En las noches de verano como esta en la que escribo siempre recuerdo el dÃ*a que mi madre dejo de ser solo madre y se convirtió en un sueño que aún me cuesta creer.
Yo tenÃ*a 18 años, por entonces era más delgadito que ahora, un cuerpo de adolescente en pleno desarrollo, mi madre en cambio tenÃ*a el cuerpo más que formado, el de una mujer de 43 años, muy normalita, de metro sesenta aproximadamente y con curvas pero sin estar gorda, tampoco eran curvas sensuales ni mucho menos, eran las redondeles de una madre para mÃ*, no veÃ*a nada sexual en ellas ni siquiera podÃ*a plantearme los acontecimientos de esa noche.
Como cada fin de semana nos quedábamos solos en casa los dos ya que mi padre pasaba mucho tiempo fuera y mis hermanos estaban de viaje con sus amigos.
Yo salÃ*a a dar una vuelta pero llegaba temprano a casa, normalmente aprovechaba para ver alguna pelÃ*cula porno en mi habitación ya que esos dÃ*as estaba solo, pero aquella noche mi madre aún seguÃ*a despierta y eso rompÃ*a mis planes porque al ir a su cuarto verÃ*a luz en el mÃ*o y sabrÃ*a que tenÃ*a la tele encendida, con lo cual simplemente me metÃ* en la cama a dormir.
Durante un rato no pare de dar vueltas, esperando a ver si mi madre se acostaba y asÃ* podrÃ*a poner la tele, pero no la oÃ*a, asÃ* que decidÃ* ir a ver si se habÃ*a quedado dormida viendo la tele en el salón, si era asÃ* podrÃ*a despertarla para que se fuera a la cama y al fin ver la pelÃ*cula.
Me acerqué lentamente a la puerta del salón sin hacer ruido al caminar por si aún estaba despierta, la puerta estaba entre abierta con lo cual pude mirar dentro sin hacer ruido al abrirla. Mi sorpresa al asomarme fue grande, ya que en la tele estaba la porno que yo querÃ*a ver, mi madre se habrÃ*a dormido viendo la pelÃ*cula anterior pensé.
Con esta situación me daba cosa despertarla, ya que al hacerlo estarÃ*a la porno en la tele, lo único que se me ocurrÃ*a era cambiar de canal antes de despertarla pero podÃ*a despertarse.
Mientras pensaba en que hacer miraba la porno y mi pene empezó a llenarse de sangre creciendo y haciéndose notar en los pantaloncitos que usaba para dormir en verano, esto hizo que mi mano fuera casi por reflejo a mi paquete y empezara a acariciarlo, sin darme cuenta habÃ*a descubierto la mejor de las soluciones, podÃ*a ver la pelÃ*cula desde la puerta y si mi madre se despertaba me daba tiempo de irme a la cama sin que ella pudiera darse cuenta.
Me coloqué cómodamente pero sin dejar de estar alerta, mi madre estaba en un sillón de respaldo alto situado de espaldas a mÃ*, con lo cual ninguno podÃ*amos vernos sin movernos antes. La situación era realmente morbosa, el miedo a que me pillaran hacÃ*a que me excitara mucho más de lo normal viendo una pelÃ*cula porno. Mi polla estaba enorme en mi mano y sin querer se me escapaba algún leve gemido que no podÃ*a contener, pero eran inaudibles a tan solo un metro de mÃ*.
Me calentaba por segundos y mordÃ*a mis labios para no gritar de placer, la situación se ponÃ*a más caliente cuanto más notaba que me acercaba al final, ¿Qué pasarÃ*a si mi madre se despertase justo mientras yo explotaba? El miedo a ser pillado me llevaba a arriesgarme más. Me adentré en el salón para ver mejor la televisión, entonces un gemido incontenible se escucho claramente en la habitación, pero el gemido no salió de mi boca, era mi madre la que gemÃ*a.
Mi cara palideció ante ese suceso inesperado, me quedé petrificado unos instantes sin saber que hacer, mi pene permanecÃ*a erecto en mi mano y sentÃ*a los rápidos latidos de mi corazón en él.
Los gemidos de mi madre eran perfectamente audibles y se iban acelerando. Empecé a dar pasos lentamente hacia la puerta, intentando huir de la habitación, pero a pesar de lo nervioso que estaba y que habÃ*a dejado de prestar atención a la pelÃ*cula mi polla seguÃ*a firme y dura. Al llegar a la puerta me di cuenta de que estaba muy excitado, más aún que antes, cerré los ojos para pensar y calmarme un poco y entonces fue cuando oÃ* los gemidos de mi madre realmente, resonaron fuerte en mi cabeza y note como su vibración bajaba por mi cuerpo hasta mi pene que se hinchaba como si fuera bombeado por el sonido de su placer.
AbrÃ* los ojos de nuevo y sin pensarlo avance un poco hacia el sillón en el que se encontraba mi madre, querÃ*a verla, no sabÃ*a el por qué pero el caso es que querÃ*a hacerlo.
Al estar bastante cerca pude ver parte de ella, desde mi posición veÃ*a la parte de arriba de su cabeza, con lo cual a menos que ella mirara hacia arriba y atrás serÃ*a imposible que me viera, esto propició que me acercara un poco más. AsÃ* pude ver partes del cuerpo de mi madre ocultas a mis ojos desde mucho tiempo atrás.
TenÃ*a las piernas abiertas y un camisón corto de verano subido a la altura de las caderas. Una de sus manos agarraba su pecho izquierdo por encima de la ropa mientras que la otra acariciaba la intimidad entre sus piernas. Me acerqué algo más para apreciar mejor esto último, vi que sus braguitas estaban un poco apartadas a un lado, eran unas braguitas de esas que usan las madres, nada que ver con los tangas de ahora, mucho mayores, blancas y con encajes, se arrugaban en su ingle mientras sus dedos jugaban con su clÃ*toris.
Ver a mi madre asÃ* hizo que no pudiera contener mi mano y comenzara a tocarme al mismo ritmo que ella. No estaba muy seguro de lo que hacÃ*a, nunca habÃ*a visto a mi madre de ese modo, pero ahora la miraba con lujuria como si fuera una pelÃ*cula porno de las que tanto me gustaban pero en vivo. No apartaba los ojos de ella y de su coñito mientras me masturbaba.
Pronto las ideas descabelladas cruzaron mi mente, pensé cosas como que ella se diera la vuelta y me pillara, pero que en vez de enfadarse me la chupara, en ese momento recordaba que era mi madre y trataba de no pensarlo y volver a lo mÃ*o, pero es que realmente cuando volvÃ*a a lo que hacÃ*a era lo mismo ya que me tocaba la polla viendo como ella se metÃ*a los deditos.
Mi excitación crecÃ*a y la de mi madre también al juzgar por sus gemidos, mi mente se nubló más aún y empecé a ver como algo lógico presentarme ante mi madre tal cual estaba, tan lógico lo veÃ*a que lo hice.
Al mostrarme ante mi madre con la polla fuera a punto de estallar ella me miró estupefacta, también estaba en su mayor momento de excitación y creo que por eso cuando me acerqué a tocar su chochito no lo impidió.
Empecé a frotar los labios de su coño con mi mano mientras ella me miraba fijamente a los ojos incrédula de lo que estaba pasando. Tomé su mano y la coloqué sobre mi verga, empecé a darle movimiento para que ella siguiera y justo cuando empezó a hacerlo pareció entrar en razón, paro en seco y se puso muy nerviosa.
Se tapo todo lo que pudo y me apartó de ella.
- Esto no esta bien Luis, vete a tu cuarto.
- Pero mama…
-¡¡VETE!!
SalÃ* corriendo del salón hacia mi cuarto, al llegar cerré la puerta y me metÃ* en la cama, me tape con una sabana fina de verano hasta la cabeza, me sentÃ*a fatal por lo que habÃ*a llegado a hacer y aún más por lo que querÃ*a hacer.
Recuperé lentamente la calma como tras una pesadilla, ya no estaba excitado, solo me sentÃ*a fatal, pero para mi sorpresa todo cambió de nuevo al acercar mi mano a mi cara, pude oler en mis dedos el aroma del sexo de mi madre, y rápidamente mi polla volvió a hincharse, de nuevo vi con otros ojos todo lo ocurrido y comencé a tocarme una vez más mientras olÃ*a mi mano y recordaba a mi madre.
Tras unos minutos, en los que apretaba el culo cada dos por tres para no correrme, note que el pomo de mi puerta se movÃ*a, me recoloqué como pude pero mi verga quedo fuera de mis pantalones aunque seguÃ*a tapada por la sabana.
Mi madre entró en mi cuarto y se sentó a los pies de mi cama.
- Luis… Creo que tenemos que hablar.
- SÃ* mama.
Mi madre colocó una de sus manos sobre mi pie izquierdo cariñosamente mientras que con un tono calmado pero serio comenzó a hablarme.
- Luis, lo que ha pasado antes está mal, no se como ha sido pero no debe repetirse nada asÃ* jamás. ¿Lo entiendes?
- SÃ* mama.
- Mira yo soy tu madre y esas cosas no se hacen con las madres, tu has llegado al salón y me has encontrado en una forma que no estas acostumbrado pero no por eso dejo de ser tu madre.
Mi madre alargo la mano y encendió la luz pequeña que estaba sobre la mesa junto a mi cama. Al hacerlo pudo verme bien, noto el color en mis mejillas y el bulto en mi sabana, además al verla de nuevo a la luz mi polla quiso hacer acto de presencia dando un respingón y soltando lÃ*quido preseminal que empapó la sabana.
Con cara de sorpresa y enfado se me recompuso para seguir con su charla.
- ¡Luis! No me digas que sigues asÃ*. ¿Te has estado tocando?
- Bueno…
- ¡No me mientas!
- SÃ*, pero porque estaba que no me aguantaba ya…
- Y ¿En qué pensabas?
- En chicas
- En chicas… ¿De verdad Luis?
- Que sÃ*, que sÃ*, en chicas nada más.
- ¿No habrás estado pensando en mÃ* verdad?
- No, de verdad que no.
Mi madre puso cara de no creerme pero no quiso seguir con el tema.
- Súbete los pantalones y a dormir ya.
- SÃ* mama, pero es que asÃ* no podré dormir.
- Me da igual Luis, tu hoy no te vas a tocar ahÃ* más aunque tenga que quedarme hasta que te duermas.
- Pero mama…
- Ni pero ni nada, que si te tocas a saber que obscenidades pensarás.
En ese momento salió mi carácter y no pude callarme.
- Pues ¿Qué pasa si pienso en ti? No creo que sea tan malo.
- Pero como se te ocurre decir eso, soy tu madre, ¿En qué pensabas todo el tiempo, y cuando me has tocado en el salón? ¿No te das cuenta que soy tu madre?
- No, no me daba cuenta solo te veÃ*a como una mujer, nada más.
- Pero no soy una mujer cualquiera, soy tu madre, hay millones de mujeres en el mundo más guapas y más jóvenes que yo.
- SÃ*, pero ahora mismo no hay ninguna mujer a la que desee follar más que a ti.
Dicho esto se hizo el silencio, mi madre se quedó sin palabras y simplemente se levantó y salió de mi cuarto.
Yo me quedé algo extrañado con como se habÃ*a ido, la verdad que aunque intenté masturbarme no pude porque me sentÃ*a culpable al creer que habÃ*a hecho daño a mi madre con mis palabras.
DecidÃ* ir a su cuarto a disculparme y retirar todo lo que habÃ*a dicho, asÃ* que salÃ* de mi habitación hacia la suya. Al acercarme a su puerto pude volver a oÃ*r esos gemidos que me acompañaron poco antes en el salón, me asome un poco y vi de nuevo a mi madre masturbándose bajo las sabanas. Entre sus gemidos escuchaba algo entre cortado y, tal vez fuera por mi propia fantasÃ*a, jurarÃ*a que escuché como decÃ*a mi nombre entre gemido y gemido.
Entré en su cuarto firmemente, ella me miró sorprendida, me acerqué a su cama y levanté la sabana, pude ver que se encontraba completamente desnuda con una mano en su coño. Entré en su cama colocándome directamente entre sus piernas.
-¿Qué haces Luis?
- Quiero entrar en ti, y tu también lo quieres, dime si no que no te gusta tenerme entre tus piernas.
- Luis, no por favor, esto no… no… ahh
Poco a poco fui metiendo mi polla dentro del agujero que años antes me vio nacer, mi verga volvÃ*a al lugar al que pertenecÃ*a.
Comencé a moverme dentro de ella, mi madre no tardo en agarrarme fuerte de los brazos y los glúteos clavando sus uñas en mÃ*.
Nos mirábamos fijamente mientras la penetraba una y otra vez, apoye mi peso en una sola mano para poder acariciar su cuerpo con la otra, recorriendo con ella sus piernas mientras se enroscaban en mi cintura, subiendo hasta sus pechos y encontrando allÃ* unos pezones enormes y salientes fruto de la lactancia de tres hijos.
Entonces empecé a besarla y ella me respondió apasionadamente, nuestros gemidos se hundÃ*an en la boca del otro mientras ella apretaba su cuerpo al mÃ*o con las piernas.
- Mama, no aguanto más, estoy apunto…
- Un poquito más hijo, solo un poco.
- No puedo mama tengo que sacarla o me correré dentro.
- Correte mi amor no pasa nada, correte pero no la saques.
Comencé a correrme dentro de ella, sentÃ*a mi leche salir a propulsión y bañarla por dentro, mi polla se mantenÃ*a erecta moviéndose más rápido lubricada por mi semen.
SeguÃ* envistiendo a mi madre durante un buen rato hasta que al fin se corrió con mi polla y mi leche dentro.
-Quédate un poco dentro Luis, no salgas todavÃ*a.
Yo obedecÃ* a mi madre y no saqué mi polla de ella hasta que me lo indicó. Cuando al fin la saqué mi esperma chorreó por sus labios, ella rápidamente fue al baño y se limpió bien.
A su regreso se echó a mi lado y sin decir nada me abrazó, tras unos minutos quiso romper la magia.
-Luis esto nunca deberÃ*a haber pasado, pero bueno ha pasado y ya está. Pero ahora vete a dormir a tu habitación y lo olvidaremos, nunca más haremos esto ¿Vale?
Yo me fui a mi cuarto sin decir nada, me eché en la cama y me dormÃ* enseguida sin imaginar los que acontecerÃ*a los dÃ*as siguientes.
Yo tenÃ*a 18 años, por entonces era más delgadito que ahora, un cuerpo de adolescente en pleno desarrollo, mi madre en cambio tenÃ*a el cuerpo más que formado, el de una mujer de 43 años, muy normalita, de metro sesenta aproximadamente y con curvas pero sin estar gorda, tampoco eran curvas sensuales ni mucho menos, eran las redondeles de una madre para mÃ*, no veÃ*a nada sexual en ellas ni siquiera podÃ*a plantearme los acontecimientos de esa noche.
Como cada fin de semana nos quedábamos solos en casa los dos ya que mi padre pasaba mucho tiempo fuera y mis hermanos estaban de viaje con sus amigos.
Yo salÃ*a a dar una vuelta pero llegaba temprano a casa, normalmente aprovechaba para ver alguna pelÃ*cula porno en mi habitación ya que esos dÃ*as estaba solo, pero aquella noche mi madre aún seguÃ*a despierta y eso rompÃ*a mis planes porque al ir a su cuarto verÃ*a luz en el mÃ*o y sabrÃ*a que tenÃ*a la tele encendida, con lo cual simplemente me metÃ* en la cama a dormir.
Durante un rato no pare de dar vueltas, esperando a ver si mi madre se acostaba y asÃ* podrÃ*a poner la tele, pero no la oÃ*a, asÃ* que decidÃ* ir a ver si se habÃ*a quedado dormida viendo la tele en el salón, si era asÃ* podrÃ*a despertarla para que se fuera a la cama y al fin ver la pelÃ*cula.
Me acerqué lentamente a la puerta del salón sin hacer ruido al caminar por si aún estaba despierta, la puerta estaba entre abierta con lo cual pude mirar dentro sin hacer ruido al abrirla. Mi sorpresa al asomarme fue grande, ya que en la tele estaba la porno que yo querÃ*a ver, mi madre se habrÃ*a dormido viendo la pelÃ*cula anterior pensé.
Con esta situación me daba cosa despertarla, ya que al hacerlo estarÃ*a la porno en la tele, lo único que se me ocurrÃ*a era cambiar de canal antes de despertarla pero podÃ*a despertarse.
Mientras pensaba en que hacer miraba la porno y mi pene empezó a llenarse de sangre creciendo y haciéndose notar en los pantaloncitos que usaba para dormir en verano, esto hizo que mi mano fuera casi por reflejo a mi paquete y empezara a acariciarlo, sin darme cuenta habÃ*a descubierto la mejor de las soluciones, podÃ*a ver la pelÃ*cula desde la puerta y si mi madre se despertaba me daba tiempo de irme a la cama sin que ella pudiera darse cuenta.
Me coloqué cómodamente pero sin dejar de estar alerta, mi madre estaba en un sillón de respaldo alto situado de espaldas a mÃ*, con lo cual ninguno podÃ*amos vernos sin movernos antes. La situación era realmente morbosa, el miedo a que me pillaran hacÃ*a que me excitara mucho más de lo normal viendo una pelÃ*cula porno. Mi polla estaba enorme en mi mano y sin querer se me escapaba algún leve gemido que no podÃ*a contener, pero eran inaudibles a tan solo un metro de mÃ*.
Me calentaba por segundos y mordÃ*a mis labios para no gritar de placer, la situación se ponÃ*a más caliente cuanto más notaba que me acercaba al final, ¿Qué pasarÃ*a si mi madre se despertase justo mientras yo explotaba? El miedo a ser pillado me llevaba a arriesgarme más. Me adentré en el salón para ver mejor la televisión, entonces un gemido incontenible se escucho claramente en la habitación, pero el gemido no salió de mi boca, era mi madre la que gemÃ*a.
Mi cara palideció ante ese suceso inesperado, me quedé petrificado unos instantes sin saber que hacer, mi pene permanecÃ*a erecto en mi mano y sentÃ*a los rápidos latidos de mi corazón en él.
Los gemidos de mi madre eran perfectamente audibles y se iban acelerando. Empecé a dar pasos lentamente hacia la puerta, intentando huir de la habitación, pero a pesar de lo nervioso que estaba y que habÃ*a dejado de prestar atención a la pelÃ*cula mi polla seguÃ*a firme y dura. Al llegar a la puerta me di cuenta de que estaba muy excitado, más aún que antes, cerré los ojos para pensar y calmarme un poco y entonces fue cuando oÃ* los gemidos de mi madre realmente, resonaron fuerte en mi cabeza y note como su vibración bajaba por mi cuerpo hasta mi pene que se hinchaba como si fuera bombeado por el sonido de su placer.
AbrÃ* los ojos de nuevo y sin pensarlo avance un poco hacia el sillón en el que se encontraba mi madre, querÃ*a verla, no sabÃ*a el por qué pero el caso es que querÃ*a hacerlo.
Al estar bastante cerca pude ver parte de ella, desde mi posición veÃ*a la parte de arriba de su cabeza, con lo cual a menos que ella mirara hacia arriba y atrás serÃ*a imposible que me viera, esto propició que me acercara un poco más. AsÃ* pude ver partes del cuerpo de mi madre ocultas a mis ojos desde mucho tiempo atrás.
TenÃ*a las piernas abiertas y un camisón corto de verano subido a la altura de las caderas. Una de sus manos agarraba su pecho izquierdo por encima de la ropa mientras que la otra acariciaba la intimidad entre sus piernas. Me acerqué algo más para apreciar mejor esto último, vi que sus braguitas estaban un poco apartadas a un lado, eran unas braguitas de esas que usan las madres, nada que ver con los tangas de ahora, mucho mayores, blancas y con encajes, se arrugaban en su ingle mientras sus dedos jugaban con su clÃ*toris.
Ver a mi madre asÃ* hizo que no pudiera contener mi mano y comenzara a tocarme al mismo ritmo que ella. No estaba muy seguro de lo que hacÃ*a, nunca habÃ*a visto a mi madre de ese modo, pero ahora la miraba con lujuria como si fuera una pelÃ*cula porno de las que tanto me gustaban pero en vivo. No apartaba los ojos de ella y de su coñito mientras me masturbaba.
Pronto las ideas descabelladas cruzaron mi mente, pensé cosas como que ella se diera la vuelta y me pillara, pero que en vez de enfadarse me la chupara, en ese momento recordaba que era mi madre y trataba de no pensarlo y volver a lo mÃ*o, pero es que realmente cuando volvÃ*a a lo que hacÃ*a era lo mismo ya que me tocaba la polla viendo como ella se metÃ*a los deditos.
Mi excitación crecÃ*a y la de mi madre también al juzgar por sus gemidos, mi mente se nubló más aún y empecé a ver como algo lógico presentarme ante mi madre tal cual estaba, tan lógico lo veÃ*a que lo hice.
Al mostrarme ante mi madre con la polla fuera a punto de estallar ella me miró estupefacta, también estaba en su mayor momento de excitación y creo que por eso cuando me acerqué a tocar su chochito no lo impidió.
Empecé a frotar los labios de su coño con mi mano mientras ella me miraba fijamente a los ojos incrédula de lo que estaba pasando. Tomé su mano y la coloqué sobre mi verga, empecé a darle movimiento para que ella siguiera y justo cuando empezó a hacerlo pareció entrar en razón, paro en seco y se puso muy nerviosa.
Se tapo todo lo que pudo y me apartó de ella.
- Esto no esta bien Luis, vete a tu cuarto.
- Pero mama…
-¡¡VETE!!
SalÃ* corriendo del salón hacia mi cuarto, al llegar cerré la puerta y me metÃ* en la cama, me tape con una sabana fina de verano hasta la cabeza, me sentÃ*a fatal por lo que habÃ*a llegado a hacer y aún más por lo que querÃ*a hacer.
Recuperé lentamente la calma como tras una pesadilla, ya no estaba excitado, solo me sentÃ*a fatal, pero para mi sorpresa todo cambió de nuevo al acercar mi mano a mi cara, pude oler en mis dedos el aroma del sexo de mi madre, y rápidamente mi polla volvió a hincharse, de nuevo vi con otros ojos todo lo ocurrido y comencé a tocarme una vez más mientras olÃ*a mi mano y recordaba a mi madre.
Tras unos minutos, en los que apretaba el culo cada dos por tres para no correrme, note que el pomo de mi puerta se movÃ*a, me recoloqué como pude pero mi verga quedo fuera de mis pantalones aunque seguÃ*a tapada por la sabana.
Mi madre entró en mi cuarto y se sentó a los pies de mi cama.
- Luis… Creo que tenemos que hablar.
- SÃ* mama.
Mi madre colocó una de sus manos sobre mi pie izquierdo cariñosamente mientras que con un tono calmado pero serio comenzó a hablarme.
- Luis, lo que ha pasado antes está mal, no se como ha sido pero no debe repetirse nada asÃ* jamás. ¿Lo entiendes?
- SÃ* mama.
- Mira yo soy tu madre y esas cosas no se hacen con las madres, tu has llegado al salón y me has encontrado en una forma que no estas acostumbrado pero no por eso dejo de ser tu madre.
Mi madre alargo la mano y encendió la luz pequeña que estaba sobre la mesa junto a mi cama. Al hacerlo pudo verme bien, noto el color en mis mejillas y el bulto en mi sabana, además al verla de nuevo a la luz mi polla quiso hacer acto de presencia dando un respingón y soltando lÃ*quido preseminal que empapó la sabana.
Con cara de sorpresa y enfado se me recompuso para seguir con su charla.
- ¡Luis! No me digas que sigues asÃ*. ¿Te has estado tocando?
- Bueno…
- ¡No me mientas!
- SÃ*, pero porque estaba que no me aguantaba ya…
- Y ¿En qué pensabas?
- En chicas
- En chicas… ¿De verdad Luis?
- Que sÃ*, que sÃ*, en chicas nada más.
- ¿No habrás estado pensando en mÃ* verdad?
- No, de verdad que no.
Mi madre puso cara de no creerme pero no quiso seguir con el tema.
- Súbete los pantalones y a dormir ya.
- SÃ* mama, pero es que asÃ* no podré dormir.
- Me da igual Luis, tu hoy no te vas a tocar ahÃ* más aunque tenga que quedarme hasta que te duermas.
- Pero mama…
- Ni pero ni nada, que si te tocas a saber que obscenidades pensarás.
En ese momento salió mi carácter y no pude callarme.
- Pues ¿Qué pasa si pienso en ti? No creo que sea tan malo.
- Pero como se te ocurre decir eso, soy tu madre, ¿En qué pensabas todo el tiempo, y cuando me has tocado en el salón? ¿No te das cuenta que soy tu madre?
- No, no me daba cuenta solo te veÃ*a como una mujer, nada más.
- Pero no soy una mujer cualquiera, soy tu madre, hay millones de mujeres en el mundo más guapas y más jóvenes que yo.
- SÃ*, pero ahora mismo no hay ninguna mujer a la que desee follar más que a ti.
Dicho esto se hizo el silencio, mi madre se quedó sin palabras y simplemente se levantó y salió de mi cuarto.
Yo me quedé algo extrañado con como se habÃ*a ido, la verdad que aunque intenté masturbarme no pude porque me sentÃ*a culpable al creer que habÃ*a hecho daño a mi madre con mis palabras.
DecidÃ* ir a su cuarto a disculparme y retirar todo lo que habÃ*a dicho, asÃ* que salÃ* de mi habitación hacia la suya. Al acercarme a su puerto pude volver a oÃ*r esos gemidos que me acompañaron poco antes en el salón, me asome un poco y vi de nuevo a mi madre masturbándose bajo las sabanas. Entre sus gemidos escuchaba algo entre cortado y, tal vez fuera por mi propia fantasÃ*a, jurarÃ*a que escuché como decÃ*a mi nombre entre gemido y gemido.
Entré en su cuarto firmemente, ella me miró sorprendida, me acerqué a su cama y levanté la sabana, pude ver que se encontraba completamente desnuda con una mano en su coño. Entré en su cama colocándome directamente entre sus piernas.
-¿Qué haces Luis?
- Quiero entrar en ti, y tu también lo quieres, dime si no que no te gusta tenerme entre tus piernas.
- Luis, no por favor, esto no… no… ahh
Poco a poco fui metiendo mi polla dentro del agujero que años antes me vio nacer, mi verga volvÃ*a al lugar al que pertenecÃ*a.
Comencé a moverme dentro de ella, mi madre no tardo en agarrarme fuerte de los brazos y los glúteos clavando sus uñas en mÃ*.
Nos mirábamos fijamente mientras la penetraba una y otra vez, apoye mi peso en una sola mano para poder acariciar su cuerpo con la otra, recorriendo con ella sus piernas mientras se enroscaban en mi cintura, subiendo hasta sus pechos y encontrando allÃ* unos pezones enormes y salientes fruto de la lactancia de tres hijos.
Entonces empecé a besarla y ella me respondió apasionadamente, nuestros gemidos se hundÃ*an en la boca del otro mientras ella apretaba su cuerpo al mÃ*o con las piernas.
- Mama, no aguanto más, estoy apunto…
- Un poquito más hijo, solo un poco.
- No puedo mama tengo que sacarla o me correré dentro.
- Correte mi amor no pasa nada, correte pero no la saques.
Comencé a correrme dentro de ella, sentÃ*a mi leche salir a propulsión y bañarla por dentro, mi polla se mantenÃ*a erecta moviéndose más rápido lubricada por mi semen.
SeguÃ* envistiendo a mi madre durante un buen rato hasta que al fin se corrió con mi polla y mi leche dentro.
-Quédate un poco dentro Luis, no salgas todavÃ*a.
Yo obedecÃ* a mi madre y no saqué mi polla de ella hasta que me lo indicó. Cuando al fin la saqué mi esperma chorreó por sus labios, ella rápidamente fue al baño y se limpió bien.
A su regreso se echó a mi lado y sin decir nada me abrazó, tras unos minutos quiso romper la magia.
-Luis esto nunca deberÃ*a haber pasado, pero bueno ha pasado y ya está. Pero ahora vete a dormir a tu habitación y lo olvidaremos, nunca más haremos esto ¿Vale?
Yo me fui a mi cuarto sin decir nada, me eché en la cama y me dormÃ* enseguida sin imaginar los que acontecerÃ*a los dÃ*as siguientes.