Cuentos Cortos de Madre e Hijo

heranlu

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-En el baño
Mamá y yo siempre habíamos estado muy unidos.Desde mi más tierna infancia yo fui su única razón para seguir viviendo, ya que mi padre había muerto poco después de nacer yo.Mi madre había estado triste y desconsolada durante muchos años, pero al menos me tenía a mí, y eso la hacía feliz y le daba fuerzas para seguir adelante.

Estábamos tan unidos que no nos separábamos ni a la hora de dormir.Yo me acostaba con ella siempre y ella me apretaba contra su cuerpo, porque decía que mi cuerpo siempre estaba caliente.A mí me encantaba sentir su suavidad y la acariciaba y besaba continuamente bajo las sábanas, demostrándole el gran cariño que sentía por ella.

Otra práctica habitual en nosotros era la de bañarnos juntos.Los dos nos metíamos en nuestra gran bañera redonda desnudos y juntos y nos solíamos enjabonar mutuamente.Recuerdo que yo me solía fijar mucho en sus enormes pechos y rojizos pezones y en cómo se balanceaban de un lado para otro.También recuerdo que me llamaban mucho la atención los pelos de su entrepierna y que los solía mirar fijamente durante largos ratos.Mi pene se solía poner muy duro cuando lo hacía y yo no sabía muy bien por qué.Sólo cuando tuve once años lo comprendí y me empezó a dar vergüenza de bañarme con mi madre.

Una noche, cuando los dos estábamos desnudos antes de meternos en la bañera, mi madre me sorprendió mirando fijamente a su poblada vulva y se dio cuenta de mi erección.Yo estaba, casi sin darme cuenta, masturbándome lentamente delante de ella y eso desde luego le llamó la atención:

-Luis, ¿qué haces? -me preguntó un poco seria.

-Eh...yo...Bueno, sólo me estaba tocando la picha -le respondí-.Es que me gusta mucho...

-¿Y por qué me miras tanto?

-Pues...porque tú me la pones dura, mamá...Tus tetas y los pelitos de tu chocho hacen que me sienta muy raro.

-¿Y te han dicho ya por qué? -quiso saber.

-Sí...Ya lo sé todo... -dije yo no muy seguro de mí mismo.

-Vaya...vaya...con el experto...Bueno, vamos a meternos en la bañera...

-Mamá, ¿me dejas que te lo vea más de cerca...? Quiero ver cómo huele y cómo es la raja de tu chocho... -dije armándome de valor.

-¡Pero Luis! ¡Qué cosas se te ocurren!

-Es que quiero meterte la picha en el chocho...Por fa, mamá...vamos a hacerlo...

-¡Luis! ¡Ya está bien!

-Perdona, mamá... -me disculpé avergonzado y sin creerme lo que acababa de decir.

-No pasa nada, cariño...Es normal que a la edad de 12 años tengas esos impulsos, pero tienes que aprender a controlarlos...Yo sé que tienes curiosidad por saber cómo es el chocho de mamá, y yo te voy a dejar que me lo veas de cerca...Te dejaré que lo toques y todo, y a lo mejor hasta te dejo que me metas la colita dentro...Pero todo poco a poco, no lo quieras todo de golpe, que si no puede causarte traumas y cosas de esas, ¿vale? -me dijo mi madre.

-¡Vale, mamá! Eres la mejor... -exclamé yo.

Mi madre se me acercó y me besó suavemente en la mejilla.Luego los dos nos metimos en la bañera uno frente al otro y mi madre empezó a juguetear con mi pene con uno de sus pies.Eso me puso a cien y me puse muy tenso.

-¿Te gusta, cariño? -me preguntó mi madre.

-Sí...¿Por qué no me lo haces con la mano, mamá?

-Bueno, como quieras...

MI madre se puso a mi lado y comenzó a masturbarme lentamente mientras yo sobaba su cuerpo.Sus tetas eran firmes a pesar de su gran tamaño y su coño tenía pelo en abundancia, aunque no en exceso.

-Mamá...creo que me voy a correr... -le dije yo cuando sentí el orgasmo cerca.

Mi madre se detuvo y me besó ligeramente en los labios.Luego se levantó y me dijo:

-Ven, levántate.

Se salió de la bañera y se sentó sobre el wáter.Abrió sus piernas y las levantó hacia arriba apoyándolas en el lavabo y el bidé.Su coño estaba ahora delante de mí en todo su esplendor.El vello púbico espeso lo cubría casi entero, sólo dejando ver su raja, muy bien hecha y sexy.Mi pequeño pene de 12 cm dio un respingo ante esto y puse mi glande fuera completamente.

-Venga, cariño...Métele la colita a mamá en su chocho...Verás qué gusto... -me dijo

Yo me acerqué a ella y coloqué mi pene entre sus labios.Lentamente fui penetrándola, deslizándome hacia lo desconocido, hacia el lugar donde había estado doce años atrás.Era algo maravilloso.Su vagina estaba muy húmeda y caliente y mi pene entró con suma facilidad, tal vez por su reducido tamaño.

Mi madre jadeaba en voz baja mientras yo comenzaba a entrar y salir de su coño.Yo sabía que no podría aguantar mucho, pero no reduje el ritmo...Me moría de gusto y no podía parar.Sentir el calor y la humedad del agujero de la persona que más te quiere era alucinante.Me encantaba sentirme dentro de ella y a ella le entusiasmaba tenerme de nuevo dentro de ella.

Sin yo esperarlo, mi madre se corrió la primera, gimiendo ahora más fuerte y retorciéndose de placer sobre el wáter.Yo seguí metiéndosela hasta que me sentí muy cerca del orgasmo.Saqué mi pene de su coño y ella se agachó y lo metió en su boca.Poco después, tras unas cuantas chupadas, mi semen se estrelló contra lo más profundo de su boca y ella chupó y chupó hasta que hubo tragado hasta la última gota de mi esperma.Fue algo maravilloso.
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-Abandonados-
Hacía ya cinco años que mi padre nos había abandonado a mí y a mi madre.Yo tenía entonces diez años, pero no le tenía mucho aprecio a mi padre, ya que solía abroncarnos a los dos con mucha frecuencia.Tenía a mi madre por una esclava a su servicio y jamás le vi regalarle algo o decirle algo bonito.Tampoco los vi nunca besarse.Era, en definitiva, un completo cerdo.

Para rematar la faena que había estado haciendo durante esos diez años, mi padre abandonó un día de buenas a primeras nuestra casa y luego le escribió una carta a mi madre, en la que después he sabido que le explicaba el porqué de su ida.Le decía que era una zorra que no lo satisfacía sexualmente porque era fea e idiota, que no sabía hacerle de comer bien y que se iba con una rubia de Oklahoma mucho más guapa e inteligente que ella.

Como es lógico pensar, es carta hundió completamente a mi madre, que se llevó varios meses acudiendo un psicólogo para reforzar su autoestima.Pero mi madre no recuperó nunca totalmente su alegría y jovialidad anteriores.Había sido una mujer muy sumisa y volcada en su marido, a pesar de su comportamiento.Siempre preparaba la comida con esmero y cariño y nos la traía como si viniera en una bandeja de plata, pero mi padre siempre lo estropeaba todo y le sacaba defectos por todas partes.

Yo, como es de suponer, me alegré de su partida y mi madre y yo nos quedamos los dos viviendo solos en una casa que no estaba nada mal.Mi madre se buscó un trabajo de secretaria y con eso y lo que nos mandaba ( por ley ) mi padre salimos adelante.No obstante, como venía diciendo, su alegría la había perdido y ahora pasaba sus ratos libres derramando lágrimas amargas sobre las flores de su jardín ( la única alegría que le quedaba aparte de mí ).

Lo que más me asombra de toda la historia es que mi padre rechazara y le hiciera estas cosas a una mujer como mi madre.No era una miss, pero era realmente atractiva.Tenía el pelo castaño, los ojos verdosos, la piel bastante blanca, los pechos muy grandes y bastante firmes, las caderas algo anchas pero bien formadas y un culo amplio, pero bastante duro y firme.Su edad era 32 cuando nos dejó mi padre, y su belleza no había decaído tras diez años a de matrimonio.

Cinco años después de aquellos sucesos, mi madre y yo seguíamos viviendo con toda normalidad juntos.Ella no había vuelto a mirar a un solo hombre y se limitaba, como he dicho, a cuidar de sus flores y a ver la tele o leer.Yo era un chico entonces de quince años, metro setenta y ocho, pelo moreno y aún flaco con cuerpo de adolescente.No tenía novia ni la había tenido, ya que no era muy guapo, así que me moría de ganas de hacer algo con una chica, especialmente desde que desperté a la sexualidad.

Mi madre no se daba mucha cuenta de eso, pero a veces me preguntaba si estaba saliendo con alguna chica.Yo le decía que no y ella sonreía me decía que no desesperase, ya que algún día se me acercaría alguna.Yo me limitaba a asentir con la cabeza y seguir con lo mío, que entonces era mi mano derecha.Me imaginaba que mi madre, en su soledad, también necesitaría recurrir a ella, pero tampoco prestaba demasiada atención a eso.

Algo muy destacable en la personalidad de mi madre era su fobia a dormir sola.Por lo visto, de pequeña la habían obligado a hacerlo y ahora parecía querer desquitarse haciéndome dormir con ella casi todas las noches.Me decía la verdad, que le daba miedo acostarse sola, y a mí no me importaba hacerlo.La cama era muy grande y los dos cabíamos perfectamente y podíamos dormir cómodamente sin molestarnos, así que la mayoría de los días los dos dormíamos juntos.

El único problema de acostarse los dos juntos era que mi mente por aquel entonces, como he dicho, estaba cada vez más obsesionada con el sexo y ya casi no podía soportar las ganas de hacer algo.Para poner peor las cosas, a mi madre le gustaba dormir con muy poca ropa debajo de las sábanas y edredones y a veces se lo llegaba a quitar absolutamente todo.Ella me solía decir que desnudo dormiría mejor, pero yo solía quedarme con los calzoncillos puestos y mirando hacia el otro lado de la habitación para no verme con mi madre desnuda enfrente.

Una noche de lluvia, mi madre estaba especialmente alterada y quería que nos acostáramos temprano.Era una noche de viernes y no teníamos que madrugar al día siguiente, pero mi madre insistió en que nos fuésemos pronto a la cama para acurrucarnos y darnos algo de calor para así poder olvidarse un poco de la lluvia.En realidad, era casi aguanieve, ya que en Minneapolis en diciembre no se pueden esperar muchas precipitaciones en forma líquida.

El caso es que mi madre y yo nos dirigimos al piso de arriba y nos lavamos los dientes.Luego nos dirigimos a su habitación.Mientras yo estaba tumbado bajo las sábanas y mantas, mi madre aún permanecía de pie junto a su lado de la cama.Se quitó el camisón y quedó en ropa interior.Luego se desabrochó su sujetador de la talla 95 y sus grandes y algo colgonas tetas cayeron libres.Por último, sus bragas pequeñas fueron deslizadas a lo largo de sus blancas y esbeltas piernas para luego ser sacadas por sus pequeños y delicados pies.

Mi madre quedó allí desnuda completamente, con sus tetas balanceándose mientras se movía y su vulva llena de vello oscuro entre sus piernas.Su pelo castaño le llegaba hasta casi la base de su cuello y tenía las puntas hacia dentro.Sin decir nada pero sonriendo ligeramente se metió en la cama y se tapó hasta el cuello.Luego se movió alegre ( algo no demasiado habitual en ella desde la ida de mi padre ) bajo las sábanas y su acurrucó a mí.

Deslizó una mano a lo largo de mi pecho y mi abdomen.Luego llegó a mis calzoncillos y cogió todo el bulto con su mano abierta.Mi pene adolescente había reaccionado al verla desnuda y ahora reaccionaba con más fuerza al estar siendo tocado.Mi madre metió su mano por debajo de la única prenda que yo llevaba puesta y agarró mi pene.

-Sí que la tienes dura y grande, Jack... -me dijo.

Yo no supe qué responder y ella, no sé si por esa razón o por otra, se separó de mí de nuevo y soltó mi pene.Yo no dije nada y esperé en silencio a ver lo que hacía mi madre.

-¿Te gusta que mamá te toque el pene, Jack...? -me preguntó súbitamente.

-Eh...Bueno...Sí, quizás... -dijo yo atropelladamente después de una breve pausa.

-Entonces quítate los calzoncillos y jugamos un poco a que yo te toco y tú me tocas, ¿vale? -me propuso.

-Bueno... -respondí yo algo extrañado.

Me bajé los calzoncillos y los tiré al suelo al lado de la cama.Mi pene de 18 cm estaba en plena erección y a mi madre parecía encantarle.

-Si quieres, Jack, podemos jugar a que los dos estábamos casados y nos tocábamos...

-Vale, como quieras, mamá... -dije yo sin pocas alternativas.

Se acurrucó a mí de nuevo y me besó brevemente en la boca con sus gordos y húmedos labios rojos.Luego llevó su mano a mi entrepierna y empezó a acariciar mis testículos y mi erecto pene.Luego empezó a masturbarme lentamente y yo solté un pequeño suspiro de placer.Me armé de valor y empecé a tocarle sus tetas, pellizcando sus gordos pezones con mis dedos mientras ella gemía.

Mi madre se acercó más a mi pene y empezó a lamerlo con su lengua fuera.Yo no me podía creer lo que estaba haciendo, pero ella siguió chupando mi pene por fuera, para luego meterlo en su boca y comenzar a chuparlo de arriba abajo insaciablemente.Yo continué magreando sus tetas y todo lo que pude alcanzar de su cuerpo mientras gozaba con mi pene metido en su cálida y húmeda boca.

Cuando ella supo que estaba al borde del orgasmo, se detuvo y se colocó a mi lado.Yo interpreté rápidamente lo que quería que hiciese, aunque en realidad no había querido decir nada con su actitud.Me acerqué a su sexo colocando mi cabeza entre sus rellenos muslos.El olor a mujer era bastante embriagador y yo me lancé sin pensarlo dos veces sobre su raja.Al principio me desagradó su sabor, pero conforme fui lamiendo más y más me fue gustando.

Mi lengua recorría su raja de arriba abajo, introduciéndose levemente entre sus labios y centrándose con especial interés sobre su clítoris.Mi madre gritaba ahogadamente cuando yo hacía esto último y se revolvía sobre la cama como poseída por algo.A mí me encantaba hacerla gozar de estar forma y seguí adelante, esta vez sólo lamiendo su clítoris en círculo.

Al cabo de un minuto o algo más mi madre llegó a un potente orgasmo que la hizo revolverse más aún sobre la cama, cerrando sus muslos con mi cabeza entre ellos.Gemía ahogadamente y me decía que siguiera, pero yo me erguí y apunté con mi pene hacia su agujero.Me dejé caer sobre su vulva con mi pene por delante y lo hundí en su vagina llegando casi hasta el mismo fondo de ésta.

-Sí, cariño...Házmelo...Métesela a mamá...Dame placer... -jadeaba mi madre.

Yo metía y sacaba mi pene con gran velocidad en su coño y ella gozaba revolviéndose en la cama.El cabecero de ésta golpeaba la pared al estar la cama estrellándose contra ella con nuestros movimientos.La sensación era tan maravillosa que yo no podía dejar de empujar mi pelvis contra la suya, y ella lo disfrutaba tanto o más que yo.

El calor, la humedad y lo resbaladizo de su agujero del amor hacían que fuese una fácil y placentera penetración, a causa de la cual se oían ruidos como de chapoteo que habrían sido oídos por cualquiera que hubiera estado en la habitación en ese momento.Y no era para menos, ya que de su vagina manaban fluidos a causa de su gran excitación y goteaban sobre las sábanas.

Al cabo de un par de minutos mi madre se volvió a correr y gritó aún más fuerte de gusto.Entonces puso sus piernas alrededor de mi cintura facilitándome la penetración.Yo me acercaba ya sin remedio al orgasmo y traté de zafarme de las piernas de mi madre, pero éstas me agarraban y mantenían nuestra incestuosa cópula.

-Mamá...Me voy a correr... -dije nervioso.

-Sí, cariño...Hazlo dentro de mamá...Lléname con tu semen y déjame que sienta su calor dentro de mí... -me respondió.

Yo ya no podía volverme atrás.Temía horrorizado dejarla embarazada, pero ella no me soltaba, así que mi esperma salió disparado de mi pene y se estrelló contra su cérvix.Llenó las paredes de su vagina mientras yo seguía apretando mi pelvis contra la suya, ya sin importarme el hecho de que podía dejarla embarazada.Aun después de haberme corrido, seguí metiendo y sacando mi pene ( algo más flácido ) de su chocho, provocando un nuevo orgasmo en mi madre.

Aún con mi miembro dentro de ella, me puse sobre mi madre y la besé en los labios.Ella me agarró con fuerza rodeando mi cuello y metió su lengua en mi boca, devorándome literalmente con sus labios.Luego, los dos yacimos el uno junto al otro bajo las sábanas acariciándonos y besándonos lentamente.

-Estás preciosa, mamá... -le dije

-Gracias, cielo... ¿Te ha gustado lo que hemos hecho? -me preguntó

-Mucho...Eres la mujer más preciosa y que mejor lo hace del mundo...estoy seguro.

-Mmmm, ven aquí, mi amor...

Y mi madre me volvió a besar apasionadamente.Estaba claro que por fin había encontrado a alguien que realmente la quería y le daba placer, alguien que estaría a su lado y que se acostaría con ella cada noche para darle su amor, un amor profundo, verdadero y duradero que nadie podría dañar...
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-El bronceador-
Mi madre y yo vivíamos entonces todavía en nuestra casa de la playa en el norte de California.Mi padre nos había abandonado para irse con una guarra de Los Ángeles que había conocido durante un viaje de negocios y se había ido a vivir a Santa Mónica.Mi madre y yo nos quedamos en una situación económica algo dura, pero salimos adelante poco a poco gracias a
que mi madre encontró un trabajo en un supermercado de un pueblo cercano.

Yo tenía por aquel entonces doce años, e iba al colegio del cercano pueblo de Fort Bragg.Me iban bastante bien los estudios, así que me madre estaba bastante contenta conmigo, aunque me decía que cuando acabara mis estudios tendría que ponerme a trabajar para sacar más dinero para los dos.Yo estaba de acuerdo y me gustaba la idea de dejar de estudiar cuanto antes, así que pprocuraba sacar las mejores notas posibles para librarme pronto de estudiar.

La casa en la que vivíamos era de lo más agradable.Era bastante grande, estaba cerca del mar, tenía un gran jardín alrededor y pocas casas cerca, por lo que la tranquilidad era mucha.Mi madre y yo solíamos pasar más tiempo en nuestra piscina que en la playa, y tomábamos el poco potente sol del norte de California echados en una hamaca en el césped.

Mi madre era en aquel entonces una hermosa mujer de 39 años.Estaba entonces un poco rellenita ya, pero no pasaba de 65 kilos con una estatura de 1'63.Era de pelo castaño oscuro, ojos marrón claro y piel bastante blanca, a pesar de tomar el sol.Sus medidas eran 97-69-99, según ella me dijo una vez y su cuerpo, a pesar de ser ya algo maduro, aún no presentaba muchos signos de vejez.

Su vida era bastante monótona, o por lo menos eso me parecía a mí.Se levantaba temprano para ir al supermercado donde trabajaba y volvía pasadas las cinco de la tarde todos los días excepto el domingo.Los días festivos y los domingos los empleaba en tomar el sol en verano y en leer o ver la tele cuando no hacía buen tiempo o no se podía tomar el sol.También le gustaba mucho cuidar de las plantas de su jardín y cocinar, algo que se le daba increíblemente bien.

Mi relación con mi madre era bastante buena, y siempre lo había sido.Ella me quería y me mimaba mucho, especialmente desde que mi padre nos dejó.Se podría decir que casi vivía por y para mí, anteponiéndome siempre a todo lo demás ( como es lógico ).Yo también le tenía mucho afecto, aparte de mi natural amor hacia ella, y la consideraba casi como una amiga con la que poder conversar de mis cosas.

Yo era un chico moreno, de metro sesenta escaso, delagado y con cuerpo aún de niño, y con no mucho éxito entre las chicas del colegio.Solía salir con dos o tres chicos del pueblo a dar vueltas con las bicicletas por ahí o ir a la playa a jugar al fúrbol americano o al béisbol.No obstante, no salía demasiado a menudo, y prefería la mayoría de las veces quedarme en casa a ver la tele o a coger el ordenador.

Recuerdo que poco antes de aquel verano de 1997 yo había descubierto que acariciarme el pene de arriba abajo daba gusto.Los chicos del pueblo me habían recomendado que lo hiciera, ya que ellos mismo lo habían descubierto algo antes.La primera vez que me masturbé recuerdo que me asusté, porque un chorro no muy potente de líquido blanco-transparente salió de mi pene.Los chicos me dijeron que era normal, pero a algunos de ellos aún no les salía.

No quise decirle a mi madre nada de esto, aunque solíamos hablar de cualquier cosa.Ella no sospechaba nada, pero yo cada vez que ponía peor cada vez que veía a una chica en top-less o a una que fuera vestida pero que fuera sexy.Yo era muy inocente por aquel entonces y, a pesar de lo que me decían los chicos, seguía siendo un ingenuo y no sabía mucho de sexo aparte de la masturbación.

Una tarde de domingo mi madre y yo estábamos en el patio de atrás de la casa tomando el sol, ya que hacía una temperatura muy alta y había que aprovechar.Mi madre estaba echada en una hamaca y yo me bañaba en la piscina tranquilamente.Mi madre estaba tumbada boca abajo con la parte superior de su bikini desabrochada.Eso era algo que ella solía hacer muy a menudo para broncear un poco la raya blanca que se le quedaba en la espalda después de haber tomado algunos días el sol.

Yo no prestaba mucha atención a lo que hacía con su bikini, pero últimamente me ponía cada vez peor cuando la veía andar con él puesto, notando con qué dificultad la parte superior albergaba sus tetas y algunos pelos oscuros que salían de su parte inferior.Mi pene reaccionaba aun en contra de mi voluntad y hacía una especie de tienda de campaña en mis bañadores, algo que yo creía que mi madre no notaba.

Esa tarde, mi pene estaba reaccionado de forma muy potente, y sus 16 cm empujaban contra la tela de mi bañador mojado.Mi madre me llamó desde su hamaca y me dijo que me acercara a ponerle bronceador por la espalda.Yo no supe qué hacer, ya que no me podía presentar delante de ella con aquella erección del demonio que me iba a delatar inmediatamente y me iba a hacer pasar un mal rato.

Pero no tenía elección; al ver que tardaba, mi madre me llamó de nuevo preguntándome que a qué esperaba.Yo le dije que ya iba y me presenté delante de ella con mi abultada entrepierna por delante.Ella miró sólo de reojo y sonrió ligeramente sin que yo supiera exactamente si era a causa de mi erección o simplemente por el hecho de que había llegado junto a ella.

Me dio un bote de bronceador y me dijo que se lo extendiera por la espalda.Yo lo hice un poco mal al principio y me dijo que lo hiciera más lentamente, a lo cual yo reaccioné con un masaje muy agradable.Ella suspiraba de placer mientras lo hacía y me dijo: "Vaya masajista que estás hecho, Jim".Yo le agradecí el cumplido, y ella siguió disfrutando de mi suave masaje.

"Dame ahora por delante, cielo...", me dijo cuando vio que paraba.Yo me quedé de piedra, pero no dije palabra en espera de sus acciones.Ella se dio la vuelta y siguió con el bikini puesto para decepción mía.Yo le masajeé la barriga y la parte superior del pecho, tras lo cual ella se quitó el bikini y me dejó ver sus grandes tetas y sus gordos y rojizos pezones de areolas considerablemente amplias.

"¿No te dará vergüenza de ver las tetas de mamá, verdad?", me dijo sonriendo.Yo dije que no con la cabeza y empecé a acariciar sus grandes pechos.Ella me indicó que acariciara con especial atención sus pezones y que describiera círculos alrededor de ellos.Mientras yo lo hacía ella seguía suspirando de gusto y me decía que siguiera.

Cuando llevaba así un par de minutos, mi madre se agitó un poco más y con su mano derecha alcanzó el bulto de mi bañador, apretándolo con su mano cerrada."Mmmm, ¿qué tenemos aquí, Jimmy...? Tu pichita ha crecido mucho, eh...", dijo con una expresión de lascivia que yo no supe reconocer entonces."Bájate el bañador y deja a mamá que te la vea...", me dijo finalmente.

Yo no tuve más elección que hacerlo y mi pene saltó de detrás del bañador, con sus 16 cm apuntando levemente hacia arriba y medio glande fuera.Mi madre se sorprendió por el tamaño y la expresión de sorpresa si la pude adivinar en su cara.Me la cogió de nuevo y empezó a masturbarme lentamente como yo ya sabía hacer.Pero el que te lo hiciera otra persona, y encima una mujer, me porducía doble placer.

Al cabo de un rato, mi madre dejó de acariciar mi verga y llevó sus manos a la parte inferior de su bikini negro.Se lo bajó hasta las rodillas y luego se puso sentada y con las piernas flexionadas hacia arriba enfrente de mí, dejándome ver su poblada vulva negra, entre cuyos pelos podía verse su raja húmeda.Yo terminé de bajarle el bikini hasta que lo saqué del todo, recorriendo sus poco bronceadas y algo rellenas piernas de ama de casa.

Mi pene iba a estallar y mi madre me dijo:"Pon tu picha en medio de los pelitos del chocho de mamá, cielo...".Yo no me hice de rogar y me apresuré a hacer lo que se me ordenaba.Mi pene quedó colocado justo sobre la raja de mi madre y ésta, haciendo uso de su mano derecha, lo bajó un poco recorriendo la raja hasta que estuvo en la entrada de su vagina."Empuja para adentro, cielo...Verás qué gustito te da...", me dijo con voz algo ronca.

Yo hice lo que me dijo y mi glande se hundió entero en su agujero del amor con suma facilidad.Ella soltó un leve gemido y luego cerró los ojos tocándose sus pezones con ambas manos.Luego apreté más hasta que casi todo mi pene estaba dentro.Luego empezé a meter y sacar mi miembro con movimientos instintivos.Casi de inmediato, mi madre se puso tensa y se revolvió en la hamaca, llegando a su primer orgasmo.Un poco después se repitió lo mismo y se corrió por segunda vez.

Yo sentía la suavidad de su coño, sus fluidos y su calor en mi pene y eso me ponía aún más caliente de lo que estaba.Cuando estaba a punto de llegar a mi clímax, mi madre me empujó rápidamente e hizo que mi pene saliera de su vagina.Yo no entendí inmediatamente por qué, pero luego caí.Ella me dijo: "Acaba en el culo de mamá...".Yo no la entendía bien, pero ella me puso leche bronceadora por todo mi pene y me indicó el agujero de su culo.

Situé mi glande en él y, con mucho trabajo, conseguí meterlo dentro de su culo.Luego empecé a moverme instintivamente hasta que pude deslizar dentro más de diez centímetros.Con el tiempo, pude hacer que aquel segundo agujero fuese tan comfortable como en primero, y mi clímax comenzó a sentirse justo cuando mi madre alcanzaba el tercero con sus dedos sobre el clítoris.

Al poco tiempo me corrí en su culo, llenándolo con la descarga más grande de semen que yo nunca había lanzado.Luego, saqué mi pene y un chorro de mi líquido blanco salió como una cascada del agujero de su culo, goteando sobre el césped.Yo me puse de nuevo el bañador y mi madre el bikini entero.Los dos seguimos como si nada, siendo conscientes de que habíamos tenido una necesidad fisiológica urgente y que la habíamos calmado copulando
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