Doblemente hermana

Pipsqueak

Virgen
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Jun 7, 2019
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Allí donde haya un ser humano, allí habrá deseos de placer, se tarde más, se tarde menos , y sea con quien sea, si la estimulación es lo bastante fuerte, si el deseo es superior a las fuerzas y si el morbo acompaña todo puede suceder. Me llamo Marcos, y este es el comienzo de mi historia.
Desde hace años que vivo solo en casa de mis padres, dejada en herencia tras su fallecimiento, y la única familia que tengo es mi hermana Verónica. La relación con mi hermana es, o ha sido distante, debido a la profesión de ella. Verónica es 10 años mayor que yo y actualmente tiene 46 años. Desde pequeños nos hemos llevado bien, todo lo bien que se pueden llevar dos hermanos, claro. Mi hermana siempre ha estado interesada en ayudar a los demás, por ello cuando termino sus estudios de instituto se decantó por la enfermería y puso sus energías en dichos estudios, cosa que consiguió. Y terminados sus estudios tuvo, una especie de crisis, de fe, para ser exactos, pues por su trabajo de enfermería veía situaciones y problemáticas, que quizás al resto no le afectarían en tanta medida, pero que a ella sí, y tras un tiempo, nos soltó, a mis padres, como a mí su decisión. Iba a meterse a monja. Iba a coger los hábitos y se dedicaría a los más necesitados.

Sin duda en casa fue una bomba, mis padres estaban, descolocados por esa decisión, yo, por aquel entonces contaba solo 12 años, así que para mí, en pleno cambio hormonal, no era muy consciente de lo que aquello significaba ni de cómo afectaría a la familia. Mis padres no entendía esa decisión tomada por mi hermana y sin duda tras comunicarlo estuvieron un par de semanas intentándola convencer antes de que ingresara en el convento para iniciar su andadura en ese mundo. No iba a ser una monja de clausura ni nada por el estilo, sino que, debido a sus estudios de enfermería quería ayudar a gente que lo estaba pasando mal, a los necesitados entre los necesitados, como decía ella, y que lo que veía en su día a día, en trabajo de hospital no la acababa de llenar como persona y quería dar un paso más. Su decisión la tenía clara, se iría de misionera a ayudar.

De esa forma mi hermana emprendió su camino en las misiones, lo que la llevaba mucho tiempo fuera de casa, años fuera de casa sin vernos, en los cuales las comunicaciones por teléfono era la forma más directa de comunicarnos y de saber cómo le iba, así como con las cartas, las cuales eran la forma más común de saber lo que hacía, o donde estaba, pues no siempre tenían cerca un teléfono para poder llamar. Y de esa manera pasaron 3 años hasta que volvió a casa a pasar un tiempo de descanso hasta la próxima salida. Recuerdo lo diferente que estaba en lo físico, de su partida como monja, a su regreso tras ese tiempo de ausencia. Su pelo corto le favorecía mucho, ya no tenía esa melena morena que le llegaba a sus hombros, y en su rostro, en su cara se notaba ese esfuerzo que conlleva trabajar en ciertas zonas de África. Sin duda se apreciaba como había cambiado físicamente, ya no estaba con esos kilos generosos que tenía, y que su rostro redondeado había pasado a ser más definido, al cual se le notaban más las facciones.
Esos momentos en que venía a casa a descansar, eran las pocas semanas que teníamos de charlar, de comentar las cosas que nos pasaban antes de que tuviera que volver a marcharse. Yo bromeaba con ella diciéndole que era mi doble hermana, pues porque era mi hermanita, aunque fuera mayor que yo, y además era la Hermana Verónica. Eso la hacía reír y lograba desconectar un poco de su rutina en las misiones, pues allí no creo que hubiera mucho tiempo para bromas. Además ella me chinchaba con si ya tenía novia, que seguro que ya había alguna que me hacía tilín, y yo siguiéndole la gracia le decía que no, que no tenía, que estaba esperando a una chica tan guapa como ella, pero que no encontraba a ninguna.

Tras esa primera visita y tras 2 semanas en casa volvió a marcharse, y de nuevo empezaba un ciclo de cartas, llamadas de teléfono. Así de nuevo el tiempo paso, y a los 3 años, de nuevo volvió a venir. Se quedaba unas semanas y se volvía a ir. Sin duda la alegría que teníamos tanto mis padres como yo cuando regresaba era inversamente proporcional a la que teníamos cuando le tocaba despedirse de nosotros.

Desgraciadamente su siguiente venida fue en circunstancias trágicas, pues tras 4 años de su última partida volvió por asuntos familiares, mis padres habían sufrido un accidente de tráfico y estaban muy graves, con lo que cuando la pude contactar por teléfono, a través de la Iglesia, Verónica regreso al país. Mi hermana pudo estar con nuestros padres un tiempo, aunque por desgracia ambos fallecieron por la gravedad de sus heridas, lo que dejo a Verónica con una especie de sentimiento de culpabilidad por no haber estado tiempo con ellos en estos años, y tras el funeral y tras asegurarse de que yo estaría bien se volvió a marchar. Los años fueron pasando y mi hermana y yo nos veíamos en esas contadas ocasiones en que volvía a casa, pero ya no eran tan frecuentes sus llamadas o sus cartas, creo que tras el fallecimiento de nuestros padres ya poco le ataba aquí, aunque tuviese a su hermano, y que se dedicaba más fuertemente a ayudar a los demás.

Y ello me lleva a la actualidad. Ya habían trascurrido ya 14 años desde el fallecimiento de nuestros padres cuando recibió una carta suya en la que me decía que iba a dejar las misiones en África y que se venía a España. Como imaginaran yo estaba contento, pues mi hermana regresaba y no de forma temporal, pues según comentaba la edad pesaba ya, pues a lo tonto ya tenía 46 años, además que le habían ofrecido formar desde aquí, a gente para que fuera preparada a lo que encontrarían en África, con loque tras meditarlo acepto ese nuevo puesto., el cual era de coordinadora de ONGs de personal médico.
Así, tras regresar, empezó a trabajar en su nuevo destino como coordinadora. Con este trabajo ya nos veíamos más, podíamos charlar, salir, tomar algo, comentar sus vivencias, comentar lo que yo había hecho o dejado de hacer, eso sí, ella con su uniforme de monja, jajaj. ¿Cómo que no te has casado?, me decía picándome como de pequeños, ¿y tú, que?, tampoco te has casado, le respondía entre risas, (esas eran nuestras conversaciones más divertidas).
Un domingo tras venir de misa, Verónica me hizo una pregunta que cambio nuestro devenir,

.- marcos, te importaría que viviese en casa.

.-Importarme, claro que no, ¿y eso?

.-Es por comodidad en ir al trabajo, en la residencia con las demás hermanas tardo mucho tiempo en ir, y desde casa me pilla más cerca.
Yo encantado de que Verónica estuviera en casa, así la vería más tiempo y de alguna manera recuperaríamos algo del tiempo perdido, con lo que le comente que no habría problemas. Mi hermana me insistió por si eso me causaría algún problema, que no quería molestar, sobre todo por si eso afectaba a mi vida sexual. Ayyy, mi hermana, la monja, preocupada por mi vida sexual, jajajaja.

.-Tranquila hermana, sin problemas, (Y con esas palabras me imaginaba la escena en que me traía a alguna amiga y por nuestra culpa ella no podía dormir por los gemidos y ruidos que hacíamos al copular, jajajaaj ).

Así pues tras dos meses en España, mi hermana Verónica y yo volvíamos a vivir en la misma, casa, en nuestra casa, juntos como cuando éramos pequeños. Coincidíamos en desayunar, a veces en comer, charlábamos más a menudo, y a pesar de ser hermanos, debo decir que apenas nos conocíamos, y que poco sabíamos de los gustos y aficiones del otro, cosa que esas conversaciones nos vinieron muy bien para ello. Un día, tras salir pronto de trabajar llegue a casa, y cuál fue mi sorpresa al ver que Verónica había llegado ya, pues por su trabajo siempre llegaba mucho más tarde que yo. Mi hermana no se percató que había llegado, pues estaba en el baño, dándose una ducha. Mi salida pronto del trabajo había hecho que ambos hubiésemos llegado a unas horas distintas a las habituales, con lo que al no esperarme tan pronto, mi hermana no había cerrado del todo la puerta del baño.

Al acercarme y pasar por delante de la puerta entreabierta me quedé estupefacto, Verónica estaba enjabonándose, y por suerte no me vio, más que, por que ambos compartimos algo de nuestros padres, una miopía de caballo,jajaja, con lo que sin sus gafas como mucho hubiera visto algo borroso en un lado de la puerta. Una erección invadió mi cuerpo, tremendo cuerpo tenía mi hermana, nada comparable del que tenía cuando se marchó a las misiones. Podía observar como sus senos, como sus pechos estaban bien firmes, nada caídos para sus 46 años. No es que tuviera una talla de pecho grande, pero sin duda no eran como cuando tenía 20 años, los tenía mucho mejores, habían mejorado con la edad, Su cuerpo era muy distinto del que tenía antes de hacerse monja.

Como cambia una mujer sin ropa, no podía imaginarme que debajo de esa ropa de monja, con esa ropa holgada que llevaba como uniforme, jajaj, se escondía ese cuerpo tan marcado por las curvas, con eso pechos, con esas tetas tan ceñidas y tan firmes, como su cuerpo no tenía ni pizca de grasa, era todo musculo, fibroso, y bien marcado, sin duda por el trabajo duro en todos esos años en África. Su cuerpo se había transformado de un cuerpo algo regordete, a un cuerpazo de gimnasio tonificado.
Como no iba a reaccionar mi cuerpo ante tal visión, y en pocos segundos note como mi entrepierna oprimía el pantalón. Dios mío, “pensé” (nunca mejor dicho), pedazo de polvo que tiene Verónica, Si no fuera mi hermana me la follaba ahora mismo. Y con ese pensamiento pecaminoso en mi cabeza agarre el móvil y empecé a hacer fotos de semejante momento, quizás para excitarme viéndolas o para recordar ese momento único de espiar a tu hermana en el baño mientras se ducha.

La veía enjabonarse las piernas, pasarse la esponja por sus brazos, por sus pechos, por todo su cuerpo y me ponía muy enfermo, jajaja, Pedazo de MILF que estaba echa mi hermana, cualquiera que la viese así la querría follar y una duda, una pregunta me vino, ¿Habrá follado alguna vez Verónica? Me lo preguntaba porque nunca había traído a ningún novio a casa antes de hacerse monja. ¿Quizás le habían atraído las mujeres?, uff, esas preguntas sobre su sexualidad o la falta de ella me terminaron por encenderme y no pude sino apartar el pantalón y dejar mi endurecida polla liberada de su opresión. Ya estaba empapado en esos momentos y no pude contenerme y empecé a masturbarme observando como mi hermana seguía enjabonándose, apreciando como sus manos seguían movimientos circulares a fin de no dejar parte de su cuerpo sin lavar. Observaba esos movimientos de la esponja, como se enjabonaba el cuerpo y no apreciaba en ningún momento ninguna actitud sexual por su parte, no apreciaba esos movimientos sutiles con los que, quizás podría darse algo de placer al enjabonarse los pechos, o al deslizar sus manos por su cintura, y mucho menos al alcanzar su zona pública o al aplicar jabón en su endurecido culo.

Mi mano no dejaba de deslizarse por toda mi polla gozando de su visión, degustando su forma de enjabonarse y quedándose empapada por completo con cada subida de mano hacia mi glande. Podía notar como mis huevos bombeaban a medida que seguía y seguía masturbándome con mi hermana a 3 metros. Verónica, sin percatarse pues de mi presencia seguía limpiándose bien su cuerpo, sacándose ese sudor que podría llevar tras venir del trabajo, pasando su mano por su cuerpo, recorriéndolo todo por completo con ayuda de una esponja, tan mojada como mi polla. Tremenda visión observar como su mano se metía entre sus nalgas y llegaban a ese agujero del culo para limpiárselo bien. No podía apreciar lo cerrado que lo tendría, pero solo pensar lo apretado que lo llevaría, por no haber catado polla hacia que las palpitaciones de mis huevos aumentasen exponencialmente.

Y conmigo agazapado en un lateral de la puerta, con mi rabo erecto salivando por dicha visión, Verónica, que estaba de medio perfil se giró hacia la puerta. En ese momento vi su coño, su peludo coño, vi como sus coño de monja estaba cubierto por un evidente matojo de vello púbico, que si bien no era un matorral sin podar, era lo suficientemente poblado como para comprobar que no se lo depilaba desde hacía mucho, muchísimo tiempo, si es que alguna vez se lo había depilado.
Fue tal mi excitación al vérselo, al ver lo poblado que lo tenía ,que sumado al hecho de que si no fuera por su miopía, me podría haber visto observándola con mi polla al aire, que empecé a correrme, empecé a eyacular. Ese momento de estar masturbándome viéndola enjabonarse, que tras ese movimiento inesperado, no pude contenerme y empecé a soltar mi lechada de forma incontrolada, como si se lo estuviera echando en esos pelos hasta empapárselos con mi semen, ufff, no pude evitar correrme de gusto al verla así, desnuda, con sus tetas apuntándome y con su coño peludo a la vista.
Ese morboso fue enorme, tanto como mi corrida al suelo, y tras unos segundo intentándome recomponerme de esa explosión de leche, seguí observando como Verónica cogía la alcachofa de la ducha y empezaba a eliminar de su cuerpo todo ese jabón pecaminoso, que se había puesto delante de mis ojos. Mi polla ya estaba semi flácida, así que no costo mucho volverla a introducir dentro del pantalón, y sin que me oyese mi hermana retrocedí hasta la cocina cogí un poco de papel absorbente y con cuidado limpie la zona manchada por mi evacuación de emergencia.

Y justo había terminado de limpiar la prueba de mi delito, y de haberlo dejado en el cubo de la basura, oí como el agua dejaba de correr. Rápidamente abrí la puerta de casa, la cual estaba al lado de la cocina, y con una especie de portazo hice ver que entraba en casa. Verónica se sorprendió del ruido de la puerta, y de esa manera inconsciente dijo,

.- ¿Eres tu Marcos?

.-Si Verónica soy yo, que pronto viniste hoy.

.-Pues anda que tú. Espera que estoy en la ducha, termino y salgo.

Así, Verónica supo que yo había llegado, bueno supo que estaba en casa, pues llegar había llegado antes y la había cogido en plena ducha, pero claro, eso no se lo iba a decir nique me había hecho una paja a su salud. Así con ambos sabiendo de la presencia del otro, Verónica cerró la puerta del baño y termino de secarse y de ponerse algo decente. Yo por mi parte, mientras ella terminaba en el baño entre en mi cuarto, me desnude, contemple mi polla flácida y empecé a sacudírmela de nuevo pensando en mi hermana, en mi hermana la monja, mientras ojeaba esas fotos robadas que le había hecho minutos antes en la ducha y a medida que, me seguía masturbando viéndolas, pensando en el cuerpo desnudo de Verónica, una idea, un pecado recorría mi mente, empezaba a tener deseos sexuales por ella, de alguna forma, de alguna manera, quería degustar ese cuerpo, recorrer con mis manos esa piel, notar esos pechos, esos pezones en mi boca, sentir sus gemidos al contacto de su clítoris con mis dedos y lograr producirle un éxtasis orgásmico mientras fuera penetrada por mi polla lubricada por sus fluidos vaginales.
 
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