De Vacaciones con Mama

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,361
Puntos
113
 
 
 
Elena hacia seis meses que se había separado después de veinte años de casada. Poseía una tienda de ropa que le proporcionaba buenos ingresos y una vida desahogada. Luis, su hijo de diecinueve años, se había quedado con ella. Había comenzado el segundo año de informática en la universidad y sentía que tenía que cuidar de su madre después de la separación. Elena, a sus cuarenta y cinco años seguía siendo una mujer atractiva. Tenía buen tipo y su pelo castaño ondulado la favorecía notablemente. Le gustaba ponerse ropa ceñida para marcar más las bonitas curvas que mantenía su cuerpo. Un metro sesenta y cinco, que con tacones llegaba a uno setenta, hacia que muchos hombres la miraran a su paso. Su hijo era más alto, casi un metro ochenta, de complexión bastante atlética, más moreno que ella, con ojos oscuros e incisivos, y sobre todo una gran mata de pelo negro, eso y lo cariñoso que era, hacían las delicias de su madre.

Desde la separación se preocupaba más de ella y había decidido que se fueran los dos juntos de vacaciones en julio.

-Ya están las maletas en el coche mamá!

-Estás seguro que quieres ir conmigo de vacaciones? Preguntó Elena.

-Pues claro mamá! Estoy deseando disfrutar contigo en la playa!

-No sé, lo mismo te aburres!

-No creo, además, donde vamos hay bastante ambiente por la noche! Lo pasaremos bien, de día y de noche! Dijo Luis con entusiasmo.

Llegaron a una urbanización situada a pie de playa. Eran chalets independientes con un jardín y una pequeña piscina cada uno de ellos. Por una puerta del jardín se accedía a la arena de playa, y el agua estaba a unos cien metros más.

-Que bonito que es! Y tiene una situación privilegiada. Dijo Elena al salir al jardín.

-Lo vi a través de internet y me pareció ideal! Dijo el muchacho.

-Que te parece si nos damos un baño antes de que se ponga el sol?

-Vale, vale! Accedió Elena al ver el entusiasmo de su hijo.

Entraron a la casa y se pusieron a deshacer las maletas. Colgaron la ropa y Elena comenzó a mirar los bikinis que había traído.

-Que te parece, Luis. Cuál te gusta más? Llevaba seis bikinis, la mitad normales y la otra mitad tipo tanga. Siempre hacia lo mismo, llevaba mitad y mitad, pero no se atrevía a ponerse los tanga. Luis los miró y cogió los que eran normales.

-Olvídate de éstos! Dijo guardándolos en un cajón.

-Pero estos… quizás son demasiado atrevidos!

-Para nada mamá. Te sentarán de maravilla y necesitas… airearte un poco, por decirlo de alguna manera! Dijo el sonriendo.

Cogió uno de los cuatro que quedaban, color rojo pálido.

– Este te irá muy bien con la puesta de sol!

Se lo dio en la mano y un beso en la mejilla como para darle confianza. Ella se fue a una de las tres habitaciones que tenía la casa y se lo puso. Se miró al espejo de cuerpo entero que había en la puerta del armario de corredera, y a pesar de verse estupenda, se escandalizó un poco. Nunca había sido tan atrevida, aunque en el fondo le gustaba, incluso llegó a pensar que lo deseaba. Ahora la podían mirar los hombres sin el problema de llevar a su marido al lado, el cual le había amargado durante los últimos años. Y además tenía a su hijo, que era estupendo y la animaba a este tipo de cosas, como el decía, tenía que airear un poco su cuerpo. Salió de la habitación.

-Que te parece? Le dijo a Luis girando sobre sí misma. Luis entre abrió la boca.

-Estás estupenda mamá! Le dijo con cierto asombro no fingido. La miró con detenimiento, deleitando su vista en cada una de las sensuales curvas que se apreciaban. Un culo elevado y muy bien redondeado, al que solo tapaba una fina tira de tela, las caderas amplias sin ser exageradas, seguidas por unos muslos estilizados rellenos de carne dura y piel tersa, y adornados en su centro con el pequeño triángulo del tanga. Las tetas, apenas tapadas con la fina tela de rojo pálido, le parecieron perfectas, sobre todo por los grandes pezones que se marcaban notoriamente.

– No crees que es algo descocado? Preguntó ella con sonrisa de niña tímida.

– Que va! Te queda muy bien! Venga, vamos al agua!

Dijo cogiéndola de la mano mientras sostenía dos grandes toallas en uno de sus hombros. El se había puesto un bañador tipo bóxer y Elena lo miraba con satisfacción orgullosa de su hijo. Tendieron las toallas en la orilla. El sol estaba ya cerca del horizonte marino pero la temperatura era estupenda. Apenas quedaba gente, al ser una zona de chalets no había aglomeraciones, más bien bastante espacio entre los bañistas. Entraron al agua hasta la zona donde les cubría por el pecho. Luis cogió a su madre por las manos y comenzaron a saltar las pequeñas olas que se formaban. Los dos reían y chapoteaban disfrutando de ese primer baño.

El sol iba desapareciendo por el horizonte de un color rojo ardiente y Luis sugirió a su madre.

– Túmbate boca arriba y yo te llevo con mis manos. Así podrás disfrutar mirando la puesta de sol.

Ella accedió sin ningún problema y se tumbó mirando hacia la puesta de sol. Notó las manos de Luis sujetando su espalda y parte de su culo, pero no le dio importancia. El la balanceaba y la elevaba cuando llegaba alguna ola, y Elena estaba disfrutando como una niña pequeña.

– Te gusta? Le dijo el mientras movía las manos bajo el agua tocándola la espalda y el culo.

– Si, si! Dijo ella con entusiasmo.

– Pero no dejes que me hunda, jajaja! Rió con ganas.

Sentía una de las manos de su hijo manoseaba bajo su culo, pero siguió sin atreverse a decirle nada, se sentía bien y no quería reconocer que en el fondo le estaba gustando ese pequeño sobo. Podía ver por el rabillo del ojo, mientras miraba la puesta de sol, como Luis miraba sus hermosas tetas, y su mirada le inquietaba y a la vez le gustaba. Que un chico joven, aunque fuera su hijo, admirara sus tetas la reconfortaba, la hacía sentirse sexy, atractiva, incluso llegó a pensar que también deseada. Pero borró rápido esos pensamientos. “ Una madre no puede pensar así de su hijo “. Se dijo así misma.

El sol se escondía poco a poco y la vista seguía siendo preciosa. Luis soltó a su madre para cogerla por debajo de las axilas.

– Ahora te subiré cuando vengan las olas! Le dijo con dulzura.

Ella sintió las dos fuertes manos bajo sus brazos y como los dedos llegaban a tocar la piel mojada de sus tetas “ Bueno, estamos jugando! “ pensó mientras se dejaba llevar. El la levantaba con facilidad cada vez que llegaban las continuas olas y ella reía a cada impulso sintiendo como rompían suavemente contra su cuerpo. Las manos de Luis cada vez avanzaban más y podía sentir como ya abrazaba sus tetas. “ Era su hijo. Que le iba a decir! Estaba jugando con ella y los dos se divertían! “ Se decía a si misma intentando negar que le estaba gustando más de lo que hubiese esperado. El sol se puso por completo dejando una estampa de fondo ardiente.

– Vámonos ya! Dijo Elena.

– Tenemos que secarnos y vestirnos para cenar!

Luis volvió a coger a su madre de la mano y los dos salieron juntos del agua. Ya por la arena, Luis dejó a su madre que fuera delante, quería verla por detrás moviendo su delicioso culo. Notaba que cada vez se sentía más atraído por ella, pero no se lo podía confesar. Su mente le decía que era demasiado fuerte decirle algo así. Meditó unos segundos en la frase que habría utilizado en sus pensamientos. “ Que deliciosa estás mamá!“. Se dio cuenta que era una frase para salir del paso, realmente lo que sentía era deseo, pero no se atrevía ni a pronunciarlo. “ Qué pensaría su madre si le decía que la deseaba! “ Ahora sus pensamientos iban siendo más claros al quitarles los remilgos. El movimiento del culo de Elena le pareció tremendamente sexy al verla subir los tres escalones del jardín hasta la puerta de la casa. Sacudió la cabeza e intentó dejar de mirar.

Se ducharon y se pusieron ropa veraniega para salir a cenar. El una camiseta y unas bermudas, y ella un vestido de licra negro con algunos brillos. Le llegaba hasta la mitad de los muslos y el escote era bastante generoso.

– Voy así bien? Le preguntó a Luis. El la miró y volvió a sentir ese deseo que intentaba borrar de su mente.

– Esplendida! Dijo intentando no pensar. – He reservado una mesa en un sitio que tiene una amplia terraza y hay una actuación durante la cena y después una banda toca para quien quiera bailar! Comentó Luis.

– Veo que has pensado en todo! Me parece estupendo, pero ya sabes que yo eso del baile suelto…

-Tranquila, tocan de todo, suelto y también lento. Es un sitio tranquilo y romántico.

Llegaron andando pues estaba cerca. La entrada era amplia, flanqueada con un par de robustas columnas a los lados. El metre les condujo por un amplio pasillo hasta llegar a un gran jardín. Bajaron varios escalones y pisaron el césped donde estaban las mesas. Se veían bastantes, y cada una de ella alumbrada por una vela en el centro, protegida dentro de una lámpara. Algunas de ellas ya estaban ocupadas por los comensales. En un lateral se veían los instrumentos donde tocarían posteriormente los músicos. Llegaron a la que les habían reservado y el metre les hizo una seña amable para que tomaran asiento. Luis no pudo evitar mirar a una de las mesas de al lado en la que había sentada una chica de unos veinte años con una gran melena rubia bastante despampanante. Un pequeño top y una falda corta dejaban ver sus sensuales curvas, sobre todo sus tetas de un tamaño considerable. Le acompañaban una pareja, que por la edad, podrían ser sus padres. Elena se dio cuenta de cómo la miraba su hijo y sonrió discretamente.

– Es un sitio precioso! Comentó Elena.

– La verdad es que sí! Lo vi en las fotos y pensé que te gustaría!

– Pues si, me gusta mucho! Aunque… no crees que es demasiado romántico? Le susurró ella acercándose para que no la oyeran el resto de comensales.

– Bueno, estaré… algo romántico! Jajaja! Rió el desenfadadamente y añadió. – No puedo ser romántico con mi madre?

Elena vio como brillaban los ojos de su hijo a la suave luz de las velas, y no sabía que contestar. No quería pensar que su hijo la estaba seduciendo, pero le parecía demasiado evidente. Bueno, estaban de vacaciones y pasándolo bien, se dejaría llevar sin darle más vueltas.

– Todo lo romántico que te apetezca! Se atrevió a decir dándole un beso en la mejilla.

Llegó el camarero con lo que habían pedido y se pusieron a cenar. Al instante comenzó a sonar una música suave que les acompaño durante toda la cena. Hablaron, rieron, cuchichearon mientras comían, sintiéndose los dos muy a gusto. Luis había aprovechado a mirar a la chica rubia de la mesa de al lado en varias ocasiones, y en alguna de ellas habían coincidido lanzándose alguna sonrisa. No habían acabado de cenar cuando vieron salir algunas parejas al centro del jardín donde había una pista que parecía de mármol finamente tallado.

Pidieron unas copas mientras veían bailar a la gente, unos sueltos, otros agarrados, la música permitía los dos estilos. Una columna alta en el centro de la pista sostenía unas luces enfocadas hacia abajo que hacían que la zona de la pista cambiará de colores. La luz era suave y la pista no se iluminaba por completo dejando entre sombras a la gente que bailaba, en el fondo era para darles algo de intimidad. Después de un par de tragos Luis agarró la mano de su madre.

– Venga, vamos a bailar!

– Noo, ya sabes que no se me da muy bien y me da algo de vergüenza!

– A casi nadie se le da bien! No ves que lo que hace la gente es divertirse. Lo de menos es bailar bien!

– Valeee! Aceptó finalmente ella.

Salieron y de camino a la pista y Elena vio como los miraba la chica rubia. Se pusieron a bailar agarrados de una mano dando pasos sueltos. Al momento comenzaron a reírse de su propio baile, pero la música cambió y una canción lenta y romántica comenzó a sonar. Luis agarró a su madre por la cintura, sin darle opciones, invitando a que ella pusiera las suyas sobre sus hombros. Comenzaron a moverse lentamente entre las sombras, las luces había disminuido y ahora se veía menos. Las zonas de las mesas estaban más iluminadas que la pista. Elena noto como las manos de Luis abrazaban su cintura y pegaba su pelvis a la de ella. Su hijo la tenía entre sus brazos y sus manos recorrían lentamente su espalda. Podía notar las yemas de los dedos rozar su piel a través de la fina tela de licra, y sentía como metía la pierna entre sus muslos en cada giro. No sabía si decirle algo o tan solo dejarle seguir.

– Me gusta bailar contigo, mamá! El susurro de Luis en la oreja la sacó de sus pensamientos.

– A mi también me gusta, aunque no se me de muy bien!

Luis entendió la respuesta como un asentimiento. Y la apretó más contra él, a la vez que una de sus manos bajaba hasta la mitad del culo y lo sobaba con suavidad. Elena comenzó a ponerse nerviosa, miró a la mesa de la chica rubia y vio que intentaba verlos entre las sombras.

– Esa chica no deja de mirarnos! Dijo Elena.

– Le gustará como bailamos! Contestó Luis para salir del paso.

– Creo que sería mejor que fueras a invitarla a bailar! Dijo Elena soltándose de el y tirando de su mano para ir hacia la mesa.

– Bueeeno! Contestó con algo de decepción.

Elena se sentó y Luis se acercó hasta la mesa y muy educadamente.

– Disculpen que les interrumpa! Dijo mirando a los tres, después dirigió la mirada a la chica.

– Me llamo Luis. Te apetece bailar?

– Yo Estela, y sí, me apetece!

Dijo con una amplia sonrisa a la vez que se levantaba. Cuando llegaron a la pista, el le puso las manos en la cintura y ella se agarró a su cuello pegándose al cuerpo con descaro.

– Son tus padres? Preguntó Luis.

– Si, claro!

– Lo digo por si se molestan porque nos peguemos demasiado!

Le susurró Luis con una sonrisa cínica mientras sentía las grandes tetas pegadas a su pecho.

– Tranquilo, son bastante liberales y yo ya soy mayorcita. A veces voy con ellos de vacaciones porque son divertidos… y también pagan ellos, jejeje! Sonrió al final de la frase.

Estela era algo más baja que su madre, pero sus dimensiones eran exuberantes, unas tetas grandes y compactas que podía sentir contra su pecho y un culo grande y robusto seguido de dos potentes muslos. Notaba la piel caliente y suave de la mejilla pegada parcialmente a la suya y Luis sintió que se excitaba levemente. El padre de la chica le hizo señas a Elena para que le atendiera.

– Ven, siéntate con nosotros mientras bailan los chicos! Le dijo el con una sonrisa encantadora.

– No, da igual!

– Venga, ven aquí y charlamos un rato! Insistió el.

Finalmente, Elena se levantó y se sentó con ellos.

– Me llamo Carlos, y ella es mi mujer, Amanda!

– Encantada! Yo me llamo Elena y soy la madre de Luis! Sonrió Elena dándoles la mano.

Estela se apretaba más a cada momento y Luis no podía evitar que su miembro comenzará a endurecerse. Luis se sentía algo incómodo por la situación.

– Como de liberales? Estela despegó su mejilla para mirarle a los ojos.

– Más de lo que te puedas imaginar!

Le dijo poniendo sensualidad en cada palabra. Cuando acabó la frase dejo los gruesos labios a pocos centímetros de los de Luis. El entendió que se los estaba ofreciendo y los beso con suavidad. Los despegó y ahora fue ella la que acercó los suyos abriendo la boca para buscar su lengua. Luis sabía que desde la mesa era difícil distinguirlos y decidió corresponder a la boca de Estela con un beso largo y profundo. A la vez bajo sus manos para agarrar y apretar el hermoso y sensual culo de la chica. Eso provocó que ella se apretara aún más contra él.

– Me gusta como besas! Susurró ella cuando despegaron los labios.

– Seguro que esto no les molesta? Insistió el.

– Seguro! Repitió ella. – Además, han invitado a tu madre a que se siente con ellos y se les ve entretenidos, porque supongo… que es tu madre!

– Si, así es. Se ha separado de mi padre hace unos seis meses y he decidido pasar con ella estás primeras vacaciones.

– Es guapa. Y tiene buen tipo! Dijo Estela mirando hacia la mesa.

– Pues si! Asintió orgulloso Luis.

– Y además, es estupenda!

Estela le acariciaba el cuello mientras se mantenía pegada a él.

– Os he visto bailando y … se nota que os queréis!

Luis se puso algo tenso al pensar si podría haber visto que le tocaba el culo a su madre, pero Estela no le dejo pensar demasiado. Volvió a besarle, pero ahora de una forma más húmeda y lasciva mientras movía la pelvis contra la de él para notar su miembro. Luis ya clavaba los dedos en su culo sobándolo en toda su amplitud. Aquella chica sensual le estaba excitando a gran velocidad.

– Vamos a buscar un sitio con más intimidad! Que te parece?

Era una pregunta tras una afirmación que dejó a Luis algo perplejo. Finalmente reaccionó.

– He venido con mi madre y no pienso dejarla aquí colgada!

– Solo será unos minutos. Podemos decir que vamos a tomar algo al otro jardín!

– Hay otro jardín?

– Si, con música algo más movida que esta, pero solo es una escusa.

– Y dices que… unos minutos? Preguntó Luis algo incrédulo.

– Creo que hoy… con unos minutos será suficiente!

Sonrió ella con picardía a la vez que le pasaba la mano sobre el pantalón con disimulo.

– Parece que esto ya está a punto!

Volvió a sonreír a la vez que le daba un beso rápido sobre los labios y tiraba de él agarrándole la mano.

– Que tal chicos? Lo estáis pasando bien? Preguntó Carlos al verles llegar.

– Si papá. Nos vamos un rato al otro jardín a tomar algo. Hay música más movida! Contestó Estela.

– Pero no tardéis mucho! Añadió Elena. – Tranquila mamá! Solo será una copa!

Y casi antes de acabar la frase, Estela tiro de Luis. Le condujo por el ancho pasillo hasta salir a la calle. Algunas farolas iluminaban parcialmente y Estela le llevó a lo largo de la valla del restaurante hasta llegar al final. La luz de la luna iluminaba una zona sin construir a la que daba la valla del restaurante, siguieron la valla hasta llegar a la parte trasera. Se oía la música en la semioscuridad en la que estaban, mezclada con el leve rugido de las olas ar romper en la orilla. Estela puso su espalda contra la valla y tiro de Luis hacia ella hasta sentirle totalmente pegado a su cuerpo. Se abrazó a su cuello y lo beso ardientemente, la lascivia parecía manar por los poros de su piel. Luis bajo sus manos y las metió bajo la corta falda sintiendo la dura carne del gran culo de Estela. Lo apretó con ganas mientras sentía la lengua de la muchacha lamiendo el interior de su boca. Ella no tardó en bajar una de sus manos y empezar a sobar la bragueta de las bermudas que llevaba Luis. El dejo de besarla para bajar con su boca hasta el cuello, lo lamió como si fuera un perro sediento, pero la chica, impaciente, le dirigió hasta sus grandes tetas. Se bajó el top con facilidad y los grandes pezones afloraron erectos y amenazantes. Luis los palpó con sus labios, después los lamió con deseo hasta mojarlos de saliva caliente.

– Chúpame los pezones! Dijo ella impaciente mientras desabrochaba los bermudas a gran velocidad. Sacó el miembro, ya muy duro y tieso, y lo palpó con sus delicadas manos.

– Ufff, no está nada mal! Dijo con agradable sorpresa.

Estaba muy excitada e impaciente, parecía quererlo todo ya.

-Te gustan mis tetas? Preguntó mientras sobaba el miembro con cierta ansiedad. Luis asintió mientras succionaba uno de los grandes pezones.

– Chúpamelos más fuerte! Dijo con excitación.

Luis le hizo caso y succionó con ganas, como si quisiera sacar leche de esas grandes tetas.

– Así, asiiii! Estela parecía no poder dejar de hablar.

– Que polla más dura tienes, diossss! Como me gusta tocártela, joder! Que guarra me estás poniendo! La de mi padre es más grande, pero la tuya no está nada mal!

Luis dejó de chuparle los pezones y levantó la cabeza.

– Que has dicho?

– Nada, nada! Es una larga historia. Ya te la contaré en otro momento!

Contestó ella y se agachó con rapidez. A Luis no le dio tiempo a pensar más, al momento se le nublo la mente sintiendo las chupadas que Estela había comenzado a dar a su polla. Los grandes labios, carnosos y sensuales, succionaban la polla con ansia, y Luis comenzó a jadear con las manos sobre la cabeza de la chica. Fue un largo y delicioso minuto, pero Estela paró de chupar antes de que se corriera. Se levantó y agarró de nuevo el miembro con su mano.

– Vamos, métemela! Métemela!

Jadeó a la vez que ponía el miembro empapado en saliva entre sus robustos muslos. Luis la seguía como un autómata y lo único que tuvo que hacer fue empujar. Ella sujetaba el miembro entre los abultados labios de su coño, y el duro capullo penetró con facilidad. Estela abrió más las piernas, que sujetaba haciendo equilibrios sobre los altos tacones, y la dura polla penetró aún más. Se había agarrado al culo desnudo de Luis, con los bermudas medio bajados, y lo apretaba con intensidad clavándole los dedos a la vez que lo intentaba mover adelante y atrás.

– Vamos! Vamos! Aprieta! Dame fuerte! Joder, que caliente estoy! Diossss, como me has puesto!

Luis movía sus caderas entre excitado y asombrado, decía que la había puesto caliente, pero el apenas había hecho nada. Estela acabo contagiándole su excitación y su deseo, y Luis comenzó a embestir con más ganas. El culo de Estela se aplastaba contra la pared en cada empujón, y su boca jadeaba sonora e impulsivamente sobre su oreja.

– Muérdeme los pezones!! Casi le gritó entre gemidos y jadeos.

Luis, como anteriormente, no dudó en hacer lo que le pedía, además, esos duros y gordos pezones eran muy apetecibles. Comenzó a succionarlos y morderlos sin dejar de embestir con todo su cuerpo, sentía su polla penetrar profundamente entre la carne suave y jugosa de la vagina, y eso le provocaba el deseo de devorar con más fiereza los duros y gordos pezones.

– Sigue, sigue! Me voy a correr! Diossss, no pares! Lléname el coño de leche! Más fuerte!

-Ahhhg! Ahhhg! Ahhhg! Estela, prácticamente rebuzno mientras se corría y la polla de Luis reventaba en ese momento soltando un gran chorro de leche. – Ahggg! Ahggg! Jadeó él al sentir salir los chorros calientes y espesos. Dejo de chupar los pezones para respirar mientras ambas bocas emanaban jadeos a escasos centímetros. Los labios se acabaron juntado según se relajaban sus cuerpos. Se fundieron en un largo y profundo beso mientras los fluidos rebosaban entre los poderosos muslos de Estela. Se separaron todavía con cierta excitación y Estela sacó unos pañuelos del bolso que llevaba colgado y se limpió entre las piernas.

– Uffff, vaya corrida chico! Parece que tenías mucha leche acumulada! Dijo graciosamente.

Cuando acabó de limpiarse, se colocó la ropa y le volvió a besar.

– Ha estado genial! Te gustaría repetir otro día? Le preguntó sin darle opción a decir su opinión.

– Ufff, si que ha estado bien! Dijo el antes de responder a la pregunta. – Me encantará repetir! Dijo después de unos segundos en los que ella esperaba ansiosa su respuesta.

– Pero… quizás en otro sitio más cómodo, y con más tiempo! Dijo finalmente.

– Por supuesto! Dijo ella con la felicidad de una niña que acaba de recibir un regalo.

Comenzaron a caminar de vuelta al restaurante.

– Oye, que has dicho sobre la polla de tu padre y la mía? Preguntó Luis de sopetón al acordarse de la frase que ella había soltado en plena euforia.

– Pues eso, que mi padre la tiene algo más grande, pero la tuya se pone muy dura!

– Se la has visto a tu padre dura? Preguntó Luis cada vez más asombrado. Estela sonrió con cierta malicia.

– Algo más que… vérsela! Respondió con naturalidad. Luis ya no sabía si seguir preguntando, pero la curiosidad le corría. – Puedes explicarme qué es ese… “algo más”!

-Bueno, de una forma sencilla te puedo decir, que en mi casa nos gusta disfrutar del sexo, y el parentesco no es un impedimento!

Volvió a responder con la misma naturalidad. Luis ya no dijo nada hasta llegar a la mesa donde estaban los respectivos padres.
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,361
Puntos
113
 
 
 
—Que tal lo habéis pasado? Preguntó Carlos antes de que se sentarán.

—Muy bien papá! El ambiente estaba muy animado!

Después conversaron algo más de cosas banales y decidieron marcharse.

Anduvieron juntos parte del camino hasta llegar al chalet donde residían Estela y sus padres. Se despidieron cordialmente con sendos besos en las mejillas y Elena y Luis continuaron. Estaban realmente cerca, tan solo dos chalets los separaban.

—Lo habéis pasado bien, entonces?

Preguntó Elena a su hijo al verle algo pensativo.

—Si, si! Muy bien! Dijo el sentándose en el sofá a la vez que encendía la tele con el mando.

—Vale, pues voy a cambiarme!

—No, no! Quédate así, que estás muy guapa! Dijo Luis.

—Siéntate, te prepararé una copa! Añadió.

Elena pensó que quería contarle algo y se sentó mientras el preparaba dos copas. Volvió con los dos vasos llenos de hielo a los que les había añadido un par de dedos de whisky. Se sentó junto a su madre en el sofá y le pasó uno de los vasos.

—Te ha gustado el sitio? Preguntó Luis.

—Me ha encantado, y lo he pasado muy bien! La verdad es que esa pareja eran muy agradables y simpáticos!

—Si, Estela también lo es! Después de las breves palabras se hizo un leve silencio.

—Te he visto muy acaramelado con ella! Dijo la madre dándole un golpecito cariñoso en el vientre. Luis sonrió y pensó en lo que iba a decir.

—Bueno, nada más comenzar a bailar se me ha pegado como una lapa, jejeje! Rió con cierta picardía.

Elena dejo que pasarán unos segundos y volví a preguntar.

—Y después… que ha pasado? Luis la miró con ojos pícaros.

—Estás segura que quieres que te lo cuente?

—Si, claro, pero solo si te apetece.

—Pues… —hizo una breve pausa para ver cómo se lo decía —hemos ido fuera del restaurante, o mejor dicho, ella me ha llevado. Nos hemos ido a la parte de atrás, que no había casas y… —la miró con ojos de pilló antes de seguir —hemos echado un polvo bestial! Dijo finalmente. —Vaya! dijo su madre intentando mantener la compostura.

—Esto si que ha sido llegar y besar el santo! Pudo decir finalmente.

—Pues si! Dijo el mirando a la tele. Después volvió a mirar a su madre.

—Pero lo que más me ha gustado es bailar contigo!

Elena percibió el chispeo que había en los ojos de su hijo. Esa pequeña frase contenía más palabras de las que se habían oido. Cada vez tenía más claro lo que él le quería transmitir, aunque su mente lo negara. Le miraba con un cariño especial, pero sus sentimientos eran contradictorios.

—Me apetece bailar contigo otra vez! Dijo Luis de repente.

Elena le miró algo sorprendida mientras le veía coger el móvil para buscar música. —Bueno, por qué no!

Pudo articular finalmente. Al momento una música romántica comenzó a sonar. Luis se levantó y ofreció la mano a su madre para que se levantara. La llevo al centro del salón y la agarró por la cintura con suavidad a la vez que ella le ponía las manos sobre los hombros. Sus pies comenzaron a moverse con lentitud mientras Luis acercaba la mejilla a la de su madre. Ella la aceptó acomodando la suya a la vez que subía más sus brazos hasta poner las manos tras el cuello de Luis.

—Me gusta mucho estar cerca de ti! Susurró él al oído de Elena. Ella no sabía que decir y al cabo de unos segundos

—A mi también me gusta estar contigo! Dijo en el mismo tono de susurro. Era una situación algo incómoda para Elena, pero en el fondo se sentía bien. Las manos y el cuerpo de su hijo le proporcionaban un calor humano que no sentía desde hace tiempo. Las mejillas pegadas eran como la caricia de un oso de peluche cuando lo abrazas contra tu cara. Noto como movía la cabeza y sintió los cálidos labios en su cuello, eran dulces, suaves y tiernos. Su cabeza le decía que parara, que la situación se podía complicar, pero su cuerpo le pedía seguir, dejarse llevar. Los pasos eran lentos y sus cuerpos apenas se desplazaban, pero cada vez estaban más pegados. Elena podía sentir sus tetas pegadas al fornido pecho de su hijo, y como los labios iban humedeciendo su cuello. Se oía el rumor de las olas al romper acompañando la suave música, y Elena cada vez se sentía más excitada. Las manos de Luis se movieron lentamente y Elena noto como descendían por su cintura hasta llegar al culo. No se atrevía a pararle y cerró los ojos como para intentar no ver lo que sentía. Pero las manos de Luis no pararon y noto como sobaba su culo por encima de la fina tela de licra. La pelvis de Luis se pegó más a la suya y pudo sentir lo duro que ya tenía el miembro. “ Ufffff, esto se está complicando! “ se dijo así misma. Era el primer día de vacaciones y no quería disgustarle con un rechazo, no sabía cómo pararle sin que se sintiera mal. Noto como las manos subían su vestido por la parte trasera a la vez que le acariciaba sus nalgas. Era su hijo y lo quería con locura, pero esto quizás no era lo adecuado. Su mente no paraba de pensar que hacer mientras sentía como su cuerpo se excitaba cada vez más. Pensó que el mayor problema era que le estaba gustando, que su hijo la estaba excitando, algo que no recordaba cuando fue la última vez que le pasó. Luis volvió a mover la cabeza y se encontró con sus labios rozando los suyos. Notó como le temblaba todo el cuerpo al sentir los labios de su hijo.

—Además de ser tu madre, no crees que soy algo mayor para ti? Pudo decir antes de que la besara.

—Cuando te miro no veo tu edad, simplemente veo una mujer estupenda! Te mereces toda una tarta, y en esa tarta, yo puedo ser una porción!

Siguieron moviéndose lentamente con los labios rozándose.

—Puedes bajar un poco la luz?

Es lo único que pudo responder Elena. Luis se separó a gran velocidad y encendió una lámpara de rincón, después apagó la luz del techo y volvió a rodear a Elena con sus brazos.

—Así mejor? Susurró contra sus labios.

—Si, mejor! Dijo ella volviendo a notar el miembro duro contra su pelvis. Finalmente decidió entregarse, se había cansado de luchar contra si misma.

—Estás seguro de lo que vas a hacer? Preguntó cómo último recurso.

—Lo deseo con toda mi alma! Contestó el con los labios casi pegados.

Elena abrió levemente los suyo y Luis no dudó en penetrar con su lengua. El beso comenzó suave y tierno, y poco a poco se fue haciendo largo, profundo y lascivo. Elena se abrazó más a su cuello mientras sentía como le apretaba el culo. Notaba como se iba excitando más, después de abandonar el rechazo de su propia mente. Llevaba dos años sin que la tocará un hombre y sentía que su cuerpo se lo pedía, y que mejor hombre que su propio hijo. Estaba yendo despacio, con dulzura y a la vez podía sentir su deseo, su pasión, y eso la excitaba más, y a la vez le provocaba más deseo. Luis fue bajando con su boca por el cuello, después por el generoso escote, a la vez que con una mano tiraba del vestido hasta descubrir una de sus hermosas tetas. El pequeño sujetador apenas la cubría, y el duro y erecto pezón salió por encima de la tela. La lengua de Luis lo lamió con dulzura y sus labios lo succionaron con delicadeza hasta sacar unos gemidos de la boca de Elena. Ella fue bajando su mano con timidez hasta encontrar la bragueta abultada de Luis. Percibió un escalofrío al sentir el miembro a través de la tela, fue una sensación extraña, a la vez que excitante, era su hijo, pero no podía parar. Luis bajo el otro tirante del vestido y en la luz tenue del salón contempló las dos maravillosas tetas de su madre. Alguna vez las había visto, a hurtadillas por el filo de la puerta de su habitación cuando se cambiaba de ropa, pero ahora las tenía frente a sus ojos, unos ojos que brillaban con ráfagas de lujuria. Sus pasos se hacían cada vez más lentos en la penumbra del centro del salón. La música, la luz de la luna penetrando a través de la doble puerta del jardín, el rumor de las olas y los cálidos gemidos, envolvían la estancia de una forma especial.

Elena se atrevió a desabrochar el bermudas de Luis, que lentamente fue resbalando por sus piernas hasta caer al suelo. Con movimientos lentos y suaves de sus pies se deshizo de él, quedándose con los bóxer y la camiseta. Luis lamía y succionaba los dos duros y erectos pezones provocando continuos gemidos a su madre. Ella sentía ascender el calor en todo su cuerpo, y a cada segundo que pasaba disfrutaba más de ese momento. Metió la mano entre los bóxer y abrazó con sus finos dedos el miembro de Luis. Se mordió el labio inferior al sentirlo en su mano, reprimiendo las ganas de apretarlo. Luis fue tirando del vestido hacia abajo hasta dejarla con el torso desnudo. Lo acarició, lo sobo y disfruto de cada roce de sus dedos. Tiro más del vestido hasta traspasar las caderas y lentamente la fina tela fue escurriéndose por las piernas hasta caer al suelo. Elena también se deshizo de él levantando levemente sus pies con movimientos suaves. Las manos de Luis comenzaron a subir y bajar por todo el cuerpo semidesnudo de su madre, tocando sus tetas, sus muslos, su culo, haciendo que aumentará una poderosa excitación con cada roce de sus dedos. Había pasado del rechazo a la aceptación, y ahora de su mente había desaparecido la nube que la turbaba. Luis paso las manos por la espalda y le desabrochó el pequeño sujetador, ella extendió parcialmente los brazos y Luis lo caco a través de ellos lentamente, con la mirada clavada en los hermosos pechos.

—Que cuerpo más delicioso tienes, mamá!

Dijo Luis separándose un poco sin poder evitar que cierta lujuria flotara en sus palabras. Elena se ruborizó pero Luis no pudo verlo dado la escasa luz. “ Esto no está bien! “ Se repitió en su cabeza, pero en el fondo no le apetecía parar, tampoco provocaría nada, tan solo le dejaría hacer. Luis puso las dos manos sobre las dos hermosas tetas sin dejar de admirarlas, las tocó con suavidad, las sobo con delicadeza, pasando las yemas de los dedos por los ya duros pezones mientras ella con los ojos cerrados solo sentía. Después volvió a mirar todo el cuerpo desnudo de su madre. En sus ojos parecía como si viviera un sueño, un sueño deseado desde hace tiempo, y quería ir despacio, paso a paso, disfrutando de cada segundo. Cogió una mano de su madre y la levantó invitándola a que se fuera girando lentamente. Ella abrió los ojos y vio el deseo en los de su hijo, le complació, y fue girando despacio mientras el disfrutaba de la maravillosa visión del cuerpo desnudo, tan solo cubierto por el pequeño tanga. Cuando quedó de espaldas a él, Luis se acercó de nuevo pegándose al cuerpo de Elena. Pasó las manos bajo sus brazos hasta alcanzar el vientre, lo acarició mientras le besaba el cuello dejando un rastro húmedo por donde pasaba su lengua. “ Esto no está bien! “ volvió a repetirse Elena en su cerebro.

—No te gustan las chicas jóvenes, como Estela? Intentó de nuevo persuadir a su hijo.

—No es igual, mamá! Dijo con cierto fervor.

—Lo que siento por ti no es comparable con lo que pueda sentir por una chica de mi edad!

Luis reflexionó unos segundos antes de continuar.

—A ti te conozco de toda la vida, y te adoro como madre, pero… llevo deseándote desde hace tiempo, y es un deseo especial, que me invade cada día. Cada minuto que pasó contigo ese deseo es más ferviente, y a la vez un castigo el no poder tocarte, acariciarte, sentir tu piel, tus labios, el calor de tu cuerpo! Elena sintió como sus piernas temblaban levemente, las relaciones con su exmarido habían sido buenas al principio, pero no recordaba que ni en los mejores momentos le dijera algo así. Antes de conocer a su marido había tonteando con algún chico, pero sin llegar al sexo. Después conoció a su marido, se casaron y vivieron dos años en un idilio antes de que naciera Luis. En esos dos años el sexo fue bueno, y probaron casi de todo, aunque cuando se fue enfriando, Elena sentía que no había sido lo suficientemente bueno. Ahora, su hijo la estaba tocando y besando y parecía sentir algo que no había sentido antes. Noto como el miembro duro de Luis se apretaba contra su culo mientras la acariciaba y la besaba, y podía sentir en su aliento ese deseo que le había expresado.

—Vamos a la habitación! Dijo ella negando parte de sus pensamientos.

Se tumbó sobre la cama mientras Luis se deshacía de los bóxer quedando completamente desnudo. Había encendido la pequeña luz de la mesilla de noche y pudo contemplar su cuerpo joven y atlético, además del miembro duro y erecto que sobresalía notablemente. Ella mantenía su tanga puesto, cuando Luis se recostó a su lado y comenzó a acariciarla, después siguieron los besos, besos que fueron pasando del deseo a la lujuria. Elena notaba como lamía y soba su cuerpo, lamidas calientes y húmedas que iban embadurnando su piel de saliva. Busco con la mano el miembro que rozaba uno de sus muslos y volvió a sentirlo entre sus dedos. Decidió colaborar, y que no solo el fuera el que lo hiciera todo. Sus largos y finos dedos comenzaron a subir y bajar la fina piel que cubría la dura y venosa carne, y el miembro parecío endurecerse aún más. Luis había lamido chupado y succionado los pezones erectos, sacando algún gemido de su boca, y ahora bajaba con la lengua por su vientre en busca del pequeño triángulo de tela que tapaba el centro de sus muslos. Noto como la lengua de su hijo lamía la tela hasta que la sintió empapada, pero no solo de saliva, parte era flujo caliente del interior de su vagina que ya le ardía como el fuego de unas brasas, y que había salido entre los labios de su coño como la lava de un volcán. Luis tiró del tanga hacia abajo hasta sacárselo por los pies y Elena se sintió desnuda de cuerpo y también de mente. Se había depilado, pero tan solo para que el bello no se viera fuera de la tela. Una pequeña mata rizada, del color de su cabello, adornaba la parte alta del pubis y ahora se sintió algo abochornada pensando si no le gustaría a su hijo. No tuvo mucho tiempo, pues a los pocos segundos, Luis había metido la cara entre sus muslos y su lengua lamía los calientes labios genitales. La mente de Elena cada vez luchaba menos, esa lengua, esas lamidas de perro sediento, le parecieron maravillosas haciendo que su boca emitiera gemidos de placer.

—Ahhh! Ahhh! Ahhh!

Ya ni recordaba la última vez que su marido le había comido el coño, y esto le estaba pareciendo maravilloso. No pudo reprimirse, y una de sus manos agarró el pelo de Luis tirando relativamente fuerte de él cuando sintió como succionaba el clítoris.

—Ahhhg! Ahhhg, Ahhhg! Ahora los gemidos fueron más fuertes y su coño se empapó de flujo denso y caliente. La lengua de Luis lo lamió hasta que dejó de gemir y de inmediato repto por el cuerpo de su madre hasta sentir su miembro pegado al mojado coño. Era un momento que había esperado hace tiempo, y ahora lo quería disfrutar. Condujo la dura polla con una mano hasta sentir como el inhiesto capullo se insertaba entre los ardientes labios, la soltó y apretó con suavidad a la vez que cerraba los ojos para disfrutar más de la lenta penetración. —Ahhhh! El gemido de Elena fue largo al sentir como la dura polla la atravesaba abriéndose paso por su vagina, mientras notaba el aliento a escasos centímetros de su boca. “ Diosss, es la polla de mi hijo la que tengo dentro! “ pensó de una forma fugaz intentando entender ese momento. Los dos abrieron los ojos y se miraron, comunicándose con la mirada el deseo y el placer.

—Que ganas tenía, mamá!

—Calla! Dijo ella entre gemidos.

—Dime qué te gusta, por favor! Dijo el entre súplica y deseo.

Elena no podía negar que le estaba encantando pero no quería descubrir a su hijo el deseo que le estaba provocando.

—Claro que me gusta hijo! Contestó intentando no descubrir la espiral de lujuria en la que estaba entrando.

Luis comenzaba a mover sus caderas lentamente y su polla entraba y salía completa en cada movimiento. La excitación de Elena ya era constante, se había agarrado a la espalda de Luis como para no dejarle escapar.

—Te gusta? Preguntó Luis de nuevo con ojos chispeantes y la lujuria dibujada en su rostro.

—Siii! Ahhh! Siii! Ahhh! Afirmaba ella entre jadeos. Luis seguía disfrutando de cada penetración suave y lenta.

—Vamos! Vamos! Más deprisa!

Se atrevió a pedirle ella moviendo sus caderas completamente desinhibida. Elena sentía una fuerte excitación y quería más, quería llegar a ese punto de placer que apenas recordaba. Luis aumento algo el ritmo.

—Diosss, como me has puesto hijo! Sigue! Sigue! Ahhhg!! Ahhhg!!

Elena estaba clavando las uñas en la espalda de Luis y prácticamente rugía corriéndose como una fuente. Comenzaron a temblar sus piernas contagiando al resto de cuerpo. Su mente se nublaba cargada de un placer intenso, mientras Luis sonreía placenteramente a la vez que jadeaba sin parar su ritmo. La satisfacción de su madre la hacia suya y no quería parar, quería seguir viéndola así, jadeante, excitada y disfrutando de una manera como nunca la había visto antes. Las penetraciones cada vez eran más fuertes y profundas y se alargaron durante varios minutos más. Los gemidos y jadeos de Elena aumentaron de nuevo.

—Diossss, otra vez! Sigue! Sigue! Vas a hacer que me corra otra vez, joder! Gritaba de nuevo Elena sin parar de mover sus caderas. Luis notaba como su polla estaba a punto de estallar y sus embestidas ya eran sonoras y brutales. —Masss! Masss! No pares! Vamos! Ahhhg! Ahhhg! Ahhhg!

Los gemidos y jadeos de ambos llenaron la habitación mientras se corrían al unísono. La polla de Luis soltaba leche sin parar y en breves segundos el coño de Elena se desbordaba como una presa cuando se rompe. Sus cuerpos pegados se empaparon de fluidos densos y calientes, y la cabeza de Luis cayó sobre el hombro de Elena. Poco a poco el ritmo de las respiraciones se fue relajando, mientras Elena acariciaba la cabeza de su hijo sintiéndose tremendamente complacida y feliz.

—Me has dado un inmenso placer, hijo!

Susurró Elena contra la cabeza de su hijo apoyada en su hombro, pero él no la pudo oír, se había quedado profundamente dormido.-----

Cuando Luis se despertó ya no estaba su madre en la cama. Recordó lo ocurrido y su cara se iluminó con una gran sonrisa, había logrado su sueño. Se levantó y se puso los bóxer, salió al salón, muy iluminado por los rayos del sol de la mañana que penetraban implacables por el ventanal del jardín. Mientras acostumbraba sus ojos a ese vendaval de luz, apareció su madre con una bandeja con cafés y bollos procedente de la cocina. Una bata corta veraniega cubría su cuerpo y una sonrisa esplendida moldeaba su cara.

– Buenos días dormilón!

– Buenos días madre! Que buena pinta tiene el desayuno!

– Gracias! Agregó Luis dándole un beso corto sobre los labios.

– Gracias a ti, hijo!

Contestó ella con una sonrisa de complicidad. Se sentaron a desayunar y Luis quiso hablar de lo ocurrido durante la noche.

– Te gusto lo de anoche?

Ella dio un sorbo al café y le miró a los ojos. Quería quitarse la timidez y decírselo abiertamente, mirándole a la cara.– Si hijo, me gustó mucho!

– A mi también! - Dijo el – Me alegro que te gustará y disfrutaras!

Ella veía los ojos de su hijo pidiendo que le dijera más. Dio otro sorbo al café.

– Me hiciste disfrutar como hacía mucho tiempo que no disfrutaba! Y has despertado en mi cuerpo algo que llevaba escondido hace tiempo!

Añadió Elena con palabras lentas y penetrantes. La sonrisa de Luis se hizo más amplia.

– Haré todo lo que esté en mi mano para que te lo pases bien y disfrutes durante estas vacaciones!

Seguían mirándose a los ojos intentando adivinar cada uno los pensamientos del otro y el deseo casi se podía respirar.

Elena se acercó a su hijo y le dio un beso tierno en los labios. Los despegó para mirarle a los ojos y sentir el deseo con que la miraba, y seguidamente le dio otro beso, pero ahora fue largo y lascivo mientras sentía las manos de Luis sobándola.

– Que haremos hoy? Preguntó ella para saber las intenciones de su hijo.

– Bueno, hemos venido a la playa, a si que… nos bajaremos y tomaremos el sol por ser el primer día! Dijo Luis de una forma alegre.

– De acuerdo! Iré a ponerme el bikini! – Cual te vas a poner? Preguntó Luis. Ella sonrió.

– Elígelo tu!

Luis se acordó de uno rojo que le había llamado la atención.

– Creo que el rojo te quedará estupendo. Recojo la mesa mientras te lo pones!

Luis llevo la bandeja a la cocina y fregó las tazas. Cuando volvió al salón, Elena ya estaba en el con el bikini puesto. – Ummm! Que bien te queda madre! Dijo abriendo los ojos. Elena se giró sobre sí misma para que la vista fuera completa y Luis sintió como el deseo volvía a ocupar su mente. Se acercó hasta ella y sin darle opción, la besó en la boca, primero un beso corto que acabó convirtiéndose en uno largo lleno de calor y humedad. Él le había rodeado por la cintura y ella no dudó en rodearle el cuello con sus brazos. Al cabo de unos segundos, Elena noto como los bóxer se abultaban contra su pelvis y despegó los labios suavemente.

– Para, para! No querrás salir a la playa así! Le dijo sonriendo.

- Contigo a mi lado, no me importa salir de cualquier manera! Dijo Luis atravesándola con la mirada.

Elena se acordó de lo dulce y cálido que había sido con ella la noche anterior y la sensibilidad que había tenido para hacerla disfrutar. Pensó que ahora le tocaba a ella hacer que él disfrutara.

- Ven, siéntate! Le dijo poniéndole una silla, y antes de que lo hiciera le bajó el bañador.

Luis se quedó sorprendido, pero no dijo nada. Vio como su madre se quitaba el sujetador del bikini mirándole con ojos lascivos y sonrisa pícara. Después se inclinó agarrándose las tetas y con ellas envolvió su polla. Luis dio un respingo al sentir esa deliciosa carne abrazar su miembro. Elena sacó la lengua y comenzó a lamer el capullo mientras masajeaba la polla con sus tetas. Después de un buen rato de lamidas y masaje, abrió la boca y engulló el hinchado glande, lo succiono con suavidad varias veces, y avanzó con los labios pegados al tronco venoso. Los jadeos de Luis se hicieron rápidamente sonoros y Elena dio varias chupadas aumentando el ritmo. Al momento sintió un chorretón llenando su boca, seguido de otro y otro… Tragó un poco, pero la mayoría se desbordó entre sus labios cayendo por la barbilla. Se acabo sacando la polla de la boca con una leve tos.

- Lo siento cielo! No me lo esperaba tan pronto y he perdido práctica!

- Pero qué dices mamá! Ha sido genial!

Elena sonrió mientras se limpiaba la cara del líquido denso.

- La próxima vez será mejor! Dijo Elena.

- Ahora si podemos ir a la playa! Jajaja! Rio finalmente.

- Voy a ponerme otro bañador! Dijo Luis eufórico.

Salieron atravesando el jardín y cruzaron la estrecha calle que separaba los chalets de la arena de la playa. Había poca gente y pudieron elegir una zona al lado del agua. Tendieron las toallas y se tumbaron sobre ellas. El cielo se veía de un azul intenso y el sol ya comenzaba a calentar. – Me das crema solar? – Por supuesto, mamá!

Elena se tumbó boca abajo y Luis vertió un chorro sobre el centro de su espalda y comenzó a repartirla lentamente por toda la piel. Elena cerró los ojos y disfrutó de la frescura de la crema y del sobo de las manos de su hijo. Ahora notaba cómo se estimulaba su cuerpo al mínimo contacto. Luis vertió algo más sobre las piernas y volvió a repartirla lentamente con sus dos manos. Elena sentía como presionaba con suavidad sus muslos, y como llegaba con los dedos por la zona interior de ellos, después pasó al culo, tan solo cubierto con la fina tira de tela del tanga, que más que cubrirlo, se insertan entre los dos glúteos. Noto como la mano de su hijo se deleitaba pasando de una nalga a la otra. Le apretaba el culo y volvía a sobarlo bajando lentamente por los muslos. Elena pensaba lo que había cambiado su mente desde el día anterior, por la noche, en el restaurante, intentaba parar a su hijo y ahora el sobo que le estaba dando, no solamente le gustaba, sino más bien lo deseaba llegando a sentir una agradable excitación.

– Hola! Dijo una voz femenina. Los dos volvieron la cabeza a la vez, era Estela que se acercaba caminando por la orilla con una toalla en la mano. La chica rubia de la noche anterior llevaba un pequeño tanga naranja y las dos grandes tetas al aire, una visión que perturbó ligeramente la mente de Luis.

– Que tal Estela? Preguntó Luis.

– Bien! La verdad es que me he venido paseando a ver si te veía!

– Pues aquí estoy, con mi madre! Acabamos de llegar y andábamos con la crema solar.

– Quieres tumbarte con nosotros? Le ofreció Elena.

– Hace calor y había pensado darme un baño! Me acompañas? Dijo ella mirando a Luis.

Él, a la vez, miró a su madre.

– Anda, ves con ella al agua y divertiros un rato! Dijo Elena ante la mirada de su hijo.

– Vale! Pues vamos!

Le dijo a Estela que prácticamente tiro la toalla sobre la arena y le agarró de la mano. Los dos corrieron hasta la orilla y después saltaron las olas hasta zambullirse. Nadaron un poco y se quedaron en la zona que les cubría por el cuello. Estela se acercó hasta el muchacho y le puso las manos sobre los hombros a la vez que pegaba su cuerpo al de él. Luis sintió como las grandes tetas se aplastaban contra su pecho y las piernas de Estela le rodeaban bajo el agua. Giraron y saltaron al son de las olas hasta que Estela pego sus labios a los de Luis. Fue un beso rápido seguido de varios más hasta que los labios se quedaron pegados durante más tiempo y las lenguas se enroscaron lascivamente. Ella se había abrazado al cuello de Luis cómo una boa constrictor, y su boca parecía devorarlo. Luis sujetaba su gran culo, apretándolo con ganas, y al momento sintió como el miembro se le había endurecido. Ella también lo notó y se apretó más contra él. Cuando separaron sus labios ella sugirió.

– Podemos ir a la zona donde están mis padres y tomar algo en mi casa!

– Bueno, es que no quiero dejar a mi madre sola.

– Que se venga! Mis padres estarán encantados. Me dijeron que habían congeniado en el restaurante!

– Vale, se lo diré a ver qué le parece. Pero deja que nade un poco, no quiero salir con el bañador abultado! Sonrió Luis mirándose hacia abajo.

- Que tal, os habéis divertido? Preguntó Elena al verles llegar.

– Si, hemos pensado en ir a donde están sus padres, pero solo si te apetece venir! A Elena también les había caído bien y aceptó.

– Vale, pues vamos para allá! Dijo cogiendo el bolso de playa y la toalla.

- Hola, que tal? Dijo Carlos al verles llegar.

– Bien! Bien! contestaron los tres.

– Me he traído a Luis y a su madre.

– Me parece fenomenal! Contestó Carlos mirando a Elena con ojos escrutadores.

- Tumbaros por aquí! Agregó Carlos.

- Nosotros vamos a tomar algo a casa! Dijo Estela con rapidez.

– Estoy seca!

- Me parece bien! Aceptó su padre.

Elena puso la toalla sobre la arena a un metro de Carlos mientras los chicos salían hacia el chalet que estaba enfrente.

– Está fenomenal este sitio! Dijo Elena para entablar conversación.

– Pus si! Contestó Amanda desde el otro lado de Carlos.

– Nosotros es la tercera vez que venimos! – En nuestro caso es la primera!

– Y hay sitios estupendos para cenar, como el de ayer! Añadió Carlos.

Luis y Estela llegaron al chalet con rapidez.

– Quieres una coca?

– Vale! Estela sacó dos del frigorífico y las sirvió en sendos vasos. Después de dar un trago, la dejo sobre la mesa y se agarró de nuevo al cuello de Luis. Le besó hundiendo la lengua en su boca con deseo y lascivia mientras el volvía a agarrar al hermoso culo y apretarlo con deseo. Cuando despegaron los labios.

– Que ganas tenía de estar contigo de nuevo! Dijo ella con sonrisa pícara.

Bajó una mano y tocó el miembro, duro de nuevo, por encima del mojado bañador.

– Ummm! Que rico se ha puesto otra vez! Dijo Estela, y acto seguido metió la mano por dentro del bañador. Sintió la carne dura envuelta el una piel tersa y suave, lo abrazó con sus dedos mientras besaba de nuevo a Luis. Después tiró suavemente de el hasta llegar al sofá donde se sentó. Bajó el bañador hasta dejarlo a mitad de los muslos y la dura polla con los huevos colgando hicieron chispear sus ojos.

– Que ganas tenía de verla a la luz del día! Dijo Estela pasándose la lengua por sus propios labios. No tardó en sacarla de su boca y comenzar a lamer el hinchado glande. Luis sintió esa carne húmeda sobre su capullo y bajo sus manos hasta las grandes tetas. Las comenzó a sobar disfrutando del tamaño, nunca había tenido unas tetas tan grandes entre sus manos y le pareció una sensación deliciosa sobarlas por segunda vez. Al momento, Estela abría sus labios y succionaba el capullo con deseo. Luis podía oír los sonidos de las potentes succiones a la vez que veía los labios rodeando su polla. Después de varias succiones, avanzó con los labios rodeando el duro tronco hasta sentir como chocaba en su garganta. Chupo varias veces provocando el choque en cada penetración hasta que hizo que el capullo la atravesará para meter la polla completamente en su sensual boca.

– Diosss, que bien la chupas! Ahhh! Joder! Ahhh! Luis jadeaba a la vez que alababa las chupadas que le estaba dando. Ella continuó metiéndola varias veces por completo y la sacó de su boca. Se recostó sobre el sofá y abrió sus carnosos muslos. Luis los miró comparándolos con los de su madre, era un poco más baja, pero sus muslos eran más amplios y poderosos creando una mayor sensualidad en su cuerpo.

– Te toca! Dijo retirándose la poca tela del tanga que tapaba sus labios genitales. Luis los había tocado la noche anterior, pero ahora podía verlos, y realmente le parecieron gruesos y sensuales. Se arrodilló ante ella y hundió la cabeza entre los amplios muslos, su lengua actuó con rapidez lamiendo el centro como un perro sediento. Bajaba y subía la lengua entre la abultada carne hasta que encontró el clítoris. “ Está chica lo tiene todo grande! “ pensó mientras lo tintineaba con la punta de la lengua. Noto como Estela encogía levemente las piernas al sentir los toques y no tardó en comenzar a gemir.

– Síii, síii! Diossss, qué gustazo! Ahhh, Ahhh! Sus palabras fueron acompañadas por las manos que apretaron la cabeza de Luis contra sus piernas.

– Si, asiii! No pares! Chúpalo! Chúpalo! Le pedía con ansiedad.

– Ahhh, Ahhh! Venga! Sigue! Diosss! Me voy a correr en tu boca! Ahhhg! Más fuerte! Muérdelo! Joder, que bien lo haces! Ahggg! Ahggg! Ahggg! Lo siguiente fueron prácticamente rugidos cuando Luis sintió cómo una catarata de fluido caliente empapaba el coño hasta llegar a su boca. Estela movía la cabeza de Luis entre sus muslos para sentir como le mojaba toda la cara. Cuando dejó de rugir todavía le temblaban las piernas, Luis retiro la cara de entre los muslos y vio una tremenda sonrisa de satisfacción en la cara de Estela.

– Joder tío, que corrida, Ufff! Que guarra me has puesto, diosss!! Respiró jadeante.

– Ahora te toca a ti disfrutar! Quiero esa polla dura muy dentro de mi coño!

Dijo sobándola cuando Luis se incorporó. – Te gusta mi culo? Preguntó sin dejar de sobarle la polla.

– Tienes un buen culo! Eso no se puede negar! Dijo el con sonrisa maliciosa. Estela se dio la vuelta y se puso de rodillas en el sofá mostrándoselo. Luis lo miro sin dejar de sentir la excitación que mantenía su cuerpo. Vio como Estela pasaba su propia mano por el y después se daba un azote. La carne dura y tersa vibro al compás del sonido del azote, mientras Luis miraba como la fina tira de tela del tanga lo atravesaba por su centro haciéndolo más atractivo.

– No te apetece darle unos azotes? Dijo Estela volviendo a darse otro azote ella misma. Luis mantenía la mirada sobre él, sintiendo esa apetencia que ella le estaba provocando.

– He sido una niña mala y me merezco unos azotes! Volvió a decir intentando provocarle más con la cabeza girada mirándole con una sonrisa envuelta de lujuria. Retiró su mano para invitarle a que comenzara. Luis le dio una palmada. – Zasss! Y sintió como la carne vibraba.

– Eso ha sido una caricia… dale más fuerte! Luis levantó de nuevo la mano y – Zassssss!

– Auhh! Gimió levemente Estela.

– Eso está mejor! Me gusta sentir esos grandes dedos! Como te he dicho, me he portado mal y me merezco un buena zurra! Dijo acabando con una sonrisa algo diabólica.

– Zasss! – Ahhh! Síii! Así! Sigue, sigue! Zasss, Zasss, Zasss! Tres chasquidos retumbaron en el salón a la vez que el gran culo se enrojecía.

– Ufff! Eso ha estado mucho mejor! No sabes lo guarra que me pone! Vamos, métemela ya! Estoy deseosa!

Dijo inclinándose más mientras se agarrada al respaldo del sofá. Luis estaba desconcertado a la vez que excitado, esa chica parecía un director de orquesta y el tan solo hacia sonar los instrumentos al son que ella marcaba. Vio los gruesos labios genitales bajo el culo y no dudó en agarrar su polla y pegarla contra ellos. Apretó su mandíbula mientras empujaba el capullo, y sintió como se abrían con generosidad, la corrida que acababa de tener los había dejado bien mojados. La polla entró profundamente y los huevos chocaron contra los robustos muslos. Luis se agarró al hermoso culo y comenzó a bombear con un rítmico vaivén mientras miraba como la carne se expandía a cada embestida. Estaba muy excitado y la potencia de las embestidas aumentó, Estela no tardó en comenzar a jadear. Luis notó que lo ardiente y fogosa que era esa chica le estaba gustando más de lo que esperaba. Su forma de actuar, su lenguaje, su ansia, notaba que ese cóctel le excitaba poderosamente. Estela no tardó en mostrar su euforia de nuevo.

– Vamos, dame fuerte! Aghgh! Quiero esa polla bien dentro! Aghgh! Joder, como me estás poniendo otra vez! Aghgh!

La ansiosa muchacha parecía no poder parar, jadeaba, gemía, hablaba y hasta rugía.

– Mira mi culo! Se que te gusta, cerdo! Aghgh! Diosss! Que pollazos joder! Aghgh! Te gustaría fallármelo, verdad! Rugió ella para provocarle más.

-Sigue, sigue! Me voy a correr otra vez, diosss! Que polla más dura que tienes! Ahhh!

Las manos de Luis apretaban el culo y lo abrían, y las palabras de Estela habían sacado el animal que llevaba dentro. Los pensamientos corrían a más velocidad que las acciones y sus pollazos se arrebataban.

– Te gusta así, zorra! Le gritó descontrolado sin pensar con detenimiento en las palabras.

– Síii, síii! Me encanta cabron! Que perra me has puesto, diosss!

Contestó Estela mientras sonreía entre gemidos al oír el lenguaje de Luis, parecía que ya se empezaban a entender. Eso es lo que le gustaba, sacar el sabor animal de los hombres. Luis seguía dándole tremendos pollazos y metió la punta del dedo en agujero oscuro con un tono amarronado que se abría en el centro del extenso culo.

– Aghgh! Diosss, síii, síii! Eso sí me gusta! Gritó de nuevo Estela. Luis también rugió al sentir como su polla explotaba dentro del mojado coño. La leche comenzó a manar como un grifo al abrirlo. Los jadeos, rugidos y gritos se confundieron, los dos al unísono se corrían haciendo que el mojado coño se desbordara abundantemente. Los muslos de Estela comenzaron a chorrear mientras todo su cuerpo temblaba con estertores discontinuos. Luis soltó el culo de la muchacha y busco asiento. Sus piernas también le temblaban y sus pensamientos se llenaron de satisfacción mientras se repetía “ Que polvo tan brutal!! “. Estela se incorporó y limpio sus chorreantes muslos con la toalla de la playa.
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,361
Puntos
113
 
 
 
Los dos muchachos se quedaron sentados en el sofá mientras recuperaban el aliento. Luis repasaba en su mente cada momento del polvo brutal que habían echado y se acordó de la comparación que había hecho Estela el día anterior. Había dicho que la polla de su padre era algo más grande y eso significaba que se la había visto dura y de cerca. También había dicho algo sobre la libertad de sexo en su casa. La curiosidad le estaba corroyendo.

– Ufffff, chico, ha sido brutal! La frase de Estela le saco de sus pensamientos

– Síii, realmente genial! Añadió el.

– Me dijiste que me contarías eso de… que la polla de tu padre era algo más grande. Le insinuó Luis.

– Bueno, es una larga historia, pero te lo resumiré. Cuando tenía dieciocho años vi por primera vez a mis padres follando. Estaban en su habitación y no habían llegado a cerrar la puerta del todo. Les oí jadear al cruzar el pasillo y me asome por la pequeña rendija que habían dejado y vi como mi madre le estaba chupando la polla. En ese momento sentí como un calambrazo que recorrió mi cuerpo y deje de mirar, pero la curiosidad fue más fuerte y volví a asomarme. Fueron largos minutos los que pasé asomada por la rendija, y en ese momento supe que era algo que realmente me gustaba. Después, mi padre le comió el coño a mi madre, que vi como se mordía la mano para no gritar y deseé sentir lo mismo. Continuaron follando, cambiando de posturas, unas veces se ponía mi padre arriba, otras era mi madre la que se movía sobre él, y la que más me impactó fue cuando ella se puso de rodillas y el tras ella. Me pareció brutal ver cómo se movía todo su cuerpo a cada pollazo que le daba. Ella retorcía las sábanas arrebuñadas con sus manos y parecía morder la almohada. Bueno, que no quiero extenderme, en días posteriores volví a verles y sentía como cada vez me apetecía más. Pensé que en vez de asomarme por la rendija, podría verle a través de una webcam, y me las apañe para instalar una en uno de los adornos que tenían en la habitación. A partir de entonces, fueron muchas veces las que les vi desde el ordenador, encerrada en mi habitación, y día tras día se fue despertando un mayor deseo dentro de mi cuerpo. Al cabo de un año, cuando ya había cumplido los dieciocho, en la piscina del chalet donde vivimos, nos estábamos bañando él y yo, y mientras jugábamos, toque su miembro bajo el agua a través del bañador. Fueron varios roces a los que el no les dio importancia hasta que una de las veces sintió como mi mano se lo agarraba claramente.

– Que haces? Me dijo sonriendo.

– Nada! Conteste devolviéndole la sonrisa.

– Me acabas de coger el pene! Dijo el utilizando el lenguaje que le pareció menos brusco.

– Si, y qué? Le dije yo sin dejar de sonreír. – No creo que sea adecuado! Contestó sin querer darle demasiada transcendencia.

– Bueno, me apetecía tocarlo, y lo he hecho! Contesté con resolución.

Por entonces mi cuerpo ya estaba bien formado y había notado como miraba mis tetas en alguna ocasión estando en bikini. No continuamos hablando del tema y dejamos pasar aquel momento. Durante el año siguiente yo ya había conocido a algunos chicos y había tenido relaciones sexuales con alguno de ellos aunque no se parecieron a lo que veía con frecuencia en la habitación de mis padres, esa forma de follar y el tiempo que lo mantenían no podía conseguirlo con ninguno de los chicos con los que había mantenido sexo. Pasado un tiempo, un día que mi madre no estaba en casa, le propuse darnos un baño en la piscina y con la escusa de jugar con una pelota volví a tocarle varias veces con disimulo, realmente lo del disimulo era algo tonto, pues el notaba mi mano claramente. Noté que en ese momento, él me miraba de otra manera, ya no me veía como una niña. Durante el juego fui progresando en mis intentos de acercamiento, me agarraba a su cuello por detrás rodeándole con las piernas, a la vez que le aplastaba la tetas contra su espalda, y poco a poco fui consiguiendo más contacto hasta llegar a abrazarme por delante haciéndole sentir de nuevo mis tetas contra su pecho y mi coño pegado contra su vientre.

– Me vas a ahogar!

Es lo único que se atrevió a decir mientras sujetaba mi culo para que no me escurriera. Creí que era el momento de decirle algo más.

– Me gusta abrazarte, papá! Le susurré pegando mi mejilla contra la suya. Ya habíamos hablado sobre el sexo en alguna ocasión, pero en plan de padres a hijos y como forma de aprendizaje, y quiso saber algo más en ese momento.

– Que tal te va con los chicos? Preguntó mientras nos manteníamos abrazados.

– Bien, pero son demasiado jóvenes e inexpertos!

– Es normal con esta edad, ya iréis aprendiendo!

Dijo dando por hecho del tema que estábamos hablando. Yo no quería que todo quedará ahí, y continúe profundizando.

– Os he visto a mamá y a ti en la cama, y no tiene nada que ver con las relaciones que yo he tenido! Noté que le sorprendió mi comentario.

- Como que nos has visto?

- Si, varias veces!

- Y cómo? Preguntó con la misma sorpresa. No quise decirle lo de la cámara – Por la rendija de la puerta que a veces no se cierra del todo! Comenté acordándome de las primeras veces.

- Vaya, tendremos que cerrar mejor! Dijo el sonriendo.

- No por favor! Le dije con cara de niña apenada.

- Me encanta veros follar! Le solté de pleno.

Se quedó algo parado sin saber que decir y aproveche para besarle en el cuello. Pude notar como se ponía algo nervioso mientras yo disfrutaba de ese momento. No sé si fueron mis besos por su cuello, pero poco a poco se fue relajando mientras se movía en el agua con mi cuerpo encaramado al suyo. Lentamente me fui dejando escurrir hasta notar su miembro erguido pegado al centro de mis muslos. Fueron unos largos y deliciosos segundos sintiendo la dureza de su polla mientras frotaba mi coño contra él. Mis labios, después de recorrer su cuello, lo hicieron con su cara mientras él no decidía que pasó tomar.

- Salgamos del agua! Dijo finalmente.

Nos secamos medianamente con las toallas y nos tendimos en el césped sobre ellas. El se quedó boca arriba con las manos cruzadas bajo su cabeza. Yo me recosté de lado, con el codo apoyado en la toalla, sujetándole la cabeza con la mano. No espere mucho y comencé a acariciar su pecho, algo mojado mientras me fijaba en su bañador, que se mantenía relativamente abultado.

- A sí que… te gusta vernos follar.

Preguntó sintiendo mis dedos deambular por su pecho. La pregunta me sonó esperanzadora, para mí forma de verlo, era bueno hablar del tema.

- Me encanta veros y oíros, y sentir como lo disfrutáis!

Dije con entusiasmo. Bajé con mi mano hasta su bañador y le toqué la polla por encima de la tela. El cerró los ojos sin saber que hacer, yo notaba sus dudas, no sabía si pararme o dejarme seguir, y eso hacia que el morbo aumentara. Toqué la tela mojada con la mano y después la metí bajo ella. Tenía la polla ya dura y muy tiesa, y me excité al sentirla entre mis dedos, era algo que llevaba tiempo deseando. Recordaba la primera vez que vi a mi madre chupándosela, como subía y bajaba la cabeza con la boca abierta hasta casi hacerla desaparecer dentro de ella. Yo notaba lo caliente que me ponía con solo pensarlo, y ahora tenía esa dura polla en mi mano. Cada vez estaba más excita y ansiosa y sentía ganas de probarla. Bajé la tela del bañador lo suficiente para que su gran miembro saliera fuera. Erguida y tiesa, destacaba como el mástil de un velero. Mi mano comenzó a subir y bajar la fina piel que la envolvía, mientras mis ojos disfrutaban viéndolo. Comencé a besar su pecho mientras mantenía los suaves movimientos con la mano, y fui bajando con la boca, lamiendo su vientre hasta llegar a ese mástil duro y tieso.

- Estás segura de lo que vas a hacer?

Me preguntó cómo último recurso. Se que él lo deseaba, pero todavía luchaba dentro de su mente.

Mi lengua lo rodeó como si fuera un helado que se derrite, y al momento noté como se mojaba levemente con el pre flujo que provoca la excitación. Abrí los labios y succione su capullo mojado a la vez que lo lamía con la lengua. Continúe dándole chupadas, hasta meterme media polla en la boca, y comencé a oír sus jadeos. Me puse contenta, eso significaba que lo estaba haciendo bien.

Luis la miraba muy atento mientras Estela relataba cada detalle. Había momentos que le recordaban a el mismo, deseando a su madre y eso le hizo sentirse mejor. En ese momento sonó el móvil de Estela.

- Hola papá! Dijo ella al cogerlo. Escuchó unos segundos

- Ah ,si? Que bien! Otros segundos de espera.

- Si, si! Perfecto! Yo se lo pregunto.

- Que pasa? Dijo Luis.

- Es mi padre! Que os invitan a comer! A tu madre le parece bien, pero quiere saber lo que opinas tú! Que me dices, aceptas la invitación?

- Si, claro, aunque no me lo esperaba!

Que le parece bien! Dijo Estela a través del teléfono sin darle más opciones a Luis.

- Vale, vale! Si, aquí estaremos! Dijo después de volver a escuchar a su padre. – Que te ha dicho? Preguntó Luis.

- Que vendrán en una hora!

- Perfecto! Sigue contándome! Dijo Luis ansioso sobándose la polla que se le había endurecido de nuevo. Estela volvió a sentarse a su lado y prosiguió.

- Continúe chupando y chupando, la polla de mi padre me estaba gustando más que ninguna otra de las que había probado. Recordaba como mi madre se la metía prácticamente entera y yo quería hacerlo igual. No sé cómo lo hice, pero al cabo de varias chupadas sentí como el capullo penetraba en parte de mi garganta. Me dio alguna arcada, pero estaba tan entusiasmada que continúe. No tarde en conseguir que penetrara entera y recordé que la mayoría de los chicos con los que había estado ya se habrían corrido al poco de empezar, pero veía que mi padre aguantaba, mantenía su polla dura y sin correrse, y eso me estimuló más a seguir.

- Puso su mano en mi culo, acariciándolo, y apretándolo con timidez. Parecía que todavía no estaba convencido de mis deseos. Recordé una de las posturas en las que les había visto a través de la cámara y me propuse ponerla en juego para vencer su reticencia. Crucé una de mis piernas por encima de su cuerpo hasta arrodillarse sobre su alto pecho, ahora tenía mi coño a escasos centímetros de su boca. Sabía que ahora lo estaba mirando, un primer plano de mis gruesos labios genitales marcando la tela de las bragas mojadas de mi bikini, y pude sentir su aliento sobre ellos mientras seguía chupando su dura polla. Al momento noté como retiraba la tela con sus dedos, y su ávida lengua comenzaba a lamer. Era una lengua deliciosa y carnosa. Sus manos abrían mi culo y su húmeda lengua lamía los labios de mi coño. Los mojo abundantemente con saliva, los abrió y sentí como su experta lengua lamía mi clítoris, que se me había puesto como un garbanzo de duro, hasta hacer que me temblaran hasta los dedos de los pies. Mi cuerpo tembló más al sentir como me succionaba el duro garbanzo y no tarde en correrme como nunca antes lo había hecho, pero continúe chupándole la polla hasta que soltó un chorro de leche caliente que llenó mi boca. No quería decepcionarle y comencé a tragar todo lo que salía, hasta que mi boca se desbordó y empezó a salir entre la comisura de mis labios. Cuando saque la polla de la boca y vi a mi padre con su cara empapada y una gran sonrisa de satisfacción, supe que lo había hecho bien. El también me había dado un gran placer, y los dos estábamos contentos. Eso fue el comienzo de una relación intensa. Al principio solo nos comíamos el uno al otro, mi padre era reticente a follarme aunque yo se lo pedía cada vez que teníamos un encuentro. Yo seguía viendo cómo follaba con mi madre, ella es más baja que yo, y su cuerpo también es más menudo, aunque muy bien conformado. Sus tetas y su culo son más pequeños que los míos, y a pesar de ello tenía celos, pues en mi egoísmo, quería que mi padre me deseara más que a ella. Yo veía a mi padre, follándosela por el coño y por el culo, y como disfrutaba haciéndolo, y me recomía por dentro que no lo hiciera conmigo. Un día, mientras ellos estaban follando, entré en su habitación. Mi madre tumbada de costado con una pierna levantada y mi padre estaba de rodillas tras ella sujetándole la pierna con una mano mientras se la follaba a la vez que sobaba su clítoris con la otra mano. Ella tenía la boca abierta, y jadeaba como una perra salida. Me miró, pues su posición estaba frente a la puerta, pero no hizo nada, ni dijo nada, tan solo continuo jadeando hasta correrse. Mi padre también me había visto, pero tampoco dijo nada, ni paro hasta que su polla explotó soltando toda la leche. Me acerqué hasta ellos mientras todavía jadeaban con la respiración agitada. Mi madre intentó sonreír, aunque casi ni podía.

- Te gusta vernos, verdad? Me dijo mirándome.

Yo asentí con la cabeza. Me extrañó la calma con la que se había tomado mi entrada en la habitación, pensaba que eso la enfadaría, o la perturbaría, pero estaba muy calmada.

– Tu padre me ha contado lo vuestro, y lo entiendo! Sus palabras me desconcertaron aún más.

– Ven, acércate! Estas cosas a veces pasan, y lo mejor es hablarlas! Mi cara debía de ser un poema por la forma de sonreír que tenían los dos mirándome. Estaba ya en el borde de la cama, mirándoles algo atónita, pues me esperaba cualquier reacción menos esa.

– Ven cielo! Túmbate con nosotros! Dijo mi madre cogiéndome de la mano.

Yo había entrado en bragas y camisón y me subí a su cama entre los dos, que estaban completamente desnudos y húmedos. Mi padre estaba boca arriba y mi madre se giró hacia mi.

– Le he dicho a tu padre que puede complacer tus deseos. Creo que te puede enseñar a disfrutar más que cualquier otro hombre!

Yo no paraba de alucinar, mi madre no solo aceptaba esa situación, sino que la alentaba. Después me beso y sentí la dulzura de sus labios y su cariño incondicional. Después se fue de la habitación para darnos intimidad. Mi asombro me provoco cierta parálisis, pero la excitación de verlos follar todavía se mantenía en mi cuerpo. Me volví hacia mi padre, y vi que su cara había cambiado, ahora su mirada era lasciva y su sonrisa desprendía signos de lujuria. Sin decir nada, frote mis tetas sobre su pecho y comencé a chuparle la polla hasta que se le puso dura, pero eso ya lo había hecho otras veces, y en ese momento lo que deseaba era que me follara por primera vez. Me puso boca arriba y sobó mis grandes tetas con deseo.

- Sabes que eres preciosa, hija!

Me dijo como estímulo, y comenzó a chuparme los pezones hasta sacar varios gemidos de mi boca. Después tiró de mis bragas hasta sacarme las por los pies y con sus dedos toqueteo mi coño hasta sentirlo húmedo, después se postró sobre mi y noté como posicionaba su polla entre mis muslos. Sentí como su hinchado capullo penetraba entre los labios de mi coño y todo mi cuerpo vibró. Continuó empujando, y lentamente su polla fue penetrando más y más. Yo había abierto bien mis piernas y sentí esa penetración, lenta y profunda que tanto había deseado. Mi padre se movió con delicadeza, pero todo mi cuerpo no paraba de temblar y al momento sentí como mi coño ardía. Jadee como una perra salida, apretando con mis manos su culo y me corrí en apenas un par de minutos empapando su polla y sus huevos con el denso líquido que parecía no dejar de manar de mi vagina. El siguió empujado, algo más deprisa mientras yo no paraba de gemir y clavarle las uñas. No sé cuánto tiempo pasó, pero me volví correr sin que cesará la excitación que se mantenía en mi cuerpo. Me agarró de los tobillos y subió mis piernas haciendo que todo mi cuerpo se curvara. En ese momento sentí como su enorme polla penetraba más profundamente a la vez que la punta de uno de sus dedos horadaba mi culo. Recuerdo que di un gran gritó y mi cuerpo convulsionó varias veces mientras me corría de nuevo. Al momento su polla estalló soltando varias sacudidas de leche haciendo que mi corrida fuera más larga e intensa. Soltó mis piernas que bajaron por ambos lados de su cuerpo y su boca quedó jadeante a escasos centímetros de la mía sin llegar a besarme. El temblor en mi cuerpo seguía cuando se retiró de encima, y permanecimos dos largos minutos recuperando la respiración. Cuando me recupere, quise ponerme sobre el para besarle y comenzar de nuevo, pero me paró con su mano.

– Por hoy ya está bien, cielo! Me dijo con una sonrisa tierna y cariñosa. Me beso en la mejilla y – Vete a tu habitación! Me ordenó con dulzura.

Me sentí contenta, feliz, pero a la vez algo frustrada, yo hubiera querido seguir toda la noche, pero me marché en silencio. Recuerdo tumbarme en mi cama y recordar cada minuto de ese momento infinidad de veces y no puede evitar masturbarme como una posesa hasta dormirme.

------

¡Para, para! Dijo Luis. Estela le había cogido la polla mientras le contaba la historia y le pajeaba lentamente.

– Están a punto de llegar y no quiero que me vean con el bañador abultado.

Le dijo a Estela retirándole la mano para ponerse el bañador y la camiseta. Al momento se oyó la puerta, era Amanda.

– Hola chicos! Que tal? Bien mamá! Contestó Estela con rapidez. Amanda llevaba un bikini, verde con rayas negras y se había rodeado el cuerpo con un pareo translúcido. Dejo la bolsa de playa en la entrada.

- Hemos pedido la comida a un restaurante. Creo que la traerán sobre las dos.

- Y papá y Elena?

- Se iban a dar un último baño antes de venir.

- Vale, pues me voy a dar una ducha y a cambiarme! Dijo Estela.

- De acuerdo Estela! Luis, por qué no sacas un par de cervezas del frigorífico! Vengo seca, y seguro que a tí también te apetece otra!

- Claro Amanda! Ahora mismo!

Amanda se quitó el pareo y cuando Luis volvió con las cervezas la vio agachada poniendo unos posavasos sobre la mesa que había entre los sofás. Se dio cuenta de lo que había dicho Estela, no era muy alta, pero las curvas de su cuerpo la acompasaban realmente bien. Su carne blanca, algo sonrosada por el sol, destacaba bajo el bikini verde con rayas negras. Se incorporó y fue hasta el mueble para sacar unos vasos mientras Luis la seguía con la mirada. Cuando volvió a la mesa, Luis ya estaba sentado, intentando disimular el abultamiento del bañador. Amanda sonrió mientras ponía los vasos sobre la mesa.

- Veo que lo habéis pasado bien! Dijo mirando descaradamente el bañador de Luis. Él se puso algo colorado.

- Si, bueno… nos hemos tomado una coca y hemos hablado!

- Sólo hablado? Dijo a la vez que se sentaba a su lado. Llenó su vaso de cerveza y le dio un buen trago. Luis se había quedado cayado ante la pregunta, sin saber que responder.

- Espero que hayáis hecho algo más! Dijo Amanda respondiendo a su propia pregunta.

- Aunque quizás os haya faltado más tiempo, jajaja!

Rió mirando de nuevo el bañador de Luis. Él cada vez estaba más colorado y eso a Amanda le divertía. Le puso la mano sobre la pierna.

- Tranquilo cielo! Para nosotros el sexo es algo natural de lo que hay que disfrutar!

Luis no sabía qué hacer ni que decir. En ese momento bajó Estela con una camiseta larga que apenas le cubría el culo y vio a Luis colorado

- No le abrumes mamá! Dijo sonriendo.

- No, si no me abruma! Contestó él intentando no quedar mal.

- Quieres darte una ducha? Preguntó Estela.

- La verdad es que si! Contestó algo aliviado.

- Pues sube! Luis subió de inmediato por las escaleras y se quedaron las dos mujeres solas.

- Que tal hija? Veo que el chico te ha gustado!

- Uffff, bastante! Contestó Estela, después miró a su madre – Y me parece… que a ti también, jajaja! Río al final de la frase con cierta picardía.

- Está fenomenal el muchacho! Contestó Amanda sin cortarse.

- Ya he visto que tenías la mano sobre su pierna y él estaba como un tomate.

- Es difícil rechazar un dulce cuando lo tienes tan cerca, jajaja! Río ahora Amanda.

- Crees que le gustaran las mujeres maduras? Dijo Amanda con sonrisa maliciosa.

Estela se acordó de verle bailar con su madre la noche anterior, y también de cómo la sobaba con la crema en la playa.

– Me da que si! Contestó Estela. – Incluso te diría… que es posible que tenga alguna historia con su madre!

Acabo diciendo acercándose a su madre. Cuando estuvo frente a ella, acercó su boca y la besó suavemente en los labios metiéndole levemente la lengua.

- Eso me suena familiar! Dijo Amanda cuando se despegaron los labios con una sonrisa algo maléfica.

- Es difícil encontrar a alguien que folle como papá, pero Luis lo compensa con su fogosidad! Dijo Estela maliciosamente.

- Hoy ha conseguido que me corra dos veces, y le he prometido mi culo, jajaja! Dijo Estela pasándose la mano sobre él con orgullo.

- Si te lo montas bien durante la comida, seguro que lo consigues! Ahora la sonrisa de Estela desprendió una nube de lujuria que quedó flotando en el ambiente.

- Yo voy a quedar con Roberto después de comer, me tiene que pasar unos apuntes!

- Solo unos apuntes? Dijo Amanda con ironía.

- En principio sí, aunque nunca se sabe, jajaja!

- Están sus padres? Preguntó Amanda.

- Su padre si. Su madre creo que viene mañana!

- Vaya, creo que los apuntes te costarán un buen rato! Río Amanda.

- Bueno, como te decía, nunca se sabe! Y hablando de Luis, el problema que tendrás es separarlo de su madre!

- Creo que eso está resuelto. Tu padre está como loco por ponerle la mano encima!

- Y ella? Preguntó Estela.

- No creo que ponga pegas. Han estado jugando en el agua y les he visto apretados en algún momento! Supongo que utilizará la misma técnica que utilizo con la madre de Roberto, la escusa del paseo después de comer, jejeje!

Luis bajaba por las escaleras y dejaron de hablar.

- Me voy yo a duchar! Dijo Amanda marchándose.

- Ya he visto que mi madre te ha puesto colorado!

- Joder, es que me ha visto con la polla dura y me ha dicho que si lo había pasado bien contigo!

- Tranquilo, de estas cosas hablamos abiertamente en casa, además le has gustado!

- Cómo que le he gustado?

- La pregunta es - dijo Estela mientras le sobaba por encima del bañador - te gustaría follártela?

- Luis se quedó algo pasmado mientras sentía como manoseaba su polla. Estela le besó a la vez que metía la mano dentro del bañador y rodeaba la carne con la mano.

- No te gustaría tener ese culito redondo que tiene agarrado con tus manos mientras le metes esto hasta el fondo! Dijo apretándole el miembro. Luis parecía no salir de su asombro.

- Bueno, visto así… Se atrevió a decir finalmente.

- Pues siéntate al lado de ella durante la comida y… déjate llevar!

- Pero… y mi madre y tu padre?

- Creo que ellos se lo pasarán también bien si tú… no te pones celoso?

- Celoso? Por qué? Dijo con cierta sorpresa.

- Se que la relación que tienes con tu madre es… algo especial, y no sé si te importaría que lo pasará bien con otro hombre.

Luis estaba totalmente pasmado pero pudo reaccionar.

- Si le apetece enrollarse con alguien, es cosa suya! Dijo intentando parecer distante.

- Una buena respuesta. Espero que creas lo que dices, jejeje! Río suavemente Estela.

En ese momento llegaban Carlos y Elena. Luis los miró y no pudo reprimir la pregunta.

- Que tal mamá, lo estás pasando bien?

– Si, si! Dijo ella con entusiasmo.

– Hemos estado nadando y jugando con las olas! Ha sido muy divertido!

Luis entendió la respuesta. Estela tenía razón y el no era quien para discrepar de las apetencias de su madre. Al rato bajó Amanda, se había puesto una bata estampada muy veraniega que le llegaba algo más baja que el culo y no se veía si llevaba algo bajo ella. Luis se de nuevo en su cuerpo, no era alta, pero tenía unas curvas muy bien marcadas. Podía ver parte de sus redondas tetas a través del generoso escote de la bata que tan solo iba sujeta por un cinturón de la misma tela. Según la miraba le iba pareciendo más apetecible. Estela le guiño un ojo a su madre sin que Luis la viera. Llegó la comida y se sentaron a comer. Amanda se sentó al lado de Luis y Elena al lado de Carlos, Estela se quedó presidiendo la mesa rectangular. Durante la comida hablaron animadamente y antes de acabar el primer plato, Luis notó la mano de Amanda sobre su pierna, miró disimuladamente hacia abajo y vio los muslos de Amanda casi por completo. Al sentarse se le había abierto la bata dejándolos al descubierto. Luis continuó comiendo y la mano de Amanda llegó a su bañador, noto como lo sobaba por encima hasta conseguir que se le endurecieran la polla. No le pasó desapercibido que Carlos mantenía una de sus manos bajo la mesa y en algún momento vio a su madre morderse el labio inferior. Decidió bajar su mano y tocar uno de los muslos de Amanda. Como respuesta noto que ella los abría algo más. Avanzó con su mano buscando el interior de los dos muslos. La sintió la carne suave y tersa hasta que la punta de sus dedos tocaron la fina tela del tanga, en ese momento supo que sí llevaba algo bajo la bata. Continuaron los manoseos durante toda la comida y cuando acabó recogieron con rapidez y Carlos y Elena dijeron que se iban a dar un paseo. Esperaban que nadie quisiera acompañarles, y así ocurrió.

- Tengo que ir a revisar unos apuntes con un compañero de clase. Te importa quedarte con mi madre? Le dijo a Luis guiñándole un ojo.

- No, para nada! Estaré encantado de hacerle compañía! Dijo con palabras que se arrebataban en su boca. Cuando cerró la puerta, Amanda sugirió.

– Te apetece una copa? – Si, claro! Dijo Luis desde el sofá. – Me ayudas a prepararlas?

Le dijo a la vez que tiraba del lazo del cinturón y la bata se habría parcialmente dejando ver gran parte de sus tetas.

- Por supuesto! Contestó el levantándose para seguirla hasta la cocina.

Amanda se situó frente a la encimera para poner los hielos en los vasos. Luis pensó que después de haberse metido mano bajo la mesa ahora no diría que no si se ponía pegado tras ella, y así lo hizo. Ella sintió el calor del cuerpo sobre su espalda y el miembro pegado a su culo. Luis paso los brazos por debajo de los de ella recogiendo la manos sobre su vientre. La besó en un lado del cuello y su lengua dejo un rastro de humedad.

– Ahhh! Dio un largo suspiro Amanda. Luis recordó lo que le había dicho Estela, tener a Amanda inclinada mostrándole el culo deseando que le diera unos buenos pollazos, pero eso solo era la opinión de Estela, quizás a Amanda le gustaría de otra forma u otras cosas. Abrió la fina tela de la bata con las manos y descubrió las redondas tetas desnudas. Los pezones eran grandes, rodeados por una gran aureola oscura que parecía una diana. Subió con las manos hasta llegar a ellos y los rozó con la yemas de los dedos. Notó como se ponían aún más duros, con una turgencia extraordinaria. Apretó ambas tetas mientras presionaba los pezones entre sus dedos.

– Aghhh! Gimió Amanda entre un suave dolor mezclado con placer.

Luis restregaba su bañador contra el culo de Amanda y el miembro se le endureció rápidamente. Amanda se giró y buscó los labios de Luis, abrió la boca y su lengua penetró con ansia. Fueron unos largos segundos en los que Luis sintió como devoraba su boca con deseo. Cuando despegaron los labios ella le susurró.

– Vamos a un sitio más cómodo!

Cogieron cada uno su vaso y Luis la siguió deleitándose con los movimientos de caderas que Amanda marcaba al andar. “ Joder que cuerpecito tiene! “ Pensó mientras subían las escaleras. Entraron a la habitación que estaba muy bien iluminada por una gran ventana que dejaba entrar los rayos del sol del inicio de la tarde. Amanda bajo la persiana dejando una iluminación más tenue y se quitó la bata. Luis volvió a admirar ese cuerpo, tan solo cubierto por el pequeño tanga. Amanda buscó una música suave en su móvil y lo dejo sobre la mesilla de noche. La cama estaba orientada lateralmente a la ventana con un espacio a los pies que cubría una densa alfombra hasta donde estaba el armario empotrado. Dos puertas de corredera forradas de espejo daban más amplitud a la habitación, a la vez que se reflejaba toda la estancia incluidos ellos mismos.

Amanda tiro de la camiseta de Luis hacia arriba sacándosela por la cabeza y después le empujó cariñosamente contra la cama, haciéndole caer con la cabeza sobre la almohada. Se tumbó sobre el y comenzó a lamerle el pecho, el cuello y el vientre, su lengua lo iba llenando de saliva mientras ella reptaba como una serpiente sobre él. Llegó hasta el bañador y tiro de él hacia abajo hasta hacer que saltara el miembro como un resorte. Lo sobo con sus manos mirándolo con ojos de lujuria que desprendían chispas de deseo, y comenzó a pasar la lengua por el brillante y duro capullo lamiéndole como a un helado. Sus ojos picarones miraban por encima para ver la expresión de la cara de Luis ante sus lamidas.

- Te gusta? Preguntó con lascivia.

- Si, Siii! Contestó el con los ojos semientornados.

Ahora pensaba en lo que le había contado Estela, esas mamadas que le hacía a su marido tragándose toda la polla, y su mente se nubló pensando si le haría lo mismo a él.

Amanda tiró más del bañador hasta sacárselo por los pies. Luis abrió las piernas y sintió como esa pequeñas manos, de dedos finos y largos, masajeaban deliciosamente sus huevos mientras le lamía el capullo embadurnándolo de saliva.

– Ahh! “ Está mujer sabe lo que se hace, diosss! “ Pensó mientras daba un largo suspiro.

Notó las duras tetas contra sus muslos mientras Amanda abría los labios y succionaba su capullo con delicadeza. Las succiones fueron aumentando y provocándole largos suspiros, esa boca era como una máquina bien engrasada que funcionaba con notable precisión. Los labios de Amanda avanzaron pegados a la dura carne de la polla surcada por las hinchadas venas que no paraban de bombear sangre para mantener la dura erección. A la vez, lamía el venoso tronco logrando sacar gemidos continuos de la boca del muchacho.

Antes de la comida, mientras preparaban los cubiertos en la cocina, Estela le había comentado algunos detalles a su madre sobre el sexo que había mantenido con Luis, le había hablado de lo eufórico que se llegaba a poner y como había conseguido que la dijera alguna burrada durante el acto, esas palabras soeces y mal sonantes que sabía que le gustaban a su madre tanto como a ella. También le había contado como eran de abundantes sus corridas, “ suelta más leche que una vaca cuando la ordeñan! “, fueron las palabras de su hija. A Amanda ese detalle le había entusiasmado, a ella le gustaban unos buenos chorros de leche, y aunque los de su marido no estaban mal, eran escasos para su gusto. Ahora tenía la oportunidad de sentir unos buenos chorretones en su boca, si su hija no había exagerado. Sus labios no paraban, avanzaron hasta llegar al final del duro y venoso tronco, haciendo que parte de esa dureza penetrara por su estrecha garganta. La sacó casi entera y se la volvió a introducir de nuevo, los gemidos de Luis aumentaban a cada una de las tremendas chupadas. Luis encogía parte de su cuerpo ante esa sensación que le provocaba una excitación brutal.

Mirando al espejo, podía ver los ondulados movimientos del cuerpo de Amanda, subiendo y bajando la cabeza en cada chupada, y a la vez veía el pequeño y redondo culo balancearse en cada movimiento. Amanda lo sabía, sabía que él miraría su culo a través de los grandes espejos y por eso se había puesto en esa posición precisa. El vería sus movimientos y eso provocaría más su excitación. Amanda siguió chupando, aumentaba levemente el ritmo y volvía a enlentecerlo con una precisión asombrosa para que Luis llegara a un punto álgido sin llegar a eyacular. Lo mantuvo así varios minutos, algo que al propio Luis le pareció increíble, nunca le había durado tanto una mamada sin correrse. Parecía que ya no podía aguantar más, pero esa mujer era una verdadera maestra. Su excitación llegó a tal punto que puso la mano sobre la cabeza de Amanda agarrándola del pelo. Amanda ya esperaba ese movimiento y le dejo que sacará el animal que llevaba dentro. Luis comenzó a subir y bajar la cabeza de Amanda a más velocidad, sintiendo el camino estrecho y caliente que recorría su polla. Amanda presionaba los huevos con suavidad provocando más desesperación en el deseo del muchacho. La cabeza de Amanda subía y bajaba como si fuera la de una muñeca de trapo y su boca sintió cómo un chorretón de leche caliente la llenaba. Estaba preparada, y esperándola con deseo, y ese primer chorretón atravesó directamente su garganta. Con rapidez llegó el segundo, y este pudo saborearlo cuando empapó su boca. Llego el tercero, y siguió tragando como un corderillo hambriento. Al llegar el cuarto, y todavía abundante chorro, provocó que su boca se desbordara y saliera entre la comisura de los labios. Luis le soltó el pelo y se dejó caer contra la almohada con la cara desencajada.

– Diosss, vaya mamada! Pudo articular la frase que se repetía en su cabeza.

Amanda fue lamiendo toda la polla hasta dejarla sin una gota del denso líquido blanco. “ Joder, si que tiene una buena reserva de leche este cabron! “ Pensó ella sin dejar de lamer. Cuando la piel, de la ya flácida polla, volvía a estar brillante, volvió a metérsela en la boca para chuparla de nuevo. En un breve espacio de tiempo había conseguido ponerla dura con las venas de nuevo repletas de sangre fluyendo a gran velocidad, y se sintió orgullosa de su propia maestría, sobre todo al oír a Luis decir.

– Joder, me la has vuelto a poner como una piedra!

La sacó de la boca y repto por el cuerpo del excitado muchacho, abrió sus contorneados muslos y colocó el capullo con pericia entre la pequeña mata de bello que había dejado sin depilar en el centro de sus piernas. Hábilmente con la mano, restregó el brillante capullo contra sus labios genitales hasta que se abrieron, y el duro glande se coló entre ellos. Luis miraba a sus ojos, unos ojos que desprendían un brillo algo diabólico, y Amanda comenzó a mover su cuerpo como una serpiente al acecho. El vientre ondulaba adelante y atrás, mientras las tetas se mantenían erguidas con los grandes pezones duros y amenazantes. La polla fue entrando hasta penetrar profundamente entre la sensible y húmeda piel de la vagina.

Amanda se inclinó, sin dejar sus movimientos, poniendo las tetas sobre la cara de Luis. Este no tardó en sentir los duros pezones sobre sus labios y comenzó a chuparlos con un deseo incontrolado.

- Ahg! Se quejó levemente Amanda al sentir la presión de los dientes en sus pezones.

Fue una expresión de dolor y placer. Notó la inexperiencia del muchacho y decidió dirigirle.

- Chupármelos fuerte y muérdelos suave! Le susurró con voz cálida sin dejar de balancearse sobre su vientre.

Luis se relajó al sentir su voz y comenzó a hacer lo que le decía.

- Así, asiii! Lo estás haciendo muy bien! Y me estás poniendo muy guarra! Le dijo como recompensa para su mente.

- Apriétame el culo con las manos y ábrelo y ciérralo! Siguió ordenando y dirigiendo a Luis.

El muchacho había apartado su euforia y se dejaba guiar por la experimentada mujer, pensó que Amanda podría enseñarle muchas cosas que después le servirían para complacer a su madre.

- Ufff! Delicioso cielo! Cada vez me pones más caliente! Continuó Amanda regalándole los oídos.

Pero Amanda era morbosa, y no le bastaba con follar.

- Que te gusta más, follar conmigo o con mi hija?

Luis se quedó algo estupefacto, “ ¡vaya momento para preguntar eso! “ Pensó mientras sus mejillas enrojecían a gran velocidad.

- Pues… a las dos! Contestó para salir del paso.

- Venga, no seas tímido! Seguro que le has embestido con ganas ese gran culo que tiene! A la muy zorra le encanta eso!

- Bueno… sí! Contestó con timidez.

Amanda no dejaba de balancear el culo, subiéndolo y bajándolo, provocando que todo el tronco de la dura polla rozará su clítoris.

- Y que te gusta mas, mi culo o el de mi hija?

“¿Otra pregunta trampa?” Pensó Luis sintiendo los jadeos de Amanda sobre su boca. Desde luego, el culo de Estela era espectacular, grande, duro y terso, y tenerlo a la vista mientras se la follaba había sido una experiencia inolvidable. Sin embargo, el de Amanda era pequeño, aunque también duro, y con una redondez casi perfecta. Antes de que contestara, Amanda volvió a hablar.

- ¿Te ha dejado que se la metas en el culo? Dijo con sonrisa perversa. -Ya veo que no por la cara que pones! Dijo Amanda casi introduciéndole las palabras por la boca.

- Yo dejaré que pruebes el mío! Susurró de nuevo sobre su boca a la vez que aumentaba el ritmo de sus movimientos.

A los pocos segundos elevó su cuerpo y apretó la pelvis contra la de Luis. Él sintió como la vagina parecía reducirse y apretarse contra su miembro. Notó varias contracciones a la vez que Amanda se corría empapando su polla y sus huevos.

– Ahora me daré la vuelta! Dijo sacándose la polla de su coño empapado.

– Y me pondré de rodillas con las piernas abiertas mirando al espejo! Sus ojos parecían brillar más a cada frase.

– Quiero ver tu cara mientras me embistes con ganas! Le dijo relamiéndose los labios.

Luis sentía que la excitación no paraba en su cuerpo, su mente ya estaba perturbada, y le estaba encantando pensar en hacer realidad esa escena.

– Pero antes… volvió a hablar Amanda… quiero que me chupes el coño y el culo hasta empaparlos con de saliva!

Acercó más su cara a la de Luis y con los ojos muy brillantes acabó diciendo.

– Si quieres ponerme muy zorra los tendrás que mojar bien, cabroncete!

La excitación de Luis ya parecía salirle por los poros de la piel, todo su cuerpo la emanaba como el vapor de una ducha caliente. Amanda se inclinó más sobre él, jadeando con su boca a escasos centímetros de la de Luis.

– Diosss, como he disfrutado de tu polla! Jadeó con densa lujuria mientras se alejaba de la boca de Luis. Se giró para ponerse de rodillas mirando hacia el espejo. Luis seguía con la polla dura mirando al culo que le ofrecía esa mujer y que le estaba volviendo loco. Reaccionó de inmediato colocándose de rodillas tras ella. Le sobo el redondito culo mientras sujetaba la polla con la otra mano. Le pareció un culo preciso y su mente se llenó con el deseo de follárselo. Ella le miraba a través del espejo y podía ver ese deseo en sus ojos. Movió el culo sinuosamente provocando aún más a Luis y volvió a utilizar las palabras.

– Te gusta mi culo, verdad cerdo! Dijo sin parar de moverlo. Ya había notado que ese lenguaje despertaba al animal que llevaba dentro, y eso quería de él, que lo sacará y la follara salvajemente.

– Vamos cabron! Lámelos como un perro!!

Le veía a través del espejo y sabía que en ese momento le podría decir todo lo que le apeteciera, la cabeza de Luis era como una tormenta a punto de descargar. Luis no dudó ni un instante, se agachó, saco la lengua y comenzó a lamer como un perro sediento. Su lengua recorría desde lo más bajo del coño hasta subir al centro del redondo culito. Repitió varias veces hasta que notó como el amarronado agujero palpitaba.

– Méteme la lengua en el culo! Esta deseoso de que lo abras!! Gritó Amanda.

Luis nunca lo había hecho, era algo nuevo para él, lo abrió con las manos y se acercó lentamente con la boca. Lo veía palpitar, como si tuviera vida propia y sacó la lengua para rozarlo con la punta.

- Vamos! A qué esperas! Le increpó Elena moviéndolo.

Luis volvió a sacar la lengua y comenzó a meter la punta. A los pocos segundos el amarronado agujero comenzó a abrirse.

- Diosss! Como me gusta! Sigue! Métela más! Volvió a insistir Elena.

Luis no tenía ninguna experiencia y se limitó a hacer lo que le pedía. Apretó más su lengua y sintió como el culo se abría más. Lo hizo varias veces hasta que consiguió meterla entera. Noto como la excitada mujer temblaba.

- Ahhh! Que delicioso cielo!

- Ufff! Ahora, méteme dos dedos en el coño y masturbarme a la vez que metes la lengua en el culo!

Luis la obedecía paso a paso, como un niño obedece a su maestro, a la vez que pensaba en cómo se lo haría a su madre, si eso le encantaba a Amanda, seguro que a su querida madre también le gustaría.

Al momento se quedó asombrado de cómo se abría poderosamente ese pequeño culo. Luis era joven, y Amanda sabía que podría dirigirle con precisión haciendo lo que a ella le gustaba.

– Mira como se abre! Te gustaría follártelo, verdad! Dijo mientras disfrutaba de las lamidas sin esperar ninguna respuesta.

– Ya, Yaaa! Volvió a gritar. – Vamos, méteme la polla en el coño! Tus dedos me lo han puesto ardiendo!

Luis se incorporó de inmediato y dirigió la polla entre la suave mata de bello rubio. Notó el calor que desprendía al introducir el capullo, y como penetraba toda su polla con facilidad. Todavía se mantenía mojado por dentro, la corrida que había tenido Amanda había sido tremenda y su excitación parecía no tener fin.

– Ahhh! Suspiro largamente. – Que polla más dura tienes, diossss! Volvió a repetirle disfrutando de la penetración. Luis estaba tremendamente excitado, sentía deseo y ansia por embestir sobre aquel culito que le ponía tan cerdo.

- Ahora que la tienes bien mojada, métemela en el culo! Volvió a dirigirle de nuevo.

Luis sacó la polla empapada y la dirigió al palpitante agujero. Apretó con suavidad temiendo que podría hacerla daño. Ella notó la delicadeza del muchacho y sonrió.

- Tranquilo hijo! Mi marido la tiene más grande y ya me lo ha abierto unas cuantas veces!

Luis apretó más y sintió como su polla penetraba profundamente con facilidad.

Se agarró a él y comenzó a bombear con su polla. Primero fueron penetraciones lentas y largas pero no pudo aguantar y empezó a embestir como un toro enfurecido. Amanda le miraba a través del espejo disfrutando de esa fiereza de juventud. Tenía el coño todavía ardiendo de la corrida anterior y noto como le volvía a subir la excitación brutalmente.

– Diosss, que pollazos me das!! Comenzó a gritarle sabiendo que desataría aún más su furia.

– Me vas a reventar el culo, cabron!! Vamos, vamos! Más fuerte joder! No quieres sacármela por la boca?

Le desafiaba al excitado muchacho provocándole hasta la saciedad.

– Te voy a reventar tu puto culo, zorra! Gritó por fin expresando con palabras la furia que invadía su cabeza. La cara se le había desencajado ante los desafíos de Amanda y las embestidas eran tan brutales que casi la tiró fuera de la cama.

– Sigue, sigue! Quiero más, más!! Vas a hacer que me corra otra vez como una cerda! Diosss! Aghgh!

Gritó Amanda al notar como su coño se llenaba de un fuego intenso mientras ella misma se lo masturbaba con dos de sus dedos.

– Toma zorra! Tomaaa! Aghgh! Aghgh! Gritó Luis al unísono soltando un chorro de leche caliente. Gritos, gemidos y jadeos se entremezclaron llenando la habitación de sonido y un fuerte olor a sexo. Varios chorros de leche hicieron que el culo se inundara con rapidez y rebosara cayendo entre los muslos de Amanda. Luis podía sentir como temblaba el cuerpo de la menuda mujer, con fuertes espasmos acompañados de rugidos de placer, algo que le pareció maravilloso. Amanda se quedó jadeando, arrodillada con la cara apoyada sobre la sában cuando Luis sacó la polla completamente empapada del hirviente coño. Él tenía una cara de completa satisfacción cuando cayó de espaldas sobre la amplia cama.

– Ha sido la ostia!! Se dijo para si mismo, pero en voz alta. Amanda sonrió bajo su postura encorvada sin que él pudiera verlo.
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,361
Puntos
113
 
 
 
Elena estaba encantada de que les hubieran dejado pasear solos. Con roces ocasionales caminaron sonrientes por la orilla de la playa hablando distendidamente. Antes de comer, estando en el agua, había jugado con las olas y chapoteado con las manos disfrutando como niños. También la había balanceado sobre el agua, como había hecho su hijo, y los roces y toqueteos le habían gustado más de lo que esperaba. Hubo momentos en que noto las manos de Carlos en su culo y sus tetas produciéndole cierta excitación, aunque intentaba disimularlo viendo a Amanda tumbada en la arena. Cuando Amanda se fue a la casa y desapareció de su vista, dejó que Carlos la tocará con más libertad y comenzó a sentir el deseo en su cuerpo. Ahora estaban solos, y ya caminaban frente a la casa de ella. Le miró con sonrisa pícara.

– Te apetece ver dónde nos alojamos? Podríamos tomar algo dentro! Dijo Elena con relativa timidez.

– Por supuesto! Contestó Carlos. – Será un placer!

Entraron a la casa y Elena fue a por un par de cervezas al frigorífico. Volvió con ellas y un par de vasos que dejo sobre la mesa que había frente al sofá. En él estaba sentado Carlos con una amplia sonrisa, y ella se sentó a su lado sin llegar a rozarse. Los dos iban en bañador, el con un bermudas y la camiseta que se había puesto para comer, ella con su bikini rojo y también una camiseta. Carlos puso la mano sobre el desnudo muslo de Elena y lo acarició mientras daba un sorbo al vaso. Elena sentía curiosidad por esa pareja.

– Y tu mujer, que opinaría de esto? Te he visto muy lanzado en el agua, como si no te importará que nos viera!

– Bueno, es una larga historia, pero resumiendo, los dos admitimos relaciones extramatrimoniales!

– Y eso, que significa exactamente? Carlos sonrió mientras mantenía la mano sobre el muslo.

– Es simple, tan solo que cada uno nos enrollamos con quién nos apetece, pero con algún matiz!

Ahora sonrió Elena y dio un sorbo a la cerveza para después pasarse la lengua por los labios para quitar la espuma que había quedado sobre ellos. Fue instintivo, pero también algo intencionado por la situación.

– Parece que te lo tengo que preguntar todo! Dijo Elena acercando un poco la cara a la de él. – Explícame… esos matices!

Carlos interpretó el acercamiento como la apetencia de un beso, y así lo hizo. Posó los labios sobre los de ella con suavidad fundiéndose en un beso lento, parecían estar saboreando un vino recién abierto. – No sé si lo entenderás, pero podría decirte… dijo el haciendo una pausa mientras la miraba a los ojos con fijeza… que nos gusta vernos follar con otros u otras!

Carlos parecía estar a la expectativa de la reacción de Elena, pero ella mantuvo la mirada sin realizar ningún gesto. Poco a poco, sin dejar de mirarse a los ojos, ella fue ampliando su sonrisa, ahora tenía ciertas connotaciones de lascivia. Por su mente pasaron escenas con rapidez, imaginando a Amanda mirando como follaban ella y Carlos, intentando adivinar la expresión de su cara, o simplemente que haría mientras miraba. Un suave escalofrío recorrió su cuerpo al visualizarlo, era algo extraño para ella, pero a la vez había sido excitante, y algo de lujuria iba avanzando en su mente. Ahora fue ella la que acercó los labios para fundirse en otro beso, un beso más largo donde sus lenguas salieron para enroscarse como serpientes. Sintió la mano de Carlos apretarla el muslo con más fuerza, con más deseo, sobando la fina piel de la parte interior hasta casi rozar la tela del tanga. Notó como subía el calor por su cuerpo, y a ciegas, dejo el vaso sobre la mesa para poner la mano sobre la pierna de Carlos. Notaba como el deseo avanzaba por su cuerpo con rapidez y subió con la mano por el bermudas, como una serpiente repta por un tronco en busca de su presa. La dureza que había adquirido el miembro se hizo patente cuando lo rodeó con sus dedos bajo la tela. La excitación no cesaba, pero la curiosidad parecía más fuerte.

– Y que sientes cuando la ves follar con otro hombre? Volvió a preguntar después del intenso beso.

– Ver su cara de deseo y placer a cierta distancia es muy estimulante. El salir de la monotonía produce sensaciones que parecías haber olvidado, y ver y sentir algo nuevo.. atrapa!

Cada frase de Carlos Elena la interpretaba con imágenes en su mente, se acordaba de esa sensación, tan especial como deliciosa, que había tenido al follar con su hijo, y ahora lo imaginaba follando con otra mientras ella miraba. Su mente se iba llenando de sensaciones nuevas y comenzaba a tener cierto ansia por experimentarlas. De repente se le vino a la cabeza que su hijo se había quedado con Amanda y Estela y no pudo reprimir la pregunta.

– Que crees que estará pasando en tu casa? Mi hijo se ha quedado con tu hija y Amanda!

Carlos cogió el vaso para dar un buen trago y lo posó de nuevo sobre la mesa. Su mano volvió a sobar el interior de los muslos de Elena mientras la besaba de nuevo.

– En mi casa nos entendemos los tres muy bien. Tu no te has dado cuenta durante la comida, pero tu hijo y Amanda se han estado toqueteando!

Elena se retiró unos centímetros hacia atrás mostrando cierto asombro.

– Síii? Pues no me he enterado!

– Supongo que Estela se habrá marchado con alguna escusa, ya que ella también lo ha percibido, y también supongo que tu hijo y Amanda se lo estarán pasando bien!

La imaginación de Elena no paraba, y volvía a visualizar a su hijo follando con la menuda mujer. Su mente era capaz de recrear escenas en cuestión de segundos y casi los podía ver follando como si estuvieran allí mismo, y lo que ciertamente le preocupaba, es que esas escenas la ponían caliente, algo que nunca hubiera imaginado. Metió la mano bajo el bermudas y tocó con sus finos dedos la dura carne cubierta de una tersa piel. Llevaba años sin tener ningún tipo de relación y ahora en dos días se había acostado con su hijo y ahora estaba a punto de hacerlo con un desconocido. Continuaron los besos, cada vez más largos y lascivos. La mano de Carlos llegó hasta el centro de los muslos de Elena y tocó los labios genitales a través de la fina tela del tanga. Fue un roce suave y lento, que Elena agradeció abriendo levemente sus muslos. Carlos se dio cuenta de que Elena quería seguir, pero estaba algo reticente.

– Estás casada? Preguntó de repente.

– No, separada! Contestó ella con rapidez volviendo a cerrar mínimamente los muslos. Carlos notaba la tensión en el cuerpo de Elena.

– Tranquila, esas cosas pasan cada día. Y va siendo muy habitual.

– Bueno, es que… - Lo entiendo. La corto Carlos sin dejar que siguiera. – Supongo que llevas tiempo sin estar con un hombre! Elena no quiso decirle nada de su hijo, “ Que pensaría de ella! “ Su cabeza trabajaba a gran velocidad antes de contestar.

– Pues la verdad… es que si. Desde que me separé… mejor dicho, desde algún año antes de separarme. Rectificó la respuesta.

– Lo entiendo! Contestó Carlos. – Te podría contar muchas cosas para que vieras cómo tu mundo puede cambiar en un espacio breve de tiempo, pero… no sé si podrías entenderlo.

– Prueba a ver! Mi mente también está cambiando después de muchos años, y ahora… la tengo más abierta!

Elena se fue relajando según hablaban. Carlos dio otro sorbo a la cerveza y se recostó en el sofá.

- Un día que Amanda no estaba en casa, mi hija me propuso darnos un baño en la piscina. No era la primera vez que nos bañamos juntos y jugábamos a la pelota nos hacíamos aguadillas, en resumen, nos divertíamos. Comenzamos a jugar y chapotear, ella me agarraba por detrás e intentaba meterme la cabeza bajo el agua. El problema es su cuerpo ya estaba totalmente desarrollado, más o menos como la ves ahora. Podía sentir sus tetas sobre mi espalda y aunque me sentía algo incómodo, la dejaba seguir. En un momento dado se agarró de frente a mi, poniéndomelas casi en la cara, y eso ya fue más violento. Intente que dejáramos los juegos, pero se había abrazado a mí como una lapa y no me soltaba. Poco a poco fui cediendo, y acabo confesándome sus deseos sexuales. Era tal su persistencia y su entusiasmo que acabe dejándome llevar. Se lo dije a Amanda, y no sé cómo ni por qué, pero lo encajó bien, como algo que sabía que pasaría. A los pocos días, Estela entró en nuestra habitación cuando estábamos en plenos jadeos después de realizar el acto, y Amanda prácticamente la invitó a que siguiera conmigo.

Elena estaba asombrada de la historia, pero a la vez se había relajado y se sentía mejor pensando en ella y su propio hijo, no sabía si era coincidencia o que estas cosas pasaban más de lo que ella hubiese supuesto. Carlos continuó con la historia, desvelando que con el paso de los días eso se había hecho habitual, hasta tal punto que una de las veces acabaron los tres en la cama compartiendo sexo y lujuria. Acabo diciéndole que ahora eso ocurría con bastante frecuencia y que los tres lo pasaban de maravilla. Cuando acabó de contarlo Elena tenía una sonrisa extraña, y se abrazó a Carlos en un largo y lascivo beso. No sólo se había relajado, sino que se había excitado escuchándole. Algunos detalles le habían sorprendido, a la vez que le habían agradado de una manera especial. Carlos había metido la mano bajo su camiseta y le sobaba las tetas provocando que los pezones se endurecieran, mientras ella tenía la polla agarrada desando sacarla del bermudas para ver con sus ojos ese gran miembro. No esperó más y tiro del bañador, la polla apareció erguida con un gordo y brillante capullo en su punta. La miró por el rabillo del ojo mientras se besaban y sintió un leve estertor al ver el gran tamaño, y el deseo de sentir esa polla dentro de su cuerpo casi nubló su mente. Carlos tiro de la camiseta de ella hasta sacársela por la cabeza, seguidamente le quitó el sujetador del bikini para contemplar las bonitas tetas totalmente desnudas. Las deseó con la mirada y acercó la boca hasta ellas para comenzar a lamer los pezones que se pusieron duros de inmediato. Después los succionó, y lo hizo con suavidad, no sabía cómo le gustaría y espero su reacción. Elena recordaba como los había succionado su hijo y esto le pareció suave. Apretó la cabeza de Carlos contra sus pechos, como indicativo de que quería más, y así lo entendió él. Succionó con más fuerza a la vez que los mordisqueaba.

– Síii, síii! Susurró ella aprobando la intensidad. Carlos se deleitó con las dos bonitas tetas, su lengua, sus labios y sus dientes lamieron, chuparon y mordisquearon durante largo tiempo hasta poner a Elena tan caliente como si su cuerpo hubiera estado tendido al sol durante horas. Mientras Carlos embadurnaba las tetas de saliva, ella le masajeaba el miembro, subiendo y bajando la piel que lo envolvía, esa sensación de tener una polla en la mano, cada vez la ponía el cuerpo más ardiente. Sintió ganas de chuparla, de metérsela en la boca y sentir su dureza y su sabor. Retiró la cabeza de Carlos para bajar la suya, dio varias lamidas al inhiesto capullo, que como una punta de lanza marcaba el final de la dura vara. Lo empapó de saliva y no tardó en introducirlo en su boca. Comenzó a chupar con deseo, metiéndose todo lo que su boca podía, una chupada tras otra a gran velocidad hicieron que Carlos la sujetará la cabeza a la vez que abría las piernas.

– Ahhh! Ahhh! Despacio, despacio! Susurró él. – No querrás que me corra en un momento! Intentó sonreír mientras la excitación desmadejaba su boca ansiosa.

– No, no! Dijo sacando la polla de la boca. – Quiero sentir tu polla dentro de mí! Se atrevió a decir.

Volvió a metérsela, y ahora fueron chupadas largas y profundas, recordando cómo lo hacía al principio con su exmarido, y pareció darle resultado. Los jadeos lentos y suaves de Carlos comenzaron a ser más patentes.

Quería metérsela más, pero era demasiado grande y no estaba acostumbrada. Su cabeza no paraba de pensar en todas las situaciones que podrían producirse. Como se la follaría? En qué postura? De qué forma? Lo haría de pies? En el sofá? En la cama?

La mano de Carlos, retirándola de su polla, resquebrajó la nube de pensamientos en la que se había sumido. Con suavidad, hizo que se colocará de rodillas sobre el sofá con el culo en pompa y agarrada en el respaldo. Elena pensó que ya había elegido la postura, pero se sorprendió al ver cómo se arrodillaba tras ella sobre la alfombra y comenzaba a lamerle el coño.

Fue una sensación deliciosa que incluso mejoró cuando la lengua llegó hasta su culo. Fue algo distinto, pero absolutamente agradable, tanto que su cuerpo dio un pequeño estertor.

La lengua subía y bajaba, pasaba de su coño a su culo impregnándolos de saliva caliente, y el placer, aderezado con una buena dosis de lujuria, recorrió estrepitosamente su cuerpo. Varios temblores sacudieron cada centímetro de su carne de una forma incesante y continua, hasta que sintió como el hinchado capullo de Carlos presionaba sobre su coño. Noto como penetraba despacio, sin ninguna prisa, abriendo sus labios genitales hasta llenar su vagina haciendo que todo su cuerpo se tensara como las cuerdas de un violín. Después de varios años sin sexo, ahora se la iba a follar un desconocido, ese fue el pensamiento que recorrió su cerebro cuando sintió toda la enorme polla dentro. Abrió más sus piernas, y también su mente, quería disfrutar de ese momento después de tanto tiempo.

- Te he hecho daño? Susurró Carlos tras su espalda al notar como su cuerpo tembló.

- No! No! Sigue! Casi gritó ella.

Había notado como el duro capullo arrastraba la suave carne de su vagina al entrar y un leve dolor ascendió por su cuerpo, pero no lo quiso reconocer. Era tarde para echarse atrás, y tampoco era algo que quería.

- Tranquila, lo haré despacio! Se que llevas tiempo sin follar! Susurró el de nuevo.

La dura y tersa carne salió y volvió a entrar provocándole otro ligero estertor, pero tan solo le dio tiempo a gemir antes de la siguiente penetración. Su cuerpo se curvó más, y sus manos se aferraron al sofá mientras apretaba los labios.

- Relájate, se que te va a gustar! Volvió a oír tras ella la voz tenue de Carlos, a la vez que sintió cómo la yema de un dedo presionaba sobre el centro de su culo.

Dio un pequeño respingo, pero la otra mano de Carlos sujetaba su espalda impidiendo que se incorporara. La dura polla volvió a penetrar con más ímpetu y sintió como sus fuerzas flaqueaban provocando que se le flexionaran las rodillas levemente. Ahora la polla llenaba su coño a cada embestida pero de una forma más placentera.

El dedo de Carlos penetró más en su culo y pudo notar como la polla y el dedo se rozaban entre la fina pared de piel que los separaba. Pensó en Amanda, la menuda mujer de Carlos penetrada por esa enorme polla, y sintió un escalofrío en el que se mezclaban el morbo y la lujuria. Notó el calor en el interior de su vagina al comenzar a mojarse mientras jadeaba. Volvió a pensar en Amanda al sentir los pollazos más potentes abriendo su vagina como un melón maduro. “ ¿Le daría esos fuertes pollazos a su pequeña mujer? “ Pensó visualizando la escena de esa enorme polla atravesando la mitad de su pequeño cuerpo. El morbo era algo que la excitaba poderosamente, y pensó en ver cómo se la follaba en real. Sus pensamientos se fulminaron al sentir un placer delicioso y su vagina chorreando. La enorme polla entraba y salía con una gran suavidad impregnada de sus fluidos y sintió un chorretón de leche chocando en su interior. Su culo también se había abierto, y el dedo de Carlos lo horadaba a gran velocidad a la vez que reventaba su coño llenándolo de leche. Elena volvió a correrse, aunque no supo si era la continuación de la corrida anterior. En un estado de euforia absoluta, sus rodillas se doblaron y sus manos se aflojaron quedando sobre es sofá como un trapo arrugado. Pero el morbo seguía dominando su mente

- Te follas… ahhh… así… ahhh… a tu mujer? Surgió su voz ahogada entre jadeos.

Carlos permanecía de pies tras ella, con la polla colgando y chorreante como si fuera una manguera que salía de su cuerpo, y parecía saber en qué estaba pensando Elena. Se dio cuenta del morbo que recreaba su mente, y quiso aderezarlo con más ingredientes.

- Te gustaría verlo?
 
Arriba Pie