Conversando con Nina. Día 1

ConNina

Virgen
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Esta historia la he escrito para ti.

“Me presento. Mi nombre Nina y soy bastante puta.

Sí, de esta manera tan directa me presento. No me gusta perder el tiempo. Ya te irás dando cuenta.

Ahora, dame tu mano y sígueme. Vamos a jugar a juntos. Quiero que te excites tanto como yo. Deseo que por cada gota que humedece mis bragas salgan litros de semen de tu preciosa polla.

Hoy me voy de putas. Tú me acompañarás. Sí, tú y yo nos iremos de putas. Y puede que te tengas que follar una puta, a una profesional me refiero, porque como he dicho al presentarme, yo también soy muy puta.

La historia empieza cuando me vienes a buscar a casa. Y yo salgo descalza, con los zapatos de tacón en la mano. No sé andar muy bien con ellos. De diario voy cómoda, solo cuando quiero follar me los pongo. No sé el porqué. Simplemente me excita.

–Hola Nina –me dices.

Te contesto con un beso. Un beso sólo de labios. Sin lengua. Sin lefa en la boca de después de habértela chupado.

–¿Dónde vamos? –me dices.

–De putas –te contesto.

Tú te sorprendes. Me conoces de sobra. Sabes lo guarra que soy, pero siempre consigo sorprenderte.

–¿Dónde? –me preguntas

–Elige tú. Pero de las que están por la calle.

No te haces el tonto. Sabes a las que me refiero. Arrancas el coche y te diriges a donde has estado tantas veces.

Por el camino no hablamos. Tú conduces y yo me pinto los labios. No lo hago bien. Me salgo del contorno. Me hace sentirme más sucia.

Al rato llegamos a un polígono. No hay muchas chicas trabajando.

–Da una vuelta –te digo– así me voy mojando.

Y me subo el vestido de verano, me aparto las bragas y meto dos dedos, hasta el fondo, y te los doy a probar.

–Qué cerda eres, Nina –me dices.

Y sigues conduciendo.

–Esa, esa de ahí –te digo– Para, para.

Frenas.

–Hola –la dices. No sabes que decirla, no sabes lo que yo deseo.

–¿Cuántos nos cobras por lamerte el coño? –la pregunto

Me miras. No entra dentro de la cabeza comerle el coño a una puta.

–Tranquilo –te digo– se lo voy a comer yo.

La puta me mira. Llegamos a un acuerdo de pasta. Se sube al coche y nos indica un lugar apartado.

Casi sin hablar la puta y yo pasamos a la parte de atrás. La verdad que es una chica muy guapa. Con rasgos orientales. Tiene aspecto de buena gente y además parece limpia.

Nos desnudamos. Tiene un cuerpo precioso. Unas tetas de las que no necesitan sujetador.

–Tú manoséame el culo y el coño mientras estoy con ella –te digo.

–¿Qué?

–Que me metas los dedos en el culo y en el coño mientras se lo chupo. –te especifico.

La chica se abre y yo, sin pensármelo dos veces, meto mi cabeza entre sus piernas.

Sabe muy bien. Me encanta. Y tiene los labios muy pequeños como me gustan.

Enseguida se lo abro con las manos y empiezo a lamer. Hago exactamente lo que me daría placer a mí. Tú empiezas a tocarme el clítoris y acariciarme el culo.

La chica gime. Eso me anima y muevo más rápido mi lengua.

–Qué bien sabe –te digo– luego me puedes besar.

Y al oír esas palabras aceleras el movimiento de tus dedos dentro de mi coño.

¡Como disfruto!. Comérselo a una puta. Donde seguramente habrán entrado cientos de pollas. Tal vez, hoy se la hayan follado ya tres o cuatro veces. Qué pena que lo hayan hecho con condón. Sino el sabor de la lefa se uniría con la dulzura de su coño.

Y sólo de pensar en eso me mojo todavía más. La chica gime. ¡Qué bien debo lamerla para que gima! Tú sigues follándome con los dedos. Casi cabe tu mano dentro de la abierta que estoy.

–Méteme dos en culo –te pido.

Y lo haces. Entran bien porque me he lubricado bien antes de salir de casa. Siempre lo hago. Unas se peinan y otras nos lubricamos el culo. Todo está bien antes de salir de casa.

Tengo dos de los tuyos dentro de mi coño y otros dos dentro del culo. Y ahora yo meto tres dedos en el coño de la chica. Mi lengua lame un clítoris. ¡Qué más puedo pedir!

Y así me viene un orgasmo. Chillo. Me gusta chillar cuando me corro. La chica gime. No sé si se habrá corrido también. Las putas no se suelen correr. Bueno, tampoco las suelen comer el coño.

Me relajo.

–Gracias –la digo, y sale del coche para vestirse.

Yo paso delante, al asiento del copiloto. Te beso. Esta vez con lengua. Deseo que lo saborees bien.

–Llévame a casa –te pido.

Me miras como diciendo, ¿y yo qué?

–Te masturbo de camino. Tú conduce.

Arrancas. Saco tu polla del pantalón. Te doy dos meneos y echas dos grandes chorros. No lo chupo. Pocas veces me quedo sin chuparlo, pero hoy quiero quedarme con el otro sabor.

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