Educando a la Hija

heroher

Virgen
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Jul 31, 2012
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Elisa llegó del instituto toda nerviosa y abrió la puerta entrando como una exhalación.
- Mamá, mamá. Cuando volvíamos del colegio Nieves y yo, atravesando el parque, se nos ha aparecido un exhibicionista. Un señor mayor, que se ha abierto la gabardina y estaba desnudo. Tenía la cola levantada. ¡Qué asco!.
Diana se preocupó. No por el peligro que representaba un posible violador y por el escándalo que podría suponer para la niña. Lo que le preocupó fue el calificativo de "asco" para una polla erguida. Ella, que se comería una sin ningún miramiento, tenía una hija que no apreciaba ese regalo de la naturaleza.
Diana estaba bastante desasistida por su marido, por eso, a sus 40 años, no dudaba en disfrutar de cualquier pene que se pusiera a su alcance. Para ser sinceros, el despego de su marido no tenía mucho que ver con su ninfomanía, hubiera sido promiscua aunque su marido la follase todos los días tres veces.
Diana no era una belleza, pero su cara era muy graciosa y tenía un cuerpazo de muerte. Unos cuantos kilitos de más no solo no la deslucían, sino que su buena distribución hacían más apetitosas sus grandes tetas de oscuras e hinchadas aréolas, su macizo pandero y sus sólidos y prietos jamones. Unas hermosas y cuidadas manos, virtuosas en el tratamiento de una buena polla, completaban el tentador cuerpazo de aquella mujer.
Si su marido era un muermo en cuestión de sexo, no iba a consentir que sus dos hijos, Elisa, de 16 años y Eduardo, de 17, heredaran el mismo talante frente a uno de los mejores placeres de la vida.
- Elisa, cariño. Vamos a ver. ¿Es la primera vez que ves el pene de un hombre?
- No mami, hace años veía el de mi hermano, pero era pequeñito y no tenía pelos. Era muy lindo verle soltar su chorrito, pero ahora ya no se lo veo.
- Nena, creo que a tu edad ya es hora de que tengas alguna experiencia con los chicos. Ya deberías dejar de ser virgen.
- Ay mami, eso me asusta, dicen que duele. Además dicen que te puedes quedar embarazada.
- Chiquita mía. Vamos a hacer una cosa, pero debes guardar el secreto con papi y con Eduardo.
- Seguro mami, ya sabes que yo sé guardar secretos muy bien, como las visitas que te hace el guarda de seguridad de la urbanización, el jardinero, el ....
- Vale nena, no es necesario que sea tan detallista. Verás, vamos a hacer que dejes de ser virgen de una manera que te gustará mucho.
- Dime como mami. Me gustaría pasarlo tan bien como tu con los hombres.
- En principio vamos a ir a la farmacia para comprarte unas píldoras anticonceptivas y te las tomarás según indica el prospecto. Cuando lleves un tiempo tomándolas y hagan efecto, te llevaré a mi club privado donde mis amigos te van a enseñar a apreciar esos palos y bolsas peludas que tienen los hombres. Entretanto yo te romperé una membranita que tapa tu cuevecita que es la que duele, pero eso es solamente una vez y ya no se repite el dolor.
- Si mami, tu eres experta y sabes lo que me conviene. ¿Cuando me desvirgas?.
- Mañana tu padre está de viaje y Eduardo se marcha de excursión, así que tendremos todo el día. Anda vamos a la farmacia.
A la mañana siguiente, Diana se levantó con la firme decisión de desvirgar a su niña Elisa. Sacó de su escondite secreto en el sótano todos sus juguetes y eligió los más adecuados para los cerrados agujeritos de la niña.
A la hora de comer le mezcló un afrodisíaco en su Coca Cola y cuando consideró que ya hacía efecto se fueron juntas al dormitorio matrimonial. Con mucha dulzura fue desnudando a su nena y después se desnudó ella.
- Mami, qué pototo tan pelado tienes.
- Si nena, a la moda, y a papá le gusta que lo tenga así, todo depiladito para chuparlo bien.
- ¿Chuparlo?. Qué asco, por ahí sale el pipí.
- Ya verás como no da asco nena. Ven dame un besito.
El besito derivó en besazo cuando Diana metió su lengua en la boca de su niña explorando todo su interior mientras sus hermosas manos acariciaban las tetitas, ya bastante generosas, de Elisa. Poco a poco fue extendiendo las caricias por todo el cuerpo sintiendo la acogedora reacción de la virgencita.
- Ven cielo, chupa las tetas de mamá.
La tierna boca se instaló en ellos con gran anhelo y poca maestría mientras mano materna se hacía cargo del montecito de Venus acariciando suavemente el botoncito del placer.
Para alivio de Diana, la nena no era como su padre y al poco tiempo de jugueteo las muestras de ardor eran evidentes. Se retorcía y jadeaba disfrutando de las caricias de su madre, quien preparó disimuladamente un delgado consolador mientras aceleraba las caricias sobre el clítoris.
- Ay mamá, me muero pero qué bien, sigue, .... sigue, ....más, más, méteme los dedos, mami me quiero morir así.
Pronto alcanzó el clímax que Diana procuró alargar con sus besos y, cuando ya remitía, suave, pero firmemente hundió el consolador en el chochito de su hija arrebatándole el mal llamado tesoro. La niña lanzó un gemido y se aferró al acogedor y macizo cuerpo de su madre relajándose al poco rato.
- Ya está, mi nena. ¿Ves cómo no ha sido para tanto?. Ya no te dolerá nunca más.
- Gracias mami. Me has llevado al cielo, quiero tener orgasmos todo el rato.
- Bien cariño, es bueno disfrutar. Ahora lávate el chicha de la sangrecita que te sale y merendamos un rato. Después te voy a follar y verá que bueno es.
- ¿Como me vas a follar mami?, tu no eres hombre.
- Ya lo verás, tienes mucho que aprender.
Después de merendar alegremente mientras Diana le daba sabios consejos sobre los hombres y la actividad sexual, volvieron entre caricias a la cama. Tras un rato de jugueteo, Diana pasó a lamer el sexo de su hija, chupando y mordisqueando dulcemente su clítoris e introduciendo un dedo o dos en su cueva hasta que proporcionó otro orgasmo a la muchachita que evacuó un buen caudal de flujo siendo sorbido por su madre ante el asombro de la pequeña.
Después Diana enseñó a Elisa como se metía el extremo de un doble consolador en su vagina y pidió a la mocita que chupase el otro extremo que iba a alojarse en su inestrenada cavidad.
- ¿Para qué Chuparlo mami?.
- Para lubricarlo y que entre suave en tu agujerito. Anda ponte a cuatro patas y de espaldas a mi.
Diana empujo lentamente el consolador en la casi virginal cueva entre algún gemido de molestia de la niña, que solamente había albergado dos dedos de la mamá como máximo. El consolador tenía el grueso medio standard, pero el esfínter todavía era estrecho.
Poco a poco la niña se fue acostumbrando al vaivén y al rato estaba gimiendo de placer y pidiendo a la mamá más caña. Diana arreció el ritmo y alcanzaron un profundo orgasmo las dos al mismo tiempo. Cuando se esfumó, la jovencita se volteo diciendo:
- Mami, yo también quiero beber tu caldito.
Slurp, slurp chuups
- Qué bueno mami.
- Que gusto me da tu boquita cariño, Sigue chupando el potorro de mamá. Después tenemos que quitar esos pelitos molestos del tuyo.
- Si mami quiero tenerlo brillante y suave como el tuyo.
Sobre la mesa de la cocina afeitó los escasos pelitos de la chica con mucho cuidado. Cuando metió dos dedos en la recién abierta cuevecita para levantar los labios y poder afeitar las zonas menos accesibles, la nena se corrió otra vez . También le afeitó el culito aunque no era muy necesario y le aplicó crema, con lo que el lindo monte de Venus quedó primorosamente suave y brillante.
- Te llevaré a que te hagan la depilación láser para que no tengas que afeitarte cariño.
- Qué bien mami. Voy a mirarme en el espejo.
- Mami qué bonito me ha quedado el conejito. Quiero estar siempre as´.
- Muy bien nena. Ahora te voy a dar este consolador delgadito que conviene que te metas en el agujero del culito estos días para ir dilatándolo y enseñarte a follar por él.
- ¿Por el culito mami?. Qué asco.
- También lo dijiste de chupar el potorro y después te ha gustado.
- Bueno mami, confío en ti. Abriré mi agujerito trasero lo que pueda.
A los pocos días se presentó la ocasión de desvirgar el ano de la chica y Diana se puso a la tarea. Después de los consabidos juegos preliminares, en que Elisa demostró haber aprendido muy bien de su madre el manejo de la lengua y la succión de pezones y clítoris y durante los cuales detectó más zonas erógenas no descubiertas en la primera sesión, Diana se colocó un arnés con un pequeño pene que lubricó esmeradamente así como el ano de Elisa que esperaba ansiosamente la iniciación al sexo anal.
Tras colocar a la chica en posición, lo insertó delicada pero firmemente, resultando para su sorpresa singularmente fácil y nada doloroso para la chiquilla.
- Pero nena, ¿Qué le has hecho a tu agujerito?.
- Verás mami, como el consoladorcito entraba ya muy holgado después de los primeros sondeos, usé una zanahoria gorda y después un pepino. También me he entrenado metiendo dos dedos de cada mano y estirando de los bordes del agujero.
- Bueno nena, pero no conviene abusar. Una cosa es prepararte para que no te duela y otra dejarlo tan ancho que los hombres no sientan nada. Si quieres tenerlo muy ancho, como a algunas mujeres les gusta, deberás hacer unos ejercicios que ya te diré para conservar la elasticidad del esfínter. Ahora voy a usar un pene más gordo para sodomizarte.
Elisa aceptó en sus intestinos el nuevo falo sin ninguna dificultad aunque con un poco de dolor al principio. Pero pronto los sabios dedos de su madre manejando su clítoris mientras efectuaba el mete saca, la condujeron al orgasmo al tiempo que se apretujaba violentamente sus propias tetas.
- Nena, ya está lista para empezar con los hombres sin ningún trauma. Te llevaré a mi club de sexo.
- ¿Qué sitio es ese?
- Ya lo verás, iremos el viernes, que es cuando tu padre cree que voy a jugar a la canasta con mis amigas.
Llegado el viernes, Diana le dijo a su marido que iba a su partida de canasta y que, como faltaba una de sus amigas, se llevaba a Elisa que estaba interesada en participar en el juego. Su marido no tuvo reparo alguno y partieron las dos en el coche, sin ropa interior como Diana le había indicado a su niña.
Tuvieron suerte de aparcar casi en la entrada del local del club, que no tenía ningún luminoso. El acceso era un simple portón en una casa baja con un solo timbre que pulsó Diana.
Tras notar un roce de inspección por la mirilla, abrió la puerta un fornido joven que las invitó a pasar. El vestíbulo apenas estaba iluminado con unas luces rojas, siendo del mismo color el entelado de las paredes. Había unas sillas y un gran armario abierto. Diana le dijo a Elisa que se desnudase y dejase su ropa en el armario. Fue una maniobra rápida ya que solo llevaban el vestido por ser verano. El joven portero las observaba, cosa que a Elisa le dió apuro, pero entendía que no iba a follar vestida.
Pasaron a otra estancia muy amplia, enorme, toda rodeada de sofás y camas, algunas de éstas por el centro de la estancia junto con mesas bajas. Estaba bien iluminada y las paredes también eran rojas. No tenía ventanas. Y dos puertas en un mismo lado señalaban: ASEOS y DUCHAS. Extraña separación para Elisa, que después descubrió la causa.
Había una buena cantidad de personas allí, todas desnudas y dedicadas al sexo. Serían siete mujeres, con Diana y Elisa nueve, y unos veinte hombres, todos de buen ver. Variaban las edades en un sexo y otro. Entre los hombres había de diversas razas, predominando los negros. Entre las mujeres solamente había una soberbia mulata y la más joven era Elisa, aunque había otra que debía estar por los 18 años. La más vieja sería una señora de unos 55 años que se estaba masturbando desesperadamente cerca de la entrada.
Entre las señoras estaban las amigas de Diana que teóricamente estaban jugando con ella y Elisa a la canasta. Celia, la mayor de todas, de 50 años, estaba siendo follada sobre una de las camas laterales por dos jovencitos, uno con su polla en la boca y otro con la suya en el ano.
Alejandra, la más joven, de 35 años y embarazada de siete meses, estaba sentada y enculada sobre la polla de un fornido negro mientras otro hombre, ya maduro, la ensartaba por el coño. Un tercero la follaba la boca con un enorme rabo que apenas cabía dentro pero ella se afanaba en engullir.
Beatriz, de 42 años, se sentía muy feliz con otra señora, de unos 50, que la estaba sacando y metiendo frenéticamente el puño en el culo. La otra señora, tenía a su vez el propio culo atendido por un apuesto negrazo.
Un hombre mayor, desnudo como todos y dotado de un gran rabo en inactividad se acercó a dar la bienvenida a las dos nuevas hembras.
- Diana, ya creí que no venías hoy. ¿Quien es este pimpollito que te acompaña?
- Hola Luis, es mi hija, y quiero que la trates debidamente. Es su primera vez con hombres. Yo ya la he desvirgado por todas partes y no tendrá problemas de admisión, pero quiero dulzura con ella. Dijo Diana mientras con una mano levantaba un pecho para dárselo a besar al galán y con la otra le cogía su rumbosa polla.
- Me encargaré en persona del guayabo, salvo que quiera alguien más cercano a su edad.
- No, jovencitos para mi. Quiero al negro Elías hoy .... de momento, ya sabes que no me conformo con uno. Pero quiero ver como tratas a mi nena.
- Luis llamó al negro Elías para atender a Diana mientras él tomaba a la apocada Elisa por la cintura para conducirla a una de las camas mientras con la otra mano sopesaba aquellos ya desarrollados pechos. La tumbó boca arriba para ponerse de inmediato a acariciarla suavemente por todas partes, insistiendo en las tiernas tetas y bajando poco a poco al pubis, donde al tiempo que metía dos dedos en el agujerito, aplicaba los labios al botoncito.
Entretanto Elías se había hecho cargo de Diana y se habían tumbado en la misma cama para que ésta inspeccionase el estreno de su hija por varón. Conociendo a Luis no le importaba que éste tuviese 55 años, poco acorde con lo que se espera la primera vez para una chica de 16. Luis era el más adecuado.
Elías aplicó crema al ano de Diana y la penetró con la habitual facilidad, dispuesta ella a cuatro patas con la cabeza sobre las ingles de la chica. Esta disposición la indujo a utilizar sus manos en las tetitas de la chica y colaborar con su boca sobre el clítoris ya que Luis estaba entretenido intentando meter su lengua en el otro agujero de la chica.
Luis decidió que ya era hora de penetrar a Elisa y comenzó por el agujero trasero que, lubricado por su saliva y bien elástico por la gimnasia a que le había sometido la niña los últimos días, no tuvo problema para entrar. A Diana, viendo a su niña sodomizada por aquel viejo, le entró una tremenda calentura y quiso ayudarse con la boca de la criatura, así que le colocó el chumino en la boca para que lo lamiese mientras ella seguía trabajando el clítoris contrario. A Elías se le salió el instrumento del culo de Diana y, visto que por su postura era difícil volver a enfundarlo de momento, se dedicó a rellenar el orificio de la señora con una larga ristra de bolas chinas de considerable tamaño.
Luis cambió de táctica y, teniendo tres agujeros ante su rabo, optó por aprovecharlos todos. Sacó su polla de los intestinos de la adolescente y la metió en la boca de la madre, quien no tuvo inconveniente en limpiarla de los restos del culo de su hija engulléndola hasta su garganta. Una vez limpia la polla, Luis atacó la vagina de Elisa y, tras un rato de mete saca en ella, volvió a alojarla en el ano para retornar otra vez a la boca materna. Así estuvo alternando hasta que se corrió en la boca de Diana tras proporcionarle a la adolescente tres orgasmos.

Mientras Luis se retiraba a reponer leche, otro negro, con una pija monumental se hizo cargo de Elisa mientras Elías se follaba a la mamá. Diana se percató entonces, cuando la polla de Elías rozaba por dentro las bolas de sus intestinos, de que tenía el culo totalmente atiborrado, y le pidió a Elisa que le fuese sacando poco a poco las gruesas esferas con el fin de dejar el ano libre de impedimentos a la polla de su amante. Antes de sacar la última bola Diana consiguió su primer orgasmo de la jornada, que no se privó de mostrar con gran derroche de gritos y gemidos pese al nutrido auditorio que las rodeaba. Elisa quedó bastante sorprendida de la impudicia de su madre a la que había tenido siempre por mujer recatada y respetable.
Al igual que el maduro Luis, el negro de Elisa alternó las penetraciones de la vagina con el ano, pero al final eyaculó en la boca de la adolescente, quien se tragó sin empacho el semen como había visto hacer a su progenitora poco antes.
A los pocos instantes Diana se volvió a correr sonoramente con su vagina llena de esperma. Elisa se apresuró a limpiársela con su lengua paladeando la mezcla de esperma y de néctares maternos.
Descansando los cuatro apilados sobre la cama, Elisa reparó en el brillante anillo de matrimonio de su madre que destacaba sobre su hermosa y blanca mano contrastando con la negrísima piel del culo de Elías y recordó a su padre.
- Mamá. ¿Papá sospecha algo de tus aventuras?.
- Creo que ni por asomo, nena.
- Pues es un enorme cornudo. Me da pena.
- A mi lo que me daba pena era yo misma, que su pollita no me rellena y sus cojoncitos se vacían nada más empezar a follar, si es que lo que me hace se puede llamar así.
Elisa tomó jugando la mano de su madre y le sacó la alianza con la intención de probarla en su dedo. Después, jugueteando con ella, la colocó rodeando el clítoris de su madre y Elías que lo observaba dijo:
- Diana, viendo esa alianza alrededor de tu encantador pimpollo creo que quedarías muy apetecible con un anillo perforándolo, y dos más en los pezonazos que Dios te ha dado.
Elisa puso el anillo sobre el pezón de su madre y corroboró la apreciación de Elías.
- Mamá, te verías imponente con los piecings. Yo también me los voy a hacer.
- Tu puedes hacer lo que quieras, pero a ver como convenzo yo a tu padre. Ya puso pegas cuando me depilé el chumino.
- Dile que es muy erótico y que te los pones para excitarlo a él. Si dices que te atiende poco, se creerá esa razón.
- Es posible, lo intentaré.
Se incorporaron de la cama y los negros se fueron a recuperar esperma mientras ellas daban una vuelta por la gran sala observando el espectáculo y saludando Diana a sus numerosas amigas y amigos.
La preñada Alejandra había solicitado el servicio de "Electroestimulación" y esperaba que llegase alguien con el aparato mientras con un dedo sacaba el esperma dejado en su ano por el anterior follador para saborearlo.
- Hola Alejandra. ¿No será malo para el feto pasar por la Electroestimulación?.
- Me han asegurado que no. Hola Elisa, cómo es que tu madre te trae aquí siendo tan joven. Puede ser un delito.
- Me arriesgo. Esto me gusta mucho.
- Sales a tu madre. Quien a los suyos parece honra merece.
- Pues si en cuestión de sexo me pareciese a mi padre, mi madre no estría segura de que mereciese honra. ¿Tampoco tu marido te atiende bien?
- Si, ya ves mi nueva barriga, además de las cuatro que ya he tenido, pero yo necesito más. Soy una ninfómana insaciable.
En ese momento trajeron el aparato y Diana y Elisa se quedaron a ver el efecto sobre la embarazada. Ésta se tumbó sobre una cama y un joven le colocó unos electrodos en los gordos pezones hinchados en espera de la leche y después le introdujo un consolador metálico por la vagina y un grueso plug in, también metálico en el ano. Después conectó todo a unos enchufes en una caja con mandos rotatorios y la caja a la red eléctrica.
Operó girando los mandos poco a poco.
- Gordita barrigona dime cuando paro.
Alejandra mostraba una plácida y sonriente cara. En un momento dado cerró los ojos y dijo que era suficiente la potencia. Un par de minutos después manifestaba pequeñas sacudidas signo de suaves orgasmos consecutivos, hasta que le sobrevino el grande que exteriorizó con la misma procacidad y alarde que lo había hecho Diana hacía un rato. Elisa no dejaba de sorprenderse por la impudicia de aquellas señoras ante tanto desconocido, ya que el trasiego de mujeres y hombres en el local era continuo y resultaba imposible que conociesen a todos.
La pareja se acercó a otra de las amigas de Diana, Beatriz, que seguía con sus manejos lesbianos. Beatriz era una mujer bastante oronda, aunque sus carnes estaban muy bien distribuidas y coronadas por una graciosa cara rodeada de corta melena que, en conjunto proyectaba una mujer muy atractiva y sabrosa.
Elisa conocía a Beatriz desde siempre, al igual que a las otras amigas de su madre. La señora seguía siendo follada por el culo con el puño por otra clienta del club que, a su vez era sodomizada por un hombre. No estaba para salutaciones largas pero Elisa la preguntó si es que era lesbiana.
Beatriz contestó que no, pero que prefería en su culo o la vagina la mano de una mujer que la más grande de un hombre. Diana la preguntó si necesitaba ayuda y Beatriz le dijo que si le hacía el favor quería otro puño dentro de su gran coño, también pelado como las demás.
Diana no se hizo de rogar, metió primero dos dedos, después cuatro y en un pispás, hábilmente deslizó el pulgar y pronto toda su mano invadía la íntima cavidad de la mujer. Elisa quedó pasmada de que su madre introdujera casi todo el brazo dentro. Mientras la otra mujer, la sodomizada, seguía con su impetuoso mete saca por el ano, Diana se dedicó a acariciar y amasar delicadamente los órganos internos de su amiga.
Nuevamente Elisa se quedó admirada cuando Beatriz alcanzó un espectacular orgasmo expresivo de tales cotas de lujuria desbordada que sumadas las anteriores ostentaciones de su madre y la Preñada Alejandra no se hubieran conseguido.
Cuando salieron las manos de los agujeros, con unos sonoros "Bfffssss" por el de delante, y un "plop" por el de detrás, del primero comenzó a manar una gran cantidad de jugos que Diana invitó a Elisa a apurar. La chiquilla se bebió aquel néctar con sumo placer apreciando la descomunal abertura del chocho de la madura gordita, donde entraba la totalidad de su lengua sin esfuerzo alguno.
Se acercaron después a saludar a la otra amiga Celia. Ella descansaba en una de las camas tras haber terminado ordeñando a los dos jovencitos que la atendían al entrar ellas. Alabó el juvenil cuerpo de Elisa tras propinarle un húmedo y prolongado beso en la boca y aprobó la decisión de Diana de haberla iniciado en el sexo debidamente.
- Sabe Dios como puede iniciarla un jovencito inexperto cualquiera. Después se adquieren traumas insuperables. Siempre es mekor no ligar el sexo al amor. Así no hay problemas, niña.
- Celia, he visto que te estaban follando dos jovencitos. ¿Te gustan así siempre?.
- Desde luego. Ya tengo 50 años y no voy a desperdiciar lo que me queda de ejercicio del sexo con viejos.
- A mi me ha desvirgado ... bueno, quiero decir que la primera vez que me ha follado un hombre ha sido uno maduro y me ha gustado.
- Ya ves niña, siempre se desea aquello de los que se carece.
- Celia, intervino Diana, ¿Quién es la señora aquella tan mayor que está sentada en un sofá junto a la puerta y no para de masturbarse pero no pide a nadie que la folle?.
- Ah, es Amparo, es viuda, andará por los 55, pero tiene un cuerpo todavía muy aprovechable. No puede follar porque no ha pagado la última cuota del club. La han dejado entrar solo por hoy y que mire y se masturbe si quiere. Pero no la dejarán entrar más. Por lo visto la pensión de viudedad no le da para pagar.
- Y por qué no paga en especia, ya sabes. Yo voy a pagar así la cuota de Elisa. No quiero que mi marido pregunte por semejante bocado adicional en nuestra cuenta corriente. Cree que el pago de mi cuota es de una ONG, pero me dijo que era demasiado generosa y que no más ONGs.
- ¿Vas a pagar hoy?
- Si
- Me quedaré a verlo. Ella no puede pagar así por ser tan mayor. Ya tienen mucho material de maduras.
- ¿Y si lo hace conmigo?
- Pregunta a ver qué te dicen.
Diana se acercó a uno de los folladores más maduros y Elisa vio como tras charlar un rato el hombre asentía.
- La admiten si lo hace conmigo pero con número guarro.
- ¡Guauu número guarro!. No me lo pierdo. Estarás soberbia con ese cuerpazo que tienes.
Elisa no entendía nada, pero antes de poder preguntar, Diana decidió que quería pagar ya y se fue adonde estaba Amparo para contarle la oferta. Elisa vio como a Amparo se le iluminaba la cara según hablaba Diana. Después se fueron juntas a hablar con el hombre que había autorizado el trato.
Entraron en la sala dos hombres con cámaras de video y unos focos sobre trípode que colocaron enfocando a una de las grandes camas del centro de la sala. Mientras, Diana se despojó de sus sortijas entregándoselas a Elisa. Iba a entregarle también la alianza matrimonial pero el hombre que dirigía el asunto le dijo que esa no, que daba más morbo que se reflejase en la película que era casada. Después tanto Diana como Amparo se colocaron unas máscaras de látex negro que tapaban toda la cabeza salvo los ojos y la boca.
Cuando estuvieron preparadas se tumbaron sobre la cama, se encendieron los focos y a una orden de uno de los cámaras comenzaron un 69 en el que jugaban tanto las bocas como los dedos que se introducían por cualquiera de los dos agujeros. Después se pusieron a cuatro patas con los culos enfrentados y un hombre metió dos dobles consoladores en cada agujero de cada una. De esa manera se follarían simultáneamente las dos cavidades. Ellas mismas empezaron a empujar hacia atrás hasta que desaparecieron los consoladores.
Terminada la parte lésbica del rodaje, se hicieron cargo de ellas tres hombres por cada una, que comenzaron a utilizar indistintamente los tres accesos. Adoptaron toda clase de posturas de manera que los objetivos de las cámaras tuvieran un buen ángulo de toma. En esto destacaba Diana, a quien no hacía falta decirla que se retirase el pelo o que tomase posturas más impúdicas o visibles de su coyunda. Ella misma sabía perfectamente qué cámara la enfocaba y adonde, por lo que se colocaba de manera idónea para que se apreciasen sus penetraciones e incluso se distendía algún agujero no ocupado en ese momento con sus propios dedos para que se vislumbrase su interior.
Elisa estaba pasmada de la desvergüenza y desenvoltura de su madre ante las cámaras y ante toda aquella gente que solamente estaba pendiente ya de las maniobras de las dos mujeres con los seis hombres.
Todos los hombre que las follaban comenzaron a eyacular sobre las tetas de ambas y ellas al final se lamieron los pechos la una a la otra bebiéndose el esperma.
Después, tomadas de la mano y seguidas por los seis sementales se dirigieron a la sala rotulada como duchas. Allí no cabía la mayoría del público pero Elisa se las apañó para colarse y presenciar el resto de la película.
Las mujeres se arrodillaron sobre una amplia plataforma de baldosas con un sumidero central rodeadas de los hombres quienes empezaron a orinarlas por todo el cuerpo, inclusive la boca. Amparo se notaba que no tragaba la orina, pero quedó bien patente por los movimientos de la glotis, que Diana si se bebió parte de la orina alojada en su boca.
Después Amparo meó a Diana en la cara y boca, orin del que Diana también se tragó algo y por último Diana meó a Amparo y se cagó en su coño. Amparo extendió las heces de Diana por toda su entrepierna exponiéndose bien ante las dos cámaras. Allí terminó el pago de la cuota de Amparo y de Elisa.
Agotada, Diana se reunió con sus amigas y su hija tras ducharse para charlar un rato durante el cual Alejandra contó como tuvo que pagar ella una vez, después de su tercer hijo y encontrándose con su ninfomanía álgida, una cuota adicional. En esa ocasión bañó con la leche de sus mamas a cinco hombres, que después la regalaron con una taza de semen recolectado en su honor y una espléndida lluvia dorada, bebiendo tanto que notó su tripa como antes de aquel parto. Lo singular de Alejandra es que era adepta, al igual que su marido de cierta estricta secta religiosa que solo admite la práctica del sexo para procrear.
A Elisa le subió un calentón con la historia de la preñada y se acercó a darles juego a un par de sementales, uno blanco y otro negro, a los que sacó el esperma que dejó almacenado en sus dos agujeros inferiores y que fue resbalando por su entrepierna cuando se acercaba al grupo de amigas, que celebraron su habilidad para follar pese a ser una neófita en el arte.
Regresaron a casa a altas horas cuando el marido y el hijo ya dormían. En el camino Elisa le pidió a su madre que la llevase otra vez al club al día siguiente, pero Diana le aclaró que la cuota que pagaban solamente daba derecho a un día a la semana. Eso si, ese día era tarifa plana, gastasen los hombres que gastasen. Sobre la película rodada le explicó que después se comercializaba en Internet y seguramente sacaban más dinero que lo que valía la cuota así pagada en especie.
Al mismo día siguiente se apañó Diana para convencer a su marido de hacerse los piercing y juntas fueron madre e hija a un especialista. Elisa se horadó los pezones con dos barritas de oro rematadas por dos pequeñas bolas y se mandó colocar dos anillos, igualmente dorados, en los labios externos de su chuminito. Diana optó por el titanio y por un buen grosor de entre las muestras que les enseño el especialista.
- Señora, éste que ha elegido para su clítoris es definitivo y un poco grueso para ese órgano, esta diseñado para un pezón de tamaño considerable. Además es caro.
- ¿Por qué es caro?. No es de oro como los de la niña.
- Es que lleva un complicado mecanismo interno para que quede cerrado para siempre, sin posibilidad de quitarlo.
- No importa, en donde va a ir no se notará mucho.
- Depende de las posturas señora.
- Ya adoptaré yo las posturas convenientes según quiera que se note o no.
- Pero es demasiado grueso.
- ¿Ha visto usted mi clítoris para opinar?
- No, claro, aún no.
- Pues mire.
Sin ningún miramiento ni pudor se subió la falda, se bajó las bragas, apartó los prominentes labios y enseñó al tipo su carnoso apéndice.
- Si señora, desde luego es opulento.
- Chúpelo si le place y verá como se crece más.
El hombre no se lo pensó demasiado y empleó a fondo la lengua y los labios con tal maestría que poco después tenía metida su polla en la vagina de la señora ante la apremiante petición de la misma. Proporcionó un orgasmo a la madre pero no se corrió ya que la hija estaba sentada sobre la mesa de trabajo masturbándose y exigiendo su parte. Eyaculó en los intestinos de la nena mientras prometía no cobrarles el trabajo, tan solo el material.
Esa semana no pudieron acudir al club en espera de la cicatrización de sus perforaciones. Elisa se indignó cuando supo que la cuota pagada corría cuenta fuesen o no fuesen.
- Ya cuentan con ello nena. Unas veces por el período, otras porque al marido se le ocurre salir a cenar o traer amigos a casa, otras por gripe u otros imponderables, saben que, aunque nos cobren cuota por cuatro sesiones al mes, realmente solo aprovechamos tres.
Días más tarde, Diana llegó a casa y cuando pasaba ante la habitación de Elisa escuchó el inconfundible sonido de un combate amoroso. Escuchó ante la puerta y se dijo que allí estaban follando más de dos personas. Abrió y se encontró a Elisa ensartada por el culo por su propio hermano Eduardo y con el coño taponado por un amigo de éste.
- Pero Elisa, por Dios. Es tu hermano.
- Mami necesitaba polla y no tenía a mano más que éstas. Después de todo tu también me has follado y eres mi madre.
Diana no tuvo aplomo para responder y decidió aprovechar la situación para incorporarse al grupo y ofrecer a la boca del amigo de su hijo su caliente y rezumante vagina de grandes labios. Ni que decir tiene, tal y como iban las cosas, que ese día no terminó sin que su propio hijo se derramase en uno de sus agujeros, que resultó ser el ano. Diana y Elisa habían añadido una polla más a la colección del jardinero, el de seguridad, etc... con una disponibilidad mucho mayor.
Tras una nueva estancia en el club, donde Elisa ya adquirió fama de comehombres, el resto del tiempo se estableció una disputa entre las dos mujeres por Eduardo, el jardinero, el vigilante de seguridad, el cartero y cualquiera que tuviese pene y llamase a la puerta de casa. Casi siempre ganaba Diana ya que por ser ama de casa tenía más oportunidad de pillar polla que no Elisa que debía acudir al Instituto. Pero ésta no se quedó en ayunas. Pronto adquirió la fama de haberse tirado a todos los varones, y alguna hembra, de su clase, incluido algún profesor.
Nueva sorpresa se llevó Diana otra vez que regresando a casa volvió a escuchar los sonidos del follado tras la puerta de su hija. Pensando en incorporarse a un nuevo y delicioso grupito jodedor, se quedó pasmada cuando al abrir la puerta se encontró a su hija a cuatro patas mamando la polla de su hermano Eduardo mientras Milo, el perro de la casa, de culo al de la chica, tenía enfundado su pene en el ano de ella. Eduardo empujaba rítmicamente las ancas de la moza para facilitar el mete saca del aparato del chucho.
Esta vez no quiso participar, aunque la escena le provocaba ingentes mojaduras cada vez que la recordaba y se prometió participar en la siguiente vez que el chucho se hiciera protagonista. A fin de cuentas, se dijo, hay que probar de todo. ¿Y si me gusta mucho y me lo pierdo como una tonta?.
Cuando terminó el curso, y ya con 17 años de edad, Elisa comunicó a sus padres que no deseaba estudiar porque se iba a dedicar a prostituta, que era su vocación. A la chica parecía haberle sentado de maravilla el tratamiento a base de esperma, fuera inyectado o bebido. Sus curvas, meses antes algo infantiles se afirmaron de forma rotunda y gloriosa en forma de unos pechos, cintura, vientre, caderas, muslazos y ... y todo todito de ella de inverosímil belleza y arrebatadora sensualidad. Su padre, espantado de la idea la expulsó de casa y Elisa se colocó en un club alternativo para hombres que tenían los propietarios del ya conocido para mujeres. Poco tiempo después Eduardo también se marchó de casa y se puso a trabajar en el club de féminas, donde algunas veces se trajinaba a su madre como a cualquier otra clienta.
A los 18 años, Elisa se marchó a Holanda y se puso a trabajar en películas porno siendo Eduardo su representante, o su chulo según el caso. Su primera película tuvo un gran éxito y poco después era elegida la actriz porno revelación del año en Europa. No había aspecto alguno del porno que no hubiese desarrollado ante las cámaras con suma maestría, fuese tan crudo como se quisiera. Una vez folló con su hermano enseñando ambos el libro de familia a la cámara para demostrar el incesto.
Diana estaba orgullosa de ella y compraba todas las películas en que actuaba, pensando que a lo mejor, si ella no hubiese tomado la decisión de iniciarla en el sexo, podría haber sido una insufrible gélida impotente para el orgasmo como su padre.
 

rpalex10

Virgen
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excelente relato, yo tambien quisiera educar a la hija
 

MarcosDantes

Virgen
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Tan bueno, que la expresión correcta sería: "SIN COMENTARIOS".
 

CASADO48

Virgen
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Reñato maravilloso solo faltaba resaltarlo con algunas fotos
 

rugger

Virgen
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Muy buen relato, yo quisiera educar a mi hija igual.
 

rc88

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faaame dejo al paloo... muy buenooooooo
 
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