Era muy tarde (o temprano) cuando me desperté aquella noche.Debían ser más de las cuatro de la mañana y, al principio, no supe por qué me había despertado.Era una noche fría de invierno y había estado nevando.Yo estaba muy a gusto bajo las mantas como para levantarme, así que di varias vueltas en la cama para tratar de volver a quedarme dormido, pero había algo que me inquietaba, un extraño ruido proveniente del pasillo.Era como una especie de chirrido que me era de algún modo familiar.Procuré no prestarle mucha atención, pero al poco tiempo saqué la cabeza de debajo de las mantas y miré en dirección a la cama de mi hermano para ver si estaba dormido o si, por el contrario, se había despertado inquietado por el mismo ruido.Para mi sorpresa, mi hermano no estaba allí.Esto me extrañó, aunque no sería la primera vez que el pervertido de mi hermano se levantaba de madrugada para ver una película guarra.De todos modos, la curiosidad pudo conmigo y decidí levantarme y dirigirme con mucho sigilo al salón para darle un buen sobresalto a mi hermano Giulio.
Descalzo, salí de la habitación donde dormíamos y avancé muy lentamente y en silencio por el pasillo hasta que llegué a la puerta del dormitorio de mi madre.Fue entonces cuando me di cuenta de que el ruido extraño provenía de él y que no era otra cosa que el chirrido del somier de su cama.Por extraño que parezca, no relacioné de inmediato la ausencia de mi hermano a los crujidos de la cama de mi madre, así que me acerqué a la puerta para mirar por una rendija que había quedado abierta.Lo que vi me dejó tan anonadado que casi me quedé sin respiración en ese mismo instante.Mi hermano, de diecisiete años, estaba encima de mi madre bajo la ropa de cama, con los brazos a ambos lados de su cuerpo para elevar la parte superior de su cuerpo y su pelvis bajaba y subía entre dos montículos que inmediatamente supuse que estaban producidos por las rodillas de mi madre, que tenía las piernas separadas.
Como pegado al suelo y sin capacidad para moverme de la puerta del dormitorio, observé fríamente la escena increíble que tenía ante mis ojos.Mi hermano, un chico delgaducho (aunque nada feo) y más o menos inmaduro (al menos para el sexo, suponía yo) estaba follando con mi madre, que tenía cuarenta y tres años y llevaba divorciada varios años.Tenía las manos, por lo que podía ver con la luz de la luna que entraba por la ventana de su dormitorio, en la espalda de mi hermano para atraérselo y no dejarlo escapar.Mi hermano no paraba de subir y bajar su culo, introduciendo su pene rítmicamente en el agujero caliente del que había salido años antes.
En un principio me vino a la mente la idea de que alguien como mi hermano no sabría dar placer a una mujer madura como mi madre, pero después, casi de inmediato, recordé las dos o tres veces en las que mi hermano y yo nos habíamos meneado el rabo juntos.Era algo raro, pero mi hermano tenía una buena polla y echaba una buena cantidad de semen que, sin embargo, era algo menos denso que el mío, más acuoso.Era evidente, que aquello era suficiente para mi madre y, por si no fuera suficiente prueba de ello el mero hecho de que estaba follando con mi hermano, podía oírla gemir de placer, aunque lo hacía en voz muy baja.
Lo cierto es que lo que más me sorprendió fue el que follaran mientras yo estaba en casa.No era raro el que mi hermano durmiese con mi madre (era un poco cagueta), pero desde luego sí el hecho de que mi madre lo dejara hacérselo estando yo en la habitación de al lado.Imaginé que se habrían puesto tan cachondos con los roces debajo de la ropa de cama que no habrían podido resistirse, sobre todo teniendo en cuenta que mi madre había estado divorciada durante muchos años y que no se le había conocido ningún novio.
El caso es que, después de unos minutos, oí, agudizando mucho el oído, que mi hermano decía:
-No me he puesto condon.
-No importa, échamelo dentro -le respondió mi madre con voz ronca y casi imperceptible.
Giulio siguió entonces penetrándola, esta vez echando su cuerpo sobre el de mi madre y besándola en la boca mientras lo hacía.Los dos gemían y jadeaban a la vez en voz muy baja y apenas audible.Pronto, vi cómo mi hermano apoyaba los brazos de nuevo a ambos lados de mi madre y elevaba su tronco, poniéndose inmediatemente tenso y penetrándola frenéticamente.Al momento paró, seguramente para sentir cómo su polla escupía esperma en el estrecho coño de mi madre, que debía tener contracciones musculares en ese momento de placer desenfrenado.
Los dos se quedaron así un poco y luego se dieron la vuelta y yo, temiendo que me vieran, corrí a mi cama y, con mucha dificultad, me quedé dormido de nuevo.
A la mañana siguiente fui a estudiar como siempre, pero mi hermano se quedó en casa sin ir porque supuestamente se había resfriado.Yo lo había visto el día anterior y, sobre todo, la noche anterior muy bien y dudaba de aquello, sospechando que lo que querían era quedarse solos para seguir follando.
Durante toda la mañana no dejé de pensar en lo que había visto la noche anterior y, alrededor de las doce del mediodía, decidí irme y dirigirme a casa para espiarlos.Anduve con rapidez por las calles hasta llegar a mi bloque de pisos.Subí por las escaleras hasta el quinto piso, donde vivíamos, y metí la llave en la cerradura con mucho cuidado para no hacer ruido.Logré entrar sin hacer el más mínimo ruido y, sin cerrar la puerta detrás de mí, avancé por el pasillo hacia la habitación de mi madre, de donde provenían de nuevo chirridos y crujidos, esta vez acompañados de gemidos y jadeos bastante menos disimulados que los de la noche anterior.
-¡Eso es! ¡Eso es! ¡Sigue así! ¡No te pares! ¡Córrete dentro! ¡No la vayas a sacar! -gritaba mi madre entre gemidos.
Yo me acerqué a la puerta, que estaba abierta de par en par, y miré dentro, sin preocuparme el que me descubrieran espiándoslos.Vi a mi madre botando encima de mi hermano, que tenía la espalda apoyada en el cabecero de la cama.El culo inmenso de mi madre impedía que se viera la polla dura de mi hermano, que estaba absorto viendo moverse las enormes tetas de mi madre como gelatina delante de él.Mi madre agarró a mi hermano por el cuello y apretó su cabeza contra sus tetas mientras seguía clavándose en su verga incestuosa y dura como el acero.
En poco tiempo, mi madre empezó a correrse, ya que se puso tensa y casi se quedó petrificada mientras miraba con los ojos cerrados hacia el techo.Giulio se corrió también, eso podía asegurarse mirando su expresión poseída por el placer.Mi madre se levantó y se puso de rodillas sobre la cama, acariciando el rabo de mi hermano, que ahora estaba pringoso a causa de los fluidos que se habían mezclado en la vagina de mi madre.Mamá se chupó la palma de la mano tras llenársela de jugos del amor.Justo entonces fue cuando yo irrumpí.
-¡Mamá! -exclamé.
Mi madre y Giulio volvieron la mirada hacia mí, con la cara completamente descompuesta por una mezcla de vergüenza, sorpresa y sentimientos de culpa.Mamá permaneció allí de rodillas, con sus tetas enormes y su coño peludo a la vista, y Giulio también, con la polla ya pequeña, aunque aún se le veía un poco el glande.Mamá se puso una bata de andar por casa que tenía encima de la cama y se echó a llorar mientras Giulio se vestía y salía al pasillo conmigo.
-¿Cómo es que hacéis eso? -le pregunté.
-A mí no me lo preguntes, Luca.Pasó una noche que estaba acostado con ella.La rocé con la polla dura y ella se dio cuenta.Una cosa llevó a la otra y acabamos haciéndolo -contestó mi hermano-.No te cabrees conmigo, porque yo no empecé.
En realidad, no es que me pareciese malo que follaran, era sólo que me chocaba mucho.Giulio me cogió del brazo y me condujo a nuestra habitación, donde me dijo:
-Mira, Luca, tengo que decirte una cosa que mamá me dijo.
-¿El qué?
-Verás...Me dijo que a ella le gustaría poder follar con los dos.Me dijo que tú le gustas mucho y que está deseando que te metas en su cama.Lo que siempre dice es que le gustaría que siempre fuera una cosa de uno con uno, no los dos a la vez.
Se me heló la sangre.Su madre se acercaba mucho a su ideal estético y le gustaría hacerlo con ella.
-¿A ti te gustaría hacerlo con ella? -me preguntó.
-Pues si te digo la verdad sí...
-Tío, mamá es genial... -me dijo mi hermano entusiasmado-.Es la madre ideal, una madre que te deja que te la folles.Ella dice que es para que aprendamos, pero supongo que también se lo pasará bien ella...
-Hombre, eso por descontado -respondí.
-Si quieres puedo hablar con ella...La pobre está llorando y todo...Le diré que no tiene de qué preocuparse y, si lo pregunta, le diré que tú quieres hacerlo con ella.
-Vale -contesté, asombrado por lo diplomático y maduro que se mostraba mi hermano ya desde tan joven.
Mi hermano salió de la habitación y entró en la de mi madre.Pasaron varios minutos, pero cuando hubieron pasado, mi madre entró en mi habitación y, aún con lágrimas en los ojos, me abrazó fuerte y me dijo que me quería mucho.Me dijo que para ella las ideas tradicionales que prohíben el incesto eran una tontería sin fundamento y que quería lo mejor para nosotros, incluso si ello conllevaba acceder a nuestros lujuriosos deseos.También me confesó, sentada junto a mí en el borde de mi cama, que quería acostarse conmigo y que los dos gozáramos de los placeres sensuales para los que estábamos capacitados.De todos modos, me dijo que era elección mía, que sólo me quería hacer saber que ella estaba dispuesta.Como es lógico, decir que se está dispuesta es como decirle "fóllame aquí y ahora", y ella lo sabía muy bien.
Aquel día no sucedió mucho más hasta la noche.Almorzamos, merendamos y cenamos como de costumbre y luego nos pusimos a ver un poco la tele.Pasadas la once, mamá dijo que se iba a la cama y Giulio también decidió irse a la cama, esta vez a la suya.Cuando ya estaba acostado, yo me levanté para ir a lavarme los dientes y me encontré a mi madre saliendo del cuarto de baño.
-Cariño, duerme conmigo esta noche... -me susurró al oído.
Yo había estado esperando esto todo el día y no dudé ni un momento.
-Ahora voy...Me voy a lavar los dientes -le dije.
-Lávate un poco la churra después de orinar también -me dijo.
Supe al instante lo que quería decir con aquello y la polla se me empinó del entusiasmo que me entró de pronto.Mientras estaba lavándome los dientes, y habiéndome lavado ya la polla, mamá entró en el baño y cerró la puerta con el pestillo.Se abalanzó sobre mí y me besó apasionadamente en la boca mientras me tocaba la polla a través de los pantalones del pijama.Luego se quitó la bata que llevaba puesta y pude admirar sus enormes pechos de la talla 110 y su coño peludo.Viendo esto, me bajé los pantalones y la dejé ver mi erección.
Mamá me chupó la polla y me dejó al borde del orgasmo.Sin dejar de darme besos, de acariciarme y de decirme lo mucho que me quería, mamá me llevó a su cama, donde nos pasamos toda la noche follando.Ella recorrió mi cuerpo con la lengua, saboreándome, ya que decía que estaba enamorada de mí.Yo le comí el coño y las tetas y se la metí por delante y por detrás, corriéndome dos veces en su coño y una en su culo.Mamá se corrió innumerables veces y los dos acabamos mojados a causa de nuestra saliva, sudor y fluidos de nuestros sexos.No podíamos parar de morrearnos y chuparnos ni cuando empezó a amanecer y seguimos comiéndonos hasta la hora del desayuno.Aquel día no fui a estudiar y mamá y yo nos quedamos durmiendo.
Descalzo, salí de la habitación donde dormíamos y avancé muy lentamente y en silencio por el pasillo hasta que llegué a la puerta del dormitorio de mi madre.Fue entonces cuando me di cuenta de que el ruido extraño provenía de él y que no era otra cosa que el chirrido del somier de su cama.Por extraño que parezca, no relacioné de inmediato la ausencia de mi hermano a los crujidos de la cama de mi madre, así que me acerqué a la puerta para mirar por una rendija que había quedado abierta.Lo que vi me dejó tan anonadado que casi me quedé sin respiración en ese mismo instante.Mi hermano, de diecisiete años, estaba encima de mi madre bajo la ropa de cama, con los brazos a ambos lados de su cuerpo para elevar la parte superior de su cuerpo y su pelvis bajaba y subía entre dos montículos que inmediatamente supuse que estaban producidos por las rodillas de mi madre, que tenía las piernas separadas.
Como pegado al suelo y sin capacidad para moverme de la puerta del dormitorio, observé fríamente la escena increíble que tenía ante mis ojos.Mi hermano, un chico delgaducho (aunque nada feo) y más o menos inmaduro (al menos para el sexo, suponía yo) estaba follando con mi madre, que tenía cuarenta y tres años y llevaba divorciada varios años.Tenía las manos, por lo que podía ver con la luz de la luna que entraba por la ventana de su dormitorio, en la espalda de mi hermano para atraérselo y no dejarlo escapar.Mi hermano no paraba de subir y bajar su culo, introduciendo su pene rítmicamente en el agujero caliente del que había salido años antes.
En un principio me vino a la mente la idea de que alguien como mi hermano no sabría dar placer a una mujer madura como mi madre, pero después, casi de inmediato, recordé las dos o tres veces en las que mi hermano y yo nos habíamos meneado el rabo juntos.Era algo raro, pero mi hermano tenía una buena polla y echaba una buena cantidad de semen que, sin embargo, era algo menos denso que el mío, más acuoso.Era evidente, que aquello era suficiente para mi madre y, por si no fuera suficiente prueba de ello el mero hecho de que estaba follando con mi hermano, podía oírla gemir de placer, aunque lo hacía en voz muy baja.
Lo cierto es que lo que más me sorprendió fue el que follaran mientras yo estaba en casa.No era raro el que mi hermano durmiese con mi madre (era un poco cagueta), pero desde luego sí el hecho de que mi madre lo dejara hacérselo estando yo en la habitación de al lado.Imaginé que se habrían puesto tan cachondos con los roces debajo de la ropa de cama que no habrían podido resistirse, sobre todo teniendo en cuenta que mi madre había estado divorciada durante muchos años y que no se le había conocido ningún novio.
El caso es que, después de unos minutos, oí, agudizando mucho el oído, que mi hermano decía:
-No me he puesto condon.
-No importa, échamelo dentro -le respondió mi madre con voz ronca y casi imperceptible.
Giulio siguió entonces penetrándola, esta vez echando su cuerpo sobre el de mi madre y besándola en la boca mientras lo hacía.Los dos gemían y jadeaban a la vez en voz muy baja y apenas audible.Pronto, vi cómo mi hermano apoyaba los brazos de nuevo a ambos lados de mi madre y elevaba su tronco, poniéndose inmediatemente tenso y penetrándola frenéticamente.Al momento paró, seguramente para sentir cómo su polla escupía esperma en el estrecho coño de mi madre, que debía tener contracciones musculares en ese momento de placer desenfrenado.
Los dos se quedaron así un poco y luego se dieron la vuelta y yo, temiendo que me vieran, corrí a mi cama y, con mucha dificultad, me quedé dormido de nuevo.
A la mañana siguiente fui a estudiar como siempre, pero mi hermano se quedó en casa sin ir porque supuestamente se había resfriado.Yo lo había visto el día anterior y, sobre todo, la noche anterior muy bien y dudaba de aquello, sospechando que lo que querían era quedarse solos para seguir follando.
Durante toda la mañana no dejé de pensar en lo que había visto la noche anterior y, alrededor de las doce del mediodía, decidí irme y dirigirme a casa para espiarlos.Anduve con rapidez por las calles hasta llegar a mi bloque de pisos.Subí por las escaleras hasta el quinto piso, donde vivíamos, y metí la llave en la cerradura con mucho cuidado para no hacer ruido.Logré entrar sin hacer el más mínimo ruido y, sin cerrar la puerta detrás de mí, avancé por el pasillo hacia la habitación de mi madre, de donde provenían de nuevo chirridos y crujidos, esta vez acompañados de gemidos y jadeos bastante menos disimulados que los de la noche anterior.
-¡Eso es! ¡Eso es! ¡Sigue así! ¡No te pares! ¡Córrete dentro! ¡No la vayas a sacar! -gritaba mi madre entre gemidos.
Yo me acerqué a la puerta, que estaba abierta de par en par, y miré dentro, sin preocuparme el que me descubrieran espiándoslos.Vi a mi madre botando encima de mi hermano, que tenía la espalda apoyada en el cabecero de la cama.El culo inmenso de mi madre impedía que se viera la polla dura de mi hermano, que estaba absorto viendo moverse las enormes tetas de mi madre como gelatina delante de él.Mi madre agarró a mi hermano por el cuello y apretó su cabeza contra sus tetas mientras seguía clavándose en su verga incestuosa y dura como el acero.
En poco tiempo, mi madre empezó a correrse, ya que se puso tensa y casi se quedó petrificada mientras miraba con los ojos cerrados hacia el techo.Giulio se corrió también, eso podía asegurarse mirando su expresión poseída por el placer.Mi madre se levantó y se puso de rodillas sobre la cama, acariciando el rabo de mi hermano, que ahora estaba pringoso a causa de los fluidos que se habían mezclado en la vagina de mi madre.Mamá se chupó la palma de la mano tras llenársela de jugos del amor.Justo entonces fue cuando yo irrumpí.
-¡Mamá! -exclamé.
Mi madre y Giulio volvieron la mirada hacia mí, con la cara completamente descompuesta por una mezcla de vergüenza, sorpresa y sentimientos de culpa.Mamá permaneció allí de rodillas, con sus tetas enormes y su coño peludo a la vista, y Giulio también, con la polla ya pequeña, aunque aún se le veía un poco el glande.Mamá se puso una bata de andar por casa que tenía encima de la cama y se echó a llorar mientras Giulio se vestía y salía al pasillo conmigo.
-¿Cómo es que hacéis eso? -le pregunté.
-A mí no me lo preguntes, Luca.Pasó una noche que estaba acostado con ella.La rocé con la polla dura y ella se dio cuenta.Una cosa llevó a la otra y acabamos haciéndolo -contestó mi hermano-.No te cabrees conmigo, porque yo no empecé.
En realidad, no es que me pareciese malo que follaran, era sólo que me chocaba mucho.Giulio me cogió del brazo y me condujo a nuestra habitación, donde me dijo:
-Mira, Luca, tengo que decirte una cosa que mamá me dijo.
-¿El qué?
-Verás...Me dijo que a ella le gustaría poder follar con los dos.Me dijo que tú le gustas mucho y que está deseando que te metas en su cama.Lo que siempre dice es que le gustaría que siempre fuera una cosa de uno con uno, no los dos a la vez.
Se me heló la sangre.Su madre se acercaba mucho a su ideal estético y le gustaría hacerlo con ella.
-¿A ti te gustaría hacerlo con ella? -me preguntó.
-Pues si te digo la verdad sí...
-Tío, mamá es genial... -me dijo mi hermano entusiasmado-.Es la madre ideal, una madre que te deja que te la folles.Ella dice que es para que aprendamos, pero supongo que también se lo pasará bien ella...
-Hombre, eso por descontado -respondí.
-Si quieres puedo hablar con ella...La pobre está llorando y todo...Le diré que no tiene de qué preocuparse y, si lo pregunta, le diré que tú quieres hacerlo con ella.
-Vale -contesté, asombrado por lo diplomático y maduro que se mostraba mi hermano ya desde tan joven.
Mi hermano salió de la habitación y entró en la de mi madre.Pasaron varios minutos, pero cuando hubieron pasado, mi madre entró en mi habitación y, aún con lágrimas en los ojos, me abrazó fuerte y me dijo que me quería mucho.Me dijo que para ella las ideas tradicionales que prohíben el incesto eran una tontería sin fundamento y que quería lo mejor para nosotros, incluso si ello conllevaba acceder a nuestros lujuriosos deseos.También me confesó, sentada junto a mí en el borde de mi cama, que quería acostarse conmigo y que los dos gozáramos de los placeres sensuales para los que estábamos capacitados.De todos modos, me dijo que era elección mía, que sólo me quería hacer saber que ella estaba dispuesta.Como es lógico, decir que se está dispuesta es como decirle "fóllame aquí y ahora", y ella lo sabía muy bien.
Aquel día no sucedió mucho más hasta la noche.Almorzamos, merendamos y cenamos como de costumbre y luego nos pusimos a ver un poco la tele.Pasadas la once, mamá dijo que se iba a la cama y Giulio también decidió irse a la cama, esta vez a la suya.Cuando ya estaba acostado, yo me levanté para ir a lavarme los dientes y me encontré a mi madre saliendo del cuarto de baño.
-Cariño, duerme conmigo esta noche... -me susurró al oído.
Yo había estado esperando esto todo el día y no dudé ni un momento.
-Ahora voy...Me voy a lavar los dientes -le dije.
-Lávate un poco la churra después de orinar también -me dijo.
Supe al instante lo que quería decir con aquello y la polla se me empinó del entusiasmo que me entró de pronto.Mientras estaba lavándome los dientes, y habiéndome lavado ya la polla, mamá entró en el baño y cerró la puerta con el pestillo.Se abalanzó sobre mí y me besó apasionadamente en la boca mientras me tocaba la polla a través de los pantalones del pijama.Luego se quitó la bata que llevaba puesta y pude admirar sus enormes pechos de la talla 110 y su coño peludo.Viendo esto, me bajé los pantalones y la dejé ver mi erección.
Mamá me chupó la polla y me dejó al borde del orgasmo.Sin dejar de darme besos, de acariciarme y de decirme lo mucho que me quería, mamá me llevó a su cama, donde nos pasamos toda la noche follando.Ella recorrió mi cuerpo con la lengua, saboreándome, ya que decía que estaba enamorada de mí.Yo le comí el coño y las tetas y se la metí por delante y por detrás, corriéndome dos veces en su coño y una en su culo.Mamá se corrió innumerables veces y los dos acabamos mojados a causa de nuestra saliva, sudor y fluidos de nuestros sexos.No podíamos parar de morrearnos y chuparnos ni cuando empezó a amanecer y seguimos comiéndonos hasta la hora del desayuno.Aquel día no fui a estudiar y mamá y yo nos quedamos durmiendo.