Domingos familiares (I)

jofrecrema

Virgen
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Nov 8, 2009
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La imagen del sueño no lo abandonaba a pesar que habÃ*a hecho cuanto estaba de su parte para despertar. No se sentÃ*a bien con esa imagen centrada en su memoria y trató de encontrar en lo vivido ese dÃ*a una explicación para el sueño, pero no la encontró.
Volvió a escuchar la voz de su mujer llamándolo para el desayuno pero no se movió de la cama.
Debió reconocer que estaba perturbado y ni siquiera la ducha logro sacarlo de esa perturbación, que ahora en el almuerzo dominical habitual en casa de sus padres la tenÃ*a frente a él sonriente y fresca como siempre.
Tenia diez años mas que él y pudo ver unas ligeras arrugas bajo los párpados y pensó que esa prematura madurez que mostraba sus rostro nada tenia que ver con su cuerpo que se mantenÃ*a lozano y firme, al menos asÃ* la habÃ*a visto en el sueño.
Se miraron y sonrieron como siempre y él estaba evocando desde la noche, ese domingo en la tarde en que por equivocación entro en su cuarto cuando el tenia diez años y ella veinte.
TenÃ*a estrictamente prohibido entrar al cuarto de su hermana mayor y esa prohibición, no bien entendida por él, era cumplida en forma rigurosa porque el respeto por la intimidad era el supremo valor en su grupo.
Pero esa tarde de domingo de hacia veinte años, corriendo locamente por el pasillo se vio de pronto en el cuarto de su hermana que completamente desnuda lo miraba de pie al lado de su cama sonriendo.
HabÃ*a quedado petrificado, pero no por temor , sino que deslumbrado por la visión de ese cuerpo moreno monumental que se aparecÃ*a ante él como la más brutal de las revelaciones.
Jamás podrÃ*a haber imaginado, ni entonces ni después, que su hermana mayor ocultase bajo sus vestimentas grises, lo que él estaba viendo en ese instante.
Ella le apuntaba con sus dos pechos lanzados hacia él como dos pistolas diabólicas en cuyo extremo los pezones insolentes rodeados de aureolas oscuras le incomodaban tan solamente de puro hermosos. Ni tampoco cuadraban para nada con la idea que tenÃ*a de ella, esas caderas redondeadas y relucientes y ese triángulo denso poblado y negro entre sus piernas que tampoco habÃ*a imaginado nunca.
Él querÃ*a arrancar porque temÃ*a que mientras más tiempo permanecÃ*a allÃ*, más grande seria el castigo posterior, pero en ese momento vio la sonrisa de su hermana, y sus hermosos dientes blancos que asomaban entre los labios de su boca grande y sensual. Ella se acercó y él quiso retroceder, pero ella lo tomó de la mano y lo abrazó, de modo que sus mejillas quedaron tocando su vientre que él sintió muy tibio y entonces percibió un perfume extraño que luego lo acompañara por varios dÃ*as y entonces sin poder contenerse, se atrevió a decirle casi en un susurro si podÃ*a tocarle uno de sus pechos y ella le dijo lo único que habló.
Si tu quieres... y él se quedó con esa caricia guardada durante veinte años.
Era esa la imagen que habÃ*a evocado en el sueño y ahora se daba cuenta mirando a su hermana frente a él, al otro lado de la mesa, que nunca en esos años ni ella ni él, ni en serio ni en broma, hicieron jamas referencia a eso y se sintió incomodo mirándola, sobre todo que su esposa estaba ahÃ* a su lado junto a su hijo pequeño y que él habÃ*a formado un matrimonio feliz en todo sentido.
Esa noche fue particularmente activo en la intimidad con su mujer, e hicieron el amor varias veces y luego cuando llegó la calma se sintió incómodo cuando ella como pensando en voz alta le comentó que era una pena que Seni no se hubiese casado. Seni era su hermana mayor.
A pesar de todas las recriminaciones mentales que se estaba haciendo por lo de la imagen, no logró apartar de su mente ese impacto. Ya no veÃ*a la imagen como la vio cuando niño, sino que la veÃ*a como un hombre maduro aunque desde el punto de vista de la impresión que el cuerpo de Seni pudiera ocasionar en otros hombres.
La mañana del miércoles, mientras el agua de la ducha corrÃ*a por su cuerpo se dio cuenta que la evocación de la imagen le ocasionaba una ligera, aunque persistente erección y se sintió perseguido por esa imagen incestuosa durante todo el dÃ*a y ya caÃ*da la tarde se encontró conduciendo su automóvil hacia la casa de sus padres, sin saber cuál confesarÃ*a como el motivo de su visita, porque en realidad no tenÃ*a ninguno. Cuando llegó a la casa se encontró con que no estaba sino la criada y le dijo que querÃ*a sacar un libro desde el cuarto de su hermana.
Subiendo por la escalera se dio cuenta que el corazón le latÃ*a aceleradamente y cuando entró en el lugar, en que no habÃ*a estado desde esa tarde de domingo, se volvió a quedar petrificado en el mismo lugar sintiendo lo mismo solamente que ahora Seni no estaba, pero el cuarto entero estaba invadido por el mismo perfume.
Guiándose casi como un ciego, porque el cuarto ya estaba oscuro trató de seguir la intensidad de olor acercándose a la cama y pasando la mano por el cobertor, en seguida levantó suavemente la almohada y por ultimo se apoyó en el borde de la cómoda junto al lecho y fue en ese instante que sintió la intensidad casi embriagadora de su perfume. Miró hacia el cajón abierto y obedeciendo a un impulso, metió la mano dentro de él . Acaricio las prendas que allÃ* se guardaban deleitándose con la suavidad acariciante de ellas y buscando como un ladrón atrapó entre sus manos la que le pareció mas excitante.
Su erección habÃ*a alcanzado tal intensidad que debió liberar ese monstruo doloroso y caliente mientras en la suave penumbra reconocÃ*a la pequeña braga blanca desde la cual emanaba ese perfume perturbador. Hundió su rostro en ella para aspirarla y sintió que la descarga brutal se aproximaba , entonces se envolvió el miembro a punto de estallar con la braga de Seni y comenzó a descargarse en ella y sintió cada derrame como la más prohibida de las caricias, hasta dejar la prenda completamente empapada. La guardó en su bolsillo y abandonó el cuarto con su pecado.
Ahora ya estaba prisionero de su deseo y durante el jueves y el viernes llamó por teléfono varias veces a Seni simplemente para oÃ*r su voz, porque oÃ*rla le producÃ*a un placer prohibido e intenso, sobre todo porque ella era muy alegre y siempre le hacia bromas que ahora él contestaba con gusto. Ella no se habÃ*a dado cuenta de la visita al cuarto y esto lo alentaba a tener ideas más audaces.
La noche del viernes su tensión habÃ*a llegado a tal extremo que fue a casa de su padres solamente para verla, para verla moverse, para verla caminar y para imaginársela desnuda y para excitarse hasta el infinito sin que ella tuviese ni la mas minina sospecha de lo que le estaba pasando. Cuando ella lo despidió en la puerta y él sintió de nuevo su perfume estuvo a punto de tener un orgasmo. Esa noche francamente no durmió absolutamente nada. Ese sábado seria el cumpleaños numero cuarenta de Seni y habrÃ*a una gran cena en su casa.
Se levantó muy de madrugada y salió a trotar como lo hacia todos los fines de semana, con el cuerpo sudoroso y agotado se metió en la ducha
Como cada cumpleaños serÃ*a el primero en saludarla en su oficina de la empresa en la que ella ocupaba un cargo importante.
Entró en la oficina con el ramo de rosas rojas y ella se puso de pie sonriendo. Recibió las flores, las dejó sobre el amplio escritorio y le echó los brazos al cuello para recibir el abrazo de cumpleaños. Se apretó contra él con la confianza absoluta de quien abraza a un hermano y él sintió todo su cuerpo pegado al suyo, sintió sus pechos duros presionando contra su camisa, y sus muslos apegados a sus piernas y él podÃ*a reconocer los contornos de su liguero, y adivinaba sus bragas pequeñas ciñendo sus nalgas y aplastando sus vellos frondosos y la retuvo con él y la acercó y la levanto del suelo unos centÃ*metros y sintió su aliento caliente en su rostro y cuando la bajó le puso ambas manos en sus nalgas y la acercó a su vientre y en ese momento ella debe haber sentido las dimensiones del miembro del hombre apretado contra su piel.
En ese instante ella se asustó y trató de retirarse, aunque no habÃ*a dejado de sonreÃ*r, pero él no la soltó, sino que volvió a abrazarla con más fuerza y levantándola nuevamente del suelo la condujo como a una niña para dejarla sentada sobre el escritorio, le subió la falda y puso sus piernas entre las suyas. La mujer estaba ahora totalmente sorprendida y trato de juntar sus piernas, pero él ya estaba enardecido y sabÃ*a que no se detendrÃ*a dé modo que extendió su cuerpo sobre el de Seni mientras trataba de bajarle las bragas con su mano derecha.
Como la mujer tenia las piernas juntas no logró hacerlo y entonces las desgarro con violencia y le puso su miembro en medio de los muslos. La mujer luchaba en silencio, en ningún momento gritó, simplemente se defendÃ*a, pero el peso del cuerpo de hombre le impedÃ*a tener éxito. SentÃ*a entre sus muslos el cilindro candente de su hermano y como los mantenÃ*a juntos el roce resultaba doblemente intenso, La mujer esta sudorosa y respiraba ahora en forma anhelante. Él habÃ*a logrado bajarse sus pantalones y ahora sus muslos desnudos separaban los de ella. Él tomó su miembro con la mano y se lo puso entre los labios mayores que notó muy mojados. Con la lucha quizás Seni se habÃ*a excitado.
Cuando ella sintió la gruesa cabeza en su vulva, pareció dejar de luchar, él le habÃ*a desgarrado la blusa y ahora sus pechos lo apuntaban, como ese domingo, entonces la miró a los ojos, unos ojos grandes, negros brillantes y ese brillo era el mismo de esa tarde de veinte años atrás y entonces ella lo miró con ternura y sintiendo que todo su cuerpo se relajaba le dijo.
Bien... si tu quieres...
Y en ese mismo momento separó los muslos, y sintió que algo inaudito se desgarraba entre sus piernas y que un tronco de piel quemante se habrÃ*a paso en su virginidad y que iba siendo penetrada como jamás lo imaginó y percibió que se abrÃ*a como nunca lo habÃ*a creÃ*do posible en ninguna de sus fantasÃ*as de mujer sola y lo recibió ahora con placer y dolor, que era según ella la mejor forma de placer y supo lo profunda que era y quiso ser más profunda para él para que la conociera entera y para que supiera para siempre que lo habÃ*a estado esperando en cada rincón de sus tardes y su noches y cuando sintió que la inundaba se volvió también liquido para amarlo en todos los estados.
JOTATE
 
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