De niña a mujer

Calixto

Virgen
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Ago 6, 2007
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Aún recuerdo aquella última vez en la que vi a mi madre. Yo era bien chiquita aún y en aquella ocasión en que mami conoció a un señor que
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ten�*a mucho dinero, el se la llevó a vivir muy lejos al extranjero, y desde entonces no la volv�* a ver nunca mas. Aquel último d�*a en que la v�* acompañada de ese señor, yo apenas ten�*a 10 años de edad y la verdad es que me cre�* su historia por completo, aquella en la que prometió volver por mi despues de unas pocas semanas para llevarme a vivir junto a ellos. Y bueno, desde entonces no volv�* a saber de mi madre nunca mas, y de eso, ya han pasado mas de ocho años a esta fecha. Mi nombre es Natalia y me faltan muy pocos d�*as para cumplir mis 19. Esta historia que ahora les contaré es completamente real, es algo as�* como la historia de mi vida. Pero bueno, tal como les contaba, desde entonces no supe nunca mas de mi madre y desde all�* fue que comencé a vivir junto a mi t�*a Carola, quien hasta entonces, era la hermana mayor de mi mamá.

Mi t�*a Carola era una mujer de unos 50 años, ella viv�*a sola en su ranchito, y si bien, mi querida t�*a ten�*a un hijo que estaba haciendo el servicio militar en esos mismos d�*as, lo cierto es que yo nunca lo pude conocer personalmente cuando llegué a vivir junto a ella. Aquel apartado ranchito era bien humilde y bastante pequeño por demás. Apenas hab�*a un par de dormitorios, un comedor chiquito y un bañó de madera que quedaba a las afueras de aquella modesta vivienda campestre.

Creo que mi t�*a siempre me quizo y mucho. Dorm�*amos juntas todas las noches y ella casi siempre me conversaba de mi primo y de todo lo guapo que el era. Ella me contó que hab�*a sido una madre soltera y que su hijo le hac�*a recordar mucho al hombre que llegó a ser el único amor de toda su vida. Ella siempre me mostraba fotos de mi primo cada vez que conversábamos por las noches, y la verdad es que mi primo Marcelo se apreciaba bastante bien en sus fotograf�*as, tanto en las que aparec�*a de niño, as�* como también en esas otras mas actuales de sus 18 años y algo mas en esa época. Mi primo ten�*a su própio cuarto en esa casa, un cuarto al que no pod�*a ni asomarme siquiera, porque mi t�*a me ten�*a absolutamente prohibido entrar all�*. De hecho, aquel cuarto siempre estaba cerrado con llave y solo se abr�*a durante las mañanas, toda vez que mi t�*a y yo hac�*amos el aseo en casa.

No pasó mucho tiempo desde entonces, hasta que no me d�* ni cuenta cuando ya hab�*a cumplido mis 11 años de edad. Recuerdo que dejé de acudir al colegio desde el primer d�*a en que llegué a vivir a esa casa, y es que en esa localidad no hab�*a ningún colegio cercano siquiera. Lo que mas me gustaba de vivir all�*, era la hora en que me tocaba darle de comer a los patos y a las gallinas que mi t�*a criaba en su ranchito. Me inventaba juegos imaginarios con esos animalitos, y la verdad es que no me quedaba otra, dado que ni siquiera ten�*a vecinitos cercanos con quienes poder jugar.

Recuerdo que por esos d�*as, hab�*a un señor que repart�*a la leche y los quesos durante los Lunes y los Jueves de cada semana. El siempre me miraba y cada vez que ten�*a la ocasión, me dec�*a que yo era bien bonita y me preguntaba si acaso ya hab�*a conseguido un novio. All�* yo me quedaba muda y sin saber que contestarle, me met�*a corriendo a casa para que ese señor me dejara de mirar y dejara de decirme esa clase de cosas. Yo no comprend�*a realmente, qué era lo que ese señor pretend�*a de mi, hasta que un d�*a no aguanté mas y terminé contándole todo a mi t�*a. Ella en principio se puso a reir y me explicó que eso me pasaba porque yo era bien bonita, pero sobre todo, porque a pesar de mi corta edad y por el hecho de que siempre fu�* bien alta y delgadita, mi cuerpo comenzó a transformarse aceleradamente desde que cumpl�* los diez años. Ni siquiera yo aún sab�*a lo que era la menstruación, pero lo cierto es que a mis 11 años, ya casi luc�*a el busto de una chica de unos 16. Mi trasero siempre fué bien chiquito, tal como hasta hoy, pero desde muy pequeña lo he tenido bastante redondito, muy bien formado y bien sobresaliente. Mi t�*a Carola, siempre me dec�*a que yo ten�*a un cuerpo muy hermoso y un rostro bello, y por eso es que ese señor me miraba tanto.

El lechero viv�*a bastante lejos, algo as�* como en una parcela que estaba detrás de un cerro a unos 20 kilómetros de distancia del rancho de mi t�*a. Tal vez por el hecho de no contar con muchos vecinos en esa localidad, dir�*a que aquel repartidor de leche fue ganándose rápidamente nuestra confianza y alguna cuota de amistad, puesto que el era prácticamente la única persona que se acercaba a conversar con nosotras durante la semana. Yo creo que desde entonces a mi t�*a le comenzó a agradar mucho ese señor, quizás mas de la cuenta.

El lechero era mas joven que mi t�*a Carola, el era un tipo delgado, algo moreno y como de unos 40 años. El no era feo para nada y mi t�*a me dec�*a que el estaba soltero y que viv�*a completamente solo en su casa. Lo único que a mi no me agradaba de el, era la forma en que me miraba todo el tiempo, lo hac�*a detenidamente y como si si quisiera hacerme algo, y aunque eso era lo único malo que yo le encontraba, por otro lado el nunca dejó de ser amable con nosotras, y sobre todo conmigo. Recuerdo que desde ese entonces el comenzó a regalarme dulces de leche y caramelos, cada vez que nos visitaba al pasar en su vieja camioneta que el usaba para repartir la leche y los quesos.

En cierta ocasión, mi t�*a me dijo que necesitaba hacerse unos exámenes médicos en la ciudad y que hab�*a conversado con ese señor, para dejarme al cuidado de el durante algunos d�*as alojándome en su rancho. La sola idea de quedarme a solas con ese caballero en su casa, nunca fue de mi completo agrado, sin embargo, luego de saber que ese señor le hab�*a dado todo el dinero que mi t�*a necesitaba para hacer el viaje a la ciudad y para hacerse los exámenes, no me quedó otra opción que irme con el a su rancho por algunos d�*as. Mi t�*a me dijo que lo deb�*a ayudar en sus quehaceres de hogar mientras estuviera all�* y que deb�*a ser muy obediente con el, a modo de agradecerle en algún grado por su generosidad y su evidente amistad hacia nosotras. All�* fue cuando me dijo que no deb�*a tenerle desconfianza, porque ese favor que le hab�*a hecho a mi t�*a, ya hablaba muy bien de el. No se bien porque, pero mi t�*a se puso a llorar y me abrazó en ese momento, pidiéndome que la perdonara por dejarme solita, insistiéndome que yo ya estaba grandecita y que estar�*a bien de todas formas, alojándome junto a ese señor y dejándome a su cuidado.

Al d�*a siguiente el lechero nos fue a buscar por la tarde y de inmediato llevó a mi t�*a a la estación de autobuses. Ella y yo �*bamos con nuestras respectivas valijas, una para el viaje que iba a hacer mi t�*a y la otra donde yo llevaba mi ropita. El acompañó a mi t�*a conversándole muy amablemente en la terminal, hasta que el autobus salió finalmente rumbo a la capital. Recuerdo que lloré mucho cuando mi t�*a se marchó y que el lechero me abrazó en ese mismo momento en que la vi partir haciendo una señal de adios desde la ventana del autobus. Recuerdo que algo me dijo al oido entonces mientras me abrazaba y me apretaba fuertemente contra su pecho por vez primera. El bus se divisaba a la distancia y entre mis lagrimeos de niña le o�* decir que yo era una jovencita muy hermosa y que merec�*a muchas cosas lindas, cosas que solo el pod�*a ofrecerme a mi porque ten�*a el dinero que se requer�*a para eso. Yo le llegaba casi a la altura de la barbilla porque el no era mucho mas alto que yo, aunque también como les dec�*a anteriormente, yo a esa edad ya no me ve�*a tan pequeña, para nada en absoluto, y en mi cuerpo ya se hab�*an producido varios cambios notorios, un prematuro desarrollo f�*sico que al parecer, ya era del absoluto agrado y predilección de ese señor y que yo no tardé mucho en notar por la forma en que all�* el me abrazó. Yo sent�*a como el fregaba su pecho contra mis tetitas para poder sentirlas seguramente, y entre mi llanto, pronto sent�* a sus dos manos recorrer y palpar toda mi cinturita y el contorno de mis caderas Yo llevaba puesto un vestidito floreado que era bastante delgado, y aún recuerdo perfectamente cuando el de pronto me besó la frente y las mejillas como intentando consolarme, unos besos que no me resultaron del todo desagradables viniendo de ese hombre como yo imaginaba. All�* fue cuando cuando el me dijo que la �*bamos a pasar muy bien estando a solas en su casa, porque el sab�*a lo que yo estaba necesitando ahora para sacarme toda la penita que sent�*a, y que el ten�*a exáctamente el remedio preciso para un cuerpo tan lindo como el m�*o. All�* fué cuando sent�* su mano recorrer y amasar mis nalgas sobre mi vestido, ya sin ninguna clase de disimulos. Creo que me sobresalté un poco, pero nada mas que eso.

Yo pienso que algo ten�*a ese señor que me imped�*a rechazarlo del todo. Quizás, el hecho de verme obligada a estar con el, o tal vez, por la forma en que me hablaba al oido mientras rozaba mi cuerpo de esa forma. El hablaba poco, pero cuando lo hac�*a, algo me dejaba como pegada escuchándolo decirme esa clase de cosas. Nos subimos a su camioneta y nos fuimos directamente hacia su rancho. Eso quedaba bastante lejos y estaba como bien retirado del pueblo. Recuerdo que sacó unos dulces de la guantera del carro y me los pasó. Yo me sonre�* porque me gustaban mucho los dulces que el me regalaba, mas cuando vió mi sonrisa no tardó en acercar sus dedos hacia mis labios para rozarlos y al ver que no me disgustó del todo esa clase de caricias, bajó su mano haciendolas posar muy suavemente sobre mis piernas. Yo no le rehu�* entonces, y al verme tranquila y callada, sent�* como acariciaba el interior de mis muslos sobre el vestido, mirándome de arriba abajo mientras yo devoraba nerviosamente mis dulces y oyéndole decir que mi cuerpo ya era muy bonito, realmente delicioso en verdad. Me preguntaba si acaso estaba incomoda, y yo le respond�* que no, porque era la verdad.

Creo que me acarició las piernas durante casi todo el trayecto que hicimos, unas caricias que a ratos me llevaba a abrir las piernas un poco mas de la cuenta quizas, y sent�* que el lo notaba, dado que al poco andar, acercaba su mano como queriendo alcanzar mi sexo con sus dedos. Yo no entend�*a porque me gustaba ese leve y delicioso cosquilleo que sent�*a en la pancita, junto a ese rico roce que sent�*a sobre mis pezones contra la tela de mi vestido. Los sent�*a muy sensibles y extremadamente duritos, algo que nunca antes experimenté en mis cortos años de vida. Un largo rato después llegamos finalmente a su rancho. El predio era realmente enorme y hab�*an unas ocho vacas por lo menos, tres ternerillos y algunos caballos. Su casa no era mucho mas grande que la de mi t�*a y también era de madera, sin embargo, la suya ten�*a chimenea, el baño estaba al interior y all�* hab�*a luz eléctrica hasta en el patio y en el antejard�*n. Recuerdo que tomó mi valija y me hizo entrar a su casa tomándome de la mano apenas nos bajamos de su camioneta.

All�* me hizo guardar toda mi ropa en un cajón de su cómoda, a lo que yo le obedec�* sin chistar, lo hice mientras ve�*a como el se agachaba a atizar el fuego de la chimenea del cuarto. Por la pequeña ventana de ese dormitorio ya se ve�*a caer la noche, se estaba poniendo bien helado y recuerdo perfectamente que el cerró las cortinas al momento de preguntarme si acaso yo ten�*a ganas de comer alguna cosa. Le dije que no, porque con la cantidad de dulces que com�* durante el camino, sent�*a mi pancita hinchada de tanta azúcar que inger�*. All�* fué cuando me dijo que mi t�*a ten�*a una enfermedad bastante severa y que deb�*a hacerme la idea de tener que vivir junto a el en su casa por un tiempo mas largo del que yo imaginaba. Lloré amargamente entonces y el se me acercó con la clara intención de abrazarme, y a la vez, hacer algún intento en vano por consolarme. Eso pensé yo al principio, mas estándo los dos de pié junto a esa cama y cuando comenzó a acariciarme toda la espalda con sus dos manos, volv�* a asentir como se hac�*a de mis nalgas para apretujarlas, haciéndo una especie de dibujo con sus dedos y con sus palmas sobre todo el contorno redondito de mis formas femeninas. Met�*a sus dedos estirándolos y como queriéndo alcanzarme el conejito desde atrás, mientras me daba suaves besos en la cara haciéndome sentir sus labios muy cerca de mi boca. Creo que all�* lloré, aunque llevada mas por mis nervios que por el estado de salud de mi t�*a. No sab�*a lo que el iba a hacer conmigo en ese cuarto, pero yo notaba perfectamente que esa cosa que llevaba ese señor debajo de su pantalón de mezclilla, se hac�*a cada vez mas grande y se le pon�*a cada vez mas dura. Sent�*a como me la fregaba en todo mi bajo vientre y también sobre mis muslos, mientras yo segu�*a llorándo y sin saber que hacer.

Pensaba que si le exig�*a que me dejara de tocar y de besar en la cara, lo iba a poner furioso conmigo y que iba a terminar por golpearme o algo as�*, por eso no le dije nada y segu�* con mis lágrimas amargas, dejándole tocarme y besarme las mejillas como lo hac�*a hasta ese momento. Al rato ya rozaba mis labios con su boca como intentándo besarme, hasta que sent�* como comenzó a desabrochar mi vestidito desde atrás con la clara intención de quitarmelo. All�* me asusté mucho y le dije porqué quer�*a quitarme el vestido, a lo que el me respondió que era para que yo me acostara y pudiera descansar un poco. Me dijo que ya se hab�*a hecho de noche y que era mejor acostarnos a descansar. Ni loca para decirle que quer�*a dormir sola, pedirle que se fuera del cuarto y exigirle que me dejara tranquila. Es que no hab�*an mas camas all�*, ninguna otra. Solo entonces supe que habr�*a de acostarme junto a el a partir de esa misma noche. Yo no dejaba de llorar de angustia y le dije que no quer�*a acostarme todav�*a, a sabiendas del riesgo que implicaba para mi decirle tal cosa. El me miró entonces y me dijo que me iba a traer unas pastillas para poder relajarme un poco y para que se me quitara la pesadez que aún sent�*a en mi pancita. Creo que verlo salir del cuarto me tranquilizó por un momento y pienso que al verme ya medio resignada a la idea de tener que acostame con el en esa cama, lo acepté mentalmente y proced�* a quitarme muy rápidamente de mis zapatos, donde luego de hacerlo, terminé por meterme debajo de las tapas de esa cama, con mi vestidito puesto.

El al rato entró al dormitorio y al verme ya acostada se sonrió. Me trajo alguna agua de yerbas junto a unas pastillas y enseguida me pidió que me las tomara. Yo segu�*a llorándo mucho pero igual me hice de fuerzas para tragarme esas tres pastillas que me dió directamente en la boca. Yo estaba sentada en ese momento bebiendo el agua de yerbas y entonces ah�* el se fijó que yo aún tra�*a puesto mi vestido. Yo no le dije nada cuando el se sentó a mi lado y me preguntó si acaso me sent�*a un poco mejor, sin embargo, enseguida me acarició el rostro y mis cabellos mientras beb�*a el agua de yerbas. Estaba sentado al lado m�*o y all�* fué cuando me dijo que si yo era buenita con el y me quitaba vestido para -supuestamente- dormir mas cómoda, el me iba a regalar muchos vestiditos nuevos, unas lindas zapatillas y algunos jeans. Me sonrió y enseguida me dijo que necesitaba que le pasara mi vestido porque as�* iba a saber cual era mi talla exácta. Yo ahora creo que llevada en parte por mi interés de que me compraran ropita nueva, y por otro lado, al ver que me trataba muy bien en ese momento, y sobre todo, porque no se hab�*a puesto demasiado cargoso conmigo, creo que eso me hizo fiarme de sus palabras y as�* fue como acced�* a quitarme el vestido, aunque claro, sin dejar de cubrirme el cuerpo con las tapas de la cama. Sent�*a vergüenza de solo pensar que me viera tán solo cubierta con mis interiores. Yo llevaba puesto un calzón bien chiquito que era de color blanco y un sujetador del mismo color, el que a duras penas lograba contener mis pechitos redondos con lo estrecho que me quedaba. Recuerdo que all�* me dijo que iba a asegurar los accesos de la casa y que apenas regresara, quer�*a ver mi vestidito a los pies de la cama para demostrarle a el, que yo era una chica de palabra. Y as�* fue como le v�* salir del cuarto y al rato sent�* como trancaba la puerta.

Yo estaba tapada del cuello para abajo cuando le sent�* venir al dormitorio. Apagó la luz del comedor y al momento de entrar al cuarto, le v�* ponerle una tranca de madera a la puerta del dormitorio y enseguida apagó la luz. Solo la luz de la chimenea iluminaba el cuarto en ese minuto pero esa sola luminosidad me bastó, para darme cuenta de que el se iba a meter a la cama conmigo vistiendo tan solo unos calzoncillos negros que le quedaban bien ajustados. Era muy velludo del pecho, de las piernas y de los brazos, unos brazos y un vientre donde se notaba muy claramente una marcada musculatura, trabajada seguramente en esa clase de labores que el hac�*a a diario en ese lugar, cargando la leche y pesados fajos de heno, cuidándo de su rancho y de sus animales.
Sent�*a como que ya me bajaba el sueño, pero al verlo tomar mi vestido y al momento en que se puso a olerlo profundamente, me miró a la cara y me dijo que estaba impregnado de un aroma delicioso, el aroma de una verdadera y hermosa hembra en celo y que de seguro, cubr�*a toda mi hermosa piel desnuda, y que ahora, se iba a poder serciorar personalmete si era as�* tal cual como el lo imaginaba. Yo estaba muy nerviosa y creo que de pura vergüenza me puse a llorar nuevamente apenas el se metió a la cama conmigo. Yo me hice bien hacia el rincón de la cama, pero como no era muy grande, nuestros cuerpos quedaron bien pegados uno al lado del otro y all�* fue cuando sent�* a todo su pecho desnudo cubrir mi espalda por completo. Yo no hac�*a mas que llorar y llorar, hasta que sent�* su mano acariciar mi vientre plano y navegar sobre el contorno de mi cadera. Besaba muy suavemente mi hombro cuando pasó su otro brazo debajo de mi cuello, al momento de decirme al oido que estuviera tranquilita y que fuera una niña buenita con el esa noche.

Yo no dejé de llorar por un largo rato, hasta que sent�* a su mano y sus dedos meterse directamente debajo de mi calzoncito, donde enseguida se puso a acariciar mi sexo muy suavemente meciendo sus dedos en forma ascendente y desdente entre los labios de mi vaginita. Sab�*a que nada ya sacaba con pedirle que me quitara la mano de all�*, y es que ahora creo que tampoco se lo ped�* porque en el fondo, era bien agradable sentir a sus dedos metidos all�* justo en medio de mi rajita. Ah�* fue cuando me dijo que ya estaba en la edad de saber lo que era una tranca dura que me hiciera gozar, y que sab�*a perfectamente que mi lindo cuerpo ya estaba pidiendo a gritos coger en la cama con un hombre de verdad. Confieso que me giré un poquito hac�*a el para permitirle que siguiera sobándome la conchita a voluntad. Es que sent�*a riqu�*simo realmente, y entonces fué cuando el me besó por vez primera en la boca, al mismo tiempo en que metió su otra mano libre directamente debajo de mi sujetador, terminándo por alcanzar mis dos pechos para apretujarlos con su palma y exprorar la dureza instantánea que se produjo en mis pezoncitos con el roce de sus dedos.

Creo que comence a gemir entonces, llevada por sus caricias y sus besos, que ya a esas alturas, me asfixiaban por la forma de atraparme los labios con los suyos, chupándome toda la boca y sintiendo a su lengua junto a la m�*a al interior de mi própia boca. Yo solo atiné a cubrir su mano inquieta con las m�*as cuando el comenzó a quitarme el calzoncito y enseguida, cuando hizo lo mismo con mi sujetador. All�* fue cuando sent�* que de inmediato el comenzó a despojarse de sus calzoncillos, terminando por quedar enteramente desnudo al igual que yo. A mi ya no me sal�*a el llanto de hace un rato, les aseguro. El se puso sobre mi, haciendo un espacio entre mis piernas con sus caderas y all�* comenzó a besarme todo el cuello y la boca, al mismo tiempo en que me cubr�*a la vaginita con un l�*quido que estaba sobre el velador en un frasquito etiquetado como Vaselina. Mis piernas ya estaban bien abiertas cuando sent�* esa cosa dura y gruesa escarbarme entre los labios del chochito. Recuerdo que se puso a lenguetearme los pechos y al momento de sentir su mordizqueo leve sobre mis pezones, comenzó a enterrame su cosota larga y gruesa en el chocho, lo que me llegó a provocar un tremendo dolor. Enseguida el comenzó a mecer sus caderas entre mis piernas, viendo mi rostro directamente y diciéndome que mi cuerpo entero y mi conchita eran una delicia exquisita.

Me dec�*a que me iba a coger como nadie en el mundo y que ahora yo le pertenec�*a a nadie mas que a el, en cuerpo y alma. “Yo sab�*a que te iba a gustar mi verga dura putita m�*a, eres una putita bien rica y tu conchita apretada es lo mas sabroso que hay en este mundo. Cómasela toda mamacita rica, gózala mi putita hermosa, gózala perrita m�*a. Tu eres m�*a, toda m�*a”. Todo eso le escuchaba decir, junto al rechinar de la cama y el movimiento constante que acompañaba el eterno vaivén del movimiento provocado por sus caderas. Su pecho y su rostro sudaban como si estuviera arándo la tierra bajo el sol del medio d�*a. Para entonces, yo sent�* como que me orinaba y creo que llegué hasta las mismas nubes por un instánte muy breve. Todo en mi mente y en mis sentidos ahora estaban centrados en ese vaivén delicioso y en esos fuertes gemidos constantes y expontáneos, que me brotaban solos de la garganta. Ya no hab�*a dolor alguno en m�*, solo sensaciones indescriptibles y deliciosas en extremo. Creo que ese hombre ya sab�*a perfectamente lo que a mi me pasaba en ese momento, dado que comenzó a mecerse aún mas rápidamente entre mis piernas, haciéndome sentir cosas deliciosas en todo mi cuerpo. All�* me giró en la cama dejándome encima de su cuerpo, y al momento de hacerse de mis nalgas con sus dos manos, comenzó a chuparme las tetitas y a clavarme su cosota en un mete y saca endemoniadamente veloz. A mi no me quedó otra mas que afirmarme de su cuello para no caerme desmayada all�* mismo, el gritó algo entonces y atrapándome la boca comencé a sentir como me inundaba la conchita con una especie de l�*quido muy espeso, abundante y caĺido. Sent�*a como a el le palpitaba esa cosa en mis adentros y entonces me derrumbé contra su pecho desnudo, lo que al p�*recer fue un desmayo m�*o del cual no volv�* a despertar hasta la mañana siguiente. Para entonces, no me pod�*a mover siquiera con el terrible dolor que sent�*a en el culito y el escozor tremendo que ten�*a en mi chocho. El me ten�*a bien abrazada y aún dorm�*a profundamente.

Hice un esfuerzo por mirar la hora en el reloj que estaba sobre el velador, pero estaba tán somnolienta que aún ve�*a todo como borroso, y la verdad es que la penúmbra del cuarto no me permit�*a ver mucho mas allá del rostro de aquel hombre que me ten�*a atrapada entre sus brazos. Su rostro no era desagradable en absoluto y esas pocas entradas de sus canas le hac�*a ver muy varonil. Yo hice algún movimiento con mi pierna en forma ascendente sobre la suya y entonces pude sent�*r esa cosa que el llevaba entre sus piernas al momento de rozarla con mi rodilla. Sent�*a ganas de ir al baño en ese momento, pero no quer�*a despertarlo, y estándo as�* practicamente encima de su cuerpo, no me quedó otra mas que intentar pasar sobre el suyo evitándo que el se despertara. En eso fue que rechinó la cama y en ese momento exácto abrió sus ojos y al verme encima suyo me sonrió. Sent�* su mano recorrer y acariciar mi espalda en forma suave desde mi nuca hasta mis nalgas, y al momento en que me dió los buenos d�*as, me volvió a besar de esa forma en que el acostumbraba y entonces comencé a sentir el endurecimiento de su sexo apretujado contra mi vientre. Me sent�* bien relajada entonces y por eso es que me dejé acurrucar contra su pecho, oyéndole decir que me hab�*a cogido durante toda esa noche y que yo me hab�*a comportado en la cama como toda una mujer. Sent�* a su mano entonces entrometerse entre mis nalgas y all�* me dijo que me lo hab�*a hecho hasta por mi culito rico y que realmente lo hab�*a gozado. All�* le dije que me dol�*a y que me sent�*a un poquito mas que incomoda, respondiéndome que se me iba a pasar pronto y que era mejor que me fuera acostumbrando a que también me la metiera a menudo por all�*, toda vez que el quisiera estar conmigo en la cama teniendo sexo. Besó mi cuello desnudo entonces, y llevándo mi mano con la suya me hizo tocársela, diciéndome que esa cosa que se le hab�*a vuelto a poner bien gorda y bastante dura, me hab�*a convertido en toda una mujer. Me gustaba la forma en que me recorr�*a el cuello y los hombros con su boca y con su lengua, sintiendo como se hac�*a de mi cuerpo entero con sus manos y girándome sobre la cama, se volvió a acomodar entre mis piernas una vez mas, terminándo por meterme su cosa dura y besándome la boca y los pechos, comenzó a cogerme una vez mas en la cama. Yo solo cerré mis ojos y le dejé hacer conmigo lo que el quisiera. Sent�* en ese momento que en verdad le pertenec�*a a el, as�* tal cual me lo hab�*a dicho.

Me cogió unas tres veces durante esa mañana y desde entonces nunca mas volv�* a dormir sola por las noches. Les confieso que me compró todo lo que me prometió, absolutamente todo, pero apenas comenzaba a oscurecer, yo ten�*a que estar preparada mentalmente a que el me hiciera cualquier cosa en la cama. De hecho, perd�* la cuenta de las veces en que me tragué su sémen y de las cientos de formas en que acomodaba para cogerme en su lecho. No niego que muchas veces me gustó, sobre todo, estándo encima suyo cuando me hac�*a cabalgarlo, mientras me met�*a su dedo medio en el culito y me com�*a las tetitas y el cuello. Sent�*a muy rico all�* durante horas, y mucho en verdad. Sin embargo, todo comenzó a cambiar para mi luego de unos meses. Recuerdo que hicimos un viaje para ver a mi t�*a Carola, porque ella quedó hospitalizada desde ese m�*smo d�*a que llegó a hacerse sus exámenes a la capital. Ella estaba grave y no me dejaron verla porque estaba en la UTI.

Lloré mucho al saber de su deplorable estado de salud, pero poco y nada ya se pod�*a hacer por ella, y el me lo dijo. Esa misma noche, el quizo llevarme a un hotel para que pasáramos la noche all�*. Me dijo que me ve�*a bien bonita vestida as�* como estaba y que ten�*a muchas ganas de cogerme en una cama, cosa que no era nueva porque siempre el me lo hac�*a de todas formas. Nos subimos a un taxi entonces y cuando llegamos a un hotel, no le permitieron entrar conmigo porque yo era una menor de edad y el, no ten�*a como confirmar ninguna clase de parentezco conmigo. Lo m�*smo pasó cuando hizo el intento de llevarme a otro sitio, as�* que estándo muy ofuscado me dijo que tendr�*amos que pasar la noche en la casa de unos familiares suyos, advirtiéndome de antemano que no se me fuera a salir ninguna palabra respecto a lo que el me hac�*a estándo en su rancho. Ahora me pregunto si acaso el pensaba que yo estaba medio mal de la cabeza como para hablar esa clase de cosas con otras personas. Pero bueno, el siempre era as�* conmigo.

Ya en el camino, me explicó que desde hac�*a muchos años que no visitaba esa casa a la que �*bamos en ese momento. El dueño de esa casa un compadre suyo, según me dijo. Llegamos bien de noche porque quedaba bastante retirado del centro de la ciudad. All�* salió a recibirnos su amigo entrañable, un tipo rubio que se ve�*a a muy mal traer f�*sicamente y que parec�*a estar medio borracho a esas alturas de la noche. Ellos se saludaron con un fuerte abrazo y bebieron juntos toda esa noche. Según supe, la dueña de casa lo hab�*a abandonado por otro tipo desde hac�*a varios meses atrás, y su marido, nunca mas volvió a saber de ella. El se deprimió bastante entonces y hasta hizo el intento de suicidarse en mas de una ocasión, según supe después. Lo despidieron de su trabajo y para remate, las deudas lo ten�*an a punto de perder la casa que era lo único material que le quedaba. Este señor ten�*a una hija viviendo aún con el, quien era precisamente la ahijada del lechero. Yo no la v�* esa noche porque según su própio padre, ella estaba durmiendo a esas horas.

Esa noche dorm�* sola en un cuarto que era para las visitas, pero al d�*a siguiente pude conocer a la ahijada del lechero. Ella era una rubia de ojos claros, de piel blanca y era muy bonita. Según supe, se llamaba Luc�*a al igual que su madre y en ese momento ten�*a mas o menos unos trece años de edad. No era tán alta, ni ten�*a el busto tán desarrollado como el m�*o, muy a pesar de que me superaba en la edad por casi dos años. Esa misma mañana la v�* hechada en los brazos de su padrino querido, sentada sobre sus rodillas descaradamente y dejándose querer por el lechero, seguramente, pidiéndole que le comprara alguna cosa. Y bueno, en ese aspecto ahora pienso que mas o menos nos parec�*amos un poco, debo ser bien franca.

El papá de Luc�*a se levantó tarde y con bastante resaca en el cuerpo. Lo último que yo alcancé a escuchar, fué a esa rubia, rogándole a su papá que la dejara visitar el rancho de su padrino durante algunos d�*as, una solicitud que fue apoyada de inmediato por el lechero, claro está. Uff. Si hasta el compadre terminó agradeciéndole al lechero por invitar a su hijita querida al campo a pasar unos d�*as de distracción. Ahora me pregunto que hubiera pasado si el amigo del lechero se hubiera enterado de las andanzas de su compadre. Ahora, ni que decir de esa linda rubiesita treceañera, porque estoy cierta que con esa cara de putita que le pon�*a al lechero a cada rato, de niñita inocente ya no le quedaba ni un solo pelo. Eso era mas que seguro.

Continuará... :leerobligado:
 

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Virgen
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Bueno... ahora falta la historia de la rubita con el lechero. O a lo mejor hacerlo las dos juntitas, para que no fuera tanto trabajo.
 

icute

Virgen
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este relato esta buenisimo espero que tenga continuacion
 
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