Con la Tía y Prima 004

heranlu

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Pese a la distancia, estábamos unidos, había sincronizado nuestro erotismo, compartíamos sanaciones, pensamientos y por supuesto, fantasías. Me sentía como parte de ella, como esa parte de su mente que le estaba dando tanto placer y satisfacción como si fuera el que movía sus manos en su cuerpo que la hacían jadear tan excitada y excitantemente. Saber que por mí estaba de esa manera me hacía pensar que no importa la distancia para hacerlo con otra persona, lo importante es estar en su mente.

Aquellos sutiles jadeos comenzaban a convertirse en gemidos, y su mano ahora sujetaba fuertemente sus pechos como queriendo arrancarse el orgasmo directamente del corazón, al tiempo que su mano gemela empujaba con fuerza y sagacidad entrando y saliendo fuertemente de su vagina, zanjando y consumando toda la labor que se había acogido en el momento sensual y erótico al que por fin llegaba entre espasmos, gemidos, quejidos y retorceduras para finalizar con un último y profundo grito ahogado escoltado con el más largo suspiro que jamás había presenciado, al tiempo que le remedaba conmigo mismo, exprimiendo mi pene y eyaculando sobre mis calzoncillos para evitar salpicar todas las escaleras explotando el semen al ritmo del latir de mi corazón que bombeaba duro y sonoro por el increíble, temeroso y excitante momento.

Ya éramos confidentes, habíamos hecho el amor sin siquiera tocarnos, nuestros cuerpos aun extasiados por lo acontecido trataban de regresar al control razonante y consiente de nuestra mente, cuando un feroz trueno hacia retumbar toda la casa, sembrando fuertemente los pilares de madera. Aquella lluvia era ya una fuerte tormenta.

Mi tía se levantó las bragas y las pantimedias, se acomodó la falda, regresó sus pechos a su sostén, abotonó su blusa y como pudo se arregló un poco el cabello. Sin dudarlo, me regresé a mi habitación evitando levantar la cabeza por encima del barandal de las escaleras, entré de nuevo en mi armario y esperé.

Ahora la idea era esperar el momento perfecto para fingir mi llegada, solo era cuestión de tiempo para que mi tía subiese a su recamara para que yo bajara a la puerta como si estuviese entando por primera vez. En ese momento los tacones de mi tía se escuchaban subiendo las escaleras, y más tarde entrando a su habitación, estaba por salir cuando dudé al no escuchar su puerta cerrarse pues para bajar las escaleras debía pasar por su recamara.

Esperé. Sus tacones repicaban por todos lados mientras caminaba por su habitación. Eventualmente, cesó su andar, guardé total silencio y pude dilucidar como los pasos, ahora sin tacón, se acercaban a mi cuarto, me asusté un poco peor pronto me di cuenta que pasaban de largo seguramente encaminándose al baño. Tan solo aguardé un poco para sentirme más seguro y aproveché el momento, salí de mi escondite y me fui a la puerta tan sigiloso como pude, el ruido de la lluvia ocultaba mis pasos y seguramente el sonido de la ducha ensordecería cualquier otro ruido, pero no quería dejar nada a la suerte.

Ya en la puerta me encontré con otro problema, no podía fingir mi arribo simple y llegar completamente seco con la tremenda tormenta que caía fuera. Así que, sin más remedio, abrí la puerta con cautela y me salí a dar un par de vueltas como imbécil hasta quedar completamente empapado.

Como perro mojado entré de nuevo a casa de mi tía, esta vez haciendo tanto ruido como me era posible para dejar en claro mi ingreso. Camino como estropajo mojado cuando va saliendo mi tía del baño con su excitante bata. De reojo veo los relatos aun en el sofá, los ignoro como caballo de carreras y me concentro en el monumento que posaba frente a mí. Solo de imaginarme que a hace pocos minutos se encontraba masturbándose frente a mí me regresaba la excitación como nunca.

Al verme en el estado que estaba, escurriendo como vela en su sala, se acerca presurosa y alarmada. Siempre ha sido muy atenta y preocupada para conmigo, sinceramente yo ya estaba satisfecho con mi suerte y daba por saldada cualquier deuda que el destino tuviese conmigo, pero mi tía amablemente encamino a los adentros de la casa y me dijo que tomara una ducha o pescaría un resfriado.

En un principio lo dude un poco, pero a decir verdad no había nada que me lo impídase y no me pareció tan mala idea teniendo en cuenta que aún tenía toda la entrepierna llena de semen. Y así, casi ni opción accedí a su propuesta o casi orden que me daba y subí al baño. Aún estaba lleno de vapor, olía a mi tía eso me puso muy caliente, si, en parte el calor, pero su aroma a mujer me llenaba de emociones y sobre todo recuerdos.

Al terminar me puse la bata que aún quedaba de mi anterior hospedaje, doble mi ropa y salí a mi recamara para dejar la vestimenta. Sabía que mi tía no me dejaría ir a ningún lado con la tormenta que no dejaba de caer, y como no le veía intenciones de terminar, seguramente me quedaría esa noche.

Bajé de nuevo a la sala y mi tía me esperaba. No tardé en notar que mis relatos habían regresado a su lugar en el que originalmente los había dejado, me dio un poco de risa, pero la preservé para mí mismo. No sabía lo que sucedería, pero para mí todo aquello ya era un extra, estaba por demás satisfecho.

Me senté en el sofá de junto e inicié la clásica charla rompe hielo para poner a tono el momento. Comenzamos hablando de nuestra vida desde la última vez que nos habíamos viso, del día que habíamos tenido, la mojada que me había dado, el clima, en fin, nada importante.

Más tarde y haciendo alardes de mi palabra presioné de nuevo con el tema de su estado civil, me había dado resultado una vez y planeaba repetirlo. Le cuestione si se sentía bien con ello, pero ella se portaba esquiva, había deducido lo que planeaba y no se sentía segura de ir en esa dirección. Ya no me estaba resultando, pero no había nada más que decir y quise aprovechar la oportunidad. Pensé en mi estrategia original, que era relatarle yo mismo las historias y astutamente le cuestioné sobre mis crónicas, le pregunté si los había leído, ella lo negó y le dije que era mi tarea, que debía hacer una novela erótica y no me decidía cual tema usar como recurso literario.

Con esta farsa la tenía acorralada, no había manera de eludirme, le pedí que me diera su opinión, pero ella se negó a que se los leyera pues eran muchos, en cambio me pidió que le enlistara únicamente los títulos de cada uno de ellos. Así lo hice y al terminar me dijo que podía unir un par de ellos y darle más diversidad a la historia no haciéndola tan lineal.

Ahí dude, no sabía si me estaba evitando o de hecho me estaba invitando a inmiscuirme de nuevo en su mente, igual estaba dispuesto y a punto de averiguarlo. Ya con el momento en su víspera no desaprovecharía la oportunidad y sin titubeos comencé a darle ideas para concebir mi simulada tarea.

Para antes de que pudiese detenerme iniciaba un improvisado relato erótico a petición de mi tía, quien ya se ponía cómoda en el sofá exactamente de la misma manera que la vez anterior, recostándose de lado en el sofá estirando sus largas piernas relajando todo su escultural cuerpo desnudo tras la delgada bata de baño, dándome así por entendido que tenía camino libre para cumplir con nuestras respectivas fantasías. Por mi parte me recosté de espejo frente a ella, dejando nuestros pies en el ángulo recto que formaban los dos sillones de la sala y continúe con lo mío.

Al inicio vacilé un poco, pero no tardé en tomar ritmo y a desenvolver mi historia imaginaria. Todo estaba tal y como lo había imaginado, de nuevo tenía a mi tía frente a mí y todo marchaba sobre rieles. El relato ya había tomado forma y a mi tía parecía encantarle, sus manos encaminaban de nuevo aquel recorrido por todo su cuerpo del cual sabía perfectamente el destino. Aquellas delgadas y finas manos comenzaban a inquietarse, primero rosaban tenuemente sus piernas, pero en poco tiempo las masajeaba con toda la palma extendida resistiéndose a llegar más lejos de su ingle.

Me concentraba tanto como podía en hacer una buena historia, pero mis ojos no daban cabida a lo que sucedía justo en frente de mí. Esa escultural y hermosa mujer de grandes pechos, curvas voluptuosas, caderas anchas, y largas piernas que bien, por la edad podría ser mi madre, me miraba atentamente perdiéndose en mis palabras que nos conectaban una vez más, hipnotizándola, seduciéndola al avance del recital erótico.

Inevitablemente su evidente satisfacción se me contagió, el simple hecho de ver como mis palabras la embelesaban provocándole sanaciones en su cuerpo sin siquiera tocarla, me proveía de la misma manera una excitación por demás incontrolable, que y mi propio cuerpo no podía impedir. Sentía como mi pene se comenzaba a llenar de sangre ardiente que lo inflaba poco a poco sin hacer, ni poder hacer nada.

Entendía que al estar desnudo bajo la bata no habría nada que detuviese a mí miembro que ya empezaba a levantar la tela a un costado, pero sinceramente estaba tan cliente y encantado al disfrutar del momento que no me importaba exhibirme, a decir verdad, esa idea me excitaba a un más.

Y la conversación avanzaba y paralelamente nuestras sensaciones le seguían el paso a medida que subía el tono del relato. Mi tía me miraba atentamente completamente perdida en mi voz, pero algo le quitaba la concentración. Mi pene se levantaba erguido cual soldado dispuesto a dar batalla. Podía ver como la mirada de mi tía se desviva una y otra vez de mi propia vista a mi entrepierna, y eso me tenía fascinado.

Sus manos ya no podían fingir más, y con descaro se aventuraban más al centro de su bajo vientre tan adentro como sus piernas empalmadas se lo permitían. Sabía que para ese punto ya estaba tan ardiente como yo, pero quise tomarme mi tiempo pues estaba seguro que me apremiaría.

Continúe como podía con lo que mi mente me daba para recitar y en poco tiempo llegaba a la parte cumbre del relato. En ese momento mi tía comenzó a tocarse los senos sutilmente y tan disimulada como podía, pero fue ahí cuando ya no pude soportarlo más y bajé mi mano hasta donde ya me esperaba mi pene rígido como roble. A la par, mi tía seguía cada movimiento que hacía, y aprovechando su completa atención me tomé la tranca con fuerza y le di un rápido jalón para ver su reacción. Ella no le despegaba la mira, pero al ver mi acción desvió rápidamente la vista simulando no haberlo visto.

Pensé que debía ir más lento, pero sinceramente ya no controlaba los impulsos de mi cuerpo, y simplemente no podía dejar olvidado mi polla dura y pesada que empujaba fuerte la bata pidiendo protagonismo en la escena. Entonces la toqué de nuevo pero esta vez deslicé la estorbosa prenda de baño para hacerlo, temía que mi tía marcará línea una vez más y se marchará, pero no me importó, la froté sutilmente, le di un pequeño y lento jalón seguido de otro más y antes de saberlo me estaba masturbando en frente de mi tía.

Sin quitarle la vista de su mirada que a su vez se soldaba a mi pene que ya asomaba rígido y húmedo por entre la bata, me tocaba lentamente, pero suficiente para sentir uno de los mejores placeres de la vida, exhibiéndome a mi tía que lejos de incomodarse se contagiaba de mi regocijo pareciendo que se lo untaba por todo su cuerpo, cuando sus manos lo recorrían aun intentando resistirse a tocarse abiertamente y dejar salir todo su júbilo para complacer su fantasía que mi historia le había fundado en su mente.

En un momento nuestras miradas se encontraron nuevamente después de un quisquilloso escaneo al cuerpo vecino, y fue maravilloso, no había tenciones ni incomodidad, ambos sabíamos lo que estaba sucediendo y lo aceptábamos con firma de sangre, pese al incesto. Fijamente le clavé la vista mientras continuaba tocándome el miembro y entonces nuestros ojos se separaron nuevamente, la suya regreso a mi mano que se movía sin prisa recorriendo mi escroto exprimiendo mi pene firmemente, en tanto mi vista se desviaba a sus manos que ya sin control viajaban por debajo de su bata masajeando sus senos y su entre pierna.

Sentía el éxtasis en mi cuerpo, no lo creía, miraba como se tocaba sus tetas por debajo de su bata, que se deslizaba cayendo por su hombro dejando que se asomara uno de esos hermosos y bellos senos, su perfecta aureola café claro, que pese a estar colgando libremente se posaba firme en contra de la edad y la gravedad.

Ya entrados en el clímax del relato ambos estábamos al borde del colapso, no sabíamos lo que sucedería, pero si como terminaría. Ya no había sigilos mientras me exprimía el pene, mi tía bajaba sus manos hasta su coño, y al llegar, apartaba sus piernas para llegar a su destino. Se abrió de pies frente a mí, doblando sus rodillas haciendo un ángulo recto al juntar sus pies justo en frente de su hermosa vagina depilada, que, al quedar descubierta por la postura, debelaba cuan excitada estaba mi tía. Podía ver perfectamente como escurría su lubricación, como babeando por hambre de un buen pene, de mí pene que le apuntaba recto como estirándose para unirse de una vez por todas.

La lluvia no dejaba de caer vigorosa golpeando despiadadamente la pobre casa de madera, y no pude evitar comparar aquel torrencial diluvio con el sonido que hacía la vagina de mi tía cuando metía sus dedos y estos se empapaban de inmediato al salir y entrar lentamente una y otra vez, al mismo ritmo con el que mis manos subían y bajaban de mi pene que lo sentía ardiente cual caldero.

Moría por levantarme y saltar sobre el desnudo cuerpo de mi tía para encastrarle mi polla y darle duro cual prostituta, pero aun temía que todo por lo que había luchado se me escurriera de las manos por negligente, por lo que continuamos mirándonos masturbarnos desde nuestro respectivo lugar el uno al otro por un tiempo hasta que mi tía no lo soportó más. Aun pensando en mi siguiente movimiento, miraba como mi tía se ponía en pie, se acercaba a mí, se arrodillaba frente a mi pene y sin más, se llevaba mi falo a su boca arrebatándomelo de la mano para darme la mejor chupada de mi vida. Ya sin miedo por despertarme, su boca me lo tragaba como si quisiera acabárselo antes de que alguien más se lo asaltara. Después se reincorporó y en deja vu se sentó por un costado en mi tranca que sin fricción alguna se deslizaba en lo más recóndito de mi tía por ese bello y perfecto coño lubricado que enfundaba mi babeante pene duro y caliente.

Miraba a mi tía sentada en mi falo, subiendo y bajando, haciendo chocar su perfecto trasero en mis piernas apretadas en el estrecho sofá. Veía como gozaba de mi pene haciendo ruidos de placer, mordiéndose los labios y tocándose su risada cabellera larga y castaña, su cuello y sus redondeados senos que de perfil se veían bien firmes balanceándose libremente, con aquel ventanal de cristal resistiendo la embestida de la lluvia como fondo para la hermosa escena frente a mí.

Después la tomé por la cintura y acerqué a mí, me puse de lado y con su espalda a mi pecho le clavé el pene de nuevo en su coño y la seguí follando. Hacía lo mejor que podía, concentrado en no terminar en dos segundos cuando le daba tan duro y tan adentro como su bien parado y rígido trasero me lo permitía. Y mientras mi tía me agradecía el esfuerzo gimiendo de placer regocijándose, mi mano se volvía loca disfrutando del suculento banquete, tocándole sus pechos, masajeándolos por completo, apretándolos sutilmente para sentir su dureza, deslizando mi palma por sus pezones erectos como mi pene que le asestaba por detrás una y otra vez, mientas mis manos bajaban por su escultural anatomía, su abdomen plano, su curvilínea cintura y sus contorneadas piernas hasta llegas a su vagina para sobarle justo en su clítoris.

Ahí me clave por un tiempo, sintiendo mi pene embistiendo duro y mis dedos empapándose con sus jugos mientras sus gemidos se convertían poco a poco en pequeños gritos al llegar al clímax, sentía que no podía más, pero tomé aire y aumente el ritmo. Me movía tan rápido como podía y entonces sus sutiles quejidos eran ya clamores mientras su espalda se arqueaba debelando su inminente orgasmo, y ahí un fugaz silencio se presentó. Por un momento solo se escuchaba el golpeteo férreo del chubasco sobre la casa y el cristal del ventanal de la sala, y las bofetadas que sonaban feroces al chocar mis piernas con sus nalgas. Dos, cuatro y seis golpes se escucharon antes de que mi tía rompiera el silencio con un desgarrador grito orgásmico y un torrencial escurriera por mi pene obligándome a sacarlo para dejar que mi tía se viniera y se corriera a gusto mientras yo en tanto me exprima el pene regándole mi leche sobre su culo.
 
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