El Manso Embravecido
Veterano
La chica de los pantis de colores
Lourdes guarda en el cajón de un armario una cantidad ingente de pantis de diversos colores: rojos, verdes, blancos con dibujitos de personajes de Walt Disney, amarillos con dibujos de flores, etc.
Sabe que un compañero del trabajo está interesado en ella y Lourdes desea lucir sus hermosas piernas bien enfundadas, con sus elegantes y atractivos pantis.
Un día el chaval se le acerca y le comenta:
--El día 7 será mi cumpleaños, ¿te importaría regalarme uno de tus pantis usados?
Lourdes estuvo diez días sin cambiarse unos pantis morados, para que se impregnaran bien de sus aromas corporales. Cuando se los entrega al chico, este jura que estará, por lo menos siete horas diarias durante un mes, deleitándose con sus aromas íntimos.
Concurso de carrera en pista de clavos
La pista de 100 m está literalmente alfombrada de clavos. La primera pareja participante la compone un chaval musculado que lleva en colo a su novia de 55 kg. Tardó 1’ 45” en llegar a la meta. La siguiente pareja parecía formada por Hulk y Campanilla. Tardaron 1’ 10” en llegar. Todas las parejas estaban formadas por hombres fornidos con chicas escuálidas… excepto la última en participar.
Una mujer llevaba a su marido en brazos, los clavos le iban destrozando sus pobres y delicados pies. Tardó en llegar 58”. Ganó esta última pareja.
Una vez recibido los honores y el trofeo, el marido, obsequia a su mujer con una lamida de pies (para curarle las heridas). La esposa pone más atención en admirar el trofeo conseguido.
Diálogo entre un eclesiástico y un laico
El eclesiástico estaba empeñado en que el laico le dejara su fortuna a la Iglesia cuando llegara la hora de dejar este mundo. Entonces el laico le hace esta sugerencia:
--¿Por qué no me deja usted sus pertenencias, para cuando fallezca?
--Hijo mío –contesta el eclesiástico--, yo no tengo nada. Todo pertenece a la Iglesia.
--Pues en el Registro de la Propiedad no dicen lo mismo. Todo lo que los moribundos le donan a la Iglesia resulta que acaba siendo propiedad de usted.
--No haga caso a la habladurías. Cosas de Satán, para poner al rebaño en contra de su pastor.
Ni qué decir tiene que el laico le ofreció al eclesiástico horadarle el orto en sus aposentos, el eclesiástico aceptó. Este pagó la cena al mesonero y los dos subieron, discretamente, a “descansar”.
Dos amigos solitarios comparten cena navideña
--Otro año de cenas de empresa, de cenas familiares. De cuñadismo en cuñadismo. Consumismo y cariños interesados. Te salen sobrinos de debajo de las piedras.
--Pero, Juan, las Navidades también tienen su parte espiritual, religiosa.
--No me seas ingenuo, Darío. Esa parte es aún peor. En la espiritualidad de la Navidad no cree ni el Papa. El patrón oro es el dios de todos esos charlatanes.
--¿Y no te da yuyu el cenar solo el 24 de diciembre?
--Ninguno. Es como el 24 de abril.
Juan y Darío decidieron cenar juntos aquella noche y hacerse compañía cantando villancicos y tocándose la zambomba mutuamente.
Lourdes guarda en el cajón de un armario una cantidad ingente de pantis de diversos colores: rojos, verdes, blancos con dibujitos de personajes de Walt Disney, amarillos con dibujos de flores, etc.
Sabe que un compañero del trabajo está interesado en ella y Lourdes desea lucir sus hermosas piernas bien enfundadas, con sus elegantes y atractivos pantis.
Un día el chaval se le acerca y le comenta:
--El día 7 será mi cumpleaños, ¿te importaría regalarme uno de tus pantis usados?
Lourdes estuvo diez días sin cambiarse unos pantis morados, para que se impregnaran bien de sus aromas corporales. Cuando se los entrega al chico, este jura que estará, por lo menos siete horas diarias durante un mes, deleitándose con sus aromas íntimos.
Concurso de carrera en pista de clavos
La pista de 100 m está literalmente alfombrada de clavos. La primera pareja participante la compone un chaval musculado que lleva en colo a su novia de 55 kg. Tardó 1’ 45” en llegar a la meta. La siguiente pareja parecía formada por Hulk y Campanilla. Tardaron 1’ 10” en llegar. Todas las parejas estaban formadas por hombres fornidos con chicas escuálidas… excepto la última en participar.
Una mujer llevaba a su marido en brazos, los clavos le iban destrozando sus pobres y delicados pies. Tardó en llegar 58”. Ganó esta última pareja.
Una vez recibido los honores y el trofeo, el marido, obsequia a su mujer con una lamida de pies (para curarle las heridas). La esposa pone más atención en admirar el trofeo conseguido.
Diálogo entre un eclesiástico y un laico
El eclesiástico estaba empeñado en que el laico le dejara su fortuna a la Iglesia cuando llegara la hora de dejar este mundo. Entonces el laico le hace esta sugerencia:
--¿Por qué no me deja usted sus pertenencias, para cuando fallezca?
--Hijo mío –contesta el eclesiástico--, yo no tengo nada. Todo pertenece a la Iglesia.
--Pues en el Registro de la Propiedad no dicen lo mismo. Todo lo que los moribundos le donan a la Iglesia resulta que acaba siendo propiedad de usted.
--No haga caso a la habladurías. Cosas de Satán, para poner al rebaño en contra de su pastor.
Ni qué decir tiene que el laico le ofreció al eclesiástico horadarle el orto en sus aposentos, el eclesiástico aceptó. Este pagó la cena al mesonero y los dos subieron, discretamente, a “descansar”.
Dos amigos solitarios comparten cena navideña
--Otro año de cenas de empresa, de cenas familiares. De cuñadismo en cuñadismo. Consumismo y cariños interesados. Te salen sobrinos de debajo de las piedras.
--Pero, Juan, las Navidades también tienen su parte espiritual, religiosa.
--No me seas ingenuo, Darío. Esa parte es aún peor. En la espiritualidad de la Navidad no cree ni el Papa. El patrón oro es el dios de todos esos charlatanes.
--¿Y no te da yuyu el cenar solo el 24 de diciembre?
--Ninguno. Es como el 24 de abril.
Juan y Darío decidieron cenar juntos aquella noche y hacerse compañía cantando villancicos y tocándose la zambomba mutuamente.