Con mi querida madre

roman74

Pajillero
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En esta historia les voy a contar lo que sucedió hace unos meses entre mi madre y yo. Es algo que no pensé que sucederÃ*a nunca, pero sucedió, y si les digo la verdad no me arrepiento para nada de lo que pasó aquella noche.
Me llamo Santiago, y vivo en un pueblo situado al norte del paÃ*s. Tengo veinte años. FÃ*sicamente soy normal, lo único destacable en mi es que soy bastante alto.
Mi vida transcurre con normalidad. Estudio una carrera en la facultad de la ciudad vecina. Nunca he tenido ni tengo novia estable, soy el tÃ*pico que pilla cuando puede y que cuando lo hace intenta aprovechar al máximo.
En cuanto a la familia hay poco que decir. De mi padre no sé nada desde que se separó de mi madre hace ya diez años y se fue a vivir con otra a las islas canarias. Mi hermano mayor se independizó hace dos años y vive con su novia de toda la vida. En resumen, en mi casa solo vivimos mi madre y yo.
Vivimos en un piso normalito, ni muy grande ni muy pequeño. Desde que se fue mi hermano está como muy vacio. La verdad es que su marcha afectó mucho en los ánimos de mi madre que poco a poco nota como que se va quedando sola. Yo esto lo noto, y por eso intento estar el mayor tiempo posible con ella y hacer cosas juntos.
Trabaja de dependienta en una tienda de móviles. Por semana apenas nos vemos, ella trabaja y yo tengo clase. Solo nos vemos por las noches. Yo siempre le propongo que veamos alguna peli en el cine o que vayamos a cenar fuera para que no se sienta sola y no caiga en la rutina y en la monotonÃ*a. Siempre le hace mucha ilusión salir conmigo y a mÃ* me reconforta saber que está feliz.
Los fines de semana también procuro estar con ella. Cuando no tengo que estudiar o no tengo planes suelo llevarla a viajes largos en donde poder tener con ella largas charlas y poder asÃ* saber como se siente y en que piensa.
A decir verdad, estos dos últimos años, desde que mi hermano se fue. Entre mi madre y yo se han estrechado mucho los lazos. Hablamos de temas de los que antes solo hablaba con mi hermano y nunca se me ocurrirÃ*a contarle a nadie más. Temas de los que suelen ser tabú entre una madre y un hijo, como por ejemplo preocupaciones personales, problemas Ã*ntimos, gustos por las chicas…. Mi madre se estaba convirtiendo en algo asÃ* como una amiga o una hermana mayor.
Me habÃ*a tenido muy joven, a los veinticuatro se quedó preñada de mÃ*, ahora tiene cuarenta y cuatro. Es morena, de pelo largo ondulado, delgada, de estatura media. FÃ*sicamente está bien, pechos tirando a grandes, algo caÃ*dos pero apetecibles, piernas fuertes y un muy buen culo con un poco de estrias pero nada desagradable a la vista. A decir verdad es bastante atractiva. Tiene una cara de ángel que hace que los hombres se fijen mucho en ella.
Desde que se separó de mi padre nunca ha vivido con otro hombre. Hace unos años tuvo un lio con un compañero de trabajo, la relación duró un par de meses. El tÃ*o era más joven y no querÃ*a nada serio, por eso lo dejaron, por lo menos eso es lo que dice mi madre. Y que yo sepa esa es la única aventura de ella con otro hombre desde que se separó de mi padre.
Me contó que cuando aún estaba casada, ella le fue infiel a mi padre en un par de ocasiones. Una vez en la boda de unos amigos, en el banquete ella estaba muy borracha y se acabo calzando al padrino de la boda, que era el padre del novio en los baños del restaurante. Cuando me contó esto yo me quede flipado, la verdad es que le dio mucha vergüenza contármelo, yo para quitarle importancia al asunto actué con normalidad como si me estuviese contando una anécdota cualquiera.
La otra infidelidad fue cuando ya estaban a punto de separarse. Ocurrió con uno de los compañeros de trabajo que tenia por aquel entonces. Con él se acostó más de una vez, pero la relación no duró mucho.
Llevaba sin estar con un hombre unos seis años. Yo le decÃ*a siempre que tenÃ*a que salir por ahÃ* con sus amigas y conocer a algún hombre, pero ella siempre me respondÃ*a que no necesita a nadie mientras yo estuviese con ella. Eso a mÃ* no me hacÃ*a ninguna gracia, porque sabÃ*a que cuando llegase el dÃ*a de irme de casa se iba a quedar muy sola, y eso ella lo sabÃ*a.
No solo me preocupaba el hecho de que no encontrase hombre para curar su soledad, sino también para curar otro tipo de cosas que las mujeres necesitan, el sexo. Aunque de este tema no hablaba abiertamente con ella, si hemos tenido alguna conversación que otra relacionada con el sexo. Un dÃ*a me contó que al llevar tanto tiempo sin estar con un hombre ya casi no tenÃ*a apetito sexual. No se si esto me lo dijo para que no me preocupase por el tema o si es realmente cierto. Quise descubrirlo, asÃ* que empecé a prestar atención a cualquier ruido que se escuchase por las noches mientras dormÃ*amos. Me quedaba una hora o más despierto con la puerta de mi habitación abierta escuchando si algún ruido extraño provenÃ*a de la habitación de mi madre. Tarde pocos dÃ*as en oÃ*r unos gemiditos, me levante y fui hasta su habitación, puse la oreja en la puerta y oÃ* más alto y claro los gemidos de mi madre mientras se masturbaba, o eso suponÃ*a yo. Estaba claro que mi madre tenÃ*a el apetito sexual intacto.
Lo cierto es que lo que ocurrió esa noche me marco. El sentir a mi madre gimiendo mientras se masturbaba despertó en mi una sensación extraña. Notaba algo en el estomago y sentÃ*a excitación, sabÃ*a que estaba mal, pero esa noche yo también me masturbé, y fue la primera paja de mi vida pensando en mi madre.
Desde ese dÃ*a empecé a ver a mi madre con otros ojos. No tenÃ*a en la cabeza ni mucho menos intentar algo con ella, pero si me interesaba verla en situaciones como al salir de la ducha, mientras se vestÃ*a…, ese tipo de cosas que luego utilizaba para masturbarme. Mi obsesión hacia ella iba cada vez más en aumento, hasta tal punto de buscar su ropa interior en el cesto de la ropa y oler su yo más Ã*ntimo.
Cada vez necesitaba estar más tiempo con ella, sentirla a mi lado, olerla. Mi obsesión me empezó a dar miedo, y fue entonces cuando comprendÃ* que me estaba enamorando de mi madre.
Después de estar mucho tiempo dándole vueltas al asunto, terminé por aceptarlo. Pensé que estarÃ*a en esa situación unos cuantos años más hasta que me independizase y luego ya me olvidarÃ*a de esos sentimientos hacia ella.
Pasó el tiempo, y yo seguÃ*a masturbándome dÃ*a tras dÃ*a con mi madre. Los ligues que tenÃ*a y que conseguÃ*a llevarme al huerto eran pensando en mi madre. Cada vez frecuentaba ambientes con gente mayor para ver si caÃ*a alguna cuarentona que me recordase a ella. Pero aún asÃ* no se me pasaba por la cabeza intentar tener sexo con ella. Eso lo tenÃ*a prohibidÃ*simo en mi sesera.
Un fin de semana de esos que no tenÃ*a nada que hacer, fui con ella a dar un paseo por la playa. Ya era primavera por lo que se estaba bien. Dimos un largo paseo hasta llegar al final de la playa, allÃ* nos sentamos en unas rocas. Empezamos a hablar del tema de cómo me iba con las chicas y esas cosas.
-¿Cómo es que no empiezas a buscarte una novia formal?-Me dijo.
-Prefiero seguir como estoy ahora, no necesito una novia aún. Además prefiero estar contigo.-Le contesté pensando en que le gustarÃ*a esa respuesta.
-A mÃ* también me gusta mucho estar contigo cariño, pero desde que tu hermano se fue de casa somos casi inseparables. Yo no quiero que descuides tu vida por mi culpa, yo estaré bien aunque no estés tanto tiempo conmigo.
Esas palabras no me sentaron muy bien. No se daba cuenta de que yo no estaba con ella por obligación, sino que querÃ*a estar con ella más que con cualquier otra persona.
-Mamá si yo estoy tanto tiempo contigo es porque me gusta.-Le dije agarrándola de la mano.
-Te quiero mucho mi amor.-Me dijo dándome un beso en la mejilla y agarrándome con fuerza la mano.
Después de eso acomodó su cabeza en mi hombro y me abrazó quedándose asÃ* mirando al mar.
No sé que pasó por mi cabeza en ese momento, pero esa situación con mi madre abrazándome, los dos solos mirando el mar, me provocó un sentimiento indescriptible y unas ganas enormes de besarla y decirle lo que sentÃ*a por ella. Y lo que estaba tan prohibido en mi cabeza se rompió en ese instante.
-Te amo mamá.-Dije sin más.
Ella levantó su cabeza de mi hombro y se me quedó mirando sin saber muy bien que querÃ*a decir. Y en ese momento me acerque y le di uno de los besos más apasionados de mi vida. En un principio quiso parar la entrada de mi lengua en su boca, pero poco a poco fue cediendo y al final nos fundimos en un largo beso.
Cuando acabó se me quedó mirando y me acarició la cara. Yo era el hombre más feliz del mundo. Pero mi alegrÃ*a duró poco.
-Esto no volverá a pasar nunca más.-Me dijo de una forma tierna pero a la vez firme.
Se levantó y comenzó a andar otra vez. Durante el largo camino de vuelta no nos dijimos absolutamente nada. Ella siempre iba un poco más adelantada que yo. Los dos Ã*bamos muy pensativos y sin nada que decir.
Llegamos a casa sobre las nueve de la noche. Cenamos y ella se fue a dormir. Durante todo ese tiempo apenas intercambiamos palabras. Yo me quede en el salón sentado en el sofá unas dos horas pensando en lo que habÃ*a pasado, estaba trastornado, pensaba que las cosas entre mi madre y yo nunca volverÃ*an a ser lo mismo, pensaba que la habÃ*a cagado pero bien. Esa noche apenas pegué ojo.
Al dÃ*a siguiente las cosas seguÃ*an tensas entre los dos, nos esquivábamos lo máximo posible. Y asÃ* siguieron las cosas unos cuantos dÃ*as más hasta que ya no aguanté más y le dije que no podÃ*amos seguir asÃ*.
-¿Hasta cuando vamos a ignorarnos mamá?-Le dije una noche cuando ella ya se iba a acostar.
Ella se quedó sin saber que decir, se la veÃ*a muy nerviosa, de repente empezó a llorar. Me dio muchÃ*sima pena, corrÃ* hacia ella y la abracé con fuerza.
-Eres mi hijo…no puedo…eres mi hijo.-Me decÃ*a sollozando.
-Tranquila mamá, no llores, soy un tonto. Tienes razón, deberÃ*a buscarme una novia.-Le dije intentando que se sintiera un poco mejor.
-No hijo, la tonta soy yo. Estos dos años que hemos estado viviendo solos han sido los mejores de mi vida. Siempre deseando estar contigo en todo momento. Te amo hijo, te amo como madre y como mujer. Y si para ser felices debemos estar juntos, serÃ*amos unos tontos si no lo hiciéramos solo por el hecho de ser madre e hijo.
Después de decir esto nos dimos otro beso apasionado como en la playa. Pero esta vez ella llevaba la iniciativa.
-Mamá me haces el hombre más feliz del mundo. Quiero estar contigo toda mi vida.-Le dije.
-Estaremos siempre juntos mi amor, tu madre siempre estará contigo.-Me dijo.
Dicho esto nos empezamos a besar como locos como si llevásemos deseando eso durante mucho tiempo. Y en verdad lo deseábamos.
-Cariño vamos a mi habitación.-Me dijo cogiéndome de la mano y guiándome hacia ella.
-Mamá ¿Estás segura de que quieres hacerlo?-Le pregunté para estar convencido de saber lo que querÃ*a.
-Nunca he estado tan segura de nada en mi vida.-Me dijo resolviendo asÃ* todas mis dudas.
Entramos en su habitación y ella se sentó en la cama. TenÃ*a puesto una bata blanca de seda que le tapaba hasta la rodilla. Yo tenÃ*a puesto un pantalón de pijama y una camiseta. Se recostó en la cama, yo me coloqué sobre ella y comencé a besarla. Le besaba los labios, la cara, las orejas, fui bajando hasta el cuello. Observaba su expresión y vi como tenÃ*a los ojos cerrados, pero su cara decÃ*a que le gustaban los besos que le daba.
Poco a poco fui apartando hacia un lado la bata de mi madre, y ante mÃ* aparecieron sus impresionantes y sensuales pechos. Como un loco me lancé a ellos, mi lengua comenzó a saborear aquel manjar, mis manos hacÃ*an lo propio. Mi madre comenzó a soltar unos pequeños suspiros de placer, sus ojos seguÃ*an cerrados.
-¿Te gusta mamá?-Le pregunté.
-SÃ* hijo mÃ*o, me encanta, sigue cariño, no te pares, dale a mamá lo que hace tiempo que no recibe de un hombre.-Me dijo.
Sus palabras me animaron a seguir descubriendo el territorio. Sin sacar mi cabeza de sus pechos, comencé a bajar una de mis manos. Fui acariciando su abdomen, desanudé el lazo de su bata quedando está ya completamente abierta y dejando ante mÃ* el escultural cuerpo de mi madre. Llevaba puestas unas braguitas de encaje blancas. Verla asÃ* hizo que me excitase aún más de lo que ya estaba. Mi pene que ya llevaba erecto un buen rato comenzó a soltar unos pequeños hilillos de semen.
Mi mano se posó encima de la braga de mi madre y comencé un suave toqueteo sobre su vagina. Ella empezó a gemir débilmente. Su mano agarraba con fuerza la sabana de la cama, y con la otra agarró mi cabeza para que no dejase de comerle las tetas.
DecidÃ* entonces darle aún más placer, asÃ* que metÃ* mi mano por debajo de la braga de mi madre y comencé a acariciar su coño directamente. Su vagina ya estaba bastante húmeda, mis dedos pronto quedaron pringados, su clÃ*toris resbalaba sobre mis dedos. Mi madre ya gemÃ*a con bastante fuerza, sus piernas temblaban, su mano me tiraba del pelo. Estaba en la gloria.
-Cabrón como me pones hijo de puta. Sigue, no pares nunca.-Me decÃ*a con cara gozosa.
-Mami no sabes cuanto he deseado hacer esto. Quiero follarte mami, quiero meter mi polla en tu coño, ¿me dejas mami?, ¿dejas que te folle?-Le dije.
-Si hijo mÃ*o, te dejo, hazlo ya.-Me respondió.
-No mami, tienes que decÃ*rmelo, tienes que pedÃ*rmelo.-Le dije malignamente queriendo oÃ*r como me decÃ*a que la follase.
-Vamos cabrón no me hagas sufrir más. Fóllame, métemela dentro hijo mÃ*o, hazlo por favor. Me suplicó.
Yo tenÃ*a unas ganas enormes de follármela ya, pero querÃ*a jugar un poco más con ella, asÃ* que en ved de introducir mi polla en su coño, introduje un dedo. Esto provocó en mi madre más excitación, estaba al máximo, derretida ante mÃ*. Entonces le metÃ* otro dedo y empecé un mete saca rápido y continuo. Mi madre gemÃ*a rÃ*tmicamente con las envestidas de mis dedos. AsÃ* estuve un buen rato, hasta que pensé que ya habÃ*a llegado la hora de pasar a lo que realmente deseaba. Paré en seco, me levanté de encima de mi madre y me quite toda mi ropa, quedando desnudo, con mi pene a punto de reventar de tan erecto que lo tenÃ*a, lo que provocó en mi madre una sonrisa lasciva.
Ella se quitó la bata y las bragas y se tumbó en la cama abriendo sus piernas. Yo me tiré encima de ella, coloqué mi pene en la entrada de su húmedo coño y la penetré con fuerza. Soltó un gemido tremendo, parecÃ*a como si fuera la primera vez que follaba. Comencé un ritmo lento pero fuerte. Ella me abrazaba con sus piernas alrededor de mi cintura. Con cada envestida sus gemidos iban creciendo, sus pechos rebotaban en el mÃ*o. Notaba que su coño era estrecho, se notaba que hacÃ*a muchos años que no era penetrado por un hombre.
-Si, si, si, si, sigue hijo, sigue, fóllate a tu madre, fóllatela!-Me decÃ*a con lujuria.
Empecé con un ritmo más acelerado, mi pene entraba y salÃ*a de su coño a una velocidad pasmosa, nuestros cuerpos se fundÃ*an en uno solo. Me la estaba follando con desenfreno, no querÃ*a parar nunca. Nuestros cuerpos sudaban, nos besábamos apasionados. Hasta que mi madre no aguantó más el placer y tubo un maravilloso orgasmo. Ella se abrazó a mÃ* con fuerza y comenzó a gritar hasta que pasados unos segundos se desplomó en la cama.
-Hijo mÃ*o, es el mejor polvo que me han echado jamás, y me alegra que hayas sido tú.-Me dijo completamente exhausta.
-Me alegró mamá, pero yo aún no he acabado asÃ* que podemos seguir.-Le dije impaciente.
-Vale hijo, pero cambiamos de posición.-Me propuso.
Entonces ella se incorporó y se colocó tumbada boca abajo colocando la almohada bajo su estomago para elevar su hermoso culo y facilitar asÃ* la penetración. Nuevamente me coloque sobre ella, y sin esperar un segundo le metÃ* mi polla nuevamente en su exquisito coño. Mi ritmo seguÃ*a siendo rápido y fuerte. Ahora sentÃ*a el tacto de sus nalgas en mi abdomen. VeÃ*a como sus cachas temblaban con cada envestida que daba. SentÃ*a que ya me iba a correr.
-Mamá, ya me voy a correr. Le dije.
-Pues sácala hijo, sácala, no te vayas a correr dentro.-Me decÃ*a preocupada.
Yo no estaba acostumbrado a correrme fuera, y la verdad es que no me gustaba nada, solÃ*a usar siempre condón y correrme durante la penetración que es lo más placentero. No querÃ*a joder ese gran polvo asÃ*, entonces decidÃ* hacer algo drástico y que sabÃ*a que a mi madre no le iba a gustar. Coloque la punta de mi polla en la entrada del ano de mi madre, y con fuerza fui abriéndome paso a través de aquel estrecho agujero.
-Ayyyyy, no, no, no, por ahÃ* no. Para por favor, duele muchÃ*simo, paraaaaa!-Me gritaba.
Pero yo no atendÃ*a a razones, querÃ*a correrme en caliente. Hice un último esfuerzo y logré penetrar por completo el culo de mi madre. La lubricación que tenÃ*a mi polla del coño facilitó el trabajo. Una vez dentro comencé a penetrar lenta pero fuertemente aquella gloria de agujero, el placer habÃ*a aumentado mucho gracias a la estrechez. Mi madre no paraba de gritar de dolor, pero yo no le hacÃ*a caso. Estaba colocado sobre ella penetrando su culo. Mis testÃ*culos golpeaban su coño, sus nalgas seguÃ*an temblando con mis penetraciones. SeguÃ* asÃ* no mucho más pues ya me iba a correr. Agarré fuertemente sus hombros y con más fuerza penetré a mi madre hasta lo más hondo de su ano donde solté un gran y placentero chorro de semen.
Después de eso caÃ* rendido en su espalda. Estábamos los dos sudorosos e inmóviles. Me empezaron a venir remordimientos por haberla hecho pasar por aquello último.
-Mamá siento haberte follado por ahÃ*, pero es que…
-No tienes porque disculparte hijo, si el precio por haber gozado tanto es un poco de dolor al final lo acepto con gusto.-Me dijo.
-Gracias mamá, te quiero.-Le dije mientras le daba un beso.
Me incorporé, y al sacar mi polla de su culo vi como salÃ*an restos de mi semen mezclados con sangre. La follada habÃ*a sido muy fuerte.
Mamá y yo nos duchamos juntos y luego nos tomamos una segunda cena ya que el polvazo nos habÃ*a dejado hambrientos.
Desde ese dÃ*a mi madre y yo seguimos teniendo relaciones sexuales. Ya no me dice que busque novia, a decir verdad ahora tiene algo de celos de las chicas de mi edad. Pero yo siempre le digo que ella será siempre la mujer de mi vida.
 
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