lalilulelo003
Pajillero
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Día 1.
En el trabajo ya nos hemos despedido. La sensación es un poco rara. Hemos visto tantas veces situaciones similares en películas americanas de ciencia ficción, que aún me parece irreal que el gobierno haya decretado el Estado de alarma, confinando a toda la ciudadanía en sus hogares durante dos semanas. Las calles de la ciudad ya empezaban a verse semidesiertas mientras conducía hacia casa a la salida del instituto. “No puede ser” repetía una y otra vez en mi cabeza. Nadie se podía imaginar nunca que fuera a vivir una situación así. Mi ex-marido ha llamado cuando estaba al volante y he hablado con él mediante el “manos libres” del coche. Tiene síntomas de haberse contagiado, así que iba de camino al hospital. Le he deseado mucha suerte y me ha pedido que le transmita un beso a Andrés.
Aunque está a punto de cumplir los 11 años, no me gusta que Andrés tenga llaves de la casa, así que mi vecina Amparo lo tiene en casa hasta que yo llego del trabajo. Julia, la hija de Amparo, es compañera de Andrés en el colegio, así que los dos niños están entretenidos hasta que yo llego. Hoy, obedeciendo a las indicaciones de los expertos, Amparo y yo nos hemos despedido sin tocarnos, guardando una distancia prudencial. Los niños se han dicho un triste “adiós” en el rellano de la escalera y nos hemos marchado a casa.
Nos esperan dos semanas de convivencia forzosa, los dos solos haciéndonos compañía. Esto me preocupa pues aunque la relación con mi hijo es bastante buena, no deja de ser un preadolescente entrando en la edad del pavo. Es un niño agradable y guapo, de sonrisa amplia y reluciente; muy delgado y alto para su edad (me llega a los hombros, claro que yo tampoco soy muy alta).
La primera tarde ha transcurrido como cualquier otra, cada uno en nuestras cosas. Suele pasar las horas muertas en su habitación, jugando a la consola, y esta tarde no ha sido una excepción. Yo me he hecho un té y he adelantado algo de trabajo en mi despacho. En la ducha, he sido especialmente concienzuda limpiando mis partes íntimas, y he disfrutado de una agradable paja bajo el agua caliente. A mis 38 años, mi cuerpo sigue apareciendo atractivo en el espejo.
Día 2.
He desayunado preocupada por las noticias que llegan por internet. Los contagiados se multiplican cada día y parece que la cosa es más grave de lo que pensábamos. He decidido salir a hacer una gran compra y me he encontrado con una multitud en el supermercado del barrio. He podido comprar víveres para una semana, así como productos de desinfección y limpieza. Cuando he vuelto Andrés seguía en su cuarto, aunque parecía que ya estaba haciendo deberes. En el fondo es un chico responsable.
Esta situación es muy rara. Me hace preguntarme sobre mi existencia. Seguramente no es el sueño de ninguna mujer llegar a los 38 sin pareja. Hoy en día esta es una edad de plenitud, y a veces siento que me estoy perdiendo muchas cosas. Echo de menos tener un hombre en mi vida; compartir momentos de confianza con alguien amable y cariñoso. A nivel sexual me siento muy necesitada. No sé si soy feliz, pero Andrés le da sentido a mi vida. Quiero a ese niño más que a nada en el mundo.
Día 3.
Otro día de encierro. La rutina aún es agradable, y los días tristes y lluviosos hacen más fácil el confinamiento. He hecho una colada de ropa interior esta mañana: pijamas, calcetines, bragas y calzoncillos.
Tarde de sofá, mantita y película. Me he acariciado bajo la manta. Andrés, oportunamente, ha pasado por la sala justo cuando alcanzaba el orgasmo, camino de la cocina. Pensamientos turbadores al no poder apartar la vista de su estrecho cuerpo mientras aplacaba los espasmos de mis piernas. ¿Ha notado algo? Es posible, pero no sabrá el qué exactamente.
Día 6.
El aburrimiento está empezando a pasar factura. Me obligo a trabajar de 9 a 13 pero no poder salir a la calle por las tardes empieza a ser duro. Andrés también está empezando a sentirse encerrado, pues cada vez pasa más ratos fuera de su habitación, charlando conmigo. No puedo evitar henchirme de orgullo cuando demuestra inteligencia con una fina ironía o un sagaz comentario. Me ha sorprendido que sea capaz de analizar la situación política actual.
Confieso que también admiro la belleza y proporción de su cuerpo. Es delgado y esbelto, de armoniosos ángulos. Hoy le he visto sin camiseta en el baño, y sus minúsculos pezones son el perfecto colofón para las atractivas líneas de sus músculos inmaduros. Con vergüenza reconozco que me he preguntado por su vida sexual: ¿se masturbará? ¿habrá intimado algo con alguna chica?
Día 9.
Los pensamientos obscenos sobre Andrés aumentan al mismo ritmo que mi actividad masturbatoria. Admito, amigos de Javichuparadise, que ya me he masturbado varias veces recordando su torso fibroso, e imaginando su pene, el cual me figuro adorablemente pequeño pero rocoso, surcado por venas y libre de vello. Leer vuestras historias y fantasías de incesto me ha llevado a considerarlo. Creo que el encierro puede llevarnos a hacer cosas que en situaciones normales no haríamos. ¿Me estoy justificando por adelantado? ¿Acaso soy capaz de algo así?
¿Qué creeis que debo hacer, amigos de Javichuparadise?
Dejadme vuestros comentarios y os informaré de cualquier novedad.
En el trabajo ya nos hemos despedido. La sensación es un poco rara. Hemos visto tantas veces situaciones similares en películas americanas de ciencia ficción, que aún me parece irreal que el gobierno haya decretado el Estado de alarma, confinando a toda la ciudadanía en sus hogares durante dos semanas. Las calles de la ciudad ya empezaban a verse semidesiertas mientras conducía hacia casa a la salida del instituto. “No puede ser” repetía una y otra vez en mi cabeza. Nadie se podía imaginar nunca que fuera a vivir una situación así. Mi ex-marido ha llamado cuando estaba al volante y he hablado con él mediante el “manos libres” del coche. Tiene síntomas de haberse contagiado, así que iba de camino al hospital. Le he deseado mucha suerte y me ha pedido que le transmita un beso a Andrés.
Aunque está a punto de cumplir los 11 años, no me gusta que Andrés tenga llaves de la casa, así que mi vecina Amparo lo tiene en casa hasta que yo llego del trabajo. Julia, la hija de Amparo, es compañera de Andrés en el colegio, así que los dos niños están entretenidos hasta que yo llego. Hoy, obedeciendo a las indicaciones de los expertos, Amparo y yo nos hemos despedido sin tocarnos, guardando una distancia prudencial. Los niños se han dicho un triste “adiós” en el rellano de la escalera y nos hemos marchado a casa.
Nos esperan dos semanas de convivencia forzosa, los dos solos haciéndonos compañía. Esto me preocupa pues aunque la relación con mi hijo es bastante buena, no deja de ser un preadolescente entrando en la edad del pavo. Es un niño agradable y guapo, de sonrisa amplia y reluciente; muy delgado y alto para su edad (me llega a los hombros, claro que yo tampoco soy muy alta).
La primera tarde ha transcurrido como cualquier otra, cada uno en nuestras cosas. Suele pasar las horas muertas en su habitación, jugando a la consola, y esta tarde no ha sido una excepción. Yo me he hecho un té y he adelantado algo de trabajo en mi despacho. En la ducha, he sido especialmente concienzuda limpiando mis partes íntimas, y he disfrutado de una agradable paja bajo el agua caliente. A mis 38 años, mi cuerpo sigue apareciendo atractivo en el espejo.
Día 2.
He desayunado preocupada por las noticias que llegan por internet. Los contagiados se multiplican cada día y parece que la cosa es más grave de lo que pensábamos. He decidido salir a hacer una gran compra y me he encontrado con una multitud en el supermercado del barrio. He podido comprar víveres para una semana, así como productos de desinfección y limpieza. Cuando he vuelto Andrés seguía en su cuarto, aunque parecía que ya estaba haciendo deberes. En el fondo es un chico responsable.
Esta situación es muy rara. Me hace preguntarme sobre mi existencia. Seguramente no es el sueño de ninguna mujer llegar a los 38 sin pareja. Hoy en día esta es una edad de plenitud, y a veces siento que me estoy perdiendo muchas cosas. Echo de menos tener un hombre en mi vida; compartir momentos de confianza con alguien amable y cariñoso. A nivel sexual me siento muy necesitada. No sé si soy feliz, pero Andrés le da sentido a mi vida. Quiero a ese niño más que a nada en el mundo.
Día 3.
Otro día de encierro. La rutina aún es agradable, y los días tristes y lluviosos hacen más fácil el confinamiento. He hecho una colada de ropa interior esta mañana: pijamas, calcetines, bragas y calzoncillos.
Tarde de sofá, mantita y película. Me he acariciado bajo la manta. Andrés, oportunamente, ha pasado por la sala justo cuando alcanzaba el orgasmo, camino de la cocina. Pensamientos turbadores al no poder apartar la vista de su estrecho cuerpo mientras aplacaba los espasmos de mis piernas. ¿Ha notado algo? Es posible, pero no sabrá el qué exactamente.
Día 6.
El aburrimiento está empezando a pasar factura. Me obligo a trabajar de 9 a 13 pero no poder salir a la calle por las tardes empieza a ser duro. Andrés también está empezando a sentirse encerrado, pues cada vez pasa más ratos fuera de su habitación, charlando conmigo. No puedo evitar henchirme de orgullo cuando demuestra inteligencia con una fina ironía o un sagaz comentario. Me ha sorprendido que sea capaz de analizar la situación política actual.
Confieso que también admiro la belleza y proporción de su cuerpo. Es delgado y esbelto, de armoniosos ángulos. Hoy le he visto sin camiseta en el baño, y sus minúsculos pezones son el perfecto colofón para las atractivas líneas de sus músculos inmaduros. Con vergüenza reconozco que me he preguntado por su vida sexual: ¿se masturbará? ¿habrá intimado algo con alguna chica?
Día 9.
Los pensamientos obscenos sobre Andrés aumentan al mismo ritmo que mi actividad masturbatoria. Admito, amigos de Javichuparadise, que ya me he masturbado varias veces recordando su torso fibroso, e imaginando su pene, el cual me figuro adorablemente pequeño pero rocoso, surcado por venas y libre de vello. Leer vuestras historias y fantasías de incesto me ha llevado a considerarlo. Creo que el encierro puede llevarnos a hacer cosas que en situaciones normales no haríamos. ¿Me estoy justificando por adelantado? ¿Acaso soy capaz de algo así?
¿Qué creeis que debo hacer, amigos de Javichuparadise?
Dejadme vuestros comentarios y os informaré de cualquier novedad.
