Cuando el marido se fue, ella fue corriendo a cambiarse la ropa por la nueva que habÃ*a comprado y tomó la pastilla tal como habÃ*a ordenado el médico. Con las puertas y ventanas cerradas, la casa era casi inexpugnable. Segura de sÃ* misma se puso a mirar la TV mientras planchaba la ropa.

Por la tarde, la rutina fue la misma, equipo de audio prendido mientras ella limpiaba pisos y muebles. Por fin, exhausta se tiró en el sillón. Tan rendida estaba que recién despertó a las 11:30 de la noche. No habÃ*a comido nada en todo el dÃ*a y tenÃ*a un hambre voraz. Revisó la heladera, pero no encontró nada. En la alacena sólo habÃ*a unas latas de atún.

-¡¡Maldición!!- se dijo a sÃ* misma ¡¡Estúpida!! ¿¿Cómo no pensaste en eso??-

Durante más de 30 minutos dio vueltas a la casa como gato encerrado. Por fin no aguantó más y tomó el teléfono.

-Bueno, ¿pizza? Quiero que me traigan una pizza de peperoni y doble queso.-

-¿Cuánto tardan?-

-¿quince minutos?, esta bien, los espero.-

Para Gabriela fueron los quince minutos más largos de su vida. Incansablemente miraba el reloj que parecÃ*a retardar sus movimientos con su mirada. Por fin y con los nervios carcomiéndola la muchacha escuchó el ding dong de la puerta.

Con gran cautela miró por el visor y vio a un hombre con casco de motocicleta con una caja de pizza. ¡Por fin! Pensó. Uno a uno quitó los cerrojos de la puerta y finalmente abrió.

-Buenas noches- dijo el hombre

-Buenas noches.- respondió ella

-Ud. solicitó una pizza grande con peperoni y doble queso.-

-No, yo solicité una pequeña.-

-Debe haber un error, le pido me disculpe.- respondió el cadete

-No, faltaba más, entra y llamaremos a la central.-

-De acuerdo, gracias.-

El muchacho entró dejando la puerta abierta tras de sÃ*. Gabriela se dio vuelta y tomó el teléfono intentando llamar.

-¿¿Que raro?? Hasta hace un rato mi teléfono funcionaba.- dijo agitando la horquilla



Sin que ella los viera o escuchara, tres hombres más ingresaron al lugar. De repente una luz brillante desde atrás y el ruido seco de la puerta cerrándose le hicieron girar su cabeza. La luz que la alumbraba no le dejaba ver mucho, pero entre las penumbras pudo distinguir un hombre con un brazalete violeta, y sus rodillas comenzaron a aflojarse.

-No, por favor. Ahora no.- comenzó a decir Gabriela retrocediendo,

-Ven aquÃ*, no te escapes. No tienes salida.- respondió uno de ellos.

Gabriela dio media vuelta tratando de escapar por el ******, pero fue inútil, el cadete de la pizza, un hombre de unos 1,75m y bastante robusto ya la habÃ*a tomado de la cintura y la arrastraba hacia la mesa. Con la luz de la cámara siempre sobre ella, Gabriela fue arrojada boca abajo sobre la mesa de la cocina en forma transversal por su parte más angosta. Su cabeza y sus brazos colgaban del otro lado mientras que sus piernas apenas tocaban el suelo de este lado. Con rapidez de soldados comando, los hombres ataron sus muñecas y tobillos a los pies de la pesada mesa. Inmovilizada, y levantando la cabeza para observar, Gabriela supo que su fantasÃ*a se habÃ*a vuelto realidad, y su sexo comenzó a mojarse como nunca.

Unas manos desconocidas recorrÃ*an sus suaves muslos desde abajo hacia arriba palpándola y arrastrando su sudor por toda su piel. Con su pollera minifalda, poco quedaba cubierto en esa posición. De repente un tirón acabó con su falda y Gabriela pudo sentir el frÃ*o aire sobre sus expuestos muslos.

-No... por favor.- pedÃ*a ella

Levantando su barbilla con una mano, Lalo levantó su cara y agachándose a su altura plantó un prolongado y húmedo beso en sus labios. Cuando terminó, la miró dos segundos a los ojos y poniéndose de pie y con la cremallera a la altura de su vista la abrió y bajó sus pantalones exponiendo su miembro delante de ella.

Gabriela no podÃ*a creer lo que estaba viviendo. Semidesnuda y atada en su propia casa veÃ*a como el hombre le acercaba su pedazo de carne a su boca. Instintivamente Gabriela la cerró, pero sin apuro Lalo apretó su nariz hasta que exhausta tuvo la necesidad de respirar. Cuando Gabriela abrió su boca casi toda la verga de Lalo quedó dentro de ella. El gusto apenas salado y la blanda carne que se iba ensanchando y robusteciendo en un continuo palpitar dentro de su boca la excitaban más todavÃ*a. Entonces Lalo tomó sus mejillas y moviendo su pelvis comenzó a violarla por la boca.

-¡¡¡MMMM!!!.- se quejaba la muchacha

Con un perfecto extraño gozando de las delicias de su boca, Gabriela sintió como la bombacha era cortada en su cintura con una navaja y arrancada de su cuerpo de un sólo tirón. Sus húmedos labios se sentÃ*an frÃ*os en la expuesta apertura que tenÃ*a. Sin embargo, nuevamente sin aviso, una sensación más que placentera la hizo extraviarse. Una suave y cálida lengua recorrÃ*a con maestrÃ*a sus muslos, sus labios y se internaba jugueteando dentro de su húmedo sexo. Gabriela pensó que iba a explotar. Su cuerpo temblaba eléctrico con cada toque de la cálida lengua. De pronto una nalgada en su glúteo derecho la sobresaltó gratamente.

-¡¡Gime hembra!! ¡¡Quiero escucharte!!- dijo Carlos

Una, dos, cinco, ocho nalgadas más. Cada vez más fuertes pero más dulces Gabriela no podÃ*a evitar el orgasmo. Muy pronto, antes que nadie pudiera decirlo Gabriela se vino en la boca de quien la estaba torturando.

-Uhhh... si... si... ya... ya... uuuuuuuuuuuuhhhhhiiii.- gritó cuando Lalo le quitó la verga de la boca

La muchacha no podÃ*a creerlo. Miró a la cámara y enrojeció de vergüenza. Acababa de tener el primer orgasmo extramatrimonial de su vida. Cansada, se relajó, abrió su boca y dejó que Lalo continuara con su tarea. Un par de dedos acariciaban su sexo continuando una leve sensación de placer que no parecÃ*a desear irse. Cuando menos lo imaginaba, Carlos apoyó su verga frente a sus labios y apenas oprimiendo se hundió fácilmente, suavemente, dulcemente dentro de ella. La muchacha no podÃ*a creer lo húmeda y caliente que estaba. PodÃ*a sentir con un placer excelso una y cada una de las rugosidades del miembro que la habÃ*a invadido. Casi como un guante de seda, la vagina de Gabriela acariciaba el miembro que la violaba muy suave y sin violencia. Cuando Carlos se movÃ*a dentro de ella, podÃ*a contar los pliegues de la piel del miembro. No conocÃ*a al hombre, pero adoraba eso que le estaba metiendo muy dentro de ella. Se sentÃ*a distinto que el miembro de su marido y la excitaba en lugares que ella nunca habÃ*a imaginado. No era extremadamente grande pero alcanzaba para satisfacerla. SentÃ*a su sexo vibrar más y más con cada impulso. Su espalda se arqueaba y sus puños se crispaban en el más oscuro deseo de sexo salvaje. La cámara mientras tanto tomaba las facciones contraÃ*das de su rostro y captaba los apagados gemidos detrás del pedazo de carne en su boca. Muy pronto, Lalo ya no aguantaba más

-Te acabo en tu lengua... trágatelo todo.-

Gabriela se sorprendió por la frase. Jamás habÃ*a saboreado una eyaculación, y mucho menos tragado una. Pero no tuvo mucho tiempo para pensarlo. Luego de unas cuantas palpitaciones fuertes sintió que la verga en su boca escupÃ*a contra su paladar. Una primera sensación de asco hizo que abriera sus ojos de par en par frente a la cámara, inmediatamente y sin poder reaccionar sintió como el miembro retrocedÃ*a dejando su cabeza sobre su pulposa lengua y una vez más escupÃ*a, esta vez un torrente más espeso y cuantioso que el primero, que se amontonaba sobre su lengua y se derramaba entre sus dientes. Luego de las siguientes tres andanadas de semen, su boca estaba inundada del blanco y espeso fluido. Con la mano sosteniéndole su barbilla Lalo se apartó para dejar vista a la cámara de la inundada boca. Con la luz en su rostro y su boca abierta Gabriela mostraba su nevada lengua a la cámara mientras el hombre la obligaba a cerrar su boca y tragar su regalo.

-Trágalo Gabriela.- ordenó Lalo

Sin otra salida, Gabriela saboreo el semen y con tremenda dificultad fue tragando lo que pudo. Finalmente abrió la boca y la mostró nuevamente a cámara. Gran parte se habÃ*a ido, pero persistentes hilos unÃ*an sus labios superior e inferior con restos del recuerdo. El gusto persistÃ*a en su boca y le recordaba su condición de victima.

Gabriela continuaba sintiendo el creciente calor en su sexo con el miembro que la penetraba por detrás, cada vez más violento, cada vez más profundo. Viéndola casi dominada, Lalo y José soltaron las ataduras de sus muñecas y brazos. Aun con sus piernas atadas, Gabriela se incorporó y trató de empujar hacia atrás al intruso, pero sin éxito. Entretanto, sus redondos pechos traspirados por el esfuerzo asomaron a la vista, y con ellos sus erectos y sensibles pezones. Casi de inmediato, con esa vista, Lalo y José se abalanzaron sobre sus prominencias y comenzaron a chupar y mascar sus redondeces.

Desesperada, Gabriela recurrió a sus puños para alejar a los hombres, aunque luego lo lamentó.

-¡¡Perra!!... ¡atémosle esas manos!- gritó José

Con destreza los hombres ataron sus muñecas fuertemente entre sÃ* y luego las engancharon a unas vueltas de cuerda a su cuello. Gabriela no podÃ*a evitar esa posición incomoda y expuesta donde ahora ayudaba a engrandecer aun más sus dones. Sosteniéndola por los codos los hombres continuaron su tarea con sus pechos y la muchacha comenzó a sentir la creciente excitación que eso le generaba. Muy pronto estaba al borde mismo de otro orgasmo.

-No... basta... no otra vez... - suplicaba jadeando

-¿deseas que nos detengamos? – preguntó Lalo

Gabriela sintió como esa sensación se desvanecÃ*a en un amargo letargo y no se pudo contener, Su mente sabia que estaba mal, pero su cuerpo lo necesitaba.

-No, no paren... Sigan... por favor sigan... -

La realidad de conocer que estaba siendo sometida por su propia voluntad y la sensación de sus partes erógenas fueron demasiado, y Gabriela explotó en su segundo e interminable orgasmo. A su vez, su vagina contrayéndose estimuló a su violador y tan pronto como ella reaccionó, la inundó de caliente esperma en su sexo.

Exhausta, sin fuerzas para luchar, cayó pesadamente sobre la mesa cuando la soltaron, y se derramó en el piso cuando desataron sus piernas.

Con sus piernas abiertas y restos de semen chorreando por su vulva, Gabriela era una marioneta de los violadores. Un remedo de lo que solÃ*a ser. Tomándola de sus muñecas atadas la arrastraron hacia la cama matrimonial y desarmando las sabanas la echaron sobre ella. José que todavÃ*a no habÃ*a participado se desvistió y se lanzó sobre ella tomando sus piernas y poniéndolas a la altura de su rostro. Con su sexo totalmente abierto y expuesto Gabriela fue penetrada por segunda vez en el dÃ*a y con la misma facilidad de la vez anterior. Cuando reaccionó, ya sentÃ*a los testÃ*culos del muchacho golpeando contra sus blancas nalgas y otra vez comenzó a gemir. Durante cinco minutos la penetración fue continua metiendo y sacando su carne en la agotada mujer. Luego José cambió de posición y rotó su cuerpo dejándola a ella arriba. Durante otros dos o tres minutos continuó violándola mientras ella cerraba sus ojos y se dejaba hacer.

De repente los ojos de Gabriela se abrieron de par en par. No podÃ*a creer lo que acababa de sentir. Intentó darse vuelta para ver, pero no pudo. Lalo, que ya habÃ*a violado su boca tenÃ*a una nueva erección y estaba penetrando su ano. Con su verga abundantemente lubricada y sus dedos lubricando el rosado ano de la muchacha, se preparaba para penetrar analmente a Gabriela. Por un instante Gabriela recordó las veces que habÃ*a practicado sexo anal con su marido y el dolor volvió a su mente.

¡¡¡¡Noooooo!!! ¡¡¡Por favor por ahÃ* no!!!-

Gabriela deseaba parar el mundo, deseaba detener todo, pero no recordaba siquiera que existiese una palabra clave. Nuevamente, con dulzura, sin apuro, y suavemente el pene de Lalo se hundió en su recto. Al principio le dolió un poco. Luego de algunos gritos y dolores, su cuerpo se fe dilatando para finalmente dejar lugar a la más completa sensación de plenitud que jamás habÃ*a sentido. Sus manos que inicialmente se habÃ*an tomado de los barandales de la cama con dolor, ahora se crispaban en placer sintiendo a los inquietos penes juguetear dentro de ella.

De repente sonó el teléfono. Ambos hombres se quedaron quietos mientras que Carlos le alcanzaba el auricular desde la mesa de luz a Gabriela.

-Bueno... -

-Soy yo querida. ¿Cómo estás?-

-Bien- dijo ella. -¿Y tu como has llegado?-

-Bien por cierto. ¿Que andas haciendo ahora?-

-Jugando con unos amigos de Internet.-

En eso, los hombres comenzaron a moverse lentamente de nuevo.

-¿Jugando por Internet? Pero, si estás usando el teléfono mujer.-

-Es que se trata de otro tipo de juegos interactivos... luego... luego te explico.- dijo tratando de contener sus gemidos

-Bueno, no importa. Nos vemos recién el viernes.-

-Bueno, llámame mañana.-

-Adiós.-

-Adiós.-

Carlos cortó la comunicación, mientras el auricular saltaba sobre el colchón al ritmo de la salvaje fiesta. La frenética velocidad que habÃ*an tomado ambos hombres la llevaba más allá de sus sentidos y su mente flotaba en el éxtasis.

-¡¡¡Ahhhh siiii... siii.... más..... Más... siiii.... está rico.....!!!-

Su cuerpo comenzaba a arquearse y sus pechos se refregaban por el velludo pecho del José y sus nalgas se apretaban más al pubis de Lalo. Estaba enloquecida y sus labios entreabiertos apenas dejaban paso para la agitada respiración. Su orgasmo comenzó fuerte y violento. Recorriéndola de pies a cabeza y desorbitando sus ojos. Jamás habÃ*a sentido tanto placer en su vida. Su cuerpo traspiraba y se pegaba a Lalo y a José. Sus gritos agudos podrÃ*an haber despertado a todo el vecindario. Por más de cinco minutos continuó su éxtasis interminable hasta que finalmente sintió con placer como José y Lalo se vaciaban dentro de ella. AllÃ* nomás cayó rendida sobre José mientras Lalo quitaba su verga y la limpiaba en sus nalgas con suaves golpes.

-Señora... su servicio esta cumplido.- dijo Lalo jadeando.

-¿Desea el extra?- dijo señalando al camarógrafo

Gabriela no podÃ*a ni hablar. Su cuerpo era una masa de músculos laxos y relajados que no le permitÃ*an siquiera pararse. Por fin tomó aliento

-No, gracias. Estuvieron geniales, pero no puedo más. Quizás la próxima vez.-

-Seguro. Ya tiene nuestros datos. Llámenos cuando quiera.-

-Les aseguro que lo haré.-

Desde el piso, Gabriela observaba como el camarógrafo guardaba su cámara y Carlos, José y Lalo se vestÃ*an y se dirigÃ*an a la puerta. Por fin la puerta se cerró y Gabriela aun sin poder cerrar sus piernas y chorreando semen por casi todos lados cerró los ojos y sonrió.

 
Arriba Pie